Comportamiento de los estudiantes: un tema que necesita comprensión. Una reflexión sobre la práctica escolar en el área de la Educación Física, la Recreación y el Deporte |
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Estudiante, Programa de Educación Básica con énfasis en Educación Física la Recreación y el Deporte Departamento de Educación Física la Recreación y el Deporte Universidad del Cauca |
Víctor Julián Potosí Mosquera (Colombia) |
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Resumen En el siguiente texto, se encuentra plasmada la reflexión que se generó a partir de la vivencia de la “Práctica Escolar I” en el área de Educación Física, Recreación y Deporte, en la Institución Educativa de la ciudad de Popayán Escuela Normal Superior de Popayán. En este, se menciona como primera medida, el Proceso metodológico, donde se toma como referencia a Paulo Freire en su libro: Cartas a quien pretende Enseñar, para sustentar la intención con la cual se desarrolló el trabajo reflexivo. Después, se menciona el tema que se seleccionó a partir de una clasificación que se hizo a los relatos del diario de campo y se configura una pregunta a partir de las ideas que surgieron del tema seleccionado. En este orden de ideas, surge la necesidad de hacer una aclaración sobre el concepto de comportamiento y el de disciplina, la cual se desarrolla dentro del referente teórico. Por último, se muestran algunas alternativas de solución que se utilizaron durante la vivencia de la “Práctica Escolar I”, se exponen relatos del diario de campo y se relacionan con las ideas de algunos autores. Palabras clave: Práctica Escolar I. Diario de campo. Práctica de enseñanza. Comportamiento. Disciplina Educación Física, Recreación y Deporte. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 126 - Noviembre de 2008 |
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Introducción
El trabajo a continuación es el resultado de un análisis minucioso de las diferentes situaciones que se presentaron durante la implementación de un programa para el área de Educación Básica con énfasis en Educación Física, Recreación y Deporte en la Institución Educativa Escuela Normal Superior de la ciudad de Popayán en el Departamento del Cauca (Colombia), el cual se llevo a cabo durante 14 sesiones y estuvo orientado para los/as estudiantes1 del segundo grado de la básica primaria.
Esta reflexión pedagógica hace parte del proceso formativo del “Seminario de la Práctica Escolar I” 2. Esta sustentado a partir de la experiencia personal, teorías psicológicas y educativas de diferentes autores que se han interesado en temas relacionados con el comportamiento de los estudiantes, categoría emergente en la que se centró el análisis. Con este artículo se pretende contribuir e invitar a la reflexión sobre las prácticas de enseñanza en las Instituciones educativas, para que desde un enfoque crítico, se busque la cualificación de estas y se ejerza una excelente labor como maestros.
De otro lado se pretende socializar una de las ponencias presentadas en el Foro denominado La Educación Física: un espacio para la formación del ser humano y la reflexión sobre el saber pedagógico organizado por los estudiantes del curso de Práctica Escolar I, con el propósito de generar un ambiente critico-reflexivo desde diferentes experiencias sobre la enseñanza de la Educación Física, la Recreación y el Deporte en Instituciones Educativas de la ciudad de Popayán.
Finalmente, se quiere visibilizar situaciones que les ocurren a aquellas personas que se inician en las prácticas de enseñanza en algún establecimiento educativo, para que estas se sientan identificadas con muchos de los aspectos que en este trabajo se muestran y así, se motiven a reflexionar sobre su quehacer profesional y por que no frente a sus vidas.
El proceso metodológico
Para la reflexión sobre la práctica de enseñanza se tomó como referencia algunas de los aportes planteados por Paulo Freire en su texto, “Cartas a quien pretende enseñar” Editado en 1993 y reimpreso por tercera vez en el año 2006. De este texto se retoman aspectos de las “últimas palabras” (Pág. 134-141) con las que el autor cierra el libro.
En este sentido, sirvió como referencia la diferencia que se hace entre el saber que surge de las acciones de la vida cotidiana, en el que no nos preguntamos sobre la “razón de ser” de las mismas y el saber que emerge al preguntarse por estas, es decir, cuando “nos percibimos como sujetos que describen su propio moverse” (Freire, 2006: 137).
