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Fútbol para todos, ¿y neoliberalismo también?

   
Lic. en Antropología
Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
(Argentina)
 
 
Julián Ponisio
yula32@hotmail.com
 

 

 

 

 
Paradójicamente, fue el mismo multimedio con el que está enfrentado el gobierno el que utilizó un bombardeo mediático de imágenes iconoclásticas, símbolos de gloria, recuperación de epopeyas futbolísticas del ídolo argentino, es decir, una estrategia potenciadora de lo heroico para lograr un mínimo consenso, ya que su pobre currículum como DT de Mandiyú de Corrientes y Racing Club, no avalaba ningún mérito.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 138 - Noviembre de 2009

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    El invierno de 1986 mostraba al balcón de la Casa Rosada repleto de jugadores y funcionarios, y entre ellos, Diego Armando Maradona quién fuera gran protagonista del título mundial conseguido en suelo mexicano. El equipo conducido por Carlos Bilardo, giró alrededor del talento de Maradona lo que hizo que prevaleciera su estilo de juego individual más que el colectivo.

    En los años '90 se incorporaron al país consignas modernizadoras provenientes de otros parajes, ejecutando profundos cambios culturales, estéticos y políticos, acentuando la dependencia económica con los organismos financieros internacionales, mientras que las consignas de campaña expresadas en el libro "La revolución productiva" fueron archivadas rápidamente en el ropero.

    En ese contexto la selección nacional conducida nuevamente por Bilardo, llegó a regañadientes a la final del mundial disputado en Italia, gracias los pocos ratos de magia de Maradona, cierta eficacia de Caniggia y a las manos del arquero Sergio Goycoechea, que ayudado por esa cuota de azar que siempre contiene el fútbol, atajó mas penales que en toda su carera deportiva.

    Al igual que en el año 1966, los "campeones morales" fueron recibidos nuevamente en la Casa Rosada por una multitud reunida en plaza de Mayo que acogía a sus "verdaderos héroes".

    Desde el mundial 1994 tropezamos con una tensión constante entre diferentes estilos de juego; buscando conciente o inconscientemente reinterpretar nuestra manera de jugar. A manera de juego de opuestos, podríamos ubicar a Alfio Basile y José Pekerman en un lugar y a Daniel Pasarella y Marcelo Bielsa del otro. El primer grupo se acercaría mas a una propuesta colectiva de juego, mas cercana a la construcción histórica del fútbol "criollo", con un conductor: el crack, ese que hace jugar a todo el equipo, y del otro lado a una propuesta mas metódica, mas organicista, y con menos sellos de improvisación.

    En la actualidad asistimos a una identificación cada vez mas fuerte entre la selección nacional de fútbol y la representación del país. Con una instrumentalidad muy poderosa a la hora de construir grandes relatos épicos, pretendiendo elaborar con suma pobreza, figuras míticas que tienen escasos recorridos narrativos como es el caso de Messi, para citar a modo de ejemplo.

    Asimismo, cuando al relato popular se lo apropia el mercado, con incursiones mediáticas y merchandising, la sacralización de la figura humana va perdiendo su recorrido histórico para adentrarse en los recortes ficticios elaborados por la maquinaria comunicacional del poder. Por ello, cuando los resultados no se consiguen, es decir, cuando los dioses no responden, para entrar en una analogía religiosa, los fieles se sienten traicionados en su fe y la desilusión ahonda profundamente en el corazón de los hinchas.

    Uno de los últimos parajes en este vínculo constante entre política y deporte, lo produjo la "estatización" del fútbol, una puja más de los capítulos escritos entre el grupo multimedia Clarín y la elite gobernante Kirchnerista.

    La presentación oficial del autodenominado "fútbol para todos" fue celebrada con grandes pompas en el predio que posee la Asociación del Fútbol Argentino en la localidad bonaerense de Ezeiza. Ahora bien, ¿Cuál era la razón para que el técnico de la selección nacional, Diego Armando Maradona, estuviera allí?. El contrato celebrado del traspaso de los derechos y la transmisión del fútbol a manos del Estado, incluía solo al fútbol local de primera división, pero no a los partidos de la selección nacional, que siguieron siendo transmitidos por los mismos multimedios a los cuáles el gobierno le había ganado la pulseada.

    La figura de Maradona revela como contenido simbólico, una estrategia de viejo cuño entre las elites gobernantes de nuestro país: aquella de utilizar al fútbol con fines políticos.

    Recordemos que Maradona asume la dirección técnica del seleccionado nacional faltando seis partidos para la finalización de las eliminatorias sudamericanas, cuando la misma se encontraba clasificando tercera en la tabla de posiciones, después de la misteriosa renuncia del entrenador Alfio Basile, bajo sospechas de complots de jugadores para la asunción del nuevo técnico, operaciones mediáticas de desestabilización, presiones del mercado para no "tocar" algunos jugadores, etc.

