El deporte, un vehículo de formación en valores desvirtuados. Análisis educativo de las instrucciones de entrenadores deportivos |
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Departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada (España) |
Jesús Viciana Ramírez Francisco Salinas Martínez Armando Cocca Pedro Martínez Rodríguez |
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Resumen Tratamos la problemática social del deporte, las actitudes y valores que se fomentan desde la propia sociedad, desde el punto de vista formativo y de los valores en la Educación. Nos centramos en el papel del profesor de Educación Física (EF) y de los entrenadores deportivos de jóvenes en edades escolares, presentando una investigación basada en el análisis de contenido de las instrucciones de diez entrenadores deportivos en categorías de fútbol base durante la competición. Los resultados ponen de manifiesto que existen instrucciones no adecuadas, que fomentan valores negativos y comportamientos antisociales que debemos erradicar. Palabras clave: Análisis de contenido. Formación del entrenador. Educación Física. Deporte educativo |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 138 - Noviembre de 2009 |
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Introducción
El deporte, como el ámbito escolar en general, tiene una parte instructiva y una parte educativa. Esta vertiente educativa se acentúa cuando hablamos de practicantes-deportistas en edades escolares, donde desligar la práctica deportiva de la propia EF como área curricular es casi un incumplimiento de la propia filosofía deportiva que ya partía de la Grecia clásica y de los principios éticos que abanderan el espíritu olímpico del deporte. Además el año 2004 resaltó este aspecto con la conmemoración del Año Europeo de la Educación por el Deporte, haciendo hincapié en la formación del docente y en los esfuerzos para que el deporte y sus actuaciones sean más educativos.
Asimismo, en el campo legislativo se han tomado medidas para regular el comportamiento violento en el deporte. Tal es el caso del Comité Español de Disciplina Deportiva, en la Ley del Deporte 10/1990 y Real Decreto en 1992, la Comisión Nacional contra la Violencia en los espectáculos deportivos, en Estrasburgo (BOE, agosto 1987) o del Reglamento para la Prevención de la Violencia en los Espectáculos Deportivos, a través de Reales Decretos en 1993 y 1998. Recientemente, el propio Ministerio de Educación Cultura y Deporte ha editado monográficos dedicados a este tema, concretamente Valores sociales y deporte: Fair play versus violencia (2000) y Política y violencia en el fútbol (1998). Por tanto, podemos decir, que desde las diferentes entidades e instituciones públicas se ha abordado este tema en algún momento, pero no con toda la efectividad y el éxito que debiera, a la vista de los resultados.
La filosofía educativa debe inundar los comportamientos del deporte en edades escolares. Esta filosofía que aparecía ya en los orígenes del deporte reglado de las Publics Schools inglesas de finales del XIX, se ha visto enormemente transgredida en los espectáculos deportivos de alto nivel. En estos años anteriores han ocurrido incidentes entre espectadores, aficionados y las fuerzas de seguridad, incluso han habido muertes relacionadas con el deporte por comportamientos antisociales de quienes no respetan los resultados, decisiones arbitrales, y que además se ven incitados por una masa social que lleva al extremo su radicalismo más visceral.
Todo fenómeno deportivo tiene gran repercusión social, y el fútbol en concreto presenta características que lo convierten en un fenómeno más que deportivo: un club es más que un club, representa a una ciudad, a una región, a un país; en un partido de fútbol se libran a veces rivalidades entre pueblos vecinos, o entre capitales rivales; el fútbol mueve enormes cantidades económicas, no sólo por los contratos y fichajes de jugadores y entrenadores, sino en publicidad; es objeto de un interés periodístico incomparable con ningún otro fenómeno social; concentra mayor número de personas que ninguna otra manifestación social y ofrece la revancha, porque todas las competiciones suelen tener partidos de ida y vuelta, en casa y fuera, además con una fecha fija y conocida con mucha antelación. El espectáculo deportivo del fútbol, por todo ello, presenta importantes cuestiones que afectan a la seguridad ciudadana y al orden público (Bayona, 1995). Es precisamente debido a la gran influencia social que tiene el fútbol por lo que le dedicamos este apartado especial en nuestro artículo, alrededor de dos millones y medio de españoles lo practican, con un total de más de 650.000 licencias y siendo aproximadamente cinco sextas partes las correspondientes a niños en edades escolares según la Real Federación Española de Fútbol (junio, 2003). Además ocurre que este deporte es el más polémico, violento y el que provoca desórdenes sociales más importantes en nuestro país, y nos atrevemos a decir que en Europa. Numerosas publicaciones confirman el hecho de que la violencia, el asociacionismo radical, los comportamientos agresivos y antisociales están presentes en el fútbol.