Esto quiere decir, que una cosa es el saber que se adquiere cuando realizamos una práctica de enseñanza y otra cosa es el saber como producto de una reflexión, o “toma de distancia” sobre esta experiencia. Si embargo, Freire señala que, la primera forma de saber no debe menospreciarse pero si superarse.
Otra referencia que retomamos de estas “Cartas”, tiene que ver con el concepto de crecer el cual según Freire esta directamente relacionado con el de saber, al respecto dice: “No es posible saber sin una dosis de crecimiento. No es posible crecer sin una cierta dosis de sabiduría” (Freire, 2006: Pág.134). Es decir, el crecer como capacidad humana, requiere alimentarse o nutrirse del saber (los dos tipos mencionados anteriormente) y este permite, al ser humano el desarrollo de sus dimensiones.
Es así, como con el propósito de crecer como profesionales de la Educación, se realiza una reflexión a partir de la vivencia que se obtuvo en la práctica de enseñanza del área en mención. El instrumento que se utilizo para la recolección de la información sobre esta vivencia, fue el diario de campo. Para el análisis se realizó inicialmente una clasificación de los relatos de acuerdo a las temáticas emergentes, luego se escogió un tema, y a partir de este, una situación problémica. Posteriormente, se buscaron en el diario de campo las alternativas de solución se le dio al problema seleccionado. Por último, se recurrió a teorías relacionadas con el tema con el fin de realizar una aproximación a la construcción de saber pedagógico, donde se integran la reflexión sobre la vivencia de la práctica de enseñanza y la visión de otros autores.
Tema seleccionado: el mal comportamiento de los estudiantes en clase
Analizando los relatos descritos en el diario de campo, se pudo apreciar que en él se encontraban integrados básicamente once temáticas, estas son: Metodología, comportamiento -este último quedó dividido en: buen comportamiento, mal comportamiento y poca participación-, El uniforme para la clase, la puntualidad, Eventos especiales en el Colegio, Factores externos que inciden en la clase, Cuidado de los niños, Los nervios del primer día de clase, Problemas con los materiales, Problemas intrafamiliares y La falta de tiempo.
A pesar de haberse identificado varias temáticas en el trabajo reflexivo sobre la Práctica de enseñanza, algunos de estos no fueron tan constantes como si lo fueron: el comportamiento y la metodología, aún así, para delimitar el tema solo escogí el “mal comportamiento” de los estudiantes en clase para analizar los momentos mas trascendentales de mi primera experiencia con la enseñanza de la Educación Física, la Recreación y el Deporte en la escuela.
Sin embargo, quiero precisar de entrada que no tomo el comportamiento como disciplina, debido a que se presta a confusiones, de acuerdo al criterio de la persona que lo aborde, en mi caso, la disciplina tiene que ver con un conjunto de normas impuestas por los adultos para mantener el orden y las buenas costumbres en la sociedad, pienso, que en los niños no debería exigirse tan rígidamente como se pide que los adultos la vivencien, puesto que para ellos su mundo esta en vivir en constante movimiento, acciones que hacen parte del reconocimiento de su entorno y el autorreconocimiento de su existencia. Para ellos, estar en constante movimiento es los que les permite crecer, reconocer su mundo circundante, adaptarse a él o transformarlo.
El problema
Teniendo clara la idea de lo que quería abordar, decidí buscar una pregunta que orientara mi labor reflexiva, con base a los diferentes sucesos vivenciados a lo largo de la Práctica Escolar I. Para ejemplificar mejor el contexto del problema, que dio origen a esta reflexión, se hace referencia al siguiente relato:
Una vez, en la Escuela de básica primaria cuando intentaba trabajar con uno de sus grados, pude observar que los estudiantes que molestaban aumentaron de número, saboteando la clase molestando y saliéndose de cada círculo que formábamos. Cuando miré que mi esfuerzo por tratar de mantener la calma y tratar de que por medios dinámicos se interesaran en las actividades, no generó ninguna reacción en los niños y niñas, llegué al punto en que sentí la necesidad de tomar una decisión que en lo personal pienso que fue arbitrario y tradicional, tuve que “hablarles fuerte” y poner las notas y a sus padres de familia como método de presión para que trabajaran, aún así no lo hicieron, por el contrario fue como si por arte de magia mi presencia hubiera desaparecido totalmente porque siguieron en lo que habían empezado. Por esta razón sentí que no tenía más opción en ese momento que devolverlos al salón de clase para poder hablar directamente con aquellas personas a quienes parecía no interesarles lo que estábamos haciendo. (Potosí, 2007; D.C. 14 Febrero).
