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Copa del Mundo 1978.
La construcción mediática de un estilo

 

Área Interdisciplinaria de Estudios del Deporte
Adscripta al Programa de Investigación Desarrollo Sociocultural y Educación Permanente,
Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación,
Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
(Argentina)


Roberto Di Giano
Antonio Domínguez Vence | Maximiliano Kronenberg
Julián Ponisio | Sebastián Sustas

robaied@hotmail.com

 

 

 

          Si hubo verdaderamente características distintivas del estilo de juego de la selección argentina durante el desarrollo del mundial 1978, no fueron precisamente la picardía, la improvisación individual o colectiva, ni la sorpresa creadora. Asimismo, casi no se registraron goles como consecuencia de apiladas vistosas o como producto de paredes estéticas, pero sí en base a potencia, coraje y despliegue. Vale recordar que no fueron convocados en puestos claves para definir el estilo tradicional destacados cultores del mismo como Bochini, Maradona, Juan José López, Marangoni o Brindisi y Babington que habían brillado en Huracán de 1973. Mientras que Valencia, Alonso y Villa durante el transcurso del Mundial también terminaron excluidos del equipo titular, pasando a cubrir ese vacío la tremenda potencia de Kempes, la fuerza algo rudimentaria de Gallego y el despliegue de Ardiles. Otro de los jugadores titulares, René Orlando Houseman, fue desplazado por la mayor potencia física de Daniel Bertoni para acompañar al centrodelantero Leopoldo Luque.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 121 - Junio de 2008

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Al acercarse la fecha del 30ª aniversario de la obtención de la primera Copa del Mundo lograda por el seleccionado argentino de fútbol, nos parece necesario volver a observar una variada gama de comportamientos y actitudes que sostuvieron los medios de comunicación en ese momento histórico. Profundizando en los utilizados para exacerbar las cualidades de un grupo relevante de deportistas -y sobre todo las de su conductor César Luis Menotti- en el marco de una feroz dictadura.

 

La vida democrática argentina durante el siglo XX experimentó en muchas oportunidades instancias de impugnación por parte de las Fuerzas Armadas. Incluso se llegó a acuñar el término partido militar debido, entre otras cosas, a las continuas exigencias que este grupo planteaba al gobierno de turno.

 

Un factor que distingue al golpe de Estado llevado a cabo en marzo de 1976 de los anteriores es su concepción de atemporalidad. El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional irrumpió sin poner plazos para la devolución del poder soberano a la sociedad civil. Según su propia visión, era la situación de caos la que exigía la participación de los militares y dada las características de la intervención no se delineó a priori un punto final preciso.

 

Cuando Guillermo O'Donnell analiza las particularidades del nuevo gobierno militar, subraya las siguientes: “Una, su desmesurada represividad, no sólo por la cantidad de horrores que infligió sino también por su carácter terrorista y clandestino. Otra, el sentido político y de venganza histórica, contra la Argentina 'plebeyo-populista e inmigrante' de las últimas décadas que tuvo la política económica y social de ese período” 1


Perrro Muerto, de Fernando Díaz
Perro muerto, de Fernando Díaz

 

La importancia del campeonato mundial de 1978

La confirmación de la Argentina como única sede para la realización del XI Campeonato Mundial revirtió los intentos frustrados para organizar previamente el torneo en estos parajes. Atrás quedaron las frustraciones por la sorpresiva decisión de cambiar de continente en 1938, por la Gran Guerra en 1942 y 1946, y por los múltiples factores que imposibilitaron su organización, como posteriormente la participación de nuestro seleccionado, en 1950 -entre ellos, el éxodo de futbolistas producido un año antes, la ruptura de relaciones con la Confederación Brasileña de Deportes desde 1946 y las discrepancias políticas con la FIFA-. Todas estas cuestiones acentuaron el privilegio de que se disputara finalmente en el país, un torneo tan ansiado por las multitudes y por las elites.

 

El régimen militar que heredó esa situación del gobierno constitucional recientemente derrocado, enfatizó y capitalizó el carácter simbólico, político, social y económico del relevante evento deportivo. Durante el desarrollo del Mundial el gobierno militar utilizó, cada vez que pudo, una metonimia entre “nación, pueblo y selección argentina de fútbol” buscando así un mayor sustento e identificación popular con su gestión de gobierno.

