Efectos de la hipoxia sobre la actividad física y el rendimiento deportivo | |||
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte Universidad Pablo de Olavide, Sevilla (España) |
Rafael Mora Vicente |
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Resumen Este artículo representa una revisión sobre los efectos de la hipoxia sobre la actividad física y el rendimiento deportivo. Tendremos una guía sobre las respuestas agudas y crónicas a la misma, así como su efecto sobre distintos parámetros que influyen en el rendimiento del ser humano en estas condiciones. Palabras claves: Hipoxia. Actividad física. Entrenamiento. Rendimiento.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 161, Octubre de 2011. http://www.efdeportes.com/ |
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1. Introducción
Aunque la mayoría de los seres humanos viven a nivel del mar o a poca altura, 40 millones de personas viven a más de 3.000 metros de altura y unos 140 millones viven a más de 2.500 metros. Sin embargo, estos no son los datos que nos llaman más la atención sino el que en el pueblo minero de La Rinconada (Perú) viven 7.000 personas a 5.100 metros de altitud (Calbet, 2006).
El estudio de las respuestas agudas y crónicas a la hipoxia ha llamado la atención de numerosos fisiólogos desde finales del siglo XIX. Pero es en 1968 (nominación de la ciudad de México sede de los juegos olímpicos) cuando se produce el punto de inflexión en cuanto a estudios científicos que se han mantenido hasta nuestros días sobre la tolerancia de los seres humanos a la falta de oxígeno y a los efectos perjudiciales que puede traer consigo.
2. Diferencias entre el ambiente en altura y a nivel del mar.
La hipoxia es el principal factor responsable de la mayoría de los efectos nocivos de la altura sobre la salud (Bert, 1898, citado por Calbet, 2006). No obstante, no debemos dejar de lado a otros factores como el frío, la deshidratación, la irradiación solar y las radiaciones ionizantes porque también son responsables del deterioro de la salud del ser humano en altura.
Exponencialmente, la presión atmosférica desciende en la medida que va aumentando la altura, pero tenemos que tener en cuenta dos factores (a una misma altura): el primero es la temperatura, ya que va a descender menos la presión cuanto mayor sea la temperatura. El segundo factor es la latitud, ya que cuanto más nos alejemos del ecuador la presión va a ser menor, es decir, a mayor latitud vamos a tener menos presión.
Con la altura, la humedad ambiental va a descender porque, debido al descenso de la temperatura, va a haber menos moléculas de agua en el aire (humedad relativa). Ese hecho produce una pérdida importante de agua corporal porque, al inspirar el aire frío, este aire se calienta dentro de nuestros pulmones y, por lo tanto, admite más vapor de agua procedente de nuestro cuerpo que al exhalarse se pierde a temperatura corporal.
La radiación solar y sus efectos dañinos van a verse aumentados con la altura por tres aspectos principales: El primero es que la capa atmosférica de aire que nos protege de esta radiación es más delgada por lo que vamos a tener menos protección. El segundo es la menor cantidad de moléculas de vapor de agua existentes, las cuales absorben la radiación solar. Y, por último, la existencia de nieve aumenta la radiación, ya que la refleja hacia nuestro cuerpo.
3. Respuestas agudas a la hipoxia
3.1. Respuesta ventilatoria a la hipoxia aguda
La presión parcial arterial de oxígeno en sangre (PaO2) es sólo ligeramente inferior a la presión parcial alveolar de oxígeno (PAO2). Pero la PAO2 (incluso durante la hiperventilación máxima), es siempre menor que la presión inspiratoria lo que produce una situación denominada hipoxemia (la PaO2 es inferior en altura). La hipoxemia, por lo tanto, compromete la distribución de oxígeno a los tejidos (Calbet, 2006).
En el momento que el organismo se somete a la hipoxia, se ponen en marcha una serie de cambios fisiológicos que intentan devolver el equilibrio, es decir, restablecer los niveles de oxígeno de la sangre arterial. Pues bien, automáticamente tendrá lugar un aumento de la ventilación (hiperventilación) que se debe a la estimulación que la hipoxia produce en los quimiorreceptores periféricos (los carotídeos, principalmente).
Durante el ejercicio en hipoxia esta respuesta ventilatoria al esfuerzo se exagera, por lo que, a la misma intensidad absoluta de esfuerzo, el cociente equivalente del oxígeno (VE/VO2) es mucho mayor en altura que a nivel del mar. Aquí tenemos una de las causas por las que en altura, para realizar un esfuerzo a la misma intensidad, hay que gastar más energía que a nivel del mar (por un mayor trabajo respiratorio).