A pesar de que considero que la práctica realizada en la institución educativa fue buena y fructífera, me intrigó sobremanera el mal comportamiento que tuvieron los niños/as en algunas de mis clases – como el descrito anteriormente – y como me interesaba saber lo que genero tales comportamientos, el problema lo concrete en la siguiente pregunta:
¿Cuáles son las posibles causas del mal comportamiento de los/as estudiantes, en algunas de las clases del área de la Educación Física, la Recreación y el Deporte, realizadas en el grado segundo de la Básica Primaria de la institución Escuela Normal Superior de Popayán, durante la Práctica Escolar I?
Referente teórico: comportamiento vs disciplina
Trabajar sobre las situaciones que se presentaron en la práctica escolar I y en general cualquier práctica que realicemos, nos permite como profesores, reflexionar, aprender y experimentar pedagógicamente, con el fin de dar lo mejor en cada clase para que los niños/as que están a nuestro cargo, obtengan lo mejor de nuestro ser como personas y como profesionales de la educación. Permite además, que construyamos en el transcurso de nuestro proceso formativo, una mirada crítica y argumentativa con el propósito de aportar a la construcción de modelos de educación, caracterizados por el camino humanístico, la flexibilidad de pensamiento y con apertura a la diversidad de alternativas que contribuyan a la formación humana que tanto se desea.
Las alternativas vienen con un problema de fondo y ese es, por lo general, la parte de lo educativo que mas nos preocupa: El mal comportamiento ó la indisciplina, -que para muchas personas tiende a ser lo mismo- son situaciones que determinan evidentemente el ritmo de la mayoría de las clases, haciendo quiebres en el ejercicio de la enseñanza y dificultando los procesos.
No para todos, el concepto de disciplina puede ser remplazado por el de comportamiento, en mi opinión, la palabra disciplina apoyándome en Foucault (1976), es un concepto que debería revalorarse desde las nuevas tendencias en la actualidad. La historia del concepto de disciplina nos muestra claramente que viene a partir de un enfoque muy tradicional, cuando la militarización y el contexto religioso eran los que manejaban los sistemas de la mayoría de naciones en el mundo -por no decir que a todos- cuando se trataba a los niños como unos adultos más en el sistema, dentro de claustros de sumisión como las escuelas, las cuales tenían una arquitectura pensada en someter a las personas como es el caso también de las cárceles, cuarteles militares, conventos, hospitales, entre otros.
El concepto de disciplina aparece en la sociedad como una forma de control desde los siglos XVII y XVIII, y a pesar de que ha pasado mucho tiempo y se ha tratado de renovar muchas cosas en la educación, podemos apreciar que este, tal vez, ha sido entre pocos, el que menos ha cambiado y lo que mas se sigue manejando en las escuelas. Michael Foucault en un capitulo de su libro Vigilar y Castigar, llamado Los Cuerpos Dóciles, muestra el claro estado de sumisión al que mantenían a los niños y subraya al concepto de disciplina como una «anatomía política» del detalle con lo que quiso referirse al control que se le hacía al cuerpo y a las mentes de las personas corrigiendo elementos importantes del ser humano como los “movimientos, gestos, actitudes, rapidez” (Foucault, 1976: 141), y demás, esto, por medio de métodos que eran , y aún son llamados, métodos disciplinarios.
Ahora bien, el concepto de comportamiento no se puede denominar de la misma manera que la disciplina, por dos puntos importantes: primero, es que el concepto de disciplina es un factor que busca dominar el comportamiento y este solo es un elemento dentro de su concepción, no de su condición absoluta, y segundo, que en su definición de cierta forma muestra un enfoque mas humano si pensamos en que el comportamiento en el imaginario que tenemos de su esencia, no solo está en lo negativo, al contrario de lo que se piensa de la disciplina.
