Factores fisiológicos determinantes en el ciclismo de carretera | |||
Alumno de 4º curso de la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. F.C.A.F.D. Universidad de León. (España) |
César Castro Martínez cesar_bufalo@hotmail.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 114 - Noviembre de 2007 |
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Introducción
1. Indicadores internos del esfuerzo y sus relaciones en el rendimiento del ciclista
Desde siempre ha estado en tela de juicio la determinación de aquellos factores que determinan el rendimiento en el ciclista. No es sólo la genética (aunque influye mucho) lo determinante del rendimiento; el grado de entrenamiento y la adaptación al esfuerzo llevan parte de culpa en las modificaciones orgánicas. De esta manera hay ciertos indicadores de los procesos fisiológicos durante el esfuerzo que son importantes medir o estimar para tener referencias precisas del potencial de rendimiento en ciclismo.
Así se ha elegido el VO2 máx. como principal indicador de la capacidad aeróbica del ciclista que unido a la determinación de los niveles de lactato y medición de la frecuencia cardiaca constituyen las referencias más precisas del reflejo de los procesos metabólicos y orgánicos internos que se llevan a cabo en esfuerzo.
Como ya sabemos el VO2 máx. refleja el límite superior de la capacidad aeróbica y tradicionalmente ha sido su medida, ya sea por métodos directos o indirectos el indicador de la capacidad aeróbica en un atleta (Lucía y cols., 2006). De este modo, a la luz del concepto de VO2 máx. ha surgido el de la meseta del VO2 máx.; que no es más que un punto de mantenimiento del VO2 máx. según la intensidad del ejercicio continua en ascenso. Se ha dicho que aquellos ciclistas que consiguen alcanzar la meseta de VO2 máx. obtienen mejores rendimientos. Lucía y cols. realizaron investigaciones para ver si esto era factible en ciclistas profesionales, para ello compararon a los mismos con un grupo de sedentarios control. Los resultados, aunque no esperables fueron evidentes el 47 % de los ciclistas profesionales testados alcanzaron la meseta en el VO2 máx. frente a un modesto 24% en personas no élites en el ciclismo. Aun así la tasa de profesionales que alcanzaron la meseta en el VO2 máx. fue relativamente baja para los investigadores, y dedujeron que este fenómeno era susceptible de alteración frente a factores como el protocolo de prueba, genética de los corredores (ya que los que alcanzaban la meseta presentaban factores fisiológicos distintos de los que no lo hacían), e incluso ritmos circadianos, fatiga y motivación ante pruebas máximas (Lucía y cols., 2006). De manera que los autores concluyeron que aunque se trataba de un parámetro que "a priori" determina la capacidad de esfuerzo aeróbica, al mantener el VO2 máx. durante más tiempo, esta, en ciclistas profesionales no era relevante del rendimiento, ya que muchos que no alcanzaban dicha meseta en pruebas incrementales máximas y por el contrario alcanzaban el VO2pico obtenían similares rendimientos en competición a los primeros.
De tal manera que las diferencias se marcaban entre atletas entrenados y no entrenados, ya que estos últimos en pruebas máximas y ante la menor capacidad de sufrimiento, tanto de los sistemas cardiorrespiratorio como muscular y nervioso claudicaban en los test de manera voluntaria antes de dar el máximo, imposibilitando toda opción de observar en ellos cualquier indicio de meseta en el VO2 máx.
De esta manera, el VO2 máx. se constituye como el principal factor determinante de la capacidad aeróbica; de ahí que en deportes de resistencia como el ciclismo su importancia sea capital. Pero no siempre estamos en condiciones de disponibilidad y economía para ir a un laboratorio especializado a realizar una prueba de VO2 máx. Por eso se hace necesario conocer otras variables relacionadas con este parámetro para tener referencias reales en el entrenamiento y la competición.
En un ámbito más común los parámetros más utilizados para determinar la intensidad de un esfuerzo son la frecuencia cardiaca y el acumulo de lactato en sangre, si bien este último actualmente se ha puesto tan de moda por el abaratamiento de los instrumentos para su medida; ya los medidores de lactato son hoy por hoy asequibles a muchos bolsillos (Dumke y cols., 2006).
Para dotarnos de mas información diversos estudios han relacionado el VO2 con los factores cardiovasculares (Vella & Robergs, 2005) y parámetros como la frecuencia cardiaca se han estudiado junto a otros como la acumulación del lactato en sangre en ciclismo contrarreloj (Dumke y cols., 2006).
