Deporte y violencia | |||
Sociólogo
(Chile) |
Daniel Ramos Ahumada |
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Resumen
Continuando la línea teórica propuesta con anterioridad nos enfrentamos
al tema problema de cada semana en muchos recintos deportivos a lo largo
y ancho del mundo. Deporte y Violencia es un acercamiento a la génesis
de estos hechos abarcando una profunda revisión bibliográfica cuyo fin
es poder dar suficientes fundamentos que nos permita entrar a la
discusión si estos hechos son tan ajenos al deporte competitivo cómo
algunos pretenden convencernos.
Palabras clave: Conflicto. Alta
competencia. Gamberrismo. Hooligans. Barras bravas. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 124 - Setiembre de 2008 |
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1. La violencia y el valor agregado de los deportes de mayor espectacularidad
La idea de una diferencia ambigua entre conflicto y competencia nos permite inferir cierta conexión entre violencia y deporte (01). No pensamos que la violencia contribuya a la consolidación deportiva, solo entendemos que el deporte en si, se concibe como un conflicto simbólico(02), con las consecuencias que implica tal asociación.
El valor agregado de la violencia al deporte no parece tan irrisorio conectar, al pensar que los deportes de más impacto masivo son los que se rodean de este tipo de hechos(03)(04). A pesar de ser constantemente censurados por los medios de comunicación, la violencia es el reflejo de lo que sucede en los campos simbólicos de los escenarios deportivos. A mayores niveles de rivalidad, y por lo tanto, de un conflicto potencial mayor, a diferencia de lo que se cree, estas situaciones atraen más público, comparado a eventos que no se presenta este factor de rivalidad histórica. Recordemos y como se reafirma en el texto Fútbol y Cultura(05)(por dar un ejemplo), las formas en que se organizaron ciertos deportes, fueron la base que permitió dirigir esta necesidad de reafirmación identitaria ante la lucha simbólica con los contrincantes en el juego:
“...un contingente reducido de atletas, formando equipos, pasaron a rivalizar entre sí no sólo para la propia satisfacción, sino para el deleite de la comunidad a la cual representaban. Aunque la historia del fútbol sea multifacético, asumiendo los contornos culturales localizados, el patrón de sociabilidad instituido en sus principios fue seguido muy de cerca en casi todos los lugares donde el deporte fue introducido. El hecho de ser practicado con los pies demarcó una diferencia entre el fútbol y otros deportes colectivos, y esto no debe ser desconsiderado, como veremos más adelante. Es preciso afirmar, una vez más, que el éxito del fútbol no resulta directamente del juego en sí, como si fuese absorbente en su esencia o estéticamente superior a las demás modalidades, sino de la forma como fue organizado, permitiendo la recreación, a través de las instituciones “clubísticas” de las tramas simbólicas que dan sentido a la pertenencia colectiva...”
Elías(06) intenta descubrir las diferencias de tensión que ocurre en el evento deportivo, vinculando directamente a la concepción previa que se construye socialmente por los involucrados del evento deportivo. Si esa tensión es mayor, existe una mayor probabilidad de que existan elementos que faciliten la aparición de hechos de violencia.
La cantidad de ejemplos de hechos relacionados con la violencia son múltiples. Aquí tenemos algunos:
(07).“...los ejemplos están a la orden del día. Hace poco, un grupo de jugadores de la selección de Etiopía pidió asilo político ante el alto comisionado para refugiados de El Cairo, luego de que su equipo perdiera con su similar de Egipto por 6 goles a 1. Los futbolistas que solicitaron asilo tenían miedo de que en su patria los aficionados les dieron una paliza e incluso que los asesinaran”
“...también hay penales bullados, como el que erró Carlos Caszely en el mundial de España en 1982. A propósito del desconcierto nacional que provocó el malogrado lanzamiento, y que significó – entre otras manifestaciones de odio – que se les hiciera la vida imposible a sus pequeñas hijas en el colegio con recaditos para el “ “imbécil de tú papá”, el comentarista Raúl Hasbún (ferviente aficionado al fútbol), tele sacerdote, sentenció: “Caszely calculó mal la diagonal que une el punto que está ahí, a doce pasos del arco, con el extremo derecho de un parante, de un vertical ¿que tremendo pecado!, ¿no? En este momento toda la geometría de Euclides, toda la física de Newton y de Einstein vive en un estado de extrema consternación ¡que pecado tan terrible el de Caszely!...” (08).
Muchos otros hechos de violencia tanto físicas como verbales, fuera y dentro de la cancha, se pueden recopilar con sólo revisar la prensa semanal. Intentaremos profundizar en las siguientes líneas.
2. Evolución de la violencia en el deporte
I
Los deportes provienen de verdaderas luchas ritualizadas. Permiten el intercambio e interacción con otros grupos fuertemente cohesionados, que comparten los mismos valores relacionados con lo caballeresco. Es decir con fuertes normas morales relacionados con el honor(09).
