El juego bajo el prisma de la formación ética ambiental en el contexto de la cultura física |
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* Profesora Auxiliar **Profesor TitularUniversidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo Rivero” Facultad de Holguín (Cuba) |
Msc. Rita María Pérez Ramírez* Dr.C. Lázaro Bueno Pérez** |
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Resumen Desde sus inicios el hombre ha desarrollado el juego dentro de sus actividades y al mismo tiempo se ha preguntado sobre él ¿Cuál es su verdadera posición dentro del campo de las acciones humanas, qué cualidades le definen como actividad singular y punto de partida de la cultura? Muchos investigadores han enriquecido, con sus aportes, las posibles respuestas al ¿para qué se juega?, el sentido de lo lúdico desde el punto de vista de las disciplinas que, como la Psicología, la Sociología, la Pedagogía o la Etnología, están empeñadas en descifrar los procesos que rigen la conducta del hombre en su pasado, su presente y su porvenir. En este caso se enfoca la importancia del juego desde la óptica de sus potencialidades para la educación y la formación ética ambiental en los estudiantes de la carrera Cultura Física. Par ello el análisis teórico se realiza en torno a ¿Cuál es su posición dentro del campo de las acciones ambientales, qué cualidades lo definen como actividad educativo ambientalista y medio para el desarrollo de la cultura ambiental y la formación ética ambiental? Palabras clave: Juegos. Medio didáctico. Formación ética ambiental.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 159, Agosto de 2011. http://www.efdeportes.com |
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Introducción
El hombre ha desarrollado dentro de sus actividades el juego y al mismo tiempo se ha preguntado sobre su posición dentro de las acciones humanas, las cualidades que lo definen como actividad singular y punto de partida de la cultura. Normalmente se relaciona el juego con el período de la infancia, se le caracteriza como una actividad de los seres jóvenes. Sin embargo la tendencia al juego no es exclusiva de esta edad, aunque si bien es cierto que los niños y jóvenes juegan con más entusiasmo que el adulto, este generalmente, a medida que envejece se va alejando de lo vital, comienza a menguar el aspecto emocional y aumenta el racional.
Un aspecto modificador de la actitud lúdica en el adulto es principalmente, el derivado de las condiciones objetivas existentes para su participación, como son el tiempo disponible, el estado de salud, los recursos económicos, el nivel cultural y la edad. Sin dudas, el deterioro físico o las carencias materiales, pueden ser limitaciones definitivas para acometer la acción lúdica placenteramente, lo cual se agrava cuando en la sociedad no estén resueltas otras preocupaciones fundamentales, pues de ello depende en gran medida su estabilidad general.
No cabe dudas de que los ancianos necesitan del juego como del aire que respiran, pues para ellos la inactividad acelera la muerte, por lo que la práctica gerontológica vela por la ocupación activa y provechosa de su tiempo libre.
Muchos investigadores han enriquecido, con sus aportes, las posibles respuestas al ¿para qué se juega?, el sentido de lo lúdico desde el punto de vista de las disciplinas que, como la Psicología, la Sociología, la Pedagogía o la Etnología, están empeñadas en descifrar los procesos que rigen la conducta del hombre en su pasado, su presente y su porvenir.
En este caso se analiza la importancia del juego desde la óptica de sus potencialidades para la formación ética ambiental en los estudiantes de la carrera Cultura Física.
Se realiza una valoración acerca de cual es su papel dentro de las acciones ambientales, qué cualidades lo definen como actividad educativo ambientalista y medio para la formación ética ambiental y el desarrollo de la cultura.
Desarrollo
Analizar el papel del juego como actividad que puede asumir un carácter ambiental, en el contexto de la Cultura Física en Cuba, implica según la consideración de la autora tener en cuenta las siguientes premisas o puntos de partida:
Comprender sus potencialidades como excelente medio educativo
Determinar el sentido de lo lúdico en relación con el medio ambiente, ¿para qué se juega? Si de educación ambiental se trata, como contribuye este a formar en el individuo valores éticos en relación con el entorno en que vive y se desarrolla.
