Implantación de las actividades acuáticas en educación primaria | |||
*Doctores en Educación Física. Profesores colaboradores ** Doctor en Educación Física. Profesor Titular Universidad Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal Universidad de Málaga (España) |
Iván López Fernández* Ángel Ramón Romance García* José Luis Chinchilla Minguet** |
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Resumen
La práctica de actividades acuáticas se encuentra en una fase de clara
expansión, convirtiéndose en una de las prácticas deportivas más
demandadas por la sociedad. Sin embargo, y a pesar de su potencial
educativo, su presencia entre los contenidos que se imparten en el área
de Educación Física en educación primaria, aunque ha aumentado, es
aún muy escasa. Analizamos las características de las actividades
acuáticas que complican su aparición entre las actividades físicas que
se imparten en la enseñanza formal y realizamos propuestas que
contribuyan a amortiguar las dificultades derivadas de dichos
obstáculos.
Palabras clave: Actividades
acuáticas. Educación Física. Educación Primaria.
Comunicación presentada en el IV Congreso Internacional y XXV Nacional
de Educación Física, celebrado en Córdoba (España) del 2 al 5 de
abril de 2008 |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - Nº 123 - Agosto de 2008 |
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Introducción
Uno de los ámbitos de la actividad física que está creciendo de forma más rápida en los últimos años es el de la actividad acuática gracias, en parte, al incremento en el número de piscinas cubiertas, que permite la continuidad de su práctica durante todo el año. La natación, en particular, y la actividad física en el agua en general, se ha popularizado. Somos testigos de la extraordinaria afluencia de personas de todas las edades a las piscinas. Este interés es un reflejo de la creciente demanda de los ciudadanos por la práctica de actividades físicas saludables y recreativas, que ha encontrado en el medio acuático un entorno ideal, ya que las características del agua permiten la realización de ejercicios en condiciones de ingravidez, con todas las ventajas que ello conlleva. Como pone de manifiesto la última encuesta de hábitos deportivos de los españoles realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en 2005, la natación es la práctica más popular entre la población española, el 33%. La gran mayoría, el 32,8% del total parcial 33%, practica natación de forma recreativa, mientras que sólo una pequeña minoría del 0,8% de este total parcial, es la que nada con una orientación competitiva. Dicho de otro modo, el 98% de los que practican natación en España lo hacen de forma recreativa y sólo el 2% lo hace de forma competitiva (García, 2006).
Esto contrasta con la escasa presencia, aunque creciente, de la natación dentro de los contenidos habituales de la Educación Física. Un área que se orienta a crear hábitos de práctica de actividad física saludable, regular y continuada a lo largo de la vida, no puede obviar un contenido que representa la principal apuesta de práctica de actividad física de la sociedad en la que viven los alumnos, ni ignorar la trascendencia que el agua (playas, piscinas, lagos, etc.) tiene en la vida cotidiana del alumno como lugar de ocupación activa del tiempo libre y elemento generador de salud. Tradicionalmente, el desarrollo de la motricidad en la escuela se ha llevado a cabo a través del medio terrestre, olvidando por completo el medio acuático (Moreno, 2005). Cuando se ha puesto en práctica, lo habitual es que se haya enfocado desde un punto de vista utilitario o deportivo (Muñoz, 2004). Es lógico que, en un principio, la finalidad principal sea la de asegurar la supervivencia y autonomía de los alumnos en el medio acuático. Pero el planteamiento se mantiene incluso cuando el alumno ya es capaz de desenvolverse en el agua sin peligro para su vida. Así, en una segunda etapa, se suele fijar como único objetivo la consecución de una técnica lo más correcta posible en los estilos convencionales de natación: crol, espalda, braza y mariposa (López y Almendral, 1995).