La hiperventilación provoca también un descenso de la presión parcial arterial de CO2 (PaCO2) y, como consecuencia, se produce un ligero aumento de pH sanguíneo (alcalosis respiratoria) (Calbet, 2006). A los pocos días, el pH sanguíneo vuelve a aumentar pero siempre dejando cierto grado de alcalosis respiratoria debido a la secreción de bicarbonato por parte de los riñones. Este grado de alcalosis permite la fijación de oxígeno a la hemoglobina en el alveolo lo que hace que se desplace hacia la izquierda la curva de disociación de la hemoglobina. Esto lo demuestran Calbet y cols. (2003) en su estudio donde descubren que, con este desplazamiento hacia la izquierda, la hemoglobina es capaz de captar más oxígeno para llevar a los tejidos, compensando así, el descenso de la presión arterial de oxígeno y, por tanto, el descenso del VO2 MAX
Figura 1. Efectos de la alcalosis respiratoria sobre la curva de disociación de la hemoglobina. (Calbet JA, Boushel R, Radegran G, Sondergaard H,
Wagner PD, Saltin B. Determinants of maximal oxygen uptake in severe acute hypoxia. Am J Physiol Regul Integr Comp Physiol. 2003a; 284: R 291-303)
Por lo tanto, durante un esfuerzo máximo en hipoxia, se produce un descenso de la concentración arterial de oxígeno que se debe a dos factores principales que son la disminución de la PiO2 y el empeoramiento del intercambio de gases pulmonar.
El grado de desaturación de la hemoglobina es proporcional al VO2max, demostrando así que los deportistas de élite presentan un mayor grado de desaturación que las personas no entrenadas (Lawler y co1s. 1988).
3.2. Respuesta cardiovascular a la hipoxia aguda
Para evitar el desequilibrio que produce el descenso de la concentración arterial de oxígeno y hacer que llegue el oxígeno que necesitan los tejidos, se produce un aumento del flujo de sangre hacia los mismos. Esto se realiza, como hemos dicho antes, mediante la activación al detectar hipoxia de los quimiorreceptores periféricos de los cuerpos carotídeos que provocan una serie de mecanismos fisiológicos que dan como resultado un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático que se traduce en un aumento de la frecuencia cardíaca, tanto en reposo como a una misma intensidad absoluta de esfuerzo. Otro efecto de la actividad simpática es evitar que la hipoxia produzca una caída de la presión arterial con su efecto vasodilatador.
Si nos referimos a la frecuencia cardíaca máxima y al gasto cardíaco máximo, ambo disminuyen respectivamente en hipoxia aguda. La frecuencia cardíaca máxima disminuye un latido por cada 130 metros de altitud partir de los 3.000 metros de altura (Lundby y cols. 2001). Como consecuencia del descenso de la frecuencia cardíaca máxima, es inevitable que descienda el gasto cardíaco máximo ante un mismo volumen sistólico. No se conoce con exactitud la razón por la que se producen estas disminuciones pero parece ser que se le puede atribuir al efecto de la hipoxia sobre el sistema nervioso central (Calbet y cols. 2003).
En hipoxia aguda aumenta la presión arterial en la arteria pulmonar por lo que se produce hipertensión cuya magnitud depende del grado de hipoxia existente. Esta hipertensión que se da en hipoxia se ha relacionado con el empeoramiento del intercambio de gases alveolar. Se ha demostrado que el sidenafil (la viagra) reduce ligeramente la hipertensión en la arteria pulmonar en hipoxia en reposo y durante el ejercicio llegando a la conclusión de que esta sustancia aumenta el rendimiento en condiciones de hipoxia (Ghofrani y cols. 2004) y Richalet y cols. 2004)
Par sintetizarlo todo, Calbet y cols. (2003) resumieron los tres mecanismos responsables de la disminución del consumo máximo de oxígeno en hipoxia aguda severa y son la reducción de la PiO2, la disminución de la difusión de gases en el pulmón y la reducción de la frecuencia cardíaca máxima.
3.3. Respuestas hematológicas a la hipoxia aguda
El aparato yuxtaglomerular de los riñones detecta el descenso de la concentración de oxígeno en la sangre y hace que se estimule la segregación de eritropoyetina (EPO). La EPO estimulará la producción de glóbulos rojos en la médula ósea de los huesos largos, lo que aumentará la capacidad de transporte de oxígeno. El factor inducible por hipoxia (HIF) es el encargado de activar la expresión del gen que codifica la EPO (ARNm EPO).
