Percepción de los factores de riesgo de los trastornos alimenticios en jugadoras de baloncesto, fútbol sala, y voleibol Eating disorder risk factors perceived by female indoor soccer, basketball, and volleyball players |
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*Bachelor of Arts Degree: Sport Science en Loras College Master en Kinesiología por la Universidad de Texas-Pan American (EE.UU.) **Doctor en Ciencias de la Actividad Física y Deporte Departamento de Ciencias de la Actividad Física y Deporte Universidad Católica San Antonio de Murcia (España) |
Jillian Frideres* José Manuel Palao Andrés** |
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Resumen Este estudio aborda los factores de riesgo y el conocimiento sobre los trastornos alimenticios en jugadoras de baloncesto, fútbol sala, y voleibol. La muestra objeto de estudio estuvo compuesta por 27 jugadoras de dos equipos de fútbol sala de la primera división Española (División de Honor ), 14 jugadoras de baloncesto de la segunda división nacional Española, y 14 jugadoras de voleibol de la primera división nacional Española (Superliga) de la temporada 2005-2006. La recogida de datos se realizó a través de un cuestionario, y el análisis de los datos se realizó a partir de un análisis descriptivo de los datos utilizando el software SPSS 13.0 (medias, desviaciones típicas, y porcentajes). Los resultados muestran que: a) Las jugadoras de voleibol reciben más estrés y controlan más sus pesos pero indican estar más satisfechas de éste que las jugadoras de fútbol sala y baloncesto; b) El medio más empleado para el control del peso por parte de las jugadoras de fútbol sala, baloncesto, y voleibol es el control de las comidas (tanto cantidad como calorías); c) Siete de cada 10 atletas estudiadas indican que existe un peso determinado para la práctica de su deporte, y que éste está relacionado con la obtención del rendimiento. Las jugadoras de voleibol indicaron que éste también estaba relacionado con la prevención de lesiones; d) En voleibol, cinco de cada 10 atletas indican que sus entrenadores son una causa de estrés en lo relativo al control del peso, aunque indican que este estrés no es negativo; y e) Las jugadores de fútbol sala, baloncesto, y voleibol indican poseer información suficiente a nivel de nutrición adecuada para su edad y nivel de práctica deportiva, y a nivel de trastornos alimenticios. Palabras clave: Trastornos alimenticios. Percepción. Factores de riesgo. Conocimiento. Baloncesto. Fútbol sala. Voleibol.
Abstract This paper studied the risk factors and athletes' knowledge of eating disorders in female indoor soccer, basketball, and volleyball players. A total of 27 female indoor soccer players from two teams of the Spanish first division, 14 female basketball players from the Spanish second national division, and 14 female volleyball players from two teams of the Spanish first division were studied from the 2005-2006 season. Data was collected with a questionnaire, and data analysis was carried out with a descriptive analysis utilizing the SPSS 13.0 software (averages, standard deviations, and percentages). The results show that: a) Volleyball players received more stress and controlled their weight more but claimed to be more satisfied with it than indoor soccer and basketball players; b) Food control (quantity and calories) was the most used way to control weight by indoor soccer, basketball, and volleyball players; c) Seven out of ten players indicated that there is a specific weight necessary to practice their sport, and it was related to performance. Volleyball players indicated that this specific weight is also related to injury prevention; d) In volleyball, five out of ten players indicated that their coaches cause them stress in relation to weight control, although they indicated that this stress was not negative; and e) female indoor soccer, basketball, and volleyball players indicated that they had enough information about adequate nutrition for their age and level of sport practice, as well as about eating disorders. Keywords: Eating disorders. Nutrition. Risk factors. Knowledge. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 125 - Octubre de 2008 |
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Introducción
En los últimos años, se ha producido un gran incremento de la participación femenina en el deporte, tanto a nivel recreativo como a nivel competitivo. Este incremento en la participación permite que muchas más mujeres se puedan aprovechar de los beneficios que implica la práctica deportiva regular (Smith, 1996). Sin embargo, la práctica deportiva puede conllevar también aspectos negativos para las personas que lo practican. Ejemplos de estos posibles aspectos negativos son la realización incorrecta de las técnicas, el excesivo énfasis puesto en el control del peso, el sobreentrenamiento, etc. (Beals, Brey, & Gonyou, 1999; Rust, 2002). Así, la práctica de deportes que enfatizan tener un cuerpo delgado o el control del peso incrementa aun más el riesgo de padecer trastornos alimenticios que tiene la población normal (Clark, 1999).
