Antonio Rodríguez Jiménez ‘El Sanjuaneño’. Atletismo y Nación en Costa Rica |
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Maestría en Ciencias Sociales (Costa Rica) |
Chester Urbina Gaitán |
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Resumen La figura de Antonio Rodríguez Jiménez “El Sanjuaneño” fue utilizada por la prensa costarricense para representar la economía moral del sacrificio y la figura arquetípica del “labriego sencillo” que está dispuesto a sacrificarse por el país. Palabras claves: “El Sanjuaneño”. Atletismo. Estado. Nación. Costa Rica.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 148, Septiembre de 2010. http://www.efdeportes.com/ |
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El atleta costarricense Antonio Rodríguez Jiménez conocido como “El Sanjuaneño” nació en San Juan de Tibás el 10 de mayo de 1892. Su carrera como deportista comenzó en 1913, en las fiesta patronales de San Juan del Murciélago (hoy San Juan de Tibás) al completar 25 vueltas a la cancha de la localidad de primero. En siete oportunidades participó en la carrera de maratón de 116 kilómetros entre San José y Puntarenas, triunfando en la mayoría de las ocasiones.
Antonio Rodríguez Jiménez “El Sanjuaneño”
En 1924, participó y ganó en las competencias de 10.000 y 5.000 metros con motivo de la inauguración del Estadio Nacional. Participó en 1930, en los primeros Juegos Centroamericanos de Cuba clasificando en tercer lugar. En 1935 corrió en los Juegos Deportivos Centroamericanos de El Salvador. En 1960, fue dedicado en la carrera de San Juan, corriendo a la edad de 68 años el tramo de Lourdes-San Juan de Tibás. Falleció el 2 de junio de 1975. Ingresó a la Galería del Deporte de Tibás en 1989.1
Vale decir que “El Sanjuaneño” fue el primer costarricense que ganó una medalla en los Juegos Deportivos Centroamericanos, pues en 1930 quedó de tercero en los 10.000 metros.
La identificación de “El Sanjuaneño” con el atletismo se enmarca en el interés de los gobernantes costarricenses de finales del siglo XIX de acentuar un proceso de morigeración de las costumbres, con el objeto de convertir a los sectores populares en personas más educadas y menos violentas. La puesta en marcha de la estrategia de “higiene social” por parte de la clase política dominante, aparte de fortalecer la identidad de la burguesía nacional y de otros grupos de poder en su posición de clase hegemónica, también trataba de reforzar un mayor control, vigilancia y disciplina de los grupos subalternos, lo cual fue logrado en primera instancia mediante la difusión sistemática y constante de los valores y las costumbres de la burguesía, proceso que tenía como su plataforma de acción, la búsqueda de la consolidación de una identidad nacional por medio de la invención de la nación.2
Con respecto al inicio de las prácticas atléticas en San Juan de Tibás se sabe que a principios de agosto de 1903 se dan los primeros pasos en la creación de un centro de atletismo. En San Juan, todas las tardes había ensayo de carreras, y el domingo 2 de agosto de ese mismo año, se registra que un atleta experimentó un fuerte calambre.3 Aparte de don Antonio Rodríguez los atletas más sobresalientes de principios del siglo XX en Costa Rica eran Luis Esquivel (El Titán) y Juan Torres Lizano (El Ronco). Todos pertenecían a los sectores populares, eran campesinos y corrían descalzos. Don Antonio hizo la carrera de San José al puerto de Puntarenas siguiendo la línea férrea del Ferrocarril al Pacífico.