En el ámbito del comportamiento moral y social del joven futbolista (Ommundsen, Roberts, Lemyre y Treasure, 2003), en la mediación de los medios de comunicación que perjudican las conductas sociales (O'Donnell, 2002; Cere 2002), en los comportamientos violentos en general (Frankl, 2003), en los grupos radicales y sus influencias sociales y culturales en relación a la violencia (Johansson, 1987), la violencia en las familias provocadas por el fútbol como espectáculo (Fiore, 2003), racismo y otros comportamientos marginadores en el fútbol (Evans y Rowe, 2002), violación de las leyes (Beckham, 2001), y un abanico sin fin que justifican que el ámbito de estudio y de actuación pueda y deba ser este deporte tan practicado y que tantas pasiones remueve en nuestra sociedad.
Por el contrario, una actividad físico-deportiva bien encauzada mejora la condición física, el desarrollo psicosocial del niño (Linaza y Maldonado, 1987) la autoestima y el autoconcepto de los jóvenes que la practican, y consecuentemente una mejor adaptación social, tal y como señalan Roberts y Treasure (1993). Igualmente, el entorno deportivo ayuda al desarrollo moral de los participantes cuando se juega conforme a unas reglas de comportamiento, siguiendo el espíritu del fair play.
Por tanto, creemos imprescindible que los comportamientos y las actitudes de los propios protagonistas de este deporte sean ejemplares (árbitros y jueces, directivos, jugadores y, por supuesto, los entrenadores, objeto de estudio en la segunda parte nuestro artículo), influyendo positivamente en los comportamientos de todos los sectores sociales a los que afectan. Y pensamos que la actuación de los educadores-entrenadores deportivos en esta modalidad: el fútbol, tiene un papel fundamental en nuestra sociedad, más aún cuando tratamos edades frágiles en cuanto a la opinión y personalidad se refieren, como son las escolares.
El desarrollo de las dos vertientes del deporte comentadas al inicio de nuestro escrito, instructiva y educativa, corresponde a los profesores de EF en horario curricular y a los entrenadores deportivos en el extracurricular y extraescolar, ya que se encargan de enseñar los contenidos deportivos y de educar a los jóvenes deportistas que tienen a su cargo hacia la aceptación y regulación de sus comportamientos, ante circunstancias adversas de presión grupal, ante resultados favorables y adversos, ante la presión y el ánimo del público, etc. La parte instructiva abarca la transmisión de los contenidos propios de este deporte: las técnicas correctas de golpeo del balón, de fintar (regatear), las reglas del juego de competición, las acciones tácticas individuales y grupales, etc.
Sin embargo, la parte educativa del deporte está en muchas ocasiones olvidada por quienes se encargan de desarrollarlo. Este problema se acentúa en las edades escolares donde la parte oculta del currículo es enormemente influyente en los comportamientos (Hernández, 1996; Barbero, 1996), esto es, edades donde la personalidad está muy influida por los ídolos deportivos, por los padres, profesores y, por supuesto, por los entrenadores deportivos, que aglutinan una pincelada de todos los anteriores y por lo cual les convierten en un enorme potencial de influencia. Barbero (1996, p. 24) resalta que el profesor de EF es especial en este sentido, ya que nuestra asignatura favorece un clima más informal y mayor contacto y confianza con los alumnos que provocan una influencia mayor sobre ellos.
