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La moda de construir estatuas para esconder falencias colectivas

   
Lic. en Sociología (UBA). Su último libro es
Fútbol, poder y discriminación social, Leviatán, Buenos Aires, 2010
(Argentina)
 

Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com
 

 

 

 

 

Bartolomé Mitre, un poderoso actor de la política y de la cultura vernácula, que impulsó hace cerca de un siglo y medio atrás, con otros personajes de la época, la construcción de la estatua a Belgrano en la actual Plaza de Mayo, seguramente estaría muy complacido con este culto a los héroes masculinos que se ha despertado en estos tiempos, aunque ya no sea en el terreno histórico-político sino en el futbolístico. No obstante, ello no es más que un modo de celebrarse a sí mismo transformando figuras del mundo cotidiano en heroicas con el propósito de hallar un lugar seguro donde refugiarse ante los fuertes vientos que azotan las identidades.

 
 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 163, Diciembre de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas,
porque los optimistas están encantados con lo que hay.

José Saramago


    Pensar que se pueden mejorar las cosas en este estado de descomposición que se encuentra el fútbol argentino tan solo porque se depositen un ramillete de esperanzas en personas "superdotadas" en determinados aspectos, es una tremenda equivocación.

    Las verdaderas soluciones en lugar de provenir de la buena estrella de una persona (sea ella jugador, director técnico o dirigente) brotarán únicamente si se crean las condiciones para generar un debate profundo donde participen todos los actores de esta actividad cultural, y se defina, de una vez por todas, que tipo de cultura deportiva quiere consolidarse en el país.

Estatua a Martín Palermo
Estatua a Martín Palermo, labombonera.com.ar

    Es necesario apoyarnos en certezas que faciliten el desarrollo de un proyecto serio y a largo plazo, en vez de aferrarnos ciegamente a ciertas imágenes que colectivamente creamos y que se van multiplicando en copias cada vez más degradadas. Supuestas figuras redentoras que de acuerdo a nuestras más vivas fantasías nos vienen a liberar del peso de nuestras frustraciones y en realidad lo que finalmente ocurre es que bloquean nuestro crecimiento, sobre todo en lo que respecta a la participación social.

    Debería pensarse de qué manera se puede transformar el formato institucional de los diversos clubes diseminados a lo largo y ancho del país, en pos de que funcionen mejor. No sólo en lo que respecta a la principal preocupación de los dirigentes tal como es la económica (la mirada de los mismos está puesta hoy, obsesivamente, en la compra-venta de jugadores) sino en relación a la crisis de participación real de los socios, la baja calidad de los espectáculos ofrecidos al público, la falta de imaginación para superar el mal funcionamiento de diversos aspectos de nuestro fútbol, y los fuertes vínculos de sumisión y de adulación interesada que tejen nuestros contemporáneos con quien maneja desde hace décadas los destinos de la AFA.

    A tal efecto, sería productivo llevar a cabo una gama de intervenciones institucionales a cargo de diferentes profesionales: psicólogos, pedagogos, especialistas en gestión administrativa. De esa manera, se podría achicar la distancia entre los dirigentes y los demás actores sociales, dinamizar la estructura institucional para que la capacidad de representación sea más transparente, neutralizar las discusiones superficiales y terminar con las rutinas que generan permanentes conflictos internos.

    Una de las grandes tareas consistirá en estimular el carácter de los deportistas que fue corroído en el proceso de deterioro institucional que los dirigentes, que apelan habitualmente a soluciones mágicas para tratar de salvarse, contribuyeron a forjar.

    Otra medida importante es intentar aislarse, en una buena medida, de los discursos de los medios se comunicación que crean confusión y entorpecen la posibilidad de pensar lo que está pasando con una mayor objetividad. Son mensajes contaminantes que emanan de una franja del aparato comunicacional y que a través de los años empobreció intelectual y culturalmente a la comunidad deportiva promoviendo simulacros que sustituyen a la búsqueda de la verdad, sigilosamente escondida detrás de la propagación de relatos míticos, trivialidades y de todo tipo de estereotipos.

    Lógicamente, un elemento fundamental a tener en cuenta es el marco sociocultural más amplio en donde se desarrolla la actividad futbolística con sus mecanismos institucionales que debilitan la verdadera participación de los sectores subalternos reservada casi exclusivamente al voto. Así, la elite política intenta trabar la posibilidad de desarrollar miradas rebeldes y creativas sin tomar en cuenta que luego de un prolongado periodo de sueño viene el despertar.

    Una de las persistencias culturales allí alojadas es aquella que señala que a lo largo de los años los argentinos nos hemos habituado a consumir todo tipo de idealizaciones que fabrican para nuestro propio "regocijo" los medios masivos de comunicación: prensa escrita, radio o televisión. Para tal fin dichos medios niegan los lados oscuros de los personajes seleccionados, a la vez que multiplican sus virtudes de todas las formas posibles tratando así de llevar a algunas figuras públicas a un nivel de perfección.

    Ahora, situémonos en este clima de época tan intensamente teñido por las secuelas del neoliberalismo que desbastó un amplio campo de la sociedad civil y le dio una fuerte cabida a los recorridos individuales. Asimismo, el incremento de la fragmentación intensificó la importancia que se le adjudicaba a los medios audiovisuales para delinear valores y patrones de comportamiento en distintas áreas sociales y culturales.