El comportamiento, desde su misma estructura semántica sale de las redes tan “antipersonales” de la disciplina, para encasillarse en un estatus donde se abre la posibilidad de un compromiso de parte de los maestros y de los estudiantes –refiriéndonos nuevamente a la educación- para llegar a una negociación, para llegar a acuerdos. El concepto como tal viene del conductismo (de conducta), una doctrina muy conocida en la psicología que tiene como fundador a Jhon B. Watson y que se refiere a ella como una “respuesta uniforme dada por un organismo ante un determinado estímulo” (Diccionario de psicología (A-H), 1985: 61).
En la psicología se “llama comportamiento al conjunto de reacciones adaptativas del individuo ante una situación. Las reacciones pueden ser muy variadas o bien consisten en meras respuestas automáticas a estímulos externos (reflejos) o pueden estar influenciados por diversos factores como: El inconsciente, educación, experiencia, libertad personal” (Diccionario de psicología (A-H), 1985: 61) Y, me atrevería a añadir dos palabras más: la primera; la motivación, una palabra que en los tiempos modernos de la educación se maneja demasiado, puesto que se tiende a dejar de corregir de una manera tan inhumana como se hacia antes -y en muchas escuelas en la actualidad- y se busca el interés de los niños en cada actividad de las clases, y la segunda; la didáctica, aquellos procesos de enseñanza que utilizamos los profesores con el propósito de brindarles lo mejor de nuestros conocimientos a los y las niñas estudiantes, logrando un aprendizaje recíproco. Estos estímulos son parte esencial de la educación, si nos damos la tarea de reflexionar sobre las situaciones que ocurren en la vida escolar, vamos a encontrar que todos y cada uno de ellos tienen relación con las diferentes situaciones de mal comportamiento que se presentan en las clases – independientemente de la materia que sea-, así que en relación a lo anterior, podríamos deducir que esta clase de conducta son respuestas negativas ante ciertos estímulos o factores que las generan. Estímulos que en este trabajo los voy a denominar como posibles causas.
Por parte de la causas y posibles soluciones quise argumentar mis alternativas de solución apoyándome en un autor: Isabel Fernández y su libro, La Escuela Sin Violencia, un texto muy interesante que subraya los conflictos que se presentan en la vida escolar, sus posibles causas y las formas mas pertinentes para abordarlos. Algo muy interesante para quienes desean fortalecer su mirada crítica, constructiva y argumentativa para su profesión y los niños/as.
Alternativas de solución para el problema: posibles causas
En el transcurso de la práctica escolar I, sucedieron muchas cosas que dejaron en mi, gratos recuerdos, pero no todo fue color de rosa, algunos días los niños y las niñas llegaban más hiperactivos que siempre, empezaban a molestar, a pelearse, a desertar de las actividades, entre otros actos desagradables que a cualquier profesor le pueden llegar a molestar. Mis colegas y yo, sabemos que estas cosas hacen parte de la vida escolar y aunque nos gustaría que dejaran existir, no dejan de ser imprescindibles para que nuestra labor mejore cada día.
Recuerdo que un curso, de los tres que tenía a mi cargo, era el que tenía mas problemas porque casi hasta el final luché para que mejoraran los comportamientos de la mayoría de sus niños(as), digo la mayoría porque poco a poco me fui dando cuenta que dentro de las clases el número de estudiantes “problema” no era tan pequeño como había observado en las primeras clases, ahora ya no eran 6, ni 7, eran cerca de 16 personas las que siempre rompían, de una manera u otra, la continuidad de mis actividades; recuerdo que en la segunda semana de febrero cuando:
Llegamos al campo, algunos niños se subieron a los árboles, intenté hacer que se interesaran en mis actividades y así se bajaran por su cuenta, pero esto no funcionó. Como no quería dejar mi “experimento”, el cual se trataba de no actuar como algunos de los profesores de la institución, busqué el momento adecuado para trasladar al grupo hacia la cancha de baloncesto, donde no hay árboles cercanos, los niños bajaron de estos, pero encontraron en la torre de la cesta de baloncesto una oportunidad más para satisfacer sus deseos de trepar en algo, como “micos” (Potosí; 2007; D.C. 21 Febrero.).