Por otro lado, los hallazgos de la revisión realizada por Silverman y Subramanian (1999) mostraron que la intensidad afectiva hacia la actividad física disminuía notablemente entre los estudiantes universitarios respecto a los de Secundaria y Primaria. Este mismo resultado se obtuvo por Velázquez y Hernández (2003), quienes además obtuvieron resultados preocupantes sobre la relación violencia-deporte, ya que un, no elevado, pero sí alarmante 14.4% de los niños encuestados justificaban los comportamientos antideportivos de los grupos radicales de los equipos, con argumentos como que son los que más animan o que son los mejores aficionados. Además, profundizando en la cuestión y apoyando lo que hemos señalado anteriormente, comentaron que esta justificación de los grupos radicales se acentúa conforme la edad del niño avanza, pasando de un 12.3% en 1º de Primaria (6 años) a un 17.6% en 2º de Secundaria (16 años), y viceversa, pasan de un 31.3% en Primaria a un 22.9% en Secundaria cuando se trata de rechazar, por ser molestos y desagradables, a dichos grupos radicales. Esto viene a confirmarnos que la edad influye en las opiniones de los niños sobre la relación violencia-deporte, siendo las edades próximas a las universitarias las críticas para el cambio de opinión (último ciclo de secundaria y bachillerato). Esto mismo ocurría con los comportamientos y actitudes de juego limpio-agresividad en la competición deportiva. Por tanto, las edades, de 14-18 años aproximadamente, son las más adecuadas para intervenir y son los profesores de EF y los entrenadores los agentes más preparados para hacerlo en el ámbito social del deporte.
La actuación del profesor de EF en las clases debe ir enfocada a la socialización, resaltando los aspectos más positivos que el deporte nos ofrece, y rechazando los “antivalores deportivos” que denominan Hernández y Velázquez (1996, p. 104), refiriéndose al juego duro, la agresividad, consumo de estimulantes, confundir o intimidar a los jueces, actuar en el límite de lo permitido, provocar a los contrarios, etc. Además, Velázquez y Hernández (2003) comprobaron que un porcentaje minoritario, pero importante, del profesorado no incluye intervenciones didácticas en EF para inculcar patrones éticos y morales deseables en el comportamiento deportivo de los jóvenes y que este porcentaje es mayor conforme avanza la etapa de Secundaria.
En lo que a los entrenadores se refiere, ellos realizan un papel importante en el fomento del respeto mutuo y de la diversión a través del deporte. A nuestro parecer, el deporte es un magnífico vehículo para contrarrestar la violencia y el abuso en las relaciones escolares, es una manera de aceptar reglas del juego conocidas a la luz de todos los que observan el hecho deportivo, dando pie a que los niños, ya sean favorecidos o desfavorecidos en otros ámbitos de la educación muestren sus destrezas y se desenvuelvan en un entorno de respeto y bajo el control de los jueces deportivos.
Muchos son los autores que coinciden con nosotros en la preocupación por estudiar el papel del entrenador para solventar este problema social desde las categorías inferiores de la competición deportiva, reconociendo el papel tan importante que dichos entrenadores desempeñan en la educación social y moral de la conducta deportiva (Smith y Smoll, 1991; Lorenzo, 1997; Cruz, 2001).
Por lo tanto, el objetivo de nuestro estudio es: sondear la temática sobre la que versan las instrucciones de entrenadores de jugadores juveniles de fútbol, para deducir, desde el sistema múltiple de categorías de Viciana y Sánchez (2002), las consecuencias educativas provocadas en los jugadores.
Nos planteamos la siguiente hipótesis: los entrenadores de jugadores juveniles de fútbol estudiados presentan frecuencias de categorías no deseables, desde el punto de vista educativo, en sus instrucciones.
Materiales y método
Diseño
La investigación se basa en un diseño interpretativo-descriptivo que analiza las instrucciones de entrenadores de fútbol base durante la competición. Se transcribieron las instrucciones impartidas por dichos entrenadores, grabadas en audio previamente, y se interpretó el texto codificándolo según el sistema de categorías de Viciana y Sánchez (2002), extrayendo conclusiones generales de dichos resultados.
