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Paradigmas en el imaginario de los profesionales 

del deporte (II). Deporte y ‘raza’

 

Sociólogo

(Chile)

Daniel Ramos Ahumada

danielramos72@hotmail.com

 

 

 

Resumen

          Este escrito pertenece a la segunda publicación de una pequeña serie reflexiva y crítica que aborda conceptualizaciones recurrentes dentro del círculo profesional del deporte. El número anterior titulado “Dime de dónde eres y te diré quien eres”, si bien, desde mi punto de vista no consiguió o materializó la idea central que quería abordar, creo que los principios de aquel análisis, compartido por muchos otros investigadores, entregó a mi persona más energías para continuar con la saga paralela a mi línea de investigación que continua publicándose. En esta oportunidad retomaré una temática compleja y extrañamente discutida. La creencia incuestionable de que el concepto denominado “raza” es un factor que permite explicar el dominio del arte y la excelencia práctica de algunos deportes. Esta idea me impulsa presentar argumentos sólidos que contrarresten esas añejas visiones. Desde el punto de vista práctico y, considerando los paradigmas dominantes en las ciencias deportivas, sólo puedo concluir que todos aquellos discursos suenan más bien a excusas, pobres justificaciones de alguna derrota o una mala presentación por el simple hecho, de creer que se enfrentan a supuestos tipos raciales superiores en determinadas pruebas ¿Influencia excesiva de un “biologismo” arcaico en los espacios que se desenvuelven los profesionales del deporte?

          Palabras clave: Racismo. Nace o se hace. Profesionales del deporte

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 132 - Mayo de 2009

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I

    “En relación con nuestros antepasados, podemos decir, tomando en cuenta algunos parámetros de tipo antropológico, que la raza española que llegó a territorio chileno no era de las mejores. Y el araucano, siempre se ha escrito que eran fieros, luchadores, - falso, el hombre era flojo en la vida diaria. Entonces la mezcla no fue bien trabajada (1)”.

    La asignación del destino de las naciones debido a una cualidad racial, es un ejemplo clásico que se reproduce con facilidad cuando se desconoce la génesis socio-cultural de muchas de las prácticas sociales. Para muchos en la actualidad les cuesta asimilar que el deporte es una práctica social, y por tal, su manifestación observable es fruto de una multiplicidad de factores que actúan y permiten finalmente aquellas consecuencias. Las prácticas deportivas que realizamos en la cotidianidad no están determinadas por nuestros genes, sino que son fruto de una historia muchas veces circunstancial. Lo mismo ocurre con la intensidad del fenómeno al observar el gran desarrollo industrial de algunos países y el éxito en las grandes competencias deportivas. A pesar del desarrollo científico y el acceso comunicacional del mundo moderno, la fuerza avasalladora del conocimiento no ha llegado a todos los rincones, y el desconocimiento de la ciencia social por parte de numerosos profesionales del deporte, los ha dirigido a un callejón sin salida, dominado por la ignorancia, el prejuicio, y en definitiva, escasez de herramientas disponibles para el trabajo:

    “En las pruebas realizadas en la celebración de los juegos olímpicos ha empezado a destacar poderosamente la figura de atleta negro como la fuerza más impresionante en el mundo de los deportes. Al principio, fueron los corredores negros norteamericanos de pruebas de velocidad que dominaron copando casi todas las medallas. Pero ahora son también muchos los negros que destacan en las pruebas de media distancia, como Kipchoge Keino, de Kenia, vencedor en México de los 3 mil metros. Este fenómeno de la supremacía atlética de la raza negra plantea innumerables interrogantes no todas fáciles de contestar. Parece indudable que la excepcional constitución física de estos hombres les proporciona una gran ventaja sobre sus rivales blancos en ciertas competencias. Pero existen otras razones relacionadas con el estado evolutivo de las distintas razas. Así suele afirmarse que el negro está dotado de mayor capacidad para relajarse tras el esfuerzo físico y para integrar la mente en el cuerpo” (2).