    Cómo sabemos, hace ya varios años que en dicho contexto los políticos son cuestionados por los ciudadanos y no gozan de la idealización que son objeto los profesionales de otras actividades. De allí que se pongan en juego una serie de ilusiones desmedidas en determinados actores del deporte en las cuales quedamos enredados con la consiguiente perdida de confianza en nosotros mismos, para chapotear luego en el barro de la degradación cultural que trae aparejada toda desmesura.

    En tal sentido vale recordar que después de la renuncia de Alfio Basile al tan codiciado cargo de director técnico de la selección nacional, se designó (¿autodesignó?) a Diego Maradona y los que lo encumbraron se rehusaron a escuchar, con el apasionamiento propio del fanático, a los que dudaban de su capacidad para dirigir los destinos de ese grupo de jugadores calificados.

    Pero los discursos públicos y la abundancia de imágenes en los medios audiovisuales recordando, de una manera obsesiva, sus grandes hazañas como jugador, situaron rápidamente al astro en el sitial del héroe idealizado... Paralelamente se ocultó lo que atañe a su desempeño como entrenador tal que en su breve proceso formativo había obtenido muy magros resultados, y también que no contaba con el diploma de técnico para poder ejercer, recibiéndolo en forma simbólica un mes antes de disputarse el mundial de Sudáfrica1.

    Pero lo concreto es que dichos antecedentes no gravitaron en medio de tantas loas que se le dedicaron en aquellos días y que inhibieron la posibilidad de opinar con sentido crítico ante semejante inflación de grandezas.

    Maradona fue, entre otras cosas, producto de una nueva época del deporte dominado por los medios audiovisuales. Recodemos que cuando el astro conquistó su gol frente a Grecia en la Copa del Mundo de 1994 lo primero que hizo fue gritárselo a una de las cámaras ubicadas al borde del terreno de juego. Es decir que aquel genial deportista, que ahora recibía elogios bien calculados como obra de una elaborada tarea de quienes cooperaron con su designación, había comprendido perfectamente en ese remoto momento, que el fútbol de elite se constituía en un fenómeno cada vez más mediático.

    Vale señalar al respecto que con el paso del tiempo Maradona supo desarrollar una gran capacidad histriónica que lo llevó a conducir un programa de televisión con bastante soltura y en donde los invitados reverenciaban sus grandezas mientras silenciaban todo lo relacionado con sus debilidades.

    Otro episodio para resaltar en este sentido es aquel que fue construyendo meticulosamente la televisión con la figura de Martín Palermo luego que el jugador convirtiera un agónico gol a la selección peruana en el torneo clasificatorio para el Mundial 2010. Las cámaras repetían hasta el cansancio el festejo del goleador mientras se seguía jugando el partido y un irreverente futbolista peruano tuvo la osadía de estrellar un tiro en el travesaño. De tal manera que dicha jugada favorable a nuestros hermanos peruanos sólo la vio el público que asistió al estadio de River Plate.

    Así, quedaba claro, una vez más, que los medios audiovisuales tienen un gran poder de decisión con respecto a que acontecimientos entran en la historia y cuales no, y al tipo de héroe que debe ser tenido en cuenta por la comunidad.

    Es indudable que el sistema audiovisual tiene la facultad de exaltar o ignorar hechos al tener la posibilidad única de manipular las imágenes.

    Palermo, alrededor del cual se utilizaron todas las herramientas disponibles para fabricarle un aura sobrenatural, siguió, en algunos aspectos, el mismo itinerario que Maradona ya que cuenta también con una estatua realizada por una ceramista que reside en Mar del Plata, Elizabeth Eichhorn. Entre sus obras se destaca el monumento a Belgrano en La Banda, Santiago del Estero.

    Bartolomé Mitre, un poderoso actor de la política y de la cultura vernácula, que impulsó hace cerca de un siglo y medio atrás, con otros personajes de la época, la construcción de la estatua a Belgrano en la actual Plaza de Mayo, seguramente estaría muy complacido con este culto a los héroes masculinos que se ha despertado en estos tiempos, aunque ya no sea en el terreno histórico-político sino en el futbolístico. No obstante, ello no es más que un modo de celebrarse a sí mismo transformando figuras del mundo cotidiano en heroicas con el propósito de hallar un lugar seguro donde refugiarse ante los fuertes vientos que azotan las identidades.

    El iniciador de la psiquiatría argentina, José María Ramos Mejía, situado a contramano de las corrientes de pensamiento que ponen excesivo énfasis en la acción personal de los grandes hombres se mostraba molesto en tales circunstancias ya que para este notable analista son las multitudes las que tienen una función democrática por excelencia ya que es el recurso y la fuerza de los pequeños y los anónimos.

    En fin, resultaría mucho más productivo para nuestra sociedad situarse a contramano de esta tendencia que, para llenar vacíos, subraya tanto la individualidad de los hombres célebres, con virtudes reales y/o inventadas, y dedicarse a tejer objetivos sociales trascendentes para trocar las múltiples restauraciones parciales que se impulsan desde el poder.


Nota
1. Al respecto, el secretario general de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino, Victorio Nicolás Cocco dijo que con el astro: "Hicimos una excepción (…) tiene registradas las notas del curso en forma simbólica". En Internet, www.elcomercio.pe/deportes, 15 mayo 2010

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