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El educador y la autoestima

 

*Maestra de Educación Infantil, Habilitación PT

Licenciada en Psicopedagogía

**Maestra de Educación Física y Licenciada en Psicopedagogía)

Facultad de formación del Profesorado

Las Palmas de Gran Canaria

Vanessa Cidoncha Falcón*

vanessacidoncha@hotmail.com

Erika Diaz Rivero**

erikasport@hotmail.com

(España)

 

 

 

Resumen

          Los educadores tenemos una gran influencia en el autoconcepto y en la autoestima de los alumnos. Nuestra manera de estar, de atender, de escuchar; la forma que tenemos de programar y evaluar la asignatura; la metodología que desarrollamos… incide notablemente en la percepción y valoración que los estudiantes hacen de sí mismo.

          Querámoslo o no, nuestra labor no es neutral; no sólo contribuimos positiva o negativamente en el aprendizaje académico de los alumnos también influimos en su desarrollo personal.

          Ahora, pese a esta importante tarea, son muchos los educadores que en su formación no han tendido un espacio dedicado a reflexionar y trabajar sobre ello, de ahí este artículo.

          Educar en y para la salud pasa necesariamente por una pedagogía orientada en el desarrollo y cuidado de la autoestima. Profundizar sobre este constructo, conocer cómo se construye y define creo que puede ser una buena forma de enriquecer nuestra intervención educativa.

          Palabras clave: Autoestima. Autoconcepto. Imagen. Valoración

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 134 - Julio de 2009

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La importancia de la autoestima

    La autoestima es un aspecto central del psiquismo humano. Como señalan Clean y Bean (1993) es un “aglutinante” que liga nuestra personalidad en las primeras etapas de la vida y conforma una estructura positiva, homogénea y eficaz.

    Necesitamos valorarnos a nosotros mismos. Estimarse a sí mismo es una necesidad básica cuya insatisfacción provoca trastornos. De hecho, detrás de cualquier problema psicológico encontramos como denominados común una baja o defectuosa autoestima.

    Todos estamos condicionados por la autoestima y por el autoconcepto que tenemos. Las relaciones con las que nos vinculamos, las decisiones que tomamos, el rendimiento en el estudio o trabajo, la elección de pareja, nuestro estilo docente… está influido por esta vivencia psicológica.

    Una vivencia que se traduce en una serie de actitudes hacia uno mismo que nos hace sentirnos aptos, perecederos y preparados para vivir y no vegetar.

Respeto y confianza en un a mismo

    Una de las definiciones que recoge el significado de lo que es estimarse a uno mismo es la sugerida por Branden (1983). Para este teórico, “la autoestima es la suma integrada de la confianza y el respeto por uno mismo. Refleja el juicio implícito que cada uno hace de de su habilidad para enfrentar los desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y su derecho a ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades)”

    Resumiendo, la persona que se valora a sí misma se caracteriza por estos dos sentimientos básicos, por una parte se siente digna de valoración y respeto; y por otra parte, confía en sus propios recursos para poder afrontar y resolver todo aquello que la vida le depare.

    Ahora, aunque esta suma “respeto + confianza” nos parezca sencilla, sin embargo lleva consigo una gran complejidad.

Sentirse digno de ser querido

    ¡Qué tontería! Podemos pensar, si todo el mundo tiene derecho a ser querido… sí pero aunque esto sea así, día a día nos encontramos que este sentimiento está ausente en muchas personas, y que además en ocasiones es difícil poderlo transmitir dado lo dañaba que están su percepción y valoración personal.

    Para podernos sentir con derecho a ser valorados y queridos es necesario que fundamentalmente en los primeros estadios del desarrollo, personas significativas de nuestro entorno familiar, y escolar nos hayan transmitido que somos signos de valoración, de respeto y aceptación.

    Necesitamos habernos sentido cuidados, tomados en consideración, tratados con cariño, rodeados de seguridad, reconocidos en nuestra individualidad…

    Para aprender que el respeto y la aceptación hacia uno mismo es un derecho y n o un bien que hay que comprar. Como tampoco debería tener precio sentirnos con capacidad para desenvolvernos autónomamente.

“El profesor que acepta, ayuda y confía en sus alumnos producirá en ellos una autovaloración positiva” Coorpersmith

Sentirnos competentes para vivir

    Sentirnos competentes para vivir no significa ser supermanes, ni tampoco está reñido con un gran esfuerzo, con equivocarnos. O con que las cosas no salgan a nuestro gusto.

    Nos sentimos competentes porque conocemos y confiamos en nuestra capacidad de pensar, de tomar decisiones y de resolver problemas; porque sabemos que contamos con una serie de recursos propios o ajenos que nos vana a ayudar a enfrentar las dificultades que puedan presentarse; porque hemos aprendido que podemos influir en lo que ocurre en nuestra vida.

    Ahora, como decía anteriormente, esta vivencia psicológica no es innata. Nos sentimos competentes y seguros de sí mismos si en nuestro entorno familiar, escolar y social personas significativas para nosotros confiaron en nuestras posibilidades, y nos dieron la oportunidad de aprender a pensar, y poder desarrollar con éxito nuestras capacidades.

