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El proceso formativo de los técnicos deportivos

 

Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Cursando Master en Alto Rendimiento del Comité Olímpico Español

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Diplomado en Magisterio de Educación Física

Emilio Lledó Figueres

ellfi08@hotmail.com

(España)

 

 

 

Resumen

          De forma tradicional las federaciones deportivas españolas han asumido la formación de los técnicos deportivos. Normalmente, las escuelas de entrenadores, situadas en el seno de estas federaciones, han sido las encargadas de organizar y llevar a cabo estos cursos. El problema, según Espartero (2004) es que este tipo de enseñanzas y titulaciones todavía no ha visto cubiertos sus objetivos, ya que se halla plenamente inmersa en un proceso de transitoriedad y de ambigüedad legislativa. Por ejemplo, a nivel de la Unión Europea (UE), ningún órgano posee competencias para supervisar diplomas o títulos, aprobados y, ni siquiera, para validar una armonización de titulaciones.

          Por lo tanto, el motivo de este artículo es revisar toda aquella información que se ha publicado sobre el proceso de formación, inicial y permanente, de los titulados universitarios en educación física, y ver si se pueden extraer líneas de trabajo aplicables en los programas de formación de técnicos deportivos, de forma que se dote a estos profesionales de mayores competencias que les permitan desarrollar sus actuaciones con mayor rigor científico.

          Palabras clave: Técnico deportivo. Formación. Educación Física.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - Nº 128 - Enero de 2009

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La formación inicial de los titulados universitarios en Educación Física

    Se entiende por formación inicial del personal docente el proceso a través del cual se prepara y capacita a los nuevos profesores para afrontar la práctica profesional de la enseñanza. Es decir, aprenden a enseñar. (Romero, 2004).

    Históricamente, a nivel legislativo, el área de educación física (EF) ha recibido diversas consideraciones. Hecho que ha supuesto un lastre para el crecimiento cualitativo de esta área, así como, un daño para la imagen de la asignatura (López, 2002). En este sentido, la LOGSE, en su artículo 16, fue la primera en especificar que la asignatura de educación física sería impartida por maestros con la especialidad correspondiente. Actualmente es la LOU, concretada a través de su RD55/2005, de 21 de enero, la que regula la elaboración y homologación de los nuevos planes de estudio

    En esta ley se insta, a las facultades y escuelas universitarias, a formar docentes que impartan una educación física basada en conocimientos con alto rigor científico. Así, según Zurita y Delgado (2003) la formación inicial recibida por los futuros profesionales asegurará la formación de un profesional competente que dominará una serie de destrezas que se supone qué harán de él o ella un docente eficiente.

    De esta forma, según Guidi (2006), se cubren las nuevas demandas impuestas por una sociedad más exigente, que espera que los profesionales de la docencia sean capaces de realizar una reflexión epistemológica, sobre los contenidos a tratar en su área; una reflexión pedagógica, que le permita establecer la líneas de actuación idóneas, según cada caso, para poder solventar los problemas que pueda presentar el proceso de enseñanza – aprendizaje y, finalmente, una reflexión social, que facilite la contextualización del aprendizaje a la realidad y al entorno social del discente.

    Por tanto, la formación recibida por los profesionales de la educación física será determinante para la aplicación de un proceso de enseñanza – aprendizaje que destaque por su calidad, facilitando la mejora global de la función docente. De forma que muchos educadores comprenderán mejor su labor educativa, siendo capaces de diseñar nuevos enfoques educativos.

    Así, una vez determinada la importancia del proceso formativo, de acuerdo con Arias (2001) se plantea la cuestión de saber cuáles contenidos de las ciencias aplicadas al deporte se deben abordar, cómo se definen y cómo se distribuyen en cuanto al tratamiento teórico – práctico de la enseñanza.

    El especialista en educación física, de acuerdo con el pensamiento de Carreiro da Costa et al. (1996 citados en Fuentes, 2001), debe desarrollar su labor en base a unos conocimientos científicos, a la vez que su actuación se destaca por alto valor pedagógico. De esta forma demostrará su competencia y su alto grado de profesionalidad. Para estos autores, el docente debe ser un buen conocedor de:

  • La pedagogía.

  • Atención a la diversidad.

  • Fines, objetivos y contenidos

  • Psicología

  • Aspectos curriculares

    Además, como ser humano transmisor de un área de conocimiento será muy importante, que posea también las siguientes habilidades (Carreiro da Costa et al., 1996 citados en Fuentes, 2001):

  • Respetar un código deontológico.

  • Contar con un amplio repertorio de habilidades de enseñanza.

