efdeportes.com
Estado nutricional y actividad física en el adulto mayor en una población de referencia de la Provincia Ciego de Ávila, Cuba

 

*Universidad “Máximo Gómez”, Ciego de Ávila

**Instituto Nacional de Higiene de los Alimentos. Ciudad de la Habana

***Facultad de Cultura Física de Ciego de Ávila

(Cuba)

DrC. Ricardo Arencibia Moreno*

pff_ricardo@cfisica.unica.cu

MsC. Damaris Hernández Gallardo*

damaris@cfisica.unica.cu

Dr.C. Manuel Hernández Triana**

macondo@inha.sld.co.cu

Lic. José José Bosques Cotelo***

josej@cfisica.unica.cu

 

 

 

Resumen

          Esta investigación constituye un estudio descriptivo de corte transversal en poblaciones de referencia de la Provincia Ciego de Ávila acerca del estado nutricional y actividad física de individuos de la edad tercera edad, realizando un muestreo mediante la técnica de sitios centinelas teniendo en cuenta una distribución por grupos de edades y sexos, que comprendió un total de 1494 ancianos, de cinco municipios de la provincia avileña, sobre los cuales se indagó en lo referente al estado nutricional, ingesta alimentaria, gasto energético por actividad física, adecuación de la dieta a la actividad física y los niveles de actividad física alcanzados. Obteniendo indicadores antropométricos, nutricionales y de régimen de vida que permiten la evaluación de factores de riesgo específicos que afectan su condición física en la provincia Ciego de Ávila.

          Palabras clave: Adulto mayor. Estado nutricional. Actividad física. Hambre oculta.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 119 - Abril de 2008

1 / 1


Introducción

    A los individuos de la tercera edad o ancianos se les adjudica una condición de grupo emergente (1, 2, 3), que se atribuye a la proporción en que se produce su incremento numérico a nivel mundial, con un pronóstico por la Organización Mundial de la Salud (4, 5, 6) para el año 2020 de un 70 por ciento de la población del planeta y un valor neto estimado superior a los 700 millones de personas en los llamados países en vías de desarrollo, muy por encima de los 318 millones esperados para las regiones industrializadas. Lo anterior destaca la enorme significación que adquiere el adulto mayor, como sector poblacional, no solo en el contexto general del mundo y de sus respectivos países, sino en particular de Cuba, donde organismos como la ONE-CEPD (7), tomando como criterio el incremento de un 13.4 por ciento de la población cubana anciana hasta el año 2000, pronostican un nivel estacionario matizado por una estructura de población envejecida que alcanzará el 22.1 por ciento en el primer cuarto del siglo XXI.

    En relación con la problemática indicada se formula el siguiente Objetivo:

    Evaluar el estado nutricional y su adecuación con el nivel de actividad física del adulto mayor en una población de referencia de la provincia de Ciego de Ávila, teniendo en cuenta el índice de masa corporal, la ingesta alimentaria y el gasto energético por actividades realizadas.

Materiales y métodos. Población y muestra

    La investigación se desarrolló en la provincia Ciego de Ávila y el muestreo se diseñó teniendo dos objetivos diferentes: la evaluación del estado nutricional de los ancianos de acuerdo con parámetros antropométricos definidos internacionalmente (8, 1, 9) y su caracterización de acuerdo al nivel de actividad física, eligiéndose al azar sitios centinelas (10, 11) en los poblados de Orlando González (Municipio Majagua), Ceballos (Municipio Ciego de Ávila), Violeta (Municipio Primero de Enero), Tamarindo (Municipio Florencia) y Pina (Municipio Ciro Redondo), además del Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos” (Municipio Ciego de Ávila).

