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Alfio Basile y los diversos modos de desacreditar la vejez

   
Lic. en Sociología
por la Universidad de Buenos Aires
(Argentina)
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com

 

 

 

 

 
Resumen
    En nuestra población, que paradójicamente sufre un proceso de envejecimiento, se cristalizó la tendencia a seguir conviviendo con una pesada carga de prejuicios y gracias a ellos mantenerse alejado del tema de la vejez. Sin embargo, las hondas vivencias allí alojadas podrían servir para que los más jóvenes, si se animaran a abandonar las nociones descalificadoras, las restituyan al presente para beneficio de toda la sociedad.
    Palabras clave: Alfio Basile. Vejez. Discriminación.
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 16 - Nº 156 - Mayo de 2011. http://www.efdeportes.com/

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    Vale señalar que en el seno de la población argentina se fue cultivando un alto nivel de desprecio por el otro, sometido, en determinados momentos, a las múltiples frustraciones que nos suele deparar la vida en cualquier esquina. Al respecto, convendría tener en cuenta que nadie puede escapar de ellas a su capricho.

    De tal forma, se abrió paso la noción de que cualquier acción individual o colectiva queda permitida si el objetivo es destronar o bloquear el camino del otro, por celos, envidia o por la razón que fuera. Entonces, nada puede impedir, a quien ciertamente se lo proponga, alcanzar prontamente una meta para superar la angustia que le produce la espera a este tipo de personas. Tomar atajos es el mecanismo ideal para seres insatisfechos que rivalizan a muerte con los demás, a veces con disimulo y otras abiertamente, valoran lo instantáneo y no tienen intenciones de proyectar sus vidas hacia logros más trascendentes.

    Por supuesto que dichos actores se muestran implacables con todo aquello que no los favorece momentáneamente. Descartan, en forma prioritaria, la lentitud ya que es una particularidad que les demora la llegada a esos objetivos pequeños que siempre se plantean. La misma es un verdadero obstáculo para quienes el horizonte se les borra prontamente de la vista. Al respecto, recuerdo una imagen luminosa, un rayo de sol que desnuda la falacia de tal razonamiento, obsequiada a los televidentes por una destacada pianista argentina: tocar rápido toca cualquiera, lo difícil es sostenerse en lo lento.

    Alfio Basile, destacado director técnico argentino que tuvo experiencias fulgurantes como jugador y posteriormente dirigiendo equipos importantes, decidió renunciar al tan preciado cargo después del partido que la selección nacional perdiera contra Chile, en el país trasandino1. Una derrota que no modificaba mucho el rumbo de las cosas pues el equipo seguía clasificado para disputar la Copa del Mundo 2010, pero las cartas estaban echadas.

    Es que se había creado un clima denso que fue más allá de las circunstancias descriptas en un capítulo del nuevo libro que estoy escribiendo. Circunstancias que llevarían, un tiempo después de concretarse la mentada conjura al entrenador, a expresar al ayudante de Basile que se mostró más sensible con respecto a esta cuestión, me refiero a Jorge Ribolzi, que Diego Maradona como persona era una basura. Las contundentes palabras, producto de una herida que indudablemente seguía abierta, fueron reproducidas en diversos medios locales y extranjeros.

    Una variedad de actores, ligados o no al mundo del deporte, depositaron en el seno de la comunidad un nivel de ira que no respondía a lo que estaba pasando en la realidad sino, muy especialmente, a una batería de discursos ligados a la hipocresía lisa y llana. De allí que negando las evidencias más claras, se hizo hincapié en la avanzada edad de Basile y en la osadía del experimentado entrenador de querer gozar aún de algunos placeres.

    Se lo acusó abiertamente de que ya estaba gagá, utilizándose también otras expresiones despectivas disparadas por personas con afinidades psicológicas y cuyos valores morales no parecen cumplir en ellos ninguna función inhibitoria. De tal manera, ponían sobre el tapete la fuerte discriminación que se ejerce en la sociedad argentina contra la gente mayor. Asimismo, los más "piolas" de ese universo social, aquellos que necesitan imperiosamente que los otros tomen conocimiento de sus hazañas, se empezaron a mofar de algunas de sus costumbres más arraigadas como la de ir frecuentemente a cenar afuera con sus amigos, un ritual que casi siempre convoca a dialogar (una de las grandes virtudes que todavía conserva el ser humano) y a hilvanar esperanzas.

    Es evidente que el universo de personas que viven negando el proceso natural de envejecimiento y marchan con pasos acelerados sin saber bien a dónde se dirigen, rechazan terminantemente lo que significa aprender de quienes alcanzaron en la vida un nivel de sabiduría (la palabra misma cae en desuso) al haber optado por madurar dejándole un lugar privilegiado a la aventura y cultivando el arte de la amistad.

    Existen amplias coincidencias en que no hay elemento más formativo que la experiencia. Ella es la que nutre la memoria volviéndola plástica y enriqueciéndola con una variada gama de fantasías que ayudan a neutralizar el tedio, permitiendo a cualquier sujeto social mantener la lucidez en la última etapa de su vida.

    En nuestra población, que paradójicamente sufre un proceso de envejecimiento, se cristalizó la tendencia a seguir conviviendo con una pesada carga de prejuicios y gracias a ellos mantenerse alejado del tema de la vejez. Sin embargo, las hondas vivencias allí alojadas podrían servir para que los más jóvenes, si se animaran a abandonar las nociones descalificadoras, las restituyan al presente para beneficio de toda la sociedad.


Nota

1. Vale señalar que en ese partido no jugó Riquelme, de quién dependía, en buena medida, el ordenamiento táctico del equipo, suspendido por llegar al límite de amonestaciones permitidas. Asimismo, se notó en aquel encuentro un nivel de desgano en varios de los jugadores argentinos.


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