Esta situación colmó mi paciencia, “me harté, y tuve que hablarles fuerte para que se bajaran, así lo hicieron, pero la verdad me dio mucha lástima tener que dejar mi “experimento” para convertirme y vieran en mi esa parte que no me gusta. Me dio tristeza ver que a “gritos” fue que entendieron. Me pregunté entonces: ¿Será que los tienen acostumbrados a esto?” (Potosí, 2007: D.C. 21 de febrero), con esa pregunta llegué a la conclusión que la situación donde los niños me atendieron por medio de un “regaño” no venía de hace poco, me di cuenta en el transcurso del tiempo, que la profesora encargada del grupo acostumbraba a alzarles la voz cuando se estaban comportando mal, y le funcionaba. A pesar de que ella trataba de encontrar estrategias para que sus estudiantes le atendieran sin tener que utilizar ese método tan arbitrario, me di cuenta que sus esfuerzos parecían estar agotándose.
Este día me prestaron atención después del regaño, pero observé que en los siguientes días este método ya no funcionaba tan bien como la primera vez, entonces recordé algo muy importante. La profesora Maria Andrea Simmonds de la unidad temática de Psicología del Desarrollo, una vez nos explicó que los niños tendían a fortalecerse ante estos tipos de agresión, por ejemplo: que si al niño le dan una palmada porque hizo algo malo, la próxima se volvería más rebelde y si le pegaban de nuevo ya no sería suficiente.
Pensé que ese ciclo estaba por empezar conmigo, como seguramente le había pasado a la profesora encargada del curso, entonces empecé a reflexionar sobre el caso para buscar otra alternativa que me librara de esa horrible realidad, porque pienso que para ella debe ser muy difícil tener que actuar de esa manera frente a sus niños y niñas.
Con el pasar del tiempo llegué a la conclusión de que una de las causas de mal comportamiento dentro de mis clases, era en cierta forma la relación que había entre la profesora y los estudiantes. Me refiero a ese momento cuando ella acudía al regaño para que los estudiantes atendieran. Esos momentos dentro del proceso educativo donde se muestra claramente, como señala Isabel Fernández (2003) en su libro, Escuela sin Violencia: “El alumnado hipotéticamente juega un papel de sumisión. El profesor es un adulto, que dirige la acción educativa, representa autoridad y es experto en aquello que enseña” (Pág. 44), de esta manera, los niños quedan reducidos ante el profesor por lo que se acostumbran con el tiempo, a esperar que les digan lo que tienen que hacer, perdiendo su autonomía, lo que en algunas ocasiones genera una especie de “amotinamientos” en forma de protesta en contra del profesor y su conducta en las clases.
El caso anterior fue uno de los tantos momentos en los que los niños me colmaron la paciencia por su mal comportamiento. Porque en otra ocasión con el mismo grado, “me pasó algo con los materiales y la bolsa donde los llevaba. Al llegar al césped, -en medio de la cacha de baloncesto y la de fútbol- sin ninguna autorización se los repartieron para jugar y rompieron la bolsa en el afán divertirse” (Potosí, 2007: D.C. 28 de Marzo) Como alternativa de solución ante esta situación “reuní al grupo, miré a quienes me arrancaron la bolsa y les mandé traer una para la siguiente clase. Las personas que se repartieron los materiales se ganaron un regaño y después, mas calmado les hablé sobre el respeto que deberían tener conmigo y los materiales con los que se trabaja” (Potosí, 2007: D.C. 28 Febrero de 2007) trate de generar en ellos algo a lo que Fernández (2003) le llama “concienciación”, un concepto que invita a reflexionar la situación por medio del diálogo entre el profesor y los estudiantes. Dice esta autora, que: “El primer nivel y elemento esencial para abordar los problemas de convivencia es la concienciación. Llegar a expresar cual es el problema, determinar que se tiene que abordar y que la convivencia es una tarea común” (Pág. 83), es decir, que con la colaboración de parte y parte se puede generar un ambiente positivo en las clases.
