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Incidencia del sobrepeso sobre la flexibilidad y la fuerza explosiva

 

Universidad de Málaga

(España)

Luisa Fernanda Cobo Cueto

Jesús Aguilera Crespo

Dr. José Carlos Fernández García

jcfg@uma.es

 

 

 

 

Resumen

          El presente estudio investiga la relación existente entre el sobrepeso y las cualidades de flexibilidad y fuerza explosiva. Tratando la división del sobrepeso desde dos parámetros diferentes: el Índice de Masa Corporal (IMC) y la Bioimpedancia (BIE). La investigación se realizó sobre una muestra de 55 varones voluntarios estudiantes de Educación Física, que realizaron las pruebas de flexibilidad y fuerza explosiva de la batería Eurofit. Los resultados reflejan que los sujetos con sobrepeso, según el IMC, consiguen valores más elevados de flexibilidad y fuerza explosiva, sin diferencias significativas.

          Palabras clave: Sobrepeso. Flexibilidad. Fuerza explosiva. IMC. BIE.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 155, Abril de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Se trata de una investigación en la cual se estudia la incidencia del sobrepeso sobre el rendimiento en la flexibilidad y la fuerza explosiva de las extremidades superiores. La muestra del estudio consistió en 55 hombres, estudiantes de Educación Física y las pruebas que se realizaron fueron flexión de cadera adelante en posición de sentado (FLT) para la flexibilidad y salto de longitud sin impulso (SL) para la fuerza explosiva, ambas pertenecientes a la batería Eurofit (1992).

    La flexibilidad es la amplitud de movimiento de una sola articulación o de una serie de articulaciones y refleja la capacidad de las unidades musculotendinosas para elongarse tanto como se lo permitan las restricciones físicas de la articulación (Dougall et al. 1995); es la capacidad de realizar gestos usando la capacidad articular más amplia posible, tanto de forma activa como pasiva (Manno, 1991); comprende propiedades morfofuncionales del aparato motor que determinan la amplitud de los movimientos del deportista (Platonov, 2001). El término flexibilidad es más adecuado para valorar la movilidad general de las articulaciones de todo el cuerpo. Cuando se habla de una articulación en concreto, es más correcto hablar de su movilidad. La flexibilidad puede caracterizarse en tres tipos: activa, dependiente de la capacidad de contracción de los músculos agonistas con efecto de relajación simultánea de los músculos antagonistas; pasiva, cuando la acción se deja a merced bien de la fuerza de gravedad, de la inercia propia del cuerpo, bien de la acción de un objeto-aparato y/o compañero; mixta, combinación de las dos fórmulas anteriores. (Castañer et al. 1991).

    Los factores que favorecen o limitan la flexibilidad son de naturaleza anatómica en primer lugar, pero también de naturaleza neurofisiológica, reguladora. Desde el punto de vista anatómico tenemos la movilidad articular, que es la capacidad de ejecutar un movimiento con toda la amplitud que permite el límite de movilidad de cada zona articular, y la elasticidad muscular de los grupos musculares que se ven implicados en el movimiento de la articulación requerida en cada movimiento.

    La amplitud de movimiento de una articulación está influida por varios factores: la estructura de la articulación y la interfase entre las dos superficies de articulación, que pueden evitar las amplitudes de movimiento excesivas en diversas articulaciones, y los tejidos blandos que rodean la articulación (músculos, tendones, fascia, ligamentos y piel) que también restringen el movimiento de la articulación (Johns et al. 1962).

    En cuanto a la elasticidad muscular la característica verdaderamente importante es la capacidad para alargarse de la unidad formada por el tendón y el músculo, es decir, la extensión de la unidad musculotendinosa, que es el objetivo primordial de los ejercicios de estiramiento. En las estructuras musculotendinosas encontramos dos tipos de receptores nerviosos: los husos neuromusculares, órganos encargados de registrar las modificaciones mecánicas del músculo que informa acerca de la tensión de los mismos y provocan el reflejo por estiramiento (Manno, 1991), y los órganos tendinosos de Golgi, propioceptores encapsulados en las fibras de los tendones que son sensibles al estiramiento de gran magnitud y pueden tener un papel en la inhibición de la contracción muscular en caso de lesión (Manno, 1991). Los husos son estimulados por el estiramiento del músculo y provocan una respuesta refleja de contracción en el mismo. Los órganos de Golgi son estimulados también por el estiramiento del músculo pero predominantemente tienen misión protectora, reaccionan a un exceso de tensión muscular en la unión con el tendón produciendo una inhibición (aflojamiento) del músculo estirado (reflejo inverso por estiramiento). Para estimular de la mejor manera posible los órganos de Golgi se precisa un estiramiento que ha de durar al menos 6 segundos, mientras que la respuesta de los husos es inmediata.

