Potencialidades que brinda el entrenamiento en las áreas deportivas, como acción comunitaria, para fortalecer el patriotismo entre los futuros atletas |
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Sede Universitaria Municipal de Cultura Física Florencia Facultad de Cultura Física en Ciego de Ávila (Cuba) |
Lic. Ayenaidi Oria López |
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Resumen El siguiente trabajo se inserta en el Proyecto Comunitario: “Estrategia para el fortalecimiento del patriotismo entre los alumnos que asisten a las áreas deportivas en Tamarindo, un Consejo Popular del Plan Turquino-Bamburanao”. En el mismo se aborda la necesidad de fortalecer este valor entre los futuros atletas que en Cuba asisten hoy a las áreas deportivas de las Escuelas Comunitarias de Deporte, Educación Física y Recreación y que serán los que en el futuro representen a la patria en escenarios internacionales. En el trabajo se realiza una reseña histórica sobre los antecedentes de la educación en valores en Cuba, se caracteriza el patriotismo, valor supremo de un proyecto social como parte esencial de la vida en comunidad y se abordan las potencialidades que brinda el trabajo comunitario y en las áreas deportivas para contribuir a la formación integral de las nuevas generaciones de atletas y de cubanos. Palabras clave: Deporte comunitario. Patriotismo. Cuba. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - Nº 130 - Marzo de 2009 |
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“Revolución es: sentido del momento histórico; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.
Fidel Castro Ruz (2001)
Introducción
Las Escuelas Comunitarias del Deporte, la Educación Física y la Recreación constituyen la base de la formación deportiva en Cuba. Estas deben cumplir con la tarea de crear y mantener un ambiente deportivo y recreativo permanente en la comunidad, donde la participación de toda la población sea creciente y sistemática y, al igual que el resto de instituciones educativas del sistema deportivo cubano, tienen la misión de formar en los atletas y en la población en general los valores esenciales de la sociedad socialista, martiana y fidelista, perceptibles en la conducta deportiva, estudiantil, familiar, laboral y ciudadana.
El deporte cubano es agredido por un mundo unipolar dominado por un orden económico internacional injusto y degradante, donde el profesionalismo, mercantilismo y robo de talentos son tentáculos que tratan constantemente de asfixiarlo. Ante esta realidad, fortalecer los valores morales y cultivar el intelecto de esos futuros atletas que hoy asisten a las áreas deportivas de las Escuelas Comunitarias, debe constituir, unido a su preparación teórico- táctica y al desarrollo de sus capacidades físicas, la piedra angular del trabajo de los entrenadores. Lo que no se haga en las aulas, en el entrenamiento, o simplemente en el intercambio con el niño talento, no se recupera y aunque el muchacho sea físicamente un superdotado quedará solo como una máquina de músculos. El sistema deportivo cubano, fiel a los principios éticos del deporte, tiene la ardua tarea y la gran responsabilidad de formar atletas incomprables, que en los peores y más adversos escenarios sean capaces de actuar siempre y mantener en alto la dignidad, los principios y el nombre de la patria.
El béisbol, deporte nacional, pasión y orgullo de todos los cubanos, ha tenido que enfrentarse a los retos que impone su participación en eventos internacionales donde la presencia del béisbol rentado es una realidad, y el asedio a los peloteros cubanos, incitándolos a desertar es un hecho tan real como repugnante; “…es un toque a degüello contra Cuba robándonos cerebros, músculos y huesos” (1) según ha planteado Fidel en reflexiones previas a la cita olímpica de Beijing. Por lo que el perfeccionamiento constante de los planes y programas de preparación del deportista es un elemento importante para la enseñanza, consolidación y perfeccionamiento del béisbol en el país. A esto debe unirse el gran compromiso de formar peloteros integrales que cuenten con una alta maestría deportiva, con un nivel superior de formación de valores, que se identifiquen con el pasado, el presente y el futuro del béisbol en Cuba, y que adquieran actitudes, conocimientos y principios que les permitan ser mejores atletas, patriotas y hombres.
Este trabajo debe comenzar en las áreas deportivas, que constituyen la base del deporte de alto rendimiento y donde los pequeños se inician en la práctica del béisbol. El patriotismo es un valor que debe fortalecerse desde las más tempranas edades, para que en el futuro y por siempre se puedan reafirmar las palabras del Comandante: “A pesar de las circunstancias adversas, nuestros atletas brillan por su calidad humana y patriótica. No llega siquiera a uno de cada diez los que sucumben moralmente a la lluvia de ofertas en un mundo plagado de mercachiflismo, vicios, drogas, doping y consumismo, en el cual nuestra patria brilla como un ejemplo difícil de imitar” (2).
El pueblo cubano quiere de sus atletas, más que medallas de oro y plata, que en cada competencia a la que asistan conquisten la medalla del honor y de la patria.
Desarrollo
Antecedentes históricos de la educación en valores
Los antecedentes de la educación en valores, aparecen en la antigüedad, en el pensamiento idealista de Sócrates (469-399 AC), al llamar la atención hacia la moral, y la superioridad del valor de la virtud, y su identidad con el conocimiento. El término valor proviene de la voz griega “axia”, es atribuible a Platón (427-347 AC), preceptos tomados por su discípulo Aristóteles (384-322 AC), quien es considerado como el padre de la Ética, ¨... disciplina filosófica, referida a determinada actitud reflexiva del individuo sobre sus valores morales y sociales.¨ (3)
Los valores se han interpretado desde diferentes posiciones a lo largo de la historia, sin embargo no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que alcanzaron una concepción verdaderamente científica a partir del surgimiento del Marxismo. Esta ciencia considera la sociedad como un sistema íntegro, de nexos y relaciones en desarrollo, a partir de la dialéctica de lo material y lo ideal, lo objetivo y lo subjetivo; además reconoce a los valores, como un componente esencial de la ideología, la cultura y la historia en una época determinada.
El Marxismo, brinda respuesta a los intereses, necesidades y contradicciones de los sujetos a partir del papel que desempeñan como fuerzas movilizadoras del progreso social, en la producción y reproducción de su vida material y espiritual. En este proceso práctico de asimilación cultural es que transcurre la educación en valores.
Las raíces de la educación en valores en Cuba se encuentran en las experiencias legadas por los principales representantes de las tradiciones pedagógicas cubanas. A lo largo de varios años se destacaron educadores de vanguardia: José Agustín Caballero (1762-1835), Félix Varela Morales (1788-1853), José de la Luz y Caballero (1800-1862) y José Martí Pérez (1853-1895). Esto, sin dudas, fue importante para el perfeccionamiento de la educación moral de la juventud, porque ellos además de manifestar y divulgar sus ideas más progresistas en relación con la educación, contribuyeron a que se tomara conciencia de la necesidad de darle un sentido integral a la misma como vía para enfrentar la realidad de aquel contexto.
