Aumento de la obesidad entre la población: una situación preocupante |
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*Licenciado en INEF, Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Diplomado en Magisterio de Educación Física, Universidad de Granada *Diplomado en Magisterio de Educación Física, UGR Técnico Superior de Formación Profesional en Animación de Actividades Físicas y Deportivas |
Alejandro César Martínez Baena* Andrés Martínez Baena** (España) |
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Resumen Mediante el presente artículo de revisión se pretende plasmar de una manera resumida y global el problema de la obesidad en el mundo. Esta situación que afecta en la actualidad a diversos países desarrollados, es asociada a una falta de práctica de actividad física entre la población, así como a una cada vez mayor conducta sedentaria. En el presente trabajo son tratados los factores determinantes de su aparición, los riesgos asociados a la misma, así como el descubrimiento de esta enfermedad desde edades tempranas. Finalmente se realiza una descripción de diversas estrategias orientadas a la prevención de la misma desde la promoción de estilos de vida saludables. Palabras clave: Obesidad. Sedentarismo. Actividad física. Promoción. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 131 - Abril de 2009 |
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1. Situación actual
El aumento en la prevalencia de la obesidad en la mayoría de los países se ha producido de forma paralela al aumento del sedentarismo, fundamentalmente por los factores que engloban la urbanización. Aún sin la presencia de obesidad, la inactividad física en sí misma constituye un factor de riesgo independiente, que predispone a enfermedades cardiovasculares y a otra serie de alteraciones metabólicas y osteomusculares.
La combinación de dieta y ejercicio físico, acelerarían la pérdida de grasa y preservarían o aumentarían la masa magra, de una manera más eficiente a la restricción energética de la dieta de manera aislada.
Algunos estudios aseguran que para lograr beneficios, la actividad física debiera generar al menos un gasto energético adicional diario de 200 kcal. Sin embargo, la abundante literatura en el área de la fisiología del ejercicio, permite aseverar que los beneficios del ejercicio se logran únicamente cuando se mejora la condición física del sujeto, mientras que el gasto de energía por actividad permite acercarse al logro del balance energético.
Entre los beneficios más directos que produce el ejercicio en individuos obesos está la disminución de la presión tanto sistólica como diastólica en individuos hipertensos, normalizando los lípidos sanguíneos y disminuyendo los triglicéridos en los individuos con valores inicialmente altos y produciendo una mejoría significativa de la sensibilidad a la insulina.
2. Evolución de la problemática de la obesidad hasta nuestros días
Comenzamos hablando en nuestro trabajo sobre la problemática existente actualmente sobre la obesidad en el mundo, no sin antes explicar brevemente como ha ido evolucionando este problema a lo largo de los años...y es que, como todos sabemos, la escasez y la desnutrición crónicas del alimento han sido el látigo de la humanidad desde comienzos de la historia.
Podríamos decir, que la actual epidemia mundial de la obesidad, ahora reconocida como crisis de salud pública, tiene apenas algunas décadas, ya que como bien se apunta en (Eknoyan, 2006) la obesidad como enfermedad crónica con consecuencias patológicas bien definidas es menos que centenaria. Al contrario de lo que pudiera parecer, la escasez del alimento a través de la mayor parte de la historia había conducido a las connotaciones de que ser gordo era bueno, así como que la corpulencia y la “carne creciente” eran también algo deseable tal y como ha quedado reflejado en las artes, la literatura y el dictamen medico de los tiempos...y es que solamente desde mitades del siglo XIX el ser gordo comenzó a rechazarse por razones estéticas, y en el vigésimo siglo, su asociación con la mortalidad creciente fue reconocida.
Dicho problema sobre el que hablamos, queda reflejado sobre todo en la actualidad de los EE.UU., donde la obesidad se ha convertido en un problema de proporciones epidémicas con casi dos tercios de adultos americanos que resultan ser gordos u obesos (Bensimhom y cols, 2006).
Los datos actuales sugieren que esta tendencia queda orientada a la subida y que por lo tanto, podría amenazar a muchos de los adelantos que se han producido en la prevención y el tratamiento de la enfermedad cardíaca, métodos de prevención, que en la actualidad se están haciendo más fuertes en dicho país con la finalidad de paliar este problema a lo largo de los próximos años. Allí, el ejercicio aislado se ha considerado como un componente integral de la gerencia del peso, pero la evidencia disponible, sugiere que éste como único medio resultaría relativamente ineficaz para perder peso. En cambio, el ejercicio regular parece resultar crucial en la prevención del aumento de peso y el mantenimiento aceptado del mismo, así como para fomentar la salud cardiovascular, en las llamadas estrategias de intervención para paliar este problema, sobre las cuales haremos mención más adelante.
