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La percepción en fútbol

 

 Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, por la Universidad de Granada.

Especialista en Alto Rendimiento de Fútbol
(España)

Óscar Herrera Elías

oscarhe6@gmail.com

 

 

 

Resumen

          Hay una frase que dice “jugar sin pensar, es como tirar a portería sin apuntar”. Y mi primera pregunta al respecto es: ¿cómo se juega pensando? Cuanta más información tengamos, más posibilidades tendremos de elegir bien la mejor opción. Por tanto, mi respuesta para la anterior pregunta es que pensar consiste en saber elegir la mejor opción entre todas las posibles.

          Pretendo, con este artículo, hacer hincapié en la importancia que tiene en el fútbol la amplia cantidad de información que rodea al balón. Hay que acostumbrar a los jugadores a que aprendan a observar constantemente a sus compañeros y a sus adversarios, así como a los espacios libres para poder enviar o recibir un pase, o saber crear u ocupar un espacio libre; sólo así sabrán escoger la mejor opción. A mayor nivel de juego, mayor velocidad del juego, por tanto, habrá menos tiempo de decisión, con lo que será más difícil elegir la mejor opción porque, seguramente, no tengamos tiempo suficiente para percibir todas las posibles opciones.

          Palabras clave: Visión de juego. Táctica. Fútbol. Percibir.


 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 119 - Abril de 2008

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1. Introducción

    El presente artículo trata de orientar el fútbol hacia la idea de un deporte de equipo en el que los jugadores tienen que analizar y tomar decisiones constantemente ante situaciones cambiantes, es decir, no sólo es importante la técnica y la preparación física sino que hay que estar muy entrenado en saber elegir la mejor opción entre muchas acciones posibles de juego.

    La visión de juego es la clave para entender las necesidades de los jugadores desde el punto de vista técnico y táctico individual y desde el punto de vista de la adaptabilidad del jugador a las situaciones cambiantes del juego. Hay que intentar formar jugadores que sepan mirar, percibir y analizar los acontecimientos de cada situación y decidir la mejor solución.

    Los entornos cambiantes en los deportes de equipo representan una fuente de estimulación muy abundante y variada en sus tipos o naturalezas.

2. Recepción de la información: sensación y percepción

    La sensación es el nombre que ha recibido en la psicología un proceso primario de transformación de energías. Los órganos visuales transforman la energía luminosa en energía nerviosa para que el organismo la pueda utilizar, reconociéndola, organizándola y preparando una acción motora concreta. La cualidad de cada sensación depende del tipo de receptor o nervio sensorial que se excita y no de la clase de energía estimular. Parece, pues, que hasta en este proceso tan primario el sistema funciona de forma activa modulando y seleccionando información en lugar de convertirse en un receptor pasivo.

    La percepción se encuentra muy relacionada con la sensación, y constituye un proceso de recepción de información de un nivel superior que implica una organización de un grado superior a la sensación. Como expresa Pinillos (1982), la percepción no es un reflejo pasivo de la acción estimular, ni una captación puramente figural de los objetos; percibir entraña cierto “saber” acerca de las cosas percibidas y sus relaciones.

2.1. La percepción de la actividad física

    Cada autor suele tener su propia opinión sobre el aspecto perceptivo y cómo se relaciona con el movimiento, así Le Boulch (1972) dice: “El pasaje da la percepción temporal y orientación en el espacio, situados a nivel de una simple experiencia vivida, a la estructuración espacio-temporal, supone la intervención de la inteligencia analítica sobre la cual podemos actuar mediante el método psicocinético”.

    La acción que el ejercicio físico pueda tener sobre la percepción y otros aspectos psicológicos constituye uno de los supuestos fundamentales de esta corriente psicomotriz o afines. La práctica del movimiento se considera beneficiosa en sí misma, a imagen de la esperada acción mágica del modelo demonológico y médico de la terapia psicológica. Así, Mucchielli (1962) cree que por la práctica global del movimiento, el niño estructura simultáneamente su esquema corporal y su esquema espacial.