    La hegemonía en algunos deportes por parte de los individuos de origen africano, debe ser uno de los mitos recurrentes en el imaginario social de “lo deportivo”, copando incluso este pequeño comentario de una enciclopedia cuya edición sólo data de 1980. La herencia traspasada al imaginario de los profesionales del deportes son resabios de la antigua explotación que sufrieron estos grupos humanos, donde cada frase es un atisbo de aquellos estereotipos que pensábamos ya estaban en el pasado y bien enterrados.

    “Fregre atribuye características a la influencia negra en su desarrollo deportivo, y hay quienes estiman que el fútbol brasileño no logró elevarse hasta que los negros fueron autorizados a jugar” (3).

    Las asignaciones positivas, cómo el caso del fútbol brasileño o incluso los deportes estadounidenses, son ejemplos muy claros en relación al éxito en los deportes de los afroamericanos en el continente. Al no poseer estos “intelectuales del deporte” las herramientas de conocimiento suficientes, se suele responder a lo primero que se tiene a la vista. Es decir, jugadores extraordinarios “negros” que parecen tener cualidades superiores propias a su genotipo. Pero la verdad de acuerdo a muchos investigadores es que este concepto dejó de ser operativo ya hace mucho tiempo. Las diferencias genéticas entre las supuestas “razas” son inexistentes, diferencia largamente comprobada por evolucionistas, antropólogos y genetistas por nombrar sólo algunos. La idea errada de trasladar este concepto de “raza” para argumentar la génesis de otros fenómenos humanos es otro error del mundo deportivo por buscar una respuesta a esas diferencias.

    Sin duda, el grave error de estos “especialistas” fue marginar totalmente de la discusión los parámetros culturales en que se desarrollan los individuos, factor central que explica el impulso a elegir como estilo de vida ciertas prácticas deportivas. Para estos “estudiosos” no tiene ninguna importancia la idea de que estos competidores crecieran en ambientes altamente motivadores para esta práctica social. Y menos que la intensidad de aquellos contextos sociales exigieran la excelencia que finalmente observamos en las grandes justas. La alta competitividad interna de estos medios sociales son el origen del porqué hay grupos sociales que destacan más en determinados deportes y no hay factores biológicos que influyan en la competitividad de esos medios sociales y culturales:

    “…y la del rugby se celebrará el 24 de Agosto con un partido entre los “cóndores” y la poderosa selección de Fiji. Un invitado de nivel mundial, maoríes, de la misma raza privilegiada para el rugby que comparten con los equipos de Samoa, Tonga, parte de los Australianos, y en especial los poderosos “All Blacks” de Nueva Zelanda” (4).

    La cita anterior no sólo aparece publicada en una de las revistas más prestigiosas del país, sino que un par de semanas después en “televisión”, se menciona un programa del desarrollo del rugby en “Isla de Pascua”, uno de los lugares donde podemos encontrar de acuerdo a estos profesionales del deporte esta “raza” potente y de envergadura especial para la práctica del rugby.

    Pero si tan sólo los grupos étnicos “maoríes” fueran campeones consecutivos de los mundiales se podría justificar tal vez ese programa financiado por el Estado chileno. Pero los resultados deportivos dicen todo lo contrario. Y tal vez, estos profesionales ante el éxito de los conjuntos franceses e ingleses centren todas sus energías ahora, en los jóvenes descendientes que juegan este deporte en los clubes franceses e ingleses del país.