Vella & Robergs investigan sobre las relaciones no lineales del VO2 y los parámetros cardiovasculares centrales (gasto cardiaco, volumen sistólico y ritmo cardíaco) durante una prueba incremental hasta el VO2 máx. en ciclistas entrenados. Los autores deducen que el VO2 máx. y los factores cardiovasculares centrales son determinantes en el rendimiento ciclista, y de ahí, que se propongan estudiar si existe relación entre ambos, de manera que uno interfiera la consecución del otro y viceversa.
Si bien es verdad, que la frecuencia cardiaca mantiene relaciones lineales con el VO2, esto es hasta cierta intensidad que en la literatura suele rondar el 80% de VO2 máx. A partir de aquí, la frecuencia cardiaca, así como otros patrones: volumen sistólico (SV) y gasto cardiaco (Q) presentan, para Vella & Robergs, respuestas similares a la frecuencia cardiaca en situaciones próximas al VO2 máx. Estas determinaciones coinciden con las afirmaciones de Yamaguchi y cols quien relató una relación no lineal entre la Q y VO2 en 30 sujetos sanos (Vella & Robergs 2005). De tal manera, que todos los factores cardiovasculares centrales estudiados por los autores presentan puntos de inflexión al llegar a cierta intensidad del VO2 máx. solo en casos muy aislados del estudio de Vella & Robergs algunos sujetos que presentaron una meseta en Q, su diferencia arteriovenosa de O2 siguió aumentando hasta el VO2 máx., sugiriendo que el componente central como limitador del VO2 máx. (Vella & Robergs 2005), de manera que los datos de los autores presuponen que el VO2 máx. se ve limitado por los componentes central y periférico. El SV en 3 sujetos de esta investigación aumentó en cuanto el esfuerzo se acercó al VO2 máx. Pero se descubrió que a pesar de la respuesta de estos sujetos, los mismos no eran los de mayor nivel de entrenamiento en esta investigación. El aumento progresivo de SV en estos sujetos y no en otros de mayor nivel es inexplicable para los autores.
Vella & Robergs concluyen de su investigación que, como otras investigaciones así lo afirmaron en su momento, las relaciones entre el VO2 y los factores cardiovasculares centrales son no lineales a altas intensidades cercanas al VO2 máx. en atletas de nivel medio y alto cuando se les someten a pruebas incrementales máximas de laboratorio sobre cicloergómetro midiendo directamente todas estas variables aquí indicadas.
De otro modo, dentro de las variables cardiovasculares centrales, quizá sea la frecuencia cardiaca la más utilizada para reflejar la intensidad de un esfuerzo continuo, ya que la misma es de fácil y precisa medida mediante la colocación de un pulsímetro que ofrece un feedback inmediato tanto a atleta como a entrenadores y científicos. Así (Dumke y cols., 2006) han investigado el comportamiento de la frecuencia cardiaca y de la acumulación láctica en torno al umbral anaeróbico durante las contrarrelojes. Si en el deporte de resistencia el concepto umbral anaeróbico es importante, en el ciclismo de carretera lo es aún más. Este punto de inflexión tanto de las respuestas ventilatorias (VT2), frecuencia cardiaca (segunda pérdida de la linealidad en ejercicio incremental), o la acumulación de lactato en sangre (en torno a 4 mmol) supone el gran factor de rendimiento que es necesario entrenar para poder rendir en algunas especialidades del ciclismo en ruta como son la contrarreloj individual y por equipos.
Para ello (Dumke y cols., 2006) han realizado como dos investigaciones paralelas del mismo calibre, por un lado ver las respuestas de frecuencia cardiaca y lactato en contrarreloj individuales de laboratorio de 30 minutos de duración; y por el otro investigar lo mismo pero con una duración de 60 minutos. Los ciclistas participantes en el estudio eran de nivel medio.
Los resultados obtenidos por los autores (figuras 3 y 4) nos muestran, que aunque existan gran variabilidad en las concentraciones de lactato en sangre en los esfuerzos de 30 y 60 minutos, la frecuencia cardiaca se mantuvo en torno al 90% del máximo en la contrarreloj de 30 minutos y al 85% en la de 60 minutos (Dumke y cols., 2006), concordando de esta manera con los estudios de Snyder et al, que predijeron frecuencias cardiacas en ciclistas del 88,6% para esfuerzos en estado estable de 30 minutos.