El ideal educativo cubano integral se fue formando centrado en los valores. Desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX, la enseñanza en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio (1773) y en los centros privados cubanos se centró en el enseñar a pensar. Este proceso se anticipa con José Agustín Caballero, pero alcanzó una gran estructuración con Félix Varela Morales, quien en un primer momento sentenció: “…El hombre será menos vicioso cuando sea menos ignorante. Se hará más rectamente apasionado cuando se haga más exacto pensador.” (4)
Se aprecia cómo a través de razonar lógicamente se llegaba a los valores según pensaba el presbítero en ese momento (1811-1822). De ahí que enseñar a pensar a los alumnos desde los primeros años se convertirá en la ley esencial de la educación que preconizaba. Dentro de los valores que había que desarrollar estaba la gratitud, la benevolencia, la beneficencia, la conmiseración, la prudencia, la alegría, la justicia, la fortaleza.
La experiencia pedagógica de Varela, su indiscutible estirpe de formador, lo lleva a defender presupuestos educativos que hoy constituyen verdades probadas.
“La certeza de que una idea, un concepto, un modo de actuar o de ver, no pueden transmitirse con éxito sin el conocimiento del receptor, el convencimiento de que no es imponiendo un criterio o combatiendo al contrario como se llega a lograr que el otro piense lo que deseamos, sino que se trata de convertir al interlocutor, de ir poco a poco persuadiéndolo no solo de que está equivocado, sino de que lo que le proponen es más razonable y mejor, era un concepto que Varela poseía desde entonces y del que da pruebas en las Cartas a Elpidio”. (5)
Se aprecian además orientaciones metodológicas para enfrentar la formación de valores. Decía Varela que el gran secreto de manejar la juventud, sacando partido de su talento y buenas disposiciones, consiste en estudiar el carácter individual de cada joven y arreglar por él nuestra conducta. La oposición que se hace a un joven, si produzca buen efecto, debe ser casi imperceptible y es preciso procurar que él mismo sea su corrector. Pero no se trata solo de que defiendan la verdad como base del conocimiento que adquieren. Se trata de proporcionar, mediante la gestión educativa, los instrumentos que les permitan descubrir la verdad por sí mismos.
La labor educativa de José de la Luz y Caballero (1780-1862) resulta la expresión más alta en la primera mitad del siglo XIX, de una educación integral centrada en la formación moral.
Para Luz y Caballero, educar no es solo enseñar gramática, geografía, física e historia: “educar es templar el alma para la vida” (6). Dio gran peso a la labor educativa en la escuela. Enfatizó en la necesidad de desarrollar cualidades positivas de la personalidad, tanto a través del proceso de instrucción como mediante otras actividades que la escuela programe.
Consideró imprescindible el empleo de métodos especiales para llevar a cabo el trabajo educativo que se proponía. Recomendó con un gran acierto pedagógico, el método del “premio” y el “castigo”, así como el papel educativo que desempeña el “ejemplo” en la formación de las nuevas generaciones. Para él la enseñanza tiene un valor primordial en la formación de los valores patrios lo que se evidencia en su aseveración de que para que Cuba fuera independiente, él era maestro de escuela.
La primera mitad del siglo XIX cierra con una teoría educativa avanzada, centrada en la formación de la moral. Hacia 1868 se desató la lucha por la independencia. Los valores formados se pusieron en evidencia de una manera palpable durante la Guerra de los Diez Años. Ejemplos imborrables de abnegación, valentía, amor a la patria se dan a todo lo largo de la contienda. El heroísmo de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio y José Maceo, y de tantos otros cubanos, llenan páginas memorables de la historia en la que también se destacaron mujeres que se pusieron a la altura de los hombres más aguerridos, lo que constituyen muestras de patriotismo en su expresión más alta.
En esta lucha, decenas de extranjeros unieron sus destinos a los cubanos: Máximo Gómez, Luis Marcano, Henry Reeve Thomas Jordan, en un digno antecedente de lo que será el sentimiento internacionalista que aparecerá en etapas posteriores.
La Protesta de Baraguá, protagonizada por Antonio Maceo y un grupo de patriotas que no aceptaron el pacto del Zanjón fue una manifestación genuina de intransigencia revolucionaria, valor que se fue gestando a lo largo de nuestra historia.
En las últimas décadas del siglo XIX se destacaron Enrique José Varona y Pera (1849-1914) y José Martí y Pérez (1853-1995), como los representantes más genuinos de la educación en valores. Otros maestros que se destacaron en su quehacer pedagógico, fueron Manuel Valdés Rodríguez (1849-1914); Maria Luisa Dolz y Arango (1854-1928); Carlos de la Torre (1878-1932); entre otros. Ellos a pesar de ser exponentes de las ideas positivistas, apreciaron una clara delimitación entre las concepciones de instrucción y educación como mentores comprometidos con la educación moral de los educandos, imprimieron un sello creativo en la pedagogía cubana; consideraron a la escuela, responsable de la formación del hombre.
Varona fue un ilustre filósofo, sociólogo y educador camagüeyano que logró conformar una teoría educativa basada en principios filosóficos, sociológicos y psicológicos y que se preocupó por la formación integral y plena el alumno, al considerar que la enseñanza debía contribuir a “… la formación de los hábitos morales, al desarrollo mejor del cuerpo humano, al desenvolvimiento de la inteligencia y a la expresión adecuada y racional de los sentimientos y emociones en cada niño, dándole a la parte moral la preferencia.”(7)
El principal educador en valores en el siglo XIX cubano fue José Martí quien tenía un concepto muy claro acerca de la formación integral del hombre. En todo momento debía presentarse al niño la unidad dinámica que existe entre los conocimientos útiles, el desarrollo del pensamiento creador, la responsabilidad de actuar para transformar el medio natural y social que lo rodea y la formación de valores morales positivos de todo hombre virtuoso.
El proceso idóneo para obtener esos objetivos lo percibía Martí en “…la conjunción dialéctica entre conocer, pensar, actuar y formar valores. Esa relación tiene como núcleo central, como elemento aglutinador del resto de los aspectos a lograr, la formación de los sentimientos estéticos”. (8)
La esencia de la concepción educativa martiana se afirmaba en el criterio de que, al enseñarle al hombre a percibir estéticamente la naturaleza, la realidad social y a valorar las obras de arte, le daba a su vida una especial dimensión que la haría más pictórica, multifacética e interesante.
