El influjo de las ideologías dominantes y el proceso de globalización en el deporte. Una propuesta del modelo de desarrollo para la integración de valores en las actividades físico-deportivas en el deporte escolar |
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*Dr. en Educación Física. Master en Psicología el Deporte **Doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Universidad de Cádiz (España) |
Damián Ossorio Lozano* María Teresa Fernández Sánchez** |
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Resumen El deporte, como fenómeno global, está íntimamente relacionado con el proceso de deportivización social, y a la vez está vinculado a la íntima relación entre las diversas comunidades, culturas, civilizaciones. Muchos de los deportes que surgieron y se practicaron de manera localistas, más tarde adquirieron importancia internacional. Y al contrario, grandes manifestaciones deportivas y con gran arraigo popular, han quedado en la actualidad, en lo anecdótico y restringido. Palabras clave: Ideologías. Globalización. Modelo de desarrollo. Valores. Actividades deportivas. Culturas.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 162, Noviembre de 2011. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Es evidente que el olimpismo es la ideología que más influido en el de deporte escolar, en el deporte para todos o en el deporte de recreación. Esta tendencia que aparentemente sigue estando de actualidad en los proyectos educativos, aunque no exenta de cierto utilitarismo, convive en contradicción con los preceptos de la carta olímpica. Se define como abanderada del deporte de masas y orientada más al "proceso" que al "resultado".
Con la mejor de las intenciones, la naturaleza universal de la cultura dominante y por tanto de la educación, transmite un modelo deportivo no exento de cierto riesgo para una juventud que convive con el consumo, con en el éxito fácil y con la excusa de que el fin justifica los medios.
Existe otro modelo de gran actualidad, el profesionalismo, claramente definido hacia los resultados. Esta ideología converge junto al olimpismo en una misma plataforma educativa. Las dos tendencias conviven paradójicamente refundidas sin que se defina una línea clara de actuación.
Esta nueva ideología se encuentra en brazos de los distintos medios de comunicación, que ejercen en el deporte en general una influencia y un cambio interesado, y en particular en aquellos deportes que carecen de una masiva audiencia.
Muy especialmente la televisión, dicta a través de sus contratos multimillonarios, qué deportes y qué atletas consideran "atractivos" para su audiencia. En otro extremo encontramos la comercialización y el patrocinio deportivo quienes cada vez cuentan con más peso dentro de las organizaciones deportivas. Decía Samaranch, refiriéndose a la vela, que ningún deporte que no tuviese una fuerte audiencia televisiva tenía cabida en los Juegos Olímpicos (Radio CBC, 1992).
Esta corriente actual provoca que nuestros alumnos compartan la filosofía más radical, "ganar a cualquier precio". Cuando les hablamos de valientes gestos deportivos les cuesta creer en ellos, lo interpretan como anticuado, arcaico y decadente. La frase de Blackhurst y Strachan (1991): "es inmoral tolerar prácticas y situaciones que puedan dañar física y psicológicamente al atleta..." parece más bien un sentimiento residual de unos locos reaccionarios.
Numerosos autores han estudiado el proceso de cambio social y cultural en la actual sociedad industrial. Se observa un auge de nuevos valores, tales como: una libertad sin restricciones, reforzamiento del yo individual y rechazo a la disciplina; en general, una preocupación por la calidad frente a las preocupaciones, fundamentalmente económicas... (Bell, 1980).
¿Cómo comenzar?
Como educador, lo más importante que puede hacerse para motivar a sus alumnos es participar con ellos y compartir de manera entusiasta las actividades físicas que realizan. Los niños que observan que sus profesores practican deporte lo toman como ejemplo.
Cuéntales a tus pupilos que crees firmemente en el valor de la participación deportiva. Transmítele entusiasmo, su motivación aumentará aún más cuando logre dar prioridad a la práctica deportiva respecto a otras actividades. Pon especial cuidado en que aprecie esta participación, con independencia del éxito que tenga.
