SOBRE EL JUEGO Y EL JUGAR
Algunos comentarios sobre los juegos en la televisión de hoy
Víctor Pavía (Argentina)
vapavia@uncoma.edu.arTrabajo monografico producido para la Maestría en Teorías y Políticas de la Recreación.
Universidad Nacional del Comahue. Noviembre de 1996Llego hasta este artículo atravesando un campo, en el sentido de Lewin, donde habitan imágenes de escuelas rurales diversas: aquella, la de mi infancia, y estas, las que ahora visito con curiosidad de espía. Todas las imágenes tienen un denominador común: el "color" del aislamiento y la pobreza, en escenarios apabullantes donde "el horizonte es el patio del patio" . Escenas de juegos que "vienen de antes" contrastando con estas otras, las que a diario me llegan por la pantalla del televisor, puerta cotidiana de acceso a patios de juegos literalmente inconmensurables, donde ningún horizonte aparece para calmar la ansiedad. En ese sentido (en el de calmar la ansiedad) digo que el propósito de este ejercicio es compartir con colegas del campo de la educación y el tiempo libre, esta sensación incómoda de estar viviendo una transformación de los espacios y modos de jugar, en sintonía con los mandatos del modelo cultural dominante. No es esta, todavía, una afirmación, aunque cierta práctica de etnobservador, sumada al vicio de telespectador, produzcan como resultado -dicho esto en el sentido de Peirce - un calidoscopio de imágenes encontradas que, puestas en tensión, anuncian la posibilidad de producir algunas inferencias por contraste. Pensemos en algunas una de esas imágenes contrastantes: por un lado, tenemos el recuerdo de juegos en escenarios tangibles donde se juega con otros en situación de palpable copresencia física; por el otro el florecimiento de juegos en los nuevos no lugares (utilizando aquí, un tanto libremente, la categorización de Augé ) de la comunicación tecnológica, en los que uno puede jugar con todo el mundo - literalmente - sin toparse físicamente con nadie y sin saber -verdaderamente- en donde esta. Más temprano que tarde, algo habrá que indagar al respecto. Quiero decir: algo tendremos que profundizar y algo tendremos que señalar desde las teorías críticas de la recreación, a cerca del peso de los medios en la constitución no sólo de la opinión, sino también en nuestra forma de vida cotidiana en el tiempo libre.
La Pausa del Mediodía
Aquí en el sur, el ritmo de trabajo favorece todavía la práctica de algunos ritos cotidianos; convocarse en el hogar al medio día y celebrar la pausa del almuerzo, por ejemplo. Mientras comemos, miramos la televisión. En ese momento -tomo aquí palabras de González R.- "una determinada esquicia se introduce en la estructura comunicativa intrafamiliar: los sujetos atienden a la ves dos fuentes de comunicación radicalmente heterogéneas y su mirada, mientras hablan o escuchan a su interlocutor, se escapa incesantemente hacia el televisor." Venga lector, miremos juntos.Ocupando la pantalla con planos que resaltan los modales de la conductora, uno de los programas se parece demasiado al juego infantil de "las visitas". Sintiéndose herederos de los valores de la modernidad, los participantes del espacio se esmeran para ofrecer un producto culto y útil. La información es tratada con cuidado; el grupo de invitados ha sido conformado cuidadosamente; construyen frases con sentido, esforzándose por mantener la lógica de las intervenciones que son ordenadas con mano firme (las reglas han sido hechas para cumplirse). El conjunto exhala aires de meditada coherencia; los arreglos florales combinan con la mantelería, la mantelería con los colores del decorado y el decorado con el vestuario. Almorzando con Mirta Legrand -así se llama el programa- se parece al juego infantil de las visitas, aunque no alcanza a recrearlo cabalmente. El desborde y la alegría están tan controlados como la imaginación; no cabe el imprevisto; ni siquiera el "fingimiento del fingimiento de la sorpresa". Se finge, si se me permite la contradicción, "auténticamente", en el sentido de que se actúa. Se juega a aparentar ser serios e inteligentes merecedores del lugar que ocupan (en esa mesa por ejemplo) conseguido a fuerza de tesón y voluntad, máximas aspiraciones de la modernidad. Hagamos zapinng.
Para la fecha en la que escribo este trabajo, el canal de la "competencia" ofrece un programa de entretenimiento propiamente dicho. Los juegos son allí identificado explícitamente como tales y, en oposición al anterior, la estética pretende superar y romper con las rigideces del modernismo. Aquí el juego es otro. En Nico, tal es el nombre del programa que ahora nos ocupa, hay una tribuna. Muchos programas la tienen, pero en este caso se trata de un pequeño grupo verdaderamente iconográfico. Jóvenes profesionales, hipersimpáticos e híperkinéticos contratados para aportar una cuota televisivamente correcta de "buena onda" (con algo de descontrol patéticamente controlado: la coreógrafa lleva un silbato colgando de su cuello). Los habitantes de tan singular tribuna no participan directamente en los juegos, no polemizan, no son fuentes de opinión. Sólo están ahí, instalados en una precaria escenografía que los retiene y organiza como un imán, exhibiendo su narcisismo "cool".