El propósito de Martí estaba encaminado a poner en un primer plano del proceso de aprendizaje el interés por elevar en el niño la cultura de las emociones, para enriquecer así el mundo interior del hombre y a su vez que pudiera identificarse con los problemas sociales y políticos a los que debía enfrentarse.
A finales del siglo XIX el sentimiento de patriotismo se profundizó y adquiere una esencia nueva, expresada en el antiimperialismo del que Martí resulta el principal abanderado. Martí abogaba por la necesidad de enseñar a pensar y a crear al alumno en el proceso de aprendizaje y a ejercitar la mente constantemente, así como a trabajar con independencia.
Al producirse la primera intervención norteamericana, con una estrategia política de sometimiento, los norteamericanos consideraron oportuno utilizar la educación como vía para transformar la manera de pensar de los cubanos e iniciarlos en una nueva concepción del mundo en relación con sus intereses hegemónicos.
Los intereses anexionistas de los Estados Unidos, encontrarían en la enseñanza de principios del siglo XX, el instrumento idóneo para transformar los sentimientos patrióticos del cubano. Como una de las vías utilizó la oferta a los maestros de cursos fuera del país, diseñados con objetivos muy marcados a favor del gobierno de Estados Unidos para lograr que a su regreso trasmitieran a sus alumnos el modo de vida de allí y ejercieran influencia a favor de la anexión.
No obstante, el arraigo martiano de la pedagogía cubana, se abriría paso dentro del naciente y afrentoso modelo pseudo republicano. Con poca visión política subestimaron la sólida formación independentista del pueblo cubano y su arraigo a la tradición patriótica más genuina. Esta conciencia triunfó plenamente al extremo que se plantea que los dirigentes estadounidenses comenzaron a pensar que “norteamericanizar” la Isla le llevaría por lo menos 100 años.
La autora es del criterio que la formación plena del educando, prevaleciente en la colonia, se convirtió en una regularidad en la República neocolonial; pese a la concepción positivista impuesta a la enseñanza, predominó como fin de la educación: la formación integral del hombre.
En las tres primeras décadas de la República (1902-1934) el reflujo de las ideas del siglo XIX continúo su influencia en el pensamiento educativo cubano. El énfasis se puso en defender la tradición más legítima en la formación del hombre por medio de una concepción cientificista de la cultura.
La crisis estructural del sistema económico, político y social cubano a final de la década de los años 50 y sus consecuencias psicológicas hizo caer el pensamiento cubano, en general, en una especie de existencialismo y en el fideismo, a manera de apoyo moral ante la impronta de la realidad y se fueron olvidando las tradiciones más legitimas.
Sin embargo, todo no estaba muerto en la sociedad, en el subsuelo bullía una esperanza, educadores destacados asumieron la vanguardia de la educación y lograron inculcar en sus alumnos el optimismo, el amor al país, el espíritu crítico necesario para conocer la realidad y la creatividad para transformar la sociedad, a pesar del pesimismo oficial. Esta fuerza educativa que venía de la tradición en la formación de valores tuvo su máxima expresión en la Generación del 53, que abrió de nuevo el camino al fundir el pensamiento martiano con las nuevas ideas del marxismo. Se comenzó la lucha y se hizo la Revolución.
Desde el inicio del proceso revolucionario se insistió en el papel de la educación “para crear una ética, para crear una conciencia, para crear un sentido del deber, un sentido de la organización, de la disciplina, de la responsabilidad.”(13) Estas palabras de Fidel Castro guían de nuevo en el camino correcto de la educación en valores. Esta idea ha estado presente siempre: la formación patriótica, internacionalista, el antiimperialismo y los valores cívicos como necesidad priorizada del proceso revolucionario.
El proceso revolucionario mismo ha sido una gran fuente para la formación de los nuevos valores. Todas las instituciones de la sociedad deben contribuir a ello. El concepto de “hombre nuevo” concebido por el Che resulta un fuerte impulso a los objetivos de la educación. Los ejemplos de patriotismo e internacionalismo del pueblo cubano son una muestra fehaciente de ello.
El segundo perfeccionamiento de la educación cubana, puso en práctica, a finales de los años 80, “Orientaciones para la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje y su relación con la formación de valores”, al plantear que una tarea básica de la educación política, ideológica y moral consiste en fijar en los adolescentes y jóvenes los valores del socialismo”.
La Resolución Ministerial 90/98 del Ministerio de Educación, instrumentó lineamientos para fortalecer la educación en valores, la disciplina y la responsabilidad ciudadana desde la escuela cubana; en los que se señala: "la escuela cubana debe reforzar su labor con un enfoque más integral en su proceder educativo y alcanzar una alta exigencia de la disciplina, de la observancia de las normas de la moral socialista y de las responsabilidades, colectivas e individuales, de los alumnos, maestros y profesores, así como de todo el personal de los centros docentes" (9).
La formación de valores debe continuar siendo el centro de preocupación educativa del país, pues no han cesado las circunstancias que la crearon, solo han variado de forma. El papel formativo de la educación cubana esta dirigido a cumplir la afirmación martiana de que “preparar a un pueblo para defenderse, y para vivir con honor, es el mejor modo de defenderlo.”(10)
El análisis efectuado de estos antecedentes, refleja los niveles alcanzados en las diferentes etapas históricas en la educación en valores, las transformaciones graduales y sistemáticas que se han producido hasta hoy en esta tarea pedagógica, a partir de las exigencias cada vez mayores de la sociedad de formar integralmente a las nuevas generaciones.
Algunas consideraciones teóricas acerca de la educación en valores
Resulta importante tratar algunas consideraciones generales que se deben tener en cuenta en la educación en valores, al concebirla como un proceso dirigido al mejoramiento humano de los educandos que implica transformaciones profundas y sistemáticas en el proceder del docente para un mejor desempeño en su práctica pedagógica. Para alcanzar esta aspiración es indispensable que se considere el papel de la educación como aquel proceso que garantiza la formación y desarrollo del individuo a través de toda su vida.
La categoría educación se expresa, como un ¨ proceso conscientemente organizado, dirigido, y sistematizado sobre la base de una concepción pedagógica determinada, que se plantea como objetivo más general, la formación multilateral y armónica del educando para que se integre a la sociedad en que vive, contribuya a su desarrollo y a su perfeccionamiento, y que el núcleo esencial de esa formación deben ser los valores morales. (11). Esto implica que la educación en el valor patriotismo sea un proceso en el que de manera planificada y sistemática se conciba conscientemente desde el entrenamiento y se conjugue con otros tipos de actividades que posibiliten la integración de diferentes agentes socializadores para contribuir a la formación integral y armónica del futuro atleta.
