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El carnaval y el combate hacen el aguante: algunas explicaciones

 

Sociólogo. Pertenece al Grupo de Estudio de la Subjetividades y Creencias Contemporáneas (GESCCO)

adscrito al Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas

de la Universidad Nacional de Colombia

John Alexander Castro Lozano

jacastrol@una.edu.co

(Colombia)

 

 

 

Resumen

          El fútbol aparece a mediados del siglo XIX en Inglaterra y se extiende rápidamente por Europa e inmediatamente a distintos lugares del planeta. El fútbol poco a poco fue creando un ejército de seguidores llamados hinchas, que han pasado de ser espectadores pasivos a actores vitales del juego; protagonizando distintos comportamientos alrededor de los estadios y en las diferentes carreteras que transitan. Este trabajo se va a detener en dos grupos de seguidores de un equipo de fútbol, grupos que han sido catalogados como barras bravas. Estos grupos basan su organización bajo una categoría que les permite mantenerse unidos bajo los mismos fines, el aguante, práctica que les da la posibilidad de conservar el honor individual y colectivo. Este texto centra su atención en las agrupaciones Blue Rain y Comandos Azules, ambas se identifican con el equipo Los Millonarios de la ciudad de Bogotá

          Palabras clave: Hinchas de fútbol. Carnaval. Combate. Aguante. Honor.

 

Este texto hace parte de la investigación que estoy desarrollando bajo el título: “Como una sombra. 

Discursos y prácticas de aguante en la hinchada del equipo de fútbol Los Millonarios: Comandos Azules y Blue Rain”

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 140 - Enero de 2010

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Introducción

    A mediados del siglo XIX en Inglaterra, específicamente en la Universidad de Cambridge y en la ciudad de Sheffield se dieron los primeros pasos para separar el fútbol del rugby. La primera medida que se tomó fue permitir que el arquero sea el único que puede tomar el balón con las manos y el resto de jugadores deben hacerlo, especialmente, con las piernas. En el año de 1872 se realizó el primer partido entre selecciones nacionales, encuentro que enfrentó a Inglaterra y Escocia y a partir de ese momento hasta el presente las competencias se hicieron con mayor frecuencia y regularidad. El fútbol se extendió rápidamente, paso a Escocia seguida de Gales e Irlanda y luego a toda Europa, llegando a Dinamarca, Holanda y Nueva Zelanda, gracias a la influencia del Reino Unido. De la misma forma llegó a Alemania, Bélgica, Hungría, Italia, Noruega, Suecia y Suiza y gracias a la migración, llegó a Argentina, Chile, Uruguay y Brasil.

    Aunque en este trabajo no trataré el origen, el desarrollo y la actualidad del futbol; ni tampoco se atenderá el desborde de las inversiones en jugadores o en los distintos torneos y mucho menos trataré sobre las representaciones culturales o estéticas de las formas de juego según el origen del practicante. Es más, el acercamiento al fútbol será, casi, nulo ya que el interés fundamental no es el deporte mismo porque me importa tratar un componente fundamental del presente para la realización masiva de este juego, los hinchas. Los hinchas son vistos desde dos perspectivas, la primera es creada por los comerciales realizados por las empresas que patrocinan los equipos o los torneos y los exponen con una emotividad tan grande que está más cerca a una manifestación religiosa que a la vista de un encuentro deportivo y la segunda mirada es la que arman, a su modo, los medios de información, en la cual los hinchas están más cerca del salvajismo que de la expectativa que genera el juego. Cualquiera de estas dos concepciones desfigura el comportamiento del hincha en el estadio.

    Este texto trata sobre aquellos que han sido llamados barras bravas, generalmente se ubican en las tribunas que están detrás de los arcos y siguen partido a partido, estadio tras estadio, las veces que sea necesario hacerlo, a su equipo y es su equipo ya que lo sienten como su propiedad al considerarse los representantes indiscutidos de él. Este tipo particular de hinchas, poco a poco se han involucrado con su equipo y con el juego mismo, que en la actualidad son protagonistas indiscutibles del encuentro deportivo. Los comportamientos han desbordado la pasividad del espectador y han alterado todo tipo de orden establecido, convirtiéndose, tal vez, en el jugador número doce del equipo, desde la gradería y en las afueras del estadio. En esta presentación pretendo describir el comportamiento de los hinchas, no focalizado o generalizado en la violencia sino en las distintas manifestaciones que estos realizan.