Si bien encontramos cada vez más experiencias innovadoras que aprovechan el potencial educativo de la motricidad en el agua, sin limitarse a las destrezas de los cuatro estilos de natación. Entre ellas, destacamos la apuesta por el salvamento y socorrismo acuático (Fernández y Pernás, 2006), el trabajo de expresión corporal en el agua (Albarracín, 2003), la orientación lúdica en el aprendizaje de habilidades como el equilibrio (Zomeño y Moreno, 2001), el desarrollo de contenidos transversales en el medio acuático (López, 2003; García, Luque y Florido, 2004) o las unidades didácticas globalizadas vertebradas en torno a centros de interés significativos para los alumnos (Trujillo, 2005; Pons, García y Medina, 1999). Tampoco podemos olvidar, por su repercusión en la práctica, la concepción innovadora de la piscina como un espacio para el descubrimiento de la motricidad que propone Schmitt (1995) o las aportaciones metodológicas de Moreno y Gutiérrez (1998a,b), Casterad (2003) o Julián et al. (2004).
Dificultades para la inclusión de las actividades acuáticas en el currículo
Los principales obstáculos para la implantación de la natación escolar en la educación primaria se derivan del espacio en el que se desarrollan estas actividades. Entre ellos, destacamos:
Carencia de piscinas cubiertas en centros escolares
El desarrollo de este contenido durante el periodo lectivo requiere contar con una piscina cubierta y climatizada, siendo recomendable una temperatura del agua que oscile, dependiendo de la edad y el nivel de los alumnos, entre los 27 y los 30ºC. El coste constructivo y de mantenimiento, en relación a otras instalaciones deportivas, se traduce en la ausencia de piscinas cubiertas en los centros escolares. Salvo excepciones, en algunos colegios privados, no es una instalación que encontremos formando parte de la infraestructura deportiva habitual de un centro educativo; el Real Decreto 1537/2003, que contempla los requisitos mínimos que deben cumplir las instalaciones deportivas escolares, es poco ambicioso y no alude a las instalaciones acuáticas, suponiendo un freno para el desarrollo no sólo de la natación, sino también de otros contenidos relevantes para la Educación Física.
Esto implica que cualquier profesor que desee incluir las actividades acuáticas dentro de su programación deberá plantearlo como una actividad complementaria. De acuerdo con el artículo 2 de la Orden de 14 de julio de 1998, se consideran actividades complementarias las organizadas durante el horario escolar por los centros educativos, de acuerdo con su Proyecto Curricular y que tienen un carácter diferenciado de las propiamente lectivas por el momento, espacios o recursos que utilizan. Por su propia naturaleza, las actividades complementarias deben ser organizadas y vigiladas por el profesorado del centro, como si de actividad lectiva ordinaria se tratara, independientemente de que otras personas relacionadas con el centro puedan colaborar.
Insuficiencia de instalaciones en un entorno cercano
Todavía hay muchas localidades que no disponen de suficiente lámina de agua para atender la demanda actual de la población. Esta carencia de piscinas cubiertas en las proximidades de los centros escolares retrasa la implantación de la natación escolar.
Ausencia de una oferta específica
Para los responsables de instalaciones acuáticas, suele resultar menos complejo y más rentable, al menos económicamente, cubrir la demanda con una oferta estable de actividades de salud orientada a adultos y mayores que con una oferta estacional de actividades educativas orientada a escolares (López, 2006a). Esto significa que el hecho de contar con una piscina cercana no garantiza que podamos desarrollar allí nuestros contenidos.
Desplazamiento
La ubicación de la piscina fuera del centro educativo implica un desplazamiento de los alumnos a pie o, en el caso de que la distancia sea larga o el trayecto sea peligroso para hacerlo a pie, en autobús.
Coste económico
Este tipo de actividades tienen un coste más elevado debido principalmente a:
El desplazamiento entre la piscina y el centro educativo: para calcular la aportación que debería hacerse por alumno en este apartado habrá que dividir lo que cuesta el autobús por el número de alumnos participantes.
El propio uso de la piscina: el coste medio por uso o servicio será el resultado de dividir el gasto total de la producción de los servicios (excluyendo a los monitores, que incluimos en el siguiente punto) por el número de servicios prestados.
