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Establecimiento de metas como medio 

para el desarrollo de la condición física

 

Diplomado en Educación Física por la Universidad Autónoma de Madrid

Autor del libro "Educación Física y atención a la diversidad" (2009)

(España)

Héctor Gómez Baldazo

hg.baldazo@hotmail.com

 

 

 

Resumen

          La condición física escolar tradicionalmente se ha tratado en los centros educativos obviando, precisamente, este contenido educativo que se le debería presuponer a toda actividad llevada a cabo en ellos. Es por esto por lo que el modelo establecimiento de metas que aquí se plantea se muestra como una manera alternativa bajo la cual desarrollar preceptos básicos como el esfuerzo, la motivación y el aprendizaje significativo y funcional, amén de desarrollar y mejorar las capacidades físicas básicas.

          Palabras clave: Condición física. Ejecución. Motivación. Metas a corto plazo. Metas a largo plazo. Educación

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 15 - Nº 143 - Abril de 2010

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Introducción

    Hasta hoy, la condición física escolar ha sido desarrollada en base a planteamientos tradicionales que enfatizaban más en el resultado final del alumno, su resultado final en una determinada prueba de medición de cualquiera de sus capacidades físicas básicas, que en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje que debería comprender cualquier contenido planteado en los colegios. Esto, durante muchos años no ha sido sino la barrera que incrementaba innecesariamente la diferencia entre unos niños, los más aptos físicamente, de los que menos cualidades para la condición física tienen, provocando en muchos casos un sentimiento de frustración que no hacia justicia con su nivel de implicación y esfuerzo en las clases de educación física. Es por esto por lo que es necesaria una reconceptualización de los métodos utilizados en el campo del desarrollo de la condición física escolar, basada en la motivación, el esfuerzo y las capacidades particulares de cada sujeto. En este sentido, el establecimiento de metas como medio para el desarrollo de la condición física se nos plantea como un nuevo modelo de desarrollo de la condición física que propugna como base fundamental para su desarrollo, el que los alumnos sean los principales participes de su mejora


El establecimiento de metas

    En lenguaje coloquial, una meta, sea de la naturaleza que sea, es algo que un individuo está intentado lograr; es por decirlo de alguna manera, el objeto o finalidad de una acción para un periodo de tiempo concreto. Partiendo de esta premisa de que es el individuo el que lo está intentado lograr, se puede establecer que estas metas actúan como reguladores de la acción de los individuos, factor que de ser así, nos va a ayudar en gran manera en la conducción de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje que deseemos llevar; y decimos que de ser así, porque diversos estudios han demostrado que no se puede efectuar una correspondencia directa entre metas y acción, porque las personas cometen errores, o no poseen la capacidad para obtener sus objetivos, condicionantes que se multiplican en nuestro caso, pues somos conscientes de lo que conlleva el trabajo con niños.

    Aún así, y aún no habiendo evidencias empíricas sobre cómo, o cómo no se asocian metas y acciones, lo que sí es cierto es que el establecimiento de metas en niños es un componente altamente motivacional para ellos, y productivo para los docentes de Educación Física, pues de acuerdo con la teoría del establecimiento de metas de Locke (1966), las metas difíciles provocan mayor nivel de ejecución y esfuerzo que las metas fáciles o las metas generalizadas de “hazlo lo mejor que puedas”. Bien es cierto que esta idea fundamental, estaba basada en sus investigaciones en campos que distaban mucho de ser educativos, pero que no distaban tanto del campo del ejercicio físico. Tanto es así, que años más tarde (1985), el propio Locke y Latham afirmaron que las tareas ejecutadas en los campos organizaciones y de laboratorio, tenían mucho en común con las actividades deportivas en las cuales se dan también acciones psicológicas y motrices dirigidas a alguna meta. De hecho, Locke y Latham dicen que el establecimiento de metas podría funcionar incluso mejor en los deportes, porque la valoración de la ejecución de un individuo es, normalmente, más sencilla en los deportes que en los ambientes organizacionales.

