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Educación Física: en busca del sentido perdido

 

Licenciado en Educación Física

Diplomado en Educación Física

(España)

José Miguel Fernández Porras

pepicuenk@hotmail.com

 

 

 

Resumen

          La lucha por la definición de la educación física escolar ha sido larga, y es que ésta ha ido evolucionando en función del contexto social, cultural, económico. Incluso hoy en día existe una cierta indefinición en todo lo que rodea a nuestra área, por lo que se sigue haciendo necesario justificar la presencia de la educación física en el sistema educativo.

          Somos nosotros, los maestros, a través de nuestros esfuerzo, motivación…y todo aquello que está en nuestras manos, los que debemos hacer que nuestra área sea reconocida y tratada tanto en la sociedad como en el contexto escolar como es debida.

          Finalmente me gustaría acabar comentando, que los continuos cambios políticos lo único que están favoreciendo es que nuestra asignatura se convierta en un auténtico “Guadiana” que aparece y desaparece a golpe de decreto, confundiendo así nuestra labor, que no es otra que educar.

          Palabras clave: Educación Física. Pedagogía. Didáctica. 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 117 - Febrero de 2008

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    A lo largo de los años reproducimos esquemas de pensamiento en busca de explicaciones. Queremos entender el mundo por el que nos movemos y para ello desarrollamos teorías más o menos autóctonas con su explicación y estratégica defensa.

    Cada persona es en sí misma una teoría que se realimenta a través de lecturas y asistencia a foros académicos profesionales. Pero estos foros son siempre reducidos al campo propio y no aquellos en los que tendríamos que enfrentarnos a disciplinas diferentes. Encuentros, intercambios, jornadas con psicólogos, físicos, matemáticos, sociólogos o biólogos serían favorecedoras de una visión más amplia y sobre todo de una perspectiva diferente, menos egocéntrica y más objetiva.

    Desde las facultades, colegios y escuelas, se formulan preguntas y sugieren objetos de estudio con el ánimo de unificar posiciones como poseedores de la respuesta clarificadora. Mientras esto sucede, en la realidad caprichosa cada cual trata de ubicarse en función de las posibilidades laborales fundamentalmente. Y en el desarrollo de la práctica cotidiana se definen objetos de estudio que serán juzgados no por compañeros sino por la sociedad latente que pone indefectiblemente a cada uno en su sitio; recordándonos que somos carne de supermercado con dotes pensantes y con una función eminentemente productora. En este contexto, la preocupación no es el objeto de estudio sino la labor profesional desempeñada con garantías y calidad contrastada.

    A los médicos se les evalúa, a los abogados, a los arquitectos, a los ingenieros, a todos por su trabajo y ellos mismos han conseguido desarrollar un estatuto profesional. Mientras, nosotros seguimos peleando con monitores, maestros, técnicos de formación profesional, etc., porque consideramos usurpan nuestro campo. Y así reproducimos lo que nos enseñaron, competir entre nosotros mientras otros continúan definiendo los valores del deporte, la importancia del ejercicio o el papel de la asignatura de Educación Física.

    Praxiología, motricidad, ciencias del deporte y muchas más terminologías inagotables que son reflejo de una crisis manifiesta de identidad, pero no por no saber como nos llamamos sino por no saber a qué nos dedicamos.

    Lejanos son ya los tiempos en que se empezaron las controversias lingüísticas, eminentes los ponentes y eruditos los investigadores pero aún hoy continuamos en busca del sentido que Víctor Frankl definiría como la razón de ser.

    Yo no sé si los compañeros y compañeras saben a qué se dedican, yo sí lo sé, quizás tenga dificultades a la hora de poner un nombre, de utilizar un término, pero no a la hora de trabajar, a la hora de realizar la labor que me encomendaron y aquella que elegí hace ya algún tiempo. Yo trabajo con mi cuerpo y con los cuerpos de mis alumnos y alumnas y desarrollo tanto la dimensión intelectual como la física y la afectiva. Yo estudio la pedagogía y utilizo la didáctica para transmitir mis experiencias y guiar mis enseñanzas y para ello recurro fundamentalmente al juego. Somos políticamente incorrectos, debatimos sobre higiene democrática mientras desarrollamos una útil resistencia. Los debates semánticos, las reflexiones sesudas y las citas textuales me sirven para dejar de imaginar y trabajar la mente en una confrontación muy humana pero esencialmente estéril. Porque el lenguaje sirve para comunicarnos pero no olvidemos que básicamente se utiliza para confundirnos porque se basa en los deseos y no en lo vital “las necesidades”.

