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Alimentación, condición física y rendimiento escolar

 

Maestro de Educación Física y de Educación Primaria

Diplomado en la Universidad de Almería.

CEIP Villaespesa – Tercia (Lorca)

José Francisco Azor Cruz

elpoetamajareta@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Con el presente artículo quiero resaltar la importancia que tiene una buena alimentación en la condición física y en el rendimiento escolar.

          Palabras clave: Alimentación. Nutrición. Actividad física. Rendimiento escolar.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 155, Abril de 2011. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    La sociedad en la que vivimos ha cambiado sus hábitos en un espacio de tiempo relativamente corto, empeorando notablemente las condiciones de desarrollo corporal de nuestros niños.

    En este proceso, los medios de comunicación adquirieron una importancia fundamental pasando a formar parte de nuestras vidas, constituyéndose como actual fuente de diversión y de adoctrinamiento, condicionando con ello no sólo nuestra conducta alimentaria, sino también nuestra identidad en la imagen personal.

    En nuestra sociedad, cada vez existe mayor interés y preocupación por estar informados sobre el mejor modo de alimentarse para mantener un estado de salud adecuado y un rendimiento académico óptimo, ya que hoy en día es más evidente la relación entre una alimentación saludable y un buen estado de salud (Delgado, 1999). De ahí que el autor parta de problemas cotidianos y concretos que tiene el alumnado en el ámbito familiar o de la comunidad, para ir provocando en ellos algunos cambios actitudinales. Estos cambios les van a permitir aceptar mejor los hábitos más saludables en relación con la alimentación.

    En este mismo sentido, autores como Shepard (1994), indican como comportamientos favorables para la salud una alimentación correcta, una actividad física realizada con una frecuencia, intensidad y duración adecuadas y unas pautas de descanso regulares y de apropiada duración (entre 7 y 8 horas cada noche).

    Ante esta realidad, y teniendo en consideración el grado de desconocimiento que la población escolar presenta en relación a la importancia de una alimentación sana, se hace necesario instaurar unos hábitos saludables adecuados a su nivel educativo y a las condiciones socioculturales en las que se encuentra nuestro alumnado.

    Según Devís (2000), las bases biológicas, pedagógicas y psicológicas que los sustentan deben ser adaptadas a las características del alumnado con el fin de ponerlo ante situaciones para las que no están preparados.

    En este sentido podemos decir que la condición física en la etapa de Educación Primaria debe estar íntimamente relacionada con la adquisición de hábitos saludables que también se trasmitirán desde la escuela mediante los procesos de enseñanza y aprendizaje que demanda la sociedad.

2.     Aproximación conceptual

    La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “Un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Prima una consideración subjetiva: hay salud si, a pesar del deterioro físico, se supera un proceso de rehabilitación completo hasta encontrarse el sujeto a gusto en su medio; no la hay si se carece de bienestar, aún en ausencia de enfermedad.

    Se llama alimentación al acto de proporcionar al cuerpo alimentos y al proceso de ingerirlos. Es un proceso consciente y voluntario, susceptible de modificación y cuya calidad depende principalmente de factores económicos y culturales.

    Pero en ocasiones se asocia o confunde la alimentación con la nutrición. ¿Es lo mismo?

    Podemos definir la nutrición como el conjunto de procesos fisiológicos por los cuales el organismo recibe, transforma y utiliza las sustancias químicas contenidas en los alimentos. Ésta puede ser involuntaria e inconsciente dependiendo de procesos corporales como la digestión, la absorción y el transporte de los nutrientes de los alimentos e incluso los tejidos.

    Con todo ello podemos asegurar que el estado de salud de una persona viene dado, en parte, por la calidad de la nutrición de las células que constituyen sus tejidos. Por lo que una correcta nutrición ayudará sin duda a conseguir tales propósitos.