    Quedando finalmente la muestra estructurada por un total de 1494 ancianos pertenecientes a 25 Consultorios del Médico de la Familia, de un total de 47 localizados en las áreas seleccionadas, alcanzando un por ciento de 53.19, de los cuales 741 son masculinos y 753 femeninos. La caracterización de la muestra se realizó en composición de variables comprendiendo ellas el dominio sexo/grupo de edad y se organizaron como Grupo I (60-64 años), Grupo II (65-69 años), Grupo III (70-74 años) y Grupo IV (75 y más años).

    Siendo sometidos a diferentes técnicas de recopilación de datos y análisis, tales son:

  • Determinación de talla y peso para el cálculo del índice de masa corporal (IMC).

  • Encuesta sobre ingesta de alimentos (Recordatorio de 24 horas). Procesando los datos referentes a los alimentos ingeridos mediante el programa de computación Ceres utilizado en el sistema de vigilancia nutricional de la provincia y confeccionado en el Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos (Ciudad de la Habana, Cuba).

  • Encuesta sobre actividad física (Recordatorio de 24 horas). Método factorial e índice integrado de actividad física para la determinación del gasto energético diario, (8, 1). Se aplica la metodología del cuestionario de actividades por recordatorio de 24 horas, modificado a partir del elaborado para el estudio del Estado de Salud y Nutrición del Anciano en Cuba (12, 13, 14) obteniendo así los datos para estimar el gasto energético y el régimen de vida. El registro de las actividades se realizó durante dos días entre semana y otro de fin de semana, cuidando que no fuesen consecutivos y comprendieran el día sábado o el domingo (de manera alterna). Se estableció el patrón de régimen de vida de cada geronte adoptando la clasificación de las actividades propuestas por la FAO/OMS (15, 16).

  • Adecuación de la dieta. Porcentaje de adecuación de la dieta evaluada con respecto a la recomendada y el gasto de energía alimentaria, empleando los valores para Cuba del sistema de vigilancia sanitaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (15, 16, 17) y la metodología utilizada por M. Alcaraz y col en el Reparto Flores de Santiago de Cuba (18).

  • Tasa metabólica basal (TMB). La TMB fue estimada por las ecuaciones propuestas por la OMS (19) y la FAO/OMS/UNU en el año 2004 (8) y acogidas en las Recomendaciones Nutricionales Cubanas (9, 46) a partir del propio año citado.

  • Gasto energético diario (GET) y nivel de actividad física (PAL): Se aplicaron diversos métodos para el cálculo del gasto energético diario, primeramente el método factorial (8, 9) y luego el gasto energético diario por individuo a partir de la sumatoria de los gastos individuales de cada actividad realizada en el día. Se consideraron los valores de IEI reportados en el informe de la FAO (15, 16) (refrendados internacionalmente en el año 2004 (8, 9) y el tiempo empleado en la realización de cada actividad. Finalmente se calcula el nivel de actividad física (NAF o PAL) (8, 9).

Resultados y análisis de los resultados. Estado nutricional

    De acuerdo al cálculo del Índice de Masa Corporal, como elemento calificador del estado nutricional de los gerontes, se agruparon en cuatro categorías: obesidad, sobrepeso, normopeso y deficiente nutricional (desnutrido) (20, 21), comprobándose que en el sexo masculino el estado que prevalece es el normopeso, no obstante existir deficiencias nutricionales tanto por exceso como por defecto en todos los grupos analizados, así como la condición de sobrepeso. En el Grupo I masculino las condiciones de obesidad (12.21 %), sobrepeso (33.72 %) y bajo peso (5.81 %) exceden en su conjunto los valores del normopeso expresados en este grupo (48.26 %), mientras que en el resto si bien existen los estados indicados los valores son más bajos, exceptuando el bajo peso (deficiencia nutricional por hipocalorías) que lentamente asciende aunque no de manera crítica, no obstante es una regularidad tanto el incremento del bajo peso como del normopeso desde el Grupo I al IV.