Los jóvenes no necesitan hacer deporte para estar a la altura de las ambiciones de los mayores. En general deben hacer deporte para su propia diversión, no para los demás; debemos animarlos para que lo hagan para sí mismos.
¿Cómo hacerlo?
Desde el propio entorno escolar
Diséñese un programa de adherencia centrado en los intereses del niño.
Foméntese la participación en diferentes deportes para lograr una amplia base antes de comenzar con la especialización.
Elíjanse actividades que garanticen una primera experiencia positiva temprana.
Destáquese la diversión; evite la presión para el rendimiento.
Ayúdale y anímale todo lo que puedas.
No permitamos que el niño haga ningún ejercicio que no esté adaptado a su nivel.
Demos la oportunidad de que se sientan importantes.
Preguntémosles: ¿cómo se lo ha pasado? ¿ha sido duro, entretenido, aburrido?, ¿qué sabías y qué has aprendido?...
Escuchemos con atención cuando nos hable sobre ello.
Anímale y ayúdale cuando lo necesite.
Demos consejo sólo cuando se nos pida.
Los jóvenes se sienten recompensados cuando se da importancia a las cosas que hacen bien.
Las pequeñas mejoras en un punto débil deben alabarse sin reservas.
Debemos facilitar el encuentro con el placer que transmite el deporte, así apreciaran lo bueno de ellos mismos y del rival.
Destaquemos que el esfuerzo y el trabajo son tan valiosos como el triunfo.
Ayudémosles a que acepten el resultado sin decepciones innecesarias y sin traumas.
Convirtamos los fracasos en victoria enseñando a trabajar para mejorar la próxima vez. La derrota no es ninguna catástrofe y, por supuesto, no es sinónimo de fracaso personal.
Apoyémosles a que establezcan por sí mismo objetivos realistas, a que ganen en confianza y seguridad. Y sobre todo, dejémosles que determinen sus propios niveles de participación.
Cada niño tiene derecho a desarrollar sus capacidades deportivas en una atmósfera que destaque la participación positiva, el desarrollo personal y el placer.
Una propuesta del modelo de desarrollo para la integración de valores en las actividades físico-deportivas
Existe una falta de acuerdo entre profesores, entrenadores e investigadores para definir qué valores deportivos son los que habría que fomentar entre los jóvenes a través de la práctica de actividad física. Incluso algunas investigaciones, ponen en tela de juicio la posibilidad de promoción de estas actividades. (Lakie, 1964; Alison, 1982). Es más cuando afirmamos que el terreno deportivo es un excelente medio de promoción y desarrollo de valores sociales y personales, aparecen ciertas críticas que se revelan en contra de este uso, pues consideran que los valores poseen significado propio sin necesidad de que se les atribuyan otras funciones.
Raths, Merril y Simons (1978) afirman, que el significado del término valor no es un significado claro, por lo que no existe consenso en su definición. La dificultad para determinar la efectividad del aprendizaje de estas actividades comporta más que un medio de enseñanza de valores, un camino para mostrar características desarrolladas por los deportistas. (Sheehan y Alsop, 1972).
Además, las limitaciones de horario y la falta de instrumentos objetivos de evaluación. Hacen necesaria una nueva estrategia para desde las actividades físico-deportivas transmitir un modelo educativo acorde a los valores socioculturales que la sociedad demanda hoy en día.
Con frecuencia se ha venido planteando dos líneas teóricas para la educación en valores mediante la actividad físico-deportiva: la teoría del aprendizaje social y la teoría del desarrollo estructural. De manera tradicional se ha venido aplicando la primera de ellas, aunque la segunda ofrece unas mayores perspectivas de futuro.
Hasta ahora, la sociedad a través de sus modelos más representativos, ejerce una poderosa influencia en los jóvenes. La adquisición de valores, básicamente, llega por imitación de las conductas de deportistas consagrados, generalmente provenientes del alto rendimiento. De tal forma que estas conductas no siempre constituyen el modelo más adecuado y deseables a imitar.
