Deporte y educación en una sociedad global | |||
Dr. en Educación Física Profesor de la UCA (España) |
Damián Ossorio Lozano |
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Resumen El presente artículo trata de analizar la función del deporte desde una dimensión social y así comprender su carácter unitario. Palabras clave: Deporte. Educación. Sociedad global.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 164, Enero de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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Al estudiar los efectos socioculturales del deporte debemos enfocar el análisis, no como un hecho aislado, sino en su aspecto global. Es decir, se trata de analizar la función del deporte desde una dimensión social y así comprender su carácter unitario.
Además del deporte de competición, al deporte también se le reconocen otros significados como ocio, recreación, salud. Junto a estos fines surge el concepto de deporte educativo, que Blázquez (1995) considera como la verdadera actividad cultural que permite una formación básica y luego, una formación continua a través del movimiento.
¿Por qué el deporte es tan atractivo? Porque el deporte es reto, es riesgo, es competición, es aventura, es record, es victoria… El deporte nos permite saciar la natural sed humana de triunfo, aunque sea “a través de otros”.
Si realmente estamos convencidos del valor educativo que puede tener el deporte como "medio" que desarrolla hábitos saludables, tendríamos que prestar una mayor atención, sobre todo con los más pequeños, ¿cuánto, qué, y cómo aprende mi hijo de deporte?
Algunos padres consideran que sus hijos pierden el tiempo y que el deporte les distrae del estudio, piensan que les priva de otras actividades aparentemente más valiosas.
¿Qué valor y sentido tiene el deporte como medio educativo?
El deporte fomenta hábitos de compañerismo; amor a unos colores… trabajo en equipo. El deporte bien enfocado es una escuela de solidaridad y lealtad; de perseverancia en el esfuerzo; de espíritu de sacrificio y capacidad de renuncia.
Los deportes de equipo desarrollan el sentido de la disciplina colectiva, así como la inteligencia táctica y estratégica. No podemos olvidar que el deporte, como cualquier otra actividad, puede ser mal enfocado y sus aspectos positivos pueden degenerar en actitudes mal sanas o deformantes.
“La probabilidad de haber adquirido el hábito regular de practicar deporte, es mayor entre las personas cuyos padres también hacen o hicieron deporte que entre las personas que no recibieron ese ejemplo”. (García Ferrando, 1991). El deporte es un instrumento para educar desde las familias y, después, desde la escuela. Los padres deben ser prudentes; saber animar a todos y no sólo al propio hijo; no criticar en exceso; no hacer comparaciones "yo a tu edad"...
Educar a través del deporte implica desarrollar una sinergia positiva que le ayudará a ser cada día mejor. Para los más pequeños debería ser es un medio que ha de entenderse integrado en un proyecto de vida ético y global. Debería ser un instrumento de maduración personal, que ayude a nuestros hijos a rendir según sus capacidades naturales recibidas.
Además del deporte de competición, al deporte también se le reconocen otros significados como ocio, recreación, salud. Junto a estos fines surge además el concepto de deporte educativo, que Blázquez (1995) considera como la verdadera actividad cultural que permite una formación básica y luego, una formación continua a través del movimiento.
¿Por qué el deporte es tan atractivo? Porque el deporte es reto, es riesgo, es competición, es aventura, es record, es victoria… El deporte nos permite saciar la natural sed humana de triunfo, aunque sea “a través de otros”.
Los avances tecnológicos, el estado del bienestar, la distribución de la riqueza y adelantos de la medicina, entre otros, ha supuesto indudablemente grandes beneficios para el conjunto de la sociedad. Desde el punto de vista del deporte y la actividad física en general, supone en la actualidad una necesidad de la que se pueden obtener notables favores.
La dimensión social del hombre justifica la trascendencia de una formación intelectual severa, rigurosa, inflexible y extremadamente exigente con el resultado y con el éxito. En la sociedad del bienestar se vislumbra la decadencia de una raza que presenta síntomas de envejecimiento motriz. Cabía preguntarse, ¿por qué hay niños que con la misma edad son capaces recorrer largas distancias y otros, en cambio, son incapaces de andar un pequeño trecho?, ¿por qué esas diferencias de habilidad y destreza entre unos y otros?, ¿por qué?...