  • Constructor de aprendizajes significativos.

  • Capacidad de autocrítica.

    De esta manera, los contenidos de enseñanza provenientes de las ciencias humanas y sociales se unen a los de las ciencias biológicas y se enmarcan en el ámbito de la acción motriz. Por lo tanto, los programas para la formación de los futuros profesionales de la educación física resultan, por un lado, del desarrollo de la praxiología motriz y, por otro lado, de sus puntos de convergencia con las otras disciplinas, siendo por esto programas flexibles con contenidos concebidos a partir de trabajos y experiencias pedagógicas realizadas en el campo, destacándose lo esencias para el estudio profundo y productivo de la ejecución deportiva y la elaboración de procesos estructurados científicamente, reales y adecuados de iniciación deportiva (Arias, 2001).

    Además, tal y como señalan Barceló, Learreta y Manzano (2005), las circunstancias socio – políticas, económicas y culturales orientadas a la globalización han impregnado también la filosofía educativa. Por lo que la formación en competencias, se reconoce ahora oficialmente y de forma explícita en los nuevos diseños curriculares de las titulaciones que se deben generar.

    En esta línea se sitúa el estudio realizado por Boned; Rodríguez, Mayorga y Merino (2006), en el que afirman que los profesionales de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte deben tener las siguientes competencias:

1. Capacidad de análisis

2. Capacidad de escucha

3. Capacidad de síntesis

4. Capacidad para pensar de forma lógica y sistemática

5. Capacidad para tomar decisiones

6. Capacidad para trabajar en equipo

7. Confianza en uno mismo

8. Flexibilidad

9. Identificación con el proyecto/ tarea

10. Iniciativa

11. Respeto a los valores éticos

12. Responsabilidad

13. Autoconocimiento personal

14. Capacidad para asignar y distribuir tareas

15. Automotivación

16. Capacidad para la búsqueda de información

17. Capacidad para establecer relaciones sociales

18. Perseverancia

19. Capacidad de innovación/ creatividad

20. Capacidad para integrar conocimiento

21. Capacidad de planificación

22. Autoaprendizaje

23. Orientación a los resultados

24. Capacidad para anticiparse a los problemas

25. Capacidad de autocrítica

26. Autocontrol emocional

27. Capacidad de expresión escrita

28. Autodisciplina

29. Capacidad para influir en los demás

30. Capacidad para hacer y recibir críticas

31. Capacidad para asumir riesgos

32. Deseo de éxito personal

33. Deseo de servir a los demás

34. Capacidad para hablar en público

35. Capacidad para gestionar crisis

36. Capacidad par defender los derechos propios

37. Capacidad de negociación

Tabla 1. Competencias de los profesionales en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (IPP-UEM, 2001 citado en Boned et al 2006).

Formación permanente de los titulados universitarios en Educación Física

    Debido a la constante evolución que experimenta la sociedad, cada vez los docentes se enfrentan a retos mayores, por lo que la adquisición de nuevas fórmulas, así como el aprendizaje de nuevos procesos y técnicas y, la utilización de los avances tecnológicos, resultará crucial en la aplicación de nuevas estrategias educativas para hacer frente a estos retos.

    En este sentido, Blanco (2006) considera que en los últimos años se ha acrecentado la necesidad de reciclarse y de mantener activa la cultura del saber para afrontar los cambios y la especialización que la realidad educativa exige. Así, diversos autores (Viciana, 1999; Blanco, 2006) consideran que disponer de la posibilidad de continuar aprendiendo después de una formación inicial reglada y durante las posteriores etapas de la vida, permite sentirse miembro activo de la sociedad educativa y vivenciar satisfactoriamente los cambios que en ella se producen.

    En este sentido destaca el trabajo de Viciana (1999), quien llega, entre otras, a las siguientes conclusiones:

  • Los docentes de Educación Física piensan, en general, que las actividades de formación aportan nuevos conocimientos y que éstos son aplicables al aula de Educación Física en la mayor parte de los casos.

  • Las expectativas del profesorado de Educación Física ante su formación permanente son (en porcentajes sobre el total de docentes encuestados):

    • Conocer y aprender más sobre su materia (25,79%).

    • Actualizar conocimientos (24,88%).

    • Mejorar como profesor e innovar en sus clases (22,62%).

    • Relacionarse con compañeros (15,83%).

    • Promocionarse e investigar y motivarse para el trabajo (10,85%, entre los tres).

  • Los docentes de educación física valoran muy positivamente el trabajo en equipo, destacando la colaboración y el grupo como artificio para conseguir objetivos más amplios y formativos.