No olvidemos que aquello que proponen Dumke y cols. está realizado en condiciones de laboratorio; la práctica real estaría en torno a llevar estos resultados a contrarrelojes reales. De tal modo, Dumke y cols. referencian en su investigación un trabajo similar de Lucía y cols. en el que aplican estos valores de frecuencia cardiaca a cronos reales del Tour de Francia. Las relaciones se mantienen fuertes ya que Dumke y cols. presentaron para cronos simuladas en laboratorio de 30 y 60 minutos de duración porcentajes de frecuencia cardiaca del 90% y 85% respectivamente; mientras que sobre la carretera Lucia y cols. presentaron un porcentaje de frecuencia cardiaca del 88% del máximo en ruta (contrarrelojes de 1 hora); correlacionándolo también con las hechas por ellos en el laboratorio, donde a igual duración que en ruta obtuvieron un 83,6% de la frecuencia cardiaca máxima.
Por otro lado, en el presente estudio de Dumke y cols no se encontraron evidencias relacionales entre la acumulación de lactato en sangre y el % de frecuencia cardiaca, dada la gran variabilidad de concentraciones entre los sujetos durante los dos tipos de contrarrelojes (figuras 3 y 4) (Dumke y cols., 2006).
Dumke y cols. solo propusieron en cuanto a la concentración de lactato en sangre que aquellos ciclistas entrenados son capaces de sostener el 90 % de la frecuencia cardiaca máxima y lactato en sangre de > 4 mmol-l-1, y el 85 % de la frecuencia cardiaca máxima y > 3 mmol-l-1 de lactato en sangre, durante los 30 y 60 minutos respectivamente en esfuerzos de contra reloj en laboratorio (figura 5), Además, se sugirió que una definición dada de umbral láctico sólo fuera relevante para una duración especifica del esfuerzo (Dumke y cols. 2006).
Se extrae de esta investigación que los conceptos de umbral láctico (referido al lactato) y umbral anaeróbico (refiriéndonos a la frecuencia cardiaca), es un parámetro de interés para ciclistas y entrenadores, su determinación y uso para optimizar el rendimiento. Según Dumke y cols. (2006) el problema no solo deriva en el conocimiento de los conceptos por parte de estos mencionados anteriormente; sino también por la metodología a utilizar, ya que dependiendo de cual usemos se pueden distorsionar los datos en demasía de unas con respecto a las otras, por lo tanto, esto es necesario tenerlo muy en cuenta a la hora de llevar a cabo estas investigaciones. Ya que lo ideal es extrapolar la fiabilidad de los resultados obtenidos en el laboratorio a la carretera, con el fin de optimizar el rendimiento y realizar un trabajo más eficiente, científico y sin pérdidas de tiempo.
Todo lo dicho hasta ahora, unido a que según Dumke y cols. atletas muy motivados en pruebas incrementales máximas pueden sobrepasar a mayores sus valores estimados, el conocimiento de los procesos metabólicos de acumulación y lavado del lactato en este tipo de esfuerzos ayuda a entrenadores y científicos a realizar un entrenamiento más preciso (Dumke y cols., 2006).
2. Potencia y regulación energética en etapas ciclísticasDe siempre es sabido que los esfuerzos de ciclismo en ruta tienen una función economizadora dentro del organismo del ciclista. La adaptación a ellos supone la eficiencia en el organismo tanto para regular los esfuerzos (Vogt y cols., 2006) como para utilizar los sustratos energéticos adecuados en cada caso (Foster y cols., 2005). Por eso se hace preciso establecer relaciones entre los impulsos de trabajo en competición en relación a los sustratos energéticos utilizados (Foster y cols., 2005).
Una manera muy utilizada de estimar las demandas en competición es utilizar la monitorización de la frecuencia cardiaca en las diversas competiciones. Lucía y cols han llevado a cabo estas investigaciones a lo largo de diferentes carreras por etapas del calendario UCI de ciclismo profesional, pero este no es el parámetro preciso para medir la carga de trabajo en la competición. De esta manera Vogt y cols. (2006) pretenden aunar los valores de frecuencia cardiaca en competición con la potencia generada en las diversas etapas con el fin de establecer cuales son las demandas reales de los ciclistas en este tipo de competiciones; de esta manera plantear así un entrenamiento mas específico (Vogt y cols., 2006). Los autores, han establecido así un análisis en carreras de 6 días (figura 6) con el fin de establecer las relaciones frecuencia cardiaca-potencia. Se han delimitado tres zonas de frecuencia cardiaca en competición: LT1: ritmo bajo por debajo del umbral anaeróbico, LT2: zona a ritmo umbral y LT3: zona por encima del umbral.