Cuando nos sometemos a una hipoxia aguda, la liberación de EPO depende del tiempo que estamos sometidos y del grado de la misma. Eckardt y cols. (1989), exponiendo a seis sujetos a diferentes alturas, demostraron que son necesarios de 90 a 120 minutos de exposición para que aumente la concentración de EPO en sangre y que, una vez terminada esta exposición a hipoxia, la EPO va siendo eliminada poco a poco de la circulación (la vida media de la hormona es de 5,2 horas). Por debajo de los 2.000 metros aumentan muy poco los niveles de EPO, mientras que por encima de 2.500 metros este aumento es considerablemente mayor (Ge y cols. 2002). Al cabo de una exposición a hipoxia de 48 horas, la concentración de EPO en sangre baja progresivamente hasta alcanzar los niveles normales en días o 2-3 semanas, dependiendo de la altitud y del individuo (Milledge y Cotes, 1985).
4. Aclimatación a la altura
4.1. Volumen plasmático y agua corporal
En las primeras 24-48 horas en hipoxia, disminuye el volumen plasmático debido a la diuresis, a la pérdida de agua por sudoración y por ventilación y al desplazamiento de agua desde el espacio vascular a los espacios extravascular e intracelular. Éste movimiento de agua (y de proteínas) se debe a la acción del péptido atrial natriurético que actúa como vasodilatador y aumenta la permeabilidad capilar (Calbet, 2006).
Esta disminución del volumen plasmático es proporcional al grado de hipoxia y hace que disminuya el volumen sanguíneo total que se traduce en un 50% de la pérdida de volumen plasmático total (Sánchez y cols 1970). Las personas que viven en altura permanentemente tienen un volumen plasmático menor en un 27% a los residentes a nivel del mar.
La disminución del volumen plasmático tiene la ventaja de permitir aumentar el hematocrito (sin contar con la EPO). Mientras que en altura pasa esto, a la vuelta a nivel del mar pasa lo contrario, es decir, se produce una expansión del volumen plasmático, por lo que el hematocrito vuelve a sus volúmenes anteriores rápidamente (24-48 horas), aunque haya habido un aumento de eritrocitos.
4.2. Ventilación pulmonar e intercambio de gases pulmonar y equilibrio ácido-base
La aclimatación a la hipoxia consiste en aumentar la ventilación en reposo y, en seres humanos, se lleva a cabo en 10 días aproximadamente (Dempsey y Foster, 1982). Con la exposición muy prolongada a la hipoxia podemos observar un descenso de la sensibilidad a la misma y de la ventilación en reposo (aunque siempre sigue siendo superior a la del nivel del mar).
Con la exposición crónica a la hipoxia, los gases sanguíneos sufren cambios que van a depender del grado de hipoxia (altitud). La PaO2 va a disminuir aunque menos que la PiO2 por el efecto compensatorio del aumento de la ventilación. Mientras, la PaCO2 también va a disminuir de forma importante debido al aumento de la ventilación dando lugar a una alcalosis respiratoria compensada o no compensada (más de 5.000 metros usualmente).
Figura 2. Relación entre la altitud y la pérdida de volumen plasmático. (Swaka MN, Convertino VA, Eichner ER, Schnieder SM, Young AJ. Blood volumen: importance and adaptations
to exercice training, enviromental stresses, and adaptations to exercice training, environmental stresses, and trauma/sickness. Med Sci Sports Exerc, 2000; 32:332-348).
El aumento de la concentración de hemoglobina producido por la hemoconcentración que puede deberse a la pérdida de plasma (al principio) o por la estimulación de la eritropoyesis (a largo plazo) permiten aumentar el contenido de oxígeno de la sangre arterial en reposo.
Con la aclimatación a alturas moderadas, la respuesta ventilatoria al esfuerzo máximo se vuelve a situar cerca de los niveles a nivel del mar. Pero en hipoxia severa, aumenta la respuesta ventilatoria a un esfuerzo máximo. Con la aclimatación, la PAO2 es superior al mismo nivel de ventilación (mejora la eficiencia ventilatoria). Esto lo demostraron Lundby y cols. (2004) cuando estudiaron a seis sujetos a nivel del mar, en hipoxia aguda y después de 2 y 8 semanas de aclimatación a 4.100 metros de altura. La mejora de la oxigenación arterial (PaO2) durante el esfuerzo máximo es el resultado de una mejora en la ventilación alveolar y en la PAO2. Pero, a alturas más elevadas, la mejora de la PaO2 es debida a dos mecanismos principales que son el aumento de la PAO2 y de una mejora en el intercambio de gases como reflejan (Calbet y cols. 2003).
La saturación de la hemoglobina con oxígeno (SaO2) depende principalmente de la PaO2 y de la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno. El aumento de esta afinidad es debido principalmente a que con el aumento de la ventilación se produce alcalosis la cual estimula la producción de 2,3-difosfoglicerato (2-3 DPG) en los eritrocitos. Este producto disminuye la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno, es decir, desplaza la curva de disociación de la hemoglobina hacia la derecha. Por lo tanto se producen dos movimientos antagónicos: la alcalosis respiratoria que desplaza la curva de disociación de la hemoglobina hacia la izquierda y el aumento de 2-3 DPG que la desplaza hacia la derecha. El resultado de todo esto es que en reposo, la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno en el tejido en altura es similar a la que se da a nivel del mar y que, sin embargo, a grandes alturas y en reposo, la curva se desplaza ligeramente hacia la izquierda para facilitar la captación de oxígeno en el alveolo.