    Llegados a este punto, es conveniente explicar por qué hemos elegido la Condición Física como el área a desarrollar bajo este modelo del establecimiento de metas. Pues bien, daremos respuesta a esta cuestión con un único argumento: porque la manera tradicional de mejorar las capacidades físicas básicas, se ha basado en pruebas, test y regímenes de entrenamiento que distan de ser educativos y motivantes para el alumnado. Este tipo de “entrenamiento” es una forma cuantitativa de evaluar, pues solo hace referencia al rendimiento, perdiéndose por el camino los aspectos actitudinales y lo que es peor, favoreciendo en muchos casos, experiencias negativas para aquellos niños que no son capaces de llegar al nivel marcado como “normal”, provocando una irremediable desconfianza hacia la practica físico-deportiva.

    En respuesta a esta situación, apostamos por una corriente que se está empezando a aplicar poco a poco en nuestros centros educativos y que ya Pérez Samaniego (2001) ha propuesto, diciendo que el único referente válido para plantear una mejora educativa de la condición física es el de la salud, que se deriva del modelo orientado hacia la práctica. De esta manera, el acondicionamiento físico se justifica educativamente cuando se orienta hacia la práctica en sí, y no tanto hacia el resultado de ésta expresado en términos de mejora de la condición física. En base a esto, aporta tres cambios en relación a lo recién mencionado de la no conveniencia del desarrollo tradicional de las capacidades físicas. Primero, propone una conexión directa entre la práctica física y la salud, en la que pueden incorporarse factores de índole psicosocial y cultural. Segundo, admite la comprensión de algunos aspectos extrasomáticos de la práctica que están vinculados a la salud, como el autoconocimiento, las relaciones sociales y la diversión. Y tercero, el modelo implica una interacción entre todos sus componentes, sin que ninguno ocupe un papel central. A estos, desde la propuesta que aquí se está presentando, se añade un cambio más, un cuarto que hace referencia a la necesidad de conexión entre la automotivación y el esfuerzo. Es más, la mayoría de los artículos sobre el establecimiento de metas en el mundo del deporte y el ejercicio físico están diseñados para ofrecer ideas prácticas que puedan ayudar maximizar el crecimiento personal y el desarrollo de los practicantes (Gould, 1984; McClements & Botterill, 1979).

El establecimiento de metas aplicado a la condición física escolar

    Bien, ¿y cómo se consigue esa automotivación hacia la práctica, y lo que más nos importa, hacia la mejora de la condición física? La mayor parte de las conductas humanas persisten a lo largo del tiempo, independientemente del hecho de que las recompensas externas sean mínimas o, incluso inexistentes. Cuando las inducciones externas son escasas, decimos que los individuos están automotivados para mantener sus acciones y completar sus tareas. Una importante fuente de automotivación es el establecimiento de metas, tal cual vamos a intentar mostrar aquí, método capaz de aumentar cuantitativa y cualitativamente el rendimiento de nuestros alumnos.

    Volvemos de nuevo al artículo de Locke y Latham (1985, p. 209), para mostrar, en sus diez presupuestos específicos, como las metas pueden funcionar en los escenarios deportivos (Roberts, 1992):

  1. Las metas específicas regularán la acción con más precisión que las metas generales

  2. Para las metas específicas, cuanto más elevada sea la meta, mejor es la ejecución, teniendo en cuenta la habilidad y el compromiso suficientes

  3. Las metas específicas, llevarán a una mejor ejecución que las metas de “hazlo lo mejor posible” o la ausencia de estas.

  4. Utilizar metas a corto plazo y a largo plazo produce mejores resultados que las metas utilizadas solamente a largo plazo.

  5. Las metas afectan a la ejecución dirigiendo la actividad, movilizando el esfuerzo, incrementando la persistencia y motivando la búsqueda de estrategias adecuadas

  6. El establecimiento de metas será más efectivo cuando se da un feedback que muestre el progreso en relación a la meta

  7. En metas difíciles, cuando mayor es el compromiso, mejor es la ejecución.

  8. El compromiso puede estimularse pidiendo al individuo al individuo que acepte la meta, mostrando apoyo, permitiendo la participación en el establecimiento de la meta, en el entrenamiento, en la selección de los incentivos y las recompensas.

  9. La ejecución de la meta se verá facilitada mediante un plan de acción o estrategia convergente, especialmente cuando la tarea es compleja a largo plazo.