La clase social, los modelos dominantes, los grupos de presión, las modas y un sinfín de agentes sociales han ido deformando la motricidad natural, el movimiento humano de origen evolutivo, necesario para el desarrollo normal del niño, ha sido restringido, encorsetado, y en cierta medida prohibido por una normas de conducta. La falta de un espacio físico donde corretear, la rigidez de los horarios escolares, el escaso tiempo libre que se disfruta, la inseguridad ciudadana y unos espacios excesivamente acondicionados no hacen más que acrecentar el problema de la motricidad natural del ser humano.
Cuando un niño corre, salta, se cae, se levanta, nada o trepa, está manifestando la originalidad de un ser que siente la necesidad de moverse instintivamente, un ser que quiere satisfacer los designios de su especie. Si estas actividades son reprimidas o presentadas como indeseables o peligrosas, el niño interioriza estas órdenes como preceptos inviolables y como coste para ser aceptado al grupo social al que pertenece.
De todo lo anteriormente expuesto se deduce que un deporte y una actividad física adecuada a las posibilidades del niño, contribuirá de manera destacada, a un desarrollo integral como persona, ya desde las primeras etapas de su vida.
Es un argumento defendido por todos que el deporte en estas edades debería ser básicamente diversión y juego. Es un medio para educar el ocio. No obstante, esta diversión exige esfuerzo, constancia, superación y conocimiento de sí mismo. Es la forma de ampliar la libertad personal, de poner en juego todo lo que es.
Hay un elemento más a tener en cuenta, ¿cómo desmitificar la figura del deportista espectáculo? No es fácil distinguir entre ficción y realidad. La relevancia personal del deportista mediático subyuga a nuestra juventud. Considero que este aspecto tiene mucho que ver con la incapacidad o imposibilidad de muchos educadores para conseguir interesar al niño por algo más que los ídolos o los "crack" del deporte.
Nuestra juventud tiene la necesidad de líderes no de ídolos. Desde un punto de vista educativo los aspectos positivos del deporte no han de sobrevalorarse.
En el proceso de evolución y formación del niño, en gran medida se pretende integrar en el individuo mecanismos que faciliten el control motriz. Este mecanismo debería comenzar por habilidades simples, que más tarde den pie a otras más complejas. Al parecer actualmente, la sociedad entera demanda un reto ilimitado de búsqueda de la perfección motriz. Los modelos cinemáticos y biomecánicos, en sus infinitas variantes dinámicas exigen de la integración de otras informaciones de tipo sensible, inteligente e interaccional probablemente no aptas para los más jóvenes.
De muy poco valen los esfuerzos de los profesores y de los padres si el círculo de amistades y el ambiente en el que se mueven los jóvenes, sus amistades y sus influencias no son las más adecuadas para su formación. De qué valen los consejos de los padres si el uso de la televisión no es el correcto. Descuidar uno sólo de estos aspectos puede invalidar todos nuestros esfuerzos.
Dice García Ferrando (1991) que la dimensión cultural del deporte es muy importante, ya que este se ha convertido en uno de los agentes de socialización de mayor interés, tanto desde el punto de vista pedagógico, como sociológico o incluso político. “La práctica de un deporte permite comportamientos sociales primarios y básicos, ya que esos períodos de tiempo que se dedican a la realización de una actividad recreativa y placentera como suele ser el deporte, en compañía de unas personas con las que se mantienen preferentemente lazos de afectividad y no tanto de interés, se ha convertido en una de las escasas oportunidades que tiene el hombre en las sociedades de masas actuales de manifestar con relativa libertad su individualidad y sus sociabilidad”. (García Ferrando, 1991)
Fomentar las actividades deportivas conlleva: facilitar el proceso natural de socialización, desarrollar habilidades sociales, ampliar el círculo de amistades; entrar en contacto con la naturaleza; saber enfrentarse con las situaciones, tan comunes en la vida, como ganar y perder, etc.
Si el deporte lo consideramos como un medio para educar a nuestros hijos, es importante contar con la implicación de las familias. Nuestro compromiso debería ir más allá de acompañarlos a los partidos de fin de semana.
El individuo se educa en el deporte, ya que a través de él interioriza una serie de valores básicos para su socialización. Pero también mediante la preparación de una competición, el rigor del entrenamiento, la disciplina de equipo… son aspectos educativos que se manifiestan en la práctica deportiva diaria y que se transfieren a la vida cotidiana.