4.3. Cambios en el aparato circulatorio
Los principales cambios que tienen lugar en el aparato circulatorio como consecuencia de la aclimatación a la altura son el aumento de la actividad simpática y parasimpática, aumento de la presión arterial sistémica y pulmonar en reposo, aumento de la frecuencia cardíaca en reposo, disminución del gasto cardíaco máximo, disminución de la frecuencia cardíaca máxima y aumento de la de la densidad capilar en la musculatura esquelética. El aumento de la actividad simpática provocaría un aumento de la frecuencia cardíaca en reposo hasta 140-150 latidos/minuto si no existiera el aumento de la actividad parasimpática que la lleva a latidos/minuto muy cercanos a los del nivel del mar. Sin este aumento de la actividad parasimpática, en pocos días se produciría una insuficiencia cardiaca provocada al efecto negativo de la taquicardia sobre el miocardio (Calbet, 2006).
A 4.000 metros de altura, el descenso del gasto cardiaco máximo se asocia a la aclimatación. Esto no se debe a una disminución de la frecuencia cardíaca como se creía anteriormente sino que, como demostraron Boushel y cols. (2001) en un estudio que realizaron con siete sujetos sanos durante nueve semanas, que, aunque esta frecuencia cardíaca se restaure, el gasto cardíaco máximo sigue disminuido. El gasto cardíaco no disminuye debido exclusivamente al descenso del volumen plasmático, al aumento del hematocrito ni a la hipertensión pulmonar (Calbet y cols. 2003 y 2004 y Richalet y cols. 2004).
4.4. Aclimatación a la altura: cambios hematológicos
Tras pasar de uno a tres meses en alturas superiores a los 3.000 metros se puede observar como incrementa progresivamente la masa eritrocitaria. Reynafarje y cols. (1959) estudiaron a diez militares destinados a 4.509 metros en Perú durante un año y, al cabo de un mes, detectaron un ligero aumento de la masa eritrocitaria que siguió aumentando hasta los ocho meses (a los ocho meses la masa eritrocitaria había aumentado un 50%). Sin embargo, después de dos meses de permanencia a 4.300 metros, Hannon y cols. (1969) no observaron aumento en la masa eritrocitaria (incluso suplementando a los sujetos con hierro). En general, la masa eritrocitaria no empieza a aumentar hasta que la PaO2 cae por debajo de 70 mmHg (es equivalente a alturas de 2.500-3.000 metros) (Weil y cols. 1968).
Figura 3. Cambios en el volumen plasmático (blanco) y en la masa eritrocitaria (negro) durante la permanencia prolongada a unos 4.500 m de altura.
(Reynafarje C, Lozano R, Valdivieso J. The polycythemia of high altitude: iron metabolism and related aspects. Blood. 1959; 14: 433-55).
4.5. Aclimatación a la altura: adaptaciones neuroendocrinas
Especialmente a altitudes superiores a 5.000 metros se produce un aumento de las catecolaminas circulantes. Durante las primeras semanas, aumentan la ACTH, el cortisol y las hormonas tiroideas (vuelven a los niveles propios del nivel del mar hacia la tercera-cuarta semana de estancia en altura). La mayor parte de la respuesta hormonal que tiene lugar en los primeros días es para fomentar la diuresis y la natriuresis (eliminación de sodio a través de la orina). En la primera semana de exposición a la hipoxia, se produce una disminución de la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona que al cabo de unas semanas vuelve a la actividad normal (Zaccaria y cols, 1998).
5. Capacidad de rendimiento físico en altura
Dependiendo de las características del entrenamiento y de la altura en la que se realice, el rendimiento en altura puede verse aumentado, disminuido o sin variaciones. Por ejemplo, se obtienen mejoras en carreras de atletismo de menos de dos minutos mientras que en las superiores a dos minutos se empeora el rendimiento (Fulco y cols. 1998). La razón por la que no empeoran las carreras de menos de dos minutos es porque en este tipo de carreras se utilizan mayoritariamente mecanismos anaeróbicos que son menos sensibles a la hipoxia que los aeróbicos. Por lo tanto, la hipoxia no afecta a los mecanismo anaeróbicos pero si a los aeróbicos. Esta mejora en las carreras de corta duración también se debe, en segundo lugar, a que en altura la resistencia que produce el aire es menor porque con la altitud disminuye su densidad. Este hecho produce mejoras del rendimiento en pruebas explosivas y de sprint como son las carreras de 100 o 400 metros, saltos, lanzamientos, etc.