Personal especialista de apoyo: Lo que cuesta una hora de monitor de natación a la empresa o entidad que presta el servicio habrá que dividirlo por el número de alumnos a los que imparte clase.
La cantidad resultante dependerá de diversos factores, como las características constructivas de la piscina o el tipo de gestión, pero a título orientativo es difícil que, sumando los tres conceptos, esa cantidad sea inferior a los cinco euros por sesión y alumno. El coste extra de la actividad no siempre es cubierto por la Administración, lo que exige la participación de los alumnos para sufragar los gastos o la búsqueda de otras fórmulas de financiación.
Horario escolar
A la duración de la sesión en el agua hay que sumarle el tiempo que pasan los alumnos en el vestuario y el del desplazamiento a la piscina. Esto implica que no podrá adecuarse con facilidad a la distribución horaria habitual.
Reticencias de los padres
No sólo por sacar a sus hijos del centro, sino también por el respeto y, a veces, miedo a las piscinas y a lo desconocido, ya que no es una experiencia por la que ellos pasaran durante su etapa en el colegio. A esto se suma que la confianza de los padres en el sistema educativo y en los maestros no pasa por sus mejores momentos.
Materiales
El seguimiento de la actividad requiere que cada alumno cuente con un equipamiento específico: gafas y gorro de natación, zapatillas de piscina, toalla o albornoz. Por otro lado, la existencia de determinado material recreativo y de flotación multiplica las posibilidades educativas, pero su coste y los requisitos para su almacenamiento y mantenimiento, así como el transporte hasta la piscina, dificultan su adquisición por parte del centro escolar.
Peso de contenidos tradicionales
Las actividades físicas convencionales, entre las que destacan los deportes más conocidos, tienen el protagonismo indiscutible en las programaciones de Educación Física. Cualquier actividad que se separe de éstas tiene que vencer la inercia continuista y cuenta con cierta resistencia inicial de los profesores e incluso de los alumnos, que muestran sus reservas ante lo innovador o lo desconocido.
Responsabilidad civil
La redacción ambigua del Código Civil español en lo referente a la responsabilidad civil del profesorado supone un obstáculo para cualquier salida del centro educativo. En particular, el artículo 1903 que trata sobre este tema, asevera lo siguiente en su último párrafo: “La responsabilidad de que trata este artículo cesará cuando las personas en él mencionadas prueben que emplearon toda la diligencia de un buen padre de familia para prevenir el daño”. Esa diligencia, sobre la que se basa la aplicación del artículo, permite diversas interpretaciones.
Orientaciones curriculares
El currículo oficial del área de Educación Física en la etapa de primaria hace tan solo referencias indirectas al área de Educación Física (Jofre y Lizalde, 2003). El Real Decreto 1513/2006, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la educación primaria, no alude de manera directa a esta dimensión de la actividad física, aunque podríamos encuadrarla en cualquiera de los bloques de contenido en los que se estructura el área de Educación Física. Teniendo en cuenta que no aparece de manera explícita en el Diseño Curricular Base, no existen orientaciones curriculares sobre las actividades acuáticas y hay poca documentación específica que facilite su puesta en práctica en contextos educativos. Desgraciadamente, de un contenido tan extenso y complejo, con suficiente entidad por sus características peculiares, los docentes no reciben por esta vía suficiente información.
Exigencias para el profesorado
La aplicación de estos contenidos implica un gran esfuerzo para los maestros, no sólo por la formación y actualización que requiere la programación de unas actividades innovadoras en este contexto; sino también por el tiempo invertido en su organización, puesto que necesita mucha más preparación que otros contenidos curriculares, y las competencias atribuidas durante su desarrollo, que exceden de las funciones docentes habituales: contratación de servicios deportivos y de transporte, solicitud de autorizaciones e información a los padres, control de los alumnos durante el desplazamiento y en los vestuarios, supervisión del trabajo de los técnicos acuáticos de apoyo, etc.
Escasa cultura colaborativa
Si en el centro educativo no contamos con la cooperación de los compañeros tendremos más difícil realizar una salida de este tipo, ya que es fundamental contar con la colaboración de más de un profesor del centro educativo, por varias razones:
Garantizar la seguridad durante el desarrollo de la actividad.