Si realmente estamos convencidos del valor educativo que puede tener el deporte como "medio" que desarrolla hábitos saludables, tendríamos que prestar una mayor atención, sobre todo con los más pequeños, ¿cuánto, qué, y cómo aprende mi hijo de deporte?.
Llegados a este punto, habría que aclarar, que no todos los padres consideran las bondades del deporte de la misma manera. Algunos padres consideran que sus hijos pierden el tiempo y que el deporte les distrae del estudio, piensan que les priva de otras actividades aparentemente más valiosas. Otros, en cambio, vuelcan sus ilusiones, viven y reviven los triunfos y los fracaso "a través" de quien sienten muy cercano cuando son u hijos los protagonistas.
¿Qué valor tiene el deporte como medio educativo? El deporte fomenta hábitos de compañerismo; amor a unos colores… trabajo en equipo. Una mala interpretación del espíritu de equipo conduce a una competitividad exacerbada y al exclusivismo y rechazo de los otros.
El deporte bien enfocado es una escuela de solidaridad y lealtad; de perseverancia en el esfuerzo; de espíritu de sacrificio y capacidad de renuncia.
Nos ayuda a recocer nuestras propias limitaciones, y a valorar a los demás, nos ayuda a madurar. No es cierto que haya competiciones en las que "si perdemos, perdemos mucho más que un partido".
Los deportes de equipo desarrollan el sentido de la disciplina colectiva, así como el desarrollo de la inteligencia táctica y estratégica. Un afán desmedido de triunfo, provoca corrupción, violencia y hasta un narcisismo ridículo. Pero no podemos olvidar que el deporte, como cualquier otra actividad, puede ser mal enfocado y sus aspectos positivos pueden degenerar en actitudes mal sanas o deformantes.
Desde el punto de vista educativo es un error pensar en el deporte como en un sustitutivo de otras actividades: como si por el hecho de hacer deporte, un chico estuviera «menos en peligro» o fuera «más sano». El deporte es una de las mejores opciones para ocupar bien el tiempo libre de los hijos y de los padres
No deben achacarse unas malas calificaciones a los entrenamientos de diario o a los partidos de fin de semana. Lo que impide el estudio es: el exceso de televisión; la falta de control y de imaginación; los hábitos de pereza mental. Suprimir el deporte es en términos deportivos “echar balones fuera”, Cuando la realidad es otra.
Para Le Boulch (1991) “un deporte es educativo cuando permite el desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, con relación a los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad”.
Algunas orientaciones para los más pequeños. ¿Cómo deberían actuar los padres?
“La probabilidad de haber adquirido el hábito regular de practicar deporte, es mayor entre las personas cuyos padres también hacen o hicieron deporte que entre las personas que no recibieron ese ejemplo”. (García Ferrando, 1991)
El deporte es un instrumento para educar desde las familias y, después, desde la escuela. En la familia, la relación entre padres e hijos y la práctica de deporte es fundamental.
Está claro que, en el caso de los chicos pequeños, no se puede hablar propiamente de deporte, sino más bien de juego. Estas edades son las mejores para cultivar a través del juego, hábitos de competitividad sanos: una serena aversión a las trampas; saber perder con alegría; saber ganar y, a veces, saber dejarse ganar... saber reírse de uno mismo, y reírse con los demás.
Los padres deben hacer cumplir los compromisos contraídos por sus hijos. Los padres deberían hacer cumplir los compromisos deportivos que sus hijos adquieren y no guiarse por los resultados que alcanzan. Los compromisos pequeños o grandes se cumplen siempre.
Los padres deben mantener una distancia justa de seguridad entre las competiciones y sus hijos. Deben animar, lo que no se debe ser es un forofo, vociferar.
- Por favor, papá, cállate y vete a casa. No hagas más el ridículo...
Si el ejemplo de los padres es siempre fundamental, un campo en el que también es imprescindible, es éste: el modo de presenciar la competición.
Los padres deben ser prudentes; saber animar a todos y no sólo al propio hijo; no criticar en exceso; no hacer comparaciones "yo a tu edad"... También los hay que corren la banda durante el partido y no paran de dar instrucciones al pobre niño, que no sabe a quien mirar. ¡Tu hazme caso a mí que yo sé de esto!, ¡Cuando yo era como tú…! Están los que se mueren de celos si el entrenador grita a su hijo más que a los demás, o si le hace jugar menos que lo que el considera.
