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Ramos Mejía y la necesidad de debatir 

el Himno Nacional en la escuela

 

Lic. en Sociología

(Argentina)

Roberto Di Giano

robaied@hotmail.com

 

 

 

Resumen

          Cuando Ramos Mejía asumió el cargo de Presidente del Consejo Nacional de Educación con la expectativa de hacer funcionar nuevamente los objetivos sociales trascendentes tales como educar al soberano y fomentar el amor por una patria que supo de adagios y esplendores independentistas, dispuso que se discutiese y esclareciese en el ámbito escolar la verdadera letra y música del himno nacional argentino sometidas ambas a diversas modificaciones a lo largo del tiempo.

          Palabras clave: Ramos Mejía. Himno Nacional. Argentina. Escuela

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 137 - Octubre de 2009

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“En Montevideo el profesor Rivarola me dio la noticia de su fallecimiento (…)
Un nudo me apretó la garganta y no pude contener algunas lágrimas.
Son las más angustiosas que he llorado en mi vida”

José Ingenieros

    José María Ramos Mejía generó al dar rienda suelta a una variada gama de inquietudes personales que a la postre ayudarían a ampliar los horizontes del conocimiento, un creciente despertar cultural en nuestro país. Así, abrió sendas renovadoras que llevaron a expresar a su más brillante discípulo, José Ingenieros, que había creado en la Argentina dos géneros científicos: la psiquiatría y la sociología.

    Profesó un creciente amor a la nacionalidad que quedó reflejado en la mayoría de sus actos y en un rico recorrido intelectual no exento de ambigüedades, cuestión ésta que inexorablemente lo ubica en el panteón de los pensadores representativamente argentinos. Se nutrió de coraje para dejar atrás muchos prejuicios acumulados en sus tempranos años de vida, empecinándose luego en bucear en las profundidades sociales tratando de hallar allí las ricas verdades escondidas y revelarle a su vez a las nuevas generaciones lo que se ocultaba en las narraciones históricas.

    Cuando Ramos Mejía fue titular del Consejo Nacional de Educación (1908-1912) dispuso, con vistas al Centenario, que se discutiese y esclareciese en el ámbito escolar la verdadera letra y música del himno nacional argentino sometidas ambas a diversas modificaciones a lo largo del tiempo. A tal efecto encargó la partitura completa del mismo.

    El poema primigenio había despertado ofuscación en algunos círculos sociales cuando décadas después de su creación fue resaltado por Juan María Gutiérrez, un destacado hombre de letras que luchó durante buena parte del siglo diecinueve por afirmar la idea de emancipación americana y se abocó a estudiar, entre otras cosas, las culturas indígenas. Asimismo, Ramos Mejía resolvió que se celebrara bajo su mandato el centenario del nacimiento del lúcido polemista que rechazó su designación como miembro de la Real Academia Española porque ello significaba reconocer el predominio político-cultural de la Península.

    Posteriormente, en 1893, el entonces diputado Osvaldo Magnasco defendió con éxito, pese al duro embate de poderosos actores sociales, la postura que la marcha patriótica era una expresión de sabiduría popular y por esa razón no podía ser susceptible de alteración.

    Siete años después el presidente Roca, de nuevo en el poder, abrevió por decreto el texto de la canción patria compuesto por Vicente López y Planes en 1813, dejando solo en pie la primera y última cuarteta más el agregado del coro con la rimbombante excusa de no mortificar “el patriotismo del pueblo español”. Magnasco que era uno de sus ministros renunció en desacuerdo con dicha decisión y otras actitudes del primer mandatario argentino.

    Una de las cuartetas censuradas por este militar y político que ejercía por segunda vez la presidencia de la nación y que asociaba el progreso con la ruptura de elementos del pasado que si era necesario se debían exterminar, fue, por ejemplo, la siguiente por no ser compatible con las buenas relaciones forjadas por su gobierno y las autoridades españolas:

“Se levanta en la faz de la tierra

Una nueva gloriosa nación

Coronada su cien de laureles

Y a su plantas rendida un León.”

    Ramos Mejía, ubicado en un campo adverso al de Roca, no se dejó convencer por la política de seducción dirigida a los hombres inteligentes llevada a cabo por el astuto presidente y su red de amigos cuya mayor virtud era la obediencia. Vale señalar que esta cuestión es de suma importancia para los que mandan porque son los intelectuales los que terminan incidiendo, de una manera u otra, en la opinión pública.

Tomado de www.bicentenarios.es

    Asimismo, el médico alienista que había desplegado una vasta tarea asistencial, científica y cultural volvió a la función pública recién en 1908, cuando fue designado Presidente del Consejo Nacional de Educación. Allí retoma el optimismo y centra parte de su esfuerzo en la construcción de más escuelas, edificios que hoy mismo resultan magníficos, convencido que se podía pergeñar un país pujante si se ponían a funcionar los objetivos trascendentes y se dejaba de dar tanta importancia a los recorridos individuales. De allí su confianza desmedida en la educación pública para poder imponer a la sociedad la idea de nacionalidad recuperando, con un cierto dejo de nostalgia, parte de aquel fondo criollo en donde se agitaba el patriotismo en aras de una vida libre e independiente.

Bibliografía

Ramos Mejía, las multitudes y la educación nacional.

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revista digital · Año 14 · N° 137 | Buenos Aires, Octubre de 2009  
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