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Este trabajo plantea una serie de paradojas, que comienzan con la simple enunciación del tema, porque en general, la mayoría de los futbolistas no se retiran, sino que son abandonados o retirados; en algunos casos en forma paulatina, y en otros de manera abrupta; siendo contadas excepciones, las veces en que es el mismo jugador el que pone fin a su carrera deportiva.Trataré a continuación buscar las causas que producen este tipo de situaciones.
Considero que el futbolista es abandonado o retirado, en la mayoría de los casos, no porque sea incapaz de darse cuenta por sí solo que su carrera está llegando al final, ya que él mismo en su cuerpo comienza a notar las diferencias que se le presentan con respecto a algunos años atrás, su voluntad de entrenar y soportar concentraciones, ya no es la misma; le cuesta mucho más que antes recuperarse luego del desgaste lógico que conlleva un partido de fútbol. etc., sino porque es muy difícil abandonar una actividad a la que uno se ha entregado por completo, inclusive en desmedro de su propia familia, y de la cual se ha obtenido en líneas generales, éxito, fama, prestigio, reconocimiento, y a veces una mejora sustancial de su situación económica, y todo esto en un lapso muy corto de la vida, ya que el retiro de un futbolista, salvo en contadas ocasiones, no va más allá de los 35 años.
Aquí creo que es necesario abrir un paréntesis para mencionar la influencia que tienen los medios de comunicación sobre el futbolista; (a pesar de que ese jugador generalmente dice no escuchar ni leer nada que tenga que ver con el fútbol).
Para tratar de ser más claro, tomaré como hipotético ejemplo un jugador de fútbol que tenga más de 30 años, y al que luego de un partido donde su labor futbolística haya sido muy buena, le lloverán ponderaciones tales como: "jugó con la experiencia", "le sobró con el oficio", "demostró porqué sigue vigente", etc., y así hasta el infinito, pero uno presume también que si el mismo jugador una semana después tiene una baja performance, las críticas dirán algo así como: "le pesan los años", "está falto de reflejos", "tendría que dar paso a un jugador más joven", etc., y así nuevamente hasta el infinito.
Luego de estos vaivenes que los futbolistas están acostumbrados a padecer, cabría preguntarse, ¿quién se ocupa del sujeto que en la actualidad tiene por profesión ser futbolista, y que en poco tiempo dejará de serlo? La respuesta la sabemos: generalmente nadie.
Entonces sobreviene el retiro; y es aquí donde comienza la etapa más difícil de un ex- deportista, que es justamente empezar a convivir con el prefijo ex, ya que de la noche a la mañana, se convirtió en desocupado, pero no es un desocupado tradicional que puede tomar la sección clasificados del diario y salir a buscar un trabajo similar al que desarrollaba anteriormente, sino que es un desocupado al que en el mejor de los casos le dicen: "Sr. Ud. tiene 35 años, muchas gracias por los servicios prestados, pero para lo que hizo hasta hoy, Ud. ya no sirve más, búsquese otra cosa, gracias". Aunque bien sabemos que en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera algunas palabras parecidas son dichas, sino que por el contrario lo que predomina es el silencio.
Entre otros factores que hacen del retiro un buen terreno para que florezcan disfunciones emocionales, están la peligrosa y antinatural confluencia de 3 etapas de la vida evolutiva, que en cualquier persona "normal" se presentan en forma consecutiva, y que aquí sin embargo aparecen en forma simultánea; éstas son: 1) Adolescencia, 2) Adultez, y 3) Vejez.
Adolescencia
Porque el futbolista se re-encuentra con una etapa que tuvo que postergar en aras de su desarrollo profesional.
Adultez
Porque está en el momento cumbre de su carrera, ya que a sus condiciones técnicas, tácticas, y estratégicas, se le suma el plus de la experiencia.
Vejez
Porque aparece una jubilación que normalmente es esperable en la tercera edad, y aquí llega en forma temprana, con el agravante de que ya no tiene aquellos 13 ó 15 años de sus comienzos, ni los tan lejanos 60 ó 65 años de ésta etapa. Sumándose a todo esto, que en general el jugador no sabe a que dedicarse de ahora en más, porque dice "lo único que sé hacer es jugar al fútbol", y todo con apenas 35 años de edad.Si tenemos en cuenta que la expectativa de vida de una persona en la actualidad oscila entre los 75-80 años de edad, se puede inferir rápidamente que el futbolista que se retira, aún no llegó a la mitad de su vida, y sin embargo ya está atravesado por la impronta de lo caduco.
Se sabe que una alternativa posible, es continuar ligado al deporte, pero ahora como entrenador, pero no todos los ex-jugadores están capacitados, o a lo mejor ni siquiera quieren ser entrenadores, y aunque así fuera, los equipos profesionales de fútbol están compuestos por alrededor de 30 ó más jugadores, y 1 ó 2 directores técnicos, así es que aunque cada ex quisiera ser entrenador, la inmensa mayoría no podría dedicarse a esa actividad, ya que no encontraría una institución donde desarrollar su tarea, y se volvería a repetir su situación de desocupado.
Interrogado Daniel Alberto Passarella en el momento que era técnico de River Plate, y luego de obtener un campeonato como entrenador, sobre las diferencias que sentía entre el jugador que había sido, y el director técnico que era ahora, contestó que el momento más difícil era cuando su equipo salía a la cancha, y él se quedaba del lado de afuera de la línea de cal.