(10).“...Antaño el país (Inglaterra) estaba dividido en provincias y los habitantes de cada provincia constituían, en cierto modo, una pequeña nación que despreciaba a todas las de más. Por su lado estas provincias estaban divididas, a su vez, en una serie de señoríos de feudos, cuyos propietarios jamás cesaban de luchar los unos contra los otros. Tanto los grandes señores, los barones, como los pequeños castellanos, vivían en un aislamiento salvaje y se encontraban ininterrumpidamente impulsados a guerrear contra sus “soberanos”, contra sus iguales o contra sus vasallos. Además se daba una rivalidad entre las ciudades, entre las aldeas, entre los valles, así como una guerra ininterrumpida entre los vecinos, guerra que parecía producirse de un modo natural en razón de la multiplicidad de estas unidades territoriales. Este cuadro nos permite ver de forma gráfica lo que ya hemos afirmado muy a menudo, con caracteres generales, esto es, la correspondencia que existe entre la estructura social y la estructura emotiva. En esta sociedad no hay ningún poder central que se haga suficientemente fuerte para obligar a los seres humanos a contenerse. Y cuando, en una y otra zona, crece la fuerza de un poder central, cuando se obliga a los seres humanos a convivir en paz en un territorio más o menos amplio, entonces va cambiando de modo paulatino la configuración de las emociones y las pautas de los afectos. Entonces aumenta de modo paulatino la contención y la consideración de unos individuos hacia los otros en la vida cotidiana, es la vida social normal...”
“...Hoy día, estos estados constituyen también sistemas de equilibrio de asociaciones humanas en competencia libre como antaño lo estaban las pequeñas unidades que hoy forman parte de sus territorios. Estos estados se enfrentan unos a otros con intensidad creciente bajo la presión de las tensiones, bajo la coacción de los mecanismos competitivos que mantienen a nuestra sociedad en un movimiento permanente de lucha y de crisis (11)...”
“...De esta forma los antiguos grupos por ejemplo, los asentamientos de artesanos y sus señores feudales, las ligas urbanas y las ligas caballerescas, se enfrentan como unidades independientes, al igual como harán posteriormente los estados, y como explica Elías, han de estar permanentemente dispuestos a resolver con las armas sus conflictos de interés...” (12).
Esa estructuración espacial, como hemos revisado, es clave en la conformación del contexto competitivo. Desde la perspectiva de Elías se propone que el hombre no se comportaba tal como lo conocemos hoy, sino que era bastante más violento o incivilizado(13) (14), a pesar de la cantidad de ejemplos relacionados con barras bravas hoy en día.
La visión de Elías es la propuesta de una sociología histórica, en que la violencia es un punto esencial(15). Lo que el autor muestra en su análisis histórico es que, junto al refinamiento de las formas de vestir, comportamiento en la mesa, ademanes o expresión del gesto, que se producen a partir del siglo XV en la sociedad Cortesana, se fue instaurando también un nuevo código moral entre la aristocracia, puesto que ya no era su aguerrido valor y agresividad lo que de ellos se esperaba, produciéndose así un control paulatino de la violencia en las relaciones sociales. La compleja red de interdependencia a que se vio sometida la sociedad cortesana es una clave decisiva para comprender el advenimiento del Estado moderno, y en este proceso civilizador los cruentos pasatiempos medievales se fueron regulando hasta originar el deporte contemporáneo (16).
Sabemos que, en el siglo XV las costumbres eran violentas, que las pasiones se saciaban con brutalidad, a pesar del miedo al infierno, a pesar del freno que suponían las distinciones de clases y el sentimiento de honor caballeresco, a pesar de afabilidad y de la alegría en las relaciones sociales (17). La moderación de la violencia en los pasatiempos, aparece a partir de la influencia de las clases altas de la Inglaterra del siglo XVIII(18). En un ejemplo casi mítico del origen del “Soccer” y el Rugby, se puede relacionar a la influencia de la clase más pudiente en la configuración de un pasatiempo menos violento:
(19).“...la violencia que se le achacaba, y con toda justicia, se debía a la falta de reglas concretas. El fútbol comenzó a suavizar sus métodos en el momento en que entró en los colegios universitarios. Su brutalidad podría afirmarse que desapareció en 1823 cuando el alumno del colegio de Rugby William W. Ellis cogió la pelota con las manos y corrió con ella junto al pecho hasta colocarla detrás de la línea de gol. La acción tuvo como primera consecuencia la prohibición de tocar el balón con las manos y fue también el momento clave para la escisión del juego en rugby y “soccer”. El acto protagonizado por Ellis siempre se ha considerado que fue el gesto desesperado de quién era incapaz de jugar con los pies...”
La evolución de verdaderas batallas campales a deportes reglamentados, es el paso clave para comprender el cambio en la evolución de estos juegos que en su inicio eran a escala local.
