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¿Podrá haber algo nuevo? Un análisis híbrido, ecléctico y crítico del deporte en la escuela, para pensar la Educación Física desde la perspectiva materialista de la cultura y el pos estructuralismo

 

Prof. de Educación Física

Lic. En Ciencias de la Educación

Máster en Educación

David Beer

beerdavid@gmail.com

(Argentina)

 

 

 

Resumen

          El objeto de este escrito propone reflexionar sobre una temática poco abordada en la cultura escolar: la disciplina escolar Educación física (EF) y el lugar de la misma en relación con el proceso histórico constitutivo de la hegemonía educativa. Me propongo pensar la EF como parte constitutiva de la cultura escolar, como disciplina que actúa en la escuela conformando una porción significativa del proceso activo y continuo que denominamos “hegemonía”. Esta tarea supone navegar las aguas poco surcadas por la EF en relación al significado de sus prácticas desde una perspectiva política a los efectos de construir un discurso y consecuentemente espacios corporales que se constituyan como alternativas contra hegemónicas, confrontadas con el elemento hegemónico de la EF: El deporte.

          Palabras clave: Cultura escolar. Gramática de la escolaridad. Forma escolar. Hegemonía. Tradición. Educación Física. Deporte. Historia. Ruptura

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 139 - Diciembre de 2009

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Introducción

    Podemos pensar a la escuela como un espacio situado cultural e históricamente, en donde se despliega un modo particular de socialización denominado: forma escolar, siendo esta una forma de dominación que relaciona los procesos de escolarización con los procesos de transformación y producción capitalista, industrial y con el urbanismo.

    En este espacio, se produce el encuentro con una particular selección de signos y herramientas culturales, el cual es mediado por un sujeto conocedor (Maestro) y otros sujetos que desean aprender (alumnos). Esta mediación supone una actividad social particular denominada, pedagogía, que como toda actividad supone la producción y transformación del conocimiento, que permite ir mas allá de la información dada, o sea rebasar el contenido cultural disponibles en el espacio escolar. Es importante mencionar que la noción de forma debe comprenderse en término de unidad de sentido y de historia.

    Por consiguiente me hago algunas preguntas: en que tipo de procesos político educativos participa la EF, que tipo de conocimiento produce y transmite la forma escolar de la EF, que información brinda, la misma es significativa en términos sociales, culturales y personales, hay un más allá de la EF que se despliega como conocimiento fuera de los muros escolares, que diferencia a la forma escolar EF de la forma de enseñanza y transmisión del deporte?

    En este escrito, abordare estas preguntas, razón por la cual, mi tarea estará desplegada en brindar pistas que permitan pensar en algunas posibles respuestas transitorias. Considero que la EF y su relación con el proceso de construcción de la hegemonía, es una de las diferentes cuestiones aún no resueltas en la educación y en tanto disciplina con un escaso status epistemológico-académico, ha sido escasamente analizada y solo ha rozado la esfera de la discusión pública.

Metodología

    El análisis de la cotidianeidad escolar debe hacerse a la luz de la historia social de la escuela y explorar los elementos que han dejado huellas en la cultura y la forma escolar. Estas incluyen los diferentes instrumentos materiales, los discursos que se reproducen a diario acerca del oficio de enseñar, la práctica de aprender, reglas, normas y las diferentes jerarquías disciplinarias resultan elementos de vital importancia si se quiere analizar y comprender la cultura escolar. Es importante agregar en estas reflexiones la forma de organizar el tiempo y el espacio, denominando a esta organización “gramática de la escolaridad”.

    La historia tradicional de las instituciones educativas por lo general es de carácter conmemorativo, desplegando a su vez una historia social de las instituciones y de la escolaridad, como piezas de un sistema más amplio; piezas escasamente autónomas, sujetas a los cambios estructurales y sociales y a las tendencias y procesos que operan en dicho sistema.

    Allí donde la historia social de la institución escolar privilegia las estructuras, la cuantificación y la explicación, propongo un análisis basado en la historia socio-cultural crítica, otorgando prioridad a los análisis cualitativos, histórico políticos, y a la comprensión. En esta mirada socio-crítica- cultural sobre la escuela y la EF, se abordaran los componentes que produce la EF en relación con la hegemonía educativa y se señalara el elemento hegemónico.