Las condiciones objetivas existentes
Para revalorizar al juego como un excelente medio educativo, que es un interés que ocupa, a la autora se parte del análisis realizado por el DrC. Aldo Pérez Sánchez de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física “Manuel Fajardo” de Cuba, acerca de algunas de las posturas, conceptos y concepciones que sobre el juego se han vertido.
Platón: Es el acto del alma.
Schiller: Lo más auténtico de la conducta humana debe buscarse en la plasticidad y ductilidad del juego. El hombre es bello cuando juega.
Joseph Lee: En el niño es creación aumento de vida, en el adulto es recreación (innovación de vida).
Bauzer Medeiros: los participantes, individualmente o como miembros de un equipo intentan por habilidad o suerte alcanzar determinado objetivo sujetándose a normas que lo regulan.
Sin embargo se asume la definición dada por: Julián Betancourt Morejón: “los juegos permiten al grupo descubrir nuevas facetas de su imaginación, pensar en numerosas alternativas para un problema, desarrollar diferentes modos y estilos de pensamiento y favorecen el cambio de conducta que se enriquece y diversifica en el intercambio grupal”.
En la época contemporánea dentro de las teorías que defienden los valores del juego se destacan las que plantean:
El juego tiene una función vital, prepara, ejercita, entrena al niño para las exigencias de la vida adulta.
El juego satisface en el niño la necesidad de expresarse, de actuar sobre las cosas que le rodean, de crear, a su modo y a su antojo, de ejercitar su propia voluntad. Esto le brinda conciencia de sus propias fuerzas, seguridad en la acción y amplía constantemente el campo de sus posibilidades.
El juego permite la liberación emocional del niño. La afectividad rige la conducta infantil y las emociones son por esta causa muy frecuente en los niños. El juego da lugar a la liberación de las tensiones emocionales, de manera inconsciente. La alegría, la tristeza, el amor, el odio, el temor, el fastidio, los celos, la ira, y las mil formas de los sentimientos infantiles, se traducen provechosamente por medio del juego.
El juego es la mejor forma de desarrollar las necesidades sociales del niño y quizás la única. Su relación con los adultos no es de igual a igual; el trabajo escolar sigue siendo autoritario e individualista. Solo el juego pone en contacto a los niños con sus semejantes.
El juego puede ser provechoso, con las debidas precauciones, como medio educativo, para guiar y estimular la formación de la personalidad. Ciertos juegos ponen al niño en contacto agradable con valores culturales.
Para el investigador de la infancia, el juego representa la mejor "pantalla de exploración psicológica", pues el niño refleja en él, inconscientemente, los contenidos más profundos de su ser.
El juego es utilizado por sicólogos clínicos para el tratamiento de las perturbaciones psíquicas, que son a menudo de origen afectivo (Ludoterapia). Aún en casos de enfermedades orgánicas, el juego tiene también su lugar para hacer bien. Los juguetes ayudan a curar a los niños como el amor.
Este análisis no excluye el reconocimiento de que existen algunos estudiosos como el pedagogo uruguayo Raimundo Dinello, que niega sus potencialidades como medio didáctico, al respecto plantea: "...El juego utilizado como medio didáctico no presenta un interés de juego por el juego, sino que es la motivación para ciertos aprendizajes, lo cual es una contradicción importante, pues el juego no debería tener otra finalidad que la alegría y el placer de jugar, connotación que es preciso tener en consideración, porque muchas veces, con la apariencia de un seductor programa de juegos para el precálculo y la ortografía podemos presentar una inadecuada proposición de escolarización precoz". Este autor absolutiza el papel del juego para proporcionar alegría y placer, sin reconocer que junto a esto también puede educar.
Cabe destacar que las corrientes pedagógicas sobre el empleo del juego son muy frecuentes en los empeños actuales dirigidos a la instrumentación y uso de juegos y juguetes denominados didácticos, en la promoción y dirección de la actividad lúdica, al margen de todo propósito recreativo espontáneo. Sin embargo son portadoras de una tendencia absolutista que no compartimos debido a que como es reconocido por muchos teóricos el juego desempeña funciones diversas, entre las que se destacan la didáctica y la recreativa, muy importantes en el proceso formativo que nos ocupa.