“...en 1890, refiriéndose a los ancestros populares del fútbol y el rugby, “supervivientes” en el siglo XIX, el etnólogo G.L. Gomime escribía lo siguiente: “es imposible contemplar estos feroces encuentros sin llegar a la conclusión de que eran, no tanto partidos de fútbol como peleas locales: y, al observar que la localidad sustituye al clan, se refuerza la idea de que estos deportes modernos recogen las reliquias supervivientes de una organización y de unas condiciones de vida rural más primitivas, cuando los diferentes clases se situaban en distintos bandos, siempre evocando sus distinciones tribales...” (20).
II
Dunning, reconoce el cambio en la reglamentación, como clave en la comprensión de la evolución de un deporte violento a uno que no lo es. Considerando que no existen grandes cambios con relación a las formas de conflicto, que desde nuestro punto de vista se fortalece en ningún caso desaparece, seguimos siendo herederos de estas formas de competencia mediante la lucha, punto interesante a considerar.
Para Norbert Elías, de hecho, nada en la historia demuestra que esta transformación se haya llevado a cabo de modo “racional”, por ejemplo, por medio de la educación adecuada de personas concretas o de grupo de personas. En su conjunto, la transformación se produce sin un plan previo, aunque sin embargo sigue un orden peculiar(21).
Es evidente que la civilización, como la racionalización, no es un producto de la ratio humana, no es el resultado de una planificación que prevea a largo término. Sería impensable que en la base de la paulatina “racionalización” se encontrara ya un comportamiento y una planificación “racionales” que actuaran a lo largo de los siglos(22). La civilización no es racional, y tampoco es irracional, sino que se pone y se manifiesta ciegamente en marcha por medio de la dinámica propia de una red de relaciones por medio de cambios específicos en la forma en que los hombres están acostumbrados a vivir(23).
Textualmente de la afirmación de Elías, resume todo aquello que la sociedad occidental de los últimos dos o tres siglos cree llevar de ventaja a las sociedades anteriores o a las contemporáneas “primitivas”. Con el término de “civilización” trata la sociedad occidental de caracterizar aquello que expresa su peculiaridad y de lo que se siente orgullosa, el grado alcanzado por su técnica, sus modales, el desarrollo de sus conocimientos científicos, su concepción del mundo y muchas otras cosas(24).
Mientras más formas de interacción se realicen, más formas de acuerdos se pueden lograr, aunque exista una situación de conflicto. La definición de la Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, da en el punto correcto. Nos permite comprender, el origen de la reglamentación más que un fenómeno netamente racional.
Desde cierta perspectiva, nos permite confirmar, que los tipos de relaciones que comenzaron a efectuarse en la modernidad (múltiples), permitieron la aparición de este acuerdo, y en gran parte, el fin de los hechos de violencia deportiva, por lo menos dentro de la cancha:
(25).“...Aunque la unidad y la rigidez estructural tienden a dar al conflicto una gran intensidad no conducen necesariamente a un alto grado de violencia en él. La violencia se refiere a la elección de los medios a emplear, mientras que la intensidad corresponde al grado de participación. Ambos pueden variar independientemente entre si. Cuanto más integrados en la sociedad o grupo estén las partes en conflicto mayor probabilidad habrá de que el conflicto entre ellas no sea violento, de que elijan armas que no amenacen permanentemente sus lazos comunes. En las sociedades que permiten la integración de las clases inferiores, de las minorías étnicas o de otro tipo, en el orden social, las luchas violentas de clase dejarán paso a medios más prácticos, tale como huelgas institucionalizadas o protestas reguladas...”
El descontrol de las emociones sufre un mayor control en sociedades más civilizadas, de acuerdo a Dunning(26), este es una evolución indiscutible. Aunque afirma que en 1898, murieron cuatro personas en un partido de fútbol, lo cual considera como un hecho aislado, Luis Garro en su historia sobre los campeonatos de fútbol, nos entrega un dato interesante publicado en la “Gaceta”(27):
Hoy podemos afirmar, que tal cantidad de muertos, por acción del juego dentro de la cancha es imposible.“...la Gaceta” publicó cifras: en 1888 hubo 23 jugadores muertos, 30 piernas fracturadas, 9 brazos rotos, 11 clavículas partidas y 27 lesiones de diversa consideración. En 1889 fueron 22 muertos---1890 26 muertos...”.
G. Simmel(28) sugiere que cuando la estructura inhibe la expresión y el despliegue de los sentimientos hostiles, es de esperar que existan mecanismos sustitutivos para la liberación de esos sentimientos. El conflicto real no va necesariamente acompañado de hostilidades, las tensiones en el sentido psicológico no siempre están asociadas con una conducta antagónica.
Aun así, puede ser conveniente odiar al contrario. El propagandista confía en que tal odio reforzará la participación emocional en el conflicto y por tanto, fortalecerá la disposición de llevarlo hasta sus últimas consecuencias(29).
