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Corre dijo la tortuga, atrévete dijo el cobarde
(Juegos Olímpicos, Educación Física y medios de comunicación)

 

Docente ESEF México DF

(México)

Mtro. Miguel Dávila Sosa
sosamig1@hotmail.com

 

 

 

          Estados Unidos ganó más medallas que todos los países del mundo, es más, Phelps, ganó más medallas que México, Cuba, Panamá y Argentina juntos (de oro que son las que valen, claro está). Sin embargo, si bien la Superpotencia del Mundo Postmoderno es quien más Cultura Física tiene, también es quien más obesos conviven en ese territorio, o quienes más droga consumen en América, o quienes más Prozac recetan a su niños porque no los pueden controlar.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 124 - Setiembre de 2008

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    Siempre que terminan los Juegos Olímpicos, o al menos los últimos tres (12 años), los comentaristas a través de los medios de comunicación mencionan lo mismo: hay una crisis en el deporte y debemos atacarla desde su origen, poniendo a la Educación Física que se imparte en las Escuelas como parte del problema o la causante de las derrotas deportivas de este México tan de por sí convulsionado.

    Sin embargo me parece que su apreciación es carente de sustento.

    La educación física escolar es una forma de intervención pedagógica que se extiende como práctica social; su aplicación no radica sólo en el cuerpo del niño en su aspecto físico, sino en sus experiencias motrices, vivencias, deseos, motivaciones, aficiones y sus propias praxias. Entre otras cosas educa y canalizar el agón, cuyo concepto menciona Caillois. “Significa competición, confrontación, encuentro entre iguales, aunque la igualdad de oportunidades haya sido creada artificialmente” (Caillois, 1986)

    El deporte y la educación física no surgen de manera directa y clara en el contexto escolar, Avancini señala: “En el siglo XVII, aparece el término Educación Física, pero no necesariamente como practicas racionalizadas, organizadas y enseñadas en las escuelas, sino como reglas básicas de higiene para uso de las madres en la crianza de los hijos”. (Avancini, 2003).

    El deporte tiene sus inicios en Inglaterra en los siglos XVIII y XIX. Norbert Elias cita: “Surge como una necesidad de civilizar y pacificar a los pueblos, canalizando la fuerza de los hombres mediante juegos de contacto físico, se trata de encontrar mediante el deporte un equilibrio entre el placer y la restricción. La caza de zorros se convierte en una de las primera manifestaciones de deporte organizado, combinando en una misma prueba el valor, la fuerza y la habilidad; el críquet y el fútbol como modalidades deportivas aparecen de igual modo, tanto para poner a prueba al ser humano como también para buscar placer y encauzar formas de civilización para integrar a los hombres a una sociedad regida por normas y reglas”. (Norbert Elias, 1996)

    Existe gran similitud entre las guerras y las prácticas deportivas: los conceptos de técnica –que se deriva del uso dado al manejo de un arma-, táctica y estrategia se utilizan como parte de las habilidades de un buen soldado en plena batalla, así como el desarrollo de capacidades físicas como la fuerza, la velocidad, la resistencia, que son necesarias para enfrentar los largos periodos de lucha.

    Es Pierre de Fredi, Barón de Coubertín, quien le da orden a la organización de los deportes, a partir de organizar los primeros Juegos Olímpicos de la llamada era moderna que se celebran en Atenas en 1896.

    El deporte y la educación física, tienen su origen en ambientes diferentes; con su llegada a las escuelas, el primero pretende suplantarla, promoviendo cada vez mayores contenidos utilitarios en las escuelas, englobándola para sus propios fines, en este caso detectar talentos entre los niños que asisten a los colegios. El hecho que el deporte no sea un producto educativo de origen, hace que su incorporación a las escuelas sea un remedo del que practican los adultos, denominado de elite o tecnificado, por eso el deporte que conocemos a través de los medios, se aleja cada vez más de la Educación Física que se imparte en las escuelas.

    “La enseñanza prácticamente exclusiva de las habilidades técnicas de los juegos deportivos ha reforzado la idea de que la función real de la asignatura es adiestrar en lugar de educar”. (Devis, 1997). Es en ese sentido que los comentaristas de televisión han observado en la Educación Física un espacio para adiestrar, para sacar deportistas y llevarlos hasta los Juegos Olímpicos. No toda la Educación Física es deporte, ni todo el deporte tiene valor pedagógico

    Una de las grandes desgracias de nuestro país es la televisión, son ellos (comentaristas) los que producen y despedazan a los deportistas: “María de todo México decía uno de ellos, al saber que la atleta de Tae Kwon Do había ganado la medalla de oro”, “Nuestra medalla de oro”; ¿nuestra?, me parece que hay no sólo un exceso en esa frase sino además una burla. Esa medalla le pertenece sólo a ella. Dudo mucho que entiendan lo que implica en este país ser deportista, apostar una etapa muy importe de la vida (niñez o la juventud) a practicar un deporte, a cambio en casi todos los casos de nada.