 

La creación de organismos y el mantenimiento de dependencias estatales exclusivamente para la organización y administración del campeonato mundial, fue la cristalización de un proceso con ambiciones mucho más amplias que las meramente deportivas.2


Portada de Siete Días
Portada de Siete Días

 

De esta manera la Copa del Mundo de 1978 se convirtió en un hecho (extra)ordinario en la vida nacional, que, entre otras cosas, le permitió a vastos sectores de la población disfrutar de un acontecimiento peculiar en su propia tierra, mientras paralelamente se los excluía política y socialmente.

 

La permanente apelación al “ser nacional” encerraba cualidades de los argentinos supuestamente perdidas por culpa de alguna desviación o herejía-, y el firme propósito de retornar prontamente a aquel horizonte luminoso, ayudaron a sostener la omnipresente figura de la Junta Militar.

 

 

El diseño del héroe y la simulación de un estilo

La designación de Cesar Luis Menotti, en octubre de 1974, como técnico del seleccionado nacional, en una reñida votación, se concreta como consecuencia de su relevante éxito logrado con Huracán, el año anterior. Ello significó para la comunidad deportiva local el triunfo de una serie de valores vinculados con el virtuosismo técnico, la picardía, y la eficacia puesta en la improvisación. Así, se recuperaba dinámicamente nuestra identidad futbolística previa al denominado “desastre de Suecia” en 1958, un estigma fabricado en ese entonces por los principales medios de comunicación con la aprobación de mucos aficionados y que sirvió para imponer un proceso aculturativo aunque se conservaron algunos ropajes anteriores.3

 

Luego de su exitoso paso por Huracán, Menotti fue erigido como el principal recuperador del estilo tradicional por encima de los técnicos de River y Boca, Ángel Labruna y Rogelio Domínguez, con similares filosofías del juego. Entre otras cosas, debido a esa distinción alcanza la designación como técnico de la selección nacional siendo también ratificada su continuidad en el cargo pese al cambio de régimen político.

 

Cuando se concreta el fatídico golpe de Estado en marzo de 1976, el conjunto argentino se encontraba realizando una exitosa gira por el denominado bloque soviético. Posiblemente, el flamante gobierno militar al observar los logros iniciales del equipo albiceleste en el exterior optaran por la conveniencia de mantener a Menotti en su cargo, a pesar de la aparente contradicción que significaba su afiliación al Partido Comunista, que se mantuvo en secreto. 

 

La elaboración del mito

Las acciones terroristas del régimen, la censura y/o la coincidencia de intereses ideológicos y materiales, hicieron que la gran mayoría de los medios de comunicación funcionaran como artefactos de difusión del discurso oficial. El campeonato mundial, por las características antes expuestas, se presentaba como una caja de sentido a explotar para beneficio de los objetivos de la dictadura, y en el juego de la selección nacional debía encontrarse un correlato del “ser nacional”.

 

Una variada gama de medios, destacándose el diario Clarín y la revista deportiva El Gráfico por su resonancia masiva, acompañaron y sostuvieron el relato futbolístico oficial. No solo porque en aquellos tiempos no se podía criticar al seleccionado nacional dirigido por Menotti, sino porque yendo mucho más allá reivindicaban discursivamente un estilo futbolístico que respondía supuestamente a los “valores de la argentinidad” y caracterizado popularmente como “la nuestra”.

 

El relato mítico que le otorga a la figura de Menotti aquellos “atributos” específicos nos aporta una visión mutilada de la realidad. El mito reelaborado alrededor del estilo “criollo”, conformado de manera pragmática, descriptiva y comparativa del cuál Menotti fue firme defensor en el año 1973, estuvo dirigido y direccionado desde los aparatos culturales del poder, quiénes confeccionaron una reinterpretación reduccionista del mismo. Ignorando su compleja trama histórico lo transformaron desde el relato mítico, en una explicación “transparente”, con el discurso de una realidad futbolística inmutable, esencialista , enajenando el verdadero recorrido histórico en la conformación del estilo de juego argentino y reforzando la circulación del mito a través de un final heroico: Ganar la Copa del Mundo.