II

    El presente artículo no quiere caer en la arrogancia intelectual ni abusar de la ironía, pero estos pequeños ejemplos son sólo una muestra del imaginario social deportivo. La defensa de los argumentos racistas ya no tiene cabida, ya que toda práctica social es fruto de variables sociales y no biológicas como suele defender la pedagogía de la educación física. La creencia de que la diversidad de conductas observadas en distintas sociedades y culturas se debe al fruto de las características raciales innatas esta obsoleta, pero su presencia en los discursos actualmente no deja de sorprender y horrorizar (5):

    “De acuerdo a Giddens, el racismo significa atribuir con falsedad características heredadas de personalidad o de conducta a los individuos de una apariencia física particular. Un racista es alguien que cree que puede darse una explicación biológica a presuntos peculiaridades de superioridad o inferioridad poseídos por personas de un linaje físico dado (6).

    Eric Dunning señala. “...La creencia errónea de que los negros son intelectuales inferiores a los blancos, pero superiores físicamente en ámbitos como los deportes, constituye una variante de las fantasías colectivas que Elías tenía presente.” (7)

    Continuemos clarificando esta verdad de acuerdo a la visión antropológica de Claude Levi-Strauss:

    “Durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX nos preguntábamos si la raza influiría sobre la cultura y de que modo. Después de haber constatado que el problema así planteado es insoluble, nos percatamos ahora de que las cosas ocurren en otro sentido. Son las formas de cultura que adoptan los hombres en todas partes, sus maneras de vivir, tal como la prevalecieron en el pasado o lo siguen haciendo en el presente las que determinan, en una muy amplia medida, el ritmo y la orientación de su evolución biológica. Por mucho que sea necesario preguntarse si la cultura es o no función de la raza, descubrimos que la raza o lo que se entiende en general por ese término es una de las funciones de la cultura. ¿Cómo podría ser de otro modo? La cultura de un grupo es la que determina los límites geográficos que se asigna o que soporta las relaciones de amistad o de hostilidad que sostiene con los pueblos vecinos y en consecuencia la importancia relativa de los encadenamientos genéticos que, gracias a los casamientos cruzados, permitidos, alentados o prohibidos se pueden entre ellos (8)”.

    “Conforta saber que la reciente genética de poblaciones nos asegura hoy que no hay evidencia empírica de que la distribución del patrimonio genético en los diversos grupos humanos guarde ninguna correlación relevante con las particularidades externamente apreciables que llamamos raciales, lo cual quiere decir, por tanto, que no se conoce ningún fundamento científico justificativo del racismo” (9).

    Bernardo Berdichewsky señala (10):

    “Las características del comportamiento innato de las supuestas razas que les ha atribuido el racismo desde la época de Gobineau (1853) son, en realidad, producto de la endoculturación y de las influencias del medio natural y social, más que de lo biológico”.

    “Ya desde la antigüedad se ha venido insistiendo en una superioridad e inferioridad racial para justificar la esclavitud y el pillaje. No otra cosa significan, también, las teorías e ideas de la mayoría de los conquistadores europeos de América (tanto ingleses, franceses, portugueses, españoles y holandeses) con respecto a la inferioridad racial de los indios americanos. Algunos llegaron a considerarlos, incluso, como no pertenecientes al género humano, sino, como especies de semi-hombres, destinados a ser mandados y dirigidos” (11).

    “Los esclavistas y dueños de plantaciones hicieron “pingües” ganancias y las doctrinas racistas les sirvieron como instrumento legal de explotación y quedar bien con su conciencia y con Dios. Por eso, creían también en la superioridad e inferioridad racial. El prejuicio racial contra los negros africanos se continuó hasta nuestros días. Si duda alguna el sistema “Apartheid” de Sudáfrica fue el ejemplo más flagrante de racismo en nuestra época, juntamente con el racismo extremo del nazismo en Europa. En estos el racismo se convirtió en una verdadera patología social, la que todavía existe en grupos marginales como los neonazis, la nación aria, el Ku Klux Klan, los supremacistas blancos y otros” (12).