    Me pregunto si acaso sabrán que para que un deportista acuda a unos Juegos Olímpicos deben pasar un filtro muy grande, en donde deben enfrentar a cientos de deportistas de diferentes niveles y en algunas ocasiones edades y años de experiencia en la disciplina en cuestión.

    María del Rosario Espinoza representa a México, pero principalmente representa a su familia, quines la llevaron desde pequeña a ser quien hoy es, y a quien hoy la televisión la quiere utilizar para sus fines eminentemente comerciales. “Siempre con el ganador”, dijo un comentarista.

    Es increíble que en estos últimos Juegos Olímpicos en donde la tecnología y la creatividad hicieron su unión para demostrarnos de lo que es capaz la humanidad y sus inacabables alcances en materia deportiva, los chinos nos digan o nos hagan creer que sus niñas gimnastas tienen 16 años (como lo marca el reglamento), mientras el mundo entero piensa lo contrario, claro para lograrlo les dan 500 miligramos de calcio al día, mientras la ración mínima es de 1500, es decir la humanidad atenta contra la humanidad o mejor dicho y como siempre el adulto termina por decidir el futuro del niño.

    Y qué decir de la Delegación Mexicana quien presenta 85 atletas y 170 acreditaciones de Federativos, y gente de pantalón largo. Tengo presente como imagen el inicio del Desfile Inaugural en donde la abanderada Mexicana orgullosamente va al frente del contingente y detrás de ella aparece la figura de una persona que a todas luces se ve que no es deportista, ¿qué hace ese hombre ahí?, decía un niño al ver tal espectáculo, ¿a quién cree que le va a ganar?

    No es difícil pensar que la televisión invertirá nuevamente 3 años 11 meses y dos semanas a enaltecer el "deporte nacional": el fútbol (por cierto deporte en el que México tampoco en China participó, al igual que el básquetbol que desde Montreal 1976 no participa y el voleibol desde los Juegos Olimpicos de México en 1968) y en ese mismo sentido invertirá dos semanas y fracción en atender y criticar de manera muy severa a los deportistas que con el simple hecho de acudir, ya son una especie héroes, están por encima de millones de Mexicanos que han soñado alguna vez estar en alguna justa deportiva de ese tamaño.

    Una vez platiqué con Santiesteban, nadador mexicano en Moscú 1980 y me decía: “poco o nada saben los comentaristas de lo que implica sacrificarse para unos Juegos Olímpicos y mucho menos lo que alteras fisiológicamente a tu cuerpo en pos de una medalla olímpica”, al respecto Marc Duran señala: Ninguna medalla vale la salud de un niño.

    Históricamente se ha dicho que el país que más medallas gana es aquel que más Cultura Física ha desarrollado y en los 80’s yo también lo creía, sin embargo hay sabemos que el país que más medallas ganó en Atenas 2004, fue E.U.A con 104 en total, seguida de China y Rusia; en China 2008, E.U.A quedó en segundo lugar con 110 medallas; me pregunto qué harían los comentaristas Mexicanos si fueran Norteamericanos, enloquecerían por no saber qué hacer con tanto oro, (con aquello que es de ellos, como el de María de mi corazón, sic).

    Efectivamente EUA ganó más medallas que todos los países del mundo, es más, Phelps, ganó más medallas que México, Cuba, Panamá y Argentina juntos (de oro que son las que valen, claro está). Sin embargo, si bien la Superpotencia del Mundo Postmoderno es quien más Cultura Física tiene, también es quien más obesos conviven en ese territorio, o quienes más droga consumen en América, o quienes más Prozac recetan a su niños porque no los pueden controlar.

    ¿Qué hacemos, apostamos a seguir buscando garbanzos de a libra que ganen nuestras medallas para los siguientes juegos olímpicos?, o educamos a nuestro pueblo para que haga ejercicio como forma de vida, que cuide su cuerpo, que entienda que con ese cuerpo nacimos y no tenemos más que ese, que aprenda a limpiarlo, alimentarlo, ejercitarlo, relacionarlo y potencializar sus capacidades sociomotrices, ludo motrices y físico motrices en general.