Muestra
La muestra, no probabilística, constó de 10 entrenadores de fútbol andaluces voluntarios de entre 18 a los que se reunieron previamente y se les propuso el estudio. Siete de categoría cadete y tres de categoría juvenil, con edades entre los 25 y 44 años y poseían un grado de formación cultural y federativo muy variado, propio de estas categorías de base. La experiencia en el entrenamiento con jóvenes futbolistas también era variada entre los entrenadores de la muestra, desde 4 a 15 años. Por último, los futbolistas a quienes iban dirigidas dichas instrucciones tenían unas edades comprendidas entre los 15 y los 17 años e hicieron un total de 125, entre titulares y suplentes de los partidos analizados. También participó en el estudio un transcriptor y codificador de las declaraciones recogidas a los entrenadores entrenado para esta investigación.
Instrumentos
Usamos un sistema de microfonía inalámbrico para la recogida de datos, y posteriormente a la transcripción del audio, se procedió al análisis de contenido temático de las instrucciones de los entrenadores con el sistema de categorías múltiple confeccionado por Viciana y Sánchez (2002), constituido por las siguientes subdimensiones:
Subdimensión 1, Llamada de atención personal (1 categoría): llamada de atención personal. Podría constituir una dimensión por sí misma, ya que es independiente a la temática sobre la que trate la instrucción, es decir, puede tener un receptor al que el entrenador nombra al comienzo de su declaración llamando su atención, no nombrarlo o ir dirigido a un grupo de jugadores en general.
Subdimensión 2, Motivacional (4 categorías): motivacional positiva, motivacional negativa, lamentaciones y tacos.
Subdimensión 3, Técnica (2 categorías): golpeo y técnica general.
Subdimensión 4, Estratégico-táctica (9 categorías): Ayudas o apoyos al compañero, movimientos, posicionamiento, inducción a la reflexión sobre el juego, marcaje, fuera de juego, tiempo, resultado y táctica general.
Subdimensión 5, Psicológica (4 categorías): atención-concentración, inducción a la agresividad, tranquilidad y responsabilidad.
Subdimensión 6, Comentario arbitral (3 categorías): protesta las decisiones arbitrales, acepta las decisiones arbitrales y arbitraje.
Subdimensión 7, Esfuerzo físico (1 categoría): Esfuerzo físico.
Subdimensión 8, No relacionada con el partido (1 categoría): no relacionada con el partido.
El sistema lo completaban las siguientes categorías: la dimensión receptor de la información, con ocho categorías reunidas en cinco subdimensiones (jugadores del equipo en el campo de juego, banquillo, equipo contrario, equipo arbitral, otras personas y sin receptor), la dimensión canal de información, con tres categorías (verbal, no verbal y mixta) y la dimensión fase del juego, con dos categorías (ataque y defensa). Este sistema fue el utilizado en el estudio que presentamos, siendo sólo aplicada la dimensión temática.
Procedimiento
Los datos se tomaron en cuatro fases durante la segunda mitad de la temporada liguera 2002-2003: 1ª) de septiembre a diciembre de 2002, de toma de contacto con los clubes y los entrenadores para confirmar su presencia y colaboración en la investigación, garantizando el anonimato. Posteriormente pedimos permiso para introducirnos en el banquillo para grabar sus instrucciones durante la competición; 2ª) de enero a junio de 2003, de toma de datos propiamente dicha. Se analizaron un total de 932 minutos durante la dirección de 10 partidos de competición regional. Previamente a la grabación definitiva de los partidos realizábamos tres ensayos para evitar la influencia del instrumental de grabación sobre las declaraciones del entrenador; 3ª) de julio a septiembre de 2003, en la que se transcribieron, codificaron y analizaron los datos a través del programa de análisis de contenido Aquad Five 5.7 para Windows; y por último, en la 4ª) de octubre de 2003 hasta la fecha, interpretamos los resultados y realizamos diversos informes de difusión centrados en diferentes aspectos deportivos, sociales y educativos de los datos obtenidos.
Resultados y discusión
A continuación vamos a mostrar la tabla de frecuencias medias de los 10 partidos analizados de las categorías temáticas utilizadas por los entrenadores durante la instrucción en competición (tabla 1).
Tabla 1. Análisis de frecuencias medias y porcentajes en los partidos analizados.