El paradigma psicológico histórico cultural marxista formulado por Lev Vigotski (1896-1934), enfatiza que la fuente principal del desarrollo psíquico, como reflejo subjetivo de la realidad objetiva, es la interiorización de elementos culturales, y que toda función psíquica en su formación y desarrollo aparece dos veces: primero, en la interacción con otras personas, plano interpsicológico, y después, en el interior del propio sujeto, plano intrapsicológico, concepción que concibe la educación en los valores sociales y humanistas como vitales en el desarrollo intelectual y personal del hombre. Esto significa que a partir de la interacción del hombre con la realidad adquiera los conocimientos sobre el valor patriotismo, lo cual se debe expresar en un sentimiento de amor hacia la patria, hacia el resto de la humanidad, a la defensa de su soberanía y a partir de ellos comprometerse y actuar en consecuencia con lo antes planteado.
Los valores, se educan íntegramente en las diferentes etapas de su vida, desde las riquezas de las verdaderas relaciones espirituales entre los sujetos, a través de los procesos de actividad, autoactividad, y máxima comunicación, la cual se precisa como “... un proceso en el cual transcurre la interacción entre los sujetos y el intercambio de información, de vivencias e influencias mutuas que siempre dejan una huella que favorece el cambio en los interlocutores.¨ (12), por lo que no se puede ver al margen de la actividad de los sujetos. Además requiere de la aplicación de un sistema de métodos productivos, que desde un clima socioafectivo, permitan el desarrollo de un pensamiento creador, autocrítico y divergente en los alumnos, para que estos elaboren, de una manera implicativa, y protagónica sus proyectos de vida en su crecimiento personal, definido este concepto como: ¨ el proceso de cambio y transformación que se produce en los contenidos y funciones psicológicas de la personalidad, que permite un nivel superior de regulación y autorregulación comportamental e implica, a partir de las exigencias de la sociedad, una mejor relación con su medio, con las otras personas y consigo mismo”. (13).
El examen realizado reconoce que los valores se forman y desarrollan sólo en la interacción sujeto – objeto y sujeto – sujeto, de manera que constituye un requerimiento general para alcanzar este propósito, optimizar, la socialización.
La socialización es el “conjunto de procesos sociológicos, pedagógicos, y psicológicos por los cuales el individuo, en la asimilación de la experiencia social, se incorpora a diferentes actividades, participa con otros, se implica en su ejecución, establece relaciones y se comunica, todo ello en función de las expectativas y representaciones que como miembro del grupo de que se trate va desarrollando, de los conocimientos, sentimientos, actitudes que en el se van formando al respecto, con lo cual reproduce, modifica o crea nuevas expectativas que a su vez dan lugar a su práctica en una dimensión cada vez más reflexiva y autodirigida como heredero o representante de las conquistas de la humanidad, de la región y país en que vive, de la provincia, comunidad, grupo, familia de que es miembro, como sujeto que se desarrolla”. (14)
El gran soporte de los procesos educativos y de socialización del sujeto, están en la familia y la escuela, de ahí la importancia de construir entre familiares y docentes una relación integral y contextualizada en la dirección a seguir para la educación en el valor patriotismo como un proceso formativo de la personalidad de los educandos.
Los valores como formaciones complejas de la personalidad, entendida esta categoría como: ¨ configuración psíquica de la autorregulación de la persona que surge como resultado de la interacción entre lo natural y lo social en el individuo y que se manifiesta en un estilo de actuación determinado, a partir de relaciones entre la función motivacional-afectiva y cognitivo-instrumental, entre los planos interno y externo y entre los niveles consciente e inconsciente”, (20), se ubican en su esfera motivacional afectiva, y afectan, configuran y organizan las ideas del hombre; condicionan sus sentimientos, actitudes y cualidades, rasgos estables que permiten identificar las particularidades de una personalidad concreta.
Un número considerable de autores ha ofrecido la definición del concepto valor, como Rosental y Iudin (1981), Dacal (1988), González (1995), García (1996), Chacón (1999), Fabelo (2003), Addine (2004) y Pla (2005). Estos expresan desde las perspectivas de análisis del objeto de estudio de cada una de las ciencias que abordan diferentes puntos de vista, no obstante en todos ellos existe coincidencia en cuanto a la significación socialmente positiva de objetos y fenómenos al ser incluidos en el proceso de la actividad humana.
La autora, comparte la siguiente definición conceptual de valor “son determinaciones que designan la significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y sujetos para un individuo, un grupo o clase social o la sociedad en su conjunto” (15)
Se asume la clasificación de valores que ofrece el investigador J. R. Fabelo, al concebirlos en tres planos fundamentales:
Primero: como sistema objetivo de valores, como relación de significación entre los procesos, objetos, fenómenos, sucesos, conductas, e ideas en cada resultado de la vida social y de las necesidades e intereses de la sociedad en su conjunto, es sistema es histórico concreto, estructurado de manera jerárquica y desempeña un papel movilizador hacia el progreso social.
Segundo: como valores subjetivos o de la conciencia, que se refiere a la forma en que esa significación social, que constituye un valor objetivo, es reflejada en la conciencia individual o colectiva, los que cumplen una importante función como reguladores internos de la actividad al responder a la relación: significación social - conciencia individual; es decir, dependen y se fundamentan en el sujeto, por los que es notable el sentido de apreciación del sujeto. Estos valores sirven para entender, orientar, codificar y actuar en el mundo.
Tercero: como sistema de valores institucionalizados, lo cual evidencia el modo de organización y funcionamiento de la sociedad en la que el sujeto vive y se desarrolla. El sentido histórico - social de los valores se explica a través de la relación conocimiento - valor, conocimiento - valor – sentimiento- actitud.
Esta clasificación de valores se realiza desde una perspectiva didáctica y metodológica, pero en la práctica existe una interacción dialéctica entre ellos pues en el plano subjetivo los valores son el reflejo de la realidad objetiva y estos se insertan en el modo de organización y funcionamiento de la sociedad, lo que constituye un referente importante para potenciar la educación de los valores subjetivos. Cada alumno interioriza aquello que satisface sus necesidades personales y, sobre esta base tienen intereses, precisan sus aspiraciones futuras y llegan a analizar las posibilidades que tiene de alcanzarlas: así se manifiestan los valores. Por eso es que dirigen y orientan la actividad humana de forma consciente y, a la vez, como proceso individual.