La segunda teoría, representada por Piaget (1954, 1965), Kohlberg (1969) y Haan (1983) principalmente, apuestan por un desarrollo moral, en donde cada decisión queda salvaguardada por unos principios de racionalidad, basada en el nivel de desarrollo del propio practicante. El proceso de aprendizaje queda mediatizado por unas experiencias razonablemente estructuradas que dan lugar a un avance progresivo, estadio a estadio.
Este modelo resalta como fundamental el papel del profesor o el entrenador, ya que lo considera como un modelo ideal de roles, sin obviar la ayuda que la sociedad puede aportar en muchos sentidos. Su estructura consta de cinco pasos: identificación y definición de valores a fomentar, establecimiento de un programa adecuado (currículum), progresión escalonada de objetivos y actividades, reconsideración o evaluación del programa y obtención de conclusiones.
La tercera vía, el modelo ecológico
Los modelos anteriormente expuestos otorgan un gran protagonismo a un agente concreto de la educación. La realidad es bien distinta, pues los esfuerzos que se realizan de manera aislada por parte de profesores, estamentos oficiales, familias, asociaciones juveniles, etc. no están dando los frutos apetecidos.
El modelo ecológico reparte responsabilidades y funciones a cada agente educativo, cada cual asume un rol determinado, aportando un estándar de comportamiento humanitario para las personas y los diversos organismos que intervienen en desarrollo educativo. Teniendo muy presente que los deportistas son personas con marcadas diferencias unas de otras, pero con necesidades personales y sociales muy comunes entre sí.
Este modelo exige la participación conjunta e interdisciplinar de la política educativa, de la política deportiva y de los medios de comunicación, además de aportación ineludible del ámbito familiar.
¿Actividades deportivas recreativas o competición especializada?
Si una actividad supone para un individuo establecer metas personales que supongan un desafío y sean realistas, si estas metas se logran, puede derivarse de ello sentimientos de especialización y competencia.
La información objetiva que se obtiene de los cambios positivos obtenidos, se atribuyen especialmente a las estrategia personales puestas en práctica. Más tarde estas estrategias pueden ser repetidas en cualquier momento. (Robbin y Joseph, 1985; Sonstroem, 1984).
Desde el punto de vista de la participación de los jóvenes, estudios llevados a cabo en adolescentes, han demostrado que los jóvenes prefieren actividades en las que se plantee competencia o triunfo (Feltz y Petlickoff, 1983 y Weiss, 1986).
También es cierto, que otros estudio realizados igualmente con niños y adolescentes, han demostrado repetidamente que la diversión y el placer son también razones importantes aducidas para la participación en programas deportivos, mientras que la falta de diversión es una causa de abandono. (Scanlan y Lewthwaite, 1984).
Scanlan sostiene que lo que hace que se disfrute de la experiencia deportiva es la clave para comprender y fomentar la motivación. Aquellos aspectos de la experiencia deportiva que producen placer no sólo son importantes para una participación continuada, sino la clave para que los jóvenes participantes obtengan significados positivos de las actividades físicas.
Cuando el niño tiene una perspectiva de objetivo competitivo, está preocupado por demostrar su capacidad respecto a los demás (Ames, 1988; Deweck, 1986; Maehr y Brakamp, 1986). El joven emplea una concepción de la capacidad en la que está implicado su ego (Nicholls, 1984, 1989). En lo que se refiere a las percepciones de capacidad respecto a los otros, depende mucho de la valoración subjetiva que hace de su propia capacidad respecto a la de los demás. Cuando están orientados hacia la competición, los niños usan estándares normativos para evaluar esa capacidad.
Si los chicos se orientan hacia la competición y perciben que su capacidad es alta, entonces se centran en el esfuerzo, se esfuerzan ante los fallos y persisten largo tiempo en el empeño. Sin embargo, Dweck ha argumentado que los comportamientos adaptados de los individuos que están orientados hacia la competición son muy frágiles frente al fracaso o dificultad.
