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La comunicación educativa entre estudiantes, docentes y tutores como

elemento indispensable en la formación de profesionales. Su historicidad

 

SUM Morón

(Cuba)

Lic. Leydis Rodríguez Valdivia | MSc. Marlene García Ravelo

Lic. Oscar Padilla Padrón | MSc. Magaly Hernández Sotolongo

MsC. Julia García Rizo

jgarcia@moron.cav.sld.cu

 

 

 

 

Resumen

          En el devenir histórico de la escuela como institución social, se hacen patentes los vínculos entre educación y comunicación aconteciendo las relaciones interpersonales con un carácter participativo e interactivo en el proceso pedagógico donde la comunicación ejerce influencias específicas en el desarrollo de la personalidad de los educandos. En tal sentido se hace reveladora la influencia de la personalidad del profesor y sus relaciones con sus estudiantes, así como las formas y métodos que se adopten para organizar el proceso docente, creando un clima comunicativo peculiar en cada situación, lo cual trasciende los límites de las experiencias del aula, estos aspectos se han ido transformado de acuerdo a las características de cada etapa evolutiva las cuales son abordadas en el presente trabajo.

          Palabras clave: Comunicación educativa. Tutores. Formación de profesionales.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 16 - Nº 156 - Mayo de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La comunicación educativa en el proceso de enseñanza aprendizaje permite acrecentar en el estudiante su participación y creatividad, constituye una variante de comunicación interpersonal que posee grandes potencialidades formativas y desarrolladoras de la personalidad, produciendo cambios internos y conductuales a corto, mediano y largo plazo por ser un proceso continuo y sistémico, implicando la unidad de lo afectivo, lo cognitivo y lo conductual.

    La nueva Universidad Cubana presupone que la actividad docente y la educación en el trabajo como una de las formas que adopta la misma, se convierta en un ejercicio de comunicación por excelencia, donde docentes y estudiantes establezcan una relación empática para que se produzca un clima afectivo que le permita al estudiante bajo la acertada orientación del mismo convertirse en el principal protagonista de su aprendizaje.

    La actividad docente-educativa constituye un indiscutible acto comunicativo, por tal razón se deben respetar las leyes que la misma precisa, en tal sentido cada sujeto que participa debe estar consciente del papel que juega en el mismo una vez como emisor, otras como receptor pero siempre en un proceso de retroalimentación en la que alumnos y docentes se alternen las funciones, sin desestimar los criterios de los otros y sin obviar el encargo de orientador que el tutor debe cumplir , pero no siempre ha sido asumida desde este punto de vista.

    En tal sentido el objetivo de este trabajo se formula en razón de ofrecer una propuesta periodización de la comunicación educativa como elemento indispensable en la formación de profesionales.

Desarrollo

    El hombre es un ser social, con el surgimiento del trabajo, de la sociedad y de la conciencia humana se operan grandes cambios que marcan diferencias sustanciales respecto al mundo animal.

    Es precisamente el trabajo quien desarrolla el pensamiento del hombre y genera nuevas formas de relaciones las cuales, con el decursar del tiempo llega de manera más eficaz al lenguaje hablado, al uso de las palabras como el medio más importante de la comunicación. El lenguaje sentó las bases para el desarrollo de la conciencia moral y el arte así como la aparición, ya en la sociedad dividida en clases, de la ciencia.

    En los inicios es la Filosofía quien se ocupa de estudiar los asuntos de las relaciones entre los hombres o sea de la comunicación; sin embargo en aquel entonces los filósofos llegaban a la concepción idealista de la vida social hasta que Carlos Marx y Federico Engels superan las opiniones dominantes de la época, para ofrecer una explicación materialista de la humanidad con la creación de la Filosofía Marxista que afianzó el Materialismo dialéctico, superando el carácter contemplativo del mundo, al demostrar el inmenso significado de la práctica.

    Para Engels (1975: 170) “…el lenguaje es tan antiguo como la conciencia y su surgimiento se debe a partir de la necesidad, de la imperiosidad de la comunicación entre los hombres…”.

    El estudio de la comunicación es tan antiguo como la actividad humana en que se manifiesta. El análisis marxista de la esencia del hombre como conjunto de relaciones sociales que tienen lugar en la actividad práctica sienta las bases para la comprensión científica de la comunicación en su dimensión social.

    En tanto la comprensión de la educación como agente condicionante del desarrollo de la humanidad se hace evidente desde el pensamiento pedagógico pre-científico, tan es así que en el devenir de la Pedagogía como ciencia se observan distintas tendencias que afrontan de manera divergente la educación del ser humano y con ella las concepciones en torno a los procesos de enseñanza y aprendizaje, del rol del profesor y del estudiante en la dirección de dichos procesos y consecuencia de la comunicación que se establece en dicho proceso.

