La alimentación en la edad escolar | |||
Diplomada en Magisterio de Educación Física Licenciada en Psicopedagogía en la Universidad de A Coruña (España) |
Camino Mariño Mayo |
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Resumen Cada día se habla de la importancia de comer de manera equilibrada, de realizar 5 comidas al día, que cada una de ellas incluya las raciones de cereales, frutas, verduras, proteínas, hidratos y grasas recomendadas, pero... ¿quién es el encargado de transmitir esa información a las familias? Palabras clave: Alimentación, Información. Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Comida.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 147, Agosto de 2010 |
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Introducción
Antiguamente no existía la necesidad de que un especialista en nutrición les explicara a las familias lo que debían o no comer, o cual era el tipo de alimento más sano para sus hijos, debido a que cada familia comía lo que podía, y dentro de lo que cabe, su alimentación era equilibrada y adecuada con el tipo de vida que se llevaba hace 40 ó 50 años.
Pero las comodidades de la vida moderna han hecho que el sobrepeso sea algo normal en nuestras vidas. Lo más curioso del asunto es que cada vez más, nuestros niños y niñas se han sumado a esta nueva moda y la obesidad en menores de edad es cada vez más frecuente y abundante.
Desarrollo
Los factores que han hecho que esto sea posible son demasiado numerosos como para enumerarlos aquí, pero la inactividad de los pequeños, sumado a la comodidad de tenerlos en casa exentos de los peligros que esconden las calles donde los adultos nos criamos, son algunos de los “culpables” de que este problema vaya en aumento.
Pero ¿quién es el culpable de que las familias no tengan información? Sería muy fácil, aunque también muy acertado, culpar a las revistas y a los medios de comunicación de masas, ya que producen mucha información que la gente “de a pie” no es capaz de procesar. Vamos con un ejemplo: aparece una noticia en el telediario diciendo que cada vez hay más niños obesos en España. A continuación incluyen una serie de opiniones de diversos profesionales (médicos, endocrinos, pediatras, nutricionistas, dietistas...) los cuales nombran las pautas y actuaciones correctas para una alimentación adecuada. Comienzan explicando una tabla como esta:
Niños de 1 a 9 años |
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1 a 3 años |
4 a 6 años |
6 a 9 años |
Calorías |
1.360 |
1.830 |
2.190 |
Prótidos (gramos) |
22 a 40 |
50 a 60 |
59 a 73 |
Lípidos |
20 al 25% de las calorías |
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Glúcidos |
55 al 65% de las calorías |
Fuente: Tomado de Dorosz, Ph. (2004), pág. 14.
Para poder comprender esta tabla sería necesario saber cuantas calorías tiene cada alimento, información que desconoce la gran mayoría de la población. Por lo tanto, ya no hace falta aclarar, que esas mismas personas que no saben lo que es una caloría desconocerán que son los prótidos, lípidos y glúcidos.
No sólo se está culpando la forma de expresar la información sino también el medio, ya que si alguna persona pudiera comprender la información transmitida, no tendría tiempo suficiente de asimilarla para poder llevarla a cabo.
Este tipo de información necesita ser minuciosamente explicada y comprendida para que las personas decidan incluirla dentro de sus hábitos alimenticios. Y ¿por qué no comenzar a inculcar esta información desde los primeros años de la escolaridad? No se está pidiendo que se incluya una asignatura más en el currículum, sino que como contenido transversal, se trabaje correctamente.
Si es cierto que desde la asignatura de Educación Física se pueden abarcar muchos puntos referidos a una alimentación sana, pero las horas semanales con las que cuenta actualmente esta asignatura no permite extenderse todo lo que sería necesario para abordar este tema en profundidad.
Realmente ¿costaría tanto incluir desde el segundo ciclo de educación primaria aspectos relacionados con la alimentación? ¿Sería tan difícil que en la clase de matemáticas los niños calcularan las calorías de una comida en lugar del caudal de una fuente o el punto donde se cruzan dos trenes? ¿O que en la clase de conocimiento del medio se estudiaran primero los vegetales, frutas y verduras que los ríos y cordilleras? Sería el punto de inicio para tratar el valor nutritivo de los alimentos, el peligro de los desequilibrios alimentarios, el exceso de bebidas alcohólicas, el abuso del azúcar y de las grasas, etc.
¿A nadie se le había ocurrido que así se podían evitar enfermedades tan graves como la anorexia, la bulimia, la obesidad, la diabetes, el alcoholismo...? Si los niños desde muy pequeños están familiarizados con lo positivo de consumir unos alimentos y lo nocivo de abusar de otros, muchos de ellos en el futuro, optarían por el camino más costoso pero seguro de evitar las grasas saturadas y subirse al carro de las frutas y verduras frescas.
Comenzando con una simple pirámide alimenticia, los niños pueden aprender sin darse cuenta cuales son los productos que comemos habitualmente que se encuentran en la base y cuales en la cúspide. Siendo ellos mismos quienes construyan su propia pirámide podrán darse cuenta de que alimentos les faltan y cuales les sobran.
Sería interesante también que en esta aventura se sumaran los progenitores y familiares de los alumnos, para que aprendieran juntos todos estos nuevos conocimientos, ya que si no se cuenta con el apoyo de las familias, difícilmente se conseguirá que los niños lleven a cabo hábitos saludables. Lo ideal sería organizar actividades complementarias para que las familias comprendieran también lo importante de llevar una vida saludable consumiendo los alimentos más indicados para su edad y estilo de vida.