“El Sanjuaneño” ingresó a la Galería del Deporte de Costa Rica en octubre de 1970. Con motivo de esta distinción hace el siguiente llamado: “Por eso yo repito como el más humilde de los deportistas, que los niños deben practicar el fútbol y el atletismo, aunque sea en el patio o la cocina de la casa, ya que hoy en día están escasas las pistas y las canchas de fútbol.” 4 Lo anterior confirma lo que he señalado acerca de que a partir de los años sesenta la conversión de las plazas de fútbol en parques y la escasez de pistas de entrenamiento para atletismo evidencia el interés de los gobernantes de promover el fútbol-espectáculo de primera división –y el clientelismo político que esta actividad genera– y la falta de planificación urbanística a un nivel nacional por parte del Estado costarricense.5
A raíz de la muerte de don Antonio el periódico La República señala que: “…con cuanta frecuencia nos olvidamos de otros grandes hombres, que si bien no lucieron en el escenario político, fueron más que muchos políticos… Nos referimos a esos hombres callados, silenciosos, hechos de fibra de voluntad, que nunca soñaron en privilegios, ni en pensiones a los 50 años, ni en descanso, ni en vagancia, ni en semana de cuatro días, ni en días feriados, ni en demagogia… Esos hombres que a punta de trabajo tesonero, sacrificado, sangrante, han hecho a la Patria. Y que nunca pidieron una suma o una indemnización por su labor. Nuestros deportistas de hoy deben inspirarse en esos preclaros ejemplos. Y los dirigentes de hoy han de beber en esas fuentes. No es congruente que, mientras grandes deportistas pusieron su vida misma en el deporte todavía haya entre nosotros pequeñez, falta de colaboración, falta de visión y fanatismo llevado al exceso.” 6
Se debe resaltar que don Antonio nunca recibió una pensión por parte del Estado. Asimismo, del párrafo anterior sobresale un discurso que Villena ha llamado para el caso del fútbol “la economía moral del sacrificio”, esto es importante porque se considera, desde los sectores conservadores, que la sociedad costarricense está atravesando por una “crisis de valores”, por una etapa de dramática pérdida de valores y de sentimiento patriótico. Según este discurso, que se puede escuchar cotidianamente en Costa Rica –una suerte de crisis perpetua– en los medios de comunicación, los costarricenses estarían abandonando los míticos valores campesinos y serían cada vez menos sacrificados por la patria y solidarios entre sí.7
Siguiendo al mismo autor se tiene que “El Sanjuaneño” se convierte en un héroe arquetípico de la nación, el campesino mítico, que hace de las virtudes privadas el fundamento exclusivo del orden social. La interpelación nacionalista que vehiculiza no pretende constituir ciudadanos críticos y participativos, sino esposos e hijos bondadosos dispuestos a sacrificarse por la familia y por la patria.8
Lo empírico del entrenamiento de don Antonio Rodríguez, la pertenencia a los sectores populares y lo ejemplarizante del sacrificio por la patria también se encuentran presentes en la figura del atleta guatemalteco Mateo Flores, quién para poder representar a la comunidad “nacional” se le cambió su nombre indígena de Doroteo Guamuch por el ladino de Mateo Flores.9
Notas
Galería del Deporte del Cantón de Tibás. Cuna del deporte. San José: Litografía e Imprenta LIL, S.A., 2002. p.2. Lo mismo se dice en: Galería Costarricense del Deporte. San José: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 2000. p.43.
Barrantes Barrantes, Luis Osvaldo, et.al. Política social, beneficencia y abandono de niños en Costa Rica (1890-1930). Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad de Costa Rica. 1995. p.58.
Urbina Gaitán, Chester. Costa Rica y el deporte (1873-1921). Un estudio acerca del origen del fútbol y la construcción de un deporte nacional. Heredia: EUNA, 2001. p.31.
La República. Domingo 18 de octubre de 1970. Año XIX. Nº 6280. p.40.
Urbina Gaitán, Chester. “Cohesión social, desorganización y manipulación política. Historizando el fútbol en Costa Rica”. En: EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires: Argentina. Año 14. Nº 133. Junio de 2009. http://www.efdeportes.com/efd133/historizando-el-futbol-en-costa-rica.htm
La República. Jueves 5 de junio de 1975. Año XXV. Nº 7941. p.22.
Villena Fiengo, Sergio. Globalización. Siete ensayos heréticos sobre fútbol, identidad y cultura. San José: Ediciones Farben / Grupo Editorial Norma, 2006. p.136.
ibid. p.169.
Urbina Gaitán, Chester. “Mateo Flores: racismo y nación en Guatemala“. En: EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires: Argentina. Año 11. Nº 101. Octubre de 2006. http://www.efdeportes.com/efd101/flores.htm
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