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Artículo aparecido en la revista El ojo furioso, Otoño '99, Buenos Aires
Históricamente muy pocos sociólogos de nuestro país se han dedicado a estudiar el fútbol, y existen todavía, aún hoy, muchos prejuicios para hacerlo, pese a ser esta práctica, paradójicamente, una de las manifestaciones culturales más importantes de los argentinos. De allí que me parece oportuno, dentro de este contexto peculiar, aclarar las razones por las cuales puede ser sumamente productivo tomar al fútbol como un objeto de estudio privilegiado.
En primer lugar sucede que este deporte apasiona a miles de personas de origen social diverso en nuestro país, por ser una actividad cultural que permite el despliegue de una diversa gama de cualidades creativas, y además (y esto es fundamental) porque el análisis del fútbol le da la gran posibilidad al sociólogo de penetrar, ciertamente de una manera parcial, en nuestro rico y complejo mundo social. Desde allí, entonces, se pueden mirar cuestiones significativas de la sociedad argentina en diferentes momentos históricos.
Es que a través del fútbol uno puede decir muchas cosas de lo social, y por eso, entonces, merecer ser transformado en un objeto de estudio relevante dentro de las ciencias sociales. De esta manera, es muy probable que partiendo del fútbol uno pueda entender más cosas de la sociedad (y sobre todo de un modo más profundo) que a través de toda esa artillería de encuestas con la cual han logrado trivializar a la sociología.
La riqueza interpretativa en este marco deberá alcanzarse en este marco rechazando, en principio, esta postura mecanicista que toma al fútbol como un mero reflejo social, pues esta manifestación cultural de carácter masivo tiene su propia especificidad que hay que tener muy en cuenta para no caer en argumentaciones simplistas. Y a partir de la aceptación de esta autonomía del ámbito futbolístico (que es ciertamente muy frágil por estar cruzado este deporte, en nuestro país, por pesados intereses políticos y económicos) podrá reconocerse que se ponen en juego en el fútbol muchos elementos que permiten leer algunos aspectos de la sociedad argentina y sacar conclusiones sobre ella.
Así, por ejemplo, se puede entender a partir de las modificaciones profundas que se dieron en la esfera futbolística en los inicios de la década del sesenta, aquel clima social que estuviera teñido por el famoso mito de la modernización universal, que empezó a tomar vuelo en la Argentina a partir del derrocamiento del gobierno peronista a mediados de la década del cincuenta. Concretamente me refiero a ese verdadero proceso aculturativo que se llevó a cabo en el ámbito de lo futbolístico, tomando como excusa –y punto de partida- la experiencia traumática que constituyó para muchos actores el flojo desempeño de la selección nacional en el campeonato mundial de Suecia en 1958.
Es interesante recordar (en estos días en que se nos vende la globalización como una novedad absoluta) que la propuesta modernizadora de aquellos tiempos en el terreno económico-social presentaba muchos elementos comunes con el actual mito tercermundista. Ella consistía, básicamente, en hacernos creer que por el solo y fantástico hecho de subirnos al "tren del progreso" diseñado por las naciones más adelantadas, pronto desaparecerían las desigualdades entre los países centrales y los periféricos.
Por otro lado se podrían decir muchas cosas de los primeros años setenta a partir de aquel equipo emblemático que conformó el club Huracán en 1973 y que fuera liderado por César Luis Menotti. En momentos en que los sectores populares intentaban reivindicar su producción cultural autónoma luego de vivenciar el proceso de modernización de carácter fuertemente dependiente que se intentó instaurar en el país, aquel grupo de deportistas trató de rescatar, de una manera dinámica, ricas características de nuestra cultura futbolística, quedando enlazado así, en muchos aspectos, con el proyecto "nacional y popular" de un amplio movimiento como fue el peronista, que resultó permeable a múltiples sectores que encontraron en él el mejor lugar para transitar el camino de la liberación nacional (es que los rasgos culturales singulares son los que dinamizan por excelencia, a la sociedad).
Es decir, que cualquier investigador social, a partir de un análisis sofisticado, puede detenerse a estudiar específicamente distintas cuestiones del ámbito futbolístico, y ponerse a reflexionar a su vez, sobre muchas cosas importantes que están pasando en nuestra sociedad. Es que esta práctica cultural, que tiene una firme presencia en la vida cotidiana de los argentinos, permite muchas posibilidades de análisis, por la inmensa diversidad de elementos que requiere y exhibe. De allí que su estudio, entonces, tendría que ser tributario de una mayor valorización teórica y empírica por parte de la sociología académica, donde persiste una fuerte tendencia (en lucha con otras que se están expandiendo paso a paso, afortunadamente) a plegarse, prontamente, a esa seguridad que otorga la repetición de saberes y procedimientos (sobre todo si estos emanaron primariamente de lugares selectos en Europa y Estados Unidos) supliendo así el riesgo y el compromiso de generar conocimientos más originales y vitales, estrechamente vinculados a nuestra diversa y rica realidad cultural.
revista digital · Año 4 · Nº 16 | Buenos Aires, octubre 1999 |