Una concepción didáctica para la formación de la habilidad argumentar desde las ciencias humanísticas en el contexto de la universalización |
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Escuela Internacional de (Cuba) |
Msc. Dámarys Gastón González Lic. Gailyn Cueto Zayas | Lic. Orlaidis Luna David |
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Resumen La propuesta tiene como objetivo: Elaborar una concepción didáctica para formar la habilidad argumentar desde las ciencias humanísticas en el contexto de la universalización, basada en la Teoría de la Formación por Etapas de las Acciones Mentales en la asignatura Fundamentos Filosóficos de la Educación Física y el Deporte. Responde a una de las necesidades de la Educación Superior Cubana. La habilidad argumentar y proceso de formación de habilidades a partir de las diferentes teorías que lo sustentan constituye el objeto fundamental de nuestra investigación, utilizando métodos empíricos, teóricos y estadísticos. Los criterios de Vigotsky, Rubinstein, Stalinsky y Talízina abordan los referentes teóricos que respaldan esta propuesta. A partir del diagnóstico inicial se elaboró una concepción para incidir en la formación adecuada de la habilidad propuesta basándonos en la teoría de Talizina que aborda las etapas fundamentales del proceso de la argumentación en el contexto de la asignatura Fundamentos Filosóficos de la Educación Física y el Deporte. La importancia de nuestra propuesta se manifiesta en el aporte que esta produce al proceso de formación del modelo profesional del estudiante de la Licenciatura en Educación Física y el Deporte, y en cuanto a la calidad del estudiante en formación, que como la propuesta realizada conduzcan al estudiante hacia la aprehensión autónoma del conocimientos y al ejercicio de las habilidades intelectuales y profesionales como única vía para lograr un profesional competente. Palabras clave: Habilidad. Formación. Perfeccionamiento. Concepción didáctica. Aprehensión autónoma. Habilidades intelectuales y profesionales
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 15 - Nº 144 - Mayo de 2010 |
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Introducción
La Revolución Científico Tecnológica ha sido reconocida como un proceso vertiginoso de desarrollo; consecuencia de la misma es el elevado nivel de competitividad en la producción y los servicios, lo que lleva a un nuevo comportamiento de la actividad económica en un mundo unipolar. El dominio sobre la ciencia y la técnica es ejercido por el hombre de forma globalizada, con tendencia hegemónica y neoliberal. Las continuas transformaciones originadas por el impacto de dicha revolución, abren las puertas hacia la consecución de nuevas metas y la búsqueda de estrategias para satisfacer el creciente encargo social asignado a la ciencia y a la tecnología, con las lógicas consecuencias sociales derivadas del paradigma económico social que desarrolla cada sociedad.
La universidad contemporánea a tono con estas transformaciones exige cambios y consecuentemente la búsqueda de nuevas estrategias de enseñanza, de manera que las habilidades y capacidades de los profesionales que forma, se avengan con las exigencias de los nuevos retos en su preparación integral en las diferentes ramas de la ciencia y la tecnología. La satisfacción del encargo social constituye la tarea fundamental de la comunidad universitaria actual, de ahí que el complejo proceso de enseñanza adquiera como lógica necesidad un carácter dialéctico, justificado en egresar a un profesional capaz de solucionar de forma eficiente, creativa y con un amplio dominio de sus habilidades profesionales – competitivas, las tareas de su ejercicio laboral.
Los modelos actuales sobre la formación del profesional ofrecen como una tendencia sostenida, la necesidad de desarrollar aparejada a la formación académica, la formación de valores. La universidad cubana inmersa en una nueva forma de lucha ideológica “La Batalla de Ideas”, ha redimensionado el proceso de enseñanza y aprendizaje desde lo dimensional, en lo instructivo y educativo, así como el componente laboral lo que lleva a la formación integral de un egresado, con un profundo conocimiento de la cultura general integral.
La educación superior cubana, consciente de la necesidad de formar a estudiantes capaces de interactuar con una tecnología que en su desarrollo ha conducido a su necesaria e indispensable utilización se orienta en la búsqueda de nuevas formas de fomentar los roles profesionales que serán ejercidos en el futuro por el educando.
La excelencia en la Educación Superior, es una exigencia actual en la concepción de la educación cubana, el trabajo en función de la excelencia se manifiesta en la voluntad del perfeccionamiento continuo (en todos los niveles de educación) del proceso de enseñanza – aprendizaje y lógicamente, dentro de este el proceso sobre bases científicas, que sustenten las decisiones y el quehacer cotidiano de las instituciones educativas e impulsen a la vez el desarrollo de investigaciones pedagógicas como necesidad del propio perfeccionamiento, lo que conduce a la identificación de nuevas vías para potenciar el desarrollo de las habilidades, actualizar los conocimientos a través del autoaprendizaje y lograr una mejor comprensión de un mundo en desarrollo, como una alternativa para formar un joven honesto, honrado, laborioso, solidario, capaz de desplegar su actitud en la vida social y fundamentalmente laboral, apegado a sus raíces, a su tradición y a su historia; así como, con una amplia preparación ante las nuevas relaciones sociales que impone el mundo y un sistema de habilidades eficiente puede contribuir con dicho empeño.