De esta manera la investigación de Vogt y cols. (2006) se considera de referencia en cuanto a que es una de las pioneras en usar como indicador de carga de trabajo la medida directa de potencia en competición, ya que según estos autores todo lo trabajado con potencia anteriormente se había realizado en condiciones de laboratorio. De esta manera, complementando los datos de frecuencia cardiaca y potencia (figura 7), tanto en competiciones como en entrenamientos podemos valorar el rendimiento de nuestros corredores y predecir posibles problemas de sobreentrenamiento, estudiando la deriva de la frecuencia cardiaca (que supondrá siempre intensidad de esfuerzo), en relación a potencias estables.
Este estudio es muy interesante desde el punto de vista de los nuevos entrenamientos basados en la potencia; ya que el análisis de la competición llevado a cabo por Vogt y cols. (2006) nos referencian precisiones en el diseño de programas de entrenamiento basados en la potencia. Así concluyen que durante las primeras etapas de una carrera de 6 días las potencias generadas se sitúan por debajo del LT1; que en puertos de montaña la potencia que necesitamos generar para superarlos se sitúa en torno a LT2, aunque ellos concluyeron que se sobreestiman estos tiempos en relación a la frecuencia cardiaca. (figura 7)
Relacionado con el concepto de la potencia generada en las etapas ciclistas, se encuentran las demandas energéticas en las mismas. De tal modo que es necesario aunar los conceptos de volumen e intensidad de carga en uno solo, conocido como TRIMP (impulso de entrenamiento) (Foster y cols., 2005) que nos permita establecer una relación clara con las demandas energéticas.
De tal manera Foster y cols. (2005) llevan a cabo un estudio longitudinal con el fin de estimar la adaptación del organismo de los ciclistas a grandes vueltas de 3 semanas y a otras mas cortas a lo largo de varias temporada; es decir lo que han pretendido es observar la eficiencia del organismo en el tiempo en cuanto a la regulación energética de los sustratos que utiliza.
Para ello se valen de 7 ciclistas profesionales a lo largo de varias temporadas, (se supone que cada año siguen siendo los mismos ciclistas), usan el TRIMP como indicador de las adaptaciones del organismo al esfuerzo; y concluyen que los valores del TRIMP bajan según nos adaptamos al esfuerzo y nuestro organismo se torna más eficiente (figura 8).
Estudios nutricionales han sugerido que uno de los factores limitantes del rendimiento durante las vueltas ciclistas es la habilidad de consumir adecuadamente importantes cantidades de carbohidratos para recuperar la provisión de glucógeno en los músculos en el día a día (Foster y cols., 2005). Datos recientes nos muestran el fenómeno de la "teleanticipación"; de cómo el organismo se reserva para los esfuerzos más duros del final durante las primeras etapas; manteniendo siempre una reserva para el final de la prueba (Foster y cols., 2005). Así el las carreras de gran fondo a lo largo de 3 semanas el fenómeno de la "teleanticipación" está más presente que en las vueltas de una semana, ya que la eficiencia en el organismo sobre la capacidad de consumir hidratos de carbono es determinante en el ciclismo desde un punto de vista energético.
3. Economía del pedaleoLa cadencia de pedaleo unida a una posición global en la bicicleta son indicadores de una eficiencia mecánica en el ciclismo. Encontrar cadencias óptimas en diversos terrenos: llano, montaña o contrarreloj supone un trabajo más eficiente tanto de la musculatura como de los sistemas, traduciéndose todo ello en un ahorro de energía.
Actualmente muchos ciclistas profesionales y amateurs de alto nivel están tendiendo a aumentar su cadencia de pedaleo, muchos como mimetismo a la estrategia empleada por Lance Armstrong sin una base sólida científica (Mora & Aguado Jiménez, 2006). Este aumento deliberado de su frecuencia de pedaleo arrastra tras de si cambios sustanciales en la potencia generada así como en otros parámetros fisiológicos. Así según estos autores la cadencia de pedaleo se torna como un factor de dudosa sensibilidad en el rendimiento ciclista.
