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La epopeya del deporte en la Argentina

 

Profesor Nacional de Educación Física

Entrenador de Fuerza, Potencia y Acondicionamiento

Especialista en Musculación aplicada a la Preparación Física y al Fitness.

Psicólogo Social

Ariel Couceiro González

corposao@hotmail.com

(Argentina)

 

 

 

 
Resumen

          Excepto poquísimos y, por lo mismo, notables casos, es en el deporte profesionalizado donde obtenemos éxitos, pero también existe el ejemplo del Rugby y el Hockey femenino, que a fuerza de estar en muchas escuelas privadas, han generado un importante semillero que permite superar la instancia generalizada del deporte amateur y posicionarse en un lugar de privilegio, sin que exista un sustento organizativo de calidad. Es simplemente el imperio de lo masivo, de la cantidad se obtiene algo de calidad. ¿Acaso el Fútbol o el Tenis responden a un proyecto coherente en busca de la excelencia deportiva?, o los éxitos obtenidos ¿son producto de la masividad que estas disciplinas han tenido a partir de determinado momento histórico? ¿Quién duda de que el ejemplo de Vilas ha sido el disparador para que miles de chicos se acerquen a las escuelas de Tenis y, a partir de ahí, surja una camada de interesantes jugadores? Por supuesto, el Tenis y el Fútbol, generan la expectativa de importantes ganancias económicas, lo cual opera como un incentivo gigantesco, incluso por el apoyo familiar. Además, el deportista que gana mucho dinero compitiendo, no sólo se autofinancia, sino que tiene a su disposición medios de preparación física y técnica que son inaccesibles para el amateur.
          Palabras clave: Argentina. Deporte.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 122 - Julio de 2008

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    Somos exitistas, no me cabe duda, tenemos la compulsiva tendencia a refugiarnos detrás de algún éxito, cualquiera que sea, incluso aunque no lo sea realmente. No importa cómo, preferimos ser cabeza de ratón, por no poder llegar ni siquiera a cola de león, lo importante es ganar, o creer que ganamos, pero no hacer nada nuevo por superarnos, ningún esfuerzo más allá de lo que ya conocemos. Y está claro que haciendo lo mismo, obtendremos idénticos resultados.

    Suena duro, casi apocalíptico, pero es simplemente un diagnóstico necesario, si realmente estamos dispuestos a cambiar el rumbo. Hablo del Deporte en Argentina, de su conducción, de los organismos responsables de su destino, de los dirigentes encargados de tomar las decisiones pertinentes, y también de los propios protagonistas, atletas y entrenadores, porque todos somos parte del asunto, en tanto nos adaptamos pasivamente a la situación en vez de convertirnos en agentes modificadores del medio. ¿Cómplices? Puede ser…, y es que muchas veces el entorno nos sirve de excusa para la propia resistencia al cambio. En muchas ocasiones nos instalamos en la queja, en vez de tomar cartas en el asunto, no llegamos a entender que transformándonos, modificamos nuestro entorno, y no nos animamos a tomar la iniciativa.

    Ni siquiera se trata de intentar entender a dónde apunta la política deportiva de nuestro país, si es que hay alguna, porque los resultados son más que elocuentes, la verdad es reflejada en la realidad, y en las acciones se ponen de manifiesto las convicciones de quienes tienen la responsabilidad de llevar adelante dicha política.

    Hoy por hoy el panorama es una inexistente selección de talentos, ausencia total de planificación a largo plazo, falta de supervisión e instancias de interconsulta. Una tendencia al individualismo, a desestimar el trabajo en equipo y la cooperación. ¿Miedo al ataque? ¿inseguridad? tal vez…

    ¿Qué podemos hacer para modificar esta situación? Seguir la ruta del salmón, en contra de la corriente, parece la única respuesta. Sin embargo existen alternativas mucho más operativas para lograr resultados satisfactorios. Sumar voluntades, agrupar individualidades, generar espacios de capacitación, de reflexión, de intercambio de experiencias. Evidentemente las iniciativas privadas son una gran alternativa ante la desidia y la inoperancia de los organismos estatales, donde burocracia y corrupción son la moneda corriente, de lo que tenemos infinidad de ejemplos.

