Tratamiento de la obesidad desde el área de Educación Física | |||
*Diplomada en Educación Física por la Universidad de Murcia **Diplomado en Magisterio: Especialidad de Educación Física por la Universidad de Almería (España) |
Marta Molina Puche* Francisco José García Sola** |
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Resumen En el presente artículo vamos a tratar con una de las patologías más comunes que pueden aparecer en el ámbito de la educación, la obesidad, y con el tratamiento que debemos tener en cuenta como docentes en caso de encontrarnos con algún alumno/a que la padezca. Además, intentaremos promover la reflexión sobre las posibles intervenciones desde el ámbito educativo, ya sea a nivel de prevención o de tratamiento. Palabras clave: Obesidad infantil. Sobrepeso. Educación Física.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 16 - Nº 156 - Mayo de 2011. http://www.efdeportes.com/ |
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1. Introducción
En las últimas décadas, la obesidad y el sobrepeso se han convertido en uno de los principales problemas de Salud Pública y su prevalencia está aumentando en las poblaciones infantiles en todo el mundo. Según la OMS, la obesidad es en la enfermedad metabólica más prevalente en los países desarrollados y la ha descrito como una epidemia.
En el mes de Mayo del año 2004 la Internacional Obesity Task Force (IOTF) estima que en el mundo hay 155 millones de niños con sobrepeso, uno de cada diez. Entre 30 y 45 millones de estos niños son obesos. La población infantil de España presenta una de las cifras más elevadas de obesidad en el continente, sólo superada por los niños de Italia, Portugal, Malta y Grecia.
Es por todo ello que el sistema educativo, y dentro de él los profesionales de la Educación Física, no puede dar la espalda a este problema.
2. Concepto de obesidad
La obesidad se define como un aumento del peso corporal debido a un exceso de grasa que hace peligrar seriamente la salud. Es una enfermedad metabólica multifactorial, influida por elementos sociales, fisiológicos, metabólicos, y genéticos.
Este incremento excesivo del peso corporal se debe fundamentalmente al aumento del tejido adiposo y en menor medida del tejido muscular y masa esquelética.
Según Santos Muñoz (2005) la obesidad infantil es un trastorno nutricional muy frecuente y de prevalencia creciente en España, que repercute en la adaptación social y el desarrollo psicológico del niño.
La epidemia de obesidad representa el mayor desafío para la salud publica europea en el siglo XXI porque representa un factor de riesgo de varias enfermedades crónicas y supone un grave problema económico por los altos costos que se derivan de su atención. La obesidad infantil tiene especial trascendencia porque muchos niños obesos seguirán siéndolo al convertirse en adultos, a menos que adopten y mantengan unos patrones más saludables de comer y hacer ejercicio. Cuando la obesidad infantil se manifiesta o persiste en la segunda década de vida y no se corrige a tiempo es muy probable que en la edad adulta se sufra obesidad. Los adolescentes con sobrepeso tienen un 70% de probabilidades de llegar a ser adultos con sobrepeso u obesos. Esto se incrementa al 80% si uno o los dos padres son obesos o tienen sobrepeso.
3. Diferencia entre obesidad y sobrepeso
Para determinar si una persona es obesa o si tiene sobrepeso, el parámetro de medición más utilizado es el "Índice de Masa Corporal" (IMC = peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la altura en metros). Debido a que el IMC de los niños varía con la edad, diferentes puntos de corte han sido utilizados para definir sobrepeso y obesidad en función de la edad. Los criterios más usados a nivel internacional para clasificar sobrepeso y obesidad en la infancia y en la adolescencia son los siguientes:
El sugerido por el comité norteamericano de expertos para la obesidad del niño, que define como niño con sobrepeso aquel que tiene un índice de masa corporal con el percentil entre 85 y 95 – según edad y sexo – y niño obeso aquel que tiene un índice de masa corporal con el percentil superior a 95.
El recomendado por el International Obesity Task Force (IOTF) que propone un punto de corte proyectado de un índice de masa corporal (IMC) del adulto de 25 para el sobrepeso e igual o superior a 30 para definir obesidad.
La clasificación que da la OMS es la siguiente:
Clasificación |
IMC (kg/m2) |
Delgadez |
<18,50 |
Normal |
18,50 - 24,99 |
Sobrepeso |
≥25,00 |
Obesidad |
≥30,00 |
4. Causas que la provocan
Algunas personas son más susceptibles de ganar peso debido a razones genéticas, pero la combinación de una alimentación inadecuada y la tendencia a realizar menos actividad física relacionada con el mayor tiempo dedicado a actividades sedentarias explica la mayor parte del espectacular incremento de la obesidad infantil en los últimos 15 años en nuestro país.