Mora & Aguado Jiménez (2006) intentan dar a esto una base científica sólida y estudian como puede influir en el rendimiento unas altas cadencias de pedaleo. Suponen como altas aquellas frecuencias de pedaleo por encima del punto de contracción/oxigenación; por encima de 100 rpm. De manera que su metodología se realiza con ciclistas amateur de alto nivel, en una prueba incremental hasta alcanzar potencias tales que puedan llevar a cabo con cadencias supramáximas de 120 rpm. Paralelamente y como complemento estudiaron todas las respuestas fisiológicas, con respecto a la ventilación y VO2 de la gama de cadencias de 80 a 120 rpm, e investigaron si la cadencia seleccionada por los ciclistas para un esfuerzo influía en el punto umbral anaeróbico.
Los resultados demostraron que con cadencias de pedaleo en torno a 120 rpm se reducía la potencia máxima generada en relación a cadencias inferiores. Sin embargo, cuando eligieron sus cadencias habituales el rendimiento no se vio afectado (Mora & Aguado Jiménez, 2006).
Con cadencias de 120 rpm bajó el umbral ventilatorio anaeróbico (VT2), siendo más alta la correlación entre VT2 y Wmáx (Mora & Aguado Jiménez, 2006), indicando de esta manera que el VT2 es un parámetro indicador de los efectos de la cadencia de pedaleo en cuanto a la economización del gesto técnico.
Estas teorías de Mora & Aguado Jiménez (2006) se apoyan en otros estudios similares referenciados en su investigación. Dichos trabajos relatan que pedaleando a altas potencias con cadencias muy bajas produce un aumento de la tasa de ácido láctico y un mayor reclutamiento de fibras tipo II (Lucía y cols.); de ahí que Mora & Aguado Jiménez (2006) no solo propongan lo dicho por Lucía y cols.; sino que en base a su investigación tanto pedalear a cadencias excesivamente altas como bajas, produce una estimulación temprana de la glucogenólisis en el músculo, siendo perjudicial en la economización del pedaleo. En relación a lo expuesto anteriormente Mora & Aguado Jiménez (2006) propugnan que en sujetos sedentarios pedalear a altas potencias y bajas cadencias de pedaleo se produce una reducción del flujo de sangre en el cuadriceps; de manera que proponen que extrapolar estos datos a ciclistas entrenados es válido, surgiendo una de las justificaciones de porque los ciclistas de nivel deciden aumentar su cadencia de pedaleo para evitar los efectos fatigantes de esta isquemia temporal (Mora & Aguado Jiménez, 2006).
Los autores resumen de todo esto lo siguiente: una alta cadencia de pedaleo (el 34 % por encima de lo habitual; 120 revoluciones por minuto) reduce la potencia máxima (Wmáx) lograda durante una prueba de incremental progresiva en ciclistas bien entrenados. La disminución en la eficiencia fue asociada con un umbral anaeróbico inferior, que sugiere que el VT2 es un indicador sensible de cadencia óptima de pedaleo. (Mora & Aguado Jiménez, 2006).
De otra manera, para entender lo referente a la economía en el gesto del pedaleo, es necesario apoyarse en la biomecánica; ya que esta influye en la fisiología del ciclismo. Para economizar el pedaleo no solo es preciso encontrar el punto de cadencia óptimo, sino que es preciso también determinar unas zonas de colocación del pedal en la cala con el fin de conseguir que los músculos trabajen lo máximo posible pero con el mínimo esfuerzo a realizar.
Van Sickle Jr & Hull (2006) estudian la influencia de la posición del pie en el pedal y su influencia en la economía a través del consumo de oxígeno (Figura 9). Crearon tres posiciones prototipo con respecto al pedal: 1) adelantada, 2) medial y 3) retrasada.
