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Una noche en el estadio del Real Madrid:
entre sueños y sorpresas

   
Periodista
(Argentina)
 
 
Maximiliano Kronenberg
kmaxi11@hotmail.com
 

 

 

 

 
El espectáculo era sorprendente desde el punto de vista visual: estadio repleto, todos contentos y sentados, aplaudiendo y cantando "Ala Madrid" frente a una pantalla gigante con información y definición increíble, dignas del primer mundo, haciendo reverencias al Rey Mago Robinho, precisamente latino, quien se encendía cuando se lo proponía para torcer el rumbo del partido.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 117 - Febrero de 2008

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    Mezcla de asombro, desconcierto y fascinación fue lo que viví cuando presencié mi primer y único partido en Europa, el mes pasado en Madrid.

    Domingo 6 de enero de 2008, Día de Reyes y fiesta en toda la península ibérica. Como era feriado, no había demasiadas alternativas para seguir recorriendo la fría capital española. Sólo el mítico estadio Santiago Bernabeu me seducía a cada momento para ver al "poderoso" Real Madrid de Schuster, único líder de la Liga, que recibía al difícil Zaragoza -comandados por los argentinos Roberto Ayala y Diego Milito como titulares- en un partido clave que cerraba la 18ª fecha.

    Mi primer viaje por el Viejo Continente estaba a punto de finalizar. Ya con pocos euros encima, era cuestión de decidir ahora o nunca: conocer el fantástico Bernabeu, aquel estadio que hizo historia con Alfredo Di Stéfano, Puskas, Gento, Hugo Sánchez, Butragueño, Ronaldo, Raúl y Zidane, o quedarme en casa viendo las genialidades de Robinho y los goles de Van Nisterlooy por TV.

    Entonces, con la abstinencia futbolística a flor de piel, no dudé ni siquiera un instante. Cuando las agujas del reloj se clavaron en las 18, tomé con entusiasmo el subte (metro) que me depositó nada menos que en la estación Santiago Bernabeu y me dirigí hacia las boleterías en busca de mi ansiada entrada.

    Debo confesar que una de las maravillas que tienen los europeos es su gran capacidad organizativa. Hay ventanillas para todos los gustos y bolsillos: para los socios y abonados, para aquellos que quieran retirar su entrada previo pago con tarjeta de crédito, como si fuese un cajero automático, y para los fanáticos del fútbol y no simpatizantes ni abonados del Madrid como yo, capaces de abonar 40 euros por una platea (la más barata de todas) para ver Real-Zaragoza desde la cuarta bandeja.

La entrada para ver al Madrid

    Lo mejor de todo estaba por venir. Eran ya las 19.10 y ambos equipos estaban a punto de comenzar el encuentro cuando apenas llegué a la cuarta bandeja del estadio. Había 74.000 almas sentadas en el Bernabeu (su capacidad es de 80.000) y el asiento que decía mi ticket me estaba esperando, como si estuviera en un cine o en teatro. Parece de no creer: en la Argentina es común la falta de respeto al espectador, vender un ticket cuyo número figure un asiento existente o que el mismo fuese ocupado por cualquier otro simpatizante es moneda corriente en mi querido -pero lamentablemente violento- fútbol criollo que tanto estaba añorando.

    Una vez comenzado el encuentro comencé a percibir las notorias diferencias entre ambas culturas. Por qué nosotros somos latinos y ellos, europeos. Había sólo 2 grados en Madrid pero me sentía como en verano, dado que las estufas instaladas en los techos ofrecían la protección climática que necesita todo espectador cuando las temperaturas son tan pero tan bajas.

    Ante la sorpresa del público madridista, quienes pensaban que iban a obtener tres puntos desde el vestuario, gran parte del partido fue ampliamente dominado por el equipo visitante, que estuvo a punto de convertir en varias oportunidades.

    Y el asombro me había gobernado por completo. No por el juego del Zaragoza, simple pero poco efectivo en el área rival. Mucho menos por el del Madrid, cargado de figuras de renombre como Casillas, Raúl (los más queridos por ser españoles) Robinho, Julio Baptista y Ruud Van Nisterlooy o figuritas inexpresivas como el holandés Schneider, encargado de la conducción del equipo. En la Casa Blanca no había reacción en el campo de juego, y lo mismo ocurría en la tribuna.

    Por más que un puñado de hinchas considerados "ultras", los más "bravos y fervientes" que tiene el Real Madrid, hicieran intentos para provocar una reacción popular y del equipo, apareció la voz del estadio para suministrar la inyección anímica que todos esperaban.