    En el trabajo de Bastide “El prójimo y el extraño”:

    “Se muy bien que la imagen del Negro que lleva el ritmo y la danza en la sangre es una imagen estereotipada. Cuenta, sin embargo, con cierto fondo de verdad. Pues bien, una cosa que me ha llamado fuertemente la atención es que la mayor parte de los intelectuales negros ya no saben bailar. Tampoco se me escapa que es posible dar más de una interpretación a este hecho. En ello puede mediar una voluntad más o menos consciente, de luchar contra el estereotipo y demostrar que el africano es distinto de como se lo imagina. Por lo demás. Entre los africanos afectados de neurosis es común observar la pérdida de sentido del ritmo, de modo que, en el caso comentado, tal pérdida podría imputarse en grado fundamental el drama del hombre escondido y en lucha consigo mismo. Pero también influye la abundante educación musical impartida por Occidente con la frecuentación de conciertos, emisiones radiofónicas, etc. Los primeros africanos llegados a París que yo conocí no comprendían nada, según me confiaron, de la música europea. Han pasado diez años, y ahora conozco africanos que hacen danza clásica en los estudios parisienses. Se ha operado, por lo tanto, una modificación profunda de la sensibilidad rítmica (13).

III

    Utilizando mi ya común argumentación (a veces agotadora lo reconozco), continuamos con otros ejemplos. Me parece interesante rescatar algunas citas de investigadores que me parecieron pertinentes anotar al comparar con muchas creencias que a veces se pueden escuchar o leer en algún comentario de un medio de comunicación local (Chile). Es la misma idea que planteamos en las líneas anteriores. La explicación de una cualidad racial al destino de un país, pero llevada a argumentaciones realizadas en países que son a largas luces, destacados competidores en una innumerable cantidad de prácticas deportivas, que nos ayudará a reflexionar y aclarar que todos esos estereotipos son sólo una construcción social:

    “Ósea, independientemente de los proyectos acerca del camino que el país debería o no seguir, existía casi un acuerdo en cuanto a la idea de que el brasileño era débil, dueño de un cuerpo poco disciplinado para el trabajo y para la guerra” (14).

    Otro ejemplo de un cronista de los años veinte de Brasil caracterizaba de esta forma la mezcla racial del Brasil:

    “Somos en general, fruncidos, esmirriados, delgaduchos, somos una verdadera miseria. Blandos, flojos, abatidos, tristes, una lastima. Párpados caídos, labios descoloridos, una flojedad generalizada que hace de nosotros un ser desencajado, incipiente, con aire de que de repente, insulso y encogido, la frase menospreciante que se fue divulgando: Me consta” (15).

    También ocurre con nuestros vecinos, los argentinos:

    “Por la época del centenario todavía resonaba con cierta potencia el eco de una idea-fuerza de larga duración en la Argentina. Era aquella que sostenía que la inmigración se convertiría en un importante factor de civilización para nuestra sociedad, sobre todo si aquellos que venían de ultramar y eran anglosajones. Según esta línea de pensamiento, los nativos carecían de las actitudes necesarias para facilitar la construcción de una sociedad moderna al estilo de los países europeos más avanzados” (16).

    El mito del mejoramiento de la raza. Aquella discriminación por los pueblos ocupados y masacrados del continente. Individuos sin la capacidad intelectual para progresar. Son algunas de las realidades perdurables en el continente. La diferencia en el deporte es que aquel prejuicio se torno positivo (a veces), sin embargo no seamos ingenuos y, reconozcamos que aquellos discursos que alaban al velocista o basquetbolista negro o el rugbier maorí, oculta una doble lectura. La discriminación.

    Atribuciones positivas y negativas se mezclan como intento de justificar un hecho que a largas luces es un fenómeno social y no es explicado por la cualidad genética de los individuos.

IV

    Hemos clarificado que las situaciones sociales particulares no son respondidas por una situación genética. Sin embargo dirán los defensores del racismo deportivo, periodistas, pedagogos, deportistas entre otros, que no existe un argumento razonable que explique por ejemplo porqué los deportistas negros (por seguir ese ejemplo), continúan destacando en una gran variedad de deportes ¿Cómo se explica ese hecho?