    El problema que plantea este tipo de corrientes teóricas no es sólo terminológico, es fundamentalmente del soporte científico de sus hipótesis, modelos y teorías y, sobre todo, de su aplicación práctica, de su tecnología. En la llamada psicomotricidad se produce un salto epistemológico entre teoría y práctica, metodológicamente inadmisible para cualquier científico. Se espera una dudosa acción mágica sobre las supuestas estructuras perceptivas, con métodos y ejercicios desarrollados según la intuición de cada autor, y sin ninguna conexión con los modelos y constructor científicos existentes sobre percepción y sin ninguna contrastación empírica a través del método científico.

2.2. La percepción del movimiento

    El análisis de esta percepción se ha realizado, tradicionalmente, a partir de la imagen retiniana. Los trabajos existentes se han orientado en dos líneas, según el movimiento del objeto en el espacio físico sea real o aparente.

a. Movimiento real

    Es el que se percibe asociado al desplazamiento de un objeto en el espacio físico. Aubert (1886) encontró que sin usar puntos de referencia se precisa una velocidad mínima del objeto de 0’254 cm/s para apreciar un movimiento. Si se usan puntos de referencia, el umbral es aún más pequeño, 0’0254 cm/s. Esa diferencia se explica por los pequeños movimientos del ojo que se realizan constantemente para evitar la desaparición de la imagen retiniana.

Aubert, igualmente, demostró que la sensibilidad al movimiento de una línea decrece a medida que se aleja hacia la periferia. Lo cual parece contrastar con el hecho de la experiencia cotidiana de que los objetos muestran mayor sensibilidad al cambio de movimiento cuando éste se realiza en la periferia. Parece que este hecho se debe a que la estabilidad de la imagen retiniana fija es peor en la periferia que en la fóvea y, por tanto, el contraste entre el reposo y el movimiento es mayor en la primera.

b. Movimiento aparente

    En este movimiento no existe desplazamiento físico, el sujeto participa de la ilusión de que el objeto se mueve. El experimento más influyente sobre el movimiento aparente lo realizó Wertheimer (1912), utilizando un taquitoscopio para presentar al sujeto dos líneas verticales separadas 1 cm. Se presentaba primero una y en un intervalo variable posterior (IEE: intervalo interestímulo) la otra. Si este intervalo era de 200 ms o mayor, se percibían lo estímulos en clara sucesión. Si el IEE era de 30 ms o menos, el sujeto percibía las líneas como si se presentaran simultáneamente, pero si el IEE se realizaba sobre 60 ms, el sujeto percibía sólo una línea que se movía. Este movimiento se llamó movimiento beta y era el óptimo.

2.3. Percepción de trayectorias

    Este tipo de percepción compleja del movimiento de objetos ha despertado siempre gran interés en la educación física y el deporte, por su incidencia en objetos muy usados en estos ámbitos como los balones y pelotas.

    En estas conductas de recepción de móviles y, por tanto, de percepción de trayectorias, la información debe contener los siguientes elementos: 

  1. duración de la visión del móvil, 

  2. momento más crítico de la visión: al comienzo, en la zona media de vuelo o al final, 

  3. la velocidad de la pelota, y 

  4. dirección de vuelo.

3. La visión de juego

3.1. Definición de visión de juego

    La visión de juego de un futbolista es la capacidad de captar correctamente los movimientos de sus compañeros y oponentes eligiendo la mejor opción entre varias posibilidades; coincidiendo en numerosas ocasiones con situaciones complejas de percibir por un número elevado de opciones o por los planos de acción fuera del campo visual del jugador con balón (Fradua, 1997).

    En general, se alude al concepto de visión de juego en situaciones donde el jugador ha demostrado que sabe salir del problema con una solución maestra ante otras posibilidades y, unido a esto, el reducido tiempo en el que lo hacen, característica diferenciadora entre jugadores, relacionada a la capacidad de anticipación perceptiva, interpretación perceptiva correcta de los estímulos del entorno antes de que el resultado de estos se materialice (Bañuelos, 1984).

    La visión de juego se relaciona directamente a la capacidad táctica del individuo y ésta puede ser colectiva o individual, en ataque o en defensa (Theodorescu, 1977; Hernández, 1988; Riera, 1995), por tanto, la definición de visión de juego, por coherencia, también debe acaparar posibilidades colectivas e individuales, en ataque y en defensa.

