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La revista costarricense Cordelia y el ejercicio físico en la mujer

 

Maestría en Ciencias Sociales

(Costa Rica)

Chester Urbina Gaitán

(Costa Rica)

 

 

 

 

Resumen

          La revista Cordelia en 1912 señalaba la importancia del ejercicio y del deporte en el desenvolvimiento social de la mujer. Pese a esto la educación en Costa Rica sólo la preparaba para su desarrollo intelectual. La participación en la práctica del deporte se redujo al privilegio de las que pertenecían a la clase dominante.

          Palabras clave: Educación. Ejercicio físico. Deporte. Mujer. Patriarcalismo. Costa Rica.

 

 
http://www.efdeportes.com/ EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 149, Octubre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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Educación femenina y práctica del deporte en Costa Rica

    En setiembre de 1912 salía el primer número de la revista Cordelia, dirigida por el dramaturgo, arquitecto y pionero de la publicidad en Costa Rica José Fabio Garnier. Esta revista estaba dedicada a la mujer costarricense, cuyo objetivo era el ennoblecimiento supremo, por la sin par cultura intelectual y moral, de la encantadora mitad del genero humano.1

    Dos meses después, Maria Plattis en su artículo “La belleza femenina” señala que para la mujer todos los ejercicios gimnásticos y deportivos, al contrario de lo que realmente se creía, servían para desenvolver la gracia, porque obligaban a la ejecución de movimientos ágiles, ordenados, seguros y prontos. Lejos de esto estaban las mujeres que vivían en una vida sedentaria de régimen antiguo, las cuales son raramente graciosas en sus movimientos y en sus actitudes.2

José Fabio Garnier (1884-1956)

    El interés de la marquesa Plattis constituye una nota rarísima sobre la importancia de la práctica del ejercicio y del deporte en la mujer costarricense a principios del siglo XX. Acerca del tipo de educación que recibía la mujer en el país se tiene que a finales del siglo XIX el Colegio Superior de Señoritas (1888) incluía en su plan de estudios un curso de calistenia. La educación secundaria era elitista, ya que para acceder a estos centros era necesario contar con cierta capacidad tanto académica como económica. Esto provocó que gran parte de los estudiantes provinieran de sectores acomodados del Valle Central y de sus alrededores.3 Con respecto a la educación de las jóvenes en esta institución se tiene que en su informa anual de 1899 al Congreso, el Ministro de Educación el Lic. Mauro Fernández reiteró la necesidad de “preparar a la mujer para el mejor desempeño de los deberes sociales; hacerla verdadera compañera intelectual del hombre”, y otras justificaciones liberales usuales en esa época para expandir la educación de las muchachas.4

    Sobre el acceso al deporte por parte de la mujer costarricense hasta 1912 se sabe que a para el lunes 10 de enero de 1887 las clases del Gimnasio Costarricense quedaban abiertas así: niños de 8 a 9 am. al precio de un peso por mes, niñas de 6 a 7 pm. por un peso y medio al mes y adultos de 7 a 8 pm. al precio de dos pesos al mes.5 Para principios de marzo de 1888 se conoce de la apertura del gran salón de patines. Los precios de entrada eran los siguientes: de día entre semana gratis, de día los domingos y días de fiesta diez centavos, martes y viernes por la noche a veinticinco centavos y los demás días por la noche a diez centavos. La entrada a señoras y señoritas era gratis. El uso de los patines estaba establecido de la siguiente manera: de día la hora costaba diez centavos, domingo, martes y viernes por la noche a veinticinco centavos, y los demás días por la noche a quince centavos. En la noche de los domingos los palcos de segunda clase con seis asientos se vendían a un peso.6

    Con el fin de tener una idea acerca de lo oneroso de asistir al Gimnasio Costarricense y al salón de patines, se hace necesario consignar que en el año 1900 el presidente del Congreso Constitucional tenia un salario mensual de 600 pesos, un diputado que vivía en las provincias del Valle Central ganaba mensualmente 350 pesos, el Presidente de la República percibía al mes un salario de 1500 pesos y en gastos de representación recibía al año la suma de 6000 pesos y, por último, un magistrado de la Corte de Casación recibía por mes 500 pesos.7

    Sobre la adquisición de un producto cultural como el deporte, Bourdieu señala que los diversos usos de los bienes culturales no sólo se explican por la manera como se distribuye la oferta y las alternativas culturales, o por la posibilidad económica para adquirirlos, sino también, y sobre todo, por la posesión de un capital cultural y educativo que permite a los sujetos consumir ­asistir y disfrutar­ las alternativas factibles. Las condiciones de vida diferentes producen hábitus distintos, ya que las condiciones de existencia de cada clase imponen maneras de clasificar, apreciar, desear y sentir lo necesario.8

    Para Néstor García Canclini: “... las prácticas culturales de la burguesía tratan de simular que sus privilegios se justifican por algo más noble que la acumulación material “...” Coloca el resorte de la diferenciación fuera de lo cotidiano, en lo simbólico y no en lo económico, en el consumo y no en la producción. Crea la ilusión de que las desigualdades de clase no se deben a lo que se tiene, sino a lo que se es. La cultura, el arte y la capacidad de gozarlos aparecen como "dones" o cualidades naturales, no como resultado de un aprendizaje desigual por la división histórica entre las clases.9

