Cohesión de equipo | |||
Diplomado en Magisterio Especialista en Educación Física. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. |
Oscar González Figueiras figo_dido@hotmail.com (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 114 - Noviembre de 2007 |
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Introducción
El equipo es ese extraño personaje que vive en el vestuario pero que casi nadie lo ha visto. Todos hablan bien de él. Es el más importante. Dicen de él que de su mano los profesionales llegan al éxito. Todos apelan a él cuando surgen las dificultades. Sin embargo, se le tiene bastante ignorado en el quehacer del día a día. Suele pesar más el interés individual que el bien del equipo.
Es necesario profundizar en el conocimiento de este ilustre personaje, el equipo, un tanto desconocido y enigmático. ¿Qué diferencias existen entre un grupo y un equipo? El grupo tiene entidad propia. Es una realidad diferente de los individuos, entrenador, técnicos y jugadores. El grupo tiene su vida propia. Tiene su personalidad, sus estados de ánimo, sus motivaciones, sus conflictos internos… Crece y se desarrolla. Puede alcanzar su madurez o plenitud como grupo cuando entre sus miembros surge la cohesión interna. Esta característica diferencia a un grupo de un equipo. Grupos hay muchos, equipos muy pocos.
Construir la cohesión interna requiere de conocimientos y recursos técnicos de lo que se conoce como una "Ingeniería grupal". No basta la buena voluntad y la inquietud de todos los miembros de un grupo por trabajar en equipo. Debe ser un proceso largo, planificado, que se va desarrollando temporada tras temporada. Es un proceso que implica la coordinación de los responsables del club, del entrenador y de los propios futbolistas.
Este trabajo de construir el equipo requiere de la acción de todos los miembros del grupo, pero es necesario el protagonismo de diferentes personas con gran poder de influencia sobre el resto, entrenador y capitanes. El liderazgo del equipo es clave para que éste funcione como tal. Grupos con problemas de liderazgo nunca llegan a funcionar como un auténtico equipo. La dirección de los equipos humanos ha sufrido una evolución muy grande. Ya no se habla tanto de dirigir como de liderar. ¿Qué se entiende por liderar?
Cohesión internaLos entrenadores son conscientes de la importancia de que el grupo funcione en el terreno de juego y en el vestuario como un auténtico equipo. La característica que define a los equipos es la cohesión interna entre sus miembros. ¿Qué es la cohesión? ¿En qué consiste? ¿Cuándo se puede hablar de que un grupo logra la cohesión interna?
Cohesión interna:
"el campo total de fuerzas que actúa sobre los miembros de un grupo para que permanezcan en él" (Festinger, Schacter y Back, 1950).
"el proceso dinámico que se refleja en la tendencia grupal de mantenerse juntos y permanecer unidos en la persecución de sus objetivos y metas" (Carron, 1982).
La cohesión de equipo ha sido definida por Carron (1982) como un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a unirse y permanecer unido en busca de unos determinados objetivos. La escasa investigación realizada en relación con el rendimiento deportivo, sugiere, en líneas generales, una relación positiva entre la cohesión de equipo y el éxito deportivo en los deportes que requieren cooperación (Widmeyer et al. 1992) (aunque como señala Brawley (1990) la investigación no aclara suficientemente si la cohesión es causa o efecto), a diferencia de lo observado cuando la cooperación no es necesaria, con estudios como el de Landers y Luenchen (1974) con equipos de bolos, en los que incluso se ha encontrado que el rendimiento más elevado se produce cuando la cohesión es baja (Brawley, 1990). Se ha observado asimismo, una relación positiva entre la cohesión de equipo y otras variables del funcionamiento del grupo que podrían afectar su rendimiento; entre ellas, un mayor esfuerzo del grupo hacia la consecución de las metas colectivas, un absentismo laboral menor y una mayor puntualidad, una mayor satisfacción personal de los componentes del equipo y una mayor estabilidad de la estructura y la organización del grupo (Widmeyer et al. 1992).
A pesar de que el reducido número de estudios realizados y las deficiencias metodológicas de éstos no permiten más que especular y plantear hipótesis, las diferencias halladas en función de la necesidad de cooperación parecen sugerir la importancia de la cohesión elevada en momentos en los que la motivación por los objetivos comunes, la percepción de auto-eficacia colectiva y la satisfacción de los componentes del grupo dentro de éste (el ambiente de equipo) deban predominar sobre variables personales (ej. Antes de una competición importante), mientras que un cierto grado de tensión intragrupo o baja cohesión pueden resultar beneficiosas ante determinadas tareas en las que, con la intención de incrementar el rendimiento individual, el reto personal deba predominar sobre las variables grupales. En esta línea, en los deportes de cooperación, la apropiada interacción entre estos dos apartados, uno más centrado en la cohesión del grupo, que debe predominar casi siempre, y otro más orientado al rendimiento personal, que debe utilizarse más ocasionalmente, debería beneficiar el rendimiento colectivo a medio-largo plazo (ej. en el período, como mínimo, de una temporada), siendo muy conveniente que el desequilibrio que se produzca cuando se acentúe uno de estos apartados se encuentre compensado por el buen trabajo realizado, anteriormente, cuando se haya acentuado el otro.
