Soy atleta lanzadora e hipoacúsica | |||
Atleta. (Uruguay) |
Patricia Irene Báez López pbaez8@gmail.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 113 - Octubre de 2007 |
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Introducción
Me llamo Patricia Irene Baez López. Tengo 38 años. Soy Hipoacúsica de nacimiento.
Soy uruguaya, nací en Montevideo pero actualmente vivo en el departamento de Canelones (a unos 18 km de Montevideo), cerca del Aeropuerto Internacional de Carrasco.
Mis estudios fueron: La escuela terminada (6° año completo), no pude cursar el liceo por sentirme discriminada, en cambio en la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay) tengo el curso terminado de técnico profesional (3 años) en Cerámica y 2 años de tallado en madera.
Trabajo en la Escuela Universitaria de Tecnología Médica en servicios generales y mensajería.
En cuanto a los deportes: realizo lanzamiento de bala, disco y martillo (estas dos últimas especialidades no están muy desarrolladas en Uruguay y por lo tanto en la actualidad no cuento con entrenador específico para formarme en ellas).
Como deportista fui a Italia a la ciudad de Roma el 20 de julio de 2001 a los Juegos Olímpicos Silenciosos. Salí en los lugares 12, 13 y 14, entre 8.000 participantes. Una posición muy respetable para nuestro país.
En Argentina en 2003 en los Juegos Panamericanos de Sordos salí 1ª en Martillo, 3ª en Disco y Bala.
Etapas de mi vidaComienzo a contar mi vida que ha sido una lucha para adelante con un sonrisa y feliz.
Mis padres se dieron cuenta de que tenía Hipoacusia a los 3 ó 4 años. A mi no me importaba. Era una niña feliz y jugaba sola o con mis hermanos.
Mis padres se dieron cuenta de que algo pasaba porque hablaba palabras sueltas y los médicos se dieron cuenta a los 4 años. Muchos médicos decían que era mimosa y al final no fue así. Me pusieron audífonos con cordones. Empecé a oír un poco, gracias al esfuerzo económico de mis padres.
Mi madre les preguntó a los médicos ¿qué tenía que hacer ella conmigo?, mi sordera es de 30% y 40% de audición, con los audífonos llego al 70%. Yo era feliz, no me importaba nada.
Tengo 2 hermanos que no tienen problemas auditivos. Yo fui la única que los tuve.
La primer escuela que fui fue la de jardines de Carrasco en Shangrilá N° 167. Estuve con niños oyentes en jardinera y no tuve problemas. Cuando hice 1° año por primera vez no me aceptaron la maestra y la directora. Mis padres me tuvieron que sacar y fui a la escuela de sordos. Estuve 18 meses ¡muy poco!
Yo era una niña feliz: Jugamos con mi madre y mis padres, mis hermanos, los amigos de nuestro barrio. Teniendo sordera es difícil compartir. A veces me sentía aislada pero con el tiempo me fui adaptando. En los cumpleaños o reuniones yo me sentía un bicho raro porque no me podía comunicar.
En la escuela de Sordos estuve 18 meses y tampoco me aceptaron porque me acostumbraba al lenguaje de señas y me ponían los brazos para atrás para que no hiciera señas. Mi madre me sacó de vuelta de esta escuela. Los médicos y las maestras me decían que no era la escuela que necesitaba. Porque tengo hipoacusia y en este país no hay escuela ni liceo, universidad para los que tienen hipoacusia. Todos somos diferentes.
Mi mamá me inscribió en la escuela del puente Carrasco, la Nº 175, allí me sentí bien, me aceptaron al fin. Me costó salir adelante. Lo logré con el apoyo de maestras y la directora. Pasaba con buenas notas. Para que yo hiciera la lectura labial iba a una fonoaudióloga para aprender a hablar y escribir. Llegué al último año: a 6° de escuela y todos se preguntaban todos por la etapa difícil que empezaba aquí. Me pusieron otros audífonos nuevos y me inscribieron en el liceo de Solymar.
En 1983, cuando fui al liceo tuve problemas con los profesores. No me ayudaban. A lo mejor no sabían como hacerlo. No me sentía cómoda. Entonces yo les dije a mi madre y a mi padre a mitad de año que no iba más. Quería dejar el liceo y lo dejé. Hacía más fuerza para aprender a hablar que para leer los labios.
En 1984 fui a la UTU y estudié cerámica. Terminé el curso completo de 3 años. Cuando terminé el curso fui profesora de cerámica y trabajaba con personas oyentes del pueblo de Soca, daba clases... un día apareció una inspectora y me discriminó. No le gustaba como enseñaba. Me quedé sin trabajo, aquí me dieron una nota de cero como mala docente y decía que no estaba preparada para trabajar con oyentes por la dificultad que tengo.
Cuando falleció mi madre tenía 21 años recién cumplidos. Todo el mundo me miraba y pensaba ¿qué iba a pasar con mi vida? Entré a la Universidad… yo tenía derecho. Entré a trabajar el 26 de julio de 1990 cuando nació mi sobrina. Aquí empecé a ir al Club como socia a hacer actividad, deportes en el Club Juventus.
Hice muchos deportes, Me sirvió muchísimo... mis logros fueron: fui campeona de Handball de golera (arquera) con oyentes, iba poco a natación, etc. Aquí conocí al Sr. Jorge Ortiz, me invitó a la pista de atletismo pero no era mi entrenador, era otra disciplina. Oscar Gadea (le decían Oso) fue el que me enseñó lanzamiento de bala y disco y me federé por el Club Banco República. Estuve como 6 años y luego el Club se desafilió, no existe más atletismo el Club Banco República. Después él dejó, se fue, apareció Jorge Sánchez, (le decían Jorgito); me federé por los Ñandúes, aquí hice tres disciplinas: martillo, disco y bala.
Actualmente no tengo entrenador (me gustaría tener uno que me ayude, que me oriente) y entreno por mi cuenta. A veces tengo competencias. Trabajo. Hago cerámica en mi casa. Voy al Cyber a buscar por Internet.
revista
digital · Año 12
· N° 113 | Buenos Aires,
Octubre 2007 |