El mecanismo por el cual se engorda es simple: se acumula grasa cuando la energía ingerida en forma de alimentos es superior a la gastada (gasto energético) para el mantenimiento de las funciones vitales y la actividad física. Los cambios en la alimentación (la dieta occidental es cada vez más rica en grasas y productos lácteos) y los nuevos estilos de vida cada vez más sedentarios son los principales desencadenantes en el aumento de la obesidad.
Por tanto, los malos hábitos de alimentación y un estilo de vida sedentaria son los principales factores responsables, pero encontramos otros factores que también queremos nombrar a continuación, además de los anteriormente mencionados:
Sedentarismo: Se define como el tipo de vida que implica la ausencia de ejercicio físico habitual o que tiende a la ausencia de movimiento. La falta de ejercicio puede llevar a que el cuerpo deje de quemar calorías. Un exceso de calorías se acumula en forma de grasa, lo que puede provocar sobrepeso u obesidad.
Factores genéticos: Los factores genéticos se dan en muy pocos casos de obesidad infantil, y generalmente se debe a un trastorno genético o a una enfermedad metabólica. Con frecuencia, los niños obesos tienen padres obesos y en muchas ocasiones esto indica una alimentación incorrecta de toda la familia.
Alimentación: Actualmente, la gran oferta de alimentos ricos en grasa y calorías que están dirigidos para los niños, les provocan no solo obesidad, sino que con ello, graves problemas de salud que acompañan a esta enfermedad. Estos alimentos pueden llegar a ser incluso adictivos, y consumidos a menudo, aumentan considerablemente las grasas saturadas en niños y adultos. Entre estos alimentos podemos encontrar: la repostería, las hamburguesas, las salchichas, las patatas fritas, los “snack” y los platos precocinados, entre otros.
Entorno: El entorno familiar es uno de los factores más importantes, ya que son los que reciben la presión consumista de la sociedad a ingerir productos poco saludables. Hoy en día en la gran mayoría de los hogares se hace necesario que los dos cónyuges tengan responsabilidades laborales debido a la situación económica en la que vivimos, ello crea una situación en la que mantener una alimentación tradicional a base de comida casera y tradicional es cada vez más difícil y se van sustituyendo las verduras, hortalizas y legumbres por precocinados, embutidos o fritos, así como la fruta por repostería. A esta tendencia se une la poca afición de los niños por las verduras, el pescado o la fruta. Por lo tanto, se ha ido creando una situación que favorece cada vez más el consumo de calorías y cada vez menos el de alimentos sanos.
5. Efectos sobre la salud
Hay numerosos riesgos y complicaciones vinculados la obesidad, no solo de índole fisiológico, sino también psicológico.
Las consecuencias físicas suponen un incremento del riesgo de padecer enfermedades coronarias, diabetes, cáncer (de útero, mama, colon y próstata), etc. y en definitiva, con un aumento de mortalidad. Por ello, desde nuestra posición como profesionales de la Educación Física debemos concienciar a nuestro alumnado de que la obesidad no es un problema meramente estético, es una verdadera enfermedad, y que el sobrepeso puede ser la antesala de la obesidad.
Además, la obesidad también produce consecuencias psicológicas y sociales. Los obesos son rechazados por la sociedad, con frecuencia se sienten discriminados, e incluso a veces son relegados para la obtención de ciertos puestos de trabajo. La obesidad tiene una gran repercusión en el desarrollo psicológico y en la adaptación social de los niños y adolescentes. Los niños obesos, con frecuencia, presentan sentimientos de inferioridad, rechazo y una baja autoestima que mantienen durante toda su vida. Esta discriminación, causada por infundados prejuicios, atribuye a los obesos una nula capacidad de autocontrol sobre sus impulsos, en particular sobre la ingesta, de modo que se les culpabiliza de su obesidad al considerar que ésta es debida a su falta de voluntad. Este rechazo que padecen desencadena actitudes antisociales, depresión, aislamiento e inactividad, que induce a la ingesta de alimentos y perpetúa el problema.
6. Tratamiento y prevención de la obesidad en el centro escolar
La obesidad y el sobrepeso se han de prevenir e intervenir desde distintos ámbitos, siendo la familia probablemente la primera implicada. Pero también desde la escuela se puede prevenir la obesidad promoviendo los buenos hábitos.