Cubrir la docencia en el centro educativo de los alumnos que no hayan podido asistir a la sesión en la piscina (por enfermedad o falta de autorización de los padres) o de las clases que no puedan impartir los profesores que están con los alumnos en la piscina.
Amortizar el desplazamiento en autobús; para llenar todas las plazas de un autobús es necesario que participen dos clases.
Ratio profesor/alumno
Al menos en los ciclos inferiores, el número de alumnos por profesor tendrá que ser menor en una clase de Educación Física en la piscina, no sólo para mantener la calidad, sino también por una cuestión de seguridad.
Falta de formación específica
Los maestros no reciben en su formación inicial una formación específica suficiente sobre actividades acuáticas que le permitan aprovechar el potencial educativo de la motricidad acuática (López y Aznar, 2003). La orientación de esta escasa formación inicial suele centrarse en la enseñanza de la técnica de los estilos de natación tradicionales. Es difícil que se animen a incluir dentro de sus programaciones contenidos que no dominan en relación a otros con los que se sienten más familiarizados.
Precariedad laboral de los monitores
Como ya hemos señalado, en muchas ocasiones, para asegurar la calidad y seguridad de las sesiones, es necesaria la participación de los monitores que trabajan habitualmente en las piscinas. La ausencia de una regulación laboral eficaz en el ámbito de la actividad física y el deporte, que el último convenio colectivo estatal de instalaciones deportivas y gimnasios no resuelve (Resolución de 23 de agosto de 2006), se traduce en una precariedad laboral caracterizada por una inadecuada remuneración económica, inestabilidad y un alto nivel de rotación en el empleo (Campos, 2006; González, Blasco y Campos, 2005). Esto afecta irremediablemente a la calidad de la enseñanza. No existe ningún tipo de limitación legal sobre los servicios deportivos que pueden prestar los diferentes profesionales; sólo está regulado el acceso a las enseñanzas oficiales. Al profesional que desarrolla su actividad laboral en una piscina como monitor de actividades acuáticas no se le exige desde un punto de vista legal ninguna titulación académica o federativa para acceder al puesto, salvo los requisitos particulares que establezca de manera voluntaria el organismo contratante. Como indican Sánchez y Rebollo (2000), rigen las normas de la economía libre de mercado.
Orientaciones para la implantación de las actividades acuáticas en el currículo
A continuación, exponemos algunas propuestas que pueden facilitar la introducción de las actividades acuáticas en los colegios:
Construcción de nuevas piscinas
Los centros escolares de localidades que no dispongan de suficientes piscinas cubiertas deberían manifestar de manera explícita, a través de sus órganos de representación, su interés en incluir las actividades acuáticas en la educación formal. Sería una razón más de peso para acometer la construcción de una piscina.
Ubicación y comunicación de las piscinas
La proximidad de las instalaciones deportivas a los centros escolares debe ser un factor a tener más en cuenta en la planificación urbanística, por las múltiples ventajas que ello conlleva. Asimismo, habilitar espacios seguros (pasos peatonales, carriles verdes, etc.) que comuniquen la infraestructura deportiva con los centros educativos favorecerá un uso escolar de las mismas.
Ventajas oferta específica
Convencer a los gestores de las instalaciones acuáticas de las ventajas de disponer de una oferta específica para centros educativos: por un lado, ofrece la posibilidad de obtener ingresos extra en horarios de baja ocupación, en el que hay espacio en la piscina (por ejemplo, de 12:00 a 13:00); por otro lado, se trata de un medio de promoción directo (los alumnos del colegio pueden ser potenciales clientes de la instalación en el horario extraescolar y en el futuro) e indirecto (una forma de captar a sus familiares y profesores como clientes).