No todos los deportes conllevan los mismos riesgos para los practicantes. Los deportes de mayor riesgo son aquellos en los que existe presión por parte de los compañeros, en los que existe presión de la sociedad por estar delgados, en los que la edad de rendimiento coincide con la adolescencia, etc. (Rust, 2002). De acuerdo a estos criterios, los deportes de riesgo se pueden clasificar en varios tipos (a partir de la clasificación de Rust, 2002). El resto de los deportes serían considerados como deportes de bajo riesgo.
Deportes de puntuación. En estos deportes el rendimiento se valora de forma subjetiva (gimnasia rítmica, gimnasia deportiva, saltos con trampolín, natación sincronizada, etc.).
Deportes de resistencia. En estos deportes se enfatiza el bajo peso al tener que ser el cuerpo desplazado por la deportista (carreras de fondo, cross country, ciclismo, etc.).
Deportes que emplean ropa ajustada. En estos deportes se caracterizan porque las deportistas llevan ropa ajustada o ceñida, ya sea por rendimiento o por reglamentación (voleibol, natación, atletismo, etc.).
Deportes por categorías de peso. En estos deportes la participación de los deportistas se realiza en función de su peso (judo, wrestling, remo, hípica, etc.).
Existen deportes que podrían estar en varias categorías. Es el caso por ejemplo de la gimnasia deportiva al ser un deporte en el cual se valora subjetivamente a la deportista y la deportista va en maillot. Esto implica que las deportistas que lo practica tengan un mayor riesgo o estrés.
La clasificación original de Rust (2002) incluye además una quinta categoría que incluye aquellos deportes en los cuales el cuerpo óptimo para el rendimiento del deporte coincide con el cuerpo pre-púber de las deportistas. Esta categoría no ha sido incluida al considerarse que este problema no se debe a las características del deporte sino a la búsqueda del rendimiento cuando la deportista, o mejor niña, no ha terminado aun su proceso de formación.
Existen numerosas investigaciones que han abordado el riesgo y la incidencia de los trastornos alimenticios en los deportes que presentan más riesgos (Beals, Brey, & Gonyou, 1999; Smith, 1996). Sin embargo, en menor medida se ha estudiado en deportes de menor riesgo teórico como baloncesto, fútbol, etc. Es decir, las investigaciones se han centrado más en las poblaciones de riesgo, y menos en las de menor riesgo. Se debe estudiar también el efecto de los posibles efectos positivos que implican la práctica deportiva sobre el riesgo de padecer trastornos alimenticios (Smith, 1996).
El presente estudio aborda la percepción de riesgo de las jugadoras de dos deportes de bajo riesgo como son el baloncesto y el fútbol sala, y un deporte de riesgo como es el voleibol. Estudios previos indican que pese a las exigencias reglamentarias de llevar ropa ajustada, las jugadoras de voleibol presentan el mismo riesgo de padecer trastornos alimenticios que la población normal (Beals, 2002; Frideres y Palao, 2005a; Morales y Disch, 2004). Con respecto al fútbol sala y el baloncesto no se ha encontrado ningún trabajo de investigación en la revisión realizada. En fútbol, en jugadoras universitarias estadounidenses se ha encontrado que la práctica de este deporte reduce la incidencia de trastornos alimenticios de la población normal (Hafer y McClung, 2003).
El propósito de este estudio fue investigar los trastornos alimenticios, los factores de riesgo, el conocimiento de estos trastornos por parte de jugadoras de baloncesto, fútbol sala, y voleibol, y conocer si existe el mismo nivel de riesgo entre estos deportes. Además, se busca profundizar sobre las actitudes hacia la actividad física que realizan, hacia la comida, y el énfasis que ponen sobre la delgadez de las jugadoras de estos deportes.
Métodos
La muestra objeto de estudio estuvo compuesta por 27 jugadoras de dos equipos de fútbol sala de la primera división Española (División de Honor), 14 jugadoras de baloncesto de la segunda división nacional Española, y 14 jugadoras de voleibol de la primera división nacional Española (Superliga) de la temporada 2005-2006. Las características de las atletas participantes en el estudio a nivel de entrenamiento, edad, altura, y peso se pueden observar en la tabla 1. Las jugadoras participaron en el estudio de forma voluntaria, tras ser informadas tanto ellas como los delegados/responsables de los equipos y tras cumplimentar el correspondiente consentimiento informado.
