El líbero en el voleibol. ¿Por qué visto esta camiseta diferente? (Un estudio de caso) |
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Licenciada en Psicología. Universidad de Buenos Aires. Diploma de Honor Ayudante de primera de la materia electiva “Psicología del Deporte”, UBA Jugadora federada de voleibol, FMV |
Lic. María Julia Raimundi (Argentina) |
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Resumen El voleibol es uno de los deportes de conjunto que requiere habilidades tácticas, técnicas y psicológicas específicas, en lo individual como en lo colectivo. El “líbero” es una figura llamativa, cuya introducción en el reglamento de la FIVB de 1997 hizo que el voleibol se modificara de forma decisiva. Una de las variables y habilidades psicológicas más importantes estudiadas en el deporte es la concentración. Este trabajo, tiene como propósito indagar de forma exploratoria, a través de un estudio de caso único, las características específicas del líbero, y los factores tales como no ser atacante, no tener cambio o sustitución, tener que vestir la camiseta alternativa a la que usan los demás jugadores y ser el jugador “especializado” en recepción y defensa, para analizar su influencia sobre la concentración. Palabras clave: Voleibol. Líbero. Psicología del Deporte |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 133 - Junio de 2009 |
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Introducción
El voleibol es un deporte de equipo. El reglamento de la FIVB (Fédération Internationale de Volleyball) describe, como una característica distintiva que “el voleibol es un deporte jugado por dos equipos, en una cancha dividida por una red”. Su objetivo principal es enviar el balón, por encima de la red, al piso del campo contrario e impedir que el oponente haga lo mismo.
Desde sus inicios, en 1895, las reglas han ido variando, pero el voleibol ha conservado algunas características desde entonces, que además, comparte con otros deportes. Una de ellas es el saque, otra, la constituyen los turnos al saque, es decir, la rotación de los jugadores, y por último, el ataque y la defensa. A pesar de estas similitudes con otros juegos, el voleibol es el único de los deportes de red que, para llevarse a cabo, necesita que la pelota esté volando constantemente y permite a cada equipo cierto número de pases internos antes de que ella deba ser enviada al campo oponente.
Una de las modificaciones más llamativas que ha tenido el reglamento, fue la de la introducción de un jugador especialista en defensa, el “líbero”. Es en 1997 que se decide ponerlo a prueba, en el marco del logro de un equilibrio entre el ataque y la defensa. Esta modificación, ha movido el juego hacia adelante en términos de duración de las jugadas y de volumen de juego. Las modificaciones en las reglas del saque han cambiado el acto de sacar, desde la simple puesta en juego de la pelota a un arma ofensiva. Varios estudios, postulan que la introducción de este peculiar jugador, que será el objeto de análisis de este trabajo, ha tenido más repercusión sobre la recepción del saque que sobre la defensa, que habría sido justamente el motivo que impulsó a introducirlo.
Según el reglamento de la FIVB, cada equipo tiene derecho a presentar para un partido, en su lista de 12 jugadores a un jugador “líbero”, quien no puede ser capitán del equipo. Una característica particular, no observada en ningún otro deporte, y que llama la atención, es la de la indumentaria: “el jugador líbero debe vestir un uniforme cuya camiseta por lo menos contraste con el color de la de los otros miembros del equipo. El uniforme del líbero puede tener un diferente diseño, pero debe estar numerado como el del resto de los miembros del equipo”. Esta peculiar vestimenta, puede llegar a tener implicancias que sean relevantes para el estudio de la concentración en el líbero.
En cuanto a la función y el rol que cumple dentro de un equipo, podemos decir que este jugador sólo puede reemplazar a cualquiera de los tres jugadores zagueros, es decir, que no se encuentre en ninguna de las rotaciones de delantero (posiciones de ataque o bloqueo). Está restringido a actuar como jugador zaguero y no se le permite completar un golpe de ataque desde ningún lugar si al momento del contacto, la pelota está completamente por encima del borde superior de la red. Tampoco se le permite sacar o bloquear. Podríamos decir, que la especificidad del líbero, puede entenderse también, como una restricción de sus acciones que lo llevan a especializarse en la tarea de la recepción y la defensa, en el campo de atrás.
Los cambios del líbero, no se computan como sustituciones regulares de los jugadores, su número es ilimitado, pero debe haber una jugada entre dos reemplazos de líbero. El líbero solo puede ser reemplazado por el jugador a quien él reemplazó.
La función del líbero
En un estudio realizado con jugadores de la Liga Mundial 2003 y el Campeonato Europeo del mismo año (Callejón Lirola, 2003), se recoge la distribución de la participación en la recepción del saque por parte de los jugadores. Los resultados demuestran que el 36,4% de las recepciones las efectúan los líberos, mientras que el 63,6% está a cargo de los otros dos receptores (31,8% a cada uno). Estos datos, confirmarían el valor y la alta participación del líbero en la construcción del ataque, ya que la recepción consiste en la primera acción que debe llevarse a cabo para poder atacar, y en consecuencia, su positiva repercusión en la consecución del punto en el complejo I (fase donde se realiza el saque, recepción, armado, ataque).
En dos estudios realizados en España (Ureña y col., 2002), los autores también analizan el porcentaje de la participación de cada receptor. La participación del líbero en recepción fue de un 32,9% frente a un 50,8% del receptor zaguero y el 16,3% del delantero. En este estudio, realizado con equipos de la Liga Masculina de División de Honor, se concluye que la participación del líbero en la recepción del saque no supone ninguna variación significativa del rendimiento en esta acción, ni en el resultado de la jugada en general. Sin embargo, en el otro estudio, realizado con la Selección Española masculina en el marco del Mundial de 1998, la participación del líbero en la recepción es de un 20,7%, frente a un 54,5% del receptor zaguero y un 24,7% del delantero. Aún cuando la participación del líbero es menor en este estudio, los autores concluyen que la participación del mismo resulta positivamente responsable del resultado del partido, mientras que la del receptor zaguero se muestra negativamente responsable.