Las principales expresiones en conducta, respecto a estos sentimientos, de acuerdo a Lewis Coser, pueden ser, cuando menos de 3 clases:
expresión directa de la hostilidad contra la persona o grupo que es causa de la frustración.
desplazamiento de esa conducta hostil hacia objetos sustitutos y
actividad liberadora de la tensión, que proporciona satisfacción por sí misma sin necesidad del objeto o del sustituto(30).
El enfrentamiento dentro del campo simbólico de los deportes se traslada al campo simbólico entre los grupos representados por los deportistas. Los deportes sufrieron un cambio en la formalización de sus reglas, pero los antagonismos históricos, como también los fundamentos básicos que entrega el conflicto, permanecen intactos.
III
(31).“...lo mismo sucede con los cánticos que son totalmente diferentes. Imagínate esos cánticos que la hinchada de Boca le cantaba a la hinchada de River, en la década del 50’ que hablaban de la mamadera y el chupete. Son inimaginables en la década del 70...”
Existe por una parte, la idea de la creciente violencia de las hinchadas, a partir de los años 60’. Por lo menos, en los países, que el deporte como el fútbol es más significativa. Pero no sólo este deporte es el dueño de este tipo de fenómenos. Es curioso que mientras más significativo o relevancia tiene un deporte en un grupo social. Más son los incidentes que se sufre.
Deporte |
Incidentes |
Béisbol |
97 |
Fútbol Americano |
66 |
Baloncesto |
54 |
Hockey sobre hielo |
39 |
Boxeo |
19 |
Carrera de Caballo |
11 |
Carrera de autos |
10 |
Carrera de motos |
10 |
Golf |
4 |
Fútbol |
3 |
Lucha Libre |
3 |
Atletismo |
2 |
Tenis |
2 |
Los deportes primariamente violentos no son los que suscitan en los espectadores una conducta violenta. Datos de EE.UU. (32)
Es interesante establecer que los deportes, que adquieren representatividad y que también presentan una mayor popularidad son los que presentan una mayor cantidad de incidentes. En Estados Unidos, un deporte, que no es de contacto directo, es el que presenta más problemas(33).
La posibilidad de que el gamberrismo en el fútbol de nuestros días, con su extensa expresión de rivalidades locales, sea quizás concebido como una forma recurrente generada, de continuación urbana de la vieja tradición popular, aunque superpuesta y entremezclada de forma compleja con el mucho más regulado y civilizado deporte de asociación.
“...Los trabajos de Richard Holt sobre el deporte en Francia proporcionan interesantes apoyos a dicha hipótesis. Este autor muestra como, cuando el fútbol comenzó a popularizarse entre la clase trabajadora francesa en torno al año 1900, los estallidos de violencia de los espectadores fueron frecuentes en los partidos, y concluye que “en las ciudades y en el campo, los jóvenes que se habían enfrentado anteriormente en combate abierto en los campos y en las plazas del mercado, comenzaron a congregarse en el estadio local con perspectivas de acción bastante similares...” (34).
Lo que revisamos en el origen deportivo es la relación existente entre la masculinidad y el enfrentamiento deportivo que se traspasa a los aficionados(35).
Estas bandas entran en conflicto de forma regular con grupos similares de comunidades vecinas, lo que se refuerza su solidaridad interna y la agresividad de sus varones dominantes, otro refuerzo de la agresividad proviene de los modelos adultos disponibles en una comunidad de baja clase trabajadora, sobre todo el hecho de que el prestigio se concede localmente a los varones que pueden luchar(36).
En unos estudios llevados a cabo en Leicester sobre la historia del gamberrismo del fútbol en Gran Bretaña muestran que el desorden de masas fue grande antes de la primera Guerra Mundial, disminuyó en Inglaterra en el período de entreguerras, aunque no así en escocia, se mantuvo bajo en los años inmediatamente posteriores a la segunda Guerra Mundial, comenzó a aumentar a mediados de los años 50’, para hacerlo más rápidamente a finales de los sesenta(37). Este tipo de fenómenos finalmente, es lo que asociamos al fenómeno de las barras bravas, y que es necesario revisar en el próximo capítulo.
3. Hooligans, gamberrismo, barras bravas ¿Un caso especial del fútbol?
La respuesta al origen de estos grupos muchas veces violentistas, no se aleja en nada al contexto del desarrollo del deporte moderno y tampoco de la alta competencia.
Eric Dunning, es uno de los más experimentados trabajadores del tema de los Hooligans en Inglaterra, sus puntos de vista han sido adoptados por muchos otros sociólogos, señala que la agrupación de estas bandas están determinadas por una parte, por los lazos de familiaridad y vecindad, y, por otra, por la amenaza que representa la aparición de bandas paralelas en las comunidades limítrofes. ¿Porque luchan estas bandas y que papel desempeñan en la producción y reproducción de la masculinidad agresiva?