Asimismo, en la línea que señala Carron (1988), parece muy conveniente la distinción entre la dimensión social y la dimensión deportivo/competitiva (en relación a la tarea) de la cohesión. Ambas serán importantes cuando lo colectivo deba prevalecer sobre lo individual, pero sobre todo la cohesión respecto a la tarea deportiva. Además, el exceso de cohesión social es el que, sobre todo, parece relacionado con el acomodamiento perjudicial de los deportistas al grupo, en detrimento de su aportación deportiva individual y de la propia cohesión deportivo/competitiva. Esta, en general, debería predominar siempre sobre la cohesión social en equipos de deportes de cooperación orientados al rendimiento en la competición.
¿Cómo se traduce la cohesión en la dinámica interna del grupo? ¿Qué efectos tiene la cohesión interna sobre el grupo y sus miembros, sobre la relación entre ellos, o sobre su trabajo por los objetivos comunes?
Cohesión y rendimiento se retroalimentan entre sí. La cohesión interna incrementa el rendimiento, lo que a su vez potencia la cohesión interna del equipo. Es peligroso esperar a que el equipo alcance la cohesión apelando exclusivamente al rendimiento, debe ser a la inversa, trabajando para alcanzar la cohesión interna será más fácil que "lleguen los resultados".
Todos los miembros del equipo, futbolistas, entrenador y demás técnicos, están llamados a trabajar diariamente a favor de la cohesión interna.
En contraposición con un equipo cohesionado nos podemos encontrar con:
Un equipo disgregado, que es prácticamente lo mismo que una ausencia de equipo. Aquí cada miembro actúa por su cuenta, va a lo suyo, sólo le interesa su interés particular y no el del equipo. En esta situación es prácticamente imposible funcionar eficazmente.
Un equipo básicamente unido, pero con algunos de sus miembros distanciados. El líder debe tratar de acercar a los miembros alejados; si no lo hace es posible que estos vayan atrayendo a otros compañeros y al final se termine como en el caso anterior.
Características que acompañan a la cohesión
Grado de aceptación de los objetivos del grupo
Se comparten los objetivos establecidos para el grupo. Los objetivos del grupo no responden a la suma de los intereses individuales, sino que son valores compartidos que dan unidad al grupo.
Comunicación
Se enriquece la comunicación interna, hay mayor interacción entre los miembros del equipo (entrenador, futbolistas, servicios médicos, etc…)
Conformidad con las normas
Se aceptan de buen grado aquellas pautas de conducta que organizan el trabajo y la convivencia interna del equipo
Perseverancia ante la dificultad
Ante las dificultades o los conflictos los futbolistas perseveran más en la búsqueda de soluciones cuando trabajan colectivamente o se sienten vinculados al equipo, mientras que cuando trabajan de forma individual el desánimo y el abandono surge antes.
El rendimiento aumenta
A la hora de afrontar las dificultades o problemas, tanto los relacionados con el juego como los extradeportivos, la cantidad y calidad de las soluciones aumentan cuando se trabaja en equipo respecto a cuando se tratan de abordar de forma individual. La eficacia en el juego se multiplica cuando se trabaja de forma colectiva. Los conflictos fuera del terreno de juego disminuyen considerablemente cuando el grupo funciona como un equipo.
La percepción que el equipo tiene de sí mismo y de otros grupos
Se produce una mejor valoración y una mayor aceptación de las propias características que definen al equipo y que comparten sus miembros. Se tiene a infravalorar la importancia, el funcionamiento y el rendimiento de otros grupos.
Satisfacción personal
La cohesión interna es en sí misma fuente de disfrute persona, contribuye a lograr el éxito, y genera sentimientos de satisfacción que la fortalecen y la refuerzan. La satisfacción personal está directamente relacionada con la cohesión del equipo.
Motivación
Los individuos de un equipo se ven más motivados al trabajo y al esfuerzo cuando existe cohesión interna. Es más motivante el vínculo o compromiso establecido con los miembros del equipo que el establecido con uno mismo.