Tabla 1 . Características de la muestra de estudio |
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Deporte |
Horas entrenamiento |
Edad |
Altura |
Peso |
BMI |
Fútbol sala |
85% más 7 horas |
26,6 |
1,65 |
59,6 |
21,9 |
Baloncesto |
86% más 7 horas |
21,2 |
1,77 |
72,3 |
23,1 |
Voleibol |
100% más 7 horas |
23,3 |
1,78 |
71,1 |
22,4 |
Se realizó un diseño selectivo, descriptivo, y transversal. La recogida de datos se realizó a través de un cuestionario que contenía 10 preguntas cerradas y cinco preguntas semi-abiertas (con la opción de "otros") para medir el tipo de implicación atlética, la auto-percepción del cuerpo, el estrés percibido relativo al control del peso, las conductas alimentarías, y el conocimiento sobre los trastornos alimenticios. Los cuestionarios fueron validados a nivel de fiabilidad en un estudio previo (Frideres y Palao, 2005a), con un coeficiente de fiabilidad superior a 0.93. El análisis de los datos se realizó a partir de un análisis descriptivo de los datos utilizando el software SPSS 13.0 (medias, desviaciones típicas, y porcentajes).
Resultados
Las principales razones por las cuales las jugadoras indicaron que realizaban sus deportes fueron:
En fútbol sala, porque les gustaba practicar deporte (90,5%), porque les gustaba competir (61,9%), porque se divertían (61,9%), porque les gustaba hacer ejercicio (42,9%), y porque era saludable (33,3%).
En baloncesto, porque les gustaba practicar deporte (92,9%), porque se divertían (92,9%), porque les gustaba hacer ejercicio (78,6%), porque les gustaba competir (50%), y porque era saludable (50%).
En voleibol, porque les gustaba practicar deporte (85,7%), porque se divertían (71,4%), porque les gustaba hacer ejercicio (62%), porque les gustaba competir (35,7%), y porque les gustaba hacer ejercicio (28,6%).
En relación al control del peso, el 35,7% de las jugadoras de baloncesto indicaron que realizaban deporte con el objetivo de controlar su peso frente al 9,5% en fútbol sala y el 7,1% en voleibol. A nivel de satisfacción con su peso, el 71,4% de las jugadoras de voleibol expresaron que estaban totalmente satisfechas o satisfechas con su tamaño y peso. Las jugadoras de baloncesto y fútbol sala indicaron valores similares ligeramente inferiores (64,3% y 59,3%, respectivamente).
Sin embargo, más de un 60% de las jugadoras indicaron que su peso ideal era inferior a su peso (61,9% en fútbol sala, 92,9% en baloncesto, y 78,6% en voleibol). La discrepancia entre el teórico peso ideal y el peso actual de las deportistas provocó que en fútbol sala, un 56%, y en baloncesto, un 59%, de las jugadoras controlaran su peso de forma periódica (una vez por semana o a diario). Las jugadoras de voleibol indicaron un menor porcentaje de control de su peso de forma periódica (36%). En esta línea, más del 70% de las jugadoras creían que era necesario tener un peso determinado para la práctica de su deporte (un 85,7% en fútbol sala, un 71,4% en baloncesto, y un 92,9% en voleibol). Las razones por las cuales justificaban la necesidad de tener un peso específico fue el rendimiento en un 55-85% (un 85,7% en fútbol sala, un 57,1% en baloncesto, y un 78,6% en voleibol) y reducir la incidencia de las lesiones en un 28-57% (un 38,1% en fútbol sala, un 28,6% en baloncesto, y un 57,1% en voleibol).
El 71,4% de las jugadoras de voleibol indicaron que controlaban su peso frente al 47,6% y 42,9% de las jugadoras de fútbol sala y baloncesto, respectivamente. Los medios más comunes que indicaron utilizar las deportistas para controlar su peso fueron: el sobre-entrenamiento (un 23,8% en fútbol sala, un 14,3% en baloncesto, y un 21,4% en voleibol), y la dieta, tanto a nivel de calorías (un 47,6% en fútbol sala, un 42,9% en baloncesto, y un 50,0% en voleibol) como de control de cantidad (un 19,0% en fútbol sala, un 21,4% en baloncesto, y un 35,7% en voleibol). Sin embargo, las píldoras dietéticas (14,3%) también eran usadas como medios de control del peso por las jugadoras de voleibol.