    Es cierto que el ambiguo concepto de raza no influye, pero de todas maneras hay ejemplos demasiados sólidos que indican que ciertos grupos destacan más (y la canción sigue siendo la misma).

    Lo central es aceptar fenómenos relacionados con la apropiación deportiva histórica la cual maneja mucho lo circunstancial y la posterior consolidación de los deportes en determinadas regiones es fruto del accionar de factores que configuran los medios de alta competencia deportiva (17). Que determinados grupos étnicos se hayan enfrentado a tales configuraciones sociales, no es nada más que la casualidad de haber crecido en un medio social positivo para la práctica deportiva.

    No hay cualidades innatas a los denominados grupos raciales porque en definitiva no hay diferencias y, por lo tanto el concepto “raza” es poco operativo. La “raza” busca diferencias entre los grupos humanos, diferencias que no existen, quedó obsoleta como forma de explicar la cultura de los pueblos. En ningún caso nuestras potencialidades están restringidas por el linaje sino más bien por las barreras que nos entregan la sociedad y la cultura en que nos desarrollamos.

    Sin duda, el miope prejuicio racial tanto positivo y negativo es una de las tantas aberraciones que se debe convivir en el mundo del deporte. Aquellas aseveraciones o creencias sólo sirven para acrecentar los aspectos míticos del fenómeno por sobre los aspectos que realmente lo explican.

V

    Intentando no desviarnos en demasía y dejando abierto la temática para explicar la génesis de los grandes deportistas. En cierto grado las personas pueden tener ciertas ventajas físicas con respecto a otras sin embargo el cuestionamiento es, si esa variable es tan determinante como lo quieren demostrar los preparadores físicos entre otros. Porque podemos decir que una persona de un metro noventa tiene cualidades excepcionales para jugar al básquetbol (18) ¿Pero una persona de menor estatura acaso no puede ser más rápido, más inteligente (dominio del juego), tener una excelente estadística de tiros de distancia, un mejor “dribbling”?

    Como ven las posibilidades son múltiples. Incluso puede ser aun más fundamental, con sólo el hecho de pensar, que la persona con menos estatura realmente le gusta jugar básquetbol y al de mayor estatura no. Los preparadores físicos han intentado simplificar el problema sometiendo sus evaluaciones a parámetros sin duda simplistas ajenos a todo carácter social del fenómeno. De esta manera las derrotas suelen culparse a nuestro fenotipo más que al trabajo especializado y lo que realmente es fundamental, la importancia y relevancia social de los deportes.

    Se preguntarán aquellos profesionales entonces las regularidades en el logro deportivo. Por ejemplo, siempre son los mismos países que ganan más campeonatos mundiales, más medallas olímpicas. La lógica del imaginario del profesional que trabaja en los espacios del deporte considera respuesta razonable siempre lo que tiene más a mano, una de esas claramente son los aspectos genéticos que se traducen en el fenotipo de los individuos. Somos muy bajos, somos muy flacos, el mestizaje entre otras.

    A pesar de la información y estudios que confirman nuestra postura, continuamos encontrándonos con afirmaciones singulares, como en el Manual del Deporte de Wilf Paish (19):

    “La velocidad es más un producto de la naturaleza del sujeto que una cualidad adquirida. La persona nace con una musculatura que es capaz de desarrollar un trabajo mecánico con mayor o menor rapidez”.

    Es la idea de la predestinación. El que nace con la cualidad para estudiar que estudie. El que nació para ser un desaventajado mental lo será por siempre. El que nació con la musculatura que sea deportista y el que no, que no lo haga. Miren bien que la vida nos ha dado sorpresas y muchas tapadas de boca se han llevado más de un técnico por ahí al dejar en el olvido el que luego se convertiría en una estrella.