El programa cuenta también con un segundo espacio significativo: dentro del horario pero fuera del estudio, hay un "móvil". Cierto es que gracias a los avances tecnológicos, en la actualidad la mayoría de los programas disponen de por lo menos uno. Pero en el caso que nos ocupa, el móvil adquiere peso propio dadas sus características particulares que lo convierten en un bien montado escenario de juegos. Una gran cantidad llega hasta él alentados con la ilusión de "participar". La mayoría lo hace provista de disfraces estrafalarios para llamar la atención. Entre el sacrifico, la constancia y el azar, se ilusionan con la posibilidad de que el conductor los invite a ocupar por durante fugaces segundos el centro de la arena. Están ahí menos por el anhelo de llevarse algún premio que por la ilusión de que finalmente alguna cámara lo atrape y lo arroje reproducido a millones de pantallas, incluida la pantalla gigante del propio móvil, mientras ruega que es su casa estén grabando este momento, para vivir en una imagen de la imagen de la imagen. Como la famosa escena incluida por W. Allen en La Rosa Púrpura de El Cairo, pero en el exacto sentido contrario (sin llegar a ser - ni remotamente - el espejo de Alicia en el País de las Maravillas). Hay aquí algo para seguir indagando a mayor profundidad.
Por último, el programa ofrece otro lugar de juego, tan llamativo como difícil de ponderar. En el estudio, conductor recorre minúsculos espacios de utilería (un sillón, un escritorio, una tarima) para interactuar (de hecho hay juegos interactivos) con otros jugadores a través del teléfono. Alguien llama desde La Quiaca (o desde la casa que está al lado del canal, que para el caso es lo mismo). El nervioso participante (¡estoy en la tele!) siente su voz resonar allá, en el estudio lejano, y también acá, en el televisor de su propio hogar.. Yuxtaposición de espacios: el del lejano estudio al que logró entrar (¿verdaderamente entró?) y el de su casa, de la que no ha salido (¿verdaderamente no ha salido?) ¿Cuál es el lugar de juego? En qué "cancha", si se me permite usar el término americano, se está jugando? ¿Será en aquél ciber espacio que anunciara Virilio? ¿Estaremos frente a la imposición de nuevos espacios de juego, inconmensurables e híbridos? Mientras me hago y les estas preguntas, vuelven a aletear sobre este artículo imágenes de escuelas rurales con sus entrañables patios tangibles. Para esta época, juego y espacio de juego se han transformado en conceptos inexactos. Al menos para mí. Hay toda una tarea para realizar al respecto. Vayamos a un corte.
La Television Sobremodernizada
Sin dejar de ser ella (esto es: sin dejar de servir a la industria del consumo) la televisión comercial se ha adaptado al paso del tiempo, reproduciendo modos de entretenimiento predominantes en cada época . Pensemos, por ejemplo, en el viejo programa de preguntas y respuestas llamado Odol Pregunta. Aunque sometido a los vaivenes del espectáculo, era este un espacio de entretenimiento aferrado ferozmente a los valores de la modernidad. En el se jugaba a resaltar la importancia del conocimiento (enciclopedista claro) y el esfuerzo. Después de haber tensado hasta lo indecible su capacidad de memoria, el ganador tenía la posibilidad de alzarse con una modesta (a la luz de las cifras que se manejan hoy) cantidad de dinero; y muchos otros programas de juego no había. Como contraste, en la televisión de hoy resalta la sobreabundancia de propuestas de "juego" . Y entre tanta cantidad, llama la atención la escasa diversidad; la mayoría son formas basadas en la intervención del azar; "juegos" en los que el resultado depende estrictamente de la suerte y el albur. Quizá pueda resultar interesante recordar que en la vieja clasificación de Caillois, "alea" se diferencia de "agon" por oposición. En este, el jugador depende y confía en sus propias fuerzas, mientras que en aquella el jugador "se abandona a fuerzas que escapan a su control" sin que medie labor alguna.Junto con el azaroso devenir de resultados involuntarios, llama la atención también el exceso de planos, cortes, actividades, participantes, lugares, etc. etc., todo organizado en lapsos brevísimos; impacta también la desmesura ("¡Podés ganar un edificio completo con todos sus ocupantes!" ) y el sinsentido que se oculta a la vez se muestra como modelo. La "Era del Vacío" dice Follari parafraseando a Lipovetsky, "es la del sin-sentido. Si abundaron trágicamente en la modernidad los 'sentidos duros' en nombre de los cuales de ordenó y se reprimió, el desmigajamiento del sujeto tradicional trajo también el final de la continuidad, la sistematicidad, el de todo centramiento subjetivo. Nos instalamos en la instantaneidad permanente, en la improvisación como único programa, en el estilo clip como única identidad" ¿Será esto verdaderamente así?