El análisis comparativo de estos datos, confirma el significativo aumento de la participación del líbero a lo largo de los años, en la recepción de los saques (36,4% en 2003 frente a 20,7% en 1998) y con relación a los receptores (63,6% en 2003 frente a 79,3% en 1998). Se puede pensar que este aumento se ha ido dando por la mejora en el entrenamiento de las habilidades técnicas y tácticas que llevan al líbero a una mayor responsabilidad en esta acción del juego, teniendo en cuenta que fue en 1998 el primer año en el que se implementó a este jugador en las competencias oficiales.
En cuanto a las acciones que se realizan en el complejo II (defensa y contraataque), el estudio analiza la participación del líbero y los resultados muestran que los valores de estas acciones no se aproximan a los obtenidos en las acciones de recepción. La contribución del líbero en las acciones de defensa es del 61,2% (del total de las acciones que realiza el líbero en este complejo), pero dentro del equipo, la participación en la defensa es de tan solo el 11,5%. Estos datos muestran que la participación del líbero en acciones defensivas es escasamente significativa, lo que contrasta en gran medida con uno de los objetivos primordiales pretendidos con la incorporación de este jugador.
La revisión de estos estudios, nos permiten acercarnos al rol específico del líbero y a la participación que tiene en las acciones de juego en un equipo. Debemos tener en cuenta que estos estudios sólo se han realizado con poblaciones masculinas: selecciones nacionales que participan de la World League, que constituyen el máximo nivel internacional, y con equipos de División de Honor, en España, que aunque no alcance el nivel de competencia del anterior, posee exigencias similares. Igualmente, se pueden prever, para las poblaciones femeninas, unos porcentajes similares en cuanto a la participación y efectividad en recepción y defensa.
El voleibol es uno de los deportes de conjunto que requiere habilidades tácticas, técnicas y psicológicas individuales, muy específicas. Aún siendo un deporte de equipo, compuesto por los seis jugadores que pueden estar en el campo, el componente individual es muy alto, en comparación con otros deportes de conjunto: hay tres toques y cada uno puede ser realizado por un solo jugador. Una acción positiva de un jugador (realizada de forma correcta) no siempre contribuye a sumar puntos en el tanteador del equipo, sin embargo, una acción negativa individual (un error no forzado, una mala defensa), siempre es punto para el adversario. El líbero, desde su posición, cuando logra contribuir con acciones positivas, en ningún caso éstas suman puntos al equipo. Su posición no le permite sacar, atacar ni bloquear, que son las principales “armas” para lograr los puntos por vía del propio equipo. En cambio, en cuanto a las acciones negativas, está expuesto al saque del adversario, que busca complicar la recepción, y el ataque, que busca el punto, haciendo picar la pelota del campo contrario.
Aportes de la Psicología del Deporte
Algunos estudios (Noce y Martín, 2002; Avila y Morales, 2003) postulan ciertas exigencias psicológicas que el voleibol demanda para ser exitosos: la atención, como el mecanismo de percepción de información relevante para llevar a cabo la actividad requerida. El jugador debe estar muy atento a los estímulos inherentes al juego para mantener un alto nivel de precisión en su desempeño. A su vez, esta capacidad es muy importante en cuanto a la toma de decisiones. Hay muy poco tiempo entre el vuelo de la pelota y el pique en el campo: un jugador puede atacar a 140 km/h en una distancia promedio de 7,5 m, que representa una velocidad de 0,19 centésimas de segundo entre atacante y defensor. En cuanto a la recepción, al cubano Osvaldo Hernández, le fue registrado un saque cuya velocidad fue de 110 km/h sobre 16 m, que representa una velocidad de 0,52 centésimas de segundo. Por lo que al líbero, defensor y receptor principal, se le exige que esta capacidad esté altamente desarrollada debido a esta gran velocidad de las jugadas tanto en la recepción como en la defensa. Varios grupos de investigadores plantean que la velocidad de reacción simple (a nivel de laboratorio) está entre los 0.20 y 0.22 centésimas de segundo en estado de preparación óptima y la velocidad de reacción compleja entre 0.40 y 0.42 centésimas de segundo. Pero a nivel del terreno un grupo de investigadores plantean que el jugador comienza a moverse entre 0.49 a 0.53 centésimas de segundo. Esto significa, que la pelota se mueve más rápido que el jugador. ¿Cómo se juega, entonces? Los autores plantean que el jugador logra superar la velocidad de la pelota, elevando los niveles de rendimiento de los aspectos que mencionaremos.
Otra de las características señaladas, es la de la memoria, tanto a largo como a corto plazo, que es esencial para el proceso de toma de decisiones. El jugador debe recuperar la información sobre las características del juego del oponente, considerando su papel en el equipo, para elaborar un plan de acción exitoso. El líbero debe saber cuál es la tendencia en la dirección del ataque, así como las características del saque del adversario, es decir que debe ser un excelente lector del juego contrario, y esto le permite una mejor calidad en su orientación y anticipación. Algunos entrenadores, dependiendo de la táctica del ataque del propio equipo, deciden ubicar al líbero en la zona más frecuentada por el ataque contrario, aunque debe estar preparado para ejercer su función en las tres zonas zagueras.
Para estos autores, la toma de decisiones es el proceso final de la acción del deportista. Su eficacia depende del nivel de desarrollo de las cualidades explicadas. Esta capacidad de toma de decisiones se dirige a elaborar un plan de juego: qué hacer, cuándo hacer y cómo hacer, que contribuye en gran medida al éxito del equipo.
La motivación es otra de las habilidades que pueden contribuir al éxito de un equipo. El sistema de juego de rally-point (cada jugada suma un punto) permite un mayor equilibrio en los partidos y una mayor competitividad. Puede suceder que un equipo inferior técnica y físicamente, supere a otro, debido a sus características psicológicas que lo hacen persistir en el logro de un objetivo. Un equipo en desventaja puede tener la esperanza de alcanzar un resultado positivo, y esto contribuye a motivar a los jugadores. En cuanto al líbero, éste debe estar apto para jugar siempre y durante todo el partido, y por su función, deberá estar dispuesto a tener mayor participación que el resto en la recepción y en la defensa.