DIMENSIÓN 1: TEMÁTICA |
FRECUENCIA media por partido |
PORCENTAJE |
T. SUBD. LLAMADAS ATENCIÓN PERSONAL (nominal) |
352 |
92.66 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN MOTIVACIONAL |
464.7 |
30.69 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN TÉCNICA |
111.4 |
7.36 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN TÁCTICA |
549.2 |
36.27 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN PSICOLÓGICA |
74.5 |
4.92 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN ÁRBITROS |
78 |
5.15 |
TOTAL SUBDIMENSIÓN ESFUERZO FÍSICO |
193.4 |
12.77 |
NO RELACIONADA CON EL PARTIDO |
42.8 |
2.83 |
TOTAL categorías temáticas |
1514 |
100 |
La subdimensión relacionada con las llamadas de atención individual o intervenciones dirigidas a los jugadores individual y nominalmente superan el 90%, lo cual nos demuestra un buen conocimiento de sus jugadores, una correcta llamada de atención para posteriormente dar la información o instrucción, y una posible concepción del entrenador de que las instrucciones dirigidas a los individuos son más efectivas que las generales. Esto provoca, igualmente, que el número de instrucciones por partido sea más elevado para dirigir a todo el equipo correctamente. Además, en general, podía ocurrir que en la misma declaración, precedida por el nombre del jugador a quien se dirigía, apareciesen varios códigos temáticos, por ello no podemos relacionar el total de categorías temáticas con esta categoría de atención personal, esto es, no se puede decir que el total de declaraciones han sido 1514 y sólo 352 son nominales, sino que 352 veces se ha dirigido el entrenador a sus jugadores, pudiendo incluir en ellas una o más instrucciones (esto ocurre porque la unidad de análisis de contenido no es igual a la declaración completa, sino a aquella que tiene sentido por sí misma y en torno a un tema).
Vamos ahora a comentar brevemente los resultados de cada una de las subdimensiones desde el punto de vista educativo:
1. Subdimensión motivacional
Es la segunda subdimensión temática más frecuente en las intervenciones del entrenador, con 464.7 de media por partido, que representa un 30.69% del total, sólo superada por la información táctica. Las categorías de su interior tuvieron los siguientes porcentajes de frecuencias relativas (tomando sólo esta subdimensión como el 100%): motivacional positiva (39.83%), lamentaciones (28,90%), tacos (24.08%) y motivacional negativa (7.19%). Si nos detenemos en estas categorías, excepto la motivacional positiva, todas las demás tienen connotaciones negativas desde el punto de vista educativo y alguna de ellas nada deseables como los tacos. El número total de declaraciones negativas son mucho mayores, suponiendo un porcentaje total de 60.17%, frente al 39.83 de declaraciones positivas.
En cuanto a los estudios enfocados al clima social en el deporte, según la comunicación del entrenador y el atleta, encontramos que la mayor parte de los investigadores han hallado que los refuerzos positivos, la motivación, y las adecuadas relaciones emocionales contribuyen a la eficacia en el rendimiento deportivo y a la opinión, autoestima y mejora social de los comportamientos de los deportistas a su cargo (Piéron, 1999). Además, Rosado, Campos y Aparicio (1993) estudiando a 4 entrenadores de baloncesto, incluso determinaron la cantidad de información positiva aportada a los jugadores (1,3 por minuto) y determinaron la relación entre la información positiva y la negativa en un 10:1, dato, éste último, corroborado también por Pereira (1996) en el estudio de 12 entrenadores de voleibol (En Moreno, 2001:154).
2. Subdimensión técnica
Es una subdimensión puramente deportiva, es decir, no tiene connotaciones positivas ni negativas desde el punto de vista educativo. Únicamente podemos decir que “forma deportivamente” al sujeto que recibe estas instrucciones, por tanto, si hubiera que darle algún sentido sería positivo. De cualquier manera, estos datos nos han llamado la atención porque quizás esperábamos un mayor número de declaraciones en esta subdimensión puesto que sólo supone el 7.36% del total. Moreno (2001), en la Universidad de Extremadura, estudió a tres entrenadores de voleibol en 12 partidos de competición cada uno a través de estudios de caso, profundizando en la conducta verbal de los mismos y extrayendo sus pensamientos a través de diarios, entrevistas y el registro de la conducta verbal. Sus resultados mostraron las siguientes tendencias generales en relación a nuestro estudio: predomina la información psicológica aportada al jugador, siendo reducida la información técnica; existe un elevado porcentaje de información no específica; predomina la información individual sobre la colectiva.
