Los valores morales y el actuar responsable | |||
Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte ESFAR Inés Luaces Sánchez, Camagüey (Cuba) |
Lic. Luís Alberto Olmo Pacheco M.Sc. Angel Félix Díaz Montano Dr.C. Lázaro Bueno Pérez |
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Resumen Mediante la utilización de métodos teóricos de investigación como la revisión documental, el análisis y la síntesis y la inducción y la deducción, se argumenta la importancia que tiene para la formación ética de los practicantes de judo en edades tempranas el fortalecimiento del valor responsabilidad en correspondencia con las exigencias del Plan Director de Formación en Valores para que se garantice además de su sólida formación técnica la necesaria integralidad moral. Se fundamenta el papel que le corresponde desempeñar a los docentes, la familia y la comunidad en esta. Se especifica como el sistema de valores es expresión concreta de las condiciones económicas, sociales y clasistas de nuestro país en dialéctica con el contenido humano universal que estos encierran, lo que explica el lugar de la moral en su relación con la Política y el Derecho, sobre la base del sentido del deber, la responsabilidad, el colectivismo, la solidaridad la honestidad y honradez, entre otros valores, que penetran cualquier propósito o acción educativa y política ideológica. Palabras clave: Judo. Valores. Formación
Abstract Of our duty, the responsibility, the collectivism, the solidarity honesty and honesty, among other moral values, that penetrates any purpose or educational action and ideological policy. By means of the utilization of theoretic fact-finding methods like documentary revision, the analysis and the synthesis and the induction and the deduction, the importance arguments itself that the strengthening of the value has for the ethical formation of judoists in youths responsibility in mail with the requirements of Formation’s Plan Director in Values in order that the necessary moral integrality take guarantees in addition to its solid technical formation. The role that corresponds to him to perform to the teachers, the family and the community in this has a foundation. It’s specified like the system of moral values concrete expression becomes of economic conditions, social and class-conscious of our country in dialectics with the human universal contents that these shut in, which explains the space of morals in its relation with the Policy and the right, on the sense's base. Keywords: Judo. Values. Formation |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 141 - Febrero de 2010 |
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Introducción
La problemática de los valores constituye una importante prioridad del Sistema Educacional Cubano. Ello no sólo obedece a las actuales condiciones socioeconómicas y su impacto en la subjetividad social, sino también a las aspiraciones refrendadas en el proyecto socialista de la nación.
Nuestra sociedad necesita el desarrollo armónico e integral de la personalidad, la cual incluye un sistema de valores elevados. Esto no se logra en forma espontánea, sino exige un sistema planificado de influencias orientados hacia un objetivo determinado para alcanzar los niveles deseados.
Desde el punto de vista pedagógico, su formación debe lograrse como parte de la educación general y científica que reciben los estudiantes como conocimiento y también como resultado del reconocimiento de su significación, que se transforma en sentido personal y se manifiesta en su conducta.
La búsqueda de una formación ciudadana a través del desarrollo de los valores de la conciencia es tarea de primer orden y declarada en la actualidad por nuestra pedagogía.
El actuar responsable en nuestra sociedad está sustentado, en buena medida, en el contenido ético del deber, apreciado desde la concepción martiana de esta categoría y puesto de manifiesto en: “Sólo en el cumplimiento triste y áspero del deber está la verdadera gloria. Y aún ha de ser el deber cumplido en beneficio ajeno, porque si va con él alguna esperanza de bien propio, por legítimo que parezca, o sea, ya se empaña y pierde fuerza moral. La fuerza está en el sacrificio”. “El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente”.
Hemos diagnosticado que los atletas practicantes de judo en las edades tempranas presentan dificultades con su accionar responsable por lo que en el presente trabajo se pretende dar respuesta al siguiente problema científico: ¿Cómo lograr un actuar responsable en atletas practicantes de judo en las edades tempranas?