Entonces si a Passarella que fue un exitoso jugador de fútbol, y que ya en ese momento era un reconocido entrenador le sucedía esto, el interrogante que surge, es que se puede hacer por la inmensa mayoría que no disfruta de una situación de privilegio, como la que tiene el ex director técnico de la selección Argentina la respuesta, me parece que está encerrada en la palabra
Prevención
¿Por qué digo prevención? , porque cuando le pregunté a futbolistas entre 17 y 20 años de edad, es decir que son aquellos que recién están empezando su carrera profesional, que es lo que piensan hacer cuando se retiren del fútbol, la mayoría de las respuestas podrían englobarse en una frase tipo "pero como voy a pensar en el retiro, si recién estoy comenzando a practicar con los profesionales, ya voy a tener tiempo de pensar en eso". Entonces fui a preguntarles a los que tienen entre 23 y 28 años aproximadamente, y que por lo tanto, ya hace algunas temporadas que están jugando como profesionales, y en general las respuestas que aparecen aquí, podrían sintetizarse en "pero como voy a pensar en el retiro, yo ahora estoy pensando en hacer una buena temporada, o salir campeón, para lograr ser transferido a otra institución mejor, y poder hacer una buena diferencia económica, ya voy a tener tiempo de pensar en eso". Me quedaban los mayores de 30 años, y me dije ahora sí me van a decir que piensan hacer cuando se retiren, pero grande fue la sorpresa, cuando hacía la temida pregunta, e invariablemente, aparecían gestos de asombro, seguidos de signos de fastidio, y dichos tales como "Eh! Ya me quieren retirar!!, déjenme disfrutar los últimos años de fútbol, ya voy a tener tiempo de pensar en eso".Pienso que la definición de Prevención: preparación anticipada para evitar riesgos, es lo suficientemente clara como para justificar la necesidad de éste trabajo, pero también le quisiera agregar la necesidad de cambiar el concepto de crisis accidental por el de crisis evolutiva (tema del que me ocuparé más adelante).
Un aporte a la solución del conflicto que origina en un futbolista retirarse de la práctica activa del deporte, es la implementación de un equipo interdisciplinario, donde un Psicólogo especializado en el deporte, sea un integrante más del cuerpo técnico, al igual que el Médico, Kinesiólogo, Preparador Físico, etc., para que el futbolista vea y sienta que hay un grupo de profesionales que está para ayudarlo, no sólo para mejorar su rendimiento, sino también para trabajar para el después.
Para poder atravesar el retiro como una crisis evolutiva (esto es como el cierre de una etapa y el nacimiento de otra), y no como una crisis accidental (entendida como un accidente no previsto y terminal); por ejemplo dijo Michel Platini (el futbolista más importante que ha dado Francia en las últimas décadas) He muerto a los 33 años, (edad de su retiro como futbolista), o lo dicho por Hugo Porta (el reconocido jugador de Rugby argentino) Dejar es morir un poco, es que propongo:
Educar individual y socialmente para que el retiro sea vivido como una etapa más, y que el mismo sea alcanzado con dignidad. Para lograr ésto, la imagen del fin tendría que continuarse con la de un comienzo (nuevo proyecto de vida).
Evitar un cierre rápido de ésta etapa, para que el deportista pueda hacer el duelo correspondiente por el cierre de un ciclo, primero deprimiéndose (llorando sanamente ), para así en un segundo momento rescatar lo bueno.
Ayudarlo a que llore esta etapa, es trabajar para que ría en la próxima.
Ayudarlo para que sufra esta etapa, es trabajar para que disfrute la próxima.
No estoy proponiendo la resignación, como sinónimo de renuncia. Hablo de re-signar, refiriéndome a volver a signar o sea encontrar el nuevo significado de ésta etapa de su vida, para lograr así una aceptación no melancólica, sino vital de la realidad.
Trasladar la disciplina constante en la vida deportiva, a la vida post-deportiva, aprendiendo a construir e implementar una disciplina no necesariamente tan estricta como la anterior, pero que le permita sí una vida más ordenada y armónica.
Proponer el cierre del ciclo con el deporte como una crisis evolutiva más, y no como la última justamente para que no sea confundida con la muerte que, ésta si, es la última crisis evolutiva del hombre.
Hay que trabajar para lograr una re-orientación vocacional y ocupacional.
Destacar que pérdida no es igual a ausencia, pues la etapa del éxito estará ausente como vivencia presente, pero no como recuerdo, y mucho menos si se puede aprovechar los conocimientos y experiencias vividas.
Hay que contactar al deportista con sus otras posibilidades para la vida, ayudarlo para que las conozca, en suma a que se re-encuentre con el mismo.
En síntesis y para terminar, hay una frase que me parece conducente para cerrar este trabajo, que tiene como pretensión ser el comienzo de un debate que nos permita enriquecernos, y a la vez ayudar a los deportistas a atravesar este momento:
Bibliografía
BALAGUER, Isabel. (1994)Entrenamiento Psicológico en el Deporte, Valencia, España, Albatros Educación, capítulo 2, Motivos de participación y abandono.
DIEGO, Salome de, y SAGREDO, Cristina. (1992) Jugar con ventaja, Madrid, España, Alianza Editorial, capítulo IX, Situaciones especiales.
MADERO, Raúl y LEVATO, Susana. (1990) Alta Competencia: ¿ El ocaso de los dioses? Bs. As., Editorial Distal SRL.
WILLIAMS, Jean M.. (1991) Psicología aplicada al deporte, Bs. As., Biblioteca Nueva, capítulo XXII, El trauma de la finalización deportiva.
revista digital · Año 4 · Nº 16 | Buenos Aires, octubre 1999