“...Uno de los determinantes estructurales en la sociedad de la masculinidad agresiva de estos estratos más violentos de las clases obrera – y por agresivo me refiero a las normas violentas que siguen, parece ser la libertad comparativa de que gozan estos chicos y adolescentes de la clase obrera lejos del control de los adultos. El hecho de que gran parte de su socialización inicial se desarrolle en las calles en compañía de amigos de la misma edad supone que estos niños y adolescentes interactúan violentamente unos sobre otros, desarrollando una jerarquía de dominancia en la cual la edad, la fuerza y la capacidad física son determinantes cruciales. Este patrón parece emerger, en parte, porque los niños suelen depender del control de los adultos para desarrollar restricciones internas a las tendencias agresivas. Cuando falta ese control de los adultos o se ejerce sólo de modo intermitente, con poca lógica y violencia, hay pocas restricciones inmediatas y directas sobre el surgimiento de jerarquías de dominancia. En tanto el control de los adultos se manifiesta con el uso de violencia física (y verbal), esta jerarquía tiende a reforzarse...” (38).
Otra idea interesante, es la aplicación conceptual del conflicto, cuando las bandas juveniles, de los distintos sectores del barrio se unen cuando se enfrentan a un enemigo externo, como explica el autor:
“...En el área obrera de Leicester donde se desarrolló nuestro trabajo de campo, había a comienzos de la década de 1980 tres bandos diferenciados que correspondían sobre todo a un segmento territorial de la comunidad. Estas bandas solían pelear con regularidad, pero tendían a unirse si otra era desafiada o peleaba con un grupo de la comunidad vecina. Sin embargo, los sábados, grupos de todo Leicester y alrededores se unían bajo la bandera de Leicester City F.C. para enfrentarse al desafío representado por la invasión de la ciudad de los “fans” del otro equipo, llegando con el tiempo a llamarse el grupo central la “Brigada Infantil..” (39).
La comunidad completa, demuestra que tiene algo en común, y mediante la unión a través del rito deportivo la alianza se reproduce. Nosotros a través de este trabajo, solo hemos comprobado, que en las sociedades donde se manifiesta estos tipos de hechos, “curiosamente” son los que destacan en el deporte apropiado.
Continuemos con el tema de los Hooligans.
Durán González, tampoco difiere en la idea de estos grupos de hinchas con los grupos delictivos juveniles y contextualiza completamente el entorno familiar en esos tipos de actos(40). Otro tipo de análisis más profundo basado en la teoría sociológica subcultural de Taylor y Clarke(41) define al gamberrismo, como un intento por parte de las clases obreras más desfavorecidas de recobrar el control de algo que les pertenecía, que les era propia, como un movimiento de resistencia ante una usurpación. Clarke interpreta el fenómeno del gamberrismo en el fútbol como la búsqueda por parte del joven de clase obrera de una identidad grupal propia y diferencial, reconocida por tanto exteriormente, que dote de mayor sentido a su existencia, algo así como un intento de intervención social simbólica(42).
La virilidad de los sujetos se adecua, a probarse a sí mismo dentro del campo de batalla o enfrentamiento frente a los rivales,(43) sin olvidar que esas actitudes son fuertemente legitimadas dentro de aquellos grupos sociales. Se entiende mucho más, cuando pensamos que la mayoría de aquellos jóvenes provienen de hogares desmantelados, o como define Durán González:
(44).“...Hogares patológicos azotados por el abuso, la explotación, el abandono, la inseguridad y las humillaciones. En las familias vapuleadas por los continuos malos tratos psicológicos y físicos y por la carencia absoluta de adultos que sirvan de modelos positivos con quienes los pequeños se pueden identifica....”
El autor también describe una observación suma importante. Por lo menos, el perfil sociológico del hincha radical de España, esta estructurado en que la mayoría de los violentistas son hombres. Y de acuerdo a los datos del autor, para 1989, la edad de los integrantes oscilaba entre los 16 y 25 años de edad (45).
Otro punto importante a considerar es la no-existencia de este tipo de fenómenos en los Estados Unidos. Para Durán González, el que estas pandillas callejeras no hayan hecho su aparición en el contexto deportivo norteamericano, tiene que ver con los elevados precios de las localidades de dichos espectáculos que impiden lógicamente el acceso a ellos de forma habitual de los miembros de las clases más desfavorecidas. No ocurre lo mismo por ejemplo en Gran Bretaña, país en el que se ha desarrollado un estado más alto de bienestar y en que ha existido una tradición de intervención estatal tendente a suavizar las relaciones de clase social, integrando por ejemplo a las clases trabajadoras en contextos sociales como el deporte(46).
Continuando. Esta diferenciación social y grupo de edad, se puede relacionar con el tipo de manifestaciones de acuerdo al lugar que ocupan dentro del estadio. Los jóvenes buscan diversión, se sienten atraídos por el ambiente festivo o carnavalesco de estos coloridos, ruidosos y entusiastas grupo de aficionados.
(miembro de la Ultra Sur, 20 años)...” (47).“...Habíamos visto lo de Italia, la fotografía...”joder” lo que han armado allí en Milán y tal....mucho humo, mucha bufanda, mucha bandera… y ya está, pues a hacerlo igual nosotros...