    Paradójicamente, fue el mismo multimedio con el que está enfrentado el gobierno el que utilizó un bombardeo mediático de imágenes iconoclásticas, símbolos de gloria, recuperación de epopeyas futbolísticas del ídolo argentino, es decir, una estrategia potenciadora de lo heroico para lograr un mínimo consenso, ya que su pobre currículum como DT de Mandiyú de Corrientes y Racing Club, no avalaba ningún mérito.

    Por otro lado, el gobierno de los Kirchner hace tiempo que viene generando como estrategia de gobernabilidad, disputas cerradas en el plano del lenguaje, tanto en la acción como en lo semántico. El primer conflicto de fuerte impacto en la era Cristina fue con el denominado sector del "campo" donde absurdamente y gracias a la pésima habilidad política para negociar, pudo generar la insólita unión entre la Sociedad Rural y la Federación Agraria1 . En ese contexto se produce la fractura de la cálida relación que mantenían hasta ese entonces los Kirchner y el grupo Clarín, al embanderarse este último bajo la cruzada "campestre".

    Desde hace varias décadas, se está produciendo una descomposición social cada vez mas pronunciada donde no sólo se acrecienta la pobreza y la marginalidad material, sino que asistimos a una degradación cultural. El señalado anteriormente es un ejemplo donde se puede observar el mecanismo polarizador de la sociedad argentina, que tiende a reflexionar pobremente de manera colectiva y a dejarse llevar por la desmesura sin ningún tipo de matices.

    La trampa neoliberal de estos tiempos posmodernos es la reapropación y resignificación por parte del poder de muchas de las matrices culturales contenidas en la heterogeneidad popular: cultura ritual indígena convertida en arte decorativo, profundidad histórica transformada en inmediatez narrativa, falta de construcción de un proyecto colectivo de país suplantado por el mito de la bipolaridad absoluta: "estás con el campo o con el gobierno", etc.

    Primando este tipo de mecanismos, no hay posibilidad alguna de analizar profundamente las cosas, por lo cuál se construye una subjetividad social donde el éxito es efímero por contigüidad y hay que alcanzarlo rápidamente. Donde la derrota se transforma inmediatamente en fracaso, en vez de convertirse en experiencia a futuro. Se crean así, las condiciones para una neurosis colectiva autodestructiva.

    Puestas en escena de una estética neurótica la representan el "Reality Funeral" con el cuerpo yerto de Mercedes Sosa como protagonista, debates hasta en la sopa de la nueva Ley de Medios Audiovisuales, la Ley de Reforma Política2 y la cooptación de modelos de referencia popular: músicos, artistas, madres de plaza de mayo, etc.

    Pero el mito por excelencia es el reelaborado alrededor de Maradona, un fenómeno universal, un ser humano que ha vivido públicamente todas sus contradicciones al desnudo y ha participado junto a los aparatos culturales del poder de toda una maquinaria de construcción mítica de su persona recortando su complejo recorrido histórico en una verdad inmutable, esencialista: "fue el mejor jugador del mundo", reforzado por contener un final heroico ya que ganó la Copa del Mundo.

    Pero cuando el mito desciende de lo sagrado a lo profano corre el riesgo de perder sus cualidades reguladoras y transformarse en otra realidad muy distante. Maradona desde que asume la dirección técnica del seleccionado nacional va a ir privilegiando tanto en el plano discursivo como en la acción, la lucha y el sacrificio por sobre el juego y la creatividad. Por este motivo se deshace de Riquelme , un jugador notable con características de improvisación únicas, y alimenta la figura de Mascherano3 (un jugador de marca) nombrándolo capitán del equipo4 .

    La construcción tan efímera del ánimo y el desánimo es producto de esta imaginación argentina de creernos en muchos aspectos que somos los mejores, que tenemos los mejores jugadores del mundo, el técnico más motivador, etc.

    En fin, nos encontramos con un estado de cuño neoliberal y multimedios que responden a la misma ideología. Conflicto de intereses económicos donde se disputan la reapropiación de los mismos símbolos que usan y tiran contribuyendo al modelo de vida liquida de Baumann.

    Lamentablemente en estos parajes, nos hemos alejado del mientras tanto como solían decir las pausas de los cuentos, nos hemos alejado de la poesía, de los sueños; pero prometieron modernizarnos y cumplieron, nos poblaron de hombres informados y correctos, de buenos ciudadanos: en el peor sentido de la palabra.


Notas
1. Un conflicto que representó una puja de intereses entre la burguesía terrateniente y el neoliberalismo de estado.
2. Que esteriliza con la "obligatoriedad" a los partidos chicos.
3. Ver nota en el diario Clarín del 6/3/2009: "Riquelme me sirve si esta bien físicamente".
4. Ver nota en el diario Clarín del 10/9/2008: "Mascherano es mucho mas que Riquelme y Messi".

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