La corporeidad: un imaginario que se instituye, constituye y reconstituye en el mundo de la vida cotidiana |
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Lic. Educación Básica con Énfasis en Educación Física, Recreación y Deporte Estudiante de Maestría en Educación con Énfasis en Didáctica de la Educación Física Joven Investigador Colciencias, Universidad de Caldas, 2010 Integrante Grupo de Investigación Mundos Simbólicos: Estudios en Motricidad y en Educación, Universidad de Caldas. Manizales |
Diego Armando Jaramillo Ocampo (Colombia) |
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Resumen El cuerpo ha sido considerado desde distintas posturas, a tal punto de instituirse en términos imaginarios como un cuerpo que hace, que mueve, transporta o carga; desde una perspectiva construccionista el cuerpo-corporeidad es la posibilidad del ser-en-el-mundo (Ponty, 2000 y Sergio, 2005) para expresarse y ponerse en relación con los otros y lo otro, de manifestarse corporal y simbólicamente en el mundo de la vida cotidiana (Schutz, 2008 y Shotter, 2001) donde se construye y ayuda a la construcción del Otro y del mundo. La corporeidad es la imbricación de un cuerpo holístico y complejo. La presente reflexión, tiene la pretensión de desarrollar y fundamentar la siguiente tesis: el cuerpo es una inmanencia del ser; existen imaginarios que reducen el cuerpo a cosa, objeto o maquina; existen imaginarios que construyen el cuerpo como corporeidad, cuerpo viviente-simbólico imbricado en las relaciones cotidianas. Palabras clave: Corporeidad. Imaginario. Cuerpo.
Este documento fue presentado en las III Jornadas de Actualización en Educación Física, Recreación, Deporte y Actividad Física para la Salud. Celebrado en la Universidad de Caldas (Manizales, Colombia) entre los días 22-24 de septiembre de 2010.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 150, Noviembre de 2010. http://www.efdeportes.com/ |
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Al abordar el cuerpo son múltiples las disciplinas y los planteamientos que subyacen a éste, pues las interpretaciones se han dado desde perspectivas filosóficas, psicológicas, sociológicas, antropológicas, biológicas entre otras. En este sentido y en términos imaginarios1 el cuerpo se ha instituido o instaurado en las sociedades de acuerdo a las características propias de estas, a sus contextos, sus costumbres, sus prácticas culturales, sus modos de ser y de vivir en el mundo de la vida cotidiana.
Un ejemplo de cómo el cuerpo se ha configurado en las sociedades lo muestra Portela (2006), al ilustrar el papel de la educación física en las distintas épocas históricas, por ejemplo, en la época primitiva el cuerpo hacia (homo faber) por cuestiones de subsistencia y supervivencia; en la greco-romana el cuerpo estaba al servicio del alma o del espíritu según los griegos, desde los romanos se “utilizaba” más como herramienta de conquista y símbolo de poder y control militar; en el medioevo, tal vez es donde más se retoma el cuerpo como cárcel del alma, como algo impuro o lugar que había que controlar para legitimar el poder de algunos grupos sociales2 sobre los individuos; la época moderna con sus procesos de industrialización se intereso por un cuerpo al servicio de la producción, un cuerpo máquina que se instrumentaliza, repite gestos, movimientos y acciones reproduciéndolos mecánica y automáticamente; y la época contemporánea, donde el cuerpo posee unas altas connotaciones estereotipadas, modeladas y regidas por parámetros de belleza, estética y con influencia en la sociedad de consumo.
Por otro lado, el cuerpo visto desde el punto de vista fenomenológico transita según Vanegas (2001, p. 61 y ss.) por ser un cuerpo cosa o cuerpo objeto (Korper), lo cual equivale a decir entre otras cosas que el cuerpo es un mostrar-se a los demás; o un cuerpo sintiente o cuerpo animado (Leib) que toca pero al mismo tiempo es tocado, que desea y se emociona; o un cuerpo como movilidad expresiva que muestra una actividad con significado, que todo gesto está cargado de significado; o el cuerpo como posibilidad semiótica producto de lenguajes insertos en lo corporal; y un cuerpo como la expresión moral vivida intercorporal; desde otra taxonomía y caracterización Valery (1991) plantea cuatro clases de cuerpo: mi propio cuerpo (alteridad), el cuerpo expuesto ante los demás, la escisión del propio cuerpo con el pensamiento y el cuerpo real o el cuerpo imaginario. En este sentido las concepciones de cuerpo son mucho más complejas y dinámicas si se integran en los discursos y en las prácticas de las personas (en sus imaginarios), y si no se mira con recelo o sesgo como discurso legitimo, propio o exclusivo de alguna disciplina, sino, que se proyecta como posibilidad de ser-hacer-decir-sentir de los sujetos tanto en el ser individual como en el ser social en los contextos culturales.