Para dar respuesta a esta problemática se traza el siguiente objetivo: Argumentar el papel de los valores morales, principalmente de la responsabilidad en la formación de atletas practicantes de judo en las edades tempranas.
Desarrollo
Los valores morales, son elementos centrales dentro de la estructura y funciones de la moral en la sociedad, estos siempre se presentan en una contraposición con los antivalores morales. El concepto de Valor Moral, refleja la significación social positiva, buena, en contraposición al mal, de un fenómeno (hecho, acto de conducta, actitud, cualidad), que con un carácter valorativo-normativo a nivel de la conciencia moral (individual-social), en forma de principios, normas, representaciones y sentimientos morales, orientan la actitud y conducta del hombre, hacia el progreso moral, a la elevación del humanismo y al perfeccionamiento humano.
El valor moral así entendido, es la unidad de lo objetivo y lo subjetivo, de lo emocional y lo racional, el cual se da sobre la base de exigencias y necesidades humanas histórico concretas, que se expresan en los valores a través de los intereses (individuales y sociales), aspiraciones o anhelos, realizaciones humanas, objetivos, y fines, por esta razón, los valores morales son un importante aspecto de la autoafirmación de la condición humana de los hombres, de su espiritualidad e individualidad. Dentro de los componentes que inciden en la estructura del valor deben considerarse además, el sistema de conocimientos que aportan la cultura de la época y la concepción del mundo del individuo, la orientación ideológica, los sentimientos y emociones, los rasgos psicológicos de la personalidad, así como las vivencias y experiencias morales cotidianas de las relaciones, actitudes y conductas.
Fidel Castro al definir el concepto de Revolución reconoce como uno de sus componentes esenciales la defensa de los valores en que creemos, y plantea:
“…es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo… es no mentir jamás ni violar principios éticos…”.
Aquí deja claro como los cambios socioeconómicos y los reordenamientos sociales exigen del fortalecimiento y desarrollo del sistema de valores de la conciencia, lo que nos obliga a pensar en la dirección didáctica de este problema en función de una labor pedagógica educativa orientada a estos fines.
Cuando hablamos de formación de valores morales, nos referimos a un proceso educativo en el que el contenido axiológico de determinados hechos, formas de ser, manifestación de sentimientos, actuaciones o actitudes humanas, con una significación social buena, y que provocan una reacción de aprobación y reconocimiento (vigencia), en el contexto de las relaciones interpersonales, trascienden a nivel de la conciencia del niño o el joven, cobrando una significación individual especial e importante (a nivel de la esfera psicológica, afectivo-volitiva), que éste asume como algo necesario para encauzar su propia "forma de ser", sus sentimientos, actitudes y actuaciones en la vida cotidiana, en las relaciones con sus familiares, con sus maestros, compañeros o amigos, entre otros, transformándose internamente tales valores "aceptados", en cualidades morales personales; en la medida en que tales sentimientos y actitudes, se refuerzan y se vivencian una y otra vez, por el niño o joven, en las relaciones humanas con los demás y ante las exigencias de la vida y la realidad, arraigándose la significación social buena de las mismas en el nivel normativo-valorativo de su conciencia y conformando la individualidad de su personalidad.
De esta forma, no solo se forman las cualidades morales, sino a su vez las escalas de valores individuales y las orientaciones valorativas principales, que indican la tendencia de la línea del comportamiento o rasgos generales de la forma de ser del individuo, en el transcurso de su vida. Las orientaciones valorativas como formaciones estables de la personalidad, desempeñan un importante papel en la regulación del comportamiento, y explica su formación como un proceso de mediatización a través de la familia y posteriormente de la escuela. Así, las actividades organizadas por los padres o el educador y que se realizan en estrecha interdependencia comunicativa con el adulto, constituyen el sustento de la educación en valores.