    Se trabajará con diferentes conceptos basados en la perspectiva materialista de la cultura (Williams, 1997) y se tomarán como elementos significativos los conceptos de “cultura escolar” o “culturas escolares” (Viñao, 1995), forma escolar (Lahire, 1994) y “gramática de la escolaridad” (Tyack y Cuban 2001). Estos conceptos permiten una operación analítica en donde antes se privilegiaban los contextos sociales ahora se valoraran la producción de significados culturales hegemónicos, y se pondrá el acento en la relativa autonomía de la institución y en su capacidad para crear productos culturales propios, sin desdeñar que estas producciones se suceden en un clima de resistencias, dificultades, polémicas y crisis.

Hipótesis de trabajo

    La EF en tanto asignatura escolar es una invención de la modernidad. Antes de los procesos masivos de escolarización del siglo XIX, las preocupaciones sobre una pedagogía y postura del cuerpo y el movimiento como problema biopolítico (Donald, 1995) fue un tema, abordado por los discursos médicos correctores y normalizadores del siglo XVII (Vigarello, 2005). Estos le impregnaron al cuerpo una relación directa con la personalidad de los sujetos, las enfermedades, desvíos de conducta y la conformación de las clases. Consecuentemente la educación del cuerpo y su vigilancia conforman el núcleo duro de las propuestas de los reformadores del siglo XIX (Hunter, 1998).

    Esta tendencia temporal que es desplegada como parte de la cultura escolar, no implica el trabajar con una perspectiva de continuidad permanente, ya que la misma se concreta en un discurso que naturaliza el desarrollo de la EF y la escuela, ubicando como sea la existencia de la disciplina en espacios educativos en diferentes contextos geográficos y históricos. Nuestro interés esta ubicado en comprender las rupturas y continuidades que se produjeron en la disciplina EF como elemento constitutivo de la cultura escolar, de esta manera nos posicionamos en la difícil tarea de conjugar un proceso que comprenda a la EF como una unidad que participa activamente en un espacio y en un orden: el escolar. Por consiguiente la relación pedagógica que se establece en la EF estará en correlación directa con la forma pedagógica dominante: Aquella que establece una sumisión de maestros y alumnos a reglas y tiempos impersonales, despojados de improvisaciones. La EF se contacta con los rasgos esenciales de la escuela moderna, en relación a tiempos, espacios y repetición de ejercicios, garantizada por el método del comando directo y la transmisión y prácticas de las técnicas deportivas

    En términos históricos y concretos al ingresar en la escuela moderna, estatal y pública, la EF, es portadora de debates que la anteceden y la impregnan de historicidad. Se infiere por lo tanto, que la asignatura esta sometida a tendencias de larga duración, relacionadas con el control y la corrección del cuerpo. Las mismas, le otorgan una identidad particular, que adquiere legitimación en tanto esta disciplina escolar se sigue sometiendo a los discursos originarios de la biología (salud) y los posteriores (década del ‘30 en adelante) sobre el deporte.

    Ambos conforman una presencia permanente en la co construcción cotidiana de la disciplina, siendo por consiguiente una práctica con una continuidad discursiva recurrente, conformando la práctica deportiva con sentido agonístico competitivo, la gramática de la EF en la escuela media. Consideramos que esta gramática en términos de culturas (materialismo histórico y cultura escolar) se constituye en la forma hegemónica, organizadora de los tiempos y espacios de la EF, de manera tal que dictamina lo que es “una buena clase” de EF en la escuela media. Esto implicaría necesariamente la presencia del elemento hegemónico, desplegado en una “forma escolar” que privilegia la enseñanza de la técnica analítica y la copia del modelo sobre el juego, sobre la participación y cooperación del conjunto de los alumnos.

    En consecuencia la EF, se afirma en preceptos supuestamente objetivistas, desplegado los mismos en sus estudios, métodos y prácticas pedagógicas, afirmando las mismas en la medición y el examen. Examina como modelos evaluativos los diferentes y jerárquicos rendimientos corporales como si los mismos fueran sucesos y fenómenos de un mundo físico poblado de objetos o cosas que ameritan ser clasificados y separados.