El tratamiento ideal de la obesidad es la prevención, y la escuela parece un lugar adecuado para informar acerca de la alimentación en general y educar sobre hábitos alimenticios saludables en particular, así como para promover y facilitar el desarrollo de ejercicio físico a distintos niveles de actividad. No podemos desestimar el importante papel que los centros docentes pueden desempeñar en la promoción de la salud debido al carácter obligatorio de la educación para toda la población hasta los 16 años, a su propia naturaleza de espacio educativo y a la cantidad de tiempo que permanecen en ellos los alumnos.
Éstas son algunas de las intervenciones que se pueden llevar a cabo en el ámbito escolar para prevenir la obesidad, según los expertos que han elaborado la “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil”, creada por el Ministerio de Sanidad y Política social. Son puntos deseables en todo centro educativo, para la realización de los cuales son necesarias tanto la concienciación de la comunidad educativa como la elaboración de programas y la adjudicación de recursos destinados a ello:
La escuela debe promover la Educación física y la actividad deportiva, dentro y fuera de ésta.
Las escuelas deberían incluir programas educativos orientados a la mejora de la dieta, la actividad física y la disminución del sedentarismo, que incluyan a la familia y al personal académico.
Las intervenciones escolares deben ser mantenidas en el tiempo, a lo largo de los cursos escolares y continuadas fuera del ámbito escolar.
La ingesta alimentaria en la escuela debe ser saludable, incluyendo variedad de frutas y verduras y comidas pobres en grasas y azúcares. Sin embargo, muchos comedores escolares no proporcionan menús equilibrados.
Se recomienda la implementación de intervenciones multidisciplinares en los colegios e institutos para fomentar el consumo de frutas y verduras en la población infantil y adolescente. Hay una propuesta a nivel europeo para llevar frutas y verduras gratis a los colegios.
En la escuela es necesario crear un entorno dietético saludable, disminuyendo la accesibilidad a alimentos de elevado contenido calórico (máquinas expendedoras) y facilitando el consumo de alimentos saludables.
Se recomienda la promoción de la práctica de actividad física en la población infantil y adolescente mediante intervenciones dirigidas a más de un ámbito (escuela, familia, comunidad), e incluyendo intervenciones ambientales.
Tanto las familias como los profesionales que trabajan en la escuela deben estar incluidos en los programas escolares de educación sanitaria.
Se recomienda fomentar actividades en el ámbito escolar dirigidas a disminuir el tiempo destinado a ver la televisión, jugar con videojuegos, el ordenador o el teléfono móvil.
Lo cierto es que desde las administraciones se lucha porque muchos de estos puntos para prevenir la obesidad desde la escuela se lleven a cabo, aunque aún queda mucho camino por recorrer, y tanto los centros escolares como las familias deberíamos valorar y reclamar la importancia de estas prácticas saludables.
7. Tratamiento de la obesidad desde el área de Educación Física
El ejercicio físico produce ciertas mejoras en relación con la obesidad, entre ellas:
El ejercicio físico ejerce un efecto beneficioso sobre la composición corporal. Ayuda a reducir el índice de grasa corporal.
El ejercicio físico aeróbico se asocia con una mejora en el consumo máximo de oxígeno, produciendo a su vez una mejora de la capacidad pulmonar y esto se traduce en una mayor capacidad para realizar esfuerzos.
Mejora de la función cardiovascular, reduciendo así el riesgo de padecer enfermedades tales como la hipertensión arterial o el infarto de miocardio, disminuyendo así las tasas de mortalidad por enfermedades de este tipo.
Reduce los niveles de colesterol en sangre, disminuyendo así los niveles de “LDL” o colesterol malo, y aumentando los niveles de “HDL” o colesterol bueno.
Reducción de los pliegues cutáneos, produciendo así una reducción de la grasa corporal.
El ejercicio puede mejorar o reducir la existencia de anormalidades asociadas a la obesidad, como la sensibilidad a la insulina, la intolerancia a la glucosa o el perfil de lípidos en sangre.
La primera responsabilidad que tenemos sobre este tema como profesores de Educación Física, es la de detectar los casos de sobrepeso y obesidad que se dan entre nuestro alumnado. Como hemos visto anteriormente, la forma más sencilla y con mayor aceptación a nivel internacional es calcular el IMC, ya que presenta la ventaja de que es más fácil de aplicar y más fácil de comprender para los alumnos.
Una vez localizados los sujetos con exceso ponderal debemos informarles de los problemas de salud que supone el sobrepeso y la obesidad y motivarles hacia el cambio. Dado el creciente número de alumnos susceptibles de incorporarse a este tipo de programas, debemos promover en los centros docentes la conveniencia de crear grupos especiales de refuerzo educativo que reciban una o dos horas extra de clase semanal para ayudarles a superar este problema, que como hemos visto no sólo tiene repercusiones físicas, sino también psicológicas que pueden incluso estar relacionadas con algunos casos de fracaso escolar.