    Para el caso de las féminas los resultados indican que prevalece la condición de normopeso, respecto a cualquiera del resto de los estados nutricionales a pesar de que se va elevando desde el Grupo I al III, con una caída brusca estadísticamente significativa (α=0.05) en el IV, sin embargo, los grupos II y III son los más afectados por la obesidad y el sobrepeso, mientras que los grupos I y IV lo son por el bajo peso, superior en el primero que en el segundo.

    Al comparar los resultados obtenidos de la clasificación de los estados nutricionales en hombres y mujeres obtuvimos que en los primeros la condición de obesidad disminuye a medida que se incrementa la edad, situación que se repite para el caso del sobrepeso, mientras que el normopeso aumenta, mostrando un comportamiento similar el bajo peso, pues se incrementa ligeramente en los últimos grupos, mientras que para el caso de las féminas existe un comportamiento irregular en el sentido de que los sobrepeso y normopeso se concentran en los grupos medios, disminuyendo en ambos extremos, mientras que manifiestan valores relativamente altos de deficiencias nutricionales por defecto.

Ingesta diaria de macro y micronutrientes. Macronutrientes

  • Proteínas: Según las recomendaciones nutricionales de la población cubana para este macronutriente (22, 23), el aporte de proteínas por los alimentos debe alcanzar 1 g/kg de peso, adoptando en la investigación como valor medio de ingesta proteica 65 g para el sexo masculino y 56 g para el femenino, según la sugerencia realizada en las Recomendaciones nutricionales y Guías de Alimentación de la población cubana (22, 23) y aceptadas en la propuesta del 2004 (9), de acuerdo con ello las necesidades proteicas de los gerontes no se encuentran cubiertas, aunque se excede en el Grupo I en el caso del sexo masculino (68.98 g) y está muy favorecido en el III femenino (52.05 g).

  • Grasas: La importancia de las grasas en la dieta radica en su alta densidad energética (9 kcal/g), debiendo incorporarse en una cantidad promedio de 68 g para el sexo masculino y 58 g en el sexo femenino (22), además, su valor alimentario se encuentra incrementado por el aporte de ácidos grasos esenciales que realiza, su participación en la organización de las membranas celulares, anabolismo de otras sustancias y vehículo de incorporación de las vitaminas liposolubles, pero es necesario mantener un consumo proporcional para evitar la obesidad, la aterosclerosis y otras enfermedades asociadas (23, 24, 25). Se pudo constatar que salvo el Grupo I del sexo masculino, ninguno de los restantes grupos, con independencia del sexo, cubre sus necesidades de grasa diaria con el suministro dietético que poseen, aún cuando los grupos II y III de las féminas se encuentran en valores cercanos a los recomendados para la población cubana.

  • Carbohidratos: Los carbohidratos son los macronutrientes proveedores de energía por excelencia, su participación en la formación de tejidos es muy pobre y son muy fáciles de transformar en grasa, su suministro en la dieta, de acuerdo con C. Porrata (22), depende de los valores fijados para la ingestión total de energía, proteínas y grasas, y se sitúa en 327 g en el geronte con actividad ligera y 282 en ancianas con igual tipo de actividad. En la población de referencia avileña se encontró que en el sexo masculino los valores de consumo de carbohidratos se encuentran muy por debajo de los recomendados (327 g), alcanzando valores mínimos de 234.68 g en el Grupo I y máximos de 260.88 g en el Grupo IV, pudiendo determinarse tendencia el incremento de su uso con la edad e incluso solo se pueden encontrar diferencias entre los valores extremos, dado que entre lo consumido por el grupo II y III, no existen diferencias significativas de acuerdo al estadígrafo Chi-cuadrado (X2, α=0.05 ). Para el caso del sexo femenino, el consumo de carbohidratos tiene un comportamiento ligeramente similar que el explicado para el sexo masculino, dado que se produce un incremento en el consumo de este macronutriente desde el Grupo I (223.58 g) hasta el Grupo IV (227.94 g), aunque el Grupo II aparece como el de mayor valor de ingesta con 240.44 g.