En el fondo estas ideas incurren en otro error conceptual, considerar al juego como un atributo sólo infantil, propiciador de placer, imaginación y fantasía. Sin embargo es necesario reconocer que también puede ser desarrollado por los jóvenes con conciencia de la importancia y funciones de este para su desarrollo integral. Jerarquizar la función recreativa del juego llevaría a formar hombres débiles de carácter y sin voluntad, desprovistos de los valiosos rasgos individuales y sociales que solamente una adecuada actividad lúdica con fines didácticos puede ayudar a formar en la infancia, sirviendo de base para el posterior desarrollo de estos en otras etapas de la vida del individuo.
En este sentido se asumen las teorías pedagógicas antes mencionadas, que defienden los valores del juego desde el punto de vista didáctico y recreativo porque enaltecen la importancia de este en tres dimensiones: cognitivo, afectivo y actitudinal, a partir de las potencialidades del juego como medio didáctico y punto de partida en el proceso formativo ético ambiental.
Por otro lado existen las teorías dirigidas a explicar la disposición hacia el juego sólo a partir de la influencia que el medio ejerce sobre el individuo, las llamadas concepciones psicosociales. Para el ruso Leontiev la diferencia del juego del párvulo con el juego de los animales es que “aquel no es instintivo, sino que es una actividad humana con objeto, la cual, al formar la base para el reconocimiento del mundo, determina el contenido del juego".
Estas concepciones reconocen la necesidad lúdica como necesidad de desarrollo, condiciona por las relaciones entre elementos presentes en el medio donde se inserta, y que conforman sus esferas de influencia, reconociendo el papel del entorno natural y social que le rodea, en que el ser humano podrá asumir cuatro actitudes:
adaptarse a las reglas ya establecidas por quienes los rigen,
intentar transformar dichas reglas según sus propios intereses,
abandonar el sistema que le resulte adverso,
intentar crear uno propio en dependencia de sus necesidades.
De manera que el proceso de formación ética ambiental se enriquece continuamente en el sistema de la cultura en la que se inserta. Esta comprensión es portadora del enfoque histórico cultural que a decir de González (1992) "Desde las primeras civilizaciones hasta la fecha el hombre en su relación con el entorno ha necesitado instruirse y crear valores capaces de sustentar las transformaciones ambientales ocurridas, ya sean por su designio o por factores ajenos a su propia actividad". Por tanto desde el punto de vista ambiental el enfoque histórico cultural significa, además, tener claro como el conocimiento se conforma en el tiempo de acuerdo con determinados recursos espaciales tanto de orden material como espiritual.
Siguiendo a Novo (1995) "Una ética ambiental que quiera serlo ha de nacer imbricada en la problemática de su tiempo". Por tanto el desarrollo de las necesidades lúdicas, contribuye a la formación del individuo en dependencia del sistema de relaciones o sistemas de influencias que opera sobre él. Estas concepciones psicosociales también sirven de base para comprender la importancia de los juegos como promotor de relaciones, necesidades, y normas, decisivas en cualquier proceso de carácter educativo ambiental; pero en el caso de la Cultura Física la relación necesidad de juego, desarrollo y ambientes naturales y sociales adquiere dimensiones significativas, para lograr propósitos formativos ambientales.
Se asume además, como fundamento teórico para ello, el criterio de Gómez Rijo (2004) en "Deporte y Moral: Los valores educativos del deporte escolar", quien habla de valores intrínsecos a las prácticas deportivas, definiéndolos como "aquellos que el sujeto experimenta contingentemente a la realización de la misma porque sólo el deporte lo transmite en sí mismo y los clasifica como: agonístico, lúdico, hedonístico e higiénico. Además habla de valores extrínsecos o atribuidos a la práctica deportiva desde fuera, que son los que culturalmente podemos encontrar dependiendo de la sociedad en la que se practica, dentro de los cuales están los que podemos transmitir y potenciar con su práctica. Entre ellos la solidaridad, la fraternidad, la cooperación, la valentía, la perseverancia, el altruismo, etc. Para ello se parte del criterio de que los juegos son prácticas asociados a los deportes.
El juego se reafirma como instrumento de educación moral del individuo, que en dependencia del sistema de influencias puede favorecerlo o perturbarlo. Esto determina la necesidad de brindar a los niños y jóvenes aquellas alternativas lúdicas que mejor contribuyan a crear en ellos los valores universales que les hagan merecedores de la condición humana.