    La idea general es aquella que relaciona la capacidad perceptiva del jugador con su interpretación táctica del juego.

    El concepto de visión de juego está determinado por la capacidad receptora del individuo (sentido de la visión fundamentalmente), las experiencias previas del jugador que influyen en el resto de parámetros, el nivel de desarrollo atencional del individuo y el conocimiento táctico del deportista (Fradua, 1997).

3.2. La herencia o el aprendizaje en una alta capacidad de visión de juego

    La opinión más generalizada en el ambiente futbolístico referente a la posibilidad de formar jugadores con aptitud de ver el juego tiende más hacia los aspectos hereditarios como fundamento principal que a la posibilidad de un alto porcentaje de aprendizaje. Ésta puede ser una de las razones por las que no se ha dado importancia al estudio de otros aspectos potencialmente entrenables.

    Desde el punto de vista táctico, si hablamos de táctica como concepto exclusivamente colectivo (frecuente en fútbol), no existen muchas discrepancias en torno a la posibilidad de que los jóvenes jugadores aprendan los conceptos tácticos como el apoyo, la creación y la ocupación de espacios libres.

    Sin embargo, el concepto táctico individual, es decir, la capacidad del jugador de seleccionar la mejor solución en cada momento, fruto del análisis de la actuación del oponente y compañero, parece ser que ofrece más dudas. Autores como Shock, K. (1987), no sólo describen la faceta individual de la táctica sino que exponen diversas formas de enseñarla y desarrollarla. A este autor podemos añadir una lista interminable de estudios que exponen en el concepto de táctica individual la posibilidad de crear jugadores eficaces en los deportes de equipo.

4. Ver y percibir en fútbol

4.1. Sensación y percepción en fútbol

    El fútbol se caracteriza por la abundante estimulación, situándose entre las tareas más abiertas (Poulton, 1957) en un entorno cambiante.

    En fútbol destaca la percepción del movimiento como uno de los parámetros más importantes a tener en cuenta. Rigal (1987) ha relacionado la capacidad de percibir el movimiento con la estimulación de la retina periférica como forma de convertirse en un estímulo que se localizará posteriormente en el campo central. Describe el sistema para dicha percepción a través de la posibilidad del seguimiento del objeto con los ojos y la cabeza o la posibilidad del desplazamiento del objeto sobre la retina manteniendo fijos los ojos y la cabeza.

4.2. Percibir para crear. Ensanchar los mecanismos perceptivos

    Marina (1993), deduce que “la percepción nos proporciona información. Gracias a ella aislamos un contenido, le dotamos de señales de identidad destacándolo sobre el telón de fondo de las otras cosas”. Por eso continúa, “la percepción inteligente produce significados que funcionan como conceptos perceptivos. La inteligencia puede dirigir y controlar la formación de estos conceptos y crear con ellos nuevas construcciones”.

    Propugnamos la intención de tener “entrenados” los canales perceptivos, ya que debemos dar respuesta instantánea de lo que ocurre a fin de modificar-crear un nuevo estímulo beneficioso o responder al que ya está actuando.

    Si como señalan Castillo García, Raya Pugnaire, Oña Sicilia y Martínez Marín (2000), “el fútbol se sitúa como una de las tareas de máxima complejidad perceptiva”, parece imprescindible mejorar la calidad de los futbolistas dotándoles de conocimientos, estrategias y habilidades para que posean autonomía y autosuficiencia para jugar al fútbol.

4.3. Estímulos a percibir en el fútbol

    Parece obvio que todas las situaciones que se producen dentro del juego del fútbol parten de una disposición base, aunque siempre en continuo cambio, donde se integran una importante variabilidad de estímulos:

-    Portador del balón.

-    Situación y orientación espacial de los atacantes.

-    Situación y orientación espacial de los defensores.

-    Distancia entre atacantes y defensores.

-    Zona del terreno donde se desarrolla la acción.

-    Actuación (comportamiento motor de los atacantes implicados directamente en la acción).

    Ante estos estímulos, los jugadores deben manejar una batería de soluciones favorables capaces de descodificar dichos estímulos para llegar a la obtención primitiva del mensaje.