Dentro de los valores subjetivos a desarrollar está el patriotismo, significa que se convierta en motivo que oriente la actividad de los alumnos en las diversas esferas de su vida social, moral, académica, deportiva, política. Trabajar como educadores para influir en su interiorización por todas aquellas personas que lo rodean; contribuir a crear ambientes apropiados para el desarrollo armónico de sus relaciones interpersonales; aprender y enseñar a solucionar problemas inherentes al patriotismo, de manera que estos, sean fuentes de desarrollo, y ocupe, un lugar significativo en la escala de valores del futuro atleta.
Según Báxter son varios los métodos para educar en valores, entre ellos están los dirigidos a:
La conciencia
Mediante la persuasión se ofrecen los argumentos suficientes y necesarios para que los sujetos conozcan e interioricen el significado de cada uno de los valores y las conductas manifiestas esperables. Prevalece el componente cognitivo. Mediante explicaciones y argumentos convincentes, objetivos y creíbles se analizan las normas y reglas de conducta a seguir en cada momento. Es muy importante en esta dirección el ejemplo personal del personal docente y del resto de los adultos que rodean al educando.
También influyen en la conducta y la conciencia los hechos y actividades de los grandes hombres y mujeres del pasado y del presente. Se hace necesario acercar los ideales y paradigmas a los que se aspira, a los jóvenes, para lograrlo es recomendable analizar a las figuras heroicas en sus rasgos más cercanos a su propia vida y conducta cotidiana. Se debe relacionar la grandeza de los héroes de ayer con ejemplos de hombres y mujeres, jóvenes de hoy, cuya conducta y cumplimiento del deber los hace también dignos de imitar.
La actividad
Los métodos dirigidos a la actividad están relacionados con la participación de manera consciente, activa y reflexiva de cada uno de los implicados en la tarea a realizar, que no se sientan obligados a realizarla sino que experimenten emoción y satisfacción en su ejecución. Aquí prevalece el componente afectivo, motivacional y volitivo. Estos métodos constituyen acciones dirigidas a la utilización eficaz de distintas actividades prácticas para educar la conciencia y propiciar conductas adecuadas.
La valoración
Buscan que los sujetos tengan la posibilidad de comparar lo que hacen con el modelo correcto propuesto, tanto en las tareas individuales como colectivas. De manera general es necesario combinar estos tres tipos de métodos en todas y cada una de las actividades en que participan los educandos.
Otros métodos auxiliares de estimulación pedagógica que se utilizan generalmente como complementarios son: el estimulo y la sanción. Permiten la regulación de las diferentes influencias y se emplean cuando se quiere reforzar conductas positivas o cuando es necesario frenar los motivos negativos.
El estímulo reafirma las cualidades positivas de la personalidad, contribuye a reforzar la satisfacción por el deber cumplido y la aspiración de ser mejor cada día. Los procedimientos que mas se usan son: la aprobación, el elogio, y el agradecimiento.
En cuanto a la sanción, si es utilizada adecuadamente desde el punto de vista educativo, y es oportuna, permite que el estudiante tome conciencia de donde están sus errores y la posibilidad de enmendarlos, en este caso los procedimientos que se deben utilizar son: la advertencia, la amonestación, privada o pública, el análisis de las consecuencias de los errores.
En el cumplimiento de la trascendental misión que los educadores cubanos, cualquiera que sea el nivel de enseñanza donde se desempeñen, tienen en sus manos no puede faltar una cultura histórica básica. De manera que no se hace referencia a que el entrenador de un área deportiva se convierta en un especialista en Historia, sino al dominio de la misma como parte imprescindible del conocimiento de todos y cada uno de los que asuman la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones. Estudiar, enseñar, divulgar y conversar sobre la historia universal, de América, de Cuba, de la localidad, es una fuente para sembrar ideas en los alumnos por lo que el entrenador debe vincular orgánicamente la historia nacional con la historia local, orientar el trabajo independiente de los alumnos sobre lugares históricos, tarjas, monumentos, propiciar encuentros con participantes en hechos relevantes de la historia y en especial, con figuras relevantes del deporte. Estas actividades deben ser realizadas con una adecuada dirección pedagógica y nunca ser fruto de la improvisación.
Según Martí en 1881: “De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas.” (16)
Sembrar ideas y enseñar a defender estas ideas son tareas de la dirección del aprendizaje y la educación histórica, la cual constituye fuente formidable de educación en valores, de camino hacia el mejoramiento humano e instrumento imprescindible para la ineludible batalla de pensamiento de los tiempos que se viven.
Caracterización del patriotismo, valor supremo de un proyecto social como parte esencial de la vida en comunidad
Patriotismo, literalmente significa amor a la patria, devoción a su suelo y a sus tradiciones, a su defensa e integridad. Pudiendo ser entendido este concepto, en un sentido más amplio al de la nación o el Estado, “el nacionalismo remite a la idea de nación para definirse, el patriotismo está mucho más determinado por la subjetividad del que siente tal emoción “. (17)
En la obra "Miscelánea Filosófica" de Félix Varela Morales (1788-1853), aparece la formulación del sentido de la patria y el sentimiento del patriotismo. "Al amor que tiene todo hombre al país en que ha nacido, y al interés que toma en su prosperidad les llamamos patriotismo.” (...). “No es patriota el que no sabe hacer sacrificios a favor de su patria o el que pide por estos una paga” (18). Estos planteamientos tienen vigencia en la formación del futuro atleta, que será representante de su patria en los escenarios deportivos internacionales, donde tendrá que enfrentarse al mercantilismo y demás vicios que atacan al deporte cubano.
Varela, postularía así, el amor al país de origen como medio para lograr el bienestar individual y colectivo. Según sus concepciones éticas, la patria a nadie debe, los méritos patrióticos son para hacer ver que se han cumplido unas obligaciones, las que considera máximas de un patriota.
Con el magisterio del Padre Varela se formó José de la Luz y Caballero (1800-1862), el cual consideró al igual que su preceptor que sólo con la integralidad de las diversas ramas de la cultura se puede alcanzar la racionalidad y la comprensión científica acerca de la importancia de la ética. Porque esta última se interrelaciona con las formas de actuar tanto en lo individual como en lo social.