    Por ese motivo, el interés fundamental de este trabajo es explicar los discursos y las practicas que exponen los hinchas al interior y al exterior de los estadios, antes, durante y después de los partidos que su equipo enfrenta, ya sea de local o de visitante. Los hinchas fundamentan sus discursos y sus prácticas a través de un estilo de vida que les permite encontrarse para apoyar a su equipo de fútbol. Asimismo, les da la posibilidad de mantenerse juntos, por lo menos, durante la competencia deportiva, eso que les permite encontrase y mantenerse unidos es el aguante.

Acerca del aguante

    El origen de esta palabra, según Abarca y Sepúlveda, “proviene de aguantar; y ésta, a su vez del italiano agguantare ‘coger’, ‘empuñar’, ‘detener’ (una cuerda que se escurre), ‘resistir (una tempestad)’, éste derivado de guantoo ‘guante’, por alusión a los guanteletes de los guerreros medievales (una pieza de armadura con que se guarnecía la mano) (Abarca & Sepúlveda, 2005, pág. 156). El aguante según Alabarces “es un término aparecido en la cultura futbolística argentina hacia comienzos de los ’80. Etimológicamente, la explicación es simple: aguantar remite a ser soporte, a apoyar, a ser solidario. De allí que aparezca inicialmente como hacer el aguante: esa expresión denominaba el apoyo que grupos periféricos o hinchadas amigas brindaban en enfrentamientos específicos. Y así, en la cultura futbolística de los últimos diez años comienza a cargarse de significados muy duros, decididamente vinculados con la puesta en acción del cuerpo.” (Alabarces, 2006, pág. 1).

    En un trabajo anterior, Aguante: carnaval y combate en Blue Rain, la hinchada del equipo de fútbol Los Millonarios sostengo sobre este estilo de vida que: “El aguante significa para la hinchada, estar presentes, al lado del equipo en buenos y malos momentos, deportivos y administrativos, de la misma forma es salir al encuentro del otro, mantenerse frente a él en el enfrentamiento.

    El aguante es el fin a llegar para los integrantes de la hinchada, ya que es él quien las define como una agrupación seguidora de un equipo de fútbol. El aguante es la forma de ser/existir del hincha y de la hinchada, es el fin a llegar pero así mismo es su fundamento. El aguante es el bien preciado a obtener y logran detentarlo cuando, primero, acompañan al equipo en los lugares que él se encuentre; segundo, lo apoyan incansablemente a pesar del tiempo climático o el resultado; tercero, lograr mantenerse en pie, no retroceder, en el momento en que se enfrentan a otras agrupaciones y cuarto, porque logran mantener sus emblemas en sus manos y quitar los de los otros de las de ellos” (Castro Lozano, 2009)

    Siguiendo esta línea, el aguante es vivenciado por los hinchas de dos formas, el carnaval que hace referencia a los actos festivos realizados en las distintas actividades y el combate se especifica en el enfrentamiento físico contra hinchadas rivales y/o la policía. Desde estas dos perspectivas puede ser comprendido ese universo de comportamientos que ha sido denominado el aguante. El carnaval trae consigo el reconocimiento grupal y el combate el respeto al interior del grupo. Pero estas formas de decir y de actuar sólo pueden aprobarse si se da la presencia constante y activa en el grupo, porque es un compromiso incondicional, si no se da, no se concede ni el reconocimiento ni el respeto.