Por último, el control emocional es imprescindible, debido a que un jugador o un equipo que no sabe administrar sus emociones, puede sufrir grandes perjuicios en su rendimiento, pudiendo comprometer el resultado de un set, un partido y hasta un campeonato.
En síntesis, podemos decir que el líbero debe brindar seguridad, equilibrio emocional, conocimiento del juego, autoridad, que le permita “desde atrás”, orientar, indicar dónde y cómo debe formarse el bloqueo y establecer la zona de la cual él está dispuesto a cubrir y por la que se responsabiliza. Esto exige también, ser comunicativo. Al líbero se le exige nivel técnico, específicamente en la recepción y defensa. ¡No puede ser espectáculo aunque se le exija frecuentemente espectacularidad en sus acciones! A su vez, debe poseer un amplio desarrollo de habilidades acrobáticas, con capacidad para llegar a cualquier rebote en todas las direcciones y dominar el juego de espalda a la red.
Siguiendo con los aportes de la Psicología del Deporte al estudio de las variables que influyen en el rendimiento de los jugadores y equipos, podemos decir que una de las habilidades psicológicas más importantes y más reconocida en cuanto a la influencia en la ejecución de una acción deportiva, es la concentración. La concentración en el deporte, es definida por R. Nideffer como la “habilidad para dirigir y mantener la atención hacia el aspecto requerido de la tarea que se esté realizando. Estar concentrado es atender únicamente a aquellos aspectos relevantes de la actividad deportiva que se realice y no prestar atención a otros estímulos que no son importantes para esa actividad”.1 Esta definición implica que el rendimiento óptimo de los deportistas se logra cuando su atención está dirigida hacia los estímulos e informaciones que requiere esa situación. Las diferentes situaciones deportivas requerirán diferentes demandas atencionales de un deportista. Éste tiene que ser capaz de ajustar los diferentes tipos de concentración para que respondan al cambio de las demandas atencionales.
Para este propósito, Nideffer plantea el modelo de la “Teoría del Estilo Atencional”, que propone que la atención (utiliza atención y concentración como términos congruentes) requiere dos tipos diferentes de focalización: en primer lugar, el deportista debe controlar la dimensión o amplitud de su foco atencional (un foco atencional “amplio” estará dirigido a muchos estímulos, mientras que uno “estrecho” estará dirigido a la percepción más reducida de información), en segundo lugar, debe saber dirigir su atención según se oriente a información “interna” (sentimientos, pensamientos, sensaciones, etc.) o “externa”, perteneciente al medio ambiente (público, oponentes, árbitro, etc.). La combinación de estas dos dimensiones, da lugar a cuatro focos o estilos atencionales que podrán utilizar los deportistas en diferentes situaciones, según lo requieran. Una atención “exitosa”, dirigida hacia el aspecto requerido de la tarea, implica la necesidad de cambiar de un estilo a otro dependiendo de las demandas del juego, la práctica en competencia o en entrenamiento y la acción técnica o táctica a realizar.
La atención “ancha-estrecha” posibilita la evaluación del ambiente y la lectura del medio externo. La función del líbero, podemos pensar que requiere este tipo de atención para la lectura del ataque del adversario. Cuando su equipo está sacando, puede verse que el líbero mira la formación del equipo contrario para ubicar cuáles son las posibles salidas de ataque y en función de esta información, decidir la posición donde deberá esperar la defensa. El estilo “ancho-interno” refiere al tipo de atención que facilita la revisión de información pasada y el análisis, para la planificación y la toma de decisiones. El líbero puede recuperar información sobre sus sentimientos de autoconfianza, en relación al saque del otro equipo, o analizar alguna jugada previa que le permite planificar su siguiente acción en el juego (por ejemplo: si los ataques están tocando el bloqueo y cayendo detrás, puede pararse más adelante e indicar a los bloqueadores que las pelotas se les están “pasando”). La atención llamada “estrecha-interna” es utilizada para repasar mentalmente una ejecución y centrarse en ella. Antes de la recepción de un saque, el líbero puede ensayar mentalmente su acción de recepción, o cuando el equipo se encuentra en situación de defensa, puede visualizarse alcanzando una pelota difícil con una caída. Por último, el autor plantea el estilo atencional “estrecho-externo”, que es el requerido cuando el jugador debe centrarse en el objeto o situación deportiva para poder realizar la acción. El líbero debe mirar fijamente la pelota en el momento del impacto con sus brazos, para poder realizar la acción del pase en recepción de forma exitosa. Si, por ejemplo, en lugar de fijar su atención en la pelota, el jugador está mirando dónde está su armador, o en qué posiciones están los atacantes, lo más probable es que la recepción se convierta en punto del adversario o que resulte defectuosa y deba entregarse al otro campo en forma de “pelota fácil”.
Los deportistas desarrollan sus técnicas propias para mantener su concentración y éstas les sirven para centrarse en las acciones que deben realizar. No obstante, existen factores distractores, que pueden hacer que los jugadores pierdan la concentración en el aspecto requerido y estas distracciones pueden llevarlo a una mala ejecución y a la pérdida de un punto. Nideffer, clasifica estos factores distractores en tres tipos: los factores externos, los internos y la dificultad para cambiar el estilo atencional. Las distracciones externas incluyen a todo aquello que sucede en el ambiente que puede hacer que un deportista deje de atender al aspecto relevante de la tarea (ej.: público, adversarios, árbitros, campo de juego). El autor postula que estas distracciones son consecuencia de factores internos al deportista, como pueden ser el aburrimiento, el enfado o la precipitación. Las distracciones internas hacen referencia a sentimientos y pensamientos del deportista que pueden hacer que pierda su concentración. Pueden ser sentimientos de falta de confianza, pensamientos excesivamente analíticos de una situación o pensamientos “disociativos”, que no tienen que ver con la ejecución deportiva y hacen que el jugador se salga del foco. En último lugar, la dificultad para cambiar el estilo atencional puede llevar a un jugador a, por ejemplo, estrechar demasiado su campo atencional (por enfado) y dejar por fuera información relevante para dar una respuesta exitosa.