Sin embargo, este no es un proceso espontáneo, ni inmutable, sino que en él inciden un conjunto de elementos y factores; dentro de estos elementos está el sistema de medios de influencias sociales, los sujetos formadores, las vías y los métodos de formación de valores. Dentro de los factores se encuentran las condiciones del contexto macro social y del micro medió, en que se forma y se desenvuelve el individuo, condicionando incluso el proceso de reajustes y cambios internos (en el orden jerárquico), de la escala de valores individuales, que se producen en determinados momentos trascendentales de la vida personal o social y que le imprimen un sello personalizado a las cualidades morales en la diversidad de su manifestación.
El proyecto social cubano destaca la necesidad de una defensa consciente de la identidad nacional desde nuestras raíces históricas. Se logra la conducción de la formación ideológica de las nuevas generaciones a través de sus responsabilidades sociales. En la medida en que nuestro proceso social tiene continuidad y no ruptura, se hace posible que las orientaciones valorativas de los hijos guarden correspondencia con la de los padres. Así, más que una imitación de los valores paténtales, pude producirse una correspondencia entre los valores que asumieron y viven los padres, por una parte, y los valores que van formando los hijos por la otra parte.
“La labor educativa según Konikova tiene su propia metodología, diferente a la de la enseñanza y necesita de un claustro capaz para desarrollar el contenido y seleccionar las formas más adecuadas de desarrollarlo a partir de las particularidades del grupo de estudiantes, del entorno y la familia”.
La formación en valores no puede disolverse en el proceso docente únicamente, se deben brindar las herramientas necesarias para que el estudiante alcance un desarrollo integral en tanto ser humano que es, y esa integralidad sin la activa participación de la familia es difícil de alcanzar, pues esta como forma de comunidad humana relativamente estable es la base educativa de la formación del individuo.
La comprensión del maestro y la familia, para no coartar, imponer esquemas o patrones, limitar inquietudes y necesidades personales, no enfrentamientos desafiantes antes las discrepancias, entre otros, son requerimientos de este proceso formativo, estimular y facilitar las posibilidades espirituales y de la sensibilidad humana en cada uno de los educandos, es parte del cultivo de la individualidad en la conformación de su escala de valores y cualidades morales personales.
La familia debe asumir que cualquiera de sus acciones tiene un impacto educativo, que no se puede dejar a la total espontaneidad, por las consecuencias negativas que puede originar. La familia debe prepararse y capacitarse para un desempeño más efectivo, para lograr los procesos de transformación que reclaman el desarrollo de sus miembros y de la sociedad.
Los métodos de la formación de los valores morales son inherentes al quehacer de las funciones socializadoras de la escuela y a todo el accionar profesional de los maestros, estos métodos inciden de forma simultánea en la actuación, vivencias y experiencias morales, así como en el elemento más interno del niño o joven, su conciencia, tanto en el plano racional, como en el emocional o esfera de los sentimientos, por esta razón estos métodos ubican en el centro de su atención, la formación de valores morales a partir de que el educando descubra y haga suyo determinadas exigencias histórico sociales de su contexto macro social y de su micro medió más particular donde incluye el seno familiar, la escuela y la comunidad, a través de los cuales se abre una visión más general hacia el sentido de la nacionalidad, la nación, la patria, el mundo y el universo, y su lugar en relación con todo ello.
El proceso de formación de valores, por lo tanto, requiere de la cohesión de todos los factores que intervienen en el mismo para lo cual hay que considerar las condiciones específicas en que cada uno de ellos actúa. Esta influencia no puede quedar a la espontaneidad, debe ser dirigida, planificada, pensada a fin de lograr los propósitos educativos. En este sentido es de suma importancia determinar que el proceso de formación de valores no puede reducirse a un conjunto de fórmulas, recetas, sino que por ser un proceso complejo y contradictorio y tocar de cerca el problema de la espiritualidad, requiere de un enfoque sistémico con sus interrelaciones, interconexiones y multidimensionalidad.
La significación social de los valores se asume por los individuos y conforman los valores espirituales en correspondencia con los niveles de desarrollo de la sociedad.