El carnaval: un rostro del aguante

    El carnaval es comprendido como un estilo de vida, que expresa alegría, desborda los límites, da vía libre a los excesos y a las exageraciones, es decir, se liberan los sentidos. Estos actos festivos permiten salir de la tensión de la vida cotidiana, de las jerarquías establecidas y las normas impuestas. Aunque el carnaval es efímero, se mantiene para demostrar que a pesar de las adversidades se tiene que continuar apoyando al equipo porque no hacerlo demostrará que lo propio no produce ningún tipo de alegría y eso no se concibe, ya que por el solo hecho de ser hincha del equipo ya representa una felicidad. Los cantos que entonan los hinchas son la mejor forma de representar lo afirmado:

Y vamos Los Millos

Ya les dimos en la cabeza

Ya nos fumamos la bareta

Nos comimos la robinul

Déjate de joder

Hay que sudar la camiseta

Que el Comando está de fiesta

Y te quiere ver campeón

Y te quiere ver campeón1

    Este tipo de expresiones festivas no son exclusivas de los hinchas de Colombia o de América Latina, ya que representaciones similares se dan en Europa. Adán en sus trabajos sobre los ultras de España describe, a partir de la influencia que ellos han tenido de los hinchas italianos, este tipo de expresiones. “La coreografía italianófila es un espectáculo para ser visto desde el resto del graderío del estadio, desde el campo, e incluso a través de la televisión. Su objetivo es el de intimidar a los jugadores rivales y demostrar la propia fuerza al equipo de casa, pero también indicar al resto de grupos «ultras» su poderío y capacidad de innovación… La coreografía a la italiana se despliega al inicio de cada tiempo, generalmente al comienzo del primero, porque requiere cierta preparación: colocación del material que será empleado, posición que ocuparán los «ultras» no implicados directamente en el espectáculo durante el mismo, etc. Esta preparación sobre el terreno se extiende a los días anteriores al partido cuando se trata de desplegar una bandera gigante: los «ultras» acuden durante la semana al estadio vacío para realizar ensayos, calcular distancias y observar el efecto desde las gradas altas. Varias son las manifestaciones de masa a la italiana («bosque de banderas», «lluvia de papel», «infierno», etc.), pero sin duda la más popular entre los «ultras» es el «muro de fuego», hecha a base de bengalas, ya que llama la atención más que ninguna otra, e implica que aquel que porta la bengala reúne ciertas características” (Adán, 1993, pág. 156)

    Una descripción más de este tipo de manifestaciones, las brinda el etnólogo francés Christian Bromberger: “El espectáculo de las gradas acrecienta el de la cancha: ornamentos, disfraces estandartes y banderines, coreografías, movimientos ondulantes de los cuerpos formando una ola, cantos, ritmos, redobles de tambor, sonido de trompetas, etc. que componen una especie de ópera, un momento excepcional de estetización festiva de la vida colectiva… la cultura del hinchismo es creativa, transforma platos de cartón y bufandas que se agitan o se hacen girar en accesorios coreográficos, utiliza el material náutico (cornos, bengalas de salvataje) para saludar la entrada y las hazañas de los jugadores; toma instrumentos del folklore (las matracas), de la religión toma los emblemas (crucifijos, etc.), del ejército los estandartes, de los manifestantes de las calles la postura de combate, de las organizaciones políticas los símbolos más provocadores, de los movimientos revolucionarios la imagen de sus ídolos. Voraz, integra todo elemento nuevo que pueda aportar al espectáculo, alentar al propio equipo o intimidar al adversario.

    Esta voracidad resulta particularmente sorprendente cuando se examina el repertorio vocal y coral de los hinchas. Los ritmos y melodías que se repiten o sobre los que se fijan palabras partidarias, provienen de los géneros populares más heterogéneos: cánticos religiosos (Ave María de Lourdes), arias de ópera (Marcha triunfal de Aída de Verdi), himnos nacionales (se entona La Marsellesa en Marsella así como en Nápoles, y se la ejecutaba especialmente en Turín para alentar a Platini), música militar (El saludo a los jefes de la Marina norteamericana en Turín), «éxitos» internacionales de ayer y de hoy (When the Saints Go Marching in, My Darling Clementine, Guantanamera, Yellow Submarine, La Pantera rosa, Che sarà sarà, Pomrompompero, La Lambada...), éxitos locales o canciones populares regionales (O’surdato ‘nnammurato, Gatta Cenerentola... El partido de fútbol es una de las raras ocasiones en que se expresa en forma colectiva un folklore viviente, un mínimo cultural compartido que sella una pertenencia común.” (Bromberger, 2001).