    En que trampa más odiosa ha caído la pedagogía al predestinar arbitrariamente el destino de nuestros niños. Por ellos que se hicieran todos un análisis de ADN, para encontrar de inmediato las potencialidades de sus alumnos. Serían clasificados desde la infancia en diferentes castas de acuerdo a sus potencialidades innatas. Los matemáticos, intelectuales, artistas y deportistas. Un horror que sin ir más lejos este tipo de experimentos nos recuerda más una película de ciencia ficción o un libro de la década del 20. Y que más da y no nos extrañe, la verdad es que se quedaron empantanados en aquella época.

    Estos investigadores sostienen que hay argumentos sólidos y científicos de fuerza que podrían sostener una cualidad biológica que responda al éxito deportivo cómo el que se expone:

    “Las fibras de color claro, gruesas y de reacciones rápidas, son más excitables y se contraen más rápidamente. El cuerpo del velocista Carl Lewis posee un ochenta por ciento de fibras de tipo blanco, lo que se puede observar por sus abultados paquetes musculares. Por el contrario las fibras rojas, delgadas y de reacción lentas, son más apropiadas para pruebas de resistencia, para trabajar sin descanso durante largos períodos de tiempo, como en una carrera de los 10 mil metros, una maratón o una vuelta ciclista por etapas. Cuanto mayor sea la proporción de fibras de este tipo, mayor será también la absorción de oxígeno por kilo de peso y por unidad de tiempo...” (20).

    Sin embargo ¿Qué grupo genético tiene una mayor proporción de fibras largas y cortas? El texto nos intenta señalar que los grupos denominados de acuerdo al fenotipo del color de su piel “negros”, tiene una cualidad particular para la velocidad en cambio hay otros que están preparados para la resistencia con fibras cortas (que también son negros). Podríamos deducir de acuerdo a la definición y discurso de estos científicos que “los negros” están preparados dada su evolución a correr en velocidad y resistencia. Un argumento insostenible e ilógico. Si ese argumento fuese cierto el triunfo deportivo sería al azar. Porque simplemente habría que esperar que un “dotado” nazca para que desate la alegría nacional.

    De esta forma los brasileños tienen una estructura física especial para el fútbol, pero también la tienen lo argentinos. Y nos preguntamos ¿Cómo se explica que dos países de configuraciones fenotípicas distintas resulten ser tan exitosos en el mismo deporte? Y si la propuesta racial fuera cierta, como es posible explicar la no hegemonía de África.

    Como planteamos antes, si existiera una ecuación de probabilidad genética, lo lógico es que los grandes deportistas deberían nacer en los países más poblados. Sin embargo, no ocurre así, los países exitosos, no coinciden en absoluto con esta variable. El argumento genético decae aun más en sociedades cosmopolitas en que destacan en deportes una diversidad de fenotipos. ¿Acaso no será porque en esos países el deporte es algo importante de practicar? ¿Y de esta forma la probabilidad de tener deportistas de excepción es mayor?

    Blázquez Sánchez también se plantea la misma pregunta ¿Los deportistas nacen o se hacen? Y entrega una visión particular de acuerdo al tema de la influencia de la herencia sobre el potencial físico del niño o niña:

