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El arte de deslizarse del deporte a la política

   
Lic. en Sociología
por la Universidad de Buenos Aires
(Argentina)
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com

 

 

 

 

 
Resumen
     Un método supuestamente eficaz para aprovechar la popularidad lograda en el ámbito deportivo y oxigenar un poco la actividad política tradicional a través de figuras nuevas, consiste en presentar a estos sujetos como candidatos en una elección fijada por el orden político. Aquí es importante tener en cuenta que las principales figuras de la política hace tiempo dejaron de pensar en lo social desde un proyecto coherente que apunte drásticamente a solucionar la problemática de los sujetos que quedaron atrapados debajo de la línea de pobreza, y que la mayoría de las decisiones se dirimen en conclaves cerrados ya que la participación popular quedó, prácticamente, reducida al voto.
    Palabras clave: Deporte. Política. Popularidad.
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 153, Febrero de 2011. http://www.efdeportes.com/

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Patria serás patria
quizá un día…

Rafael Amor


    Cualquier persona que ha triunfado en el ámbito deportivo o que se ha destacado de alguna forma sin haber alcanzado nunca la cima, puede ver facilitado su acceso a la política. Así, dejará de ser un simple espectador o a lo sumo un advenedizo para pasar a participar activamente en el terreno político con el fin de ayudar a achicar la enorme distancia que existe entre los votantes y unos dirigentes que con el paso del tiempo han alterado la jerarquía de prioridades

    Lo importante para dichos notables es haber adquirido popularidad en el mundo del deporte. Es que la misma se ha vuelto un factor básico en los regimenes democráticos actuales que le dan una fuerte cabida a los recorridos individuales. (¿Seremos plenamente conscientes de las transformaciones culturales que trajo aparejado el neoliberalismo que puso prácticamente todo patas para arriba y que el mismo sigue moldeando, en buena medida, el presente?).

    Un método supuestamente eficaz para aprovechar la popularidad lograda en el ámbito deportivo y oxigenar un poco la actividad política tradicional a través de figuras nuevas, consiste en presentar a estos sujetos como candidatos en una elección fijada por el orden político. Aquí es importante tener en cuenta que las principales figuras de la política hace tiempo dejaron de pensar en lo social desde un proyecto coherente que apunte drásticamente a solucionar la problemática de los sujetos que quedaron atrapados debajo de la línea de pobreza, y que la mayoría de las decisiones se dirimen en conclaves cerrados ya que la participación popular quedó, prácticamente, reducida al voto.

    Vale acotar al respecto que para asegurar la concurrencia masiva a las urnas ante el gran desencanto que se produjo en la población con los políticos y la política en general, se mantiene a rajatabla en nuestro país el voto obligatorio fijado por la elite liberal conservadora en 1912. En cambio, en otras naciones sudamericanas se lo concibe sólo como un derecho, concurriendo los ciudadanos a ejercer su voto de manera libre y espontánea1. De todas maneras la mayoría de las elecciones, cualquiera sea la forma en que se llevan a cabo, sólo pueden modificar una estructura social, a todas luces injusta, dentro de límites estrechos.

    En verdad, con el simple desplazamiento de un lugar a otro, dichos sujetos que han sabido acumular popularidad no tienen el éxito asegurado, pues ello no responde a una cuestión mecánica sino que depende de muchos factores. Basta recordar, como ejemplo, que Alberto Jacinto Armando -un punto de referencia ineludible para muchos dirigentes locales después que lideró a principios de los años sesenta la modernización de los clubes argentinos a partir de aquel engendro denominado "fútbol espectáculo"- se presentó en marzo de 1973 a elecciones nacionales aprovechando esos jirones de popularidad que se ganó dirigiendo con éxito al club de la rivera. Irrumpió en escena como candidato a senador bonaerense por la Alianza Republicana Federal, una coalición de orientación ultraconservadora, y el porcentaje de votos, para quien ocuparía por largos años la presidencia de Boca Junios, fue muy bajo. (Dichas elecciones otorgaron el poder al candidato a presidente del principal partido político del país: Héctor Cámpora, ratificando que el peronismo tuvo desde su fundación notables desempeños electorales)

    En el contexto de desorganización social que se plasmó en las últimas tiempos, si estos debutantes de la política que aprendieron a irradiar optimismo, más tarde o más temprano, alcanzan la meta prefijada, quedarán librados, entre otras cosas, a que se hayan preparado bien para el cargo y a las diversas circunstancias que les toque atravesar para saber si en definitiva su quehacer aporta a la calidad institucional de la democracia o si su paso por la política fue, más que nada, un trampolín para su proyección personal. (Una cuestión que sumará otro desencanto para los votantes).

    Semejantes personajes que tuvieron el talento suficiente para consolidarse en la esfera deportiva y que en esas lides se mostraban generalmente distanciados del mundo de la política, en un determinado momento se los verá encaramarse en el ámbito político aprovechando la fama que lograron en base a su propio esfuerzo2, nos dice cosas sobre la manera en que se seleccionan los dirigentes en un país donde la política gira obsesivamente en torno a conjeturas electorales y a su vez de la pérdida de confianza en gobernantes cuyo horizonte no va más allá del corto plazo.

    Desligados los políticos tradicionales de las historias partidarias a partir de los cambios económicos y culturales producidos desde mediados de la década del setenta, cambios eficazmente remachados luego en los años noventa, han dejado desde hace largo rato de generar estrategias que conduzcan al bien común. A lo sumo toman medidas circunstanciales, es decir para la "ocasión", que sirven, más que nada, para tranquilizar la conciencia social de los dirigentes políticos y parlamentarios.

    Sin embargo, dichos actores se siguen manteniendo en el candelero en base a permanentes reacomodamientos. Pero en una Argentina dañada por reiteradas crisis es difícil que algún político despierte esperanzas masivas, a lo sumo despertará ilusiones que en forma precaria vincularán a una variedad de personas por un tiempo limitado.

    En el caso de que los puestos políticos sean cubiertos por personajes famosos de otras áreas, a quienes se les abre la puerta porque consideran los políticos convencionales que pueden así incrementar su caudal electoral, aquellas ilusiones podrían dispararse ya que los mismos están más acostumbrados a captar las emociones de la gente.


Notas
1. Al respecto, los dirigentes de la República Bolivariana de Venezuela entendieron que la verdadera participación no podía pasar por una obligación y modificaron las reglas hace una década.
2. En la Argentina, una variedad de actores del ámbito deportivo que alcanzaron allí notoriedad pública, una vez retirados pasaron, más tarde o más temprano, a ocupar cargos públicos de diversa relevancia. Entre ellos puede mencionarse a Antonio Rattín, Rubén Glaría, Julio Ricardo Villa, Héctor "Pichi" Campana, Mauricio Macri y Sergio Massa.

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