El combate: otro rostro del aguante

    El otro rostro del aguante es el combate, se comprende, también, como un estilo de vida y es visto como una forma agresiva de comportarse y con él se obtiene el respeto. Con él se organizan las jerarquías al interior y al exterior de los grupos, ya que con la peleas se pueden mantener los valores y las creencias, en otras palabras, el orden que se ha establecido. Peter Marsh, en su trabajo sobre los hinchas de Inglaterra, identificó una jerarquía instituida a partir de la edad y la función; los novicios de 9 a 13 años, se empeñan en aprender los comportamientos de los mayores; los “gamberros” o alborotadores, de 14 a 19 años, que muestran mayor adhesión al equipo y hostilidad al contrario, son animadores de coros, papel fundamental para animar a los otros hinchas, hacen parte importante en los desplazamientos; y los graduados, que son mayores a 22 años, estos ya poseen reputación o prestigio y se muestran como el modelo a seguir (Marsh, 1982). En ese mismo sentido, Rom Harré considera que los grupos de hinchas son agrupaciones jerárquicamente constituidas, que se organizan bajo tres grandes valores: el respeto, el prestigio y el honor. La posesión de estos les genera distintos beneficios, entre ellos, el reconocimiento del grupo. El reconocimiento se verifica a través del pasado, de la experiencia, ya que por eso se logra demostrar valentía y determinación para enfrentarse en las peleas. Estos valores sólo pueden mantenerse y fortalecerse en la medida en que se alcanza la victoria en los enfrentamientos (Harré, 1987).

    El combate hace referencia a los enfrentamientos físicos que buscan derrotar al otro, en principio los medios para ello son los puños y las patadas, aunque si esto no es suficiente pueden llegar a utilizarse armas blancas y de fuego porque el objetivo final es lograr que el otro, el rival y/o el enemigo, retroceda con un daño físico. A pesar del riesgo que está práctica tiene es obligación afrontarla ya que mide la fuerza y la valentía que tiene el grupo y no hacerlo es sinónimo de cobardía.

Hay rojo la puta que te parió

Corriste en galerías sos cagón

Hay rojo no te vayas a olvidar

Que los trapos te los tiene tu papá

Yo soy así, de millos soy

De la cabeza siempre voy

Donde vayás, siempre va estar

La banda de la capital2

    Silvio Aragón, historiador y sociólogo argentino y además hincha del Club Atlético San Lorenzo de Almagro escribió en el 2007, 'Los trapos se ganan en combate'. Una mirada etnográfica sobre las representaciones y prácticas violentas de la 'barra brava' de San Lorenzo de Almagro. Aragón afirma que la violencia genera relaciones sociales entre los hinchas del mismo equipo que pertenecen al mismo grupo. Del mismo modo ocurre contra las hinchadas rivales y con la policía ya que la violencia hace parte de una conducta moral en el mundo futbolístico, producto del desfogue de las emociones. La conducta moral a la que hace referencia es el aguante, el fundamento de la barra, ya que él les permite crear intercambios dentro y fuera del grupo, estableciendo códigos de valentía y honor. El mismo título del trabajo, ‘Los trapos se ganan en combate’, llama a los códigos entre las hinchadas y lo hace porque La Banda de la Quema del equipo Club Atlético Huracán, el eterno rival de San Lorenzo y por tanto de la hinchada, sustrajo cierta cantidad de trapos (banderas) de ‘La Butteler’ del lugar donde eran guardadas en el estadio. Estos trapos no fueron obtenidos en combate, que es la forma habitual o tradicional de obtener los objetos preciados del rival y al no hacerlo, la bravura de los hinchas de Huracán es cuestionada por sus opositores ya que no tuvieron el coraje para enfrentarse cuerpo a cuerpo. El título es, entonces, un cuestionamiento y un reclamo de un hincha que sabe cómo se obtiene y mantiene el honor entre los hinchas (Aragón, 2007).