Los valores espirituales actúan en forma de ideales
De modo general las actividades dirigidas a la formación de valores deben reunir algunas características esenciales. Deben ser emotivas e intelectualmente retadoras si es que se pretende implicar al sujeto. Deben ser amenas, atractivas evitando el tedio y el aburrimiento. Siempre que sea posible deben ser cooperativas, basadas en la actuación grupal, pero con responsabilidad individual. Otra de las características será la variedad en cuanto a contenido, tipos, complejidad, facilitando con ello la posibilidad de opciones.
El elemento cognitivo y el aprendizaje son presupuestos de la formación de valores, para la interiorización del valor; pero el proceso no puede quedar en este momento. Lo emocional, lo afectivo no puede desvincularse del conocimiento. Lo emotivo, lo sentimental refuerza y consolida el conocimiento. Sobre los procesos lógicos, plantea el psicólogo cubano González Rey que en la constitución subjetiva del sujeto está implicado el pensamiento, por lo tanto, aún cuando es parte del sistema de operaciones cognitivas, su naturaleza, en tanto proceso, es cognitivo-afectivo, lo que define que además de ser fuente de producción de ideas y conceptos, el pensamiento es fuente permanente de producción de emociones. (Ver “La escuela y su papel en el desarrollo de la personalidad”, IPLAC-UNESCO. Ciudad de La Habana, 1997)
Todo lo anterior debe ser comprendido por el maestro que, si bien no es el único que incide en esta ardua labor, tiene que lograr trabajar con todos los que inciden y fortalecer el proceso por sus diferentes vías.
El proceso de formación del valor responsabilidad
Muchos autores han tratado el valor responsabilidad, así encontramos que en el Diccionario de Sinónimos y Antónimos plantean aspectos importantes, tales como: obligación, cumplimiento, compromiso, deber, entre otros.
En el presente trabajo, por considerarla integradora y generalizadora, se asume por responsabilidad la definición dada por los autores Dr. Ángel Hierrezuelo Cancel y la MSc. Ileana A. Mustelier Sagarra de Santiago de Cuba, que la definen como:
“La capacidad que tiene el sujeto, que le permite el cumplimiento de sus deberes, implicado conscientemente, que se demuestra en la coherencia entre el decir y el hacer, encaminado hacia una actividad moral justa y asumiendo las consecuencias de sus actos”.
El análisis de esta definición permite extraer las siguientes dimensiones:
Capacidad de sujeto que le permita ejecutar las acciones.
Cumplimiento de los deberes.
Implicación consciente.
Asumir las consecuencias de sus actos.
Se considera que para alcanzar la plena responsabilidad se atraviesa por distintos niveles:
Primer nivel: cumplir sencillamente las tareas; no siempre con la calidad requerida. Aún no se ha alcanzado la conciencia del por qué de la necesidad de cumplir la tarea. Esa responsabilidad es aún regulada, aunque cuando las personas no actúan en grupo presentan por lo general un mejor comportamiento. Por ejemplo: muchos estudiantes cuando actúan solos se manifiestan de una forma más responsable. Cuando están en el grupo no son muy críticos, dejando pasar múltiples errores e irresponsabilidades.
Segundo nivel: implicarse, comprometerse con las tareas a cumplir. Ya hay una conciencia, pero aún no hay una auto-conciencia de forma estable del por qué hay que cumplir las tareas. Ya se actúa con independencia y comienza a ponerse de manifiesto la autorregulación de la conducta en colectivo y está presente el espíritu crítico y autocrítico.
Tercer nivel: asumir la consecuencia de las acciones y decisiones, es un reflejo de que está presente la autoconciencia de por qué el cumplimiento de los deberes y también de la autorregulación. Se enfrenta a las dificultades presentadas con un alto espíritu crítico y autocrítico, así como de optimismo. Está presente la noción de justicia y expresión de nuestra libertad. Ahora la responsabilidad es estable, hay madurez en la actuación cotidiana y coherencia entre el decir y el hacer.