Podemos sintetizar todo lo anterior diciendo que solo obtendremos mejoras en altura en aquellas disciplinas deportivas en las que el rozamiento del aire sea determinante. Sin embargo, en deportes como el ciclismo se puede mejorar en altura si se habla del ahorro energético al ofrecer menos resistencia el aire y este ahorro energético es mayor cuanto mayor sea la velocidad incluso pudiendo llegar a contrarrestar los deterioros del rendimiento en altura a grandes velocidades (Calbet, 2009).
Con la aclimatación mejora notablemente el rendimiento en pruebas de resistencia efectuadas en altura. Siguiendo a Maher y cols. (1974), se puede mejorar en un 45%.
6. Efectos de la altitud sobre el VO2MAX
En hipoxia se produce una disminución de la saturación máxima que puede alcanzar la hemoglobina durante el ejercicio por lo que se compromete el suministro de oxígeno. Como consecuencia de esto, disminuye el rendimiento en pruebas en las que se utilice fundamentalmente el metabolismo aeróbico porque, en altura, se pude mantener una misma intensidad relativa de esfuerzo durante menos tiempo y la cantidad absoluta máxima del VO2 van a ser menores que a nivel del mar.
Según se ha podido comprobar (observando los resultados de 67 estudios) que el VO2MAX. desciende en altitud de forma curvilínea (Fulco y cols. 1998) El efecto de la altitud sobre el VO2MAX se pueden empezar a notar a partir de los 500 metros de altura (sobre todo en deportistas bien entrenados) pero es a partir de los 1.000-1.500 metros cuando el VO2Max disminuye un 1% cada 100 metros. Sin embargo, el efecto es más acusado a grandes alturas lo que razona la relación curvilínea entre estos dos parámetros.
No obstante, el VO2MAX depende de la capacidad de suministro de oxígeno (factores centrales) y de la capacidad de utilización del mismo (factores periféricos). Por esto, la capacidad máxima de suministro de oxígeno (SumO2MAX) viene determinada por el contenido de oxígeno en la sangre arterial (CaO2MAX) durante el esfuerzo máximo y el gasto cardiaco máximo (QMAX). De esta manera podemos decir que:
En hipoxia aguda el VO2MAX está disminuido debido al descenso de la capacidad máxima del suministro de oxígeno y se produce por diferentes causas dependiendo del grado de hipoxia. A 4.000 metros de altura o menos, la principal causa es el descenso de la saturación de la hemoglobina con oxígeno, ya que el gasto cardiaco máximo es el mismo que a nivel del mar. Sin embargo, a alturas superiores a los 4.000 metros, el descenso del VO2MAX también se debe a un descenso del gasto cardiaco máximo. Y, por último, a alturas superiores a 5.300 metros, el VO2MAX es un 47% inferior al del nivel del mar y es causado por el descenso de la saturación de oxígeno de la hemoglobina arterial (dos tercios) y al descenso del gasto cardiaco máximo (un tercio) (Calbet y cols. (2003).
El descenso del VO2MAX con la hipoxia es mayor en personas que disponen de un VO2MAX más alto pero esto no excluye que el mismo siga siendo mayor que el de las personas que lo tienen más bajo. No obstante las diferencias entre sujetos entrenados y no entrenados disminuyen en altura.
Teniendo en cuenta el descenso del gasto cardiaco máximo, la capacidad máxima de suministro de oxígeno mejora con la aclimatación hasta el punto que al pasar una o dos semanas es la misma que la que se tenía a nivel del mar ya que aumenta la concentración de hemoglobina y la saturación con oxígeno de la misma. Como consecuencia de esto, el contenido de oxígeno de sangre arterial en reposo es igual o superior en los sujetos aclimatados que los observados de ellos mismos a nivel del mar.
En sujetos aclimatados durante nueve semanas a 5.260 metros la concentración de hemoglobina aumentó un 34%, la saturación de la hemoglobina en el esfuerzo fue de 72,5% y el gasto cardíaco fue un 15% inferior. Como consecuencia, se aumentó el suministro máximo de oxígeno en un 54% al compararlos con los valores observados en hipoxia aguda. No obstante el VO2MAX sólo mejoró un 13% por lo que el que medimos en altitud fue un 26% inferior al observado a nivel del mar (Calbet, 2006). Los estudios efectuados durante la Expedición del Centro de Investigación Muscular de la Universidad de Copenhague a Chacaltaya (Bolivia) en 1998 dieron repuesta a la pregunta de por qué aumenta tan poco el VO2MAX con la aclimatación a la altura si aumenta considerablemente el suministro máximo. Estos estudios dieron como resultado que el aumento del suministro no puede ser aprovechado por el músculo esquelético, ya que el flujo sanguíneo muscular en hipoxia es muy inferior al observado en normoxia. Otra razón a la que se le ha atribuido este suceso es que en hipoxia existe una limitación a la difusión de oxígeno, debido a que el gradiente de presión parcial de oxígeno entre los capilares musculares y la mitocondrias es menor pero está demostrado que este no es el mecanismo responsable del poco aumento del VO2. Otro dato importante sobre este segundo argumento es que en condiciones de hipoxia se produce una alteración en la distribución del gasto cardiaco, es decir, parte de la sangre se desvía a otros órganos que tienen menor necesidad de oxígeno que los músculos esqueléticos.