3. Subdimensión táctica
Es la más frecuente de todas con un total de 549.2 intervenciones en el partido, que supone un porcentaje de 36.27% del total. En su interior, los porcentajes relativos de cada categoría son: estratégico-táctica general (28.55%), movimientos (28.17%), marcaje (13.76%), inducción a la reflexión sobre el juego (5.94%), ayuda-apoyo (5.84%), posicionamiento (5.52%), fuera de juego (5.35%), tiempo (4.01%) y resultado (2.77%). Esta subdimensión está enfocada, al igual que la subdimensión técnica, al ámbito deportivo fundamentalmente, aunque encierra valores formativo-educativos más ricos e importantes que la anterior. Este es el caso de la categoría “inducción a la reflexión sobre el juego”, que se encarga de provocar la reflexión del jugador a raíz de lo que el entrenador le dice en su declaración durante el partido, de manera que sea él mismo quién tome la decisión correcta según su razonamiento. Más que una instrucción podríamos decir que fomenta la indagación del jugador sobre las situaciones del juego, tomando decisiones según el análisis que realiza de los factores que contextualizar la acción que se trate.
4. Subdimensión psicológica
Supone un total de 74.5 intervenciones por partido (4.92%) y sus categorías concretas presentan el siguiente porcentaje relativo: tranquilidad (44.56%), atención-concentración (41.61%), responsabilidad (8.46%) e inducción a la agresividad (5.37%). En esta subdimensión el balance educativo también es positivo, o sea, la suma de las categorías con connotaciones positivas desde el punto de vista educativo y social son superiores a la negativa. Las positivas (tranquilidad, atención-concentración y responsabilidad) suman un total de 94.64%. Sin embargo y aunque es la categoría con menos frecuencia o porcentaje por partido de esta subdimensión, la “inducción a la agresividad” es una categoría doblemente negativa y por tanto muy a tener en cuenta en este estudio. Por un lado, es negativa ya que supone que los propios formadores deportivos no tienen en cuenta que están fomentando conductas antideportivas y que van en contra del reglamento y de la ética del fair-play. Y por otro, es doblemente negativo por el efecto que tiene sobre el jugador que la recibe y sus posibles acciones hacia sus rivales. Por tanto, esta categoría no debería siquiera tener este porcentaje, que supone 4 declaraciones del entrenador por partido.
A este respecto, en el estudio de Velázquez y Hernández (2003:377), se obtuvieron resultados preocupantes sobre la relación violencia-deporte, ya que un, no elevado, pero sí alarmante 14.4% de los niños encuestados justificaban los comportamientos antideportivos de los grupos hinchas de los equipos, con argumentos como que son los que más animan o que son los mejores aficionados. Además, profundizando en la cuestión y apoyando lo que hemos señalado anteriormente, comentaron que esta justificación de los grupos radicales se acentúa conforme la edad del niño avanza, pasando de un 12.3% en 1º de Primaria (6 años) a un 17.6% en 2º de Secundaria (16 años), y viceversa, pasan de un 31.3% en Primaria a un 22.9% en Secundaria cuando se tratan de opiniones de rechazo, por ser molestos y desagradables, a dichos grupos radicales. Esto viene a confirmarnos que la edad influye en las opiniones de los niños sobre la relación violencia-deporte, siendo las edades próximas a las universitarias las críticas para el cambio de opinión (último ciclo de secundaria y bachillerato). Esto mismo ocurría con los comportamientos y actitudes de juego limpio-agresividad en la competición deportiva. Por tanto, las edades de 14-18 años aproximadamente, son las más adecuadas para intervenir y son los profesores de EF y los entrenadores deportivos los agentes más preparados para hacerlo en el ámbito social del deporte. Luikkonen y otros (1993), también identificaron tras estudiar a 92 entrenadores, dos rasgos fundamentales: la efectividad y el humanismo, considerando a ambos necesarios para configurar al entrenador ideal. Esta correlación dependía de la edad de los deportistas y se manifestaba con la aparición de: entusiasmo, el aporte de feedback positivo y la participación de los atletas. En este mismo sentido, diversos estudios hallaron que una de las principales conductas de los entrenadores es el refuerzo positivo a sus deportistas, además de la instrucción (Serpa y otros, 1991; Crespo y otros, 1993).