    “Durante tiempo, educadores y técnicos deportivos han discutido sobre si los deportistas de alto nivel nacen o se hacen. Muchísimas personas piensan que existe un don, un talento, con el que se nace para la práctica deportiva ¡O se sirve o no se sirve para el deporte! Ya desde la infancia es como si el talento atlético fuese un don genético que proporcionase cualidades unívocas e inmutables. Todos hemos conocido uno de esos deportistas natos, chicos que parecían practicar los deportes con una habilidad superior, pensábamos que las cualidades físicas de estas personas eran dotes heredados que podían usar para la práctica de cualquier deporte. Esta predisposición no tiene nada de extraordinario, en general suele ser fruto de una madurez precoz o de la estimulación provocada por sus padres o entrenadores. La habilidad motriz puede exteriorizarse muy temprano y suele considerarse como signo inequívoco de talento deportivo. Sin embargo, las aptitudes atléticas son múltiples, muchas de ellas emergen a partir de la adolescencia e incluso más tarde. Desgraciadamente, esta creencia que el talento deportivo obedece al principio del todo o nada ha provocado que individuos cuyas predisposiciones a la práctica deportiva han tardado más en manifestarse hayan quedado excluidos de la competición sin posibilidad de mostrar de los que son capaces de hacer. En la actualidad sabemos que los deportistas de élite nacen tanto como se hacen. Muchos niños heredan gran cantidad de talento natural y maduran físicamente a muy temprana edad, pero no se convierten necesariamente en ases. Estos niños tienen un talento físico medio pero desarrollan sus cualidades físicas y mentales para sobresalir del deporte” (21).

VI

    El imaginario social del deporte está lleno de frases al bronce. Una de esas es la idea de que hay pueblos predispuestos para un deporte más que para otro ya es una institución. También en la Argentina llama la atención que también existan estas frases que pueden sonar muy comunes a nuestros oídos:

    “Fútbol para los nenes, voleibol para las nenas, ese es un dotado, pobrecito más no se puede pedir, es rápido, son de madera pero tienen la ventaja de ser rápidos, los negros tienen mayor cantidad de fibras explosivas, ellos ya nacen con una pelota en los pies” (22).

    Muchas de ellas, hay que reconocer, se repiten en círculos pedagógicos deportivos de diversos países:

    ”Estas distinciones, que los maestros, se les aparecen como naturales, evidente, obvios, son relativas a los esquemas perceptivos y valorativos que los maestros – individual y grupalmente – han incorporado en su historia y en un espacio social determinado. La naturalización de los actos de distinción oculta la génesis histórica – social de los mismos (23).

    Es concluyente afirmar como determinan algunos investigadores que la ideología de los dones naturales, (hay gente más predispuesta para un deporte que para otro...”, las fronteras o líneas de demarcación entre los niños inteligentes y los no inteligentes) son arbitrarias.

    En una entrevista de Roberto Di Giano y Julio Frydenberg al sociólogo Ariel Gravano (24) se toca un argumento interesante, ironizando la existencia de las escuelas de desarrollo versus la ideología “biologista” dominante. Si los grandes deportistas nacen, entonces la escuela no tiene sentido, ya que los dirigidos serán incapaces de aprender debido a sus limitaciones que los condenaron desde el nacimiento a un destino trágico. Esa es la gran contradicción. Y si comparamos los países y analizamos las políticas públicas orientadas al desarrollo deportivo y el apoyo de los nuevos deportista (futuros campeones) caen en el mismo vicio, al desconocer la génesis social y cultural en todos los programas que imponen ciegamente. El potencial individual sólo es posible de desarrollar en un entorno social en que la importancia de aquella práctica sea relevante. No puede existir una explicación más real que aquella. Y para ello se debe trabajar en una transformación social global y no en programas ingenuos y con poca validez teórica.

    El racismo, la predestinación de los pueblos, el biologismo enfermizo, nos llevará siempre al fracaso, al no aceptar una visión real, con argumentos sólidos.

Referencias

  1. BUSTOS, E. Chile, el país de los triunfos morales en el deporte. Estudio de casos relevantes. Santiago 1999. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. p112

  2. Enciclopedia de la Vida Nº8. Bruguera Mexicana de Ediciones S.A.1980. p1306

  3. MEYNAUD, J. El deporte y la Política. Análisis social de unas relaciones ocultas. Editorial hispano-europea. Barcelona.1972. p269.

  4. Que Pasa (Revista) Cumpleaños Feliz (55 años de federación de Rugby) 13-06-03

  5. HOLLANDER, E. (1981): Principios y métodos en psicología social. Amorrortu Editores, Buenos Aires. Capítulo. El campo contemporáneo de la psicología social p. 22.

