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EL RETORNO DE LAS AMAZONAS
Claudio Tamburrini (Argentina - Suecia)
claudio.tamburrini@mailbox.swipnet.se


Este artículo iba a ser publicado en Perfil pero no salió por la quiebra inesperada del diario


Según la mitología griega, las amazonas eran mujeres guerreras que lucharon contra los griegos en la guerra de Troya. Sus contemporáneos las describían como monstruosidades que abrazaron el ideal bélico en lugar de dedicarse a la maternidad y a la reproducción. [Según el relato, las amazonas se amputaban un pecho para poder estirar el arco sin dificultad]. Siendo una amenaza para el orden social de la época, las amazonas corrieron la misma suerte que los insurgentes de todos los tiempos: su reina, Pentesilea, fue matada por Aquiles, quien -al menos según las crónicas- fue con ella inclemente.

Tanto entonces como ahora, el ideal masculino estuvo siempre representado por la figura del guerrero. El atleta, sinónimo de actividad y fortaleza, corresponde a ese ideal. La mujer, en cambio, hasta hace muy poco vista como una figura pasiva en Occidente, es considerada todavía en muchas culturas como objeto a contemplar más que como sujeto activo. El ideal femenino tradicional es incompatible con la figura del deportista. Para muchos, esa supuesta incompatibilidad se ve confirmada en los resultados deportivos de las mujeres, inferiores a los de los hombres.

En realidad, la abrumadora superioridad masculina en el mundo del deporte no debería sorprender a nadie. Históricamente, las distintas disciplinas deportivas han sido concebidas por y para los hombres. Los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia estaban reservados para atletas varones: a las mujeres no les era permitido participar. Y, aún de haber podido competir, de poco les habría servido ser parte de la contienda. Las ramas deportivas de la antigüedad estaban diseñadas para favorecer las características físicas masculinas. Para vencer en las competencias de boxeo, carrera, lanzamiento de jabalina o bala, se requería un volumen considerable de masa muscular, fuerza y velocidad. Esas características eran elementos esenciales del ideal guerrero.

Esa línea se mantuvo también a comienzos de siglo, al reinstaurarse el ideal Olímpico. El fundador de los Juegos Olímpicos modernos, el barón Pierre de Coubertin, se oponía a la participación femenina en las competencias olímpicas por considerar que el deporte inculcaba rasgos de carácter indeseables para la mujer. El espíritu de sacrificio, el tesón, la fuerza de voluntad, virtudes todas que forman un carácter tenaz y decidido, seguían siendo prerrogativas masculinas y la esencia del ideal guerrero.

Durante los últimos años, sin embargo, la escena deportiva ha sido testigo del retorno de las amazonas. Las mujeres han ido mejorando el nivel de sus prestaciones deportivas, acercándose cada vez más al nivel competitivo de los atletas masculinos. La incorporación al repertorio olímpico de disciplinas que, como la gimnasia y el patinaje artístico, favorecen las características físicas femeninas (ritmo, balance y resistencia) han contribuido también a revalorizar el rol de la mujer en el mundo del deporte. Pero las atletas han llegado a superar a los hombres incluso en ramas deportivas tradicionalmente masculinas.

Una de esas disciplinas es el tiro al blanco. En 1996, la tiradora Elvira Isabel Bella obtuvo el título argentino en la categoría Fusil Militar (competición 300 m Mauser) al imponerse, como única participante femenina, en el 54to Campeonato Nacional de Tiro disputado en Puerto Belgrano.

La victoria de Elvira Bella tropezó con los rígidos esquemas de los dirigentes de la Federación Argentina de Tiro (FAT). La ganadora del certamen no fue coronada como campeona, sino que tuvo que conformarse con ser declarada "mujer mejor clasificada." Se argumentó que había sido un error dejarla participar en un certamen exclusivamente reservado para tiradores varones. En el momento de ganar en Puerto Belgrano, Elvira Bella había estado compitiendo a nivel nacional durante cinco años.

El caso de la amazona argentina no es único. En 1992, la tiradora china Zhang Shan se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla de oro en una competencia mixta de tiro al pichón, igualando el récord mundial y batiendo el récord olímpico vigente. Esa fue también la última vez que se celebró un certamen mixto bajo el auspicio de la Unión Internacional de Tiro. A partir de ese momento, se decidió organizar competencias segregadas para hombres y mujeres, debido a que - según el organismo internacional - "son pocas las mujeres que se califican para competir con los tiradores varones." Pocas, sí. Pero mejores.

¿Existen razones válidas para organizar competencias segregadas en el deporte? Los argumentos tradicionalmente esgrimidos en favor de la segregación son dos: proteger a un competidor más débil (por éso las mujeres no boxean contra hombres), y asegurar la igualdad de oportunidades al competir (por éso no hay certámenes mixtos de fútbol y atletismo, por ejemplo). Esos mismos argumentos también justifican las divisiones en categorías de deportistas de un mismo sexo. A un boxeador peso pluma no se le permite medir sus fuerzas con un peso pesado porque, al ser más débil, combatiría en condiciones de inferioridad física. Un equipo de fútbol de Primera D compite en otra categoría que un equipo de Primera A, porque se considera que, de otra manera, las posibilidades de presenciar una contienda justa se verían grandemente reducidas por el desnivel de los competidores.

Ninguna de esas razones, sin embargo, se aplica al caso de las tiradoras. Al no existir roce físico alguno, las competencias mixtas de tiro no ponen en peligro la integridad física de las mujeres. ¿Y para qué segregar en disciplinas deportivas en las que las mujeres tienen el mismo nivel competitivo que los hombres?

¿No será, en cambio, que los burócratas del tiro intentan aplastar en su cuna al nuevo modelo insurgente de la mujer Amazonas? Su conservadorismo, aunque injustificado, es entendible: coronar a una campeona de tiro implica reconocer que las mujeres pueden ser mejores guerreras que los hombres. Y éso, aparentemente, es más de lo que estos frustados Aquiles modernos soportan. No sería aventurado imaginar que en un futuro no muy lejano hombres y mujeres llegarán a competir juntos en las diferentes disciplinas deportivas, incluso en aquellas en las que se supone que el hombre, genéricamente 'es más fuerte'.


Fotos
Herb Ritts para TAG Heuer: Jaqui Agyepong (GBR, atletismo) y Amy Von Dyken (USA, natación)


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Año 4. Nº 13. Buenos Aires, Marzo 1999.