Micronutrientes

    Al valorar la presencia de los micronutrientes en la ración diaria de alimentos disponible por los gerontes, pudimos comprobar que hay una insuficiencia generalizada de los mismos en la dieta de los ancianos de acuerdo a las recomendaciones nutricionales definidas para la población cubana (22, 23), con independencia del grupo en que se encuentran organizados, solo supliéndose en los siguientes casos: Vitamina E, grupo I masculinos; Vitamina C, todos los grupos en sexos masculinos y femeninos exceptuando el I de ambos sexos; Fe, Na y K, en todos los grupos sin excepciones.

    La situación descrita, pone de manifiesto el estado llamado “hambre oculta” consistente en la baja incorporación de micronutrientes a través de la dieta, producto de la mayor preocupación acerca de la calidad energética de los alimentos que por el aporte que puedan realizar de otros elementos nutrimentales, así según reportes del Instituto Internacional de Investigaciones de Política Alimentaria (26), su manifestación se encuentra muy generalizada en los países en vías de desarrollo afectando aproximadamente al 40 por ciento de la población sin distinción de sexo o edad.

Disponibilidad de energía alimentaria y gasto energético por actividades físicas según el peso y el nivel de actividad física

    En las recomendaciones nutricionales cubanas se estructuran las necesidades energéticas sobre la base del NAF o PAL del individuo y su peso corporal de acuerdo con los lineamientos del Comité de Expertos de Energía de FAO/OMS/UNU del año 2004 (8, 9). En la presente investigación al valorar el aporte energético de los alimentos (SEA) en la dieta encontramos que en ambos sexos la ingesta promedio de energía (SEA) alimentaria no está acorde a los valores recomendados para suplir las necesidades del individuo, existiendo un separación altamente significativa (X2, α=0.05) entre los valores promedios de consumo y lo recomendado para mayores de 60 años según la actividad física que desarrollan.

    Al comparar los resultados obtenidos para el sexo masculino entre los ancianos del Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos” y los de actividad física espontánea, se detectó que a medida que aumenta la edad, disminuye la incorporación de energía alimentaria (SEA) a través de la ración diaria de alimentos, aún cuando el grupo I de la población intrahospitalaria es el de peores resultados con una ingesta de 1301.25 kcal, como regularidad los del Complejo son también los que reciben mejor suministro energético en su alimentación.

    Valorando la situación descrita en relación con las féminas en los áreas antes tratados, se constata, que las féminas del Complejo se encuentran favorecidas respecto a las de actividad física espontánea en cuanto a suministro energético alimentario, aún cuando en las últimas las diferencias intragrupales son menos marcadas que en las ancianas hospitalizadas.

    Considerando los resultados expresados anteriormente respecto a los obtenidos por Alcaraz Agüero (18) en el Reparto Flores de Santiago de Cuba, podemos afirmar que la energía alimentaria consumida por los gerontes avileños es superior al utilizado por los santiagueros, quienes brindan un valor de 1 309,6 Kcal, notablemente inferior a los obtenidos para Ciego de Ávila, tanto en un sexo como en otro, sin hacer distinción de edad, que van desde un valor mínimo de 1621,9 a 1718,9 kcal en hombres y 1450,91 a 1601,84 Kcal. en mujeres, aunque son inferiores a los obtenidos en Ciudad de la Habana por M. Gómez Vital y D. Zulueta Torres (27), que sobrepasan la cifra de 2000 Kcal diarias.

    Los resultados en cuanto al aporte energético proporcional de los macronutrientes demuestran que con independencia a que no se cumpla con los requerimientos nutricionales establecidas para la población cubana (22), salvo los gerontes del Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos”, existe una gran desproporción en el consumo, lo que nos lleva a considerar el fenómeno como resultante de las tendencias alimentarias existentes en correspondencia con la disponibilidad de alimentos y a la existencia de hábitos inadecuados respecto a la nutrición. Situación que no se produce en Ciudad de la Habana según el reporte realizado por Miguel Gómez Vital y D. Zulueta Torres (27) de acuerdo a su experiencia en hogares de ancianos en la localidad citada, y se acercan más a los resultados obtenidos por M. Alcaraz Agüero (18) en Santiago de Cuba.