  10. La competición mejorará la ejecución en el grado en el que lleve al establecimiento de metas elevadas y / o incremente el compromiso con la meta.

    Probablemente, la base de todas las demás premisas que acabamos de ver, así como de la mayor parte de las investigaciones en los ámbitos del deporte y del ejercicio, es aquella que nos afirma que las metas específicas mejoran la ejecución significativamente más que la ausencia de metas o que las inconcretas; y es precisamente en la cual nos vamos a basar para explicar este nuevo modelo de trabajo para el desarrollo de la condición física en las clases de educación física. Al hablar de metas específicas, debemos siempre tener en cuenta que debemos ser realistas en los objetivos a plantear; y aunque en la revisión de la bibliografía concerniente al tema no se ha encontrado ningún estudio que contradiga la hipótesis de Garland (1983), quién decía que incrementando en exceso la dificultad de la meta no se perjudica la ejecución, no debemos olvidar que estamos trabajando con niños, a los cuales tenemos que ofrecerles el mayor número de experiencias motrices con resultado de éxito.

    Otra área del establecimiento de metas que ha recibido también bastante atención en el campo de la psicología deportiva ha sido la necesidad de proximidad de las metas a establecer. A este respecto, fue Bandura (1982) el que explico de forma más clara la disyuntiva que podría suponer el establecer solamente metas a largo plazo. Bandura afirmaba que las metas a corto plazo son particularmente importantes en la mejora de la ejecución, porque ofrecen incentivos inmediatos y feedback sobre el progreso del individuo, mientras que las metas a largo plazo están demasiado lejos en el tiempo para reunir mucho más esfuerzo o para dirigir las acciones presentes. Desde aquí le damos aún más importancia si cabe a esta premisa, pues el trabajo con niños está necesitado de que sean estos los que puedan ver tangiblemente sus propios progresos, pues pedirles que se centren en el futuro lejano, puede provocar un debilitamiento de los esfuerzos presentes. Además, los indicadores que pueden dar a los niños las metas a corto plazo como ejemplo de su maestría, aumentarán su auto-confianza y el compromiso para afrontar la meta a largo plazo. Importante también en este establecimiento de las metas a corto y largo plazo, será la necesidad de accesibilidad de la tarea, es decir, establecer metas realistas, pues las metas demasiado difíciles, no adecuadas, provocarán un fracaso continuo, la motivación decaerá, y la ejecución se irá deteriorando poco a poco.

    Desde aquí, y una vez establecido un marco referencial a cerca del establecimiento de metas en el ejercicio, comenzaremos a desarrollar, de una manera más pragmática un modelo de práctica y mejora de la condición física escolar basado en lo aquí expuesto. El modelo regirá en torno a 3 fases fundamentales, que serán personalizadas para cada niño:

  • Fase de evaluación inicial de entrenamiento. Es necesario evaluar el nivel de condición de cada niño en la habilidad / habilidades que pretendamos entrenar, con dos objetivos fundamentales. Por un lado, el establecimiento de las metas a corto y largo plazo, y la adecuación de éstas a sus niveles reales de ejecución. Esto, exigirá de un compromiso por parte del niño, relacionado estrechamente con la aceptación de las metas propuestas. En la mayoría de estudios sobre el establecimiento de metas en la psicología organizacional y deportiva, el compromiso y la aceptación han sido medidas en un cuestionario pre-experimental, que consiste normalmente en preguntar directamente al individuo hasta qué punto está dispuesto a comprometerse con esa meta establecida. Ahora bien, nosotros, en el campo de la educación, tenemos a nuestro favor la variable de la recompensa; es decir, que estamos dispuestos a ofrecer al alumno si esa meta establecida se lleva a cabo. Lo más fácil y motivante a este respecto es, obviamente un incremento cualitativo en su calificación final en la asignatura. En este caso pues, el compromiso estará estrechamente relacionado con la aceptación de la meta.