Desarrollo

    La cultura escolar, es un conjunto de normas que definen los conocimientos a enseñar, conductas a inculcar y un conjunto de prácticas que permiten la transmisión de esos conocimientos a incorporar, comportamientos, normas y practicas coordinadas en finalidades que pueden variar según las épocas (finalidades religiosas, sociopolíticas o simplemente de socialización) (Julia, 2001). Otra definición relacionada con la anterior y que abre el juego de la definición es la que nos brinda Viñao Frago (1995). Según este autor la cultura escolar abarca las diferentes manifestaciones y prácticas instauradas al interior de las escuelas, transitando desde los alumnos hasta los profesores, las normas y teorías. En su interpretación la cultura escolar engloba todo lo que acontece al interior de la escuela. La noción de cultura escolar, no alude a la cultura que se adquiere en la escuela, sino a la cultura que no se adquiere más que en la escuela, por lo tanto es… “Una cultura específicamente escolar en sus modos de difusión, desde luego, pero también en su origen, en su génesis y en su configuración. Sería una forma de cultura sólo accesible por mediación de la escuela, una creación específica de la escuela que vista así, deja de ser considerada un medio que se limita a transmitir saberes o conductas generados en el exterior de ella, sino saberes y conductas que nacen en su interior y llevan las marcas características de dicha cultura” (Chervel, 1998)

    Tyack y Cuban (1995) argumentan en relación con la persistencia de la gramática escolar y proponen una analogía entre la gramática de la lengua y la gramática de la escolaridad. Ambas se definen, en primer lugar, por una estructura básica y reglas y, en segundo lugar, porque no necesitan ser comprendidas al nivel de la conciencia para operar correctamente. Como consecuencia de la incorporación de la gramática, la escuela, se presenta como la forma en que debe ser. “En este sentido, puede considerarse la gramática como descriptiva (cómo son las cosas) y prescriptiva (cómo deberían ser)”.

    Por lo tanto, los rasgos históricos de la gramática de la escolaridad se perciben como los de una escuela auténtica y los mismos se van fijando hasta que casi no se notan, volviéndose y conformándose como la forma en que son definidas las verdaderas escuelas. La gramática escolar es un aporte conceptual pero que no debe ser utilizado en forma ahistórica y universal. Es más, nos permite señalar los elementos que hacen que en un espacio determinado se defina lo que es una buena escuela. En nuestro país uno de los elementos constitutivos de la gramática de la escuela incluyen rasgos autoritarios que le son propios y conforman la naturaleza histórica de los procesos de institucionalización de los sistemas educativos argentinos. Resulta por lo tanto relevante señalar que los rasgos autoritarios de los discursos educativos y las prácticas pedagógicas no constituyen fenómenos exclusivos de los regímenes de facto (Kaufman y Doval, 1997).

    Entre los acontecimientos que suceden en la escuela, las clases de educación física entre otras, son fundantes de la cultura escolar y del conjunto de saberes que se despliegan sobre el cuerpo. Las formas de vestirse, comportarse, mostrar el cuerpo (o no) construyen y señalan limites y posibilidades que definen que es una escuela y como se puede estar en ella, conformando la gramática escolar. Podemos añadir que las diferentes trayectorias escolares, consolidan diferentes trayectorias sociales, por consiguiente las diferencias que se establecen en las prácticas de la EF constituyen un capital escolar que opera clasificando a los sujetos al interior de la escuela, funcionando esta como una clasificación social.

    Si bien en toda relación educativa hay necesariamente asimetrías que tienen que ver con la transmisión de saberes, parecería que en el caso de la EF, se ha establecido un vínculo y una relación pedagógica, entre un profesor que a su perspectiva higiénica le ha agregado una forma en la que se presenta y configura como un entrenador que emite juicios y ponderaciones deportivas, que juzgan al alumno como un deportista es imaginado que debe ser formado y entrenado. Por lo tanto tienden a fijarse y absolutizarse posturas que ponderan la apropiación de discursos de salud y sus derivadas prácticas físico pedagógicas, conjuntamente con técnicas y formas deportivas, apareciendo ambas como las únicas posibilidades pedagógicas disponibles por lo que terminan convirtiéndose en el único tipo de vínculo pedagógico posible y consecuentemente en su gramática ya que se han mantenido estables en el tiempo. Esta forma es dominante y hegemónica pero no abarca la totalidad del campo y la cultura corporal en la escuela, advirtiéndose resistencias que por el momento se encuentran por fuera de los muros del santuario escolar, pero amenazadas por la extensión de su forma.

    La Hegemonía por lo tanto, es un concepto amplio y con importantes posibilidades analíticas, ya que incluye lo político, económico y a la cultura, como proceso social total, en el que los hombres definen y configuran sus vidas y el de ideología en cualquiera de sus sentidos marxistas, en tanto sistema de significados y valores como expresión de un proyecto de clase. El concepto de hegemonía tiene un alcance mayor que el concepto “cultura”, por su insistencia en relacionar el proceso social total con las distribuciones específicas del poder y la influencia (Williams, 1997).