A la vista de los resultados ofrecidos por la figura 9 las diferencias en las 3 posiciones no fueron ni mucho menos significativas con respecto al VO2. Por lo cual los autores dicen que la posición de la cala no tiene influencia desde un punto mecánico en el rendimiento pero si desde un punto clínico, ya que en su estudio han demostrado que se produjo una disminución sustancial en la fuerza del tobillo en flexión plantar cuando la posición de la cala se retrasó sobre la zapatilla, siendo esto beneficioso para los ciclistas con lesiones a nivel del Tendón de Aquiles ya que esta posición permite una descarga de la tensión del mismo, de manera que no se interfiere en la capacidad para entrenarse mientras se está convaleciente. (Van Sickle Jr & Hull, 2006)
4. Fatiga y termorregulaciónEste tema es uno de los más actuales que se ha investigado, ya que se ha descubierto que la termorregulación del organismo humano puede ser uno de los factores que influya en la fatiga de los ciclistas. Al ser el ciclismo en ruta un deporte al aire libre, una parte del rendimiento en el mismo está condicionada por los factores orográficos y climáticos; sobre todo estos últimos son los que más alteran la homeostasis del organismo.
Ya en las primeras investigaciones sobre el tema se extraen uno factores determinantes en la aparición de fatiga en el ciclismo y de los que ya hemos hablado anteriormente como pueden ser la economía en el consumo de sustratos energéticos, principalmente hidratos de carbono. Así autores como Abbiss & Laursen (2005) realizan una revisión sobre todos los modelos de fatiga que se llevan a cabo en el ciclismo y entre los cuales incluyen el de la termorregulación (figura 10).
La termorregulación en esfuerzos, al igual que la fatiga son dos mecanismos de seguridad que previenen de posibles lesiones titulares, orgánicas y en casos de esfuerzo extenuante incluso de la muerte del organismo. Dado que el ciclismo es un deporte de resistencia en donde se lleva el cuerpo al límite, este mecanismo adquiere mucha importancia.
Por otra parte y de manera más específica que lo expuesto por Abbiss & Laursen (2005), Kacin y cols. (2005) exponen como afecta en la termorregulación una isquemia moderada en los músculos de las piernas durante un esfuerzo ciclista simulado; y como esta influye en un aumento de la vasodilatación y de la sudoración y consecuentemente en el rendimiento.
5. Efectos de la suplementación con cafeína en ciclismoLas ayudas ergogénicas son muy utilizadas en la práctica ciclista y en algunos casos su consumo ha sido muy discutido relacionándolo con prácticas dopantes.
De esta manera, la cafeína es una sustancia de las que componen este grupo; utilizada desde tiempo atrás tanto en esfuerzo de larga y de corta duración aunque donde más éxito ha tenido es en este segundo tipo de esfuerzos, administrada sobre todo en estado líquido por vía oral.
Wiles y cols., (2006) realizan una investigación para estudiar los efectos de la cafeína en esfuerzos de corta duración, tales como 1km de contrarreloj. Establecieron 3 grupos de sujetos (ciclistas entrenados), uno experimental al que se le administró cafeína, enmascarada en bebida isotónica de limón grupo al que se le suministró placebo a base de concentrado de limón y agua, y un tercero al que no se le administró nada. Se estudiaron en dos grupos las respuestas del efecto cafeínico en los parámetros de velocidad y potencia.
Los resultados obtenidos apoyaron las investigaciones anteriores de que la ingestión de cafeína ante esfuerzos cortos y explosivos aumenta el rendimiento. Wiles y cols. (2006) 10 observaron un aumento en la velocidad y proporcionalmente en la potencia generada en aquellos ciclistas que habían consumido cafeína vs. los que se les había suministrado placebo (figura 11). Aunque Wiles y cols. afirman que la cafeína aumenta el rendimiento en este tipo de esfuerzos, no han medido ningún marcador fisiológico relacionado con esta sustancia que lo determine por que desde este punto de vista esta hipótesis aun permanece confusa. (Wiles y cols., 2006)
ConclusionesLlegados a este punto solo cabe decir que la ciencia del ciclismo es una de las pocas en el deporte que se actualiza de manera constante. Según lo que hemos visto hasta ahora son muchos los trabajos que salen cada año e incluso cada mes sobre diversos factores de la fisiología del ciclismo a cada cual más importante si cabe. De esta manera, en esta revisión hemos hecho un breve pero conciso repaso a los aspectos que se han considerado más importantes en el rendimiento ciclista desde sus revisiones más actuales, referentes a estos dos últimos años de investigación, extrayendo de las mismas los aspectos más relevantes desde nuestro interés.
Bibliografía
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revista
digital · Año 12
· N° 114 | Buenos Aires,
Noviembre 2007 |