Estabilidad
Cuanto más tiempo han estado juntos los miembros de un equipo, más fácil es que surja la cohesión interna; cuanto más cohesión existe en un equipo más difícil es que sus miembros abandonen el equipo.
Enemigos de la cohesión internaConviene tener muy presente cuáles son los obstáculos que dificultan o impiden que un grupo logre funcionar como un equipo cohesionado
El individualismo o la cultura de que superar al rival depende sobretodo de tener más calidad individual que él
Desacuerdo respecto a los objetivos de equipo o la escasa aceptación por parte de sus miembros
La confusión y ambigüedad en la definición y aceptación de los roles o papeles dentro del equipo
La ausencia de normas claras que regulen el trabajo y la convivencia interna en el seno del equipo. O bien la escasa aceptación por parte de sus miembros del equipo
Problemas en la comunicación entre los miembros de equipo o de estos con su director o líder, el entrenador.
Los conflictos surgidos ante intereses enfrentados.
La excesiva renovación o movilidad de los miembros del equipo
El enfrentamiento entre diferentes líderes dentro del equipo. Las disputas entre algún miembro del equipo por el liderazgo
La incompatibilidad de personalidades dentro del grupo.
La excesiva competencia interna entre los miembros del grupo
Factores que influyen en la cohesiónLa cohesión de un equipo depende de muchos factores:
De su propia composición: si ha habido una selección de personas preparadas, entregadas, de gente que sabe trabajar en grupo. Lo contrario ocurre si es un equipo donde prima el individualismo, formado por gente de difícil convivencia (en este caso, difícilmente se va a poder conseguir un equipo unido).
Es importante contar dentro del equipo con gente que genere buen ambiente, gente positiva, colaboradora, generosa. A veces puede resultar preferible contar con un profesional con estas actitudes, aunque sea menos brillante, que con otro muy competitivo pero con un carácter complicado.
Una sola persona conflictiva dentro del equipo puede ser suficiente para cargarse el ambiente de trabajo.
En la formación del equipo hay que cuidar con detalle este aspecto pero aún así puede haber sorpresas y entrar a formar parte del mismo, personas conflictivas.
En este caso el líder debe actuar con contundencia y atajar de raíz este problema, apartando a dicha persona.
De su tamaño: por regla general los equipos pequeños tienden a estar más cohesionados que los grandes, aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de constituir un equipo, tratando de que su tamaño sea lo más ajustado posible.
Del carisma del líder: si cuenta con una personalidad atractiva que consigue ganarse la adhesión de sus compañeros tendrá ya buena parte del camino recorrido.
Del proyecto asignado: si se trata de un trabajo interesante, exigente, motivador, es fácil que la gente se vuelque en el mismo. Si por el contrario, se trata de un proyecto gris, con poco atractivo, de escaso interés, es difícil que la gente se identifique con el equipo y más bien trate de salir del mismo a la menor oportunidad.
Del ambiente de trabajo: si es un ambiente agradable, de respeto, donde se fomente la participación, donde exista comunicación, donde se reconozcan los méritos, donde la gente se pueda realizar profesionalmente.
Algún éxito inicial, aunque sea pequeño, también ayuda a cohesionar al grupo: ver que forman un equipo competente, capaz de alcanzar las metas propuestas.
La cohesión del equipo es más fácil que exista mientras que las cosas marchan bien, el problema se presenta cuando aparecen las dificultades (el trabajo no avanza, el equipo es cuestionado desde fuera, etc.).
Según como el equipo encare estas dificultades su cohesión interna puede aumentar o por el contrario se puede ver dañada.
Si ante una dificultad (ya afecte al equipo en su conjunto o a un miembro determinado) los miembros del equipo hacen causa común, se involucran, tratan de encontrar una solución, evitan las críticas internas y se apoya al miembro afectado, la cohesión del equipo aumentará.
Si por el contrario, ante una dificultad la gente se desentiende, arrecian las críticas hacia el miembro responsable, se busca "cortar cabezas", la cohesión del equipo quedará muy dañada.
Construir la cohesión internaPocos son los equipos que funcionan como tales. Muchos no pasan de ser grupos de futbolistas, que comparten una actividad profesional y unos objetivos comunes, dirigidos por un entrenador. Pero no es fácil lograr en ellos un sentimiento común, una complicidad, que les lleve a trabajar juntos y afrontar las dificultades de forma cohesionada.
Se da mucha importancia al trabajo en equipo pero en los vestuarios aún hay escasa ingeniería para la construcción de la cohesión interna, que lo facilita. Entrenador, futbolistas y responsables de los clubes están llamados a potenciar la cultura de trabajo en equipo. En un futuro próximo, de penuria económica, las diferencias pueden venir marcadas por la optimización de los recursos humanos de los equipos, en concreto por la implantación de la cultura de trabajo en equipo.