La formación ética ambiental se lograría a través de los juegos siempre que la intención educativa, se proyecte hacia la preservación del medio ambiente y la formación integral de la personalidad y por tanto no puede ser un proceso impuesto, ni antidemocrático, debe alejarse de enfoques conductistas en su ejecución, debe ser además gradual, de manera que se manifieste en conocimientos, valoraciones y comportamientos conscientes. De este modo es adecuado hablar de una personalidad con una formación moral integral, proceso en el cual intervienen la escuela y otros elementos socializadores como el juego.
Para que responda a fines educativo ambientales, no debe olvidarse que, sobre todo, el juego requiere la presencia, en el individuo mismo, de una aptitud lúdica formada desde la infancia mediante la potenciación de aquellos factores de su personalidad que, como la imaginación, el optimismo y la creatividad, determinan una singular voluntad de vivir, condicionado por resortes motivacionales
Uno de los resortes motivacionales en el orden ambiental es la obtención de conocimientos, el desarrollo de estrategias de pensamiento, la conformación de habilidades para "aprender a aprender" y la formación de un soporte mental para la creatividad, que permitan la resolución de problemas ambientales a lo cual puede contribuir el juego, a fin de favorecer una formación ambiental que permita continuar aprendiendo en todo momento y lugar, y durante toda la vida, bajo el imperativo de los cambios medioambientales y los enfoques teóricos referentes a estos.
El juego además predispone hacia el proceso psicopedagógico en cuanto a lo volitivo la voluntad para actuar, desde la obtención del placer, en la exploración y búsqueda del conocimiento. La actividad volitiva por su parte constituye una forma particular, especial desarrollada de la actividad voluntaria, caracterizada por hacer esfuerzos para vencer obstáculos, avalados por la reflexión y la toma de decisión.
El buen juego favorece tanto lo volitivo como lo cognoscitivo, por lo que al tiempo de ser motivador para el saber es también fuente de conocimientos. Vencer el reto planteado por un buen juego condiciona la competencia del jugador contra sus propias limitaciones personales, en lo físico y en lo intelectual.
Por otra parte el juego, como singular manifestación cultural de los pueblos, es un ejemplo de las potencialidades culturales que determinan la vigencia de la identidad, solidaridad y participación, en un ejercicio de reafirmación de lo autóctono frente a las pretensiones de penetración y de dominación provenientes de culturas ajenas, sobre todo cuando estas, se basan en el individualismo, la competición irracional y violenta, el afán consumista y la discriminación de diversos tipos, las cuales pueden resultarle marcadamente agresivas, en la extraordinaria medida que se deriva de ser un recurso vital para el desarrollo integral del ser humano desde la infancia y a todo lo largo de su existencia.
En relación a las potencialidades culturales ambientales del juego, este contribuye a rechazar tendencias egoístas, lucrativas y consumistas, así como de indiferencia y apatía a la protección de los recursos naturales propios de los pueblos, cuyos significados van mucho más allá de la satisfacción de necesidades, contrarias a razones identitarias y culturales que tienden a preservarlos de forma sostenible. Así mismo puede potenciar, si se planifican con esos fines, la formación ética ambiental en los estudiantes de Cultura Física y valores tales como:
La responsabilidad
El respeto
El humanismo
La laboriosidad
La solidaridad
En este caso se definen los valores ético - ambientales como: “Conjunto de cualidades morales socialmente significativas que se manifiestan en la valoración y actuación práctica del hombre respecto al medio ambiente su cuidado y protección”. (Pérez, 1999).
Por estas razones antes planteadas se propone para contribuir a formar valores éticos ambientales en el ámbito de la Cultura Física, que se potencie en las diferentes asignaturas del ejercicio de la profesión, así como a través de actividades extensionistas el uso de los siguientes juegos:
Juegos de habilidad mental, como rompecabezas y solitarios, que provocan tales procesos de inducción-deducción y sus soluciones son insuperables ejercicios de razonamiento lógico, necesarios para razonar acerca del medio ambiente, sus problemas y soluciones.
Juegos de confrontación sobre tableros, como el Ajedrez, son formidables para el ensayo de estrategias de pensamiento táctico con la toma de decisiones en un conjunto variable de alternativas, que puedan servir de modelo para el desarrollo de estrategias de pensamientos de carácter ambientales.
