Violencia en el fútbol. La suspensión del campeonato en Uruguay. Entrevista a Rafael Bordabehere | |||
Area Interdisciplinaria del Estudios del Deporte |
Roberto Di Giano |
|
|
El poder político parece estar abonando el terreno social para que fecunde una suerte de "justicia por mano propia" en determinadas condiciones. Lo que se está estudiando es que dicha acción va elevando el umbral de intolerancia de la gente en varios ámbitos de su vida diaria (laboral, comercial, de entretenimiento, etc.) pero en el fútbol parecería ser especialmente dramático porque ese umbral ya es muy alto. No es lo mismo un insulto proferido en medio de un concierto de la Orquesta Sinfónica que en una tribuna de un estadio; en ésta última parecería hasta normal y, específicamente, es el umbral que estaría creciendo peligrosamente.
El Lic. Rafael Bordabehere es Sociólogo por la Universidad de la República Oriental de Uruguay (UdeLAR), con una especialización en Sociología del Deporte.
|
|||
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 126 - Noviembre de 2008 |
1 / 1
Me gustaría saber las verdaderas razones que llevaron a la suspensión del campeonato de fútbol en Uruguay y si el fenómeno tiene antecedentes.
Esta no es la primera vez, tanto en lo que respecta a la violencia como a la suspensión del campeonato. En marzo del 2006 un hincha de Cerro fue muerto en una parada de ómnibus por parciales de Peñarol, frente a toda su familia, por lucir la camiseta de Cerro. Un papelón social que se mantiene impune hasta hoy puesto que no se ha podido identificar al autor material.
En ese momento se suspendió el torneo durante 21 días, se hizo una legislación especial pero no se cumple. A partir de allí hay más cámaras, más balas de goma, más cerco policial pero más inacción (sic).
Hoy el torneo se ha suspendido a raíz de una batalla campal entre parciales de Nacional y Danubio en el medio de la cancha de Danubio el día 16 de noviembre, en donde la policía intervino luego de media hora aproximadamente de iniciados los disturbios. Hablamos de un partido de trámite normal y hasta agradable.
¿Podemos decir que se ha incrementado la violencia en los últimos años?
La violencia ha crecido hasta un máximo histórico y ahí se mantiene desde hace unos años. Ultimamente va creciendo en fuerza pero no en cantidad. Según opiniones oficiales, son siempre las mismas personas que han aumentado su furia. Son pocas pero quedan siempre impunes.
Hace poco un periodista muy importante de nuestro medio fue agredido a pedradas a la salida de un partido de Nacional. Fue la gota que derramó el vaso. Desde ese entonces el clima general ha empeorado en relación a la violencia física, a la verbal y hasta en el nivel de las críticas.
¿Qué explicaciones se dan sobre los responsables de la violencia?
El periodismo en general sostiene que los clubes deberían interrumpir la distribución de entradas a esa gente violenta, los clubes ven en la policía a un cuerpo que muestra una inacción creciente, la policía esgrime que el Ministerio de Interior no los deja actuar con más libertad y que les han agregado pasos a la secuencia de acción con lo cual los tiempos de respuesta se dilatan, el Ministerio y la Presidencia apelan a la Asociación Uruguaya de Fútbol para controlar a sus afiliados. Lo que más inquieta es que las opiniones parecen sinceras pero resultan ineficientes.
Tenemos una "Comisión Honoraria para la Prevención, Control y Erradicación de la Violencia en el Deporte" que ya ha emitido algunos informes muy interesantes pero, por diversas razones, se muestra inoperante.
A esta altura parece haber una pasividad generalizada por miedo a interrumpir el fútbol, que representa el único divertimento masivo que tiene nuestra sociedad. Hay tantos intereses involucrados (televisión, contratistas, clubes, periodistas, parciales, gremios, etc.) que ello significaría cerrar muchísimas fuentes de trabajo y dejar a varios miles de personas sin tema de conversación en un momento en que el país no está bien social y económicamente.
Mientras tanto, los violentos siguen haciendo su trabajo. La droga o el alcohol ya no son argumentos válidos para explicar todo el problema; la pobreza tampoco, la política en el fútbol tampoco. Esto no tiene una raíz unívoca sino que parece ser fruto de un inconformismo que va creciendo en cantidad de vectores.
La hipótesis sobre la que se está trabajando es que estaríamos asistiendo a una fuente nueva de presión que pretende hacerse valer para mostrar que en todo momento puede imponer sus condiciones, cualesquiera sean ellas. Las hinchadas están cada vez más alejadas de la ingerencia legítima en el poder de los clubes, en su gobierno formal e informal, y del contacto con sus ídolos. Lo que antes era su segunda casa ahora es un feudo dividido entre "los que tienen el gobierno político", "los hinchas que deben seguir al Club" y "los que controlan los intereses económicos", que no son las mismas personas.
¿Cuál es el papel que viene cumpliendo el poder político en este sentido?
Todos los hechos violentos tienen antecedentes anteriores en el tiempo. La pregunta es: ¿por qué recrudecen ahora?
Parte de la hipótesis de trabajo para el estudio del aumento de los problemas en el fútbol se apoya en el decreto del Poder Ejecutivo 165/2006, del 30 de mayo del 2006, cuyo principio fundamental indica que la ocupación de los lugares de trabajo puede resolverse unilateralmente si se hace reglamentadamente. Es decir, los trabajadores tienen la prerrogativa de ocupar las empresas bajo determinadas condiciones y ya se concretaron varios casos de utilización de esa prerrogativa.
Este principio ha sido tan asumido por la sociedad trabajadora (donde la pasión por el fútbol es más fuerte) que se presume la existencia de una alteración en la escala de valores a la hora de interponer reclamos laborales. Quizás haya un contagio que exacerba a los hinchas de fútbol que ven que "todo está más permitido que antes" a la hora de hacerse escuchar y que sería la única forma de participar más en el fútbol.
Es decir: el poder político parece estar abonando el terreno social para que fecunde una suerte de "justicia por mano propia" en determinadas condiciones. Lo que se está estudiando es que dicha acción va elevando el umbral de intolerancia de la gente en varios ámbitos de su vida diaria (laboral, comercial, de entretenimiento, etc.) pero en el fútbol parecería ser especialmente dramático porque ese umbral ya es muy alto. No es lo mismo un insulto proferido en medio de un concierto de la Orquesta Sinfónica que en una tribuna de un estadio; en ésta última parecería hasta normal y, específicamente, es el umbral que estaría creciendo peligrosamente.
Pero, por si fuera poco, el mismo proceso se está viviendo en el básquetbol. O bien son las mismas personas o son los mismos efectos que exceden los límites del fútbol. Me inclino por lo segundo: hay razones sociales, económicas, políticas, educativas, morales y un gran etcétera que hacen que nuestra forma de percibir los hechos sociales y los límites de ingerencia sobre ellos nos induzcan a modificar el comportamiento hacia uno más individualista y menos tolerante.
revista
digital · Año 13 · N° 126 | Buenos Aires,
Noviembre de 2008 |