Lograr la cohesión interna en un grupo, conseguir que trabaje como un auténtico equipo, es un proceso largo y laborioso, no exento de dificultades. Es un proceso que se concreta en un trabajo específico a realizar en el día a día. También es un proceso que requiere tiempo. La cohesión no se logra de una semana para otra, es un objetivo a medio y largo plazo. Se puede ir logrando cuando la temporada ya está avanzada y se va mejorando temporada a temporada.
La calidad y el talento individual se pueden fichar, la cohesión se construye. No hay dinero con el que poder comprar la cohesión interna. Ésta es el resultado del trabajo de todos los integrantes del equipo, dirigido y coordinado por el entrenador.
A continuación, se ofrecen sugerencias y propuestas para recorrer el itinerario que hay entre el momento en que los integrantes del grupo entran en contacto por vez primera, nacimiento del grupo, hasta que logran funcionar como un equipo realmente cohesionado, madurez del grupo. Son como piedras que van dando forma a una auténtica pared de sentimiento común de necesidad de apoyo mutuo y de permanecer juntos para lograr unos objetivos comunes. Las sugerencias van dirigidas a todos los integrantes del equipo, entrenador, futbolistas y Club. La cohesión interna es responsabilidad de todos.
¿Qué puede hacer el entrenador?1. Profundizar en el conocimiento personal de los futbolistas que integran el equipo
Es necesario para el entrenador conocer la personalidad, el nivel educativo y cultural, el contexto sociofamiliar, las metas por las que se motiva, las actitudes hacia el trabajo en equipo,… de cada futbolista que integra la plantilla. Tener un cierto conocimiento de cada miembro del equipo ayuda a situar el punto de partida en el trabajo del entrenador para así adaptarlo a la realidad del vestuario. Se trata de conocer bien el capital humano con el que se trabaja para conjuntamente lograr el mejor rendimiento posible.
2. Potenciar en el vestuario una cultura de trabajo en equipoEl vestuario debe acabar creyendo firmemente en la idea de que el talento tiene su auténtico sentido y cobra una relevancia especial siempre que es puesto al servicio del equipo. El entrenador es el responsable de este marketing interno, en el vestuario, del convencimiento por parte de los futbolistas de las bondades del trabajo en equipo. Más importante que sus comentarios son sus acciones y comportamientos.
3. Favorecer la competencia interna, pero no de forma desmedidaEstimular la cultura del esfuerzo mediante la competencia interna es un buen paso para potenciar el trabajo en equipo. La competencia excesiva es peligrosa ya que puede acabar atentando contra las relaciones personales, e indirectamente obstaculizar el sentimiento de equipo.
4. Estimular la identidad del equipoEl entrenador ha de hacer que el equipo se sienta único y diferente, con su propia marca o patente que le distingue de los demás. El currículum como equipo y el talento o calidad individual son las señas de identidad del Real Madrid. El trabajo colectivo es la patente que hace diferente al Valencia CF. El buen trato del balón y el fútbol de ataque son la marca que ha identificado al Barça en los últimos años. La importancia de la cantera y la representatividad de un pueblo son el sello que identifica al Athletic Club de Bilbao. La adversidad y la capacidad de superación son las credenciales del "pupas", el Atlético de Madrid.
5. Favorecer un compromiso común respecto a unas pautas básicas de conducta que potencian la convivencia efectiva en el grupoLa convivencia interna favorece la posibilidad del trabajo en equipo. La convivencia es fruto de la implicación de todos los miembros. Llevarse bien, no necesariamente ser amigos, es un requisito previo para poder trabajar todos juntos.
6. Establecer objetivos de equipo que resulten estimulantes pero accesiblesCuando el futbolista se identifica con los objetivos del equipo y siente que están al alcance le resulta más fácil implicarse en el trabajo cooperativo o de equipo. El futbolista ha de sentir que necesita al equipo para satisfacer sus intereses y ha percibir que no se trata de un imposible. El entrenador ha de lograr esta complicidad interesada pero legítima.
7. Explicar los papeles individuales en el éxito del equipoCuando cada futbolista tiene claramente identificada su función en el trabajo del equipo puede entender mejor su papel en el éxito del equipo. Así, se sentirá con una importancia relativa, como una pieza más del complicado engranaje del equipo. Con mayor o menor protagonismo pero con una importancia similar a la de los demás, siempre desde papeles diferentes.