    El concepto de hegemonía se despliega más profundamente que el de ideología, ya que lo decisivo no es solamente el conjunto conciente de creencias e ideas, sino todo el proceso social vivido y organizado por significados y valores específicos y dominantes. La hegemonía incluye la conciencia práctica en tanto configura la dominación y la subordinación en la vida en su totalidad. La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida, nuestros sentidos y las percepciones que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo.

    Es un sistema vivido de significados y valores que en la medida en que son experimentados como prácticas, parecen confirmarse recíprocamente. Por lo tanto, es un sentido de la realidad para la mayoría de las gentes, sentido de lo absoluto, es consecuentemente “una cultura” que debe ser considerada como la vivida dominación y subordinación de las diferentes clases.

    De alguna manera la contra hegemonía implica una tarea cuyo sentido específico estaría dado por generar una perspectiva que iría en contra de la subordinación. Una hegemonía es siempre un proceso, no es un sistema, sino un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tienen límites y presiones específicas. La hegemonía jamás puede ser individual y sobre todo no se da de un modo pasivo como una forma de dominación, sino que debe ser continuamente renovada, recreada, redefinida y modificada ya que es continuamente resistida, limitada y alterada. Por lo tanto al concepto de hegemonía le debemos agregar el de contra hegemonía y hegemonía alternativa. Una manera más clara para diferenciar estos procesos en la práctica consiste en hablar de lo hegemónico y de lo dominante. Estos son los elementos más significativos, ya que su presencia es decisiva en el proceso hegemónico y en el control de las posiciones alternativas ya sea para transformarlas o incorporarlas.

    La escuela es una apuesta filosófica y política, clave en el proceso cultural y en la producción de la hegemonía. Por su causa y existencia los niños aprendieron desde los primeros años de constitución del sistema educativo nacional (siglo XIX), 

lectura y escritura, aritmética, las cuatro primeras cifras de los números enteros, 

la ley nacional de monedas, pesos y medidas; la geografía

de la república, geografía universal; historia de la república e historia general;

idioma nacional (separado de lectura y escritura); moral y urbanidad; dibujo y

música vocal; gimnástica; conocimiento de la Constitución Nacional; para las

niñas el conocimiento de las labores de mano y nociones de economía

doméstica; para los varones el conocimiento de ejercicio de gimnástica y evoluciones militares y nociones de agricultura y ganadería.

    Los más pequeños se mueven en formas adecuadas y razonables, reflexiona en clave científica y todo se civilizan.

    Estas pretensiones aparecen claramente en la Ley 1420 de educación común, sobre todo en él articulo 6 que enuncia y divide los conocimientos que serán transmitidos por la escuela. Estas divisiones del conocimiento escolar, pueden apreciarse como un cuadro de disciplinas que se encuentran distribuidas en los ramos de la enseñanza y en la división por grados. La escuela es una escuela graduada, que empezó siendo una escuela de seis grados para después ser una escuela de siete grados. Consecuentemente, la misma se dirigió a los individuos, y a la población educable, siendo ambos objeto de biopolíticas gubernamentales (Donald, 1995). Estas se constituyeron como un esfuerzo escolar, guiado por la construcción de una moral cívica y laica, capaz de crear una república y asentar una nación moderna (Dubet, 1998).

    Me propongo pensar la EF como parte constitutiva de la cultura escolar (Rockwell y Julia, 2001) y como disciplina que actúa en la escuela conformando parte del proceso activo y continuo que denominamos “hegemonía” (Williams, 1997). Esta tarea supone navegar las aguas poco surcadas por la EF en relación al significado de sus prácticas desde una perspectiva política a los efectos de construir un discurso y consecuentemente espacios corporales que se constituyan como alternativas contra hegemónicas, confrontadas con el elemento hegemónico de la EF: El deporte. Denominamos al mismo, elemento hegemónico, ya que su presencia es significativa y dominante en las prácticas, discursos y espacios formativos dentro y fuera de la escuela, bajo una forma que se acerca a la forma federativa, sin advertirse en su distribución en la escuela, una fuerte presencia de un proceso y trayecto de recontextualización pedagógica y en su adecuación curricular.

    En relación con lo desarrollado en el párrafo anterior, considero importante analizar la importancia de la EF, en el proceso de socialización escolar, en tanto espacio de conformación de una hegemonía educativa, relacionada con el gobierno cotidiano de la infancia. La disciplina escolar EF, actuó históricamente en la dirección del proceso de civilización, regulación de las emociones, control del cuerpo y las poblaciones (higienismo, eugenesia) gobierno del alma y personalidad infantil, la necesidad de regular y potenciar el crecimiento y el desarrollo infantil, dotando al perverso polimorfo (el niño) de una forma concreta de movilización del cuerpo; producida por una forma escolar, desplegada a través del juego pedagogizado y el deporte escolar.