La etapa de escolarización

    Después de la familia, la etapa de escolarización juega un papel primordial en la formación y desarrollo del autoconcepto y autoestima.

    Numerosos estudios coinciden en señalar cómo los educadores formamos parte de ese conjunto de personas significativas que inciden notablemente en que los estudiantes se sientan dignos de respeto y aceptación así como capaces de pensar y competentes para vivir.

    Quizás este sea uno de los mayores retos de la nuestra labor educativa: hacer del aula un medio que contribuya a favorecer el crecimiento y bienestar personal, permitiendo un aprendizaje que prepare para vivir autónomamente.

    De ahí que para crear unas condiciones que favorezcan el desarrollo de un autoconcepto positivo, sea necesario que nuestra intervención educativa tenga como horizonte humanizar el aula y proporcionar un buen aprendizaje.

Humanizar el aula + Proporcionar un buen aprendizaje

    Humanizamos el aula cuando generamos un clima cálido y acogedor; cuando nos preocupamos e interesamos por cada estudiante, y le transmitimos nuestro afecto, aceptación y apoyo; cuando les tomamos en serio y evitamos situaciones de marginación.

    Por otra parte, proporcionamos un buen aprendizaje cuando ayudamos a los alumnos a descubrir y reconocer sus capacidades, y les damos diferentes oportunidades para que las desarrollen con éxito.

    Transmitimos que confiamos y que tenemos fe en ellos cuando tenemos en cuenta sus opiniones y les ayudamos a que aprendan a aceptar responsabilidades, tomar decisiones y resolver situaciones problemáticas.

    Todo esto dignifica que el educador no establezca normas, no evalúe, o corrija. Por el contrario, unas normas y límites claros, flexibles y razonables son esenciales para un buen desarrollo de la autoestima. Es importante que los alumnos se den cuenta que sus acciones tienen consecuencias y que no todo vale ni está bien. Educar también supone inculcar unos valores, unos criterios que guíen la manera de comportarse. Como también supone evaluar y corregir sin tener que descalificar a la persona. Podemos señalar que esa suma está mal hecha sin tener que decir frases como “eres un torpe” o “si ya lo sabía yo… eres un negado”.

    Es importante que caigamos en la cuenta que la opinión que nos formamos de los alumnos y las expectativas que tenemos sobre ellos tienen una gran influencia en su propio desarrollo. En muchos casos son profecías que tarde o temprano se cumplen, ya que dependiendo mucho de la edad, loa alumnos apenas cuentan con una capacidad crítica que les permita cuestionar lo que en muchas ocasiones es una visión subjetiva del profesor.

Los educadores como modelos

    Es importante que nos detengamos en uno de los aspectos relevantes: la autoestima de los educadores.

    Reflexionar sobre una pedagogía de la autoestima no sólo nos exige centrarnos en la autoestima de los alumnos, también nos obliga a que nos interpelemos sobre la actitud valorativa que tenemos hacia nosotros mismos. ¡Es difícil transmitir aquello que no se tiene!

    De ahí que sea fundamental que revisemos nuestra propia autoestima, que nos planteemos qué opinión valorativa tenemos de nosotros mismos. Si no nos aceptamos y respetamos ¿cómo vamos a tener estas actitudes hacia los demás?... si no nos sentimos competentes y capaces de tomar decisiones ¿?cómo vamos a enseñarlo a nuestro alumnos…

    Como decía anteriormente uno de los mayores retos que nos encontramos los educadores es orientar nuestra labor educativa hacia una pedagogía de la autoestima.

    En nuestra mano está instruir conocimientos o enseñar a pensar; llenar la cabeza de conceptos u ofrecer la oportunidad de que los alumnos desarrollen con éxito sus capacidades, sintiendo que son dignos de valoración y respeto.

    Asumir este reto es una decisión personal, un reto que creo que merece la pena superar.

    “Cuando el profesor orienta y crea condiciones que facilitan el aprendizaje, el alumno se percibe a sí mismo como valioso y competente, lo que le da seguridad, y permite la construcción de un autoconcepto positivo”. Yamamoto

    “No hay juicio de valor más importante para la persona humana, no hay factor más decisivo en su desarrollo psicológico y en su motivación que la evaluación que uno hace de sí mismo”. Branden

    “Si el niño es querido y aceptado, aprenderá a amar y aceptar; si el niño es valorado positivamente se formará un autoconcepto positivo de sí mismo”. Machargo

Referencias bibliográficas

  • BRANDEN, N (1993). El respeto hacia uno mismo. Buenos Aires. PAIDOS

  • CLEMES, H; BEAN, R (1993). Cómo desarrollar la autoestima en los niños. Madrid. DEBATE

  • MACHARGO, J. (1991). El profesor y el autoconcepto de los alumnos. Madrid. ESCUELA ESPAÑOLA.

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revista digital · Año 14 · N° 134 | Buenos Aires, Julio de 2009  
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