8. Impulsar y potenciar la aparición de líderes en el vestuarioCada vez es más absurdo entender el liderazgo del equipo desde un liderazgo individual exclusivamente del entrenador. Los equipos se mueven gracias al protagonismo de varios líderes, que aúnan esfuerzos y colaboran conjuntamente. Ya se ha comentado la necesidad que tiene el entrenador de contar con colaboradores en el vestuario. No puede esperar a que en el equipo haya o surjan futbolistas con un perfil personal de liderazgo. Esta condición la ha de tener presente a la hora de confeccionar la plantilla e incorporar los futbolistas al equipo. También es necesario su trabajo de observación, detección y potenciación del liderazgo entre los futbolistas. No se trata de que elija y nombre a sus líderes, que estarán a su servicio. Nada más lejos, ha de detectar y de ayudar a que afloren los auténticos líderes del vestuario.
9. Desarrollar el sentimiento de orgullo dentro de los subgruposCada colectivo dentro del equipo debe ir potenciando su propia identidad. Cada uno va siendo diferente del resto de subgrupos dentro del mismo equipo. Los capitanes pueden ser los que han de "tirar del carro"; los defensas la garantía de la "seguridad"; los centrocampistas "el cerebro" o "motor"; los delanteros los "puñales"; los jóvenes los que "mueven la silla" a los veteranos con su trabajo e ilusión por progresar; los líderes informales la "alegría" del equipo. Son realidades diferentes pero necesarias en el funcionamiento del equipo.
10. Permanecer en contacto con el equipoEl entrenador ha de saber lo que se "guisa en la cocina". Lo que se ha de confundir con una actitud supervisora obsesiva y desconfiada. Simplemente ha de saber estar, sin molestar al futbolista, observante y vigilante sin que el futbolista se percate de ello, dejando hacer a sus colaboradores pero coordinándolos. Digamos que el entrenador ha de saber casi todo lo que ocurre en el seno del equipo, sin estar continuamente presente. Todo ello no está reñido con impulsar el valor de la responsabilidad entre sus futbolistas. Les da responsabilidad pero también les rinde cuentas, especialmente en el trabajo (entrenamientos y partidos) y en la convivencia (vestuario).
11. Celebrar reuniones con los líderes del vestuarioEl entrenador no ha de desgastarse en multitud de reuniones con el equipo. Los capitanes son los mediadores entre éste y el grupo de futbolistas. Reuniéndose con ellos y delegando en ellos algunas tareas se multiplica la capacidad de trabajo y de influencia del entrenador. El entrenador refuerza su propia autoridad dejando hacer a sus colaboradores. Estas reuniones no deben tener un calendario fijo, sino que se deben realizar de forma puntual conforme surgen los asuntos en el trabajo diario. No obstante, han de ser reuniones frecuentes. Pueden ser reuniones informales, cuando se busca el intercambio de pareceres.
12. Celebrar reuniones de equipo para resolver conflictosAunque serán menos frecuentes las reuniones con todo el equipo también son necesarias. Siempre hay una excusa para sentarse a comentar juntos, lo que es una estrategia que hace equipo. No hay porqué tener miedo a las reuniones. Simplemente se han de preparar para que no degenere su desarrollo llegando al conflicto. Han de programarse en un tiempo, 20 a 30 minutos como máximo, girará en torno a un asunto concreto, y moderar su desarrollo hasta llegar a posturas coincidentes. Pueden realizarse de forma periódica, tras un ciclo de tres o cuatro partidos, o de forma puntual siempre que sea necesario. Afrontar conflictos, evaluar el rendimiento del equipo, redistribuir tareas, reformular objetivos señalados o formular otros nuevos, son cuestiones que merecen ser tratadas en reuniones de equipo.
13. Observar como evoluciona la dinámica interna del grupo y evitar la formación de "pandillas"El entrenador ha de observar cómo evoluciona la dinámica interna del equipo, reforzando aquellas dinámicas que favorezcan la cohesión interna. La observación directa es un instrumento fiable cuando se tienen elementos para la observación del comportamiento de los grupos. Lógicamente ha de intervenir evitando la formación de "pandillas" y el rechazo social de algún integrante del equipo. La intervención se debe hacer desde la cultura del trabajo en equipo y a través de actividades específicas de dinámica de grupos o a través de pequeñas decisiones sobre aspectos de la convivencia interna del equipo (organización de los grupos para la realización de las actividades del entrenamiento, organización de las mesas del comedor,… también a través de actividades outdoor).