    Ahora bien, al determinar el gasto por actividad física cotidiana, a partir del régimen de vida de la población de referencia avileña, y teniendo en cuenta los parámetros definidos por la FAO (8, 9, 15, 16) y compararlo con las necesidades energéticas, considerando el nivel de actividad física y el peso corporal, constatamos que no existen diferencias significativas entre ellas (X2, α=0.05), situación que se manifiesta de modo acusado en los ancianos con actividad física espontánea y en todo el subgrupo femenino.

    Siendo criterio de los autores la existencia de una ingesta alimentaria con calidad nutrimental y de energía deprimida, así como la existencia de factores climáticos propios de un país tropical húmedo que estresa los procesos de autorregulación térmica (28, 29) y determina la manifestación de un proceso de adaptación metabólica que comprende aspectos ya señalados por C. Porrata y M. Hernández Triana (30), quienes destacan la depresión de la actividad física como una de sus manifestaciones y se individualiza en el análisis de la adecuación entre la ingesta de energía alimentaria (SEA) y el gasto por actividad física diaria (GET).

    Pudiendo determinarse que los adultos mayores masculinos del Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos” como generalidad, se encuentran incluidos dentro de la condición normal (el 28,57% de los comprendidos entre 60-64 años y todos los individuos de más de 65 años) en tal adecuación, mientras que entre los ancianos de actividad física espontánea los resultados difieren encontrando la mayor cantidad de los gerontes dentro de los calificadores de “desfavorable” y “críticos”, siendo los más afectados los grupos I y IV.

    Para el caso de las féminas se repite la condición de todas “normal” en las hospitalizadas en el Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos”, mientras que entre las de actividad física espontánea los mayores valores se encuentran en las condiciones de “desfavorable” y “crítica”, siendo los más afectados los del grupo IV.

Actividad física

    La distribución de las actividades por parte de los gerontes masculinos en su régimen de vida se encuentra polarizado hacia “dormir acostado” (desde 33 a 39,1% del tiempo total) y “tiempo residual” (39,5 a 47,59% del tiempo), ambos caracterizado por su extremo sedentarismo, que incluso se incrementan con la edad en detrimento de las actividades remuneradas o domésticas. Esa situación se repite para el caso de las féminas, salvo que en ellas se dedica mucho más tiempo a las actividades domésticas discrecionales que los varones y en estos últimos, aún en las edades más avanzadas se presentan individuos que todavía realizan actividades de tipo remuneradas.

    Es significativo que el tiempo utilizado para las acciones de “mantenimiento de la salud”, en el contexto de las “actividades domésticas discrecionales no remuneradas” solo alcanza un valor máximo de 32 min (5,4%) en hombres del Grupo I con actividad física espontánea y de 40 min en los Grupos I de las ancianas con igual denominación al anterior (5,63%) y las del Complejo Gerontológico (8,33%), mientras que en el resto de los Grupos de la población de referencia, con independencia del sexo, es marcadamente inferior, lo que no se encuentra acorde con lo expresado en el Reporte Técnico 916 de la Organización Mundial de la Salud.

Adecuación entre el estado nutricional y el nivel de actividad física

    Ahora bien, si determinamos la relación entre los valores obtenidos de ingesta de macronutrientes y particularmente de energía alimentaria respecto a gasto energético por actividad física cotidiana, logramos un parámetro que internacionalmente (8, 15, 16, 9) se acepta como calificador del nivel de actividad física y estilo de vida (8, 9), y a la vez, destaca una aproximación entre incorporación y gasto.