  • Fase propia de entrenamiento. Fase en la cual se llevarán a cabo todas las metas a corto plazo a alcanzar por el niño. Y por tanto, será la fase más rica en cuanto a cantidad y calidad de feedback y correcciones. Estas correcciones se podrán realizar de manera tanto grupal como individual, utilizando para ello, aquellos recursos didácticos que sean más oportunos en cada caso teniendo en cuenta todos los canales de percepción, decisión y ejecución posibles (demostraciones, video, metas intermedias, etc.), aunque debemos tener en cuenta que en el desarrollo de este tipo de habilidades motrices que se encuentran dentro de un circuito cerrado de ejecución, es el mecanismo de ejecución el que tiene un mayor peso (Contreras Jordán, 2004), por lo que la practica repetida en diversas situaciones será el factor determinante de éxito final. Se debe tratar pues de depurar el movimiento para que este sea lo más eficaz posible, pero siempre haciendo participe al niño, demostrándole la necesidad de hacerlo para llegar a conseguir cada una de las metas. No debemos olvidar que la motivación para el niño vendrá si él mismo observa sus propios progresos, que vendrán si su ejecución es correcta (Sánchez Bañuelos, 1986).

  • Ahora bien, esta motivación, puede verse incrementada si como sostienen Hall y Byrne (1988) los niños adquieren de manera espontánea un mayor nivel de compromiso y motivación en pos de las metas a alcanzar, como resultado de la interpretación del contexto de ejecución por parte de los individuos. Concretamente, si se percibe la situación de modo que en ella la comparación social sea notable, entonces los individuos pueden empezar a competir unos contra otros, a pesar de tener asignadas metas individuales. Esta hipótesis, vemos que en los colegios es altamente susceptible de aparecer, pues los niños tienden por si solos a enfatizar la comparación social y a destacar la competición. Es decir, la ejecución de los demás, será una motivación importante para superar las metas propias. Por tanto, conduciremos el proceso de aprendizaje de los alumnos gracias a la motivación y feedback ofrecidos por el profesor de manera directa y por el resto del grupo de manera indirecta.

  • Fase final de entrenamiento. Fase en la cual los niños comprobarán por sí mismos, su propia progresión, y si han conseguido o no, la meta planteada por el profesor tras la fase inicial.

    Supongamos pues, que pretendemos entrenar, y por tanto, mejorar la velocidad como capacidad física básica, entendida esta como el tiempo que tardan los niños en recorrer una distancia determinada, centrando nuestro objetivo en mejorar la técnica específica de carrera, y con ello mejorar la calidad del movimiento y por tanto mejorando sus propias marcas. Huelga decir a este respecto que escogeremos para el entrenamiento y desarrollo de según qué cualidad, aquella edad en la cual su nivel de maduración física y cognitiva se lo permita, pues como a continuación veremos, pretendemos que sea el niño el que mejore su habilidad en las capacidades, mediante un enfoque constructivista, donde él sea el propio artífice de su aprendizaje. En este caso, escogeremos como edad los 10 años, periodo en el cual se observa un alto nivel en esta habilidad, atribuido sobre todo a la maduración de sus estructuras nerviosas.

    Con este objetivo, realizaremos una primera evaluación inicial a los niños, la cual constará de la realización de una carrera de velocidad, pongamos que de 50 metros, la cual cronometraremos. Posteriormente se les entregará a los niños una ficha (figura 1), en la cual aparecerá su nombre, la marca inicial que registró en su evaluación inicial, las metas a conseguir mensualmente (metas a corto plazo) y la meta a largo plazo a conseguir. Cómo hemos dicho anteriormente, estas metas (tanto las que se pretenden a corto plazo como las que se pretenden a largo plazo), deben estar concretadas de la forma más realista posible, basándonos en las capacidades del niño, y en nuestra previsión de su nivel de mejora.

NOMBRE:

MARCA INICIAL

 

META DE OCTUBRE

 

META DE NOVIEMBRE

 

META DE DICIEMBRE

 

META DE ENERO

 

META FINAL

 

Figura 1

    Tras esto, mes a mes (fase propia de entrenamiento), mostraremos y demostraremos a los niños, de manera primero grupal, y luego individual a quién así lo demande, aquellos aspectos fundamentales de la técnica de carrera para mejorar su ejecución de manera progresiva, y posteriormente lo llevaremos a la práctica mediante con dos maneras complementarias. Por un lado, y tras la explicación y demostración del profesor de educación física, dejaremos un tiempo de práctica autónoma a los niños, con el objetivo de tomar contacto con los nuevos patrones de movimiento adquirido, para posteriormente pasar a integrar estos movimientos dentro de diversas propuestas lúdicas, ajustadas a lo aprendido.