14. Hacer las correcciones y reproches en el interior del "vestuario"Cuando se analice la comunicación se verá lo importante que es que el entrenador genere un clima de confianza para que el futbolista sea receptivo a sus críticas, reproches y correcciones. Ello exige que sea el vestuario el lugar idóneo para trasladárselas tanto al propio futbolista como al equipo. Desde luego, no pueden hacerse de forma pública, a través de los medios de comunicación. Tampoco es recomendable hacerlas en el campo de entrenamiento, ante aficionados y medios de comunicación. Es verdad que en ocasiones el entorno puede empujar al entrenador a mostrar su enfado en público, pero no debe caer en esa tentación. Puede abrir una grieta peligrosa en la cohesión interna del equipo. Hay que ser coherente, si el jugador no debe acudir a los medios de comunicación para mostrar sus discrepancias, el entrenador tampoco. Además, desde la filosofía del trabajo en equipo todos los miembros del grupo son responsables de los éxitos y de los fracasos.
15. Organizar actividades OutdoorLas actividades outdoor tienen un potencial enorme de cara a favorecer el desarrollo del grupo. Se entiende por actividades outdoor aquellas que se realizan fuera del contexto del trabajo diario y que no están directamente relacionadas con la actividad profesional. De ahí su nombre. Estas actividades pueden servir para:
observar a cada uno de los miembros del grupo en tareas que exigen para su resolución un trabajo colectivo, de forma que se pueda identificar cómo cada una de ellos desempeña diferentes roles del grupo (liderazgo, planificación, sentido del humor, egoísmo o búsqueda del protagonismo individual, actitud pasiva de dejarse llevar…)
potenciar el conocimiento personal entre los miembros del equipo y estimular las relaciones entre ellos
ilustrar la dinámica interna del grupo y hacer que sus miembros tomen conciencia de ello
fomentar la cultura del trabajo en equipo
potenciar la cohesión interna
estimular la aparición de nuevos líderes para el grupo
fomentar la diversión y el entretenimiento, como mecanismo para el descanso emocional respecto a la competición. La realización de actividades outdoor es especialmente recomendable en pretemporada, aunque también deben programarse varias a lo largo de la temporada. Las actividades outdoor deben realizarse por grupos organizados previamente. Estos grupos deben competir entre sí en la resolución de diferentes tipos de tareas. Algunos ejemplos de actividades outdoor son las siguientes: una carrera de orientación, resolver algún problema de supervivencia en un contexto de montaña, competir por montar una tienda de campaña en el tiempo más breve posible, tripulando canoas individuales y organizados en equipos luchan por mantenerse en la canoa y no caer al agua, etc…
16. Evitar la rotación excesiva, dar continuidad a una parte amplia de los integrantes del grupoLas plantillas no se pueden renovar en gran parte de una temporada a otra. Menos aún a mitad de temporada, en el período de diciembre para la incorporación de nuevos jugadores. Hay equipos que no tienen identidad alguna, ni su vestuario es poseedor de valor alguno, debido a que hay una movilidad excesiva en la plantilla. Se incorporan y salen de ella los futbolistas con mucha facilidad. Además, muchas de las incorporaciones suelen ser futbolistas que no tienen relación alguna con la ciudad o la región donde se encuentra el Club. Toda una sinrazón desde la cultura de trabajo en equipo. La calidad de plantillas hay que mejorarlas poco a poco, temporada tras temporada, con la incorporación de algún futbolista, pero manteniendo una base importante del grupo. Así, el grupo permanece, crece y se desarrolla
17. Asegurarse que en la plantilla hay futbolistas procedentes de la misma región o zona, vinculados y comprometidos con la historia y los objetivos del equipoLa existencia de futbolistas vinculados emocional y personalmente con la ciudad o la región a la que pertenece el Club es una garantía de mayor implicación en el trabajo deportivo y en la transmisión de valores inherentes a dicha sociedad
18. Planificar el proceso de construcción de la cohesión interna y programar acciones que contribuyan a lograr este objetivoLos entrenadores suelen dar mucha importancia al trabajo colectivo, a que el grupo funcione como un auténtico equipo, unidos formando una "piña". Sorprende que esta inquietud se quede muchas veces en una mera declaración de intenciones. Son pocos los entrenadores que programan acciones dirigidas a la construcción de la cohesión interna. Aún hay demasiado apoyo en la intuición y en la experiencia anterior. El entorno del fútbol cada vez es más exigente con los responsables de la gestión de los clubes y con los entrenadores de forma que conviene ir dando un paso hacia la tecnificación, también en el ámbito de los recursos humanos.