Fuente: Adaptado de hojiblanca.es
Examinando los alimentos que los niños llevan para tomar a la hora del recreo se puede conseguir que los más pequeños se familiaricen con las porciones, gramos y mililitros, para proseguir, más adelante con aspectos un poco más complejos como son los nutrientes de cada bocado de lo que nos alimentamos.
En el mes de octubre del año pasado se presentó en Consejo de Ministros el Anteproyecto de Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición (se puede ver el documento en la página de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición; http://www.aesan.msc.es/), con el objetivo principal de reforzar la seguridad de los ciudadanos en materia alimentaria.
La nueva Ley pretende abordar la seguridad alimentaria de forma integral, recogiendo además los riesgos nutricionales y su incidencia en la salud, y tiene en consideración riesgos sociales, de integración o de discriminación, relacionados con la seguridad y la nutrición.
Controlar las grasas, aumentar los controles en seguridad alimentaria y obligar a cumplir con una normativa publicitaria e informativa son algunos de los objetivos que se persiguen con el anteproyecto de Ley.
La futura Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición busca combatir la obesidad infantil desde los centros escolares. La obesidad afecta ya al 20 por ciento de la población adulta pero, lo que es más preocupante, cada vez afecta en mayor medida a los niños, ya que el 9 por ciento padece obesidad y el 18 por ciento sobrepeso. En resumen, uno de cada cuatro niños españoles tiene exceso de peso. Esta alta tasa de obesidad infantil también tiene una enorme trascendencia en términos económicos. En 2002 se calculó que los costes asociados sumaban unos 2.500 millones de euros anuales, lo que representa un 7 por ciento del gasto sanitario total.
Es por esto por lo que la futura Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que está en fase de elaboración, dedica especial atención a los hábitos alimentarios con el objetivo de reforzar la lucha contra la obesidad puesta en marcha en España a través de la Estrategia NAOS (Estrategia de la nutrición, actividad física y prevención de la Obesidad)
Una de las medidas más controvertidas de cuantas recoge el anteproyecto de Ley es la prohibición de venta de bollería industrial y bebidas azucaradas en establecimientos o máquinas expendedoras que se hallen dentro de las escuelas. En el texto también se incluyen otros artículos que afectan directamente a los comedores escolares, a los que se insta a tener cartas informativas de los menús que ofrecen "así como las calorías y nutrientes principales de las comidas y bebidas".
Esta nueva Ley presenta un soplo de esperanza para luchar contra lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como una auténtica epidemia del siglo XXI y segunda causa de muerte evitable en el mundo occidental, la obesidad.
Hay dos artículos que sería importante destacar para terminar, se tratan del artículo 41 dedicado a las medidas especiales dirigidas al ámbito escolar, y el artículo 47 referido a la publicidad de alimentos dirigida a la infancia y la juventud.
Del primero de ellos sería conveniente nombrar los puntos 1 y 2 que dicen literalmente:
Las autoridades educativas promoverán la enseñanza de la nutrición y alimentación en los centros educativos, transmitiendo a los alumnos los conocimientos adecuados para que éstos alcancen la capacidad de elegir, correctamente, los alimentos, así como las cantidades más adecuadas, que les permitan componer una alimentación sana y equilibrada y ejercer el autocontrol en su alimentación.
Las autoridades educativas facilitarán la práctica de actividad física y deporte de los niños y jóvenes, tanto de forma reglada en las clases de educación física, como en las actividades extraescolares.
En cuanto al Artículo 47 sería relevante destacar el punto en el que explica que las autoridades competentes promoverán la protección de la infancia y la juventud reduciendo la publicidad y el marketing de alimentos dirigidos a los menores de edad, en cualquier medio o soporte de comunicación, y velarán para que los contenidos de los anuncios emitidos entre las seis horas y las veintidós horas no exploten la falta de experiencia y credulidad de dicha población.
Además de todas estas medidas que contempla esta nueva Ley, sería conveniente que se realizara un análisis exhaustivo de toda la bollería industrial que se comercializa en nuestro país y se retiraran del mercado aquellas marcas que en sus componentes presentaran grasas trans o una proporción excesiva de grasas saturadas, ya que el sabor no está reñido con la cantidad de grasa que posea un alimento.
Para los que todavía no conocen este tipo de grasas trans o transgénicas, se tratan de un tipo de ácido graso insaturado que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que han sido sometidos a hidrogenación como la margarina entre otros. Estas grasas trans no sólo aumentan la concentración de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en la sangre sino que disminuyen las lipoproteínas de alta densidad (HDL, responsables de transportar lo que llamamos el "colesterol bueno"), provocando un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Estos ácidos grasos pueden ser particularmente peligrosos para el corazón y se asocian con el mayor riesgo de desarrollo de algunos cánceres. Los estudios más recientes demuestran que las concentraciones más altas de ácidos grasos trans pueden incrementar el riesgo de diabetes de tipo II.
Esperemos que con todas estas medidas podamos lograr que las nuevas generaciones cuenten con la información suficiente como para saber que alimento les conviene en cada momento. Cuando se dice esto no se está refiriendo solo a los niveles de grasas que posea sino también a los nutrientes que sean más apropiados para cada momento, ya que no debería ingerir la misma comida una persona que va a realizar un ejercicio físico intenso que otra que va a pasar toda la tarde sentada delante de la pantalla de un ordenador.
Bibliografía
Dorosz, Ph. (2004): Tabla de calorías. Hispano Europea. Barcelona.
http://www.aesan.msc.es/ (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición)
http://www.hojiblanca.es/
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