Inclusión en Proyecto Educativo de Centro
Un requisito indispensable es la inclusión de las actividades acuáticas en el Proyecto Educativo de Centro. Es recomendable que no sólo estén contempladas en el programa de Educación Física. Podemos aprovechar y potenciar el carácter interdisciplinar de este contenido para proponerlo como una actividad que comprometa no sólo a los profesores de Educación Física, sino a toda la comunidad educativa en su funcionamiento y, de esta forma, asegurar la colaboración de otros docentes. La natación escolar no tiene por qué encuadrarse exclusivamente dentro del área de Educación Física, al igual que una salida al medio natural no tiene por qué hacerlo dentro del área de Conocimiento del Medio.
Reconocimiento profesorado
La Administración educativa debería articular las medidas para incentivar el esfuerzo que supone para el profesorado llevar a la práctica este tipo de contenidos y garantizar su responsabilidad civil.
Duración actividad
Para reducir la duración de la salida a la piscina y facilitar su ajuste en el horario escolar, se pueden tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Contar con la colaboración de la AMPA en los vestuarios para los más pequeños.
Procurar que los alumnos lleven el bañador puesto desde su casa y aprovechar el tiempo que pasen en el autobús para ponerse el gorro de natación.
Incluir dentro del material un gorro de lana, para evitar perder mucho tiempo en secar el pelo.
Información a padres
Proporcionar suficiente información a los padres con la finalidad de que conozcan de primera mano las ventajas de la natación escolar, los objetivos que nos planteamos, cómo la vamos a organizar, etc.; y destierren prejuicios infundados sobre los riesgos que conlleva. En la nota informativa a los padres, detallar lo que deben llevar los alumnos: bañador, toalla o albornoz, zapatillas de piscina, gorro y gafas de natación.
Uso mancomunado material
No comprar material específico de actividades acuáticas para el centro educativo, sino aprovechar el material del que dispone la piscina para el resto de actividades, proponiendo, si fuera necesario, la adquisición de nuevo material como parte del servicio que presta la instalación al centro educativo. En su caso, el coste de este material sería sufragado de manera compartida por la instalación y todos los centros que desarrollan sus actividades en la piscina.
Financiación alternativa
Aprovechar las ayudas para la realización de actividades complementarias o la puesta en práctica de innovaciones curriculares que convoca periódicamente la Administración educativa como medio de financiación de las actividades complementarias.
Cooperación Administración Local
Solicitar la colaboración de la Administración Local, que suelen ser los propietarios de las piscinas públicas, para facilitar oferta de actividades acuáticas para escolares en horario lectivo de manera gratuita o a un precio asequible. Un incremento de la cooperación de las Entidades Locales con la Administración Educativa de la Comunidad Autónoma permite optimizar los recursos públicos existentes y rentabilizar al máximo los esfuerzos y actuaciones realizadas por cada Administración en materia deportiva (López, 2006b).
Formación específica
Es necesario estimular la formación especifica en este ámbito orientada a los maestros de Educación Primaria, que compense las carencias de la formación inicial y actualice los conocimientos en un ámbito que está experimentando un desarrollo mayor que otros que se encuentran más arraigados. Resulta de gran utilidad la promoción del intercambio de experiencias entre los profesores de Educación Física y los técnicos acuáticos y el fomento de la producción curricular que oriente las intervenciones educativas en el agua. En esta línea, iniciativas como la del Ayuntamiento de Barcelona para impulsar la práctica de actividades acuáticas en las escuelas de esta ciudad a través de la publicación de material didáctico específico son un ejemplo a seguir (Carles y otros, 2003).
Titulación y condiciones laborales
Ante la falta de regulación laboral, sólo cabe el control de los destinatarios de dichos servicios (en este caso el centro escolar), tendentes a garantizar la calidad de los mismos en tanto en cuanto le sean prestados por profesionales con la cualificación adecuada y en unas condiciones laborales acordes con la complejidad y responsabilidad de dicho trabajo. En caso contrario, ponemos en riesgo el objetivo principal de enriquecer la formación de los escolares a través de las actividades acuáticas (Rodríguez y Moreno, 1997).
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revista
digital · Año 13 · N° 123 | Buenos Aires,
Agosto de 2008 |