    Estas necesidades, se han expresado en la puesta en discurso de los diferentes planes de estudio, generando una tensión permanente, entre la necesidad de conformar un orden burocrático de la enseñanza y sus transformaciones y a de articular formas eficaces de gobierno de la actividad infantil. Para realizar este proceso activo, la EF desplegó una interconexión y una organización mas o menos adecuada de significados, valores y prácticas incorporadas en una cultura y en un orden social efectivo. Este proceso se realiza desde tres aspectos: tradiciones, instituciones y formaciones.

    La tradición ha sido considerada históricamente como el elemento inerte de una estructura social, por lo tanto la tradición sería la supervivencia del pasado.

    Sin embargo Williams (1997), considera que la misma es configurativa ya que en la práctica la tradición es la expresión más evidente de las presiones y límites dominantes y hegemónicos, es por consiguiente el medio de incorporación práctico más poderoso. Lo que debemos comprender no es tanto una tradición, sino una tradición selectiva, en tanto versión intencionalmente selectiva de un pasado configurado y de un presente pre configurado, que resulta entonces poderosamente operativo dentro del proceso de definición e identificación cultural y social. A partir de un área del pasado, ciertos significados y prácticas son seleccionados y acentuados y otros son rechazados o excluidos.

    Dentro del proceso de una hegemonía esta selección es presentada como el pasado significativo, es por ello que toda tradición es un aspecto de la organización social y cultural del interés de la dominación de una clase específica. Lo que propone la tradición es una predispuesta continuidad y un presente que ratifique el pasado donde una clase ha logrado constituirse.

    En tanto disciplina escolar la EF dialoga constantemente con la producción y selección de tradiciones selectivas, desplegadas en forma de contenidos educativos que se proponen hacer del cuerpo, algo ordenado, de lo violento algo pacífico, para lograr esto, busca por ejemplo, quitarle el carácter autónomo al juego al desplegar un sentido orientado a producir una libertad que por constructo de la vigilancia se transforma en auto control. Al mencionar esta producción cotidiana, cargada de principios del liberalismo y la modernidad estamos contradiciendo las diferentes perspectivas que ubicaban a la EF, como un espacio de descarga, taller deportivo o espacio de la psicomotoricidad (Aiseinstein, 1999).

    Analizando el deporte como tradición selectiva de la EF, encontramos en principio el despliegue de la concepción del deporte, como práctica amateur supuestamente repleta de valores morales (carácter, fuerza de voluntad, disciplina, respeto a las reglas), esta surge en sus comienzos, según señala Bourdieu (1993: 63 y 65), como parte de un "ideal moral" propio de las clases dominantes y fue recogida y difundida por Pierre de Coubertin, a través del olimpismo y en Argentina por la escuela de gimnasia y esgrima del ejército, la sociedad sportiva, desplegada en el curriculum de la escuela media a partir de la década del ‘30 en momentos en que la necesidad de victorias que acreditasen la superioridad política, cultural, económica e industrial llevó a los gobiernos al desarrollo de sistemas y de medios para la concesión de ayudas estatales de distinto tipo cada vez más importantes, tanto a los deportistas olímpicos como a las instituciones oficiales encargadas de organizar y supervisar su preparación (Federaciones). Los efectos de esta situación son importantes, citando entre otros que al hacerse el juego deportivo demasiado serio y reglamentado, fue desapareciendo su sentido lúdico.

    La importancia del deporte en la escuela, puede ser estudiada en función de la socialización que realiza la institución educativa A los efectos de analizar el papel histórico de la EF y sus tradiciones selectivas, considero importante trabajar con las funciones históricas de la escuela (Dubet y Martucelli).

  • Primera función: distribución. La escuela atribuye calificaciones escolares que poseen cierta utilidad social en la medida en que ciertos empleos, posiciones o estatutos están reservados a los diplomados, por lo tanto, reparte bienes con cierto valor en los mercados profesionales y en la jerarquía de las posiciones sociales. En relación con esta función la sociología se interesó por la escuela planteándole preguntas relacionadas con la relación entre la distribución de las calificaciones escolares y la distribución de las posiciones sociales de los alumnos que entran al sistema. Estas preguntas están centradas en el lugar del sistema educativo en los mecanismos de movilidad social.