    Pero, ¿cómo comprender que México necesita de nuevas formas de entender el deporte?, si la propia CONADE ha diseñado y entregado una Guía Técnica Deporte y Recreación para una Escuela Segura a muchas escuelas de México, el pasado mes de Agosto, en evento inaugurado por el propio Presidente de la República; si en su página 12 a la letra dice:

    “Para que el desarrollo psicológico avance sin grandes dificultades y la vinculación y desvinculación familiar se produzca en las distintas etapas del desarrollo infantil sin producir alteraciones, trastornos o desfases psicológicos es imprescindible, además de necesario, crear espacios afectivos, encuentros sin esfuerzos, encuentros que divierten, es necesario jugar, jugar sin intención de que aprendan. Jugar por jugar. Jugar que no es aprender” y más adelante en la página 13 señala: “Querer aprender para jugar, para divertirse, es más motivador que jugar para aprender. Jugar para seguir aprendiendo en casa, con la familia, es convertir el juego en una rutina monótona exenta de placer y poco gratificante.

    La UNESCO en su Declaración Mundial de los derechos de los niños señala: “El juego, es la forma preferida de expresión infantil, en la que el niño proyecta su mundo. El niño juega constantemente y reproduce en sus juegos sus vivencias y relaciones con su entorno. No se puede hablar de juego sin hablar de aprendizaje”.

    Como vemos resulta muy complicado empatar dos visiones totalmente alejadas entre sí, consecuencia inevitable de lo anterior, es no sólo la pérdida de un camino que busque el bienestar del niño, sino además la negación de las bondades del juego como actividad fundamental para su desarrollo y formación de su personalidad.

    El avance educativo y científico en este nuevo siglo es acompañado por el desarrollo de las diferentes áreas y disciplinas del saber, la educación es el elemento sustancial del desarrollo del hombre y es consecuencia de la sociedad que representa. Muchas son las voces, sobre todo la de los humanistas, que se han levantado contra los vicios de una educación1 predominantemente tecnológica debido a una concepción especializada por la obsesión de metas cuantitativas y, fraccionada por la idea de la eficacia y la destreza: “Una educación empeñada en cómo hacer las cosas y totalmente despreocupada del para qué hacerlas.” 2 La crítica de filósofos y pedagogos, ya liberales o marxistas, se reduce a lo siguiente: el trabajo no debe ser sinónimo de castigo ni la escuela de sacrificio; unos y otros lo que proponen es un trabajo que aproveche todas las facultades del ser humano y una educación no sólo para ganarse la vida sino para vivirla mejor.

    Es en dicho contexto que pienso que la educación física está llamada a jugar un nuevo papel, necesario para preparar a los sujetos en el adecuado y positivo uso de su tiempo libre, gozoso, inspirado en el placer de moverse, en la alegría de reír: un encuentro con todos los sentidos del cuerpo; ejercitar el cuerpo y ejercer sus facultades al mismo tiempo. Una propuesta pedagógica que tenga como centro y punto de eclosión al sujeto que se educa y al sujeto que educa. Un sistema educativo que busque cuidar que el otro cuide de sí mismo, buscar en el ser humano la alegría de vivir y el placer de convivir.

    Pienso en Finlandia, ese país ganó solamente una medalla de oro en la última justa olímpica, mediocre actuación dirían los comentaristas. Sin embargo Finlandia es el país que menos muertes por ataques cardiacos presenta, es el país en el que mejor se trata a su niños y jóvenes, es el país en el que más gente practica actividad física y por lo tanto marca la diferencia; en educación, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) considera a este país, quien era uno de los más pobres en el siglo XIX en uno de los mejores en el mundo, (primero en matemáticas, comprensión de escritura y cultura científica); su educación y cultura son inmejorables, tres de cada cuatro niños de quince años confiesan leer el periódico por placer todos los días. Evidentemente no es solo cuestión de economías, es cuestión de educación.

    El estado Mexicano, dice Denisse Dresser, está más preocupado en vender petróleo que en educar a sus ciudadanos.

    Espero que los próximos Juegos nos vuelvan a dar como humanidad la satisfacción de mirar cuan grandes somos como especie animal que sobrevive en este mundo quebradizo. Espero también que veamos qué tan grande puede llevar el hombre su afán por superarse a sí mismo y para ello haga alianzas con la ciencia y la tecnología como hasta ahora lo ha esmeradamente realizado. Pero sobre todo que para entonces los comentaristas dejen de culpar a la Educación Física de los fracasos deportivos.

Notas

  1. Para los humanistas la aporía es a todas luces evidente, partiendo incluso desde su concepto: Educación, lo propio que conducta, viene de ducere, conducir. La educación nos lleva a la cultura y la virtud. Cuando queremos que nos eduquen, acudimos á un preceptor. La educación es moral. Idem.

  2. Edmundo, González llaca, Alternativas del ocio, México, Ed., F.C.E., 1975, p. 77.

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