La concepción más elevada y madura sobre la patria y el patriotismo en Cuba está en la obra de José Martí Pérez (1853-1895), por su coherente y acertada idea para encauzar el logro de la misma; define al patriotismo como "... la levadura mejor (de todas las conocidas) de todas las virtudes humanas" (19). Su concepción implica una actitud ante la patria, ante Latinoamérica y el mundo, manifestada en la capacidad de su defensa, principios axiológicos que sustentan la Revolución cubana.
“Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca y en que nos toca nacer y ni se ha de permitir que con engaños del santo nombre se defienden a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas, ni porque a esos pecados se dé a menudo el nombre de Patria, ha de negarse el hombre a cumplir con su deber de humanidad. Es la porción de ella que tiene más cerca”. (20)
La autora afirma que es necesario profundizar en el concepto de patria, que ofrece Martí, para comprender el valor del patriotismo y este contenido como expresión de un ideario cubano, implica sobre todo, el profundo sentido humanista de la definición y su carácter universal, por lo cual, la definición de la cubanidad en él es el surgimiento de una nueva dimensión de la patria y el patriotismo que son diametralmente opuestos a toda expresión de chovinismo y de nacionalismo étnico que pondere superioridades raciales, culturales o de otros tipos.
“No es Patria el amor irracional a un rincón de la tierra porque nacimos en él, ni odio viejo a otro país acaso tan infortunado como culpable. Patria es algo más que opresión, algo más que pedazos que tenemos sin libertad, y sin vida, algo más que derecho de posición a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”. (21)
Se coincide con Martí que el patriotismo implica no solo el sentimiento de amor por la tierra en que se nace, sino el enfrentamiento abierto a quien la ataca, es la defensa de todo aquel acervo cultural común de cada generación que reabre como ligado de las anteriores entre patriotismo y nacionalismo, los cubanos han hecho una nación patriótica, patriotismo es, según la axiología martiana, el valor supremo de un proyecto social, pues la comprensión de ese sentimiento lleva al hombre a ser más digno.
El pensamiento latinoamericano, tiene en José Ingenieros (1877-1925), un fiel exponente de los sentimientos patrióticos, reflexiona acerca del vínculo nación - patria, y reconoce que el patriotismo nacional se extiende al horizonte político. Plantea que la patria es sincronismo de espíritu, unidad moral; temple para el esfuerzo y disposición para el sacrificio; unidad de esperanzas, y sentirse decididos a realizarlas; solidaridad sentimental; ideales de cultura; sentimientos colectivos de nacionalidad; emulación colectiva para que la propia nación ascienda a las virtudes de que dan ejemplo otros mejores.
El sentido de pertenencia es para este autor, un componente afectivo importante, para él, la patria no existe en abstracto, existe desde la llamada “patria chica”, en la escuela, la comunidad, el barrio, la ciudad. El propio autor señala: “El terruño es la patria del corazón, habla a nuestros recuerdos más íntimos, estremece nuestras emociones más hondas” (22), asevera, que no se ama espontáneamente regiones y hombres cuya existencia se ignora.
Varios son los autores que han definido el patriotismo, como Lenin (1977), Rosental y Iudin (1981), Pisarienko (1987) y Samé (1990). En estas definiciones se precisan las siguientes ideas: el amor a la patria y sus destinos; a la cultura, a los héroes, a los símbolos patrios.
Según los criterios de Báxter, los valores se forman y se educan; debido a que la educación debe tener una dirección en la formación del hombre, y dar respuesta al tipo de hombre que ha de formarse para vivir en una determinada sociedad.
Báxter, define patriotismo como: “demostrar alegría y orgullo por el suelo en que nació; admirar y respetar la historia patria; sus símbolos y atributos; conocer los hechos históricos y amar a los héroes y mártires de la patria; estar dispuesto a defender la patria de cualquier amenaza, tanto externa como interna; amar y cuidar la naturaleza, identificarse con las principales tradiciones patrióticas y culturales de su país...” (23). Esta autora coincide con los criterios anteriores y precisa además la necesidad del cuidado de la naturaleza, de las tradiciones patrióticas, así como la defensa del país ante cualquier amenaza.
Domínguez, expresa ¨...amor y defensa de la patria, el amor a la naturaleza de la patria, el respeto y admiración por quienes contribuyeron a forjar la patria, el respeto a las manifestaciones culturales y a las mejores tradiciones patrióticas, el respeto a los símbolos nacionales, lucha por la dignidad y la soberanía, la disposición para el esfuerzo y el sacrificio, el sentido de pertenencia, el sentido de la propiedad común, la disciplina social, el respeto a las leyes, la crítica a lo mal hecho, la lucha contra lo adverso, la ayuda solidaria entre compañeros y demás personas que nos rodean, la solidaridad con las causas justas y la disposición de cooperar con otros pueblos del mundo.” (24) Esta autora agrega a lo planteado la disciplina social, el respeto a las leyes y la crítica a lo mal hecho.
Arteaga y Cárdenas, “... relación que se establece entre el individuo y la patria, se expresa en el sentido de pertenencia y en el sentimiento de amor y respeto a sus símbolos, héroes y mártires, a la naturaleza de la patria; en la responsabilidad por su destino, en la lucha por contribuir a su engrandecimiento y el enfrentamiento a sus enemigos y a todo aquello que lo dañe o disminuya y en la actitud hacia el medio histórico cultural, la lengua y las tradiciones patrias, y sobre todo hacia el resto de los ciudadanos. Es a la vez un sentimiento, una actitud y una relación”. (25). Estas autoras distinguen de los demás la importancia de la preservación de la lengua, consideran que es un sentimiento y una actitud hacia el resto de los ciudadanos.
Las veinte ideas básicas precisadas en la definición del concepto de Revolución, expuestas por Fidel Castro Ruz (2001), constituye según, Raúl Castro Ruz, la quintaesencia del trabajo político e ideológico en la sociedad cubana actual; de manera que toda acción educativa del valor patriotismo debe estar orientada en esta dirección.
Según Fidel Castro (2001), “Revolución es: sentido del momento histórico; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”. (26)
Las definiciones de patriotismo examinadas, se sintetizan en la ofrecida en el Programa director para el reforzamiento de valores fundamentales en la sociedad cubana actual, (2006) como: “...lealtad a la historia, la patria y la Revolución socialista, y la disposición plena de defender sus principios para Cuba y para el mundo”. (27)
En las indicaciones del Presidente del INDER, para el curso 2008-2009, se da la siguiente definición de patriotismo: “Es lealtad a la historia, a la patria, a la Revolución Cubana y la disposición de defenderla en los terrenos competitivos o en las trincheras de combate” (28), definición que se asume en la presente investigación.