El Plan Director para la Formación de Valores editado por el Buró Político en el año 2007 al definir la responsabilidad plantea que “es el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo la familia, el colectivo y la sociedad, con ello se involucran en la definición los sujetos o medios de influencia responsables de la formación de este valor en nuestra sociedad.
Los modos de actuación asociados al valor responsabilidad según el Plan Director del Buró Político son:
Desarrollar con disciplina, conciencia, eficacia, calidad y rigor las tareas asignadas.
Asumir la crítica y la autocrítica como poderoso instrumento de autorregulación moral.
Propiciar un clima de compromiso, consagración y nivel de respuesta a las tareas asignadas.
Conocer y respetar la legalidad socialista y las normas administrativas establecidas.
Promover un modo de participación democrática, donde los individuos se sientan implicados en los destinos de la familia, la comunidad, su colectivo estudiantil, laboral y el país.
Respetar, defender y fomentar la propiedad social sobre los medios de producción.
Cuidar el medio ambiente.
La responsabilidad como valor presenta niveles de profundidad, por lo que determinados aspectos señalados pueden estar presentes en algunas personas y en otras no, en dependencia de cómo esté más o menos desarrollado este valor, en el sujeto en cuestión, su análisis exige también tener otros elementos como: el plano moral, el social y el personal. El análisis de la responsabilidad exige también tener otros elementos como: el plano moral, el social y el personal.
En Cuba el escolar primario aspira a ser como el Che. Para acercar este modelo, este ideal, a la vida del niño, el maestro debe dar a conocer verbalmente no sólo las cualidades que caracterizan al Guerrillero Heroico, sino también propiciará que del conocimiento de las mismas, los alumnos sean capaces de descubrir algunas de esas cualidades en las personas que conocen y en sus mismos condiscípulos. De modo que cuando se habla del Che como buen compañero, como cooperador con los demás, estudioso, amante de la lectura, disciplinado, trabajador, respetuoso, honesto, valiente, decidido, etc., ellos puedan poner ejemplos de personas cercanas a su ambiente escolar y familiar en que aparezcan estas cualidades. La idea es demostrar que es posible llegar a ser como el Che desde lo cotidiano y que muchas personas que nos rodean tienen méritos que a veces pasan inadvertidos.
La responsabilidad moral
Se refiere al cumplimiento de los deberes, de forma elemental o más profunda, esa responsabilidad pude ser un proceso sencillo y legal y por ello recibir un salario. De no hacerlo se presenta la posibilidad de aplicar una medida, tenerlo en cuenta en la evaluación de la persona en el convenio de trabajo u otra manera de exigir el referido cumplimiento.
Pero la responsabilidad moral, entendida ésta coma la forma de cumplimiento de los deberes, no por dinero a recibir, sino por lo que se requiere en un momento determinado, que se realiza conscientemente, honrando el papel que le han confiado y donde el sujeto que actúa se implica, poniendo lo mejor de sí, no por lucro, sino por la satisfacción del deber cumplido, es un proceso más profundo.
La responsabilidad social
En ella están presentes elementos de la responsabilidad moral, de la justicia, del humanismo, del respeto a los derechos a todos lo seres, que forman parte del contexto a que se haga referencia: la comunidad, la sociedad, la humanidad, se incluye también la familia y la escuela. Alcanzar este estadío es de gran significación para la sociedad, en oposición a la desobediencia social.
Al detenernos en la responsabilidad encontramos su especificidad como regulador moral en las relaciones del sujeto con los objetos de su actividad social y con los sujetos con los que interactúa, sin embargo la expresión legal de esta significación se refleja en la conciencia de los deberes y derechos que contrae el individuo en las comunidades e instituciones a las que pertenece, por lo que la responsabilidad se define como la actitud que se asume ante la labor realizada y por la cual se responde ante los demás. Es la respuesta a la obligación contraída desde el momento que se asimila hasta sus resultados, incluyendo el contenido moral y legal de las consecuencias de sus actos. El sostenimiento de la tarea asumida es también asumir las consecuencias de sus acciones y decisiones.