    De las alternativas que se derivan de cada decisión surgen caminos divergentes que marcan la existencia futura de la jugada.

    Mayer (1996), mantiene que es importante “el trabajo de entrenamiento con sentido, adaptado a la mentalidad del futbolista, convirtiendo el juego mismo en su maestro”.

4.4. El sentido de la visión

4.4.1. Las capacidades visuales necesarias en fútbol

    Un jugador de fútbol debe tener correctamente desarrolladas ciertas capacidades visuales para que su rendimiento sea lo más eficaz posible.

    Tanto la conducta de atención como la capacidad de detección dependen fundamentalmente de la amplitud del campo visual del deportista, concretamente de su visión periférica. A mayor visión periférica, podrá detectar estímulos más externos con una sola fijación de la mirada, situación que es muy frecuente en fútbol por la necesidad de actuar con rapidez.

    Una vez detectado el estímulo, y si la situación lo permite (oponentes lejanos, zona de preparación de acción de ataque, etc.), el jugador necesita una correcta motilidad ocular (capacidad basada en la función del sistema de músculos que rodean al ojo) que permitirán la fijación (proceso mediante el cual el ojo se dirige hacia el objeto que le interesa para mantenerlo en un ángulo de visión idóneo) contribuyendo a una mayor nitidez de visión puesto que el objeto se situará en la zona central de la retina. Esta habilidad es frecuente ante objetos estáticos como la portería o el balón en el lanzamiento de un penalti. Cuando el jugador necesita esa nitidez ante estímulos móviles, característicos del propio juego, utiliza su capacidad de persecución o de seguimiento de movimientos, que le permitirá calcular las trayectorias y velocidades del balón, del receptor y, en definitiva, poder ejecutar los fundamentos técnico-tácticos correctamente (Fradua, 1997).

    La agudeza visual es otra habilidad visual destacada, ya que mediante la motilidad ocular hemos conseguido mantener centrados los estímulos, y la agudeza visual nos permitirá discernir el máximo detalle del objeto.

    La flexibilidad focal es la habilidad de variar el enfoque de los objetos de visión próxima a visión lejana y viceversa, sin experimentar visión borrosa. En fútbol, el enfoque del balón próximo a los pies se ve alterado rápidamente por el enfoque de un compañero a 60m.

    La binocularidad consiste en la utilización de los dos ojos de forma unitaria, simultánea y eficaz para que la fusión de las imágenes de ambos aporte una imagen lo más clara posible. Esta habilidad unida a la estereopsis (habilidad binocular de juzgar distancias relativas entre objetos) permitirá la percepción de la profundidad y la exacta localización del balón, compañeros y oponentes en el espacio.

    El tiempo de reacción visual es una habilidad fundamental en los deportes de equipo en los que la velocidad de ejecución, gracias a una rápida percepción y decisión, es imprescindible.

    El fútbol, según Berrada (1987), está entre las cinco tareas deportivas con mayores exigencias visuales.

4.4.2. Orientación adecuada de los órganos visuales

    Las dificultades perceptivas que caracterizan al fútbol exigen el análisis de todos aquellos parámetros que pueden influir en una recepción de información más amplia. La adecuada orientación de los ojos es un aspecto incuestionable para conseguir el objetivo mencionado.

    Podemos tener en cuenta cuatro niveles:

  • Orientación del cuerpo.

  • Orientación de la cabeza.

  • Orientación de los ojos.

  • Amplitud visual o visión periférica.

    Cada nivel limita las posibilidades del posterior, es decir, la orientación del cuerpo limita totalmente las posibilidades de ver con los ojos, así como la orientación de la cabeza limita las posibilidades de los ojos. Una incorrecta orientación de los ojos obliga a utilizar la visión periférica, y no todo jugador de fútbol la tiene desarrollada, con la consecuente carencia perceptiva del juego.

    Los jugadores que se sitúan en zonas centrales rodeados de diferentes y numerosos estímulos no pueden, únicamente con su orientación corporal, recibir la información; por tanto, se deben utilizar otras estrategias como el constante movimiento de la cabeza que permita conocer la posición de los estímulos en un campo visual mayor, aunque con pérdidas de visión momentáneas. Howe, D. y Scovell, B. (1988) afirman, al describir el perfil de un gran jugador, que éste es consciente en todo momento de la posición de compañeros y oponentes ganado el tiempo necesario para actuar posteriormente con el balón.