Las definiciones de patriotismo estudiadas, establecen que es un componente político e ideológico a educar en las nuevas generaciones, que tiene su expresión geográfica que es el país, el territorio concreto en que existe: una expresión política que es el estado y las formas de equilibrio político que lo rigen y una dimensión organizativa que es la forma de comunidad humana; que implica un sentimiento, sentido de pertenencia, una relación objetiva y una actitud.
En tanto actitud, implica conocimiento de la patria, de su historia, de su entorno, de sus héroes y mártires, de los símbolos que la identifican; además, articula la identificación afectiva, sentimientos de amor, de respeto, sentido de pertenencia a eso que se conoce y que constituye él todo de la patria, incluidos sus semejantes y por último, una conducta que se materialice en la lucha por cumplir las obligaciones respecto a ella, luchar por engrandecerla, la defensa intransigente de sus intereses, el rechazo a toda agresión extranjera.
Potencialidades que brinda el entrenamiento en las áreas deportivas, como acción comunitaria, para fortalecer el patriotismo entre los futuros atletas
La cultura física y el deporte en Cuba tienen un carácter educativo y formativo; su práctica se fomenta y promueve como medio de educación y contribución a la formación integral de los ciudadanos. Las Escuelas Comunitarias de Deportes, Educación Física y Recreación, en su concepción territorial son las encargadas de cumplir la política deportiva cubana en su espíritu de que el deporte es un derecho del pueblo. Estas Escuelas Comunitarias se corresponden con la demarcación geográfica de los Consejos Populares, que son los órganos de coordinación del Poder popular en las comunidades y su función consiste en crear un ambiente deportivo y recreativo permanente en la comunidad, donde la participación de toda la población sea creciente y sistemática, asumiendo en esta investigación las siguientes definiciones de participación y comunidad.
Participar: “Más que estar presentes, más que movilizar, más que intercambiar criterios, más que opinar, significa sensibilizarse, tomar parte, implicarse, decidir y actuar comprometidamente”. (29)
Comunidad es “Espacio físico ambiental, geográficamente delimitado, donde tienen lugar un sistema de interacciones socio políticas y económicas que producen un conjunto de relaciones interpersonales sobre la base de necesidades. Este sistema resulta portador de tradiciones, historia e identidad propias que se expresan en identificación de intereses y sentido de pertenencia que diferencian al grupo que integra dicho espacio ambiental de los restantes”. (30)
El elemento central de la vida comunitaria es la actividad económica, pero junto a esta y como parte esencial de la vida en comunidad, están las necesidades sociales de la vida en comunidad, tales como la educación, la salud pública, la cultura, el deporte, la recreación y otras. Todas ellas integran una unidad y exigen un esfuerzo de cooperación del que deben ser gestores e impulsores los profesores que laboran en las Escuelas Comunitarias deportivas.
Este trabajo comunitario debe ser considerado no solo trabajo para la comunidad, ni en la comunidad, ni siquiera con la comunidad; es un proceso de transformación desde la comunidad: soñado, planificado, conducido, ejecutado y evaluado por la propia comunidad, y tiene como objetivo central fortalecer la defensa de la revolución en todas las formas en que ella se expresa consolidando así el proyecto cubano de desarrollo socialista, mediante la cohesión de los esfuerzos de todos para lograr el mejor aprovechamiento de las potencialidades de la comunidad.
El trabajo comunitario resulta imprescindible, determinante para el desarrollo social, constituye un elemento táctico principal, decisivo para la propia continuidad del proyecto socialista que es decir de los destinos de la nación cubana; teniendo en cuenta que la comunidad, en última instancia está constituida por personas, individualidades a las cuales debe llegar la acción comunitaria, no como algo impersonal y distante sino de modo directo y personal.
Dentro de las Escuelas Comunitarias, las áreas deportivas constituyen los espacios donde se practican sistemáticamente las actividades físicas y deportivas, las que son reconocidas como entretenimiento, pasatiempo, diversión, como práctica del ejercicio físico, o entrenamientos por lo general al aire libre. Sin embargo este concepto es de un alcance y valor social mucho mayor. Matvéev precisó: “El deporte en su sentido más estrecho es visto como competición en sí mismo, sin embargo en su sentido amplio representa el factor más activo de la Educación Física y una de las formas fundamentales de la preparación del hombre para la actividad laboral y de otro género socialmente indispensables y a la par, uno de los medios más importantes de la educación ética y estética, la satisfacción de las demandas espirituales de la sociedad y la educación y ampliación de los vínculos internacionales.” (31)
El deporte es un fenómeno social polifacético y multilateral que ha ocupado históricamente un lugar destacado, y cuya importancia continúa creciendo de manera impetuosa. Abarca no solo la competición sino también la preparación especial que se realiza para la misma y las relaciones sociales que se establecen entre sus participantes. Entre sus funciones sociales y al efectuar la caracterización de esta actividad Matvéev señala los relativos al deporte como patrón y en su función heurística el deporte como medio de desarrollo, educación y preparación multifacéticos para la práctica vital, cumpliendo funciones de saneamiento y recreación, por sus propiedades estéticas donde goza de popularidad como espectáculo, así como por su significado económico que no es menos importante en la actualidad. De ahí que sean comprensibles las causas que acrecientan la atención al deporte y la educación física en la sociedad socialista.
En el Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica del INDER se fundamenta que: “La práctica de las actividades deportivas, físicas y de recreación en forma masiva ha de promover una ciudadanía sana, vigorosa y de carácter firme, preparada para la defensa y el progreso de la patria y con un profundo sentido de sus deberes cívicos. El deporte, la educación y la recreación físicas deben practicarse como medios de expansión y solidaridad entre la población y de exaltación de los más altos valores humanos”. (32)
La actividad deportiva al ocupar un lugar sustancial en la vida del hombre puede ser un poderoso vehículo para conducir la educación y auto educación del atleta y al mismo tiempo por sus propias características, los pone en contacto con disímiles y complejos problemas educativos. L. Matvéev sentenció: “El deporte, analizado en el aspecto de su influencia sobre la imagen moral del deportista no puede valorarse solo como un factor positivo o negativo. Su efecto educativo concreto depende en gran medida de las condiciones de organización pedagógica social de la actividad deportiva. Los mismos rasgos en situaciones diferentes pueden contribuir a la formación de rasgos diametralmente opuestos en el individuo.”(33)
El deporte como actividad, se utiliza ampliamente como medio de otras manifestaciones de la Cultura Física, esto se debe fundamentalmente a que posee grandes potencialidades educativas y formativas. El proceso de entrenamiento exige toda una serie de condiciones especiales que van desde un régimen riguroso de organización en la vida del deportista, pasando por altas exigencias de la práctica de los ejercicios hasta llegar al establecimiento de metas y propósitos en el orden de sus resultados en las competencias, a lo cual se suman las normas y reglas del deporte y la que se establecen para el trato con sus compañeros de equipos, entrenadores, adversarios y el público espectador que al deportista constantemente le exigen un comportamiento en correspondencia con la actividad.