3. Estilo de vida saludable y actividad física para obesos
En relación al punto anterior, deberíamos decir que casi siempre se atribuye la cebadura u obesidad al producto excesivo de la energía, así como a la actividad física reducida (Poskitt, 2005), por lo que la modificación de estos factores en busca de un estilo de vida saludable resultará esencial en la erradicación de dicha problemática. Por otra parte y siguiendo con la misma línea (Buckley, 2006) nos habla de la idoneidad del equilibrio entre la nutrición, la actividad física y la genética.
Sobre esto y siguiendo con la problemática existente en Estados Unidos (pionero o referente principal) sobre la que hablábamos anteriormente, deberíamos apuntar que en la actualidad, sólo el 45% de los adultos en los Estados Unidos realiza actividad física regularmente, cumpliendo con las recomendaciones médicas sólo el 26%. Además, muchas personas que comienzan programas de ejercicio no continúan con ellos de manera periódica o directamente los abandonan pasado un tiempo, lo que unido al desarrollo de nuevas tecnologías y dispositivos que facilitan las tareas más pesadas, los cambios que se van produciendo en la forma en que disfrutamos de nuestro tiempo libre y las transformaciones en el diseño de las comunidades han contribuido al aumento de los comportamientos sedentarios en los lugares de trabajo, en las escuelas y en el hogar, por lo que se impide la adopción de estos hábitos de vida saludables y deseables.
Esto, quedaría incrementado debido al patrón desfavorable de alimentación existente en dicha población, es decir, se argumenta que la mayoría de las personas obesas, lo son como resultado de formas de vida modernas (Wilding, 2006).
4. Factores determinantes que causan la aparición de la obesidad
Hasta hace poco tiempo la investigación sobre el tema de la obesidad se ha centrado principalmente en los factores biológicos, psicológicos y del comportamiento. Sobre esto, existen diversos estudios al respecto.
En relación a los factores de tipo comportamental, se trata de factores potenciadores o no en relación al exceso/aumento de peso, debido a lo que se postula en la sociedad, es decir, a la gran variedad de posicionamientos sobre el tema que tratamos. Sobre esto, destacan: dietas hipercalóricas, alta consumición de bebidas azucaradas, desajustes en el patrón alimenticio, altos niveles de sedentarismo..., para lo cual, será importante la actuación a nivel conductual (Rennie y cols, 2005). Sobre la actuación en relación a dichos comportamientos, se destaca la importancia de paliar este tipo de conductas desde edades tempranas, ya que la niñez resultaría como etapa idónea al respecto, siendo necesaria además la implicación no sólo de dichos niños, sino también de otros entes, tales como la familia o la escuela.
A pesar de que la investigación de la obesidad se ha centrado en factores de tipo biológico, psicológico y del comportamiento, en la actualidad está creciendo la opinión de que existen otra serie de factores, en este caso los ambientales, también importantísimos para estudiar y tener en cuenta. Sobre ellos, se demuestra que ciertos aspectos del ambiente pueden contribuir al riesgo de la obesidad y de una salud pobre, tales como: el acceso o no a unas instalaciones deportivas (Poortinga, 2006), la existencia o no de ayuda social o capital social o lo que (López y Hynes, 2006) denominan como “el diseño y la forma de los suburbios”, es decir, la presencia o no de ciertos fastidios sociales que impedirían el andar o pasear por la ciudad. Sobre dichas características del ambiente construido, destacarían: conectividad entra calles, carencia o no de aceras, vecindades más o menos densas, etc.
Como conclusión en relación a este apartado destaca la idea de que la obesidad es una enfermedad compleja con diversos componentes genéticos, metabólicos, ambientales y del comportamiento que se correlacionan y se confunden, provocando así caminos difíciles de definir. Esto, nos ayuda a entender un poco mejor la complejidad existente en relación a dicha temática.
5. Obesidad en adolescentes escolares
Casi siempre se atribuye la cebadura u obesidad al producto excesivo de la energía, así como a la actividad física reducida (Poskitt, 2005). Sobre dichos factores, se han realizado diversos estudios que pretendían encontrar las diferencias más significativas existentes entre jóvenes con y sin obesidad, es decir, sobre la identificación implícita y las actitudes explícitas de estos hacia el alimento y hacia la actividad física, en la mayoría de los estudios:
Implícitamente, se esperaba que los niños con obesidad se asociasen más al sedentarismo y al alimento graso que al ejercitase y alimentarse sin materias grasas.
Explícitamente se esperaba que ambos grupos prefirieran ejercitarse y alimentarse sin materias grasas, a la inactividad y el alimento graso.
Además, se han estudiado otros factores no menos importantes en relación a la obesidad y la actividad física, tales como las horas de sueños de dichos niños, los aprendizajes adquiridos en la familia o la obesidad parental, factores todos ellos de gran importancia.
En relación a todo esto, destacan las siguientes conclusiones:
Los jóvenes con y sin obesidad poseen actitudes explícitas similares hacia la actividad física y el alimento. (Craeynest, 2006).
No sólo los niños con obesidad, sino también los niños magros-delgados divulgan un gusto hacia el sedentarismo y el alimento graso de forma notable. (Craeynest, 2006).