A tenor de estas afirmaciones, parece convincente crear un ambiente de trabajo como si se tratase de un programa de especialización. Las situaciones de clase implican a los niños en empresas relacionadas con la consecución de un objetivo en las que los resultados se consideran valiosos e importantes y la evaluación formal se impone externamente (Ames, 1992).
Los niños, por tanto, pueden centrarse, o bien en desarrollar sus capacidades y aprender nuevas habilidades, o bien en demostrar o proteger sus capacidades. Las recompensas externas y el reconocimiento del profesor o entrenador, puede derivarse en una satisfacción personal de la participación, o la creencia que el propio esfuerzo supone una mejora. De esta forma, las situaciones del deporte y las académicas comparten rasgos estructurales similares (Ames, 1992).
Existen pruebas concluyentes, que dando ciertas recompensas y estableciendo expectativas individuales, el profesor o el entrenador, puede influir significativamente en la forma en que la el joven percibe su propia experiencia deportiva. Los jóvenes, por tanto, deben dedicarse a mantener un clima de especialización, estableciendo objetivos y poniendo el acento sobre el aprendizaje y el desarrollo de habilidades.
Para beneficiar la adherencia a las prácticas físico deportivas, es conveniente que los jóvenes no sean sólo valorados por el rendimiento que obtienen o por su capacidad exclusivamente, sino que deben valorarse igualmente sus progresos, su esfuerzo y su mejora.
Deporte moderno y proceso de globalización
El devenir del deporte moderno se encuentra ligado al proceso de globalización, proceso que ha significado un gran impacto en la vida, la cultura y el medio ambiente de las personas. Sus estructuras y relaciones están definidas por la autoridad y el poder que existe en cada grupo, sociedad o civilización. Somos testigos de una globalización del deporte y de un incremento de la diversidad de culturas deportivas.
El deporte como rendimiento-resultado, domina sobre la cultura corporal lúdica. Los juegos tradicionales subsisten, aunque bajo formas residuales, y que una nueva cultura del cuerpo está emergiendo para cuestionar la vigencia del deporte rendimiento. Hay, entonces, evidencia para reconocer tanto la existencia de la homogeneidad como de la heterogeneidad. Dicho de otra forma, la cultura corporal lúdica está marcada, a la vez, por una disminución del contraste y por un incremento en su diversidad (Maguire, 1999).
El proceso de globalización no es reciente ni ha evolucionado de igual manera en todos los países. Es un tema que está sujeto a un gran debate social, ideológico y científico. La historia más cercana inspira una intensificación global de múltiples interrelaciones, lo que hace cada día más difícil concebir los procesos particulares sin hacer referencia a los movimientos globales.
Las condiciones de vida y el conocimiento en general y sus acciones, están en consonancia con un procedimiento integral y globalizador en crecimiento. Las causas de este movimiento radican en el florecimiento de una cultura cosmopolita y de unos movimientos migratorios en todos los ámbitos, que van desde los intercambios económicos hasta la implantación de redes de comunicación supranacionales, pasando por los avances científicos y tecnológicos. Este panorama trae consigo un grado de dependencia extremo que vincula al ser humano a un único proyecto global, lo que conlleva unas implicaciones de tipo medio ambiental.
El deporte en la actualidad está asociado al consumo de eventos deportivos, esta filosofía se transmite a través de una red global de interdependencia entre ciudadanos de distintos países. Las competiciones deportivas son disputadas por los mejores deportistas traídos de diversos países. Estas competiciones son financiadas por instituciones internacionales y empresas multinacionales que de manera mediática se involucran en la estructura deportiva, tratando de imponer el consumo de este producto llamado deporte.
Esta industria del deporte impone modelos y estilos de vida, el caso más representativo es la imposición de la moda deportiva. La comercialización de este bien cultural se asocia a la vestimenta y el calzado como parte de ese proceso global.