    Corría el primer tiempo. Tiro de esquina para el Madrid, y al mejor estilo NBA, desde todos los parlantes del Bernabeu comenzó a surgir el histórico We will rock you de Queen para animar a todos los espectadores, obviamente sentados y bien vestidos en sus correspondientes ubicaciones.

    El público entendió el mensaje de la voz del estadio y aplaudía en señal de aliento cada vez que el sonido ensordecedor partía desde los altavoces. La misma escena fue repetida en varios pasajes del encuentro, los hinchas estaban más acordes a las expectativas para un evento deportivo mientras que el Madrid hacia lo que podía con tal de vulnerar el arco de López Vallejo, al tiempo que sufría ante cada avance visitante, que era neutralizado por las atajadas monumentales de Casillas, considerado por la prensa española como el mejor del arquero del mundo y mejor jugador de la Liga.

    El segundo tiempo fue similar al primero: el Zaragoza atacaba y el Madrid respondía de contragolpe. Los hinchas comenzaron a impacientarse porque el equipo no aparecía y estaba dejando dos puntos vitales en casa. Hasta que a los 20, una maravilla de Robinho, primero cuestionado y luego idolatrado, encendió el estadio: gambeta, desborde y centro desde la derecha para Van Nisterlooy, quien solo tuvo que poner la cabeza, abrir el marcador y festejar el 1-0 con corte de manga incluido.

    Fiesta total en el Bernabeu. Parecía que el partido ya estaba asegurado y así lo demostraba nuevamente la voz del estadio. "Gol gol gooooooooll del Madrid. Quien lo hizo?" Preguntaba la voz del estadio. Ruud Van….." ¡!Nisterloooooooy!! Respondían sus hinchas desde las gradas, contentos ante semejante espectáculo audiovisual que había en la cancha.

    Diez minutos más tarde, el estadio estalló de nuevo: otra obra maestra de Robinho derribó todas las expectativas del Zaragoza por conseguir la igualdad, para sellar el 2-0 definitivo del Real Madrid, más puntero que nunca de la Liga de España y a nueve unidades del Barcelona, su eterno rival, que lo había derrotado a domicilio en el derby de la semana anterior

     "¡Gol gol gol gol gol del Real Madrid!! Lo hizo... Ro, Ro, Rrrrrrrooo... Robinho!!!". Nuevamente, la voz del estadio avivaba a todos con melodías importadas de la NBA, y sus "fieles" simpatizantes respondían con alegría. Fiesta total en el Bernabeu. Partido liquidado, los hinchas contentos y el Madrid puntero. Robinho fue la estrella y Casillas, ídolo y figura.

    El espectáculo era sorprendente desde el punto de vista visual: estadio repleto, todos contentos y sentados, aplaudiendo y cantando "Ala Madrid" frente a una pantalla gigante con información y definición increíble, dignas del primer mundo, haciendo reverencias al Rey Mago Robinho, precisamente latino, quien se encendía cuando se lo proponía para torcer el rumbo del partido.

    En ese momento, aparecieron una serie de interrogantes difíciles de comprender en mi manera de ver el fútbol desde otro continente. ¿Hace falta importar un espectáculo made in USA para que estuviera garantizado? ¿Por qué los europeos, mejor dicho, los españoles, con sangre latina y de rica tradición futbolística, no son capaces de ofrecer un espectáculo deportivo acorde a sus tradiciones y raíces? ¿Los argentinos, podemos tolerar un espectáculo futbolístico en nuestra tierra con herencias de la NBA?

    Debo reconocer que ha pasado un tiempo para darme cuenta cuáles fueron las sensaciones vividas en el único partido de fútbol que he presenciado en Europa, y nada menos que el Real Madrid, el máximo ganador de la Champions League de todos los tiempos. Tanto contraste futbolístico y cultural me invita a la reflexión:

    Estadios repletos y con todas las comodidades para los espectadores; fiesta, alegría, diversión y entretenimiento importado, sin necesidad de recurrir a la violencia y ni a la falta de respeto que tanto nos tiene acostumbrados desde el otro lado del Atlántico. Estrellas, estrellitas, poco juego y gambetas en el Viejo Continente. El fútbol es exhibido por los latinos pero el dinero es europeo. Por algo, la FIFA consideró a España como la segunda Liga más importante del mundo, detrás de la Premier League. Y bien merecido lo tienen.

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