Mientras más exigente es el deporte, esto conlleva, que detrás de esa presión esté un grupo numeroso de entusiastas. Las cifras que extrajimos del trabajo de Durán González, dejan para pensar.
(48).“..../en relación a España)...Estas cifras son ligeramente inferiores por ejemplo a las de Italia, Alemania o Inglaterra países donde se calcula entre 10 y 12 mil el número de hinchas radicales (de Antón, 1992:18)...”
No es de extrañar, que los grupos más numerosos se encuentren en países como Italia, Alemania e Inglaterra. Naciones que poseen dentro de sus logros, títulos mundiales y europeos de fútbol.
Extraído de Taylor, nos preguntamos (por dar un ejemplo), porque se generan hechos violentos como los acaecidos en Italia entre hinchas milanistas y genoveses:
(49).“...Un domingo de Junio de 1993, a la altura de un pequeño pueblo de la línea ferroviaria entre Milán y Génova, se cruzan dos trenes. En el primero viajan ochocientos hinchas genoveses que acuden a Brescia para asistir al partido Brescia – Sampdoria. En el segundo viajan otros tantos seguidores milanistas que se encaminan a la capital de la Liguria para presenciar el partido Génova – Milán. A causa de algunos trabajos en la vía, los dos convoyes son obligados a reducir la velocidad, permitiendo a las dos hinchadas reconocerse e intercambiar los primeros insultos por la ventanilla. Es cuestión de un momento. Alguien tira del freno de emergencia y los dos trenes se paran en campo abierto se paran en campo abierto. En pocos instantes estalla una verdadera batalla entre las facciones opuestas, y al final de los enfrentamientos hay sesenta heridos y 50 arrestados...”
Ian Taylor es el estudioso al que debemos el primero y más serio intento de dar una explicación sociológica coherente a los comportamientos violentos de los aficionados al fútbol. Sus artículos fueron publicados a principios de los años sesenta, y la tesis que desarrolla se pude resumir, sintéticamente, en la afirmación de que el gamberrismo en el fútbol es, como habíamos mencionado en realidad, un movimiento de resistencia de los hinchas más tradicionales frente a los cambios acaecidos tras la segunda Guerra Mundial en el mundo del fútbol (50).
Nacen dos procesos que Taylor llama, respectivamente, de “aburguesamiento” y de “internacionalización”, dos procesos que encuentran su punto álgido en los años sesenta, cuando por reacción, se manifiestan las primeras formas modernas de violencia en el estadio. Con el primer proceso, Taylor indica la mutación del origen social de los dirigentes y entrenadores – cada vez con más frecuencia perteneciente a la pequeña y mediana burguesía local – que conduce a la aparición de una clase dirigente cada vez más interesada en el beneficio económico y dispuesta a considerar a los hinchas más como espectadores y público de pago que como seguidores apasionados. Con el segundo proceso, sin embargo, Taylor quiere indicar la introducción de los torneos internacionales a gran escala y el nacimiento de nuevas competiciones nacionales, como la Football League Cup, que hacen disminuir uno de los principales motivos de diversión e interés a los ojos de los seguidores tradicionales, es decir, la competición con las comunidades vecinas y rivales. En sustancia, se crea una fractura entre el mundo del fútbol y el mundo de los verdaderos hinchas, los cuales, se encuentran alienados de un bien a sus ojos muy preciosos. Y es de la consiguiente frustración por la desaparición de un modo de ser del fútbol que sentía como propio, y de la incapacidad de aceptar pasivamente procesos sociales que deshacen el fuerte nexo de unión con los colores del propio equipo, que nace, como justificada reacción, el gamberrismo en el fútbol (51).
Roversi, en su trabajo del Gamberrismo en Italia, describe la evolución de este fenómeno, aplicando muchas de las ideas ya extraídas anteriormente. Como la apropiación simbólica del territorio, que revisaremos más adelante en el próximo ensayo:
(52).“...Alianzas ad hoc entre grupos de adolescentes y de chicos procedentes de los barrios y de la periferia obrera comenzaron, en aquel período, a reivindicar los fondos de los estadios como su territorio y, de modo más ordenado que antes, a excluir de estas zonas tanto a los espectadores más veteranos como a los jóvenes aficionados de los equipos rivales. Así como el portero defendía su portería de los ataques de los jugadores adversarios, del mismo modo, y como una extensión casi natural, ellos defendían el territorio a sus espaldas de los hinchas rivales. Cuando los equipos cambiaban de campo, los jóvenes hinchas del equipo local intentaban, bien verbalmente bien arrojando objetos sobre el terreno de juego, molestar al portero adversario...”
“...ninguna desgracia, ninguna pérdida de prestigio viril se considera peor, por parte de los principales “grupos de combate” de los fondos, que verse obligados a ceder el territorio de casa a los hinchas del equipo rival...” (53).