    Por nuestra parte, y a modo de ejemplo, programaremos el proceso de enseñanza-aprendizaje de acuerdo a estas fases, desarrolladas cada una en un mes del calendario escolar de manera sucesiva:

  • Mejora de la velocidad de reacción (salida “de tacos”)

  • Mejora de la longitud de zancada

  • Mejora de la frecuencia de zancada

  • Posición de tronco, cabeza y brazos.

    En este caso, hemos elegido como punto de partida el comienzo del curso escolar, fecha en la cual realizaremos la evaluación inicial recién comentada. A partir de aquí, podemos realizar este proceso de mejora y entrenamiento de una manera transversal, intercalando este programa, con otras Unidades Didácticas. En cualquier caso, tras cada periodo de entrenamiento el cual llevaremos a cabo siempre con propuestas lúdicas, realizaremos una nueva prueba cronometrada, en la cual los niños comprobarán cómo, tras el entrenamiento en la mejora correspondiente al plan de entrenamiento en el que nos encontremos, habrán por un lado mejorado la marca inicial, y por otro lado, conseguirán llegar a la meta marcada para esa etapa, mostrándose así, una correlación entre su nivel de ejecución y su automotivación por llegar a la meta final. Así, lograremos que esa meta final (fase final de entrenamiento), que Garland (1985) define como una imagen de un nivel futuro de ejecución que el individuo desea lograr, a través de la expectativa de ejecución que el niño se creará meta a meta.

    Bien, ya a modo de conclusión diremos que el objetivo de este modelo de práctica de la condición física basado en el establecimiento de metas como recurso motivacional, no persigue en última instancia la mejora de la ejecución en los movimientos, tampoco la mejora de la condición física, y ni si quiera despertar en los niños valores como la superación o el esfuerzo personal como camino que conduce hacia el éxito. Más allá de estos objetivos por supuesto perseguidos, gracias al desarrollo autónomo y la consecución visible de resultados de mejora por parte de los niños a lo largo del tiempo, el objetivo último de esta propuesta no es sino fomentar entre los niños el gusto por la práctica deportiva y la satisfacción por la mejora de su propia condición física, a menudo el contenido con menos “admiradores” dentro del contexto escolar, por la naturaleza de los métodos tradicionales comúnmente extendidos entre muchos docentes.

Bibliografía

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  • Garland, H. (1983). Influence and ability, assigned goals and normative information on personal goals and performance: A challenge to the goal attainability assumption. Journal of Applied Psychology, 68, 20-30.

  • Garland, H. (1985). A cognitive mediation theory of task goals and human performance. Motivation and Emotion, 9, 345-367.

  • Roberts, Glyn C. PhD (1992). Motivación en el deporte y el ejercicio. Desclee De Brower

  • Gould, D. (1984). Developing psychological skills in Young athletes. In N.L. Wood (ed.), coaching science update. Ottawa: Coaching association of Canada.

  • Hall, H. K., & Byrne, T (1988). Goal setting in sport: Clarifying anomalies. Journal of sport and Exercise Psychology, 10, 189-192

  • Locke, E.A. (1966). The relationship of intentions to level of performance. Journal of Applied Psychology, 50, 60-66.

  • Locke, E. A., & Latham, G.P. (1985). The application of goal setting to sports. Journal of Sport Psychology, 7, 205-222.

  • McClements, J.D., & Botterill, C.B. (1979). Goal setting in shaping of future performance of athletes. In P. Kilavora & J. Daniel (Eds.), Coach, athlete, and sport psychologist. Toronto, ON: University of Toronto.

  • Onofre R. Contreras Jordán. (2004). Didáctica de la Educación Física: Un enfoque constructivista”. Inde.

  • Pérez-Samaniego, V. (2001). Referentes e indicadores subjetivos: un intento de delimitar el valor educativo del acondicionamiento físico. Tándem, 2, 74-89.

  • Sánchez Bañuelos, F. (1986). Didáctica de una educación física y deportiva. Gymnos.

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revista digital · Año 15 · N° 143 | Buenos Aires, Abril de 2010  
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