  • El profesorado se muestra contundente ante el deseo de implicarse en su formación, debiendo ser él el protagonista de su propia formación permanente.

  • Las preferencias del profesorado de EF en cuanto a la actividad de formación son claras: el grupo de trabajo y la investigación en grupo se constituyen en las principales, con gran diferencia sobre las demás.

  • Predomina levemente (ya que ambas se sitúan en torno al 50%) la preferencia del profesorado de Educación Física hacia la asistencia a cursos o congresos frente a la formación en centros.

La formación de los titulados universitarios en Educación Física como base para los modelos de formación de los técnicos deportivos

    En primer lugar, resulta preciso justificar porque el proceso de formación de los docentes de educación física se puede aplicar a los técnicos deportivos. En este sentido, Romero (2004) afirma,

    “El término “docente” hace alusión al que enseña (…) es decir, la persona que, en posesión del título académico correspondiente, se dedica a enseñar. Cuando aludimos a “Educación Física” nos referimos al área curricular que se imparte en los centros educativos, tanto en la Educación Primaria como en la Educación Secundaria. Por tanto, la práctica de la EF se corresponde con el mundo profesional de la enseñanza, desarrollada en el contexto escolar y su objetivo es la educación de los niños y jóvenes. En este sentido, diferenciamos claramente un campo profesional “la Educación Física” frente a otras acciones a través de las actividades físicas (práctica deportiva, actividades recreativas o de mantenimiento físico, etc.) que se pueden realizar en diferentes lugares y que pueden ser atendidos por otros profesionales (Entrenadores, Técnicos Deportivos, Técnico de Animación…)” (p. 1).

    A pesar de que este autor diferencia claramente el campo de actuación profesional de unos y otros, considera, al igual que Ibáñez (1997), que la formación de los técnicos deportivos y la formación de los profesores de educación física deben seguir caminos paralelos. Es por ello, que resulta necesario y conveniente integrar ciertos contenidos propios de la Educación Física en los planes de estudio de las titulaciones de técnicos deportivos.

    En esta misma línea se encuentra el trabajo de Ibáñez y Medina (1999), a través del cual, los investigadores estudiaron relaciones existentes entre ambos modelos de formación. La idea que remarcan es que, a pesar de las notorias diferencias entre los ámbitos formativos citados, pueden establecerse, no obstante, una serie de relaciones entre ambos, por guardar la formación del profesor y la formación del técnico deportivo ciertas semejanzas, desde el momento en que, en los dos contextos de formativos, el objetivo principal se orienta asimismo a la formación de formadores o preparadores, aunque los ámbitos de aplicación y desarrollo profesional sean diferentes, y afirmando también que será en los objetivos o resultados a alcanzar, en las características y peculiaridades de su desarrollo profesional, en los contenidos a transmitir y métodos a aplicar donde encontraremos las diferencias más relevantes.

    En base a lo anterior, parece claro que los itinerarios que conducen a la obtención de uno u otro título presentan, a grandes rasgos, una línea formativa similar, en ciertos elementos, sobre todo en lo que respecta a los objetivos generales.

    Además, esta idea se ve reforzado, si cabe aún más, debido a que ambos, en el ejercicio de su labor profesional, desarrollan un proceso de enseñanza – aprendizaje con los mismos sujetos activos, un educador/ entrenador y un educando/ jugador y con unos objetivos determinados. Aplicando, para la consecución de los mismos, diferentes estrategias en función de una serie de condicionantes como pueden ser los alumnos, el contexto, etc.

    Por lo tanto, la idea principal que se debe extraer de estas afirmaciones, es que los objetivos perseguidos en la formación del profesorado, pueden y deben, ser aplicados a la formación de los técnicos deportivo, eso sí, procurando su adecuada contextualización a la modalidad deportiva. Además, el modelo formativo inicial y permanente del profesorado de educación física, correctamente adaptado a cada modalidad, puede extrapolarse, como ya se ha dicho con ligeras modificaciones, al modelo de formación de los técnicos deportivos.

    En segundo lugar, por modelo de formación Carreiro da Costa (1996 citado en Fuentes, 2001) entiende, la forma de articular los conocimientos, las habilidades, tareas y métodos con el objetivo de promover el desarrollo de actitudes y competencias.

    Así, siguiendo la propuesta de Martín y Rivero (2001), se pueden extraer, del modelo de formación del profesorado de educación física, una serie de principios formativos a modo de guía para la formación de los técnicos deportivos. Algunos de ellos son:

  • Favorecer un modelo de enseñanza - aprendizaje coherente. Tanto desde el punto de vista de los contenidos formativos como de las estrategias metodológicas y de evaluación.