En resumen, los factores que parecen estar en la base del original movimiento ultra y que empujan a algunos grupos de jóvenes hinchas a practicar una forma autónoma y diversa de apoyo a su club, están representados más que por una pasión por el equipo local, por una relación amistosa que se nutre de una común vida en el barrio y/o de una común vida escolar, de la adhesión ideológica o de la militancia directa, en forma débil, en movimiento políticos extremistas, y de la asimilación, por diversas vías, del modelo inglés de afición “Hooligan” (54). La forma de expresión, los cánticos, el colorido, las banderas, en resumen las formas de expresar, el sentimiento hacia el equipo, es lo que adoptaron la mayoría de los países. Pero la violencia potencial, siempre estuvo ahí, para explotar.
(55).“...Si se interroga a los jóvenes “ultras” de hoy sobre este punto, por lo menos es lo que ha sucedido en el curso de nuestra investigación, las respuestas que se obtienen son, por lo general, vagas y evasivas: “Ha sido siempre así, o bien, porque nos odiamos...”
Como señala Roversi, no hay necesidad de repetir aquí que el tipo de incidentes que tienen lugar antes de la aparición de los grupos “ultras”, es decir, en los años 50’ y 60’, a los que estas declaraciones se refieren, son muy distintas, de los que suceden en el período que ahora analizamos. Esto no impide que muchos de los nuevos grupos “ultras” que aparecen en la escena futbolística italiana acojan espontánea e inmediatamente como adversarios, a los aficionados de aquellos equipos con los que ya sus padres habían tenido ocasión de pelear, fijando de este modo, aunque pueda aparecer paradójico, un trazo de continuidad con la generación de hinchas que los precedieron y con los que comparten las gradas del estadio(56).
Como explica Tamburrini, si uno es un “Hooligan”, uno ya es una persona violenta. No debería sorprender, entonces, que uno se sintiera inclinado a sumarse a cualquier organización que le permitiera manifestar ese carácter violento. El ejemplo relevante en este contexto sería mostrar que hay una correlación significante entre ser un aficionado común al fútbol y enrolarse en una organización nacionalista políticamente indeseable(57).
Recapitulemos, a propósito de algunos comentarios extraídos de un libro de Sebreli, Fútbol y Masas.
La agresividad hacia el contrario es en la barra un elemento tan necesario como la solidaridad entre sus miembros. La identificación negativa con el equipo contrario es el complemento de la identificación positiva con el propio, el odio la otra cara del amor(58). Hemos demostrado que existe una relación directamente proporcional en la existencia de estos dos fenómenos, sin embargo asociar que el fútbol por sí mismo tenga una cualidad estimulante para la agresividad es del todo discutible (59).
La violencia de estos grupos es debido a que en los lugares en que ellos se socializan, el uso de la violencia física es un acto legítimo, ya que todos los grupos que componen la fisonomía socio-económica de un estadio de fútbol puede sentir la misma repugnancia por el rival, odio heredado de antemano por sus predecesores.
Por otra parte, el argumento de J.F Buytendijk(60), que señala que el acto de patear una pelota es ya de por sí esencialmente agresivo y crea un sentimiento de poder, se contradice con nuestros datos empíricos, en que en deportes, como el boxeo, no existan tantos hechos de violencia por parte de los espectadores en deportes en que no existe tal roce, como el baseball.
Como dice Eric Dunning la probabilidad de la violencia de los espectadores en el contexto del fútbol está probablemente exacerbada por el grado en el que los espectadores se identifican con los equipos participantes y con la intensidad de su inversión emocional y su compromiso con la victoria de los equipos a los que alientan. A su vez, la intensidad de la inversión emocional de los espectadores en la victoria de sus equipos está vinculada a la centralidad y significación del fútbol en sus vidas, esto es, si es una entre un número de fuentes de sentido y satisfacción para ellos, o si es la única(61).
El español Manuel Vásquez Montalbán dice que la violencia en el deporte traduce la violencia social fruto del desorden que se esconde detrás de la apariencia de orden de sociedades donde siguen operando reglas de dominación y de explotación. Ezequiel Fernández Moores, realiza una afirmación similar: “el fútbol, en realidad, no hace más que reflejar una situación social cada vez más tensa en un país que sufre muchas formas de violencia(62).
(63)“...Los territorios donde habitan los jóvenes barristas (sector El Castillo de la Pintana) provienen de un proceso de erradicación y radicación forzada, al cabo del cual el capital social acumulado durante años de permanencia en los espacios originarios se pierde y la convivencia entre los pobladores se degrada al punto de declararse una micro guerra civil donde la violencia entre grupos de varones pasa a ser la fuerza fundacional de un orden basado en la defensa de la territorialidad y en el temor que se es capaz de infundir. En este proceso, la violencia es mito fundacional y fuerza constructora de orden...”