Aunque estos tipos de problema suelen suceder, se debe tener en cuenta que se pueden tratar de prevenir construyendo acuerdos cuando empiezan las actividades escolares con la materia. “Pensando juntos” como sugiere Isabel Fernández.
Mas de una vez, pensé en la posibilidad de que ciertos problemas fueran en parte a causa de no haber tomado con tan buenos ojos lo que me dijo una vez el asesor de práctica: “Es mejor llegar un poco fuerte al principio, como una persona seria que llega a la clase y con el tiempo darles confianza” (Potosí, 2007: D.C. 21 Febrero), acepto que mi intención desde un principio fue tratar de quebrar con esta actitud porque me parecía que iba contra lo que yo pensaba de la educación, así que mostré una actitud muy diferente pero eso si, haciéndome sentir con una voz fuerte, hablando seguro, acompañándome de un buen despliegue corporal, seguro de lo que llegaba a mostrarles. Hoy cuando he pasado por tantas situaciones me doy cuenta que el contexto, de todas maneras, no me iba a permitir de entrada romper su paradigma, mejor hubiera sido entrar jugando con sus mismas condiciones. Corregí entonces, mi plan de trabajo y obtuve mejores resultados, después de cierto tiempo los niños se fueron adaptando a mi y los nuevos estilos de enseñanza que les mostraba en la posibilidad que ellos y ellas me lo iban permitiendo, así les di a conocer la otra cara de la educación, una en la que el regaño deja de existir para que la motivación sea uno de los factores mas importantes para que participen y se diviertan en cada clase.
Insisto, pienso que debí haber escuchado a mi asesor desde un principio –por algo me lo dijo-, pero no me arrepiento porque aprendí por medio de mi propia experiencia que era lo mas pertinente para mi y los estudiantes.
Sin embargo otras de las posibles causas del mal comportamientote los estudiantes es posible que tenga que ver con “Agentes endógenos y exógenos a la escuela”. (Fernández, 2003). Según la autora, los problemas endógenos “o de contacto directo con la escuela” se pueden referir a: “Actos violentos o conflictivos dentro de nuestras escuelas; estos son: Clima escolar, relaciones interpersonales (por ejemplo, la situación que se viene ilustrando), rasgos personales de los estudiantes en conflicto (como formación de valores y factores culturales)”. Por otra parte los elementos exógenos son aquellos que brindan la propia sociedad, es decir: “la familia (con sus problemas de violencia: física, verbal, económica, entre otras), el contexto social (por la discriminación, desempleo, políticas y más), y los medios de comunicación (por la desmesurada irresponsabilidad en sus contenidos)” (Pág. 38-41). Factores que se actúan de una manera muy radical en el comportamiento de los niños/as.
En relación a la violencia intrafamiliar, recuerdo que una vez llegué a tener un grave problema con un niño de los primeros grados de la básica primaria porque siempre interrumpía mis clases molestando a los demás compañeros/as. Él era niño muy activo con un gran despliegue físico – motriz pero que realmente dejaba mucho que desear con respecto a su conducta; muchas veces traté de que no interfiriera en mis clases pero fue casi imposible, por esa razón me puse en la tarea de hablar con él y su profesora encargada del curso para conocerlo mas. Es así, como en el final de una clase la profesora me comentó:
Que había intentado hablar con la madre y el padre del niño pero que nunca se presentaban en la institución, solo una vez lo hicieron y se pusieron a pelear en frente de todos; me dio mucho pesar de la madre y el padre que le tocó al niño. No quise entrar a más juicios porque no los conocí, -por el corto tiempo que estuve en la escuela- pero si lo que la profesora me comentó es cierto, no tendría más que decir, sino,” ¡que pesar!” (Potosí, 2007 D.C. 22 Marzo).
Eso me llevó a que dialogara más con el niño; “firmamos juntos varios acuerdos y por los general, en las clases, dejaba que él fuera el moderador o líder de los grupos” (Potosí, 2007 D.C. 22 Marzo), de esta manera obtuve su atención convirtiéndome poco a poco en su amigo, una persona en quien podía confiar y alguien de quien podía aprender también. Pienso que eso fue muy bueno para él porque en realidad lo que necesitaba era afecto. Las cosas entre él y yo fueron mejorando paulatinamente. No fue fácil, lo admito, pero el tiempo fue un aliado indispensable que aunque escaso, no dejó de ser importante.