5. Subdimensión árbitros
Los entrenadores se refieren a los árbitros en un porcentaje por partido de 5.15%. Los porcentajes relativos a esta dimensión de las categorías de su interior son los siguientes: protesta decisión arbitral (89.87%), arbitraje (7.95%), acepta decisión arbitral (2.18%). En este caso y desde el punto de vista educativo, el polo negativo predomina en estas categorías de manera aplastante, con más del 90% de las declaraciones de esta dimensión. De nuevo observamos un déficit importante en la formación y actuación que ofrecen los entrenadores en este sentido, dando ejemplos no deseables a sus jugadores durante la competición. A veces, el discurrir del propio partido, el resultado en contra, el escaso tiempo restante de juego, la influencia del público, la impotencia del equipo frente al rival o incluso los errores de los árbitros, hacen que el entrenador vuelque su frustración sobre ellos, provocando una alta influencia negativa sobre etapas de formación como son las analizadas en este estudio.
6. Subdimensión esfuerzo físico
Esta subdimensión, con una sola categoría, tiene un 12.77% de importancia total en el partido. Al igual que las subdimensiones técnica y táctica, es de índole deportiva casi exclusivamente, ya que tiene una connotación neutra desde el punto de vista educativo. Generalmente esta categoría va orientada a subir el nivel físico de una acción concreta o el tono general del equipo o de un jugador y por tanto, tiene una connotación agonística, quizá resaltando un valor positivo de superación personal y esfuerzo.
Conclusiones
Los entrenadores de fútbol presentan un perfil formativo y cultural muy variado, y quizás se acentúe aún más en estas etapas de base como hemos comentado en la muestra. Estas diferencias influyen en el tipo de información y comunicación que utilizan, tal y como comentan Bernstein, (1975) y Mayoral, (1996). Sin embargo, en el estudio de Sherman y Hassan (1986) con 102 entrenadores de diferentes modalidades deportivas, se comprobó que existía cierta estabilidad en las conductas analizadas. Por ello pensamos, que a pesar de la escasa muestra de entrenadores analizados (aunque en profundidad por la cantidad de datos recogidos), los resultados de este estudio pueden indicarnos algo más que el simple comportamiento de estos entrenadores, ya que estas conductas manifiestan una cierta estabilidad y pueden aportarnos una interesante perspectiva del comportamiento general de estos formadores deportivos.
Según los datos obtenidos, los principales aspectos positivos y negativos de la comunicación de los entrenadores de fútbol en estas etapas de base (cadete y juvenil), son los siguientes:
El entrenador conoce y se dirige a los jugadores personalmente en la mayoría de las ocasiones, buscando, previsiblemente una mayor atención individual, lo cual supone una personalización de las intervenciones que hace que el jugador se sienta observado y atendido por su entrenador.
La información relacionada con la táctica deportiva es la más frecuente en las instrucciones de los entrenadores estudiados en estas edades, seguidas de la motivacional y el esfuerzo físico. La técnica no es tan importante como podríamos prever.
Los entrenadores motivan positivamente a sus jugadores en mayor frecuencia que negativamente, aunque si sumamos los tacos y lamentaciones a la motivación negativa, éstas superan en el balance parcial a la motivación positiva.
Existen categorías o declaraciones favorables desde el punto de vista educativo. Estas son: motivacional positiva, inducción a la reflexión sobre el juego, atención-concentración, tranquilidad, responsabilidad y aceptación de decisiones arbitrales.
Por último, detectamos diversas instrucciones de carácter muy negativo para el concepto de “educar a través del deporte”, que además superan en frecuencia a las positivas resaltadas anteriormente. Estas declaraciones que debemos tender a su erradicación y reflexión por parte de este colectivo son: tacos, inducción a la agresividad, motivacional negativa, lamentaciones y protesta ante la decisión arbitral.
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digital · Año 14 · N° 138 | Buenos Aires,
Noviembre de 2009 |