Hoy es viernes... ¡joda! ¡joda! ¡joda! cantan los miembros de la tribuna de un programa ya citado en este artículo. Cantan desaforadamente mientras abandonan los escalones para organizarse en una danza ritual. Y hace muy bien el conductor en mostrarlos así. El modelo dominante de ser ordena que hay que hacer ostentación de cierta meditada cuota de hedonismo y superficialidad:
- Qué hiciste el fin de semana - (le pregunta el conductor a una participante telefónica)
- Nada, me quedé en casa con mi familia -
- Qué lástima, entonces no tenés nada apasionante para contarnos -En estos programas de entretenimientos, la relación con el otro es colocada siempre un presente banal y sin problemas:
- En qué trabajás - (continúa el conductor)
- En nada, no tengo trabajo, estoy desocupada -
- Bueno, no importa, por lo menos ahora la estás pasando bárbaro con nosotros -Todas las alturas del discurso social o político, describe (¿o desea?) Lipovetsky, "se van hundiendo arrastradas por la vasta operación de neutralización y banalización sociales (...) el narcisismo ha abolido lo trágico y aparece como una forma inédita de apatía hecha de sensibilización epidérmica al mundo". Sin comprender cabalmente los intentos del ensayista francés, parto de sus afirmaciones para preguntarme, como profesionales interesados por las formas del juegos, cuánto de estos modos vacuos se reproducen día a día en fiestas escolares, campamento, colonias de vacaciones, repicando acríticamente, nuevas maneras de entender el entretenimiento y la diversión?
Para Terminar
Alguien más llama. Esta vez desde Ushuaia (o desde la casa que está al lado del canal, que para el caso es igual). Llama para entrar en un juego. Siente su voz que resuena allá lejos, en el estudio y al mismo tiempo aquí cerca, en el televisor de su propia casa. Yuxtaposición de escenografías conocidas: la de la televisión a la que logró entrar (¿logró entrar?), y la de su hogar de la que no ha salido (¿no ha salido?). Prodigios de la tecnología del fin de milenio: uno puede estar en relación con todo el mundo, y al mismo tiempo aislado y solo. Como una escuela rural. Se percibe un fin de fiesta. El formato "posmoderno" lo ha logrado disimular los problemas no resueltos de la modernidad, que hay retornan con mayor crudeza.. Vamos a la tanda...
Notas
- Hill: Interpretaciones cognitivas del aprendizaje. En Teorías Contemporáneas del Aprendizaje. Paidos.
- Bs. As. 6ª Edición. 1974.
- Frase tomada de "Kacharpari", poema - canción norteña de Milchbeg y Huirse.
- En Los Trovadores: Los Pueblos de Gesto Antiguo. CBS Argentina. 1978
- Pavía, Russo, Santanera, Trpin: Juegos que Vienen de Antes, incorporando el patio a la pedagogía. Bs. As. Humánitas. 1994.
- "Pierce presupone que en la estructura básica del razonamiento se combinan tres tipos de componentes: la regla, el caso y el resultado. La palabra 'resultado' no debe ser confundida con la palabra 'conclusión'." Samaja: Elementos para una Tópica de las Inferencias Racionales, el lugar de la abducción y la analogía en la creación cognitiva.
- Memorias. Segundas Jornadas Nacionales de Cátedras de Neurociencias. Universidad Nacional de Luján. Ago/96
- Auge: De los lugares a los no lugares. En Los No Lugares. Gedisa. Barcelona. 1993
- González Requena: "El discurso televisivo, espectáculo de la modernidad". mimeo. Madrid. 1992.
- González Requena, op. cit.
- Caillois: Teoría de los Juegos. Seix Barral. Barcelona. 1958. En este viejo ensayo, el autor clasifica los juegos en cuatro grandes categorías: agón (competencia), alea (azar), mimicry (imitación) e ilinx (vértigo)
- Follari, R: Los límites del sin sentido. En Diógenes. N°5. Mendoza. 1995.
- Lipovetsky, G: "La era del vacío". Anagrama. Barcelona.1986.
Lecturas: Educación Física y Deportes
Revista Digital
http://www.efdeportes.com/
Año 4. Nº 14. Buenos Aires, Junio 1999