El voleibol actual, se caracteriza por la alta velocidad del vuelo de la pelota. Esto requiere, un rápido desplazamiento de los jugadores y plantea un rápido e inesperado cambio en las situaciones de juego. Todo ello, conlleva altas exigencias, no sólo con relación al volumen, la intensidad y la estabilidad de la atención, sino que también, exige al deportista una gran flexibilidad de la misma. La cantidad de situaciones que transcurren simultánea o consecutivamente puede ser diferente, al igual que el grado de claridad de las mismas. Todo esto caracteriza la distribución de la atención, que hace que, durante el juego, el líbero deba estar cambiando constantemente los objetos sobre los que está dirigida su atención. Así, después de hacer el pase para la recepción, debe concentrarse en el cubrimiento del propio ataque y en el rebote en el bloqueo contrario, debiendo ajustar su foco atencional rápidamente, para poder dar una respuesta positiva a las demandas del ambiente.
Este trabajo, tiene como propósito, poder indagar y estudiar, de forma exploratoria, las características específicas del líbero, y los factores tales como no ser atacante, no tener cambio o sustitución, tener que vestir una camiseta alternativa o diferente a la que usan los demás jugadores y ser el jugador “especializado” en recepción y defensa, para analizar su influencia sobre la concentración.
Metodología
La metodología utilizada para abordar esta investigación se basa en un enfoque cualitativo, utilizando el tipo de estudio conceptualizado como “Estudio de Caso Único”. Se trata de una aproximación exploratoria al objeto de estudio, debido a que no se han realizado estudios anteriores, desde la perspectiva de la Psicología del Deporte, en este campo. Se ha elegido el caso, por factores de accesibilidad y comodidad para la realización del estudio.
Se trata de una jugadora, cuyo puesto es el de líbero, que forma parte del plantel de un club que compite en División de Honor, en el torneo de la Federación Metropolitana de Voleibol (Buenos Aires, Argentina) y en la Liga Argentina de Clubes de la Asociación de Clubes Liga Argentina de Voleibol (ACLAV).
Se han realizado observaciones de la conducta en competencias (8 partidos: 5 de ellos en la fase regular del torneo y 2 en las semifinales del play-off del campeonato) y entrenamientos (2) donde la jugadora ha desempeñado su rol en el equipo como líbero. Además, se realizaron entrevistas en profundidad, para dar cuenta de la percepción subjetiva del propio juego y los requerimientos del puesto. Por último, se han obtenido porcentajes de participación y efectividad en recepción de las jugadoras del equipo, en algunos partidos del Torneo Metropolitano del 2007 y la Liga 2007-2008.
Resultados
A partir de las observaciones y las entrevistas realizadas a la líbero, se intentará dar cuenta de las características más importantes y más sobresalientes del puesto, en relación a los requerimientos y a la percepción subjetiva de la deportista estudiada. Se trata de una jugadora, a quien llamaremos “Mariel”, para preservar su identidad, de 27 años, que comenzó a jugar en su lugar de nacimiento, en la Provincia de Buenos Aires, y luego, al trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires para realizar sus estudios, a los 18 años, hace pruebas en un club porteño y retoma el voleibol. Ella contaba: “no es que me vine para jugar al voley a Capital. De hecho, me llegó una oferta para jugar al básquet en otro club, pero ya estaba jugando al voley. Me encanta el voley, me gustan todos los deportes, pero no es que me vine a Buenos Aires para jugar al voley, fue una consecuencia”. Mariel practicó muchos deportes y compitió también en básquet y en handball. Su elección por el voleibol, podría decirse que tuvo que ver con la oportunidad que le llegó y no tanto con una decisión de retomar el voleibol.
Con respecto a su posición en los equipos, Mariel comenta que comenzó jugando de armadora, pero rápidamente, en seis meses, terminó jugando en el puesto que “defiende” ahora, es decir, que tiene una experiencia en este puesto de 7 años, aproximadamente. En el actual equipo, uno de los 4 mejores del país, con el cual están disputando la semifinal del play-off del Torneo Metropolitano, ella es la única líbero, es la titular y no hay otra jugadora que se entrene para ocupar ese puesto.
Para una jugadora como ella, se concibe que la concentración sea una de las “claves” para el éxito en el deporte. “En todos los deportes tenés que estar concentrada. Quizás lo que tiene el voley es que hay puntos clave, o a partir del 20 en adelante la concentración debe ser un poco mayor (…) necesitás cerrar el set y para eso necesitás que no te equivoques en nada, que ninguna jugadora se equivoque en lo que tiene que hacer. Todas tenemos que estar muy concentradas y cada una tiene que saber lo que tiene que hacer en ese momento. El error duele mucho más ahí que en los demás puntos, pero concentrada tenés que estar todo el tiempo”. En un deporte como el voleibol, en el cual se juega a alcanzar el puntaje de 25 para ganar un set, los últimos 5 poseen una importancia fundamental debido a que son los que terminan definiendo el resultado final de un partido. En un puesto específico como el del líbero, un error en recepción o en defensa en los puntos finales de un set, puede costarle muy caro a su equipo.
Por ello, la concentración es un tema del que se habla mucho en el voleibol, y los entrenamientos se dirigen a fortalecer la capacidad de poder rendir al máximo en esos puntos importantes: “nuestro entrenador nos hace ejercicios que dice que son para que te quemen la cabeza, como para que estando en el juego, no te termine sacando si vos estás tan cerrada con algo. Todo el tiempo es como que plantea ejercicios y se tiene que hacer ese ejercicio en ese momento. Hay pelotas libres y vos tenés que saber hacer la consigna y no se puede hacer otra cosa que lo que él dice. O por ejemplo lo que hacemos es castigo al error, se resta cada vez que vas errando o punto directo de recepción se resta también. Todo básicamente es concentración”. Se trata de reproducir, en entrenamiento, algunas de las condiciones de competencia, para lograr en las jugadoras, una eficacia mayor en el juego. Mariel explica, con respecto a la forma de entrenar esta capacidad: “cuando se pone presión, o el marcador se cuenta al partir del punto 20 o hay ejercicios específicos para cerrar el set, se entrena para no cometer errores en puntos decisivos, concentración para salir de una rotación específica, concentración para saber qué es lo que tenés que hacer o qué es lo que hace el otro equipo. No siempre los hacemos, depende, un ejercicio es que el otro equipo tenga 20 y nosotras 15, y hay que cerrar el set antes que el equipo suplente. Y si no sale, otra vez y otra vez y así hasta que salga…te quema la cabeza! Y con esas variantes, una jugadora sola tiene que hacer 5 puntos, una receptora tiene que poner 4 pelotas de 5, y así muchas variantes y el error directo resta”. Así, se puede apreciar, que la concentración es una de las habilidades más requeridas en la práctica de este deporte, y según lo observado, los entrenadores son concientes de esta importancia. Así es que también en las competencias, se lo escucha hablar de concentración, y dice: “si se van de cabeza, entra otra”, exigiendo que las jugadoras estén en el foco de la tarea a realizar.