  • Segunda función: “educativa”. Se basa en la producción de un sujeto no totalmente adecuado a su utilidad social. Mientras la socialización apunta a la integración en un sistema y en una sociedad, la función de educación esta vinculada al proyecto de producción de un tipo de sujeto particular: autónomo y con una conciencia liberada. Desde esta perspectiva, la función de la escuela no es la de producir un individuo adaptado, por lo tanto tampoco es la escuela un espacio donde se establece una relación de espejo con el mundo.

  • Tercera función: socialización. La escuela produce un tipo de individuo adaptado a la sociedad en la cual vive, retomando la herencia que toda educación transmite. La escuela es un aparato de distribución de posiciones sociales y de actores ajustados a esas posiciones. La socialización escolar, se desarrolla en una organización escolar caracterizada por una “forma” escolar, un conjunto de reglas, ejercicios, programas y relaciones pedagógicas resultantes del encuentro entre un proyecto educativo y una estructura de oportunidades sociales. El actor es considerado como un alumno obligado a aprender roles y un oficio a través de los cuales interioriza normas y aptitudes que le permitirán entrar en la sociedad.

    La escuela logro por mucho tiempo integrar solidamente estas diferentes funciones. Los cambios producidos en los últimos años han impactado en la escuela y el viejo sistema de regulación del modo escolar moderno se deshace, por lo cual el estudio de las experiencias escolares debería permitirnos comprender lo que se despliega en su lugar como una mutación de un proyecto inscripto históricamente y que presentara permanencias y cambios. En este sentido me convoca el indagar y reflexionar sobre la cultura de la EF y sus procesos hegemónicos para pensar y dar cuenta que la EF en tanto asignatura escolar no tiene un rol menor en la educación ya que participa activa y cotidianamente en el proceso de construcción de la hegemonía.

    En relación con lo anteriormente mencionado, inferimos que la EF, se direcciona políticamente como uno de los elementos que participan activamente en la educación como parte de la hegemonía cultural. En este proceso es posible que participe como un eficaz dispositivo curricular de reglamentación de las conductas y posibilidades corporales, desplegando como contenido al deporte, como una forma aceptada y aceptable de realizar movimientos. Es factible que esta táctica se fundamente en virtud de su eficacia en el gobierno de las conductas y voluntades infantiles, constituyéndose por consiguiente en el elemento hegemónico de la EF.

    Siguiendo la perspectiva desplegada en este trabajo, consideramos que la EF realiza una elección política de su elemento hegemónico y adecua sus propósitos y prácticas en concordancia con su elección. El deporte es enseñado sobre la base de la replicación y la uniformidad, al poseer esta cualidad el mismo se transforma en un elemento de sencilla sistematización en el curso de estudios, logrando constituir a la EF en una disciplina racional con acciones previsibles y mensurables, que ordenan las muchedumbres escolares, al gobernar sus movimientos en forma de reglas y técnicas deportivas.

    Por otra parte el deporte, junto con la gimnasia logra que la asignatura adquiera una especificidad y especialización que le otorga identidad y entidad al interior de la cultura escolar.

    La tradición es un proceso muy poderoso ya que se encuentra ligado a una serie de continuidades prácticas, lugares e instituciones, por lo tanto siempre incorpora poder, este construida de una manera deliberada o no. Reyes, emperadores, curas y otros han inventado tradiciones desde hace mucho tiempo para su beneficio y para legitimar su dominio.

    Asimismo es un proceso vulnerable, ya que en la práctica debe descartar áreas de significación y reinterpretarlas o convertirlas en formas que sostengan o no contradigan los elementos importantes de la hegemonía habitual. Las tradiciones no son impermeables al cambio, evolucionan con el tiempo, pero también pueden ser abruptamente alteradas o transformadas. Las tradiciones están sujetas al cambio a causa del resultado acumulado de múltiples imitaciones imperfectas, por consiguiente no existe una tradición pura e inmodificable.Se puede decir así que estas son inventadas y reinventadas. Es por ello que la contracultura insiste en la recuperación de las áreas descartadas y el desagravio de las interpretaciones reductivas y selectivas, tornándolas aprovechables.