    Excepto poquísimos y, por lo mismo, notables casos, es en el deporte profesionalizado donde obtenemos éxitos, pero también existe el ejemplo del Rugby y el Hockey femenino, que a fuerza de estar en muchas escuelas privadas, han generado un importante semillero que permite superar la instancia generalizada del deporte amateur y posicionarse en un lugar de privilegio, sin que exista un sustento organizativo de calidad. Es simplemente el imperio de lo masivo, de la cantidad se obtiene algo de calidad. ¿Acaso el Fútbol o el Tenis responden a un proyecto coherente en busca de la excelencia deportiva?, o los éxitos obtenidos ¿son producto de la masividad que estas disciplinas han tenido a partir de determinado momento histórico? ¿Quién duda de que el ejemplo de Vilas ha sido el disparador para que miles de chicos se acerquen a las escuelas de Tenis y, a partir de ahí, surja una camada de interesantes jugadores? Por supuesto, el Tenis y el Fútbol, generan la expectativa de importantes ganancias económicas, lo cual opera como un incentivo gigantesco, incluso por el apoyo familiar. Además, el deportista que gana mucho dinero compitiendo, no sólo se autofinancia, sino que tiene a su disposición medios de preparación física y técnica que son inaccesibles para el amateur.

    Evidentemente, y más allá de lo obvio que puede resultar el incentivo económico, existen razones socio/culturales, mitos y prejuicios que frenan el desarrollo de otras disciplinas. También es verdad que otros deportes requieren un nivel de dedicación y exigencia superiores, lo que opera como freno. La pirámide del alto rendimiento en nuestro país es apenas una espiga y, volviendo a las primeras líneas, muchos consideran a eso “éxito”.

    Cuando a un entrenador le “llueve” algún talento genético, se aferra a él con desesperación. A partir de ahí, el proceso se transforma en una lucha personal, una gesta en que entrenador y atleta son uno para intentar lograr lo que en otras latitudes se hace mediante la colaboración de todo un equipo interdisciplinario y organizaciones que brindan apoyo pleno al proyecto de la maestría deportiva. En nuestro medio se llega hasta donde se puede con nada o muy poco. Entonces, lo que debería ser un proceso organizado y planificado, con metas y marcas concretas a cumplir en momentos predeterminados del crecimiento deportivo del atleta, se convierte en una epopeya.

    Lamentablemente, unas veces por desconocimiento, otras por desconfianza, tampoco se busca colaboración de quienes están dispuestos a brindarla, cometiendo errores fácilmente evitables, tal vez por temor a perder el protagonismo o la potestad de los resultados, aunque estos terminen siendo mucho menores de lo que el potencial permitiría lograr.

    Un dato interesante es que a muchos jóvenes deportistas que se incorporan a un programa de entrenamiento riguroso no se les realizan evaluaciones diagnósticas ni se les piden chequeos médicos, mientras que esos mismos jóvenes no pueden participar de las clases de Educación Física en la Escuela o concurrir a un gimnasio comercial sin el apto médico correspondiente. También es lamentable que muchos de los que ya están en el alto rendimiento ni siquiera cuenten con una obra social. Evidentemente se pueden hacer las cosas mucho mejor, solo hace falta proponérselo.

    A días de un nuevo Juego Olímpico habría que replantearse objetivos, medios y métodos. Ya es muy tarde para pretender resultados en este, pero apenas concluido, comienza una nueva Olimpíada, es decir, un megaciclo de 4 años, para el cual se deberían tener planificadas una a una las metas a cumplir por cada atleta en condiciones de llegar a la maestría deportiva para esa fecha, como así también los pasos a seguir para conseguirlo. ¿Dejaremos pasar también esta oportunidad? ¿Esperaremos que la historia se repita con total indiferencia, o tomaremos cartas en el asunto? ¿Haremos la vista gorda otra vez ante la inoperancia de quienes deberían encausar estas tareas?

    El Deporte representa una parte importante de la cultura de un país, opera como un excelente agente formativo en la niñez y la adolescencia, propiciando mentes y cuerpos saludables, pero solo unos pocos elegidos tienen las condiciones innatas para llegar al nivel de excelencia que requiere el alto rendimiento.

    En nuestro país, una de las asignaturas pendientes es buscar a los más dotados naturalmente, brindarles los medios necesarios para alcanzar los mejores resultados y que esto no sea, como hasta ahora, producto del azar.

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revista digital · Año 13 · N° 122 | Buenos Aires, Julio 2008  
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