Con respecto a las características de los distintos ambientes, podemos decir que la concentración en competencia y en entrenamiento, aunque se busque en este último el mejor rendimiento para trasladarlo luego a los partidos, tiene algunos aspectos diferentes. El clima es más distendido, cuando cometen algún error se ríen entre ellas, hay cortes de 5 minutos para descansar y tomar agua. Y con respecto a esto, Mariel comenta: “en entrenamiento podés estar concentrada pero no todo el tiempo porque sí o sí hay cortes, para tomar agua, para descansar, y mismo haciendo los ejercicios, depende cual, podés estar menos concentrada que en un partido. El partido es a full todo el tiempo, no quiere decir que esté bien, porque justamente se tendría que entrenar la concentración a full en entrenamiento también”. Por lo tanto, podemos decir, que la concentración puede ser diferente en los distintos contextos debido a los requerimientos específicos de cada uno: los partidos poseen tiempos de descanso y tiempos técnicos (a los 8 y a los 16 puntos) que son muy breves, en donde el nivel del concentración puede descender levemente, pero rápidamente la jugadora debe volver al foco para continuar cumpliendo con su tarea. La líbero debe salir de la cancha para que la jugadora con la que hace el cambio para defender y recibir en las posiciones de zaguero, entre al saque. Puede permanecer, dependiendo de cómo se de el partido, algunos minutos en el banco, fuera de la cancha. Cuando el equipo pierde el saque, rápidamente, la líbero hace el cambio y vuelve al campo de juego. Debe poseer una gran capacidad de refocalizar en su tarea, que será la de la recepción, en primer lugar, y la defensa, luego, y de utilizar esos minutos afuera, para descansar y pensar en sus próximas jugadas. Otras veces, el cambio puede ser rápido (porque la sacadora yerra el saque, o porque el punto lo gana rápidamente el otro equipo), y apenas ha salido, debe regresar. Por eso, es necesario que la líbero posea una gran flexibilidad y adaptación para refocalizar en la tarea cuando debe salir y volver a entrar a la cancha. Por lo tanto, podemos decir que en entrenamiento, la concentración puede ser un poco más fluctuante, por los tiempos de descanso largos que permiten una mayor distracción y dependiendo el ejercicio a realizar, pero es necesario, estar en el foco de la tarea, cuando el ejercicio específico, requiere de todas sus capacidades para realizarlo de forma correcta.
Si se compara la función específica del líbero, principal receptor y defensor de los equipos, con la de los demás jugadores de campo, notamos que se centra en estos dos aspectos del juego, y no le está permitido realizar aquellas acciones que son las que pueden llegar a sumarle puntos al equipo (saque, ataque, bloqueo). Mariel nos comenta: “lo único malo que tiene la posición de líbero es la “poca descarga” que tenés, por ahí el atacante hace un punto y tiene una manera de descargarse… la función del líbero es así: garra, estar atenta a todas las pelotas y no tiene que picar una pelota, de eso me encargo yo… les digo “chicas hagan puntos que atrás no pica una pelota”… Justamente por eso me encanta defender porque te podés tirar y revolcarte, y esa es mi forma de descarga”. Las acciones en las que se focaliza el líbero, tienen que ver con evitar que el adversario logre un punto, es decir, que si el líbero realiza con éxito su trabajo, hace que el tanteador del otro equipo no sume, en cambio, si éste no puede llevar a cabo su labor correctamente, no sólo no da oportunidad para que su equipo sume, sino que además, hace sumar puntos al adversario. Con respecto al trabajo del líbero, cuando éste no es llevado con éxito, la jugadora dice: “el tema es que cuando tenés un día malo no tenés cambio, entonces tenés que tener una cabeza… te quema un poco la cabeza saber que lo único que hacés es estar atrás y defender y recibir, y si hay alguna de las dos cosas que no te están saliendo, no hay otra, te tienen que salir o salir, o tratar de no hacer un error directo como para que no se note tanto que estás jugando mal. Por ejemplo, cuando una atacante anda mal en ataque, va atrás y trata de sumar de atrás y bueno… pero la líbero siempre está ahí y tiene que defender y recibir. Lo que tiene de específico el líbero, tal vez es por lo que no tiene de los otros jugadores. Todos hacen todo, el líbero solo está atrás y si andás mal, tenés un mal día, se nota mucho. Tal vez lo que lo hace ser tan diferente es la camiseta distinta”. La función específica del líbero, se caracteriza por lo que “no tiene” de los demás jugadores, que hace que su labor se centre en la defensa y la recepción. En un campo de juego, se lo puede identificar rápidamente, por su indumentaria, y se podría pensar que esta puede actuar como un factor de presión y exigencia, por la tarea que debe llevar a cabo. Cuando no se obtiene el mejor desempeño, pueden aparecer el enojo y la frustración: “cuando me hacen un punto de saque directo los recontra puteo, pero puteo al aire, me enojo conmigo. Duele mucho y encima más del 20 en adelante”. Al parecer, el error en recepción, que le hagan al propio equipo un punto de saque por las vías del líbero, es más costoso que un punto en la defensa, es decir, un punto de ataque del adversario: “es peor cuando andás mal en recepción, que si andás mal en defensa, porque yo sé que soy mejor en la defensa, que puedo andar mejor. Cuando el líbero anda mal se nota mucho, tratás de que no te hagan un punto directo. Pero si andás bien o muy bien, no se nota mucho (…) para mí es muy importante que la líbero sea muy buena en recepción, porque ahí estás vos y el saque”. Esta concepción de la recepción, bastante individual, tiene que ver con un estilo atencional estrecho, donde la jugadora debe centrarse y focalizarse en pocos estímulos para dar la respuesta adecuada, que sería la de realizar un pase de recepción bueno o muy bueno, para tener todas las opciones en el ataque.