    Por tal motivo podrá situarse una primera etapa de la evolución de la comunicación relacionada a la pedagogía que data de la Antigüedad con los criterios de la pedagogía helénica: los sofistas, Sócrates Y Platón, y pueden ser rastreados en la pedagogía cristiana: Clemente de Alejandría, San Agustín y Santo Tomás reconociendo estos como elementos esenciales el diálogo entre el maestro y el alumno.

    E. Ortiz (2000: 29) hace referencia a la consistencia de este método pedagógico empleado por los autores anteriormente mencionados porque presupone estar abierto al otro y la verdad, a escuchar y buscar juntos.

    Constituye ese un pensamiento bien avanzado para la época que sienta las bases para la evolución de la idea acerca de la formación de un profesional que orienta su actuación en el ejercicio de la profesión con iniciativa, fruto de una adecuada orientación y la posibilidad de activar el rol del educando mediante un proceso participativo y dialógico.

    Más avanzada en el tiempo la Pedagogía Tradicional como tendencia del pensamiento pedagógico comienza a germinar en el siglo XVIII a partir del surgimiento de la escuela como institución, y del advenimiento de la Pedagogía como ciencia en el siglo XIX, así los contenidos de enseñanza se erigen no solo en conocimientos sino también en valores atesorados por la humanidad y transferidos por el docente con el inconveniente de resultar una transmisión mecánica de verdades absolutas desligadas del contexto social e histórico donde se desarrolla el proceso.

    Esta etapa se caracteriza por el empleo de un método de enseñanza eminentemente expositivo, donde el papel decisivo lo juega el educador y la evaluación se produce de manera reproductiva, centrada en la calificación del resultado.

    Por otra parte atenta contra la formación adecuada el hecho de que la relación profesor-alumno es autoritaria fundamentada en el concepto de que el alumno es un receptor de información, resultando un proceso eminentemente unidireccional, donde el profesor es el transmisor y el estudiante un receptor pasivo de información, estando omitidas la participación y el dialogo entre profesores y estudiantes.

    Desde la Pedagogía Tradicional no es posible potenciar la formación integral del estudiante, en este sentido M. Ojalvo y otros (1999: 53) expresan: “Esta pedagogía puede ser autoritaria o paternalista, no forma al educando y solo lo informa, en el mejor de los casos. Este modelo educativo asume una forma de comunicación monologada, ‘bancaria’ que funciona con el esquema clásico de transmisión de información del emisor (profesor) al receptor (alumno)”.

    Sin embargo en el pensamiento pedagógico cubano del siglo XIX, a pesar de las limitantes evidentes en la época, es factible descubrir criterios relacionados con el valor práctico de la comunicación en la escuela muy vinculada con las posiciones filosóficas de sus representantes, sin llegar a mencionar explícitamente este concepto.

    Varela y Morales (1991: 118) sentenció: “El que piensa bien habla bien. Jamás un correcto lenguaje fue el compañero de unas ideas inexactas”, Y refiriéndose a los maestros: (1991: 171) “… mientras más hablen menos enseñarán... un maestro debe hablar muy poco, pero muy bien, sin la vanidad de ostentar elocuencia y sin el descuido que sacrifica la precisión.” La gloria de un maestro es hablar por la boca de sus discípulo.´´

    Sanguily (1962: 30) cita una afirmación pertinente en la práctica pedagógica relacionada al problema de la comunicación de José de la Luz y Caballero (1800-1862): “Entre otras mejoras he introducido aquel admirable método explicativo que tanto aplaudimos. Yo lo he hecho extensivo a toda la enseñanza. Conmigo no hay escapatoria, todo ha de ser razonado, todo con su cuenta y razón...”

    Por otra parte Martí sintetiza las ideas más valiosas de los pedagogos que le antecedieron pero además aporta valiosas ideas para los que le sucedieron en el siglo XX, sugiriendo no impartir las clases sino compartir, destacando la importancia de la oralidad conversacional.

    En Maestros Ambulantes (Mayo de 1884) plantea: “No enviaríamos pedagogos por los campos, sino conversadores… gente instruida que fueran respondiendo a las dudas que los ignorantes le presentasen o a las preguntas que tuvieran preparadas para cuando vinieran.”

    Le confiere un papel dinamizador y motivacional a la palabra, dándole vitalidad a las clases, al enriquecerlas con las interpelaciones, las adiciones momentáneas, los conocimientos previos y el lenguaje natural y no fingido.

    Para lograr este fin destaca también la necesidad de instrucción de esos pedagogos conversadores, adelantándose como ya es costumbre en él a su tiempo, esta reflexión está a tono con le propósito de la presente investigación.