El desarrollo de las habilidades en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, constituye un tema de singular interés, por su importancia y complejidad. Nuestra institución no está exenta de tal propósito, partiendo de algo real y objetivo y es el hecho que nuestros estudiantes proceden de 84 países del mundo con características muy diferentes en cuanto a lo social, político, cultural, económico y educacional, de ahí se desprende que no todos tengan el mismo nivel de preparación en cuanto al desarrollo de habilidades profesionales.
El ejercicio de esta profesión supone la formación científico y ética de los futuros graduados que, ante todo, deben tener conciencia y actuar en la práctica social, según dos principios básicos: el protagonismo real de las personas, grupos y comunidades y la participación activa de todos en los procesos socioculturales.
Los egresados del nivel medio al acceder a la educación superior desarrollen las habilidades intelectuales. Otro elemento estrechamente relacionado con el anterior se expresa en cuanto al reto de la universidad actual en la formación de profesionales con determinadas competencias y el acceso a esta de educandos con deficiente formación y desarrollo de las habilidades intelectuales, atentando esto contra el cumplimiento del cometido social de la universidad.
Desarrollo
El desarrollo de la habilidad argumentar no se concibe como un proceso de carácter sistémico, participativo e integrador en la asignatura de Filosofía y Sociedad, y en el resto de las asignaturas del año, se ha podido constatar además que existen dificultades en cuanto al algoritmo para identificar y cumplir con esta, manifestando dificultades en su poder de convencimiento y en el dominio de las aseveraciones que le sirven de apoyo para el planteamiento de sus argumentos.
El estudio de las habilidades y los hábitos, de las acciones y operaciones, sustentado en la interpretación de la categoría personalidad, según Vigotsky admite el examen por unidades “...cada una de las cuales retiene, en forma simple, todas las propiedades del conjunto.
De ahí, que se realice el estudio del subsistema cognitivo-instrumental de la personalidad, lo que coadyuva a una interpretación más veraz y exhaustiva sobre el proceso de formación y desarrollo de las habilidades y los hábitos a partir del enfoque personológico comprometido en la tesis y que se analizará en los aportes de diferentes autores.
Según Petrovsky (1985: 159), la habilidad significa el “...dominio de un complejo sistema de acciones psíquicas y prácticas necesarias para una regulación racional de la actividad con la ayuda de los conocimientos y hábitos que la persona posee.” En la expresión "...complejo sistema de acciones psíquicas y prácticas...”, con la que el autor inicia la definición, se revela el carácter psicológico de la habilidad visto, en primer lugar, en la complejidad del carácter sistémico de su estructura y funcionamiento, en el que distingue acciones que operan en el nivel psíquico a partir de la actividad práctica, como Leontiev lo refrendara en su tesis sobre la relación entre actividad externa e interna.
En el curso del mismo análisis, la frase “...necesarias para una regulación racional de la actividad...” advierte sobre la necesidad, de que en su significado filosófico sea asumida como categoría indispensable para la realización racional a nivel consciente, orientado hacia un fin determinado del desarrollo exitoso de la actividad. Por último, lo enunciado en; "...con la ayuda de los conocimientos y hábitos que la persona posee.”, expresa la relación existente entre las categorías; hábito y conocimiento, sostén psicológico que interviene en el proceso de formación y desarrollo de las habilidades.
Klimberg (1972) por su parte define a la habilidad como “...los componentes automatizados de la actividad del hombre surgidos mediante la práctica.” No obstante, aun cuando el pedagogo alemán, en su definición reconoce la actividad práctica como promotora de la habilidad, en la automatización de los componentes contrasta con la concepción de hábito formulada por Rubinstein (1965), quien, como resultado de sus investigaciones sobre el proceso de formación de los hábitos, entre sus componentes caracterizadores precisó la automatización de la acción, las condiciones sobre las cuales actúa y las del propio sujeto, así como su carácter histórico y evolutivo a partir de los diferentes grados de su desarrollo.
Mercedes López afirma que “...una habilidad constituye un sistema complejo de operaciones necesarias para la regulación de la actividad.” En similar empeño, Viviana González y colaboradores (1995) opinan que “...las habilidades constituyen el dominio de operaciones (psíquicas y prácticas) que permiten una regulación racional de la actividad.” Mientras tanto, el hábito lo definen a partir de la “...automatización en la ejecución y regulación de las operaciones dirigidas a un fin (...) Los hábitos pasan entonces a formar parte de la actividad humana en calidad de procedimientos automatizados para la realización de las diversas acciones.”