Es difícil mencionar todas las soluciones a los conflictos que se presentaron en el transcurso de la práctica, muchos de ellas quedaron plasmadas en el diario de campo. Si lo leyeran con detenimiento se darían cuenta del proceso que se realizó durante la práctica, verían que lo interesante de estas, es que la mayoría se dieron de manera espontánea, algo que posiblemente les ha sucedido a ustedes también; uno nunca sabe que pueda presentarse y cual sea la alternativa de solución mas inmediata que podría salvarte. - Eso es lo maravilloso de la experiencia- no puedo decir que las soluciones que se muestran en el diario son las que siempre nos van a sacar de todas las dificultades de la práctica y que estas son aplicables a cualquier situación parecida, porque quien realmente determina la solución no es el método, sino los niños y niñas con sus diferentes personalidades -influidas por algún elemento, sea endógeno o exógeno a la escuela-. Algunas de ellas no fueron las mas pedagógicas y aunque funcionaron, seguramente cuando se me presente otra eventualidad parecida, buscaré desde mi nueva experiencia, mejores alternativas.
Es importante que la persona que tome la profesión educativa como una forma de vida, parodiando a Freire no se deje vencer por el miedo, es importante comprender que la vida escolar tiene muchas dificultades, pero también posibilidades, y tenga en cuenta lo que dijo una vez Freire (2006):
(Pág. 44.).Frente al miedo, sea lo que fuere, es preciso que primeramente nos aseguremos con objetividad de la existencia de las razones que nos lo provocan. En una segunda instancia, que si estas existen realmente, los comparemos con las posibilidades de que disponemos para enfrentarlas con probabilidades de éxito. Y, por último, que podemos hacer para, si éste es el caso, aplazando el enfrentamiento del obstáculo, volvernos más capaces de hacerlo mañana
Mensaje que cobra validez, máxime en algunos países donde el miedo no proviene solamente de la inseguridad del profesor frente al dominio de una temática o al manejo de grupos, entre otros, sino también debido, a contextos sociales violentos donde desarrollan sus prácticas de enseñanza.
Notas
De aquí en adelante no se utilizará este doble artículo para hacer referencia al género. Lo cual no quiere decir que este contribuyendo a la discriminación del mismo.
Se trata de un componente de la Unidad temática del sexto semestre del programa de Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Educación Física la Recreación y el Deporte en la Universidad del Cauca, Ofrecido por el Profesor Jesús María Pinillos García orientado a la reflexión sobre la práctica. Los demás componentes de esta son: El componente de “Asesoría” ofrecido por el profesor Néstor Ruano, encargado de realizar el acompañamiento para el ejercicio de la docencia (práctica de enseñanza), y el componente de “trabajo de campo” que estuvo a mi cargo. En el se realizaron 14 sesiones para niñas y niños de grado segundo en la básica primaria de la Institución Educativa, Escuela Normal Superior de la ciudad de Popayán, Departamento del Cauca en Colombia. El trabajo se realizó entre el mes de abril y mayo de 2007.
Bibliografía
Diccionario de Psicología (A-H) (1985). Ediciones Orbis, S.A. Barcelona.
FERNÁNDEZ, Isabel (2003). Escuela sin Violencia. Editorial Alfaomega, S.A., México. D.F.
FOUCAULT, Michael (1976). Vigilar y Castigar. Cuerpos Dóciles. Siglo Veintiuno Editores.
FREIRE, Paulo (2002). Cartas a Quien Pretende Enseñar. Editores Siglo Veintiuno, S.A, Argentina.
POTOSÍ, Víctor Julián (2007) Diario de Campo, Práctica Escolar I. Universidad del Cauca. Departamento de Educación Física, Recreación y Deporte. Popayán. Colombia.
revista
digital · Año 13 · N° 126 | Buenos Aires,
Noviembre de 2008 |