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Batista y los dilemas para poner en
escena la riqueza del fútbol argentino

   
Sociólogo, UBA
(Argentina)
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com

 

 

 

 

 
Resumen
    Sergio Batista, sin reflexionar seriamente sobre las condiciones de aplicabilidad, propuso rastrear una serie de valores genuinos de la cultura deportiva para ponerlos nuevamente en circulación. Pero no tuvo el valor de mantenerse consecuente con sus ideas tal como hicieron aquellos que lograron transformar verdaderamente una realidad.
    Palabras clave: Fútbol Argentino. Selección. Identidad.
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 160, Septiembre de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En cuanto a la identidad del fútbol argentino no hay un acuerdo básico. Es que conviven varias mitologías y esto hace que no se pueda definir un rumbo claro porque los relatos son permanentemente puestos en duda, debilitados por los enfrentamientos, de mayor o menor intensidad según la época, de las diversas miradas. De tal manera que no podemos superar las marchas y contramarchas a las cuales, lamentablemente, nos hemos acostumbrado.

Julián Ponisio y Roberto Di Giano
Julián Ponisio y Roberto Di Giano, camino al partido inaugural de la Copa América

    En este contexto tan peculiar, se hace imposible planificar el futuro pues no existe un nivel de consenso que permita insuflar una bocanada de aire fresco al degradado ambiente deportivo, y así no hay manera de resguardar la coherencia.

    En el caso del director técnico de la selección nacional Sergio Batista, recientemente despedido, definió una identidad futbolística que rozó lo esencialista. Apoyado en un sentimentalismo escueto, su visión del juego sólo pudo reflejarse en la práctica de manera muy precaria.

    Batista, en la antesala de la Copa América disputada en la Argentina, decidió repetir un relato que, construido hace algunas décadas, se arroga el derecho de menospreciar a los otros, es decir, a todos aquellos que mostrándose rebosantes de racionalidad colaboraron para que este deporte se haya vuelto tedioso (entre otras cosas importantes, al subestimar el conocimiento sensible). Precisamente, a partir del desprecio mutuo que se tienen los representantes de estas tendencias, unos toman a los otros como íconos de la decadencia del fútbol argentino.

Julián Ponisio, Tulio Guterman y Roberto Di Giano
Julián Ponisio, Tulio Guterman y Roberto Di Giano. Estadio Unico de La Plata, 1º de julio de 2011

    Es oportuno señalar que la idealización del pasado, convertida en una verdadera cantera que sirve para que afloren todo tipo de relatos míticos, fue usada hasta el cansancio por algunos relevantes actores del medio que, adaptándolo a sus propias necesidades, siempre encontraron la manera de ilusionarnos, al menos por un tiempo, con un mundo feliz. Como si un pasado vestido de utopía nos despertara cada tanto para volver pronto a refugiarse, resignadamente, en las oscuras entrañas del olvido.

    Este relato, ligado más estrechamente a las tradiciones futbolísticas y a las peculiaridades culturales del país, nos dice que existió un remoto ayer donde se jugó muy bien al fútbol, pero sin bucear demasiado en todos los enigmas que encerraba aquella cultura futbolística que presenta hoy una serie de inconvenientes para ser abordada. Es que no se ha construido una noción dinámica adecuada que tienda a introducir, sabiamente, transformaciones positivas para salir del barullo actual.

    Sin embargo, Batista, con un discurso de tono seductor, antepuso la cultura futbolística caracterizada de antigua a la mediocridad propia de nuestra época para de tal manera intentar sellar, desde una perspectiva distanciada del pluralismo, un esquema binario que siempre conlleva una preocupante economía de pensamiento al cargarse de un exceso de identificación. A la postre, constituyó un modo más de sumarse a otras visiones dicotómicas que tienen un papel preponderante en nuestra cultura.

    Concretamente, lo que buscaba el saliente entrenador del equipo nacional de fútbol era rehabilitar a su manera, sin esperar que la moción poseyera un alcance más extendido, los elementos de la cultura popular que se dejaron de lado por culpa del éxito alcanzado por aquellos relatos que se pusieron en sintonía con el último grito de la moda deportiva europea y que, es bueno aclararlo, encontraron respuestas dóciles por parte de los sectores populares que renunciaron a sentir y pensar por su cuenta y riesgo, acentuándose los rasgos imitativos. De esta manera, se termina copiando lo que sirve y también lo que no sirve para nada.

    Con el paso del tiempo, Batista sostuvo un verbalismo cada vez más ambiguo que se traduciría en una práctica llena de vacilaciones, como si se hubiera convertido en un desorientado portador de verdades que fueron pisoteadas por la potencia del discurso de un conjunto de poderosos actores de la comunidad futbolística que viven fomentando procesos modernizadores alejados del eje de nuestra historia y que casi siempre generan productos híbridos, brutalmente aplanadores de nuestro perfil distintivo.