Fuentes y Valiente (1998) afirman que la habilidad “...es el modo de interacción del sujeto con los objetos o sujetos en la actividad y la comunicación, es el contenido de las acciones que el sujeto realiza, integrada por un conjunto de operaciones, que tienen un objetivo y que se asimilan en el propio proceso.” a continuación, el hábito lo definen en términos de “…habilidades automatizadas a través de un proceso de ejercitación, que implica el enfrentamiento a situaciones de igual grado de complejidad, de manera que se automaticen las habilidades, siendo el sujeto cada vez menos consciente de sus acciones, es decir, formando hábitos.”
También Lerner y Skatkin (1975) promueven un análisis muy interesante sobre la formación de los hábitos y las habilidades. Acerca de los primeros afirman que se trata de “...la experiencia asimilada mediante distintos modos de actuación (…) en tanto la habilidad –afirman- es un concepto pedagógico extraordinariamente complejo y amplio: es la capacidad adquirida por el hombre, de utilizar creativamente sus conocimientos y hábitos, tanto durante el proceso de actividades teóricas como prácticas."
Sin embargo entendemos que el concepto de habilidad no se limita solo a lo pedagógico y en ocasiones se considera sinónimo de capacidad, erróneamente esta concepción de algunos autores que establecen semejanza entre ambas categorías psicológicas. No obstante, Lerner y Skatkin brindan elocuente precisión en la relación que establecen entre las categorías; actividad, conocimiento y habilidad al afirmar que: "Las habilidades son imposibles sin los conocimientos; la actividad creadora se realiza basándose en los conocimientos y habilidades...".
Señala González (1989): Las capacidades no se reducen a los conocimientos, habilidades y hábitos. Su diferencia consiste, en que "...la primera es la posibilidad funcional de los procesos cognoscitivos que mediante el análisis, la síntesis y la generalización pueden engendrar nuevos hábitos, conocimientos y habilidades."
En opinión de la autora, las habilidades y los hábitos son complejos niveles de dominio de la persona sobre la actividad que realiza, si bien las primeras se forman como acciones sistematizadas, los hábitos son resultantes de un complejo proceso de automatización de las operaciones y su ejecución exige de la persona la realización de determinadas acciones, estas a su vez, transcurren por razón de un sistema de operaciones, aquí nos apoyamos en la definición de Leontiev acerca de que la acción es un proceso que se subordina a la representación de aquel resultado que habrá de ser alcanzado, es decir a un objetivo consciente, mientras la operación son las formas de realización de aquellas.
De manera más exhaustiva Bermúdez y Rodríguez (1996) definen la acción como “...aquella ejecución de la actuación que se lleva a cabo como una instrumentación consciente determinada por la representación anticipada del resultado a alcanzar (objetivo) y la puesta en práctica del sistema de operaciones.
Conclusiones
Consecuente con este análisis que realizamos sobre ambas categorías es procedente que señalemos que cada habilidad se asocia con la acción y el hábito con la operación. Esto explica que toda acción transcurre por razón de operaciones y estas lo hacen mediante los recursos propios con que la persona cuenta para realizar una tarea.
La valoración del cumplimiento de los pasos lógicos para la producción de argumentos a partir del diagnóstico realizado, nos permitió sostener el criterio de que estos no dominaban el algoritmo de esta habilidad, desarrollo de forma insuficiente las habilidades básicas del proceso de la argumentación. La argumentación no se desarrolla de forma adecuada, atendiendo a que el alumno tiende a reproducir de forma mecánica contenidos aprendidos, sin formular tesis, utilizar datos convincentes o esgrimir criterios sobre el contenido que utilizan para el desarrollo de sus argumentos. Un aspecto a destacar es la influencia en un grado no determinante de la insuficiente preparación en cuanto al contenido diagnosticado, influyendo esto en el proceso lógico de la argumentación. Es válido aclarar la relación existente entre el contenido y el proceso de argumentación (habilidad), asumiendo el criterio de que la relación proporcional entre ambos es una condicionante que influye y determina la producción de argumentos convincentes, como resultado del cumplimiento eficiente de la habilidad.
Se considera importante destacar que aun cuando los docentes valoran como deficiente el desarrollo de esta habilidad en los estudiantes, no se proyectan con sistematicidad en función de corregir estas deficiencias, y al mismo tiempo no cuentan con una herramientas o estrategias que de al traste con esta problemática.
En cuanto a la formación de habilidades hemos llegado a la siguiente conclusión:
Existe consenso en cuanto a que las habilidades constituyen una categoría psicológica asimilada por la persona en el contexto de la actividad que realiza.
La habilidad es lograda por la sistematización de acciones encaminadas a objetivos conscientes.
En el contexto socioeducativo las habilidades se forman y desarrollan en el proceso pedagógico, mientras que, los hábitos y los conocimientos contribuyen a la formación de nuevas y complejas habilidades.
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