4.5. La visión periférica

4.5.1. Terminología y definición

    El concepto de visión periférica está relacionado inevitablemente con el concepto de campo visual, además de otros términos como perimetría y visión ambiental. Pittera y Violetta (1980) definen el campo visual monocular como la extensión general del mundo externo que un sujeto puede ver con un solo ojo sin modificar su posición.

    La diferencia entre campo visual monocular y binocular se debe tener en cuenta, puesto que el binocular es el solapamiento de los campos monoculares, existiendo una zona central común a ambos y una externa propia de cada ojo.

    Según Quevedo y Solé (1990), se conoce la habilidad de ver e identificar lo que ocurre alrededor de un objeto particular sobre el que se fija la mirada. Es decir, la mayor o menor capacidad del sujeto de identificar objetos alrededor del punto de fijación es lo que permite evaluar la extensión de su campo visual, de modo que la visión periférica determina la amplitud del campo visual. (Antón, 1992).

4.5.2. Funciones de la visión periférica y su importancia en el juego

    Las funciones que realiza la visión del juego se pueden resumir en tres:

-    Detección.

-    Identificación.

-    Valoración.

    La detección es el proceso que permite al jugador captar la aparición de nuevos estímulos a los que en principio no estaba orientado con sus órganos visuales y, sobre todo, con la visión central. Por tanto, algunos jugadores no podrán captar estos nuevos estímulos.

    Algunas investigaciones han permitido comprender que la visión periférica no sólo detecta estímulos externos para orientar la visión central sino que es capaz de identificarlos. En fútbol, concretamente, la identificación más importante es la de conocer si el estímulo que aparece en el campo visual externo es compañero u oponente.

4.6. La atención

    Los aspectos de ver y percibir se ven influenciados por un proceso complejo como la atención.

    Analizaremos, fundamentalmente, las funciones de la atención en las fases perceptivas:

  1. La atención para orientar los órganos visuales (visión central)

    1. En la visión central

    2. Después de haberlos detectado en visión periférica

  2. La atención para ser consciente de la presencia de ciertos estímulos sin orientar visión central (en visión periférica).

  3. La atención como filtro de numerosos estímulos en un mismo momento.

    Para orientar correctamente los órganos visuales, el jugador deberá saber o intuir en qué lugar del espacio se podrán producir estímulos interesantes. En algunas ocasiones, su orientación corporal será fundamental, en otras, en las que la orientación corporal es adecuada, el jugador orienta sus ojos a diferentes lugares del terrenos y en frecuentes ocasiones lo hace de forma incorrecta. Un ejemplo sencillo es el momento de chutar a gol en una situación de uno contra portero. En este caso, la atención se deberá dirigir hacia la portería y a la posición del portero para dirigir correctamente el balón. Sin embargo, el jugador chuta orientando su atención solamente a la posición del balón en sus pies. En el mismo caso, en el momento de chutar, puede aparecer a un lado, en su visión periférica, la figura de un compañero y, por tanto, orienta su visión hacia ese compañero para pasarle el balón en una posición inmejorable de gol (Fradua, 1997).

    Siguiendo el mismo ejemplo, el poseedor del balón puede considerar que si mira al compañero, situado a su lado, puede informar al portero de su intención de pase y, por tanto, sin orientar su visión central, es decir, con su visión periférica (sin mirar al compañero pero con la atención centrada en él) pasa el balón. Las características del juego en fútbol demandan frecuentemente la utilización de la atención sobre estímulos captados en la periferia y sin posibilidades de focalización por la premura de tiempo.

    Para comprender la posibilidad de filtro que ofrece la atención añadiremos al anterior ejemplo dos estímulos más. Detrás de la portería, el jugador en posesión del balón capta los movimientos de un niño recoge-pelotas que agita sus brazos intuyendo una jugada de gol. Otro estímulo que capta el jugador en posesión del balón es un segundo compañero que en su desmarque se adelanta al poseedor del balón y, por tanto, se coloca en posición de fuera de juego. En este último caso, el jugador debe atender al balón, al portero, a la portería y al compañero que apoya en posición correcta y, sin embargo, los estímulos referentes al niño y al compañero en posición incorrecta son reducidos por la atención y no se procesan para seleccionar la respuesta (Fradua, 1997).