    La obra martiana en torno a la comunicación se aproxima a las consideraciones de la pedagogía actual y de las clases contemporáneas donde actividad, motivación y comunicación quedan explícitamente expresadas en la unidad de lo instructivo y lo educativo. (E. Ortiz, 2000).

    Las insuficiencias manifestadas en el desarrollo de la comunicación educativa dentro de la tendencia denominada Pedagogía Tradicional determinan el surgimiento de una segunda etapa en el decursar del siglo XX, abordando con una óptica científica el fenómeno educativo.

    Esta nueva etapa se caracteriza por la lucha contra el dogmatismo en la enseñanza, el aprendizaje memorístico y la búsqueda del conocimiento científico, considerando otras alternativas pedagógicas para el desarrollo de la comunicación educativa desde diferentes ángulos al permitir al educando pasar de ser objeto a ser sujeto del aprendizaje en un proceso donde debe reinar un clima afectivo favorable y el respeto mutuo.

    Este período coincide con el surgimiento de tendencias tales como la Escuela Nueva la cual desplaza el centro de atención de la enseñanza y el profesor al estudiante y sus necesidades de aprendizaje, la Pedagogía Operativa de J. Piaget que inicia los enfoques constructivistas centrando la atención en los mecanismos psicológicos del aprendizaje.

    También coexisten en este periodo la Pedagogía no Directiva de Carl Rogers que reconoce al estudiante como persona que aprende, la Pedagogía Liberadora de Paulo Freire que sitúa como elementos esenciales la educación dialógica, participativa y el carácter problematizador y comprometido de la enseñanza con el contexto sociohistórico en que tiene lugar y el Enfoque Histórico Cultural de Lev Vigotsky, que enfatiza el carácter desarrollador de la enseñanza y la función orientadora del profesor en el diseño de situaciones sociales de aprendizaje que conducen al estudiante a su crecimiento como ser humano (CEPES, 2000).

    Todas estas tendencias aspiran a la búsqueda de una explicación científica de la educación para comprender su formación y desarrollo como sujeto de la vida social. En ellas el profesor orientador del aprendizaje es un guía que conduce al estudiante por la vía del saber, sin imposiciones pero con la autoridad suficiente que emana de su experiencia y sobre todo de la confianza que en él han depositado sus alumnos, a partir del establecimiento de relaciones afectivas basadas en la aceptación, el respeto mutuo y la comprensión.

    Las tendencias pedagógicas anteriormente descritas toman en consideración explicita o implícitamente desde esta concepción una definición de comunicación educativa, al respecto M. Ojalvo y otros (1999:74) refieren:

    “Es un proceso de interacción entre profesores, estudiantes y entre éstos entre si y de la escuela con la comunidad que tiene como finalidad crear un clima psicológico favorable para optimizar el intercambio y recreación de significados que contribuyan al desarrollo de la personalidad de los participantes”.

    Esta concepción educativa que centra la atención en el profesor y el estudiante como sujetos de enseñanza y aprendizaje exige una comunicación democrática, de tal manera M. Ojalvo y otros (1999: 61) precisan:

    “El modelo de comunicación para este tipo de educación es democrático, centrado en la participación dialógica donde se da el intercambio y la interacción entre docentes y discentes, una relación comunitaria, donde ambos sean, según el término acuñado por Cloutier ‘emirecs’, es decir emisores y receptores de mensajes al unísono, interlocutores. Este tipo de educación supone una comunicación que abra múltiples canales que permita el establecimiento de diversas redes de relaciones entre los educandos y los educadores”.

    La importancia de la comunicación educativa como proceso de intercambio de información, de carácter democrático y participativo es destacada en el pensamiento pedagógico latinoamericano de esta etapa a través de autores como Freire (1979, 1980, 1998); Kaplún (1983, 1984, 1987,1993, 2001) y Prieto Castillo (1998).

    Viñas (2000: 103) al referirse a la importancia que Freire concede al diálogo como herramienta educativa para potenciar el compromiso de los educandos con la transformación social expresa:

    “La utilización del diálogo como método que permite la comunicación entre los educandos y entre éstos y el educador se identifica como una relación horizontal de A más B, en oposición al antidiálogo como método de la enseñanza tradicional que implica una relación vertical de A sobre B. Sobre esta base propone la educación dialógica como la forma de desarrollar una pedagogía de la comunicación que facilite dialogar con ‘alguien’ y sobre ‘algo’…”Precisamente el ‘algo’ es el programa educacional que propone, con situaciones concretas de la vida del pueblo, lo que posibilita que el analfabeto llegue al aprendizaje de la escritura y la lectura, para introducirse en el mundo de la comunicación, actuar como sujeto y no como objeto pasivo que recepciona lo que impone el educador y dar paso así a la transformación” .