¿Qué pueden hacer los futbolistas?1. Tratar de conocer y entender a los compañeros
Conocer a los compañeros entendiendo y respetando las diferencias individuales, aceptándolos como son, es un requisito para poder permanecer juntos y trabajar por la consecución de unos objetivos comunes. El respeto personal es una de las claves que hace posible el trabajo en equipo. Para entender al compañero basta con ponerse en su piel, y tratar de analizar las cosas desde su cultura, sus valores, su educación. Entender el punto de vista no es compartirlo. Se puede discrepar desde la comprensión y el respeto de las diferencias individuales. En todo caso hay que poner el énfasis en lo que a uno le une con sus compañeros más que en lo que les puede distanciar
2. Ayudar a los compañeros siempre que esté en sus manosLa ayuda hacia el compañero no es totalmente altruista. Realmente es una ayuda interesada ya que apoyar al compañero revierte sobre el buen funcionamiento del equipo, lo que va en beneficio de todos, también de uno mismo. De todas formas ha de ser una actitud común de apoyo mutuo ya que cuando algún miembro rompe este equilibrio se puede resentir la convivencia del grupo
3. Valorar y alabar a los compañerosLa crítica por sistema o el reproche permanente genera un clima de crispación y enfado en el que es imposible el trabajo en equipo. El ánimo, la alabanza, y el reconocimiento justo y sincero contribuyen a generar un clima de estar a gusto, lo que tiene consecuencias sobre la dinámica interna del equipo y su rendimiento
4. Ser responsableCuando el rendimiento del equipo no es el previsto, cada miembro del equipo debe realizar un análisis de su propio trabajo con la intención de mejorarlo, en la medida de lo posible. Las normas, las tareas y las obligaciones que cada uno tiene respecto al funcionamiento del equipo se han de cumplir de forma responsable. De ello depende el rendimiento del equipo
5. Tratar de integrar a los nuevos compañerosLos nuevos compañeros necesitan el apoyo de los más veteranos para acelerar su integración real y plena al equipo. Necesitan resolver situaciones familiares y personales que les ayudará a estar más a gusto y así poder centrarse más en el trabajo diario. También conviene trasladarles los valores y las normas que rigen dinámica interna del equipo. Si todo ello se ha de encarar solo siempre es más dura y más lenta la integración y adaptación al equipo.
6. Servir de ejemplo para los más jóvenesLos jóvenes futbolistas se miran en el espejo de los más veteranos. El comportamiento de éstos es la referencia para los más jóvenes. Así que el papel de los veteranos se vuelve fundamental. El equipo en parte depende de cómo éstos guíen o conduzcan a los más jóvenes.
7. Comunicarse con el entrenador con franqueza y sinceridadEl futbolista debe superar esa posición de inhibición o de falta de implicación por temor a posibles dificultades en la relación con el entrenador o con los compañeros. Cualquier punto de vista puede enriquecer el trabajo del grupo. Hay que tomar la iniciativa de exponerlos de forma asertiva, siempre desde el respeto personal y entendiendo el rol de cada uno de los miembros del equipo, especialmente el del entrenador. El mejor servicio al equipo es no decir "si" cuando quiere decir "no". Exponer el punto de vista no debe confundirse con imponerlo y tener razón.
8. Ejercer el control "social" del vestuarioLos futbolistas deben ser los primeros interesados en el buen funcionamiento del equipo. Deberían estar vigilantes para reconducir actitudes y comportamientos que atenten contra la convivencia y el trabajo bien hecho, contra el equipo. Deben ser los primeros en tratar de convencer a los propios compañeros de la necesidad de hacer posible entre todos el trabajo en equipo.
9. Afrontar los conflictos con la intención de resolverlos lo antes posibleRecuérdese que el enfado siempre es un mal consejero. Nunca resuelve nada. Todo lo contrario. Ante el conflicto lo inteligente es reconducir la situación problemática, cambiar los hechos, sin caer en la tentación de la atribución de culpas o responsabilidades ni del ataque personal. Cuando surge el conflicto todo el mundo se moviliza por trabajar en la búsqueda de soluciones.
10. Respetar la intimidad del vestuarioLo que ocurre en el interior del vestuario no debe trascender fuera, especialmente en lo que hace referencia a las discrepancias y conflictos. El equipo debe saber guardar en su interior aquellas dinámicas que van surgiendo en el trabajo diario. Cuando alguien traslada fuera del vestuario las dinámicas internas del equipo atenta gravemente contra su cohesión y demuestra un gran egoísmo y una escasa inteligencia emocional. Realmente no se hace merecedor del respeto de sus compañeros. En esto se distinguen los equipos con madurez, que actúan de forma cohesionada, de aquellos que no pasan de ser meros grupos en los que gobierna el egoísmo de sus miembros.
11. Esforzarse al máximo en todo momentoEl esfuerzo común, realizar un trabajo duro por parte de todos, no regatear esfuerzo ayuda a mantener el equipo unido. La dedicación y el compromiso son contagiosos en el seno de un grupo. Generan un clima de esfuerzo y trabajo, unen a sus miembros, y hacen al equipo fuerte ante la adversidad y la dificultad.