    Otros factores que afectan al nivel de flexibilidad son el sexo del deportista, su edad, las condiciones del ambiente exterior y la temperatura de los tejidos. En las mujeres la flexibilidad es mayor que en los hombres (De Vries et al. 1994). La flexibilidad cambia con la edad: desde la primera infancia, la flexibilidad tanto activa como pasiva va disminuyendo constantemente (Phillips, 1955). El nivel de la flexibilidad cambia durante el día: es menor por la mañana, luego aumenta poco a poco, logrando sus máximos índices a medio día y va disminuyendo hacia la noche (Platonov et al. 1992). Cualquier acción que ayude a aumentar la temperatura del músculo, incluso el calor local aplicado en la articulación (hasta 45ºC), puede aumentar la flexibilidad en un 10-20% y, por el contrario, una temperatura de 18ºC disminuye la flexibilidad en un 10-20% (Moore et al. 1980).

    La fuerza es la capacidad motora del hombre que le permite vencer una resistencia u oponerse a ésta mediante una acción tensora de la musculatura (Manno, 1991); es la capacidad motriz de superar una resistencia por medio de la oposición ejercida por la tensión de la musculatura (Castañer et al. 1991); es la capacidad para vencer o contrarrestar una resistencia mediante la actividad muscular (Platonov, 2001). La fuerza puede manifestarse en régimen isométrico (estático) del trabajo muscular cuando durante la tensión no varía su longitud, y en régimen isotónico (dinámico) cuando la tensión provoca un cambio de longitud de los músculos. En el régimen isotónico se distinguen dos variantes: concéntrica, en la que la resistencia se vence con una tensión de los músculos y una disminución de su longitud, y excéntrica, en la que la resistencia se realiza con una extensión del músculo y un aumento de su longitud.

    Desde el punto de vista fisiológico los factores determinantes de la fuerza son:

    El diámetro transversal de los músculos: la fuerza que es capaz de ejercer un músculo es proporcional a su corte transversal (Weber, 1846).

    La disposición anatómica de las fibras del músculo: la estructura interna del músculo así como la disposición de sus fibras guardan una estrecha relación con la fuerza y la capacidad de contracción, podemos encontrarnos con las siguientes disposiciones fibrilares en el músculo: fusiforme, las fibras son paralelas al eje del músculo, recorriéndolo en todo su longitud; penniforme, la disposición de las fibras tiene forma de pluma, cuando se requiere principalmente fuerza las fibras musculares son cortas y se ordenan de esta manera, con el tendón a un lado y las fibras colocadas en ángulo oblicuo respecto a éste; bipenniforme, las fibras se disponen en ángulo a ambos lados del tendón, la máxima potencia se alcanza en esta disposición (Platonov, 2001).

    La clase de fibras del músculo: las fibras rojas, de contracción más lenta, son más resistentes y tienen menos fuerza, mientras que las fibras blancas, de contracción más veloz, son más fuertes y rápidas pero se fatigan antes. Existe predominio de unas fibras sobre otras pero siempre se encuentran ambas en los músculos (Platonov, 2001).

    La longitud del músculo: el músculo cuanto más largo sea más se puede contraer y su longitud inicial condiciona la capacidad de contracción, si está acortado o excesivamente estirado disminuye su fuerza (Platonov, 2001).

    La frecuencia de los impulsos que las neuronas transmiten a los músculos (coordinación intramuscular): cuanto mayor sea la inervación de una fibra mayor será la fuerza que puede producir (Manno, 1991).

    El nivel de sincronización de las unidades motoras (coordinación intermuscular): la coordinación intermuscular es decisiva para ejecutar de forma eficaz el movimiento y producir así nuestra máxima fuerza (Manno, 1991).

    En cuanto a la clasificación de la fuerza, se distinguen tres formas fundamentales: fuerza explosiva, que comporta una aceleración máxima, y que es la expresión más elevada de fuerza que puede ofrecer el sistema neuromuscular en momentos de contracción voluntaria; fuerza rápida o veloz, por debajo de la de tipo máximo, producida por la capacidad neuromuscular de vencer una resistencia con gran rapidez de contracción; fuerza de carácter lento, que se presenta cuando la superación de la resistencia se produce en una situación de velocidad constante. (Castañer et al., 1991).

    Otras definiciones de fuerza explosiva que es de la que se ocupa este estudio son: la fuerza explosiva comporta una aceleración máxima (Kusnesov); es el vencimiento de una resistencia no límite a la máxima velocidad (Kuzniecow); es la capacidad del sistema neuromuscular para movilizar el potencial funcional con el fin de lograr altos índices de fuerza en el tiempo más breve posible en condiciones de resistencia notable (Platonov, 2001).