    Creemos poder tocar el horizonte, estamos con la mano alzada alargando el brazo en un intento de tocarlo y así llevamos siglos. Las religiones saben cómo despertar nuestros deseos y los políticos los estimulan pero nadie quiere tratar con las necesidades con el cuerpo aquí y ahora.

    Siempre hacia el futuro, al alcance del próximo deseo que no es ni más ni menos que una creación de la mente insatisfecha. Olimpiadas, Eurocopas, Mundiales, Ligas; son deseos, creaciones espectaculares entretenidas para unos, lucrativas para otros pero fundamentalmente inspiradoras de esfuerzos humanos desmesurados, con el único fin de vencer a sabiendas de que lo más probable es la derrota.

    Unos juegan, luchan, compiten y otros escriben acerca de ello, desde el ensayo, desde la experimentación o simplemente desde la opinión.

    La característica básica que nos une es la desmemoria por una constante prisa que nos lleva corriendo a ninguna parte. Siempre corriendo a por más investigación, más publicaciones o más postgrados. Esto nos adorna y resalta como pavos reales a punto de culminar la seducción. Y fruto de estas prisas surgen los nuevos teóricos, las nuevas autoridades que indican el rumbo a seguir con mano firme y poderosa, organizando congresos oficiales, doctorados prestigiosos y jornadas apetitosas.

    La desmemoria pasa factura para todos y todos navegamos en el mismo barco de la desidia colectiva, fruto del ansia implacable por tocar el cielo, por llegar el primero. Pero tarde o temprano llegará el momento de la caída en la que inevitablemente incurriremos, con más o menos estrépito pero sin duda con desvelo.

    La asignatura de la que muchos seguimos tomando nombre, lejos de avanzar y consolidarse, perdió terreno a lo largo de estos últimos treinta años; tanto con planteamientos de partidos progresistas como de los conservadores y mientras en las universidades se podía contemplar la lucha por el mejor posicionamiento. A los que ya están situados tanto en la docencia universitaria como en la no universitaria yo les pediría su nuevo posicionamiento pero no para sí mismos sino para la disciplina que representan. Estamos necesitados de voces que hagan la función de corriente entre los medios de comunicación y entre la población caminante que desconoce nuestro trabajo porque cree que somos los preparadores físicos de las figuras del balompié o de las estrellas de la televisión.

    Necesitamos cooperar y otear el horizonte de nuestros vecinos europeos para darnos cuenta de lo aislados que estamos, y si llegamos a participar del mundo latinoamericano entenderemos que esa palabra: desarrollo, no tiene la misma connotación en todos los campos. Puede comprobarse con los brasileños, los argentinos o los cubanos, que con menos medios y sobre todo menos presuntuosos, avanzan en la definición y consolidación de un campo tan apasionante y enriquecedor como el de la EDUCACIÓN FISICA.

Referencias

  • COLÁS, Mª. P. y BUENDÍA, L. (1992). Investigación educativa. Ed. Alfar. Sevilla.

  • DEVÍS DEVÍS, José y PEIRÓ VELERT, Carmen (1992). Nuevas perspectiva curriculares en educación física: la salud y los juegos modificados. INDE, Barcelona.

  • HERNÁNDEZ, F. y SANCHO, J. M. (1993). Para enseñar no basta con saber la asignatura. Ed. Paidós. Barcelona.

  • MORAL, C. (1998). Formación para la profesión docente. Ed. Force y Grupo Editorial Universitario. Granada

  • TINNING R. (1996): "Definiendo el área ¿Cuál es nuestra área?" en Revista de Educación. Madrid N° 311 p 123-134.

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