En este sentido, Ponty (2000, p. 100), considera el cuerpo como “el vehículo del ser-del-mundo”, una inmanencia vivenciada del ser, por lo tanto, un cuerpo que construye y reconstruye las realidades, los sujetos y las sociedades, pues ellos están en una dinámica y movilización permanente, no son estructurados desde fuera o dados naturalmente, el cuerpo como manifestación vivida-simbólica del ser expresa y se expresa en las relaciones con los otros y con lo otro, “es el medio de comunicación con el mundo” 3
La educación como un proceso en el cual se transmiten de forma real y simbólica algunos imaginarios sostenidos en el tiempo o instituidos, pone en escena un cuerpo dado, modelado o determinado, pero de otro lado en los contextos específicos permite que los hombres construyan otras formas de reconocer- se en lo corpóreo, de acordar y negociar acuerdos en procura de una construcción social de sus realidades a partir de imaginarios psicosomáticos e instituyentes; a decir de Cullen (1997) “al enseñar se seleccionan algunos de los diversos sentidos e imágenes acerca del cuerpo, que se producen y circulan en la cultura, y algunos de los saberes que la historia del pensamiento, de la ciencia y de la misma disciplina de la educación física ha ido produciendo en torno a lo corporal”.
Pensar en procesos de enseñanza del cuerpo o de la corporeidad definida por Kolyniak (2005, p. 33) como…
“…condición concreta de presencia, participación y significación del hombre en el mundo. Como condición objetiva, la corporeidad es el substrato sobre el cual se construye la motricidad. Como vivencia subjetiva, la corporeidad es fruto de la construcción de la motricidad”
es pensar en trascender el imaginario reducido a lo biológico, a la fisiología mecanicista que Ponty (Ibíd. p 76) relaciona con el cuerpo maquina u objeto, pues un objeto no posee la consciencia y la intención que tiene el sujeto y por esto el cuerpo no puede simplificarse o metaforizarse con ello; la afectividad, el deseo, el pensamiento y la capacidad de ser un sujeto educable (Zambrano, 2005) o un sujeto pedagógico (Cullen, 1997) permite ver y asumir al hombre como un proyecto (con coordenadas corporales por construir), un ser inacabado (Feitosa, 2006: p. 59) donde su condición biológica integre y reconozca las demás dimensiones que hacen parte de su naturaleza humana compleja y holística.
Rico Bovio en el documento de la nueva paideia del cuerpo, hace referencia al cuerpo como totalidad, esta totalidad debe entonces tener coherencia entre una narrativa oral y otra corporal, a decir de Furlan (1996: p. 11), “Mejor un cuerpo políglota, pues deja al cuerpo comunicarse con quien quiera”, (documento el lugar del cuerpo en una educación de calidad), de esta manera los sujetos no sólo dicen o piensan en una integridad de su corporeidad, sino que, la vivencian en su cotidianidad, expresan a través del cuerpo que es significación, comunicación, relación; en ocasiones las personas no se percatan de ese ser cuerpo hasta estar en condiciones adversas, por ejemplo, al sentir enfermedad o ser violentada su humanidad en todas sus formas. Al respecto García (1999) sustenta como muchos jóvenes conforman grupos sociales a los cuales se afilian buscando encontrar respaldo, aceptación e interacción, todo esto es articulado con y en su cuerpo, de esta manera y así como lo manifiesta el relato, el cuerpo permite esa interacción con los otros, interacción no solo desde lo físico en sentido estricto sino como obra de arte, nudo de significaciones (Ponty, 2000: Pág. 164).
Autores como (Ponty, Sergio, Trigo, Murcia, Portela, Kolyniak, Jaramillo, Hurtado, Arboleda, Ayala entre otros) han trascendido el concepto fisicalista y hegemónico de cuerpo maquina, cuerpo objeto y cuerpo cosa al de corporeidad, donde no sólo se tiene un cuerpo, “sino que se es un cuerpo, más que hablar de cuerpo humano es más pertinente hablar de la corporeidad que consiste en la experiencia de ser cuerpo” (Ponty, 1956; Zubiri, 1988 en Sergio y Toro 2005), por lo que los procesos de enseñanza se pueden interesar también en indagar y escudriñar en las profundidades del ser para ayudar a exteriorizar, germinar o posibilitar un nuevo nacimiento metafóricamente hablando de esa persona, una búsqueda de sí mismo, una realización, que por medio de la educación física o de la educación corpórea, se logren intereses acordados y construidos de sociedad, de civilidad y de reconocimiento de la diferencia para que las instituciones no sólo reproduzcan y legitimen las relaciones de poder (Foucault, 2002 y Bourdieu, 1993), sino que se permita liberar al oprimido (Freire, 1972), emancipar-se de ataduras y controles impuestas arbitrariamente hacia una expansión de las libertades humana (Sen, 2000).