    En resumen el pensamiento pedagógico de los autores latinoamericanos anteriormente referidos, se distingue por la esencia comunicativa y dialógica de la educación constituyendo un elemento definitorio para el desarrollo pleno del ser humano.

    Podría distinguirse una tercera etapa que asume los preceptos de los estudiosos anteriormente citados en el tratamiento y el perfeccionamiento de la comunicación educativa y es aquella que se visualiza en la actualidad donde se redimensiona la función orientadora del profesor universitario y del tutor en el proceso de enseñanza-aprendizaje a tono con las exigencias sociales y que es comprendida a partir de la dialéctica entre la directividad no directividad del proceso, en tanto ser tutor significa guiar el proceso de aprendizaje del estudiante hacia la construcción autónoma de conocimientos, habilidades y valores.

    La tutoría vista como una actividad y una función del profesor está dirigida a potenciar la formación integral del estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ello significa que todo profesor es un tutor del desarrollo personal y profesional del estudiante. Por ello consideramos que el profesor-tutor en la Universidad es un orientador del estudiante en tanto diseña situaciones de aprendizaje potenciadoras de una actuación profesional responsable, competente, ética y de compromiso social. (González Maura, 2004)

    La tutoría en la educación en el trabajo está dirigida al desarrollo profesional como proceso de educación permanente, dirigido a la mejora profesional a través de la colaboración. De tal manera se deben preparar a los docentes y tutores incluyendo en su superación programas de Comunicación Educativa que centren la atención no sólo en el desarrollo de conocimientos y habilidades para la comunicación, sino en el desarrollo de la autovaloración del profesor en el desempeño comunicativo, facilitándoles opciones para el diseño de estrategias que potencien la misma.

    La superación en este sentido se convierte en un proceso de construcción profesional (Mingorance, 1993) donde a través de los descubrimientos de soluciones sobre la problemática de la enseñanza, el docente va desarrollando destrezas cognitivas y metacognitivas que le permiten la valoración de su trabajo profesional.

    La superación profesional sin descuidar las necesidades propias de la profesión, puede brindar una alternativa a partir de la socialización de estrategias que capaciten al tutor sobre métodos adecuados para suplir las carencias que se derivan de la propia formación del mismo, en la cual no se toman en consideración formas adecuadas para posibilitar su entrenamiento para el desarrollo acertado de la comunicación educativa, sin embargo se precisa que los currículos integren soluciones ante estas demandas del conocimiento en esta arista, previendo las dificultades que habrá que solucionar posteriormente.

    Los programas de formación docente para el desarrollo de la competencia comunicativa deben por tanto sustentarse en la concepción de la formación docente como proceso de desarrollo profesional (Mingorance, 2001; González Maura, 2006; González Tirados y González Maura, 2007).

    En síntesis, el desempeño comunicativo del tutor es un componente esencial de su desarrollo profesional, imprescindible a la vez en el ejercicio de la educación en el trabajo para que la misma tenga lugar a partir de la reflexión crítica, implicación y compromiso con la calidad en la función educativa.

Conclusiones

  • El proceso de comunicación pedagógica que tiene lugar en un contexto educativo planificado y dirigido hacia objetivos determinados exige que la intención del sujeto educador ponga en función todos sus recursos para lograrla.

  • El proceso de comunicación pedagógica tiene lugar en medio de las relaciones humanas que en él se producen y no son únicamente de transmisión de información, sino de intercambio, de interacción e influencia mutua, lo que propicia el desarrollo del individuo y su personalidad.

  • Las demandas de la escuela contemporánea, en correspondencia con las condiciones socio- económicas y científico- técnicas y superando etapas anteriores, exigen trabajar por un acercamiento cada vez mayor a una preparación especial del tutor de la educación en el trabajo, así como de nuevas actitudes del discente en la misma.

  • El modelo de comunicación pedagógica en el contexto actual exige que el estilo sea democrático, centrado en la participación dialógica, en el intercambio entre el tutor y el estudiante donde ambos sean emisores y receptores de mensajes indistintamente, en fin interlocutores.

Bibliografía

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  • Ortiz, E. (2005) Comunicarse y aprender en el aula universitaria. Centro de Estudios sobre Ciencias de la Educación Superior. Universidad de Holguín Oscar Lucero Moya.

  • Ortiz, E. (2006) Fundamentos Psicológicos del Proceso Educativo Universitario. Centro de Estudios sobre Ciencias de la Educación Superior. Universidad de Holguín Oscar Lucero Moya

  • Prieto, D. (1994) La mediación pedagógica en el espacio de la educación universitaria. Revistas Tecnología y Comunicación Educativas, p. 9-13, Nº 25, Octubre-Diciembre.

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