    En este sentido consideramos importante reflexionar en lo siguiente: si bien (supuestamente) la enseñanza del deporte se encuentra en un proceso de revisión metodológica y didáctica, sobre todo en algunos institutos formativos (INEF Buenos Aires, ISEF GRAL Pico, entre otros), en donde se plantea una modalidad de enseñanza y evaluación procesal y situacional, el elemento hegemónico deporte, sigue persistiendo como tal, asentándose en su forma y transmisión como la tradición pedagógica en la EF, ya que las características distintivas de la tradición son el ritual y la repetición y esta se relacionan análogamente con la forma escolar de la EF.

    El objetivo de esta propuesta esta situado en la renovación del elemento hegemónico y lograr que el alumno pueda seguir aprendiendo el deporte, no tanto desde la técnica, sino desde el propio juego. En esta nueva perspectiva formativa, el deporte sigue fortaleciéndose como lo no discutido. Suponemos que esta condición de elemento hegemónico es una de las posibles explicaciones de la gramática (Tyack y Cuban 2001) de la EF, aquello que hace que una clase de EF sea una buena clase y no otra cosa.

    Esta perspectiva renovadora de la enseñanza y el aprendizaje de la EF (del deporte en la escuela) no repara en que la condición del juego deportivo es su reglamentación, en donde los movimientos se adaptan a las reglas que son asimismo las que configuran el sentido colectivo del mismo en términos de jugadores, publico y dirigentes (Elías).

    Las actividades deportivas, se relacionan con la EF y la colonizan ya que no están desprovistas de las propiedades esenciales de la forma escolar. Esto implica la enseñanza por especialistas que imponen disciplina, reglas y una forma vigilada y objetivada en la adquisición de las técnicas que se oponen a los juegos libres y construyen una enseñanza gradual de ejercicios corporales acordes con la edad del alumnado

    Me permito agregar otro dato que considero digno de reflexión en derredor de las tradiciones selectivas. Las resistencias al deporte, las encontramos en los espacios formativos de los profesorados en las prácticas y tradiciones de las gimnasias deportivas con aparatos, disciplina que no tiene ningún tipo de dialogo con la cultura escolar ya que en la escuela el deporte de conjunto ostenta una posición casi dominante. Advertimos que la oposición frente al deporte, esta ubicada en otro deporte, que por su forma no es factible de escolarización pero logra oponerse en tanto se ubica como la técnica corporal que define los limites y posibilidades de un alumno del profesorado.

    En tono con el pensamiento político presente en este escrito, creo que es importante destacar lo siguiente: cuando el deporte se despliega en los espacios escolares en la forma de situación competitiva, actúa como un diferenciador entre ganadores y perdedores. En este caso el objetivo no consiste en la participación de todos y la consolidación del principio de igualdad, sino que la idea es profundizar las diferencias entre los sujetos y posicionar una clasificación meritocrática para construir rangos deseables y ejemplarizantes en una desigualdad que se considera justa, ya que las reglas y las oportunidades han sido las mismas para todos, pero solo hay lugar para un ganador. Esta construcción se emplaza en la misma dirección de los valores y principios del programa moderno escolar, sostenido en una ficción: la igualdad.

    Sin embargo, la EF y posiblemente mas que en ninguna otra disciplina escolar, su elemento hegemónico se ha contactado con un conjunto de promesas incumplidas como las de la movilidad escolar, la igualdad y la democracia escolar, en estos momentos cuando la crisis del programa moderno institucional de la escuela esta en crisis, se convoca a una nueva noción deportiva denominada “deporte social” donde se debate la posibilidad de accionar desde el mismo en la inclusión social.

    Mientras tanto, si miramos la agenda de la EF, de las escuelas públicas del GCBA, en los niveles primarios y medio, advertimos la presencia de un importante dispositivo de poder: La competencia ínter escolar. Esta abarca casi un tercio del año escolar, afectando seriamente el cumplimiento del total de clases para el conjunto de alumnos, excluyendo así de los equipos representativos a los menos dotados deportivamente. Sin dudas que este dispositivo esta alejado de los principios de una escolaridad pública y de una efectiva participación ciudadana. Sin dudas esta construcción hegemónica necesita ser desafiada. En ese sentido la historización de la EF y el cuerpo, permitirían aportar al conjunto de los docentes, datos cualitativos sobre el impacto de su práctica, disputando el sentido que ubica a las prácticas de la EF como neutrales y apolíticas. Vale la pena recordar que el cuerpo es historia y puro poder, su producción más concreta y fehaciente, espacio de su materialización.

    Por consiguiente en términos de la cultura escolar de la EF y su participación en la hegemonía educativa, encuentro dos elementos de larga duración: La gimnasia deportiva (en el profesorado) y el deporte de conjunto en la escuela.