Carlos Tévez
Pantallas del Estadio Unico de La Plata, previo a Argentina-Bolivia, anunciando a Carlos Tévez en el equipo titular

    Vale señalar que los agentes que desempeñan el papel de productores intelectuales de visiones futbolísticas, generalmente al servicio de grandes intereses económicos, han rechazado siempre las continuidades ya que lo prioritario para ellos es adaptarse de una manera compulsiva a las nuevas épocas. De allí la necesidad de desprenderse de aquellas cualidades específicas del fútbol argentino que estimulaban la irrupción de lo inesperado y le otorgaban un sello de autenticidad a partir de un cúmulo de experiencias positivas. Para ser más concretos, a dichas cualidades, dotadas de una perspicacidad afectiva que despertaba momentos de placer en lugar de aburrir tal como lo hacen la mayoría de los partidos de fútbol que se disputan en el presente, se las observaba con mucho recelo porque podían contener algunos elementos potencialmente subversivos, y lo que se trataba de imponer es una cultura futbolística anodina, indiferente a la singularidad. Prioritariamente regida por la publicidad y el marketing para el consumo de los aficionados, la misma cumple una función deteriorante para la personalidad colectiva y ha llevado a que el fútbol argentino no conserve su prestigio de antaño.

    Sergio Batista, sin reflexionar seriamente sobre las condiciones de aplicabilidad, propuso rastrear una serie de valores genuinos de la cultura deportiva para ponerlos nuevamente en circulación. Pero no tuvo el valor de mantenerse consecuente con sus ideas tal como hicieron aquellos que lograron transformar verdaderamente una realidad.

    Nunca buscó generar un debate amplio para saber si aquellos valores pudieron conservar su autenticidad en un contexto donde es difícil encontrar actores sociales desalienados que se muestren decididos a poner en juego el sentido originario de nuestro fútbol. Abrió, sí, una suerte de interrogante acerca de quienes somos, cuál es la identidad de nuestro fútbol que no pudo ser transmitida abiertamente de generación en generación para poder adecuarla creativamente a los tiempos que corren, Asimismo, llamó la atención sobre los serios inconvenientes que existen para poder tender un puente desde las acciones individuales de los deportistas hasta las colectivas. No hay dudas que al no poder encontrarse mecanismos integradores adecuados ello habilita para el florecimiento de un individualismo exacerbado que sigue deteriorando el fútbol argentino y que, si bien producen indignación, no provocan un rechazo moral fuerte como para exigir modificaciones de base.

    Finalmente, Batista no pudo fijar un rumbo cierto si bien lo intentó. No exento de cierta ingenuidad pretendió que se cristalizara en la práctica futbolística un estilo aparentemente disruptivo en una etapa de su vida que lo mostró pletórico de contradicciones. Una cuestión que fue más allá del reducido margen de maniobra que se puede tener en un ambiente donde las presiones, las simulaciones y las mitificaciones están a la orden del día, a lo que se suma el haber alcanzado un nivel de tolerancia a la mentira difícil de superar.

Tulio Guterman, Julián Ponisio y Roberto Di Giano
Tulio Guterman, Julián Ponisio y Roberto Di Giano. Detalle de foto panorámica navegable. Fuente: Diario Deportivo Olé

    Los efectos corrosivos de la larga crisis que afecta a nuestro fútbol llevó, entre otras cosas, a repetir errores en todo lo que concierne al manejo de la selección nacional que fue varias veces vapuleada por rivales, de fuste o no, en lo que va del siglo. Sin embargo, variados actores de esta esfera deportiva, utilizando la misma cantinela que se empleaba en mejores épocas, siguen montados en un triunfalismo absurdo que les impide pensar en realizar cambios profundos.

Referencias

  • Di Giano, R. (2002) La consolidación de la identidad futbolística. El caso argentino (II). EFDeportes.com, Revista Digital. Nº 48. http://www.efdeportes.com/efd48/ident.htm

  • Di Giano, R. (2002) La construcción de identidades en el fútbol. El caso argentino. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº 47. http://www.efdeportes.com/efd47/futbola.htm

  • Di Giano, R. (2004) El mundial de Suecia y el brusco abandono de un estilo. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº 69. http://www.efdeportes.com/efd69/suecia.htm

  • Di Giano, R. y Guterman, T. (2008) El deporte argentino como teatralización de los delirios de grandeza. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº 127. http://www.efdeportes.com/efd127/el-deporte-argentino-como-teatralizacion-de-los-delirios-de-grandeza.htm

  • Guterman, T. y Di Giano, R. (2006) El fútbol de elite y la demanda de una nueva morfología corporal. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº 102. http://www.efdeportes.com/efd102/futbole.htm

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