    Una nutrición idónea es la que cubre:

  • Los requerimientos de energía a través de la ingestión en las proporciones ideales de nutrientes energéticos, como los hidratos de carbono y las grasas. Estos requerimientos energéticos están relacionados con la actividad física y con el gasto energético de cada persona.

  • Los requerimientos plásticos o estructurales proporcionados por las proteínas.

  • Las necesidades de micronutrientes no energéticos como las vitaminas y los minerales.

  • La correcta hidratación basada en el consumo de agua.

  • La ingestión suficiente de fibra dietética.

3.     La pirámide de los alimentos

    En consonancia con la relación alimento-actividad, a continuación establezco, (tal y como indica la OMS) la pirámide de los alimentos que muestra la cantidad (porciones) y proporción de alimentos.

    Aparecen los alimentos que debemos tomar cada día en función de las recomendaciones de ingestión de hidratos de carbono, grasas, proteínas, fibra, vitaminas, minerales... teniendo en cuenta que todos los alimentos son necesarios para una alimentación equilibrada, distribuidos en grupos que contienen una aportación nutricional semejante. A medida que se asciende por la pirámide, disminuye la cantidad diaria recomendada para los distintos grupos de alimentos. Siguiendo a Grande, F. (1985):

1er nivel: pan, cereales, arroz y pasta

    Base de la pirámide. En ella se encuentran los cereales, el pan, las patatas, la pasta, el arroz... Casi todos ellos contienen muy poca grasa. Este grupo de alimentos aporta la mayor parte de las calorías que un individuo sano consume al día.

    La cantidad que se consume debe ser proporcional al gasto energético de cada persona, lo que a su vez está condicionado por la edad, el sexo y la actividad física. Así, las personas más activas (que gastan más energía), pueden consumir una mayor cantidad de estos alimentos que las personas sedentarias de su misma edad y sexo. Deberían tomarse entre 6 y 11 porciones diarias. Una porción equivale a una rebanada de pan, media taza de arroz o pasta.

2º nivel: frutas y verduras

    Este nivel está dividido en dos compartimentos; en uno se sitúan las verduras y en el otro las frutas. Es muy importante la aportación de fibra y vitaminas que tienen estos grupos, especialmente las antioxidantes. Se debe tratar de estimular su consumo a todas las edades.

  • Frutas: Proporcionan hidratos de carbono de absorción lenta. Son ricas en ácido fólico y vitaminas C, B, E... Diariamente se recomiendan de 2 a 4 porciones, siendo preferible consumir frutas antes que zumos. Una porción equivale a una fruta mediana, 15 ó 20 uvas...

  • Verduras: Proporcionan hidratos de carbono de absorción lenta y son ricas en vitaminas. Diariamente son recomendables de 3 a 5 porciones, siendo por lo menos una de ellas cruda. Una porción equivale a media taza de vegetales cocinados, una taza de vegetales crudos...

3er nivel: lácteos y carne/pescado

    Está subdividido en dos partes: el grupo de los lácteos y el que agrupa a las carnes, pescados mariscos, pollos, huevos y leguminosas secas.

  • Lácteos (leche, yogur, queso): Son particularmente importantes por su aportación de calcio (para prevenir la osteoporosis) y proteínas de alto valor biológico. Todas las personas deben tratar de consumir leche diariamente. Se recomienda a las personas con sobrepeso u obesidad las leches semidesnatadas o desnatadas, que mantienen su aportación de nutrientes esenciales con un menor contenido de grasas caloríficas. Se recomiendan 2 ó 3 porciones diarias. Una porción equivale a 1 vaso de leche, 1 yogur...

  • Carnes, pescados, marisco, huevos, leguminosas: Se recomienda el consumo de pescado (por su excelente aportación de proteínas, hierro, vitamina B12, iodo, zinc y, en especial, porque aporta grasas necesarias para la salud que contienen un efecto preventivo de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares). Después del pescado, se recomiendan las carnes blancas (pollo, pavo) antes que las rojas, por su menor contenido de grasas. El grupo de las carnes se caracteriza por su aportación de proteínas de alto valor biológico y minerales. Es aconsejable tomar 2 ó 3 porciones diarias. Una porción equivale a 60-90 gramos de carne o pescado, 1 huevo, ½ taza de legumbres cocinadas...