 

La figura de Menotti fue visualizada como una suerte de reservorio de aquella forma tradicional de jugar al fútbol, convirtiéndose en el portador de un legado que empecinadamente había que adecuarlo a los intereses del presente, aunque en realidad lo que se estaba afirmando era, disimuladamente, una cultura del olvido. A los aficionados, aturdidos por un poder mediático que en aquel momento era el dueño de los relatos y el clima social que se vivía, les costaba distinguir lo que realmente percibían y lo que les narraban los medios.

 


Portada de la revista Humor
Portada de la Revista Humor

 

Si hubo verdaderamente características distintivas del estilo de juego de la selección argentina durante el desarrollo del mundial 1978, no fueron precisamente la picardía, la improvisación individual o colectiva, ni la sorpresa creadora. Asimismo, casi no se registraron goles como consecuencia de apiladas vistosas o como producto de paredes estéticas, pero sí en base a potencia, coraje y despliegue.

 

Vale recordar que no fueron convocados en puestos claves para definir el estilo tradicional destacados cultores del mismo como Bochini, Maradona, Juan José López, Marangoni o Brindisi y Babington que habían brillado en Huracán de 1973. Mientras que Valencia, Alonso y Villa durante el transcurso del Mundial también terminaron excluidos del equipo titular, pasando a cubrir ese vacío la tremenda potencia de Kempes, la fuerza algo rudimentaria de Gallego y el despliegue de Ardiles. Otro de los jugadores titulares, René Orlando Houseman, fue desplazado por la mayor potencia física de Daniel Bertoni para acompañar al centrodelantero Leopoldo Luque.

 

De tal manera, no primó esa constelación estética que tanto ensalzó Menotti en su afán fabulador y que era parte del acerbo histórico del gusto popular, sino la potencia física tradicionalmente puesta en juego por la mayoría de los jugadores europeos con algunas pinceladas del fútbol “criollo”.4

 

En el caso concreto del conjunto nacional, el factor decisivo del estilo de juego fue la potencia física de algunos jugadores por sobre la técnica global del plantel. Así, lo señalaron, entre otros, grandes personalidades del fútbol mundial como Helenio Herrera, Alfredo Distéfano y Pelé, contrastando con la línea editorial del diario Clarín5 y por supuesto con la mirada del principal semanario deportivo El Gráfico. Este exitoso constructor de relatos míticos a lo largo de su prolongada vida, en aquel difícil momento se abocó a la tarea de resaltar las hazañas del seleccionado nacional y especialmente las de su conductor César Luis Menotti.

 

Apuntes finales

Se visualiza con claridad el fuerte impulso que los grandes medios de prensa le dieron a la figura de Menotti para que pudiera encarnar a una suerte de héroe nacional, y como el exitoso entrenador se prestó, en buena medida, a que muchos periodistas lo elevaran de una manera tan ostensible.

 

Vale recordar que lograr en aquella época la tan ansiada Copa del Mundo se había convertido para diversos actores de nuestro país en una prioridad nacional, y en uno de los objetivos claves de los militares en el poder.

 

La victoria argentina, revestida de relatos míticos, se sumaría así a la eficaz organización del campeonato mundial que ayudaron a disimular los aspectos más oscuros del régimen militar.

 

Notas
1. Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Paidós, Buenos Aires., 1997, p. 135.
2. Véase Abel Gilbert y Miguel Vitagliano, El terror y la gloria. La vida, el fútbol y la política en la Argentina del Mundial ´78, Norma, Buenos Aires, 1998.
3. Véase Roberto Di Giano, Fútbol y Cultura Política en la Argentina. Identidades en crisis, Leviatán, Buenos Aires, 2005.
4. Vale aclarar que estamos hablando de características que conviven dentro de un equipo e incluso de cada jugador individual, y que la preponderancia de una de ellas suele ir en detrimento de las otras.
5. Ver Clarín días 25, 26 y 27 de junio de 1978.

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