  6. GIDDENS, A. Sociología. Alianza editorial, S.A. Madrid. 1991. p. 277.

  7. DUNNING, E. El fenómeno deportivo. Editorial Paidotribo. Barcelona. España.2003.p233

  8. LEVI-STRAUSS, Cl. Raza y Cultura. Emecé Editores S.A. Madrid, 1986. pp125-126

  9. LEVI-STRAUSS, C. Raza y Cultura. Emecé Editores S.A. Madrid, 1986. p. 14.

  10. BERDICHEWSKY, B. Antropología Social Introducción. Una Visión Global de la Humanidad. Lom Ediciones.2002. Chile. p51.

  11. BERDICHEWSKY, B. Antropología Social Introducción. Una Visión Global de la Humanidad. Lom Ediciones.2002. Chile. pp51-52.

  12. BERDICHEWSKY, B. Antropología Social Introducción. Una Visión Global de la Humanidad. Lom Ediciones.2002. Chile. pp53-54.

  13. BASTIDE, R. El Prójimo y el Extraño. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1970 p151.

  14. LABRIOLA DE C. NEGREIROS, P.J. “El estadio de Pacaembú. EFDeportes.com, Revista digital., año 3, nº10, mayo 1998. http://www.efdeportes.com/efd10/copa38e.htm

  15. SOARES, A. J. G. LOVISOLO, H. R. El fútbol es una hoguera de paja: la profecía de Graciliano Ramos. EFDeportes.com, Revista digital. Año 3, nº10 Mayo 1998. http://www.efdeportes.com/efd10/ palhae.htm

  16. DI GIANO, R. El Fenómeno inmigratorio y el fútbol. EFDeportes.com, Revista Digital, año 4, nº13, Marzo 1999. http://www.efdeportes.com/efd13/rdg.htm

  17. RAMOS, D. (1981): Esquema general del modelo de desarrollo de intensidad deportiva. EFDeportes.com, Revista digital. Año12- Nº116. Enero 2008. http://www.efdeportes.com/efd116/.htm

  18. BLAZQUEZ SANCHEZ, D. La Iniciación deportiva y el deporte escolar. 1995. INDE Publicaciones. Barcelona. España. p. 146. Un importante factor genético es la talla corporal. Un jugador de baloncesto, por lo general, no conseguirá entrar en la máxima categoría mundial sino mide al menos dos metros de altura.

  19. PAISH, W. Manual de las Ciencias del Deporte. Ediciones Tutor, S.A. 1999. Madrid. p. 25.

  20. BLAZQUEZ SANCHEZ, D. La Iniciación deportiva y el deporte escolar. 1995. INDE Publicaciones. Barcelona. España. p. 147.

  21. BLAZQUEZ SANCHEZ, D La Iniciación deportiva y el deporte escolar. 1995. INDE Publicaciones. Barcelona. España. p. 143.

  22. KAPLAN, C. KAPLAN. D A. Deportes y distinciones de clase. Fútbol para las escuelas de los pobres y Rugby para las escuelas de los ricos. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº2. http://www.efdeportes.com/efd2/22ck.htm

  23. KAPLAN, C. KAPLAN. D A. Deportes y distinciones de clase. Fútbol. Para las escuelas de los pobres y Rugby para las escuelas de los ricos. EFDeportes.com, Revista Digital. Nº2. http://www.efdeportes.com/efd2/22ck.htm

  24. FRYDENBERG, J.D. DI GIANO, R. Entevista a Ariel Gravano. “El fútbol de la Argentina. Aproximaciones desde las ciencias sociales. EFDeportes.com, Revista Digital. Año 5, nº21. 2000. http://www.efdeportes.com/efd21/gravano.htm

Paradigmas en el imaginario de los profesionales del deporte (I). ‘Dime de donde eres y te diré quien eres’

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