La responsabilidad personal
La forman elementos de la personalidad moral, pero en el plano persono lógico, asumido por un individuo, implica participar de forma comprometida y donde la cooperación es de gran importancia. Requiere de un determinado nivel de espíritu crítico y autocrítico. Refleja madurez y confianza en su actuación.
Determinar qué es la responsabilidad, no es un acto sencillo, pues son múltiples los factores que deben tenerse en cuenta para caracterizarla. Se debe partir de que en la base de valor responsabilidad están las actitudes, las necesidades y las motivaciones de las personas.
Para ser responsable hay que estar en posición de recursos necesarios para la resolución de tareas y el conocimiento acerca de la posesión de esos recursos.
El cumplimiento de los deberes constituye un elemento esencial.
La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o legal.
Ella tiene un efecto directo en otro concepto importante, la confianza. La pérdida de ésta afecta las relaciones entre las personas. También es signo de madurez, que implica esfuerzo, pues no cumplir con el compromiso puede traer consecuencia no feliz.
La responsabilidad debe ser algo estable. Podemos tolerar la irresponsabilidad de alguien ocasionalmente, pero no sería así si se reiterara.
Ser responsable es también tratar de que nuestros actos sean realizados de acuerdo a una noción de justicia.
Ser responsable es implicarse conscientemente para poder enfrentarse a las dificultades que implica el cumplimiento de los deberes.
La responsabilidad es expresión de nuestra libertad. Esa libertad es real y positiva cuando podemos cumplir nuestras obligaciones con alegría, aunque presuponga un gran esfuerzo.
Al asumir una actitud responsable el individuo se representa idealmente su conducta a seguir, a partir de las necesidades que le mueven a la acción, su concientización en forma de intereses, la precisión de objetivos y la búsqueda de las condiciones y los medios que favorezcan dicha acción, por lo que la educación en la responsabilidad cívica exige del conocimiento de la necesidad de la tarea y obligación para la sociedad y los demás miembros, permitiendo examinar el por qué de sus actos y para qué se realiza a partir de un compromiso moral y consciente.
La responsabilidad favorece la convivencia social a partir del desarrollo de orientaciones valorativas vinculadas a la disciplina, la colaboración, el deber, la libertad y la independencia, así como el respeto a sí mismo y hacia los demás
En las condiciones contemporáneas del desarrollo social, inciden sobre la educación de la personalidad de las nuevas generaciones todo el conjunto de influencias de la sociedad, no siendo ésta, por tanto una tarea exclusivamente de la escuela o la familia como pudiera haberse pensado hace algún tiempo. No es menos cierto, sin embargo que estas dos instituciones desempeñan un papel fundamental en el logro del fin de la educación.
Si admitimos que los padres son los principales responsables de la educación de sus hijos y ello es un deber indelegable, no se puede pretender la autoridad de la escuela sobre la familia. Las relaciones más productivas y satisfactorias son las de igualdad, de colaboración en esa hermosa faena de preparar a los futuros hombres y mujeres para la vida.
En el proceso de formación de valores, el tratamiento de la individualidad requiere especial atención, ya que estos valores solo se forman en el mundo interno de cada individuo, el cual el maestro en su labor debe penetrar con el mayor tacto pedagógico, la mayor cautela y teniendo en cuenta las normas éticas de la relación maestro-alumno y maestro-familia, este último como elemento que no puede soslayarse en todo este proceso. Esto significa trabajar con la espiritualidad de los niños y jóvenes, hacer brotar los nobles sentimientos, hacerles sentir estos sentimientos y crear los mecanismos para que los puedan expresar y plasmar en diversas formas, ya sea de forma oral, escrita, artísticamente, entre otros.
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