7. Efectos de la permanencia en altura sobre el VO2MAX a la vuelta a nivel del mar
Si la estancia en altura no se realiza a altitudes superiores a los 2.500 metros y durante tres semanas al menos, la masa eritrocitaria aumentara muy poco por lo que el aumento de la concentración de hemoglobina se deberá mayoritariamente a la hemoconcentración (disminución del volumen plasmático). Además, a las 48-72 horas del retorno a nivel del mar la concentración de hemoglobina se acerca mucho a la observada antes de la exposición a altura debido a la expansión del volumen plasmático. Como consecuencia, la capacidad máxima de suministro de oxígeno es similar antes y después de la permanencia en altura como demostró (Saltin, 1.996). Llegando a la conclusión de que la permanencia en altura no se asocia a un aumento del VO2MAX al regresar a nivel del mar.
8. Efectos de la hipoxia sobre la fuerza muscular y la potencia muscular
Sólo puede haber una pérdida de fuerza y potencia muscular si se produce una disminución de la masa muscular, cosa que ocurre con relativa frecuencia con la permanencia prolongada a grandes altitudes (Ferretti y cols. 1990).
9. Utilización de la hipoxia como medio para mejorar el rendimiento
9.1. Entrenamiento en altura para mejorar la resistencia aeróbica
El principal argumento que defiende el entrenamiento en alturas moderadas para mejorar la resistencia aeróbica es que se produce un aumento de la concentración de hemoglobina. De esta manera, cuando se vuelva a nivel del mar estará aumentada la capacidad de suministro de oxígeno y, junto a esto, también aumentarán el VO2MAX y la resistencia aeróbica. Sin embargo, este aumento de la concentración de la hemoglobina se debe principalmente a una disminución del volumen plasmático por lo que es un mecanismo muy eficaz para aumentar rápidamente el contenido de oxígeno de la sangre. Una solución para evitar la deshidratación producida por la disminución del volumen plasmático consiste en vivir en altura y entrenar a nivel del mar. Según Robach y cols. (2002), después de una larga exposición a hipoxia, la vuelta a nivel del mar acarrea una disminución de la concentración de hemoglobina (a niveles similares o ligeramente superiores a los del nivel del mar originales) que se debe a una expansión del volumen plasmático que se produce por la retención de agua. A los 3-10 días tras la vuelta a nivel del mar se vuelven a los valores anteriores a la exposición a la hipoxia. Si la estancia en altura no supera el mes y la altura es inferior a los 3.000 metros los efectos sobre la concentración de hemoglobina no son significativos y la vuelta a los valores normales tras la exposición a la hipoxia se produce en tres días. Svendenhag y cols. (1997) estudiaron a esquiadores de fondo a 1.900 metros de altura llegando a las siguientes conclusiones: no se observaron cambios significativos en la masa total de hemoglobina, a los once días después del regreso a nivel del mar el volumen sanguíneo era un 7% mayor, la masa ventricular izquierda aumento un 10%. No se sabe hasta qué punto influyo la hipoxia en estos resultados.
La mayoría de los estudios sugieren que el entrenamiento en altura no permite aumentar el VO2 a nivel del mar pero sí el VO2 en altura posiblemente debido a la aclimatación. Los efectos sobre el rendimiento del entrenamiento en altura no están muy claros aunque hay estudios como el de Levine y Stray-Gundersen (1997) que demuestran una mejora de las marcas después de entrenar en altura. Estos dos mismos autores alegaron que el entrenamiento a nivel del mar es más efectivo que en altura porque nos permite mantener la misma intensidad absoluta durante más tiempo y el tiempo de recuperación entre series ha de ser mayor.
También corresponden a estos dos autores los estudios mejores diseñados para analizar los efectos de distintas estrategias de entrenamiento en altura. Descubrieron que la permanencia en altura y el entrenamiento en hipoxia moderada son muy eficaces para aumentar el rendimiento en competiciones de 3.000 y 5.000 metros en deportistas de alto nivel y de élite. No ha sido posible discriminar las mejoras que han tenido lugar por acción del entrenamiento y cuáles por la acción de la hipoxia. También llama la atención que el incremento de la concentración de la hemoglobina no correlacionó con el incremento del VO2MAX. En general, un aumento de la concentración de hemoglobina se asocia a un descenso de la concentración de lactato durante el esfuerzo submáximo.