La oferta y venta de material deportivo no es sino la etapa final dentro de una red comercial, que trae consigo la intervención de diseñadores, industriales, distribuidores y empresas publicitarias que exportan a los cinco continentes sus artículos deportivos. Como contrapartida, estas multinacionales esponsorizan a clubes, deportistas e instituciones. La combinación de cultura, empresa y competición se corresponde con una corriente global marcada por luchas de poder o por cuotas de mercado.
Si analizamos esta situación desde un punto de vista económico, el trasiego deportivo-mercantil es parte central no solo del progresivo aumento de la inmigración de trabajadores y de las fuertes inversión que se realizan, sino del volumen de negocio que genera el deporte actual.
Desde el punto de vista ideológico detrás de los grandes acontecimientos deportivos como los Campeonatos de Europa, Campeonatos del Mundo y Olimpiadas, existe un complejo entramado entre poder e ideología. Tanto es así, que organizaciones como la Comunidad Europea, Comité Olímpico e instituciones no gubernamentales ostentan la misma supremacía que los estados gubernamentales y según parece su repercusión proseguirá en el futuro.
La difusión de la cultura occidental como modelo de conducta internacionalizada ha supuesto que los gustos y costumbres, incluido el deporte, actuaran como un símbolo de distinción, prestigio y poder en los países no occidentales. Al mismo tiempo, este flujo de intenciones mantienen vivas las relaciones entre culturas de diferentes. Este contexto ha aceptado, al mismo tiempo, un intercambio en doble sentido, es decir, ha tolerado el tráfico cultural de los signos de identidad de otras civilizaciones diferentes a la nuestra.
Este encuentro intercultural se ha distinguido por una combinación de factores premeditados y otros que han surgido de manera espontánea. Se aprecia de forma evidente que la mecánica de ese proceso está correlacionada con las oscilaciones de poder entre las comunidades dominantes y las de menor rango. Al multiplicarse esta interconexión, los contrastes entre influenciados e influyentes disminuyen. La tasa de poder existente entre ambos tiende al equilibrio. El considerar este precepto nos advierte sobre la posibilidad que algunas fórmulas de conducta puedan caducar mientras otras nuevas pueden aflorar.
El deporte, como fenómeno global, está íntimamente relacionado con el proceso de deportivización social, y a la vez está vinculado a la íntima relación entre las diversas comunidades, culturas, civilizaciones. Muchos de los deportes que surgieron y se practicaron de manera localistas, más tarde adquirieron importancia internacional. Y al contrario, grandes manifestaciones deportivas y con gran arraigo popular, han quedado en la actualidad, en lo anecdótico y restringido.
El deporte moderno se ha creado según Guttman (1978) a partir de siete características que explican el cambio del deporte ritual y folklórico al deporte que tiene como fin ser el único, el mejor, el primero. Estas características son: racionalización, igualdad de oportunidades, organización burocrática, secularismo, especialización, cuantificación y la búsqueda de la marca.
A continuación vamos a exponer algunos puntos de vistas recogidos entre diversos autores, que han estudiado las diversas tendencias que se observan en el deporte contemporáneo. Estas opiniones reflejan un espectro variopinto de influencias y connotaciones diferentes:
La propagación del deporte como exclusivo empeño de la obtención de marcas, diplomas olímpicos, medallas, etc. ha sido testigo de la decadencia de culturas deportivas populares y folclóricas, tanto oriente como en occidente. La repercusión del deporte moderno ha postergado los juegos locales. Tales prácticas no han desaparecido aún, aunque están en vía de hacerlo, en algunas sociedades, la tendencia general es considerarlas como elementos residuales de la cultura del cuerpo (Renson, 1997).