El 57,1% de las jugadoras de voleibol indicaron que habían recibido presiones para estar delgadas frente al 38,1% en fútbol sala y 21,4% en baloncesto. El origen de estas presiones ha sido:
En fútbol sala, por la propia deportista (33,3%), los entrenadores (14,3%), padres (14,3%), amigos (9,5%), y familiares (9,5%). El resto de fuentes de presión presentaron una baja incidencia (4.8%): libros-revistas y televisión.
En baloncesto, por la propia deportista (14,3%), los entrenadores (14,3%), padres (14,3%), médico (7,1%), y amigos (6,3%).
En voleibol, por los entrenadores (50,0%), la propia deportista (21,4%), compañeros (21,4%), padres (14,3%), médico (7,1%), y amigos (7,1%).
En relación con la percepción de los entrenadores como causas de presión, cabe indicar que las deportistas no percibían que los entrenadores sobre-enfaticen la importancia del control del peso. Así, las jugadoras indicaron que en 57,1-78,6% el énfasis era justo (57,1% en fútbol sala y baloncesto y un 78,6% en voleibol), y en el resto de los casos las jugadoras indicaron que los entrenadores no enfatizaban este aspecto. Únicamente en fútbol sala un 14,3% indicó que el énfasis de los entrenadores era percibido como insuficiente por las jugadoras. Con respecto a la percepción de las compañeras como causas de presión, las deportistas no percibían que éstas sobre-enfaticen la importancia del control del peso. Así, las jugadoras indicaron que en 61,9-71,4% el énfasis de sus compañeras era justo y que en 23,8-28,6% no se enfatizaba. Únicamente en fútbol sala un 9,5% indicó que el énfasis de las compañeras era percibido como insuficiente por las jugadoras y en un 4,8% como excesivo.
Con respecto a la información sobre la nutrición adecuada para su edad y práctica deportiva, el 85.7% de jugadoras de fútbol sala y baloncesto y el 92,9% de las jugadoras de voleibol indicaron haber recibido información. Las fuentes de información que las jugadoras indicaron fueron:
En fútbol sala, libros y revistas (42,9%), entrenadores (38,1%), médicos (33,3%), internet (33,3%), amigos (19,0%), compañeros (14,3%), televisión (9,5%), y familiares (4,8%).
En baloncesto, entrenadores (42,9%), médicos (21,4%), internet (21,4%), libros y revistas (14,3%), amigos (14,3%), familiares (14,3%), padres (7,1%), y televisión (7,1%).
En voleibol, médicos (50,0%), entrenadores (42,9%), libros y revistas (35,7%), padres (28,6%), compañeras (28,6%), amigos (28,6%), internet (14,3%), familiares (14,3%), y televisión (7,1%).
A nivel de información sobre los trastornos alimenticios, el 85,7% de las jugadoras de baloncesto y de voleibol y el 93,9% de las jugadoras de fútbol sala indicaron haber recibido información sobre esta problemática. Las fuentes de información que las jugadoras indicaron fueron:
En fútbol sala, televisión (61,9%), libros y revistas (57,1%), colegio (47,6%), médicos (23,8%), padres (23,8%), amigos (19,0%), compañeros (9,5%), familiares (9,5%), internet (4,8%), y enfermeras (4,8%).
En baloncesto, libros y revistas (71,4%), televisión (61,9%), colegio (57,1%), padres (35,7%), familiares (28,6%), médicos (14,3%), internet (7,1%), y compañeros (7,1%).
En voleibol, colegio (50,0%), libros y revistas (50,0%), televisión (42,9%), padres (21,4%), amigos (21,4%), médicos (21,4%), familiares (14,3%), y enfermeras (14,3%).
Un 9,5% de las jugadoras de fútbol sala han sido diagnosticadas con trastornos alimenticios (anorexia y bulimia). Ninguna de las jugadoras de baloncesto o voleibol indicó haber padecido trastornos alimenticios. Un 35,7% de las jugadoras de baloncesto y voleibol y un 47,6% de las jugadoras de fútbol sala indicaron haber recibido comentarios o signos de preocupación en relación a sus hábitos o actitudes alimenticias (35,7% en baloncesto y voleibol y un 42,9% en fútbol sala) o sobre su peso (35,7% en voleibol y un 9,5% en fútbol sala). El 9,5% de las jugadoras de fútbol sala, ninguna en baloncesto, y un 7,1% de las jugadoras de voleibol participantes en el estudio pensaban que existían problemas de trastornos alimenticios en sus respectivos deportes.