4º nivel: grasas, aceites y dulces

    Forman la cúspide de la pirámide. Se agrupan aquí los aceites, mantequilla, margarina y aquellos alimentos que contienen una importante cantidad de grasas, como las aceitunas, nueces... También el azúcar, la miel y los alimentos que los contienen en abundancia. En este grupo, se recomiendan las grasas de origen vegetal (aceites de oliva, soja,...) a las de origen animal (mantequillas, natas, tocino...), ya que estas últimas tienen un alto contenido de ácidos grasos saturados y colesterol. Su consumo debe ser moderado, de acuerdo a las necesidades energéticas del individuo.

4.     Nutrientes y actividad física

    Entre los nutrientes básicos vamos a encontrar 6 clases:

  • Carbohidratos: su función principal es aportar energía, pero también se construyen con ellos moléculas que luego forman parte de nuestros órganos.

  • Proteínas: desempeñan diversas funciones en las células de nuestro cuerpo: forman parte de algunas estructuras (músculos, tendones, piel, uñas...), transportan oxígeno y grasas y son la base de los genes (ADN).

  • Grasas o Lípidos: la principal función de las grasas es aportar energía al organismo, aunque también forman parte de estructuras corporales.

  • Vitaminas: No aportan energía, pero sin ellas el cuerpo no sería capaz de aprovechar determinados elementos de nuestra alimentación.

  • Sales minerales: Son necesarias para la elaboración de tejidos, síntesis de hormonas y determinadas reacciones químicas.

  • Agua: representa aproximadamente el 75% del peso que tiene una persona al nacer y el 60% cuando es adulta. Las reacciones de nuestro organismo que nos permiten estar vivos tienen lugar en el agua, con lo cual es imprescindible para vivir.

5.     La alimentación hoy día

    En la actualidad, la conducta alimentaria del alumnado se caracteriza por presentar unos hábitos inadecuados (alimentos extraños, comida basura, exceso de azúcares y bebidas gaseosas…) que producen desequilibrios nutricionales y un aumento preocupante de niños con trastornos de la conducta alimentaria (cada vez más jóvenes), cuyas consecuencias nos llevan a hablar no sólo de sus efectos individuales (problemas físicos y psíquicos), sino de su dimensión social.

    Para abordar esta problemática debemos incidir, entre otros aspectos, en la actividad física y en la adquisición de unos hábitos alimenticios adecuados.

    De hecho en el currículo LOE, para la Educación Primaria se contempla la alimentación como un contenido a impartir, especialmente en el área de Educación Física (desde el bloque 4. “Actividad física y salud”) para que desde edades tempranas se forme a los niños/as en este sentido, siendo la escuela el lugar idóneo para llevar a cabo este aprendizaje debido a que la escuela permitirá:

  • Mostrar a los niños y niñas una idea de ser humano ligada a la salud.

  • A los individuos imitarse unos a otros en relación a los hábitos alimentarios.

    Estas enseñanzas que se introducen van encaminadas a instaurar en el individuo una actitud crítica con lo que ve, haciéndolo consciente de lo que hace con su cuerpo y conocedor de hábitos de actividad física, alimenticios o de higiene que van a contribuir al desarrollo físico y psíquico de la persona, facilitando la mejora en su salud y por ende, en su rendimiento académico.

6.     Alimentación y actividad física

    Los nutrientes son sustancias químicas que se encuentran en los alimentos que ingerimos y por ello, su conocimiento es indispensable para conseguir una condición física aceptable.