    Lo que nos lleva a considerar que la ingesta energética alimentaria en la población de referencia avileña, no es suficiente como para mantener un nivel de actividad física (NAF o PAL) elevado, el valor más alto se corresponde al grupo de los más jóvenes en el sexo masculino (Grupo I: 1.58), pero que las diferencias entre los que se encuentran en el Complejo Gerontológico “Camilo Cienfuegos” y los que realizan actividades físicas espontáneas son notables, exceptuando al Grupo I (1.52) de los primeros, mientras que el resto alcanza valores de PAL que no exceden el nivel de 1.35, mientras que para los ancianos no hospitalizados los valores se encuentran sobre el nivel de 1.55.

    En el caso de las féminas la mayor actividad física parece centrarse en el Grupo I con un PAL de 1.63, superior al de los hombres, y en el caso de las ancianas hospitalizadas, los valores indican que las diferencias entre ellas son significativas favoreciendo a las de mayor de edad, lo que constituye una aparente contradicción, por esperarse de estas un menor nivel de actividad física que el resto de los grupos, como aparece refrendado por los datos generales de la población de referencia avileña en el sexo femenino y las ancianas de actividad física espontánea, sin embargo, esto está determinado por el valor de la Tasa Metabólica Basal de las mismas, el cual es inferior al del Grupo I e incluso disminuye con la edad.

    Ahora bien, las recomendaciones de energía para individuos con actividad física ligera, mayores de 60 años en Cuba, se estimaron a partir de un PAL de 1.60, propuesto por FAO/OMS/UNU (15, 16), utilizando el método factorial, además de incluir un cierto margen de seguridad (22) e incluso La Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su reunión de Expertos sobre Nutrición, Desarrollo Humano y Pobreza celebrada en octubre del 2004, brinda un valor inferior que alcanza 1.53 para ambos sexos, por lo que los valores obtenidos cumplen con lo indicado para la población cubana anciana y en general de América Latina y el Caribe, según las propuestas de C. Porrata (22) y de tal organismo internacional.

    Por su parte, el Dr. C. Manuel Hernández Triana (9) señala que el rango de valores de NAF que puede ser sostenido por un largo período por poblaciones de adultos oscila entre 1,40 y 2,40. Destacando como nivel deseable, desde un punto de vista fisiológico y de salud, aquel que incluya la práctica regular de actividad física durante el trabajo o el tiempo libre, con una intensidad y duración tal que reduzca el riesgo de sobrepeso corporal y de enfermedades crónicas usualmente asociadas con el sedentarismo, reuniendo estos requisito la posesión de un PAL = 1,75 del cual se encuentra muy alejada la población de referencia avileña trabajada.

    De acuerdo a lo expresado los autores consideran que la población de referencia avileña se encuentra en un proceso de formación de un “estado de adaptación metabólica”, que si bien puede considerarse ventajosa a nivel poblacional, a nivel individual es muy desfavorable, porque implica una reducción de la ingestión energética sin la aparición de desventajas orgánicas para el organismo, y de acuerdo con C. Porrata y M. Hernández (30), dada la depresión de la actividad física puede ser considerada de carácter adaptativo conductual y se refleja en la fisiología del individuo como la búsqueda de un balance para tratar de compensar la restricción energética con una disminución de uno o todos los componentes del gasto energético, lo que incluye el incremento del sedentarismo, situación que no puede verse como una respuesta deseable al restringirse los efectos beneficiosos del ejercicio físico.

    En líneas generales debe aceptarse que el estado nutricional, la ingesta energética y el gasto por actividad física de un momento dado, son determinados por numerosas influencias y restricciones que operan desde la misma infancia (23) y se reflejan tanto en la estructura corporal como en el desarrollo de hábitos conductuales, sin embargo, es criterio del autor que una capacidad de trabajo o una resistencia reducida pueden resultar de exiguo significado si no existen los incentivos o las oportunidades para hacer uso pleno de esas facultades o si la sociedad, o el grupo familiar en la cual se vive, no establece exigencias superiores a la alcanzada, desechando el carácter social del estímulo.