Discusión
En los tres deportes estudiados los niveles de percepción de la satisfacción del peso son mayores que los encontrados en otros deportes en los que se enfatiza la resistencia, como el cross-country (Frideres y Palao, 2004, 2005b) o en los que se enfatiza la estética (Bale, Doust, y Dawson, 1996). Estos valores pueden estar relacionados con las características y la finalidad del deporte (Rust, 2002). Las jugadoras de voleibol presentan niveles ligeramente superiores de satisfacción que las jugadoras de baloncesto y fútbol sala. La discrepancia entre estos datos y la valoración realizada por parte de las jugadoras en relación a su peso ideal puede o no indicar que las jugadoras de baloncesto y voleibol tengan una mejor auto-valoración de sí mismas. No obstante, este aspecto únicamente se puede considerar como una posible interpretación de estos datos. De forma específica en voleibol, los resultados son similares a los encontrados en jugadoras junior de nivel nacional (Frideres y Palao, 2005a) y en jugadoras universitarias de nivel nacional (Frideres y Palao, 2008).
Un elevado porcentaje de jugadoras indica que existe un peso determinado para la práctica de su deporte (>70% de las jugadoras). Esta creencia es mayor en voleibol y en fútbol sala que en baloncesto. Las jugadoras relacionan la existencia de un peso determinado con el rendimiento en el deporte. Esta opinión es mayor en voleibol y en fútbol sala (>78%) que en baloncesto (57%). Un 57% de las jugadoras de voleibol relaciona también la existencia de este peso determinado con la prevención de lesiones. Estos resultados se pueden deber al efecto del sobrepeso en el incremento de lesiones de rodillas en la realización repetida de saltos de remate y de bloqueo en voleibol (Becker, 1992; Khan y Bahr, 2003).
La opinión de que existe un peso determinado para la práctica de su deporte y el hecho de que no se está en su peso ideal puede ser una de las causas que puede provocar la utilización de medios de control del peso. A este respecto se observan importantes diferencias entre los distintos deportes. El empleo de medios para el control del peso se realiza más por las jugadoras de voleibol (71,4%), que eran las jugadoras que mejor percepción tenían de sus pesos. Por contra, menos de un 45% de las jugadoras de fútbol sala y baloncesto utilizan medios para controlar su peso. Los valores encontrados en voleibol son similares a los encontrados en cross country (Frideres y Palao, 2004; Frideres y Palao, 2005b; Hulley y Hill, 2001), y ligeramente superiores a los encontrados en jugadoras junior de nivel nacional (Frideres y Palao, 2005a) y en jugadoras universitarias de nivel nacional (Frideres y Palao, 2008). En los tres deportes, el medio más empleado de control de su peso fue el control de la dieta (cantidad de calorías o cantidad de ingesta) como medios. En voleibol, el porcentaje de uso de medios no adecuados de control del peso es preocupante (14,3%). El hecho de que algunas jugadoras los utilicen muestra la importancia de informar a las jugadoras sobre los peligros de su uso. Estos valores encontrados en voleibol son similares a los encontrados en deportes de resistencia y en deportes de estética (Bale et al., 1996; Frideres y Palao, 2004; Frideres y Palao, 2005b).
En relación a las presiones sobre el control del peso, se observan diferencias entre los distintos deportes estudiados. Las jugadoras de voleibol son las que reciben presiones para controlar su peso (57%) seguidas de las jugadoras de fútbol sala (38%) y de las jugadoras de baloncesto (21%). Las fuentes de presión que tienen las jugadoras son diversas. La fuente más común de presión en las jugadoras de fútbol sala son ellas mismas (33%). Esto podría estar relacionado con el aspecto antes indicado sobre estas jugadoras (menor auto-valoración). En voleibol, destaca la presión ejercida por los entrenadores (50%) y por las compañeras de equipo (21,4%). Sin embargo, ni las jugadoras de voleibol, ni las jugadoras de fútbol sala y de baloncesto perciben que este énfasis sea inadecuado. Las causas de estos resultados pueden deberse a la creencia por parte de las jugadoras de que hace falta un peso determinado y a que éstas han creado estrategias para soportar estas presiones. Estudios previos, en jugadoras de voleibol, indican que a mayor nivel de competición, las jugadoras soportan mejor las presiones que reciben en torno a su peso (Frideres y Palao, 2005a). No obstante, se debe revisar que tipo de énfasis realizan los entrenadores y compañeras en voleibol.