  • Facilitar la aplicación de la teoría a la práctica.

  • Proponer situaciones formativas en las que se facilite la interacción personal, propiciando así el intercambio y confrontación de opiniones, favoreciendo una comunicación que posibilite los procesos de construcción compartida del conocimiento y alcanzar el mayor nivel de autonomía profesional posible. Este punto resulta especialmente importante, ya que, según Vaquero (2005) un elemento clave, es la necesidad de construir, en comunidad, un marco filosófico que sirva de guía y referencia última al proceso formativo. Esto significa un entramado de acuerdos compartidos, logrados por las personas que se encuentran involucradas en el proceso, que se articulan con otras creencias y concepciones que pueden justificarse desde puntos de vista morales.

  • Promover la investigación como modelo formativo y de progresión de los conocimientos.

    Asimismo, de acuerdo con las conclusiones obtenidas por diferentes investigadores (Viciana, 1999; Arias 2001; Miranda, 2006), a la hora de establecer el marco formativo de los técnicos deportivos se deberán tener en cuenta una serie de consideraciones:

  • Centrar gran parte del proceso formativo en aspectos referentes a la planificación así como en estrategias para mejorar su intervención.

  • Se debe remarcar la importancia de planificar por escrito las sesiones y la programación anual.

  • Reforzar la necesidad de evaluar.

  • Formarles en estrategias para fomentar la creación de hábitos de práctica física y actitudes positivas.

  • La formación permanente es valorada de manera positiva en todos sus aspectos: investigación e innovación, renovación de la programación anual, reflexión durante y tras la participación en cursos, congresos y seminarios. Estas actividades de formación aportan nuevos conocimientos aplicables en la mayor parte de los casos.

  • Ubicar los cursos dentro de la concepción moderna de la información que da particular énfasis al dinamismo y transformación de ésta, en el contexto actual de la vida humana.

  • Motivar y orientar a los futuros profesionales en el uso de las fuentes de información disponibles en la actualidad, como son: las bases de datos, la navegación en la internet, la comunicación con otros profesionales y expertos a través del correo electrónico, la consulta en revistas científicas actualizadas, la utilización de la televisión y la radio, así como la consecución a través de los anteriores medios de la bibliografía especializada.

  • Realizar proyectos de investigación, destacando la colaboración y el grupo como artificio para conseguir objetivos más amplios y formativos.

Conclusiones

    Por lo tanto, como consecuencia de lo expuesto anteriormente, resulta coherente afirmar que en el proceso de formación de los técnicos deportivos resultará beneficioso tener en cuenta los principios aplicados en la formación del profesorado de educación física, eso sí, contextualizándose a la modalidad deportiva y al ámbito federativo.

    Así, los programas para la formación de los futuros técnicos deportivos deberán destinar más tiempo a conocimientos de disciplinas tan dispares como la biomecánica, la medicina, didáctica, etc. Ya que todas estas disciplinas ayudarán a entender el proceso de aprendizaje y adaptación del deportista y, por tanto, se ganará en eficiencia y eficacia. Así como, en una práctica más saludable y ética.

    Igualmente, dicho proceso, deberá basarse en una armoniosa relación entre la teoría y la práctica, garantizando así la buena formación teórico - práctica, aceptando que la adquisición de destrezas requiere de algo más que la simple adquisición de contenidos de carácter académico. Incidiendo en aspectos referentes a la correcta planificación de las cargas y la dirección del grupo.

    Por ello la adopción de estrategias que faciliten el acercamiento al conocimiento práctico a través del estudio de casos, visualizaciones de situaciones, dirección de situaciones didácticas etc. será prioritaria en la formación, al tiempo que se desarrolla en los técnicos una actitud crítica, para que puedan llegar a entender la realidad deportiva y actuar en consecuencia.

    Para lograr lo anteriormente expuesto, tanto el debate como la reflexión serán herramientas importantes y de regular aplicación en el proceso formativo.

    Igualmente, para ser capaz de analizar las condiciones del contexto y actuar en consecuencia, será necesario que el sujeto disponga de una serie de competencias, por lo que debería ser un aspecto presente en todos los planes de estudios, adaptándolas a la especificidad que demanda cada uno de los ámbitos de intervención.

    En cuanto a la formación continua y permanente de los técnicos deportivos, constituirá en todas sus dimensiones un valor esencial y constitutivo. La asistencia a congresos, seminarios, cursos, etc.; debería formar parte de la labor diaria del técnico deportivo, así como la utilización de las nuevas tecnologías para la adquisición y actualización de contenidos.

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