El exceso de peso y la obesidad en niños está directamente relacionado con horas en las que se sientan diariamente e inversamente con horas diarias de sueño. (Giugliano y Carneiro, 2004).
El aprendizaje adquirido resulta ser más bajo a través de madres de niños gordos y los niños obesos resultan ser menos que en las madres de niños normales. (Giugliano y Carneiro, 2004).
La frecuencia de exceso de peso y de la obesidad en los padres de niños obesos resulta ser más alta que en los padres de niños normales. (Yang, 2006).
La mayoría de los padres cuentan con un estilo de vida sedentario. (Yang, 2006).
6. Riesgos asociados al sedentarismo y a la obesidad
Hasta el momento se han apuntado entre otras cosas, la evolución de la obesidad a lo largo de los años, la importancia de un estilo de vida saludable, las causas o desencadenantes de dicha enfermedad, así como la presencia de ésta en jóvenes adolescentes, pero nada sobre los posibles riesgos asociados a dicha obesidad.
Se han encontrado como patologías o riesgos más comunes asociados a dicha enfermedad, los siguientes:
Resistencia a la insulina y diabetes (Chittleborough, 2006)
Hipertensión arterial (Giordano, 2006)
Enfermedades cardiovasculares (Lakka y Bouchard, 2005); (Macera, 2005); (Freedman, 2006)
Insuficiencia venosa periférica (Finer, 2006)
Problemas respiratorios (Hayakawa, 2007)
Alteraciones hepáticas (Hayakawa, 2007)
Problemas psicológicos (Davis, 2007)
7. Estrategias para paliar la obesidad y papel de la actividad física
Resulta evidente la importancia de ciertas estrategias a la hora de paliar el problema de la obesidad, una enfermedad considerada como crónica y de frecuentes recaídas y que por lo tanto, requerirá de un seguimiento a largo plazo para su erradicación.
Actualmente se considera que lo más adecuado sería, alcanzar cambios de comportamiento sostenibles sobre la actividad física y la dieta, para poder alterar el microambiente del paciente, así como provocar un seguimiento continuo por parte de la familia, lo que favorecería un control mejor del peso, y lo que unido a una gama de terapias, tales como: dietas específicas, contabilidad de las calorías, reemplazamiento de la comida, dietas con muy pocas calorías o incluso cirugía, podría proporcionar una ventaja adicional muy útil.
Además, en relación a dichas estrategias, se estima conveniente resaltar la idoneidad de que dicho proceso deba ser controlado por un médico especialista en la materia, lo que ayudaría al paciente obeso a fijar metas optimas y realistas, así como a entender las ventajas de la perdida modesta sostenida del peso y de la probabilidad de recobro del peso en ciertas ocasiones, haciendo ver a estos pacientes que la recaída sería siempre una opción probable pero no una razón para abandonar la batalla contra la obesidad (Dixon y Dixon, 2006)
Sobre dicha temática, en relación a las estrategias a seguir (Bensimhom y cols, 2006) aconsejan la participación en un programa estructurado de actividad física diaria a personas de este tipo, lo que a través de la modificación de las pautas de los ciudadanos evitaría el sedentarismo y por lo tanto provocaría una disminución en cuanto al índice de grasa corporal en estos sujetos. En relación a esta última idea y antes de la realización de un programa de actividad física, en (Opper, 2005) se destacan dos métodos de valoración de la condición física previa a la consecución de dicho programa, en este caso, del accelerometry y el cardiofrequencemetry.
Siguiendo con la línea de investigación, en (Fenton, 2005), se recomienda un mínimo de 30 minutos de actividad física al día para la reducción del riesgo de enfermedad crónica y muerte temprana en adultos obesos estadounidenses. Se destacan además, dos ideas importantes:
el abandono de la actividad física por parte de las personas que paulatinamente comienzan a subir de peso incrementando así el problema de la obesidad y
el pensamiento erróneo de que el ejercicio físico no estaría indicado para personas con un nivel de peso excesivo, ya que un ejercicio monitorizado y controlado por un preparador físico y por un médico ayudaría a este tipo de personas a mejorar su cuerpo y a la vez su condición física, transformándose todo ello en una mejora de la salud.
Aparte de todo esto, destacan una serie de factores o parámetros en función de los cuales la perdida de peso de estas personas obesas, en relación a la causa / efecto en cuanto al ejercicio físico, resultaría ser mayor o menor (Shaw, 2006). Entre estos factores destacan, la realización de ejercicio físico más una dieta adecuada y adaptada, así como un aumento en la intensidad del mismo que produciría cambios significativos en niveles de lípidos del suero, presión arterial y glucosa de ayuno del plasma. Por lo tanto, se enfatiza la idea de que la estrategia más adecuada para el tratamiento y la prevención de la obesidad, sería el uso del ejercicio como intervención para la perdida de peso, particularmente combinado con un cambio de tipo dietético.
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revista
digital · Año 14 · N° 131 | Buenos Aires,
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