Conclusiones

    Reflexionando sobre que es lo que ha permitido que el deporte se naturalice como la forma que adopta la EF en la escuela, es importante analizar y pensar en derredor del concepto “ táctica escolar” (Dussel, 2003), entendiendo al mismo “como los movimientos que los alumnos ejecutan y los docentes ordenan y que tienen como fin el establecer un sistema de jerarquías que vuelven dóciles a los cuerpos y que norman y reglamentan los movimientos cotidianos en la escuela. Por lo tanto el docente impone pautas sobre cuales son las formas correctas de moverse, que en el caso del deporte están acotadas por las reglas y las indicaciones técnico tácticas del profesor quién esta en control de la situación”.

    Resulta interesante mencionar que el deporte se acerca notoriamente a los valores y principios de la escuela moderna, igualdad, normalización pedagógica, meritocracia, distribuyendo clasificaciones entre triunfadores y perdedores, profundizando una perspectiva que acciona en el sentido de los dispositivos de exclusión escolar.

    Sugerimos que en función de su historia escolar, deberían desplegarse estudios que no subestimen la tarea política que desarrolla la EF en la conformación de la hegemonía educativa y la cultura escolar, al desplegar prácticas impregnadas de civilización y deportividad (Elías, 1988), conjuntamente con la configuración del juego infantil como juego escolarizado y no espontáneo, sometido a la forma escolar, otorgando al mismo una libertad auto vigilada. Para poder analizar la factibilidad de esta hipótesis se trabajará con los conceptos cultura, gramática y forma escolar, como posibilidad analítica conceptual de aproximación desde el presente a los acontecimientos que históricamente fueron construyendo el sentido y significado de la EF.

    Frente a los profundos cambios societales, que incluyen profundos procesos de individualización y nuevas prácticas corporales no estandarizadas, sumados a rupturas generacionales, producidas por una generación electrónica con códigos abiertos y excesivamente flexibles, insistamos recreando y produciendo nuevas formas de enseñar y transmitir la cultura corporal en la escuela.

    Las mismas deben lograr desplegar una especificidad pedagógica, que trascienda lo asistencial y la cultura psico constructivista, profundizando nuestro papel como transmisores y docentes en oposición a las propuestas que nos ubican como facilitadores de aprendizajes espontáneos de nuestros alumnos. Me surge la siguiente pregunta: ¿la insistencia en la deportivización de la EF, nos permite dialogar con la cultura contemporánea?

    Es enteramente racional aceptar que las tradiciones se necesitan en una sociedad, no estoy por lo tanto planteando la idea de desembarazarnos completamente de la tradición que ha conformado la EF. Las tradiciones se necesitan y persistirán siempre porque proporcionan continuidad y forma a la vida. Por ejemplo en la vida académica, todo mundo trabaja dentro de ciertas tradiciones. La razón es que nadie podría trabajar de una manera totalmente ecléctica. Sin tradiciones intelectuales, las ideas no tienen foco ni dirección.

    Sin embargo es imprescindible explorar los límites de las tradiciones, y fomentar un intercambio activo entre ellas. El ritual, el ceremonial y la repetición tienen un papel social importante, algo que entienden sobre todo los que actúan en la mayoría de las instituciones, incluyendo los gobiernos. Las tradiciones continuarán siendo sostenidas en la medida en que puedan justificarse efectivamente, no en términos de sus propios rituales internos y como verdades incuestionables.

    Considero trascendente crear y sostener otras posibilidades corporales y de movimiento que se constituyan en co construcciones cotidianas que modifiquen las tradiciones y las reinterpreten, para de esta manera confrontar con las estrategias hegemónicas en la EF, que se presentan en clave fundamentalista.

    Estas nuevas formas de practicar la EF, deben desplegarse en la cotidianeidad de la cultura escolar, como alternativas frente a los elementos de hegemónicos de larga duración en la EF, cuya base es la linealidad y el orden secuencial. Se impone por lo tanto repensar la propuesta pedagógica y los modos de enseñar y sobre todo no olvidar que la inclusión social esta en estrecha relación con las políticas de distribución de la riqueza, siendo imposible que estas sean reemplazadas por una práctica pedagógica y por su elemento hegemónico, que lo es justamente por haber logrado seleccionar y clasificar en términos de una desigualdad justa. En todo caso, ya que de política estamos hablando hay maneras y ejemplos más dignos en términos históricos de confrontar con la desigualdad.

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revista digital · Año 14 · N° 139 | Buenos Aires, Diciembre de 2009  
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