Lo verdaderamente eficaz es no ocultar los defectos: "debes luchar más", ¿por qué no haces más caso al entrenador?". Debemos reforzar los éxitos y sobre todo el esfuerzo que pone en lograrlo. Lo más acertado es desmitificar tanto el éxito como el fracaso. Educar a través del deporte implica desarrollar una sinergia positiva que le ayudará a ser cada día mejor.
Ser un "campeón...” significa: si no aspiras a más de lo que puedes, nunca llegarás a lo que realmente puedes… Alguien ha dicho con acierto que en nuestra sociedad sobran medios y escasean los fines: muchos convierten en fines lo que no son más que medios.
El deporte, para los más pequeños debería ser es un medio que ha de entenderse integrado en un proyecto de vida ético y global. Debería ser un instrumento de maduración personal, que ayude a nuestros hijos a rendir según sus capacidades naturales recibidas.
Una mentalidad deportiva nos ayudará a ser optimistas ante las dificultades, a volver a empezar una y otra vez, a no dejarnos vencer nunca por el desaliento. Los grandes logros en las historia de la humanidad han venido siempre por el camino del esfuerzo y la tenacidad, el deporte no es una excepción.
La cuestión de las actitudes de los participantes, padres y entrenadores
Se obtiene una aproximación más exacta del estilo actitudinal si nos circunscribimos de manera específica a la conducta que se manifiesta al tratar el tema del juego limpio.
En relación a las actitudes de los participantes, diversas investigaciones señalan que el compromiso exagerado de obtener el triunfo está asociado con la edad. Estas investigaciones se han llevado a cabo de forma típica, por medio de muestreos realizados dentro de la juventud. Varios investigadores han utilizado una escala diseñada por Webb (1969) que pide a los sujetos clasificar por orden de importancia el jugar bien, el triunfo y el juego limpio dentro del partido.
Varios estudios que han utilizado este instrumento han obtenido las siguientes conclusiones generales:
El compromiso exagerado de obtener el triunfo está asociado con la edad (Webb, 1969)
El triunfo es más importante para los participantes en la competición que para los no participantes (Card, 1981; Knoppers, Schuiteman y Love, 1988; Mantel y VanderVelden, 1974; Nicholson, 1979)
La importancia del triunfo es mayor en chicos que en chicas (Webb, 1969; McElroy y Kirkendall, 1980; Card, 1981; Dubois, 1986)
Una gran mayoría de padres considera: que exigen demasiado a sus hijos y que se comportan indebidamente en los partidos dirigiendo ofensas verbales a los árbitros, a los jugadores y a los entrenadores
Los entrenadores ponen más énfasis sobre el triunfo que en la diversión y el disfrute. La mayoría pone un mayor énfasis en el desarrollo técnico y la deportividad. La opinión general se basa en que los entrenadores de jugadores en formación (juveniles) consideran el triunfo como su objetivo fundamental.
No obstante hay que afirmar que los niños pueden darse cuenta de que los entrenadores creen que el triunfo representa los más importante cuando en realidad no lo es (Whitchead, 1988).
La racionalización de la conducta y la manifestación externa de la responsabilidad moral permanece como una posibilidad en la consecución del éxito en la competición. Goodger y Jackson (1985) encontraron que mientras los entrenadores jóvenes de "soccer" consideraron que existía un apoyo considerable cuando se cometían faltas técnicas con el fin de obtener ventaja. Sólo un tercio opinaba que deberían prohibir el juego sucio y que era responsabilidad de los árbitros aplicar las leyes. Esto indica un grado de regresión moral por parte de aquellos que adoptan dicha posición negando la responsabilidad personal de sus propias acciones.
La educación a través del cultivo de una personalidad basada en los valores de solidaridad, cooperación, confraternidad y respeto, debería servir para atenuar las actitudes agresivas dentro de la competición. Es más, estas actitudes serían el punto de partida para que los entrenadores interpretaran los síntomas de ansiedad, o las conductas disruptivas que pudiesen aparecer, y reconducir y reinterpretar los síntomas para encauzarlos de manera positiva y compensarlos.
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