    Se orienta hacia las formas de entrenamiento y enseñanza basadas en situaciones integrales en las que las exigencias atencionales irán unidas a los conceptos técnico-tácticos.

5. La táctica: componente primordial en la visión de juego

5.1. La interpretación táctica del juego

    El componente que hemos considerado fundamental en el análisis de la visión de juego del futbolista es la capacidad de interpretar tácticamente lo que se ve, lo que se percibe. En este sentido, dos sujetos que reciben la misma información pueden interpretar de distinta manera lo que está ocurriendo, es decir, aun en las mismas circunstancias, un jugador solucionará una situación de distinta manera que otro. Por ejemplo, un jugador en posesión del balón percibe a un compañero que se está desmarcando, mientras que otro compañero ocupa el espacio creado por el jugador que se desmarca y se sitúa en mejores condiciones de lanzamiento. Un jugador con experiencia y suficiente capacidad para interpretar tácticamente esta sencilla situación es posible que la resuelva favorablemente si su posterior ejecución técnica le permite realizar correctamente el pase. En esta misma situación, los jugadores inexpertos o con pocos conocimientos tácticos pueden pasar al jugador que se desmarca porque no comprenden las posibilidades que le aportan los conceptos de creación y ocupación de espacios libres. Toda su atención la fijará en el primer desplazamiento (Fradua, 1997).

    Lo destacable de esta cuestión es que en este caso no existe una complejidad desde el punto de vista de la “sensación”, de los parámetros visuales, sino de la capacidad del jugador de interpretar la situación y entender qué acción puede provocar mayores beneficios a su equipo.

    En los cursos de entrenadores, la táctica se define como “las acciones ofensivas y defensivas que realiza un equipo durante el transcurso de un partido con el balón en juego, para tratar de sorprender o contrarrestar a su adversario”.

    Para otros autores la definición abarca más detalles. Teodorescu (1984), citado por Antón (1992), dice que “la táctica representa la contribución activa del factor consciencia, tanto durante el juego como en el transcurso de la preparación deportiva” y añade que “el raciocinio táctico es aquel que confiere contenido táctico a los procedimientos técnicos”, precisando que “la táctica individual representa el conjunto de acciones individuales utilizadas conscientemente por un jugador en lucha con uno o más adversarios, tanto en ataque como en defensa”.

    Algunos ejemplos de actuación táctica que expone Riera (1995), puede también permitir entender la amplitud del concepto:

-    Pasar a un compañero desmarcado.

-    Simular una acción y cambiarla en el último momento.

-    Desmarcarse para poder recibir un pase.

-    Fintar adecuadamente al marcador.

-    Conducir al contrario a una situación que nos sea favorable.

    Es interesante destacar estas diferencias puesto que sin tenerlas en cuenta no podemos analizar el concepto de visión de juego como capacidad individual de percibir todo lo que ocurre alrededor e interpretarlo para la consecuente toma de decisiones.

5.2. El entrenamiento de la táctica

    Una vez que hemos situado al jugador en la etapa formativa en que se encuentra y analizando los objetivos que se deben cumplir, seleccionamos los contenidos de enseñanza más adecuados e iniciamos el proceso. Este proceso puede ser individual o colectivo si los conceptos tácticos a desarrollar son de grupo o de equipo y no individuales.

Fase 1: 

    Explicar al jugador o al grupo los errores que se cometen en ciertas situaciones de juego. Hacer consciente al jugador-grupo de sus lagunas tácticas. Buscamos una actitud positiva en la asimilación de los contenidos previstos. En algunas ocasiones, cuando queremos enseñar a un niño un concepto táctico por primera vez, eliminamos esta primera fase y pasamos a la explicación del concepto; puede darse el caso de que no sea un error generalizado y, por ello, eliminamos esta fase. También puede ser que el grupo no sea consciente de que lo hace bien, pero consideremos importante utilizar también los aciertos para demostrar al jugador que lo que hace es eficaz pero, fundamentalmente, es necesario no eliminar esta primera fase para que entienda el resto de fases dentro de un contexto, con un significado, que comprenda que el concepto táctico se hace por algo y para algo dentro del juego.