Mariel comenta acerca de su forma de refocalizar la atención, luego de un punto del adversario obtenido por la vía de un error propio: “tratás de “bueno, fue, mente en blanco y ya está” y a la otra pelota, tratar de la próxima… igual ahí enseguida viene alguien, te apoya, te choca la mano y bueno, fue, y esperar que la otra pelota salga. En recepción, en lugar de poner el pase perfecto, tratás de que no te hagan punto directo y tirarla para arriba y que se juegue”. Se trata de olvidar el punto anterior, el error cometido, y comenzar a pensar en la próxima acción a realizar.
Alguna de las reacciones observadas en competencia, cuando el rival suma puntos por la vía de errores de ella fueron la de los gritos, buscando la forma de descarga, darse vuelta, tomar la pelota y pasarla despacito al otro lado de la cancha, respirando hondo, mirar a sus compañeras, asumiendo su error y diciendo “yo, yo” o “yo mal”, y expresiones faciales, como apretar los ojos o arrugar la cara. Se pudo ver, también, que luego del error, la líbero fue capaz de reponerse, focalizarse de nuevo en la tarea y desempeñarla con éxito: luego de un punto de saque, le sacan de nuevo a ella y coloca el pase excelente, o bueno, esforzándose por realizar una acción positiva.
Continuando con la influencia que tienen las características de la función específica del líbero sobre las acciones de juego y la concentración, se han observado en diferentes partidos, que la jugadora reclama a sus compañeras, cuando alguna de ellas se adelanta y le quita o le “roba” la pelota, en la acción de recepción o defensa. En uno de los partidos, una de las puntas receptoras y ella piden en voz alta la free-ball entregada desde el otro lado del campo, y ninguna quiere dejarla para que el pase lo tome la otra. Finalmente, la líbero se la deja a la punta, y al terminar el punto, se dicen, reclamándose pero en forma amistosa, “es mía, es mía”. Se podría pensar, que el líbero pretende ejercer sus acciones de la mejor forma posible, y al ser el especialista en esas pocas acciones, puede llegar a inquietarle el hecho de que otro jugador, le quite “sus pelotas”. En otra ocasión, se ha observado algún choque con otra jugadora, que hace que la pelota se pierda, y la líbero le dice a su compañera “voy yo”, o una defensa de un toque de dedos, que el bloqueo desvía, frente a lo cual, también le reclama.
Se han observado en competencia, las rutinas que utiliza la jugadora para centrar su atención en la tarea a realizar, en este caso, la de la recepción del saque. En la mayoría de los partidos, realiza la misma acción, sin importar el momento del mismo y cómo vaya el puntaje. Mariel, antes del saque del adversario, se toca las puntas de las zapatillas, inclinando el cuerpo hacia adelante, se toca las rodilleras con las dos manos, y luego se limpia las manos en la calza. Otra de las conductas observadas antes de la recepción, es la de levantarse y acomodarse la camiseta, apoyar las manos sobre las piernas y dar unos pequeños saltitos. También puede dar un paso atrás, mirando al frente, buscando concentrarse en la sacadora. Y en cuanto a las conductas con respecto a sus compañeras, se ha observado que es habitual que hable con las otras receptoras, alentándolas, diciendo “vamos el pase” o “vamos ahora”, y una vez que puede discernir que el saque no se dirige a ella, puede decirle a su compañera frases como “entra” o “cae, cae” antes de que reciba, para que realice correctamente la acción de juego. Respecto de la percepción subjetiva de sus acciones y rutinas, Mariel dice: “dentro de la cancha, me acomodo las rodilleras, tengo una para cada lado, las rodilleras no tienen izquierda ni derecha, yo las tengo marcadas y me las pongo siempre en la misma pierna. Me limpio las zapatillas, por delante, no por atrás, siempre por adelante, y depende la sacadora, si es saque de potencia, siempre flexiono las rodillas y toco el piso. Si es sacadora normal, manos a las rodillas y después me suelto las manos cuando lanza la pelota”. Se puede apreciar, que estas rutinas, no sólo tienen que ver con acciones que preparan a la jugadora para realizar una acción, sino que implican además, una cuestión técnica: “si es saque de potencia tenés que estar mucho más flexionada que para un saque flotado. Eso sí es conciente porque es una cosa técnica para recibir cada saque”.
En cuanto a las rutinas que se llevan a cabo para las acciones de defensa, se pudo observar que la jugadora realiza un “repiqueteo” antes de que la jugadora rival ataque y permanece moviéndose por toda la cancha, mientras dura el punto. Su mirada siempre está al frente, focalizada en la acción del adversario en pos de poder leer hacia dónde se dirigirá el próximo ataque. Cuando su equipo realiza la acción del saque, no mira a la jugadora que lo hace, sino que se concentra en el equipo contrario, mirando a la armadora y a las posibles salidas de ataque, utilizando, un estilo atencional amplio- externo, que le permite obtener información sobre la jugada que realizará el rival para poder realizar su acción defensiva exitosamente, evitando el punto del ataque. Al mismo tiempo, indica a las jugadoras delanteras y a las demás defensoras, en voz alta, la posición de la armadora y las posibles salidas de ataque, con el número de la jugadora; por ejemplo: “zaguera, tres frentes, 3, 5 y 11”. Esto demuestra, la importancia del líbero y la responsabilidad que asume con respecto a la defensa y a su ordenamiento.