Dado que el deporte moderno ha sido inventado por y para hombres, no debería asombrarnos que el deporte global refleje, una filosofía y confrontación sexista. Además, los círculos del poder (FIFA, UEFA, COI) se mantienen aún masculinizados. El mundo del deporte global es, por tanto, masculinizado y la autoridad y poder están aún en manos de los hombres (Hargreaves, 1994).
Paralelamente con la globalización del deporte moderno, hemos asistido al surgimiento de prácticas que educan al cuerpo. Desde el siglo XIX al XX viene surgiendo una forma deportiva denominada "drill", práctica europea de gimnasia y danza, entrenamiento y educación física. La razón de estas prácticas se encuentra en los cambios ocurridas al final del siglo XX en comportamientos sociales tales como Estudio del Movimiento Humano, Ciencias del Deporte y Estudios Kinesiológicos (Kirk, 1998). Los gobiernos, a través de sus políticas obligatorias de educación física escolar, han jugado un papel muy activo en la globalización del deporte.
El impacto del deporte global no solo ha afectado las formas de vida del hombre de diferentes sociedades sino también del lugar donde habita, a medida que las prácticas deportivas varían desde lo local a lo global, desde la baja a la alta intensidad, de los materiales "naturales" a los sintéticos, tanto el atleta como es espectador se han convertido en consumidores de recursos escasos, que atenían contra el medio ambiente. La necesidad de declarar a los Juegos Olímpicos de Sidney como "juegos ecológicos" destaca los elementos que nos atacan ahora y en el futuro, como parece marcar la tendencia. (Maguire et al, 2002).
La difusión global del deporte no solo es reflejo del balance de poder actual entre naciones, sino que la élite de poder del deporte ha mantenido su reinado y ha conseguido incorporar a representantes de otros grandes negocios. Esto incluye a las multinacionales de la comunicación, personal de marketing y representantes de corporaciones transnacionales (Miller et al, 2001).
Tanto en la formación como en el desarrollo del deporte global hemos sido testigos de un aumento de las desigualdades dentro de occidente y entre sociedades occidentales y no-occidentales. Aquí surgen cuestiones fundamentales acerca de la lucha de civilizaciones y el poder cultural. (Maguire, 1999).
Desde sus formas más incipientes hasta sus manifestaciones más elaboradas del presente, el deporte ha reflejado y reforzado la medicalización, cientifización y racionalización de la expresividad humana. El atleta es visto cada vez más como una máquina eficiente, asociada a una ética del deporte relacionado con la performance "máxima". La lógica actual puede estar llevando al atleta hacia la modificación genética y la coexistencia con el hombre robot (cyborg) (Berryman y Park, 1992; Hoberman, 1992).
Estos procedimientos estructurados son el cultivo sobre el cual se propagarán los deportes en el futuro. Todos y cada uno de estos procesos emergentes se caracterizan por elementos de control, cultura y poder. El empuje del deporte moderno, ya sea a través del Movimiento Olímpico, federaciones o de los programas de educación física escolares, ratifican al deporte de élite como el único que tiene reconocimiento a nivel mundial.
Ante tales argumentos se hace necesario respetar la idiosincrasia del deporte popular y sus variadas manifestaciones. El deporte tradicional es parte del legado cultural de cada país.
Nos parece oportuno destacar el papel de la Educación Física como eje dinamizador de la cultura deportiva. Actualmente parece resurgir una nueva corriente de opinión que trata de romper viejos moldes. Hasta hace relativamente poco tiempo, la Educación Física había asumido contenidos y objetivos más propios del deporte rendimiento que el de un modelo formativo, es decir, la Educación Deportiva había reemplazado a la Educación Física.
Nuestra propuesta respalda el desarrollo de un deporte más humanizado y de una Educación Física más apegada a la cultura y las tradiciones. Este movimiento representa una nueva ética que celebra la diversidad y la singularidad de los pueblos, la tarea no parece fácil pero el esfuerzo parece la pena.
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EFDeportes.com, Revista
Digital · Año 16 · N° 162 | Buenos Aires,
Noviembre de 2011 |