También se han ensayado variantes del sistema HiLo (vivir en altura y entrenar a nivel del mar) (Ashenden y cols. 1999) que consisten en estudiar el efecto de dormir en hipoxia y entrenar a nivel del mar (a unos 600 metros de altura). En este estudio no se observaron cambios significativos en la masa de hemoglobina.
9.2. Adaptaciones musculares al entrenamiento en altura
En algunos estudios como los de Terrados y cols. (1990) y Melissa y cols. (1997) se han observado aumentos más acusados de la actividad de las enzimas del metabolismo oxidativo y de la mioglobina al entrenar en hipoxia y a la misma intensidad absoluta. Pero esto solo es posible si la masa muscular sometida a entrenamiento es pequeña porque por el contrario no se podría mantener la misma intensidad absoluta en hipoxia que en normoxia.
También hay que tener en cuenta que en los sujetos entrenados la capacidad oxidativa muscular es mayor a la capacidad de suministro de oxígeno, por lo que si no aumento esta capacidad de suministro no tiene importancia que aumente la capacidad oxidativa muscular.
Otra de las ventajas que le ha atribuido al entrenamiento en hipoxia son mejoras en la mioglobina muscular y en la capilarización de las fibras musculares. Estos no aumentan la capacidad de extracción de oxígeno cuando deberían hacerlo. Esta capacidad depende de varios factores como la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno, el gradiente de la presión de oxígeno entre el capilar y la mitocondria, posiblemente la concentración de mioglobina, el tiempo medio de transición de la sangre a través de los capilares y la densidad capilar. La afinidad de la hemoglobina por el oxígeno disminuye a al aumentar la concentración eritrocitaria de 2-3 DPG con la hipoxia, lo que debería facilitar la cesión de oxígeno al músculo si no se produjera alcalosis respiratoria en hipoxia (desplaza la curva de disociación de la hemoglobina hacia la izquierda) que dificulta la cesión de oxígeno en el músculo, pero facilita la captación alveolar de oxígeno. El efecto de estos dos sucesos deja la curva de disociación de la hemoglobina en una posición similar a la observada a nivel del mar. Los efectos de la 2-3 BPG desaparecen como mucho a los dos días del regreso al nivel del mar, mientras que la densidad capilar expresada como número de capilares por fibra muscular no aumenta con la sola permanencia en altura pero si lo hace o se mantiene inalterada la densidad capilar expresada en número de capilares por mm2 de sección muscular (debido a la atrofia de las fibras musculares) Lundby y cols. 2004).
9.3. Efectos del entrenamiento en altura sobre la capacidad anaeróbica
El entrenamiento de alta intensidad en altura se asocia a un aumento de la actividad enzimática relacionada con la glicólisis y la capacidad tampón. Pero, por otro lado, la actividad de la bomba sodio-potasio y la reserva total de bicarbonato disminuyen. Actualmente no se ha podido demostrar claramente una superioridad del entrenamiento en altura o en condiciones de hipoxia para la mejora de la capacidad anaeróbica, ya que hay demasiada controversia y errores metodológicos en los estudios publicados sobre el tema.
9.4. Hipoxia intermitente y rendimiento deportivo
El término intermitente se refiere a que los sujetos sólo son sometidos a hipoxia durante una parte del día. Tras los estudios de Levine y Stray-Gundersen apareció un gran interés por la estrategia de entrenamiento HiLo (aunque no se considera una forma de hipoxia intermitente). Se han probado dos principales modelos de hipoxia intermitente: modelos de hipoxia intermitente continua y modelos de hipoxia intermitente discontinua. En el primero, los sujetos pasan una parte del día viviendo en hipoxia (altitudes entre 2.200 y 3.000 metros o equivalente) y entrenan a nivel mar. Los pocos estudios publicados sobre este tema presentan unos cambios hematológicos mínimos (no es extraño porque se han sometido poco tiempo y a niveles de hipoxia bajos), pero han presentado mejoras en la capacidad anaeróbica y mejoras en el rendimiento medido como potencia media desarrollada en cuatro minutos (Roberts y cols. 2003).
La conclusión que podemos sacar de diversos artículos sobre la estrategia de pasar la noche en alturas entre 2.500 y 3.000 metros y entrenar a nivel del mar podría facilitar una mejora de las marcas entre un 0,8 y un 1% en competiciones cuya duración se encuentre entre 45 segundos y cuatro minutos. Aunque esta mejora parezca insuficiente no es tan irrelevante como parece, ya que se pueden producir mejoras en más de un 20% en una carrera de 1.500 metros por ejemplo.