En relación a la concentración en los diferentes momentos de un set, Mariel da cuenta de su perspectiva: “depende el equipo que tengas del otro lado vos sabés si podés llegar a sacar el set, por más que te hagan 2 ó 3 puntos, o si es un partido peleado, vos tenés que saber que tenés que estar concentrada siempre”. Se pudo observar, en general, que la líbero responde con acciones positivas ante situaciones de tanteador parejo y donde el entrenador pide y exige más, especialmente, del punto 20 en adelante. A su vez, se vio que en los partidos más accesibles, donde el tanteador está a favor de su equipo por varios puntos, su concentración desciende, se la nota más relajada y puede llegar a cometer algunos errores. En los primeros puntos de un set, cuando han pasado varias jugadas y ella no ha podido realizar ninguna acción, su concentración también puede verse afectada, por lo que puede, a veces, costarle algún punto directo de saque o algún ataque contrario que no logra defender.
Existen ciertos factores que pueden influir en la capacidad para percibir aquellos estímulos relevantes para realizar las acciones de juego de forma adecuada y pueden llevar al deportista a desconcentrarse y cometer fallas en su ejecución. Principalmente, Mariel destaca la influencia de los dichos y los gestos del entrenador que realiza luego de que alguna jugadora comete un error: “no soy mucho de mirarlo cuando me mando alguna... sé que está ahí y sé lo que hace, por eso trato de no mirarlo, y sé que se pone loco y por eso trato de no mirar. Camina por el borde la cancha, por ahí le pega una patada a algo, por ahí grita, por ahí hace señas. Por ahí un partido está tranquilo y está todo bárbaro, pero mirarlo y saber que está haciendo gestos te pone peor, entonces yo trato de no mirarlo”. Ella sabe que está ahí y lo escucha, pero trata de no atender a sus acciones, porque pueden hacerla salirse del foco, que es el juego. A pesar de lo comentado por la jugadora, se ha observado que, luego de un error o una acción negativa, ella mira al entrenador, buscando su entender, o buscando su aprobación por alguna jugada que no salió. Al salir de la cancha para que la central entre al saque, el entrenador puede decirle algunas palabras, o mostrarle algo de las estadísticas que va contabilizando el segundo entrenador y ella siempre asiente con la cabeza, asumiendo su responsabilidad por la tarea realizada.
Cada equipo puede poseer tácticas específicas en cuanto a la defensa o a las salidas de ataque. En este equipo, la líbero, que habitualmente defiende en la posición 5, toma la posición de zaguero 6, en algunas rotaciones específicas: cuando una de las puntas receptoras está zaguera, ella toma 5, cuando está la otra, toma 6. Esto implica una necesidad de flexibilidad y adaptación rápida, a los requerimientos de la defensa de cada posición, y en cuanto a la concentración, una capacidad para saber cuándo debe colocarse en cada zona y llevar a cabo sus acciones desde allí. Mariel comenta que muchas veces se ha olvidado de colocarse en la zona donde debía y “ella me grita o yo le grito, me pasa de que me olvido y me tiene que gritar sino me voy. Sino, también ha pasado que la armadora salió por 6 y quedé paradita ahí en 6 y la atacante me ha pasado por arriba. Por ahí eso sí es una falta de concentración”. La jugadora ubica estos errores, como una distracción producida por la falta de concentración, es decir, que su atención no se encuentra focalizada en el aspecto relevante para realizar la tarea correctamente, en ese momento particular.
Pueden hallarse, en algunos casos, condiciones de competencia donde hay gritos, frases de los adversarios, condiciones del campo de juego, fallos del árbitro, y otros factores del entorno, que podrían llegar a afectar la concentración de los jugadores. Según Mariel: “me encanta jugar con público, no me molesta la hinchada en contra, está bueno, es un condimento lindo del juego. Yo estoy tan lejos de la red que no me llega lo que dicen las otras, de última puedo saltar por alguna de mis compañeras a decirle a otra… pero más que decirle “¿qué te pasa?”. No me gusta que toquen a mis compañeras, es como que estoy atrás y tengo que defenderlas en todo sentido, que no me las toquen, si se enoja alguna, o le dijeron algo, tengo que defenderla, desde lo que pueda”. Se puede decir, por lo observado y lo comentado, entonces, que estos factores ambientales, no perjudican significativamente las ejecuciones de la jugadora, y a veces, hasta pueden llegar a motivarla. Una de las causas marcadas, es la de estar lejos de las adversarias, en cuanto a distancia de la red, por la posición que ocupa, lo que hace que tenga menor posibilidad de que los dichos o acciones de las otras jugadoras, influencien su juego.
Con respecto a la entrada en calor y a la preparación para las competencias, se ha observado el comportamiento que ha tenido la jugadora durante todos los partidos, y éste ha sido siempre el mismo. Luego de la entrada en calor física, la elongación y con pelota de a dos, se realizan los ataques de los dos lados del campo. La líbero se queda parada en la zona 1, afuera de la cancha, sin defender. Solo mira los ataques del otro equipo y alcanza las pelotas a sus compañeras para que ataquen. Lo mismo hace cuando las jugadoras atacan por zona 2. “No me dejan defender (los árbitros, para que no haya pelotas que se crucen y puedan lesionar alguna jugadora), por eso alcanzo las pelotas directamente. Primero porque a veces puedo hacer un ataque-defensa con el entrenador, pero solo un ratito porque me canso. Después alcanzo las pelotas para que tengan un ritmo y que no tengan que ir a buscarlas por ahí cada una”. En relación a esta rutina, se le preguntó a la jugadora si la misma tiene que ver con una forma de prepararse para la competencia y observar alguna característica del ataque de las rivales: “por ahí me sirve para ver a la jugadora tal que pega, la tendencia, pero tampoco podés ver mucho la tendencia, porque por 4 se pega siempre cajón y por 2 se pega lo mismo. Podés observar algo, pero más que nada es para que puedan atacar fluido mis compañeras”.