    Para el jueves 6 de junio de 1901, se inauguró el Salón Boliche de don Ricardo Esquivel, al que ingresaron de inmediato varias señoritas, con el fin de aprender ese juego durante las mañanas.10 En 1899 uno de los sitios más utilizados para la práctica del ciclismo fue la plaza de la Fabrica Nacional de Licores – actual Parque España –, en la que era común que se reunieran por las tardes algunos jóvenes y señoritas para practicar con sus biciclos.11

Colegio Superior de Señoritas

    En 1904 el cricket era una actividad exclusiva para la entretención de la burguesía josefina y de las principales figuras de las colonias extranjeras radicadas en San José, entre las que se destacan la inglesa Miss Marian Le Capellain directora del Colegio de Señoritas, Mrs. Begg, Miss Mae Ferry, Miss Brawns, Miss Cadwell y Miss Florense de Jongh.12

    De la referencia anterior, se infiere que en los inicios de la práctica del deporte en Costa Rica, no era raro que algunas mujeres, esposas de banqueros, comerciantes e inversionistas extranjeros practicaran los juegos oriundos de sus países natales, junto con algunos elementos jóvenes de la burguesía capitalina.

    A la par de esta selecta actividad, considerada como algo propio del ámbito exclusivo de los sectores más acomodados, es notorio que la mujer perteneciente a los sectores subalternos de la sociedad tenía vedada la práctica de estas actividades, ya que se consideraba que eran impropias de su genero, imagen que calzaba perfectamente con la mentalidad patriarcal que imperaba.

    Para Eric Dunning, existen pocos trabajos que aborden la naturaleza patriarcal del dominio masculino en el deporte moderno y el papel que este pueda representar en el mantenimiento de la hegemonía masculina sobre la sociedad. Pese a esto hay que apuntar que con respecto a la producción y reproducción de la identidad masculina, el deporte sólo tiene una importancia secundaria de refuerzo, ya que en el tanto que el proceso de socialización de las mujeres las haga sentirse atraídas por los hombres machistas, los deportes y principalmente los de combate, como el fútbol, continuarán contribuyendo de una forma relativamente importante, a la perpetuación tanto del machismo como de la dependencia de las mujeres derivada de él.13

    Por último, cabe destacarse que la explicación de la mujer en el deporte, radica en el nacimiento de los Estados modernos y la instalación de sus aparatos ideológicos, lo cual permitió el surgimiento de un proceso de dominación hegemónica donde la salud es utilizada no sólo desde una perspectiva de la medicalidad, sino como herramienta para moralizar e inculcar hábitos y costumbres morales y sanitarias entre los sectores subalternos. El conocimiento del cuerpo de los niños y de las mujeres fue utilizado en Francia por los sectores gobernantes para mantener su sistema de control social.14 Lo cual originó una cultura de conservación de la apariencia física desde finales del siglo XIX.15

Notas

  1. Cordelia. Setiembre 1912. Año 1. No.1. p.2.

  2. ibid. Noviembre 1912. Volumen 1. No.3. p.45.

  3. Para mayor detalle se recomienda: Barrantes Alvarado, Miguel, et al. La educación costarricense en el período liberal: Liceo de Costa Rica – Colegio Superior de Señoritas 1885-1940. Memoria de Seminario. Licenciatura en Historia. Universidad de Costa Rica. 1993.

  4. Palmer, Steven y Rojas Chaves, Gladys. “Educando a las señoritas: Formación docente, movilidad social y nacimiento del feminismo en Costa Rica (1885-1925)”. En: Molina, Iván y Palmer, Steven. Educando a Costa Rica. Alfabetización popular, formación docente y género (1880-1950). San José: Porvenir, 2000. p.72.

  5. El Comercio. Sábado 8 de enero de 1887. Año I. No.23. p.3.

  6. ibid. Martes 6 de marzo de 1888. Año II. No.215. p.4.

  7. Datos obtenidos del Presupuesto General de gastos de la República para el año económico de 1899-1900. Alcance a La Gaceta. No.78 del 1 de octubre de 1899. pp.1-7.

  8. Bourdieu, Pierre. La distinción. Taurus: Madrid, 1988. p.383.

  9. García Canclini, Néstor. Desigualdad cultural y poder simbólico. México: ENAH, 1986. p.19.

  10. Urbina Gaitán, Chester. Costa Rica y el deporte (1873-1921). Un estudio histórico social acerca del origen del fútbol y la construcción de un deporte nacional. Heredia: EUNA, 2001. p.44.

  11. ibid. pp.46-47.

  12. ibid. pp.47-48.

  13. Dunning, Eric. “El deporte como coto masculino; nota sobre las fuentes sociales de la identidad masculina y sus transformaciones”. En: Elías, Norbert y Dunning, Eric. Deporte y ocio en el proceso de la civilización. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1992. pp.323-342.

  14. Perrot, Michelle. “Figures et roles”. En: (sous la direction de Ariès, Philippe et Duby, Georges). Historie de la vie privée. 4 volume. De la révolution à la grande guerre. Volume dirigé par Michelle Perrot. Paris: èditions du Senil, 1999. pp.134-147.

  15. Prost, Antoine. “Frontières et espaces du privé”. op.cit. 5 Volume. De la première guerre mondiale à nos tours”. Volune dirigé par Antoine Prost et Gérard Vincent. pp.81-96.

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