La hipoxia intermitente discontinua abarca a los procedimientos en los cuales se somete a los sujetos a una o más sesiones diarias de una o dos horas de duración durante la cual se repiten ciclos de hipoxia severa (equivalente a altitudes entre 5.000 y 6.5000 metros) de corta duración (5 minutos) intercalados con periodos también cortos (5 minutos) de normoxia. Este tipo de entrenamiento no produce efectos sobre las variables hematológicas, el VO2MAX o el rendimiento deportivo (Julian y cols. 2004).
Estudios como el de Adams y cols. (1975) o el de Ventura y cols. (2003) afirman que el entrenamiento en hipoxia mientras se vive a nivel del mar no produce mejora en el rendimiento superior a la conseguida a nivel del mar. Pero si es cierto que el entrenamiento en hipoxia produce adaptaciones en enzimas específicas cuya influencia en el rendimiento a nivel del mar no ha podido ser demostrada aún.
9.5. Cambios orgánicos de la permanencia en altura que pueden deteriorar el rendimiento
La aclimatación a la altura puede ocasionar cambios que podrían resultar perjudiciales para el rendimiento a nivel del mar. Por ejemplo, produce un descenso del agua corporal total y del volumen plasmático que puede disminuir el VO2MAX y la resistencia aeróbica (sobre todo en ambientes cálidos) (Calbet, 2006).
Dormir a una altitud de superior a 3.000 metros y entrenar a nivel del mar durante más tres semanas produce un descenso de la actividad de la bomba sodio-potasio que podría afectar a la resistencia aeróbica y anaeróbica (Calbet, 2006).
Con la exposición a la hipoxia, especialmente a alturas moderadas y elevadas, se puede producir una pérdida importante de masa muscular, por lo que la velocidad y la potencia muscular podrían verse mermadas también (Calbet, 2006).
La hipoxia severa también dificulta la actividad mental y las tareas motoras finas pudiendo quedar efectos secundarios sobre la técnica (Calbet, 2006).
A altitudes superiores a 6.000 metros casi todos los sujetos presentan alteraciones del sueño que pueden afectar al rendimiento deportivo (West y cols. 1986).
10. Conclusiones
Tras realizar esta revisión se pueden llegar a varias conclusiones:
Sin que exista aclimatación el rendimiento en condiciones de hipoxia va a verse disminuido. Por ejemplo, el VO2MAX va a disminuir un 1% cada 100 metros.
El rendimiento en las pruebas en las que se pongan en marcha únicamente mecanismos anaeróbicos no van a verse afectadas por la hipoxia.
Va a mejorar el rendimiento en pruebas en las que sea determinante el rozamiento con el aire (saltos, lanzamientos,….) y en aquellas en las que se consigan grandes velocidades (ciclismo de carretera).
El entrenamiento en hipoxia es claramente eficaz para mejorar el rendimiento en estas mismas condiciones, ya que se mejora notablemente el rendimiento en pruebas de resistencia (hasta un 45%).
Con la aclimatación a la hipoxia, la masa eritrocitaria puede aumentar hasta un 50% en ocho meses a partir de los 2.500-3.000 metros.
Con la aclimatación se puede mejorar el VO2MAX en un 13% en hipoxia pero no a nivel del mar.
Si se entrena a menos de 2.500-3.000 metros, los eritrocitos se pierden en 24-48 horas.
En hipoxia disminuyen las diferencias en el rendimiento entre sujetos entrenados y no entrenados.
Permanencia en hipoxia y el entrenamiento a nivel del mar o en hipoxia moderada es eficaz para mejorar el rendimiento en competiciones de 3.000 y 5.000 metros en deportistas de alto nivel o de élite.
Existen cambios orgánicos perjudiciales derivados de la permanencia en altura que pueden empeorar el rendimiento.
Hay autores que recomiendan el entrenamiento a nivel del mar, ya que podemos mantener una misma intensidad absoluta más tiempo que en altura.
De todas formas, los efectos sobre el rendimiento del entrenamiento en altura no están muy claros actualmente.
En resumen, el entrenamiento en altura es claramente eficaz para aumentar el rendimiento deportivo cuando la competición va a tener lugar en altura. Para mejorar en rendimiento a nivel del mar, la combinación de permanencia en altura con entrenamiento de alta intensidad a 1.250 metros y entrenamiento de moderada y baja intensidad entre 2.000 y 3.000 metros ha originado mejores resultados en algunos estudios. Pero todavía se necesitan más investigaciones para determinar si el entrenamiento en altura puede ofrecer alguna ventaja para competir a nivel del mar en disciplinas de resistencia aeróbica.
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