Conclusiones

  1. Luego de realizar la presentación de los resultados y su análisis se brindan las siguientes conclusiones:

  2. El estado nutricional del adulto mayor de la población de referencia estudiada muestra la existencia del estado de normopeso como predominante.

  3. El consumo de macronutrientes de los gerontes se encuentra por debajo de los requerimientos nutricionales establecidos para la población cubana y está notablemente influenciado por las tendencias alimentarias existentes en correspondencia con la disponibilidad de alimentos y la existencia de hábitos inadecuados respecto a la nutrición.

  4. La ingesta de micronutrientes mediante s se caracteriza por su insuficiencia de cuerdo a las recomendaciones nutricionales definidas para la población cubana y pone de manifiesto la posible existencia de “hambre oculta”.

  5. La actividad física de los gerontes se encuentra polarizado hacia las de tipo sedentarias (“dormir acostado” y “tiempo residual”), incrementándose con la edad en detrimento de las actividades que pueden promover el sostenimiento de su salud, lo que sugiere un proceso en desarrollo de un “estado de adaptación metabólica” que implica una adecuación de la actividad física a la ingesta reducida de energía alimentaria suministrada mediante la dieta, sin el desarrollo de desventajas orgánicas para el individuo.

  6. El suministro de energía alimentaria aportado por la ración diaria de alimentos consumida es insuficiente respecto al gasto energético expresado en el nivel de actividad física, aunque cubre sus necesidades orgánicas para el mantenimiento basal del individuo.

  7. En los ancianos de la población de referencia avileña el estado nutricional refleja la adaptación de los gerontes a una condición de limitación energético alimentaria que repercute en un bajo nivel de actividad física, adoptando como respuesta conductual la búsqueda de un balance compensatorio de la restricción energética, a través de la disminución de uno de los componentes del gasto energético: la actividad física, lo que finalmente tiende a la depresión de la condición física del anciano avileño.

Bibliografía citada

  1. FAO/OMS/UNU. (1985d) Necesidades de energía y proteínas. Informe de un Reunión Consultiva Conjunta FAO/OMS/UNU de Expertos. OMS. Ginebra, Serie de Informes Técnicos 724

  2. Goran, MI y ET Poehlman. (1992) Total energy expenditure and energy requirements in healthy elderly persons. Metabolism; 41 (7): 744-53.

  3. Hernández-Triana M, y cols (2002). Energy requirements and physical activity level of active aderly people in rural areas of Cuba. NAHRES 70:79-98.

  4. Roberti, Alejandra. (2003). Nutrición adecuada y balance calórico. PubliCE Standard. 31/10/2003. Pid: 200.

  5. Van Itallie TB, Lew EA (1990). Health implications of overweight in the elderly in Derek . In: Prinsley MA, Harold H, Sandstead G. Nutrition and aging. New York: PCBR 326: 89-108.

  6. WHO (1997). The elderly in eleven countries. A sociomedical survey. Ed. by E Heikkinen, WE Waters, ZJ Brzezinski. Public Health in Europe 21

  7. ONE-CEPD (1996). Anuario Demográfico de Cuba 1995. La Habana..

  8. FAO/WHO/UNU, Expert Consultation. (2004). Report on human energy requirements. Interim Report. Comité de expertos de energía de FAO/OMS/UNU. Disponible en: ftp://ext-ftp.fao.org/pub/. Consultado el 9 de febrero del 2006.

  9. Hernández Triana, Manuel (2005). Requerimiento de energía alimentaria para la población cubana adulta. Instituto Nacional de Nutrición e Higiene de los Alimentos. Revista Cubana de Higiene y Epidemiología. Vol 43 num 1, ene-abril.