    Respecto a la manera de diferenciar a los sujetos con normopeso de los que tienen sobrepeso, el parámetro elegido ha sido el IMC (Índice de Masa Corporal) tomando como puntos de corte los proporcionados por la OMS (Organización Mundial de la Salud), según los cuales a partir de un valor de IMC igual o superior a 25 nos encontramos en sobrepeso.

    También utilizaremos como parámetro diferenciador la BIE (Bioimpedancia Eléctrica) que mide la oposición que muestran los tejidos del cuerpo humano ante el paso de una corriente eléctrica constante y de baja intensidad. Está basada en un simple concepto: la grasa que se encuentra en el cuerpo no es un buen conductor de electricidad, mientras que el agua, cuya mayor parte se encuentra en los músculos, es un conductor eficaz. El porcentaje de masa corporal medido por la BIE resulta mejor indicador de obesidad que otros métodos como el IMC, pero su problema es que no existen puntos de corte internacionales (Martínez, 2007).

    El objetivo de la investigación es conocer la influencia que pueda tener el sobrepeso sobre la flexibilidad y fuerza explosiva de las extremidades inferiores.

Métodos y materiales

Medidas antropométricas

    Se calculó la altura en bipedestación, del vértex al plano de sustentación, mediante un tallímetro con exactitud de 1mm, teniendo los talones, glúteos y parte alta de la espalda en contacto con el tallímetro, formando un ángulo aproximado de 60 grados los pies, y la cabeza en el plano horizontal de Frankfort. Se obtuvo el peso corporal con una báscula que expresaba el peso en kilogramos con una precisión de 0,1 kg, manteniendo el peso bien repartido entre ambas piernas y sin contactar con ningún objeto exterior, con el mínimo de ropa posible. Para el cálculo del porcentaje de grasa corporal se empleó un bioimpedianciómetro marca Omron BF 306 siguiendo el protocolo de uso recomendado por el fabricante. La fórmula utilizada para el cálculo del IMC fue: IMC =masa (Kg)/(altura (m))2

Medidas de los parámetros de condición física

    Todos los sujetos realizaron las pruebas de flexibilidad y fuerza explosiva de la batería EUROFIT, según las recomendaciones del comité de ministros de los estados miembros sobre los tests de aptitud física eurofit, adoptadas el 19 de mayo de 1987.

Flexión de cadera hacia adelante desde la posición de sentado (FLT)

    Se empleó un banco con una regla que sobrepasaba 15 cm la vertical del apoyo de los pies, con una longitud total de más de 45 cm. Se empleó también otra regla de unos 30cm que sería empujada por los participantes con la punta de los dedos perpendicularmente a la anterior. Se les relató a los participantes cómo debían ejecutar el proceso, sentados en el suelo, con las piernas extendidas y apoyadas de frente en el banco, sujetados por otro compañero por las rodillas, para que nos las flexionasen, deberían flexionar el tronco hacia delante empujando lentamente con la punta de los dedos la regla perpendicular sobre la graduada fijada al banco, tanto como pudiesen, sin rebotes hasta la posición de máxima flexión. Durante el desarrollo de la prueba los participantes fueron alentados. La distancia alcanzada será anotada como puntos, desde los 15 cm sobre la vertical de los pies, así alguien que llegue justo a esa vertical anota 15 puntos.

Salto de Longitud sin Impulso (SL)

    Se emplearon 2 conos, una línea del campo de balonmano y una cinta métrica fijada al suelo. El ejecutante, debía partir con pies paralelos desde detrás de la línea del campo y entre los dos conos que limitaban la zona de salto y realizar sin impulso previo un salto en profundidad. Se repitieron dos intentos por cada participante y se anotó la mejor de las distancias conseguidas por el miembro en contacto con el suelo más retrasado, esta anotación se haría transformando la medida de cm en puntos.

Análisis estadísticos

    Los datos recogidos de las pruebas y las mediciones fueron tratados y agrupados usando una aplicación informática estadística (SSPS versión 17.0) para obtener los estadísticos descriptivos y se realizó la prueba de contraste t-Student para muestras independientes entre los grupos de normopeso y sobrepeso así como

Resultados

    Para comprobar la homogeneidad de la muestra, en primer lugar, se realizó la prueba K-S comprobándose que esta cumplía dichos requisitos. En la tabla 1 aparecen las características de la muestra. Los resultados reflejan que los sujetos con sobrepeso, según el IMC, consiguen valores más elevados de flexibilidad y fuerza explosiva, sin diferencias significativas.

Tabla 1. Estadísticos descriptivos de la muestra (n=55)

    En la tabla 2 se exponen las características de las dos submuestras de estudio, según el IMC, en la que se aprecian diferencias significativas en todas las variables salvo en la edad y la talla.