Juegos que permiten resultados diversos, de construcción, que estimulen la creatividad y la capacidad de representación espacial, cuyo contenido sea la temática ambiental.
Juegos que modelan aspectos de la realidad, como los de simulación, son herramientas del conocimiento científico-técnico y medioambiental.
Juegos predeportivos y de animación que favorezcan la afectividad y la cooperación dentro del grupo humano, premisa para ser responsable y respetar el medio ambiente.
Juegos vivenciales, de roles, de imitación a la vida, resultan vías adecuadas para la comprensión de la realidad por parte de los practicantes y vincularse con problemas del medio en que se desenvuelven.
Para ello se tiene en cuenta que estos juegos son aquellos en los que los jugadores se involucran de forma libre, espontánea y autónomamente condicionada. Orientada la acción por semejante motivación, los restantes valores y las consecuencias educativas del acto lúdico vendrán por añadidura.
Para la determinación de la propuesta de los juegos se tuvo en cuenta que de manera general la Cultura Física en su condición de servicio humano proporciona: beneficios para la salud, mejora las relaciones humanas, mejora el rendimiento laboral, aumenta el espíritu de cooperación, mejora el estado emocional (la autoestima, motivación, voluntad, etcétera), cuestiones a las que los juegos contribuyen de manera natural.
El análisis de los ambientes para desarrollar los juegos, debe tener en cuenta a la naturaleza, las áreas deportivas tradicionales, la escuela y la comunidad Esta determinación tiene en cuenta que los ambientes de las prácticas deportivas contienen por su propia naturaleza a los sujetos y las conductas. Nada impide que un sujeto participe en varios ambientes distintos, como en varias modalidades deportivas y por consiguiente varios juegos, dentro de un mismo ambiente.
Principios ambientales básicos en que debe sustentarse la selección de los juegos a realizar por los beneficiarios de la Cultura Física
Conocer el impacto de las actividades físicas deportivas en el medio ambiente.
Proponer soluciones que amortigüen el impacto negativo e inevitable de la actuación antrópica con un enfoque activo y participativo.
Seleccionar y aplicar las alternativas probables ante posibles impactos.
Planificarlos partiendo del paradigma del desarrollo sostenible.
Promover el desarrollo de actitudes y aptitudes, valores éticos y motivaciones necesarias para preservar el medio ambiente desde el ámbito lúdico.
Conclusiones
Desde el punto de vista ético ambiental partimos de la premisa de que hemos cambiado el medio ambiente de manera radical en los últimos cincuenta años, al punto de poner en peligro la existencia de la vida sobre la tierra; y esto ha pasado a ser motivo de preocupación ética. Esto que ocurre en el ambiente natural y social, lleva a replantearnos nuestra cultura, ética y conducta respecto a este, razón por la cual se ha realizado una mirada al juego bajo el prisma de la formación ética ambiental de los individuos vinculados a la Cultura Física.
La atribución de valores a los juegos para la formación ética ambiental parte de reconocer que los juegos permiten al grupo descubrir nuevas facetas de su imaginación, pensar en numerosas alternativas para un problema, desarrollar diferentes modos y estilos de pensamiento y favorecen el cambio de conducta que se enriquece y diversifica en el intercambio grupal.
Si se aspira a una humanidad mejor, formada por hombres y mujeres que hoy son niños y jóvenes, debe asegurárseles que se formen adecuadamente, de modo que la actividad lúdica puede contribuir a lograr, el perfeccionamiento de la condición humana, en pos de convertirnos en seres conscientes, verdaderos habitantes del Universo.
Las razones antes señaladas fundamentan la necesidad de la formación de una cultura ética ambiental en los profesionales de la Cultura Física, como fundamento para el ejercicio de una gestión ambiental, encaminada en su concepción práctica a garantizar el logro de una calidad del medio ambiente que se revierta en la calidad de vida de las personas vinculadas a esta actividad.
Bibliografía
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Queyrat, F. (1970). El juego de los niños. Editorial. Paidos.
Trigo Aza, E. 1989. Juegos motores y creatividad, Editorial Paidotribo, Barcelona.
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