A modo de conclusión

    El carnaval y el combate hacen el aguante. El aguante es el fin último que debe buscar todo hincha, si desea serlo, debe comprometerse a vivir bajo el desborde de los sentidos y la muestra eterna de la alegría de ser seguidor de su equipo y al mismo tiempo tiene que estar bajo el riesgo frecuente del enfrentamiento físico contra el enemigo y no permitir que él avance. El aguante visto desde esta perspectiva puede verse como el concepto ideológico del honor, ya que él representa la dignidad, la reputación y la imagen del grupo y de la institución deportiva al que se pertenece, mantener el aguante es conservarse a sí mismo.

    Por este tipo de expresiones corporales (festivas y/o agresivas) las barras de fútbol han sido señaladas como colectivos delincuenciales, salvajes y violentos por aquellos que se autoproclaman como decentes, educados y pacíficos, aquellos que justamente hacen la información y mantienen el orden establecido. Las barras bravas, las hinchadas o cómo quiera llamársele se congregan a través de un algo que se llama equipo, pero no corresponde, necesariamente a un grupo de jugadores o una institución administrativa sino se halla en el emblema que lo identifica, el nombre que lo representa y los colores que lo particularizan.

    Por tanto, aproximarse a este tipo de colectivos y de individualidades involucra aproximarse a abstracciones que crean los sujetos que se reúnen en este tipo de asociaciones. Esas creaciones que pueden mencionarse son los sentimientos que se establecen por el equipo; los lazos de parentesco entre los miembros de los grupos, la re definición de los territorios o espacios ya existentes para hacerlos suyos y los valores a seguir para mantener los colectivos bajo los mismos ideales.

    Además, estos colectivos, agrupaciones o asociaciones surgen como un lugar de encuentro entre personas de diferentes pertenencias económicas, laborales, educativas y religiosas que se reúnen bajo el mismo ideal, el equipo y este encuentro genera expresiones que llevan al desborde de la emoción, la pasión y la agresividad. De ese modo y ante el aburrimiento de la escuela y las obligaciones frente al Estado, estos grupos se postulan como un lugar en el cual la presencia se hace cómoda y satisfactoria, por eso el compromiso con ella. Compromiso dado para el diseño de nuevas banderas o pancartas; la composición de nuevos cantos; los recibimientos al equipo en el terreno de juego y las actividades que realizan para enfrentar al otro y derrotarlo. El compromiso con la barra lleva a que los miembros estén primero con el equipo y luego con la barra y empiecen a desarrollar, crear o proponer nuevas cosas para el porvenir, para ser cada día mejores y diferenciarse de los demás, es decir, para demostrar que se tiene más aguante.

Notas

  1. Este canto fue adaptado por los Comandos Azules de la canción El mono relojero de Kapanga.

  2. Este canto fue adaptado por los Comandos Azules de la canción No me vuelvo a enamorar de Re Piola.

Referencias bibliográficas

  • Abarca, H., & Sepúlveda, M. (2005). Barras Bravas, pasión guerrera. Territorio, masculinidad y violencia en el fútbol chileno. In: F. Ferrándiz, & C. Feixa, Jóvenes sin tregua. Culturas y políticas de la violencia (pp. 145-169). Barcelona: Anthropos Editorial.

  • Adán, T. (1993). Nuevos escenarios, viejos rituales. Los “ultras” del fútbol. Revista de Antropología Social (2), 149-166.

  • Alabarces, P. (2006). Fútbol, violencia y política en la Argentina: ética, estética y retorica del Aguante. Esporte e Sociedade (2), 1-14.

  • Aragón, S. (2007). 'Los trapos se ganan en combate'. Una mirada etnográfica sobre las representaciones y prácticas violentas de la 'barra brava' de San Lorenzo de Almagro. Lanús: Antropofagia.

  • Castro Lozano, J. A. (2009). Aguante: carnaval y combate en Blue Rain, la hinchada del equipo de fútbol Los Millonarios. Lecturas: Educación Física y Deportes. Revista Digital. Buenos Aires, Nº 129. http://www.efdeportes.com/efd129/aguante-carnaval-y-combate-en-blue-rain-la hinchada-de-los-millonarios.htm

  • Harré, R. (1987). El gamberrismo en el fútbol. Revista de Occidente (70), 55-78.

  • Marsh, P. (1982). El orden social en las tribunas de los estadios de fútbol británicos. Revista Internacional de Ciencias Sociales , 34 (2), 279-288.

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