El grupo debe ir acostumbrándose a trabajar siempre con la misma actitud, desde el máximo esfuerzo, sin que circunstancia alguna pueda sacarle de esta actitud. Por encima de todo debe estar el trabajo colectivo como garantía del éxito del equipo. Ni el sistema táctico, ni el estilo de dirección del entrenador, ni el rival, ni una racha de resultados negativos, ninguna circunstancia puede alterar la actitud del esfuerzo máximo desde el trabajo colectivo. Lo ideal es llegar a un grupo autogestionado, capaz de trabajar juntos siempre igual, con el mayor esfuerzo físico y emocional, para superar cualquier dificultad.
¿Qué puede hacer el club?
Potenciar la cultura de trabajo en equipo de todos los estamentos del Club, empezando por el propio Consejo Directivo o de Administración.
Implantar un sistema de salarios, de fichas y de incentivos justo, equitativo, proporcionado al rendimiento individual, con el objetivo de evitar los agravios comparativos.
Seleccionar al entrenador valorando en él, entre otros aspectos, sus habilidades de liderazgo y su capacidad para dirigir al equipo y hacer efectivo el trabajo en equipo
Seleccionar a los futbolistas valorando en ellos también aspectos tales como su capacidad de trabajo en equipo, la madurez personal, y la existencia de recursos que ayudan a competir
Dejar todo el protagonismo para el entrenador y los futbolistas
Aún conociendo bien las urgencias del contexto futbolístico, hay que dar tiempo para poder aplicar los procesos de trabajo programados.
A modo de conclusión…Cuando se me propuso realizar un ensayo teórico sobre un tema de psicología no tuve ninguna duda en centrar mi labor de búsqueda bibliográfica en el tema de la cohesión. La razón que me impulso a esta selección fue la pertenencia en la actualidad a un equipo de fútbol sala en el que desde comienzo de temporada vengo apreciando unos déficits bastante considerables de cohesión entre los miembros del equipo. Toda mi vida estuve jugando en el mismo equipo. A pesar de ir cambiando de nombres y patrocinadores, los integrantes del equipo éramos básicamente los mismos, y al mismo tiempo, formábamos mi círculo de amistades más cercano, de forma que no sólo jugábamos juntos sino que compartíamos más momentos de nuestra vida.
Con este grupo, si bien individualmente no teníamos un nivel muy superior al de otros equipos, sí que se podía apreciar que funcionábamos como un verdadero equipo. Cada jugador sabía lo que iba hacer su compañero mucho antes de que éste lo realizara. Podíamos ayudarnos mejor unos a otros, y ya sabíamos por dónde podía fallar cada uno de los miembros, así que nos anticipábamos a su error para ayudar a enmendarlo, lo que repercutía positivamente en los resultados del equipo.
También es cierto que el hecho de que hubiera tanta confianza entre los miembros de aquel equipo, provocaba en muchas ocasiones discusiones, que posiblemente no se hubieran producido en un equipo donde sus miembros se desconocieran, pero esto tampoco lo considero negativo, pues así todo el mundo tenía claro lo que unos pensábamos de los otros.
Como he dicho al comienzo, esta temporada juego en un equipo dónde no todos nos conocemos. Del anterior equipo sólo permanecemos 4 jugadores, y el resto han sido fichajes traídos por la directiva, y que además de no conocerlos nosotros, no se conocen entre ellos.
Este año se puede apreciar una importante falta de sentimiento grupal dentro del vestuario, donde cada uno va por su cuenta, no existe esa ayuda mutua de la que hablábamos antes, a cada uno le importa bien poco si su compañero lo hace bien o mal…
Además, los resultados del equipo este año no están ayudando a generar un buen ambiente, puesto que después de encadenar al principio de temporada una buena racha de victorias, comenzamos a perder bastantes partidos seguidos y la moral se resintió bastante.
Una vez realizado este trabajo, veo que prácticamente todos los puntos tocados son aplicables a mi equipo. Todas las características que estudiamos en los puntos anteriores se echan en falta en el equipo del que hablo, y al mismo tiempo, muchos de los enemigos que afectan a la cohesión también tocados en este trabajo se pueden percibir claramente dentro del vestuario.
Considero por lo tanto, que no sólo de manera intuitiva puedo afirmar que el problema de mi equipo actual es la falta de cohesión entre los miembros, sino que a partir de lo observado en este trabajo, son muchos los indicios que me llevan a pensar que realmente los malos resultados deportivos pueden ser debidos a un problema de cohesión.
Bibliografía
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revista
digital · Año 12
· N° 114 | Buenos Aires,
Noviembre 2007 |