(6
4). Se hace común el uso de medios coercitivos a todos aquellos que no formen parte de la unidad fundacional, recordándonos en cierta forma mucho a la definición weberiana del uso legítimo de la fuerza...” (65).De que el fútbol sea el deporte en que en mayor forma se manifiesten estos tipos de violencia, se debe más a las características de apropiación de la clase popular a lo ancho y largo del mundo, más que a su esencia. Las formas organizativas representativas es un paso clave, para la construcción del campo simbólico del combate. Tal vez la argumentación de Ghersi tenga muchos alicientes verdaderos:
(66).“...Una serie de apreciaciones nos persuaden de que es así. En primer lugar, nadie ha oído hablar de barras bravas en otros deportes que no sean el fútbol,.......Nada en esta discusión pretende sugerir que el fútbol está condenado a promover violencia ni mucho menos. Lo que se quiere sugerir es que un determinado estadio de evolución institucional, las reglas y la organización del fútbol, dada la indefinición de los derechos de propiedad que le es característica, provoca violencia como la de las barras bravas. Es probable, además, que la propia evolución institucional proporcione los mecanismos de corrección de este fenómeno. Por ejemplo, los clubes de fútbol han comenzado a convertirse en sociedades de capital y a dejar de ser sociedades de personas. De hecho, el Manchester United y la Juventus están listados en la bolsa. Si como es de suponer este proceso cambiará y se produce espontáneamente una evolución institucional tal que empezaron a definirse derechos de propiedad en este deporte, es posible que se espere una desaparición correspondiente de la violencia. Luego la violencia en el fútbol no es la causa sino el efecto del problema: la falta de propiedad. Para enfrentarla consiguientemente, hay que reconstruir conductas cooperativas que lograrán como “Tullock” dijo, “el bienestar de la sociedad para la mayoría sólo si hay algún beneficio privado para nosotros al actuar en este sentido...”
Las formas de identificación que logra el fútbol en las clases populares, es el mejor argumento y la comprensión de la carga valórica de estos grupos es la única forma de entender estos hechos.
Para Elías, la violencia que se registra actualmente en el deporte – tanto en su forma expresiva, la de los espectadores radiales constituidos en tribus urbanas, como en su faceta instrumental, la que emana de los enfrentamientos, entre las organizaciones deportivas por la consecución de los inacabables objetivos de victoria, prestigio y reconocimiento es, en consecuencia propia de una sociedad pacificada(67). Sin duda, estas sociedades, que se consideran en este plano más competitivas, dónde las pasiones fluyen constates en esos casos ¿Podremos exigir un deporte exitoso, desarrollado, excluyendo actos de violencia?
No hay señal alguna que nos permita inferir que es posible. Cuando la pasión se descontrola, los grupos actuaran de acuerdo a sus propias formas legítimas de agresión. Estas irán desde vocablos de grueso calibre, burlas, agresiones físicas, destrucción de bienes públicos y privados, entre otras. ¿Con cuál se identifica más usted durante el espectáculo?
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DUNNING, E. "El Fenómeno Deportivo" Editorial Paidotribo. Barcelona España. 2003. p44 “.... (Elias y Dunning, 1986)....un partido de fútbol constituye una suerte de dinámica de grupo con una tensión creciente. Si esa tensión, si el tono del partido se vuelve excesivamente lento su valor como actividad de ocio declina. El partido será soso y aburrido. Si la tensión se torna excesiva, tal vez suministre muchas emociones a los espectadores, pero también entrañe graves peligros para jugadores y espectadores por igual. Se pasa de la esfera mimética a la no mimética de una crisis grave...En este contexto hay que desechar el matiz negativo del concepto convencional de tensión y...sustituirlo por otro que permita una tensión óptima normal que, en el curso de la dinámica “figuracional”, se torne demasiado alta o demasiado baja....”
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ELIAS, N. “El proceso de la Civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Fondo de Cultura Económica. México 1989. p47. “....el objeto de esta investigación son formas de comportamiento que se consideran típicas del hombre civilizado occidental. La cuestión que tales formas de comportamiento plantean es bastante simple: los hombres de occidente no se han comportado siempre del modo que hoy acostumbramos a considerar como típico suyo y como propio de los hombres civilizados. Si uno de nuestros contemporáneos occidentales civilizados pudiera regresar a un período pasado de su propia sociedad, por ejemplo, el período feudal-medieval, encontraría en el mucho de lo que está acostumbrado a considerar como “incivilizados” hoy en otras sociedades....”
DURAN, GONZÁLEZ, J. “El vandalismo en el fútbol. Una reflexión sobre la sociedad moderna. Gymnos Editorial Deportiva, S-L. Madrid. 1996. p25. “.... (Norbert Elias)...Opta por elaborar una sociología histórica en la cual van a adquirir una importancia primordial dos cuestiones, por un lado la idea de evolución social o proceso de civilización (Elias, 1988), y por otro el fenómeno de la violencia como una realidad que ha acompañado al hombre a lo largo de toda su existencia. Precisamente la relación entre ambas a lo largo del desarrollo histórico va a ser uno de los puntos esenciales de su obra....”
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Setiembre de 2008 |