El deporte se ha definido como forjador de la identidad de los pueblos, convirtiéndose de una fuente formadora de valores, en un valor en sí mismo. Durante mucho tiempo este tema de formación de valores constituyó campo exclusivo del área psicopedagógica, donde a los maestros y profesores se les instruye en la necesidad de vincular la enseñanza del contenido de las distintas asignaturas con la incidencia en la formación personológica de sus alumnos. En la última década del siglo pasado surge la necesidad de la formación de valores en el resto de los grupos sociales, con objetivos específicos diferentes para cada uno de estos grupos, pero que recogen un objetivo más general: la formación del sentido de pertenencia e identidad.
Es en el proceso de formación de la identidad que los valores aparecen como el componente fundamental de las acciones a tomar en cuenta por los especialistas que se vinculan al tema, especialmente los que se relacionan con aquellas actividades donde la cohesión grupal y el sentido de pertenencia adquieren características especificas que las hacen relevantes. Es aquí donde es importante la actividad deportiva en las áreas donde se forman los futuros atletas, al convertirse en formadora en sí misma de distintos tipos específicos de valores:
Los valores de la sociedad: honestidad, honradez, sensibilidad, responsabilidad, justicia, capacidad para expresar los sentimientos.
Los valores del sistema social de pertenencia, que en el caso de Cuba son: estar comprometidos con las características del deporte revolucionario, ser integrales defensores de la patria, la revolución y los principios del socialismo.
Los valores tradicionales asociados al deporte como son. Respeto a las reglas del juego, respeto al adversario, espíritu deportivo, respeto a las distintas nacionalidades y razas, lealtad, ética, competitividad.
Los valores más específicos del deporte que se practica: trabajo en grupo, en algunos casos, independencia de acciones en otros, habilidad en determinada área de trabajo.
En Cuba se hacen grandes esfuerzos para desarrollar el deporte: se forman decenas de miles de técnicos; se incita a todos a practicar deportes y educación física como un medio de salud, de sana recreación, de uso del tiempo libre, de desarrollar la voluntad, el espíritu de esfuerzo y la amistad entre todos los competidores. Con motivo de la excesiva comercialización, cuando el deporte ha dejado de ser de aficionados y el marketing desempeña un papel importante en las decisiones que se toman, el robo de talentos o sea, el robo del músculo, de los ricos contra los pobres, el doping como formas de engaño, llegando a constituir redes y los fraudes de diferente naturaleza, son motivo de preocupación.
Cuba no permite y no alienta a que ningún extranjero defienda las heroicas banderas de la patria, no se afilia a la comercialización galopante; no depende de las grandes trasnacionales para apoyar su deporte y procura por todos los medios que el deporte cubano sea acreedor, como lo es, al creciente reconocimiento y sano orgullo que el pueblo manifiesta por sus glorias deportivas y que nuestros campeones sigan siendo reconocidos en el mundo entero por su integridad, juego limpio y patriotismo.
Los entrenadores de las Áreas deportivas, responsabilizados con la formación de las futuras generaciones de atletas, deben plantearse una serie de tareas generales encaminadas a la educación ideológica, moral, estética e intelectual de sus alumnos y otras, mucho más específicas relacionados con su preparación física, técnica y táctica. Por tanto deberán estar preparados para hacerles saber a sus alumnos la inversión que hace la Revolución en su formación y lo que hay detrás de cada medalla, el juego limpio, inculcar en ellos el espíritu de entrega, dedicación y sacrificio que conlleva un proceso de entrenamiento, el amor al movimiento deportivo cubano sobre la base del patriotismo, la disciplina consciente, el humanismo y el antiimperialismo que son en definitiva valores de esta sociedad.
El entrenamiento en las áreas deportivas se convierte en un espacio muy útil para promover entre los futuros atletas estas actitudes y valores, vinculando a estos espacios, siempre que sea posible, a la familia, la escuela, y en general a la comunidad. El éxito de este proceso depende de la capacidad que tenga el entrenador de utilizar y reconocer la importancia del deporte como generador de valores en sí mismo, unido a la inmensa responsabilidad nacional de ser el exponente y máximo representante de la cultura del país, como la imagen ante personas de otras nacionalidades en todo el mundo.
En las indicaciones del Presidente del INDER, para el curso 2008-2009, se definen los modos de actuación asociados al patriotismo, de los que deben ser fieles exponentes los deportistas cubanos:
Estar dispuestos a hacer propias las prioridades de la Revolución y de su deporte, sin importar los sacrificios que demande.
Ser un deportista cubano que con su actuación, su combatividad y sus resultados defienda la Revolución en cualquier escenario.
Mantener en su conducta deportiva y ciudadana el espíritu aguerrido de Baraguá y de nuestro Partido Comunista de Cuba.
Ser consciente de su identidad cubana y actuar consecuentemente en el terreno deportivo y fuera de él, en el país o en el exterior.
Cumplir con convicción sus deberes en la defensa de la patria.
Ser un educador por su saber, su conducta ejemplar y su labor pedagógica.
Conclusiones
Por todo lo planteado anteriormente, la autora considera que el fortalecimiento de los valores morales desde las más tempranas edades y desde todos los escenarios donde sea posible debe constituir el principio y la finalidad del trabajo de los Ministerios de Educación, de Cultura, del INDER, de las organizaciones políticas y de masas, de la familia y, en general de la comunidad, para contribuir a fortalecer el amor y respeto a la identidad, a la historia, a los héroes y mártires de la patria y a las normas de convivencia de una sociedad socialista donde el hombre tiene derechos, pero también deberes impostergables, en primer lugar, para con la patria.
Los niños y niñas que asisten hoy a las áreas deportivas de las Escuelas Comunitarias, en cada una de las comunidades cubanas, seguramente serán los atletas que en el futuro representarán en otras tierras la bandera de la estrella solitaria, y los que no logren llegar a ser grandes deportistas, tendrán la misión y el honor de ser hombres y mujeres, cubanos sencillos y comunes que continúen la obra inmensa de la Revolución.
Notas
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digital · Año 13 · N° 130 | Buenos Aires,
Marzo de 2009 |