  10. Samaja, Juan. (1996). Muestras y representatividad en vigilancia epidemiológica mediante sitios centinelas. Río Janeiro: Cad Saúde Pública vol. 12 no. 3

  11. Zulueta D y col (1997). Evaluación de diferencias nutricionales mediante sitios centinelas. Rev Esp Nutr Comuna 3- 4: 122-6.

  12. Carvajal A, Varela J. (1998) Nutricion y salud en personas de edad avanzada en europa. Eronout-Seneca. Estudio en España, 3.Estado Nutrituivo. Rev Esp Geriatr Gerontol 28(1):197-208.

  13. EURONUT-SENECA Investigators (1991). Nutrition and the elderly in Europe, ed. De croot, Van Staveren, Hauvast, Eur. J. Clin.

  14. Shelty PS y James WP (1998). Body mass index a measure of chronic energy deficiency in alder adults .Rome: FAO, pp. 18-19.

  15. FAO/OMS. (1992a) Conferencia Internacional sobre Nutrición (CNI), Roma: Nutrición y Desarrollo. Una evaluación mundial.

  16. FAO/OMS. (1992b) Elementos principales de estrategias nutricionales. Fomentos de dietas y estilos de vida sanos.Doc. Temático Nº 5. Roma: Conferencia Internacional sobre Nutrición. .

  17. FAO/OMS.(1988c) Requirements of vitamin A, iron, folate and vitamin B12. Report of a Joint FAO/WHO Expert Consultation. Rome, 1988 (FAO Food and Nutrition Series Nº 23).

  18. Alcaraz Agüero, Maritza y col. (2001). Evaluación del estado nutricional del adulto mayor en el reparto Flores. MEDISAN 5(1):46-51

  19. Norgan NG, Ferro-Luzzi A y Durnin JVGA (1982). The body composition of New Guinean adults in contrasting environments. Ann. Hum. Biol. 9: 343-353.

  20. Hernández-Triana M, y cols (2002). Energy requirements and physical activity level of active aderly people in rural areas of Cuba. NAHRES 70:79-98.

  21. Porrata Maury C y col (1997). Recomendaciones nutricionales y guía de alimentación para la población Cubana. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 30 p.

  22. Porrata Maury C y col (1997). Recomendaciones nutricionales y guía de alimentación para la población Cubana. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 30 p.

  23. INHA (2004). Guías alimentarias para la población cubana. Ciudad de la Habana: Documento electrónico. .Disponible en: Biblioteca del INHA. Ciudad de la Habana. Consultado el 15 de marzo del 2005.

  24. Etherton PM y col (1998). The effect of diet on plasma lipids, lipoproteins and coronary heart disease. J Am Diet Ass 28: 1373-400.

  25. Hardman AE. (1999) Physical activity, obesity and blood lipids. Barcelona: Med Clin Barc 23:S3:564‑71.

  26. FAO/WHO (1990e) Joint Expert Consultation on Protein Quality Evaluation Report. Bethesda, Md., 4-8, Rome

  27. Gómez Vital, Miguel y D. Zulueta Torres (2001) Vigilancia alimentaria nutricional en hogares de ancianos. Rev Cubana Med Gen Integr 2001;17(6):526-31

  28. Baan Ca y col. (1999) Physical activity in elderly subjects with impaired glucose tolerance and newly diagnosed diabetes mellitus. American Journal of Epidemiology. 149:219-27.

  29. Berry E. (1994) Chronic disease: How can nutrition moderate the effects? Nutrition Reviews 52 (suppl 2):S28-S30.

  30. Porrata Maury, Carmen y Manuel Hernández Triana (1995). Adaptación a una baja ingestión de alimentos. Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos. Revista Cubana Aliment Nutr 9(1).

Otros artículos sobre Nutrición

  www.efdeportes.com/
Google
Web EFDeportes.com

revista digital · Año 13 · N° 119 | Buenos Aires, Abril 2008  
© 1997-2008 Derechos reservados