En cuanto a la preparación para la competencia, Mariel posee una serie de actividades que realiza, junto a su compañera de equipo, con la que comparte su departamento, de forma rutinaria: “el sábado me levanto generalmente más tarde que siempre, desayunamos tranquilas. Comemos un poco más tarde de lo habitual, comemos siempre pastas, eso sí, y después hacemos una merienda, no muy potente pero bien nutritiva, leche o algo, y nos venimos a jugar. Estamos 1 hora y cuarto antes, siempre. La ceremonia antes del partido es… yo me baño, estamos en casa tranquilas y arrancamos muy tranqui caminando. No me gusta llegar apurada y generalmente los partidos que se juegan entre semana, que yo salgo de laburar y llego justo al partido y estoy toda loca. Me gusta llegar sabiendo que tengo tiempo”. Se puede apreciar que esta rutina antes de las competencias, brinda seguridad y tranquilidad a la deportista, no siendo así cuando no puede cumplirla.
Por último, se pudo indagar, sólo de forma superficial, el papel que pueden ejercer las lesiones en la concentración de un jugador. Mariel ha tenido algunos esguinces de tobillo, que no le impidieron jugar, pero este año, ha tenido una lesión en la espalda, por la que tuvo que ser infiltrada con corticoides y no sabía si iba a poder jugar uno de los partidos de la fase regular. “Con los esguinces estoy bastante acostumbrada, pero con lo de la espalda, estaba un poco insegura, porque no sabía si algún movimiento me dejaba dura otra vez. Me quitó concentración hasta que me fui soltando un poco más en la cancha y me adapté al dolor y pensé más en el partido que en el dolor”. Se puede decir entonces, que la influencia que puede tener una lesión en la concentración de un jugador, depende de la gravedad de la misma, de los movimientos que le impidan realizar y de la capacidad de soportar el dolor y no sentir miedo o inseguridad a la hora de estar en competencia.
Para concluir la presentación de los resultados obtenidos, se ilustrarán, a continuación, los porcentajes de participación en recepción y los porcentajes de efectividad en la misma acción, obtenidos en 9 partidos, que podrán compararse con los obtenidos en los estudios presentados en la introducción.
Cuadro 1. Porcentajes de participación y efectividad por partido
Figura 1. Porcentajes de participación en la recepción
Figura 2. Porcentajes de efectividad en la recepción
Según estos datos, se puede observar que los porcentajes obtenidos, son similares a los presentados en los estudios de Callejón Lirola (2003) y Ureña y col. (2002), con lo que podemos concluir, solo provisoriamente, hasta poder analizar los porcentajes de otros líberos en la rama femenina, que la importancia del líbero en recepción, en cuanto a su participación y a su efectividad, es altamente significativa para un equipo. Con esto, queda demostrada la relevancia que tiene este puesto para el logro del éxito en el voleibol.
Discusión
El papel del líbero en el voleibol, no se reduce al uso de una camiseta diferente. La particularidad de su función, no comparable con otros deportes de equipo, implica características específicas en cuanto al desempeño de su tarea en el campo de juego, que influyen en el manejo y adaptación de la concentración a los cambios que demanda el medio. Las acciones de recepción y defensa que debe llevar a cabo, implican la consecución de los diferentes estilos atencionales, que deben utilizarse según esta acción de juego a realizar.
Para poder focalizarse en el aspecto requerido de la tarea, el líbero utiliza diferentes rutinas que lo preparan para ejecutar su próximo movimiento. Se puede decir, que el puesto, requiere de una gran capacidad para reponerse y centrarse en la siguiente jugada, luego de un error o una acción negativa, debido a que no posee, hasta el momento, posibilidad de sustitución por otro jugador.
Por otro lado, se ha encontrado que uno de los factores distractores más importantes, puede ser el entrenador, debido a la gran influencia que tiene su opinión sobre el desempeño de los jugadores y del equipo en general.
Por último, se destaca la gran relevancia adjudicada a la concentración en el voleibol para el logro del éxito tanto individual como en el resultado final del equipo, tanto por los entrenadores como por los jugadores, que implica un campo todavía muy poco estudiado en este deporte, que se abre para los psicólogos que trabajan en el deporte.
Queda investigar, para un estudio posterior, la influencia que podrá tener, la incorporación de un segundo líbero en el equipo, a partir de las Reglas de Juego aprobadas por la FIVB, que regirán a partir del 2009.
Nota
Guallar, A.; Pons, D., Concentración y atención en el deporte, en Balaguer, I., Entrenamiento Psicológico en el Deporte, 1994, Ed. Albatros, pág. 229.
Referencias
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De la Paz Avila, J.; León Morales, L., Estudio sobre las particularidades psicológicas de los atletas de voleibol de la categoría 15-16 años sexo masculino de la EIDE Provincial de Sancti Spiritus. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 9 - N° 64 - Septiembre de 2003. http://www.efdeportes.com/efd64/voley.htm
Federación Metropolitana de Voleibol, Reglas Oficiales de Voleibol, FIVB, 2005.
Guallar, A.; Pons, D., Concentración y atención en el deporte, en Balaguer, I., Entrenamiento Psicológico en el Deporte, 1994, Ed. Albatros.
Morales González, J., El líbero, un hombre para respetar. Recuperado de www.metrovoley.com.ar
Nideffer, R., Entrenamiento para el control de la atención y la concentración, en Williams, J., Psicología aplicada al Deporte, 1991, Madrid, Biblioteca Nueva.
Noce, F.; Martín, D. (2002). Análisis del Estrés Psíquico en colocadores brasileños de voleibol de alto nivel. Revista de Psicología del Deporte, vol. 11, núm. 1, pp. 137-155.
Ureña, A.; Santos, J.A.; Calvo, R. y Gallardo, C., Estudio de las variables que afectan al rendimiento de la recepción del saque en voleibol: Análisis del equipo nacional masculino de España. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 5 - Nº 20 - Abril 2000. http://www.efdeportes.com/efd20a/voley.htm
Ureña, A; Calvo Ferrer, R; Lozano Pérez, C. (2002). Estudio de la recepción del saque en el voleibol masculino español de elite tras la incorporación del jugador líbero. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, vol. 2 (4), pp. 37-49
revista
digital · Año 14 · N° 133 | Buenos Aires,
Junio de 2009 |