Es imprescindible abordar el cuerpo desde su complejidad, desde las imbricaciones que emergen en los discursos académicos y cotidianos, reconocer los imaginarios instaurados y emergentes, para que la formación incida en el sujeto íntegro u holístico, es decir, además de ser necesario educar las valencias físicas o el cuerpo objeto, educar también las coordenadas, la corporeidad, el cuerpo sintiente, expresivo, erótico, el cuerpo sujeto, y, son los procesos de construcción social y pedagógica una alternativa interesante para pensar y vivenciar el cuerpo propio y el del Otro, ya que a partir de la comunicación e interacción, me constituyo y constituyo al otro en esa relación intersubjetiva dentro del mundo social del cual hacemos parte desde nuestro nacimiento y construimos en el paso del tiempo en el mundo de la vida cotidiana (Schutz, 2008 y Shotter, 2001).
De-construir y reconstruir los imaginarios del cuerpo dentro de la educación física y en la sociedad es una tarea difícil, pero no es imposible, los profesores y los ciudadanos de la vida común debemos reflexionar y profundizar en la consolidación de discursos que se conviertan en praxis, en pretextos que afecten y motiven al otro y a sí mismo en la dignificación y el valor del cuerpo para una sociedad, un cuerpo encarnado – simbólico donde se manifieste el desarrollo humano y se haga visible los sentimientos/deseos/pensamientos/acciones del ser-del-mundo (Ponty, Sergio).
Notas
El imaginario corresponde a las construcciones intrasubjetivas e intersubjetivas, se refiere a esa carga intangible de sentido que las personas le damos al mundo y a nosotros mismos y desde las cuales organizamos nuestras vidas. Es lo que asumimos como “realidad” o lo que Castoriadis (1983) plantea como “la capacidad de la sociedad y de la psique-soma de generar, crear, imaginar su propia red simbólica. Es entonces esa sustantividad histórico –social que pregna las funciones sociales y que se expresa siempre desde los simbólicos que la sociedad construye”. Ver MURCIA (2006). Vida Universitaria: un estudio desde los imaginarios de maestros y alumnos. CINDE-Universidad de Manizales. Tesis Doctoral.
La iglesia como institución social que controlaba el comportamiento de los ciudadanos además del estado quien estaba influenciado por este control, castigaba el cuerpo como símbolo de poder y de manejo de la verdad absoluta. Ver Foucault (2002). Historia de la sexualidad, la voluntad del saber. Siglo XXI editores, SA. 2da reimpresión. Argentina.
Ver Ponty (2000, Pág. 110) quien aborda extensamente el asunto del cuerpo como inmanencia del ser.
Bibliografía
CULLEN Carlos, (1999). Cuerpo y sujeto pedagógico: de malestares, simulaciones y desafíos. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Nº 13. http://www.efdeportes.com/efd13/ccullen.htm
FEITOSA, Anna, KOLYNIAK F, Carol y RATH K, Helena M. (2006) En acción 2: Mudanzas. Horizontes desde la Motricidad. Editorial Universidad del Cauca.
FURLAN A. (1996). El lugar del cuerpo en una educación de calidad. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Nº 13. http://www.efdeportes.com/efd13/afurlan.htm
GARCÍA S, (1999). Cuerpos al margen, cómo se asumen, cómo se comunican. Centro de estudios sociales, ces, Facultad de ciencias humanas, Universidad nacional de Colombia. VIII CONGRESO DE ANTROPOLOGÍA EN COLOMBIA.
KOLYNIAK, F. Carol (2005). Propuesta de un glosario inicial para la ciencia de la motricidad humana, cap. 2 compilado por: TRIGO, Eugenia y otros, En acción con sentido 1, 2005, Editorial Universidad del Cauca, Pagina: 32 y 33.
MURCIA P, Napoleón (2006). Vida Universitaria: un estudio desde los imaginarios de maestros y alumnos. CINDE-Universidad de Manizales. Tesis Doctoral.
PONTY, Maurice M, (1945), Fenomenología de la percepción, Editorial Península (Barcelona) quinta edición, julio de 2000.
PORTELA G. Henry (2006). Los conceptos en la Educación Física: conjeturas, reduccionismos y posibilidades. Editorial Kinesis, Armenia.
SERGIO, Manuel y TORO, Sergio. La Motricidad Humana, Un corte epistemológico de la educación física. En: Revista en acción 1. Con sentido. Universidad del Cauca, 2005. Pág. 104-108.
VALÉRY, Paul (1991). , “Reflexiones simples sobre el cuerpo”, Fragmentos para una Historia del cuerpo humano (Parte Segunda). Madrid, Taurus.
VANEGAS, G. José Hoover. (2001). El cuerpo a la luz de la fenomenología. Manizales: Artes gráficas Tizán y Universidad Autónoma de Manizales.
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