Tabla 2. Estadísticos descriptivos de los subgrupos de normopeso (n=44) y sobrepeso (n=11) según valores de IMC (Media±DE)

 

Tabla 3. Resultados de las pruebas de flexibilidad, salto según grupos de IMC (Media±DE)

    Como podemos observar en la tabla 3, el rendimiento del grupo de sobrepeso según el IMC, en la flexibilidad y la fuerza explosiva no sólo ha sido mayor, sino que además ha presentado diferencias estadísticas significativas.

    En las siguientes gráficas se muestran los resultados por separado de las categorías de la anterior tabla.

    Cuando se han seleccionado dos submuestras, según su porcentaje (%) de masa grasa estimado mediante BIE, se ha tomado como punto de corte el percentil 50 (21.55 % de grasa), distinguiéndose entre el grupo BIE 1 < 21.55 y el grupo BIE 2 ≥ 21.55. Los resultados tomando como referencia el % de masa grasa estimado mediante BIE revelan un rendimiento superior del grupo BIE 1, con diferencias significativas en el salto pero no en la flexibilidad tal y como muestra la tabla 5.

Tabla 4. Estadísticos descriptivos de los subgrupos BIE 1 (n=39) y BIE 2 (n=16) según valores de BIE (Media±DE)

 

Tabla 5. Resultados de las pruebas de flexibilidad y salto según grupos de BIE (Media±DE)

 

Discusión

    Algunos estudios previos revelan resultados parecidos (Tokmakidis et al. 2006) en cuanto a la flexibilidad, aunque difieren respecto a la fuerza explosiva (Fernández et al. 2008).

    Tokmakidis afirma en su estudio sobre alumnos de Primaria en Grecia que los niños (7-10 años) con cierto sobrepeso tienen peores cualidades físicas en general que los demás salvo en la flexibilidad, apartado en el que alcanzan valores similares, y en la agilidad consiguen valores un poco superiores. Por otro lado, Fernández, en su estudio sobre la fuerza de los niños y adolescentes (13-17 años) con sobrepeso, obtiene que aquellos con sobrepeso alcanzan cotas más altas en la fuerza isométrica mientras que son algo inferiores en la fuerza dinámica del miembro inferior (saltos). En contraposición, el presente estudio y el de Tokmakidis no muestran diferencias significativas entre la actuación de ambos grupos, en fuerza explosiva, empleando el salto en ambas investigaciones para evaluar dicha cualidad si se tiene en cuenta el porcentaje de masa grasa, presentando diferencias significativas si el elemento seleccionador es el IMC.

    En primer lugar, se podría pensar que la diferencia entre el estudio de Fernández y el que nos ocupa radica en la edad de los sujetos participantes, pero vemos que los infantes griegos evaluados lograban resultados concordantes con los participantes de nuestro estudio, de una mayor edad a los dos anteriores. Por esto se propone una futura línea de investigación longitudinal para observar las posibles fluctuaciones del IMC y las cualidades según el desarrollo de los individuos con la edad.

    Como aspecto novedoso se clasificó a los sujetos según % de masa grasa, tomando como valor de corte la media de la impedancia del grupo con sobrepeso (puesto que no existen clasificaciones establecidas internacionalmente), los resultados revelan que el grupo con menor % de grasa, obtienen mejores registros en la flexibilidad y la fuerza explosiva.

    Al tomar el % de grasa como valor separador de la muestra, los resultados obtenidos han diferido significativamente a favor de los sujetos con menor porcentaje graso cuyos rendimientos han sido mejores tanto en la prueba de flexibilidad como en la de salto. Sin embargo, cuando la selección de submuestras se hace mediante el IMC aquellos que presentan sobrepeso alcanzan mayores rendimientos de modo absoluto en ambas pruebas y con diferencias estadísticamente significativas.

    Esto pone de manifiesto que el empleo del IMC como criterio de clasificación puede influir en los resultados, pues puede ser un factor poco fiable para la determinación del sobrepeso si se compara con la BIE.

    Las razones que podrían explicar los mejores resultados de los sujetos con sobrepeso son las características especiales de la muestra en cuanto a su actividad física habitual, pues cabe esperar que así sea dada la especialidad de sus estudios. La influencia de la obesidad sobre la flexibilidad y fuerza explosiva no afecta negativamente en este grupo, por lo que se sugiere que sería necesario realizar estudios con muestras de distintos niveles de actividad física para comprobar si esta conclusión es extensible a todos los tipos de sujetos, o solamente a los que lleven una vida con alta práctica de actividad física.

    Se hacen necesarias mayores investigaciones en relación a los valores de corte de la bioimpedancia, para establecer una clasificación, válida y aceptada por la comunidad científica sobre los sujetos con sobrepeso.

Referencias bibliográficas

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