En los tres deportes, las jugadoras indican poseer tanta información sobre trastornos alimenticios como sobre la nutrición adecuada para su edad y actividad física que realizan. Se observan diferencias entre las fuentes de información a través de las cuales se obtiene esta información por parte de las jugadoras. En el caso de la nutrición, las principales fuentes de información son: entrenador, libros-revistas, médicos, e Internet. Sin embargo, en el caso de los trastornos alimenticios la primera fuente de información son: libros-revistas, colegio, televisión, médicos, e Internet. Destaca el hecho de que los entrenadores no aporten ningún tipo de información sobre trastornos alimenticios a las jugadoras, y que las jugadoras indiquen que el colegio no sea una fuente de información sobre nutrición.
En baloncesto y voleibol el porcentaje de incidencia de trastornos alimenticios encontrado presenta valores inferiores a la incidencia en la población normal (Clark, 1999; Garner y Rosen, 1991). Estos resultados coinciden con estudios previos y parecen indicar que la práctica de estos deportes parece no ser un aspecto que incida en el riesgo de padecer trastornos alimenticios. Sin embargo, el fútbol sala presenta valores superiores a los de la población normal. Estos valores discrepan con estudios previos en fútbol (Hafer y McClung, 2003). Futuros estudios son necesarios para conocer el estado real de la incidencia y riesgo de padecer trastornos alimenticios en esta población.
Conclusiones
A partir de los resultados obtenidos, se pueden extraer las siguientes conclusiones en la población objeto de estudio:
Las jugadoras de voleibol reciben más estrés y controlan más sus pesos pero indican estar más satisfechas de éste que las jugadoras de fútbol sala y baloncesto.
El medio más empleado para el control del peso por parte de las jugadoras de fútbol sala, baloncesto y voleibol es el control de las comidas (tanto cantidad como calorías).
Siete de cada 10 jugadoras estudiadas indican que existe un peso determinado para la práctica de su deporte, y que éste está relacionado con la obtención del rendimiento. Las jugadoras de voleibol indicaron que este también estaba relacionado con la prevención de lesiones.
En voleibol, cinco de cada 10 jugadoras indica que sus entrenadores son una causa de estrés en lo relativo al control del peso, aunque indican que este estrés no es negativo.
Las jugadores de fútbol sala, baloncesto, y voleibol indican poseer información suficiente a nivel de nutrición adecuada para su edad y nivel de práctica deportiva, y a nivel de trastornos alimenticios.
La práctica de baloncesto y voleibol no parece ser una causa de riesgo en el incremento de los trastornos alimenticios encontrados en la población objeto de estudio.
El nivel de incidencia de trastornos alimenticios en fútbol sala es superior (9,5%) que el de la población normal (1-2%).
Futuros estudios deben orientarse hacia la realización de diseños longitudinales con jugadoras en distintos momentos de su evolución y nivel de rendimiento (regional, nacionales, e internacional). Se hace necesario relacionar los resultados con el tipo de entrenamiento y dinámica de ésta.
Los resultados encontrados permiten conocer la percepción de las jugadoras de tres deportes de equipo en relación a algunos de los factores de riesgo y el conocimiento de los trastornos alimenticios, y profundizar sobre las actitudes hacia la actividad física que realizan, hacia la comida, y hacia el énfasis que ponen sobre la delgadez. Estos resultados parecen indicar que aun faltan cosas por hacer en el ámbito de la práctica de deporte para lograr que ésta sea positiva para todos sus practicantes (mejora auto-estima). De forma especial se debe revisar además los roles, formación, etc. de los entrenadores y profesores de educación física con el objeto de detectar cuáles son las causas de la discrepancia entre la información aportada en relación a la nutrición y en relación a los trastornos alimenticios. En esta línea, se puede hacer necesario revisar y re-plantearse tanto en las escuelas deportivas de formación y especialmente en los colegios e institutos cómo se debe abordar el nexo entre actividad física/deporte y nutrición en las clases de la educación física.
Referencias
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Agradecimientos
A las jugadoras participantes en el estudio, a las instituciones que han colaborado o facilitado la realización del mismo, y a Raúl López Cano y compañía por su colaboración en la administración de los cuestionarios.
revista
digital · Año 13 · N° 125 | Buenos Aires,
Octubre de 2008 |