    Así pues, una alimentación nutricional adecuada que permita dar respuesta a nuestras demandas energéticas será uno de los ejes principales a enseñar dentro de la escuela y en relación directa con el área de Educación Física.

    Pero no sólo basta con conocer la teoría, sino que su importancia radica en la práctica. Es necesario que los alumnos relacionen la correcta alimentación y hábitos de vida saludables con una práctica física correcta.

    Es decir, se trata de relacionar nuestra alimentación con las exigencias de nuestra vida diaria en general y en particular con las exigencias de cualquier tipo de actividad física. Así, por ejemplo, comprenderán que en la realización de actividades físicas de resistencia es indudable el valor energético de los carbohidratos en especial y también de las grasas, o en actividades de habilidad donde el consumo excesivo de grasa puede no ser tan positivo.

    Establecer estas relaciones entre alimentos y actividad será pues fundamental. Y sobre todo aspectos como la cantidad y en particular la calidad de los mismos.

7.     Alimentación saludable y rendimiento académico

    Para conocer la relación que existe entre la alimentación saludable y el rendimiento académico, hemos de aludir a la estructura cerebral.

    El cerebro está formado por una intrincada maraña de neuronas interconectadas entre sí que funciona en base a sustancias químicas muy simples (mayoritariamente proteínas) cuya misión es transmitir un mensaje de una neurona a otra.

    Nuestra capacidad de aprendizaje va a depender en gran medida de nuestros niveles de neurotransmisores en el cuerpo, sustancias que obtenemos de la alimentación.

    En este sentido, podemos decir que nuestra capacidad de atención, concentración y alerta depende prioritariamente de la existencia de un aporte continuo de azúcar (glucosa) al cerebro.

    El cerebro no tiene ningún sistema para almacenarlo, así que debe tomar pequeñas cantidades de glucosa de la sangre continuamente para poder seguir funcionando.

    Durante el sueño nocturno, los niveles de glucosa (azúcar) se mantienen estables, pero al despertar, es distinto. El destino del azúcar sanguíneo y la capacidad de mantener sus niveles estables, depende de lo que comemos.

    A continuación muestro, de forma resumida, algunos de los resultados de los estudios que relacionan rendimiento académico y déficits alimentarios:

  • Fatiga, apatía y sueño.

  • La velocidad de procesamiento cerebral disminuye.

  • Dificultades en la memoria a corto plazo.

  • Disminución de la rapidez y exactitud.

  • Dificultades en la memoria auditiva y visual a corto plazo.

  • Memoria inmediata retardada.

  • Disminución de la fluidez verbal.

  • Dificultades en pruebas de aritmética y discriminación de estímulos.

  • Disminución del estado de alerta y la capacidad de reacción.

  • Reducción de la capacidad física, de la resistencia al esfuerzo y de la capacidad muscular.

8.     De la teoría a la práctica

    El objetivo último de este artículo es llevar al aula, de forma práctica, todos estos conocimientos teóricos.

    La experiencia que se describe a continuación se puede trasladar a cualquier curso de Educación Primaria.

    No se trata de imponer una alimentación específica ni pretendemos fomentar un tipo de vida estricta. Se busca sobre todo que el alumno no sólo conozca qué es lo que consume, sino pará qué le sirve y sobre qué utilidades prácticas, en relación con su condición física, tiene el mayor o menor consumo de una determinada sustancia.

    La obtención de una condición física saludable alejada de los cánones impuestos necesita de una correcta alimentación. Unos hábitos de alimentación que sólo se adquirirán desde la escuela y que esta debe formarse a partir de las propias experiencias del alumnado así como de sus problemas. De otra forma, caeremos en el error de dejar al alumnado seguir los consejos de la industria del consumismo, que no nace desde una concepción didáctica e integral del individuo. Se trata pues, de que el alumno y alumna adquiera una actitud crítica ante las prácticas sociales de consumo y conozca la relación entre dicho consumo y sus implicaciones positivas o negativas sobre el ejercicio.

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