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La violencia televisiva frente a la educación

 

Maestro en Escuela Primaria

(España)

José María Sánchez Fernández

jose_1207@yahoo.com

 

 

 

Resumen

          Nuestros alumnos pasan demasiadas horas diarias frente a la televisión viendo programas con contenidos violentos. Los maestros debemos educarlos en el consumo crítico y responsable de este medio de comunicación.

          Palabras clave: Televisión. Violencia. Educación

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 133 - Junio de 2009

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    Hoy en día nuestros alumnos pasan demasiadas horas diarias frente a la televisión. Normalmente viendo programas que no están adecuados por su contenido a su edad. Claro que tampoco hay mucha oferta de programas infantiles, ni siquiera en las cadenas públicas. En la mayoría de ellos encontramos contenidos violentos, agresivos, sexuales, sexistas, etc. que generan estereotipos que conductas que los niños asimilan como normales y que nosotros como maestros debemos combatir. Esta violencia no necesariamente aparece como violencia física, sino también (y mucho más generalizada) la violencia verbal.

    Para poder hacer frente a la avalancha de este tipo de contenidos violentos que aparecen en la televisión es necesario hacer un análisis de la misma teniendo en cuenta lo siguiente:

    La presencia de la violencia. Probablemente no haya que cerrarse en banda a cualquier manifestación de violencia en la televisión para niños. Los cuentos infantiles contienen también una buena dosis de violencia, y ésto no se valora necesariamente como algo negativo. El niño que se asusta al leer u oír un cuento aprende, de una manera implícita y natural, que en la vida hay maldad, dolor, sufrimiento, muerte. Una cierta dosis de violencia en la televisión puede cumplir un efecto similar.

    La dosificación de la violencia. Es un problema de cantidad. Una cosas es que aparezca violencia en los programas y otra muy distinta que los programas sean violentos. Una cosa es que el niño aprenda intuitivamente que en la vida hay violencia y otra que aprenda que la vida es violencia.

    La explicitación de la violencia. En este caso el problema no es de cantidad sino de calidad. Aunque en algunas circunstancias una cierta dosis de violencia puede ser educativa desde el punto de vista ideológico o catártico, su explicitación directa y descarnada resultará siempre perjudicial. No producen el mismo efecto la violencia verbal y la visual. No es lo mismo, por ejemplo que en un cuento se diga que el lobo se come a la abuela que verlo explicitado en imágenes.

    El sentido de la violencia. Es también un problema cualitativo. Hay que tener en cuenta el sentido que se da a la violencia, la significación que le va a atribuir el espectador; la valoración que hará de ella. No es lo mismo la violencia real que la de ficción. No es lo mismo la violencia con personajes humanos que con dibujos animados. En la televisión se juega a veces con los mecanismos de identificación por parte del espectador para legitimar comportamientos violentos. En algunos casos se justifica la violencia por el hecho de que se pone al servicio de causas justas. En algunos programas se presentan incluso alternativamente como legítimos e ilegítimos comportamientos violentos similares, en función de lo que representan los personajes que los sustentan.

    La frustración como generadora de violencia. Los psicólogos consideran que la frustración suele ser causa de comportamientos agresivos. Los padres y educadores pocas veces lo tienen en cuenta cuando analizan los efectos de la televisión. La confrontación de la propia vida con la ostentación de riqueza y de lujo o con las promesas de felicidad fácil que se hace constantemente en las películas, series, publicidad e informativos es fuente de frustración. ¿Hasta qué punto esta frustración no es tan causante o más que la propia violencia de los programas, de las actitudes agresivas de los niños en el aula?

    Los maestros y maestras de Educación Primaria debemos tener en cuenta los aspectos comentados y ser conscientes de que los alumnos, hoy en día, son grandes consumidores de televisión, en su mayoría, sin ninguna clase de filtro (ni por parte de los padres, ni de las propias cadenas) y de que debemos educarlos en el consumo crítico y responsable de este medio de comunicación.

Bibliografía

  • Krasny Brown, L. Cómo utilizar bien los medios de comunicación. Manual para los padres y maestros. Editorial Visor. Madrid, 1991.

  • Marks Greenfield, P. El niño y los medios de comunicación. Editorial Morata. Madrid, 1985.

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