  • Ejemplo: en las situaciones de inferioridad numérica en defensa, la precipitación y los desplazamientos incorrectos de nuestros jugadores favorecen todavía más la actuación de los atacantes oponentes.

Fase 2: 

    Se aplican de forma teórica los comportamientos más idóneos en la situación analizada, razonando los mismos. Benedek, E. (1993) destaca esta cuestión “la condición para el éxito del aprendizaje táctico es convencer a los jugadores que los principios y procedimientos tácticos que les presentamos son los correctos y eficaces”.

  • Ejemplo: Las propuestas más interesantes en el 2x1, en defensa, parten del concepto de situarse en una posición intermedia, temporizar y replegar sin intentar arrebatar el balón de forma desesperada, excepto si el poseedor del balón comete algún error en su conducción o control. Se trata de convertir el 2x1 en 1x1 de forma que, en un momento del repliegue, el defensor se sitúa en línea de pase entre los atacantes y, orientando su cuerpo lateralmente sobre el poseedor del balón, lo obliga a progresar hacia el lado que pretendemos para iniciar una entrada lateral o por detrás.

Fase 3: 

    Planteamiento de situaciones de enseñanza prácticas.

  1. Toda adquisición táctica conlleva una ejecución técnica, por tanto, es conveniente facilitar las ejecuciones técnicas para que no bloqueen los procesos de análisis y decisión de los jugadores. Una alternativa a esta cuestión es la utilización de las manos (pero sin abusar, ya que se necesita un número de repeticiones suficientes para asimilar las habilidades y conocimientos tácticos). Otra alternativa es la inclusión de reglas que perjudiquen al oponente para facilitar la actuación del jugador al que estamos tratando de enseñar el concepto táctico

    • Ejemplo: Para facilitar al defensor su actuación en el 2x1, se limita a los atacantes el espacio de acción, se utilizará una anchura máxima de 6m, el espacio a defender es menor y los movimientos defensivos pueden obtener mayor éxito al llegar a tiempo. Otra alternativa es obligar a los atacantes a utilizar su pierna no dominante.

  2. Acercamiento a las situaciones reales basadas en la competición ero sin utilizar el partido. Después de que se ha asimilado el concepto, es la hora de llevarlo a la práctica antes una oposición sin limitaciones.

    • Ejemplo: En el ejemplo que estamos utilizando, se trata de defender ante dos atacantes que pueden utilizar todo su bagaje técnico-táctico en un espacio amplio.

Fase 4: 

    Aplicación en la competición, en el partido. Es la fase más compleja. Los jugadores no suelen identificar en el partido situaciones de 2x1, excepto si se da en un contraataque adversario muy claro. Las fases anteriores necesitan de un acercamiento progresivo a una situación casi real en el partido.

  • Ejemplo: Una vez que el defensor obtiene buenos resultados ante los dos atacantes (2x1), la situación se va completando con la entrada de nuevos jugadores o nuevos objetivos. Así, otros dos jugadores, uno atacante y otro defensor, vendrán en carrera desde una distancia de 20m acudiendo en ayuda del ataque y de la defensa.

Bibliografía

  • Cano, O. (2001). Fútbol: entrenamiento global basado en la interpretación del juego. Sevilla. Wanceulen Editorial Deportiva.

  • Fradua, L. (1997). La visión de juego en el futbolista. Barcelona. Editorial Paidotribo.

  • García-Sevilla, J. (1997). Psicología de la atención. Madrid. Síntesis Psicología.

  • Goldstein, E. B. (1999). Sensación y percepción. Madrid. Thomson Editores.

  • Le Boulch, J. (1972). Hacia una ciencia del movimiento humano. Buenos Aires, Paidós.

  • Lillo, J. (1993). Psicología de la percepción. Madrid. Debate.

  • Oña, A. (1999). Control y aprendizaje motor. Madrid. Editorial Síntesis.

  • Riera Riera J. (1995). Estrategia, táctica y técnica deportiva. Apuntes: Educación Física y Deportes. Pág. 45 - 56.

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