El profesor de Educación Física debe diseñar y desarrollar un plan de tratamiento comprensivo, que debe incluir objetivos concretos de pérdida de peso, manejo de la actividad física y de la alimentación, modificación del comportamiento y, cuando sea necesario, la participación de la familia. Combinando dieta y ejercicio con tratamientos conductuales pueden conseguirse pérdidas del 5% al 10% del peso durante un período de 4 a 6 meses.
Es necesario estimular un aumento de la actividad física cotidiana y por consiguiente del gasto energético, con elementos atractivos para el niño. El aumento de la actividad física debe ir orientado a lograr cambios en las actividades de la vida cotidiana, a disminuir el tiempo dedicado a actividades sedentarias (televisión, videoconsola, ordenador, etc.), a estimular actividades recreativas al aire libre y, en los niños mayores, a fomentar la participación en actividades deportivas de acuerdo a sus gustos y preferencias, poniendo énfasis en actividades que valoren la participación en equipo más que la competencia individual.
Pero no debemos olvidar que nuestro objetivo también es lograr un cambio de hábitos cuyo efecto se prolongue en el tiempo.
Santos Muñoz (2005) señala que se ha de promover y formar para una actividad física regular vinculada a la adopción de hábitos alimenticios y de ejercicio físico que incidan positivamente sobre la salud y la calidad de vida, es decir prevenir la obesidad desde la educación para la salud.
Los programas de ejercicio físico para el tratamiento de la obesidad deben ser de tipo cardiovascular (aeróbico), que involucre grandes masas musculares y estén directamente asociados a una mayor utilización de la glucosa.
También se aconsejan ejercicios repetitivos o de larga duración que requieren el trabajo de grandes grupos musculares. Hills y Parker (1988) han demostrado con un programa de 16 semanas, que con 20 minutos de actividad aeróbica, con una frecuencia de 3-4 veces por semana, además de un asesoramiento nutricional, se reduce los niveles de obesidad y el tejido adiposo en 20 de los sujetos, niños y preadolescentes obesos, comparado con otro grupo que recibió asesoramiento nutricional.
Un estudio realizado por Hayashi y cols (1987), señalaron que el peso corporal se redujo significativamente después de un año de intervención con ejercicio en niños obesos. Por el contrario, un grupo de niños con peso normal que participaba regularmente en sus clases de Educación Física ganó peso después del año, posiblemente, a causa del aumento de la masa corporal. Este estudio no incluyó a los sujetos obesos inactivos.
Gutin y cols (2002) demostraron con un programa de 4 meses duración, que contenía 40 minutos de ejercicio aeróbico durante 5 días a la semana, que los niveles de obesidad disminuyeron en un 4.1% en obesos de entre 7 y 11 años.
Owen y cols (1999) examinaron los efectos en 4 meses de entrenamiento aeróbico durante 5 días a la semana en 74 niños obesos de entre 7-11 años. Este programa de entrenamiento consiste en 40 minutos de ejercicio aeróbico con una intensidad aproximada entre el 70-75% de la frecuencia cardíaca máxima. Comparado con un grupo inactivo, se demostró que este entrenamiento físico redujo considerablemente los niveles de grasa corporal y el tejido abdominal subcutáneo.
En resumen, podríamos establecer un patrón general de ejercicio físico en relación con la obesidad:
Tipo |
Ejercicios Aeróbicos. |
Volumen |
30-50 minutos de actividad. |
Frecuencia |
2-5 días/semana. |
Intensidad |
60-75% de la FC. Máx. |
Algunos ejemplos de deportes o ejercicios a realizar de tipo aeróbico son la carrera continua, los deportes colectivos, natación, bailes, bicicleta, tenis, etc.
Es muy recomendable realizar ejercicios respiratorios para aprender a dosificar el esfuerzo y llevar un ritmo adecuado. También se deben realizar ejercicios de estiramiento muscular al final de cada sesión de ejercicios.
8. Conclusiones
Para finalizar, hemos de decir que la obesidad constituye un grave problema para la salud. Por ello, es importante su tratamiento desde la infancia y la adolescencia, ya que si no se actúa en estas etapas, los problemas en la edad adulta pueden ser de mayor gravedad.
Es misión de los educadores inculcar en los niños unos hábitos de realización de ejercicio físico que les permita mantener unas buenas condiciones saludables, evitando así tanto esta enfermedad, como otras muchas.
Bibliografía
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SERRA, J. R. (1996). Prescripción de Ejercicio Físico para la Salud. Barcelona: Paidotribo.
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